Volver a capítulos
21
Parte II
Traducción SOS por Amy
¿Necesitaba una O? Quiero decir, ¿era necesario para la vida? Estar
cerca de Simon, muy cerca de él, envolverme en sus brazos
y sentir
que se mueve dentro de mí, ¿era
suficiente?
Por ahora, lo era. Lo amaba, ya verás…
—¿Quieres golpear mis paredes,
Simon? —me reí.
—No tienes ni idea —prometió, y me arrugó el delantal mientras
suspiraba y eché mis brazos encima de mi cabeza. Me lancé
hacia
atrás, con una sonrisa gigante en mi cara. Pasaba sus
dedos encima
de mi estómago, mis caderas, mis muslos, finalmente
alcanzándome.
Después de un pequeño empujoncito, abrí mis piernas. Se
lamió los
labios y cayó de rodillas.
Me tocó y saboreó como lo hizo en España, pero era
diferente. Seguía
siendo asombroso, pero era diferente. Estaba relajada.
Torciendo y
girando sus dedos, encontró ese punto, que hizo que
arqueara mi
espalda y mis gemidos fueran profundos. Gimió dentro de mí,
causando que me arqueara otra vez, sus labios y lengua
encontrándome de nuevo. Mis manos buscaron mis pechos, y
mientras él miraba me burlé de mis pezones, poniéndome más
tensa.
Otra vez, tuve el gran honor de sentir su boca, su
asombrosa boca,
en mí. Mi cuerpo se tensó con el chisporroteo de energía
que recorrió
todo mi cuerpo, y luego me relajé otra vez. Comencé a
sentir,
realmente sentir todo lo que sucedía en el interior en
ese momento.
Amor. Sentía amor. Y me sentía amada…
Aquí en este momento, en el que no había nada que
ocultar, todo
estaba en exhibición —y cubierto
de material sucio— estaba siendo
amada por este hombre. No un cuento de hadas, no olas
chocando,
no hay velas encendidas. Vida real. Una cuento de hadas
de la vida
real y estaba siendo amada por este hombre. Y quiero
decir amaaaada por este hombre.
Lengua. Labios. Dedos. Manos. Todo dedicado a mí y a mi
placer. Una
chica podría acostumbrarse a esto.
Podía sentir la dulce tensión empezándose a construir,
pero esta vez
mi cuerpo lo recibió de una manera diferente. Mi cuerpo,
en perfecta
sincronía por una vez, estaba listo, y en mi mente, detrás
de mis ojos
cerrados, me vi a mí misma comenzar a acercarme al
acantilado. En
mi cabeza, me sonreí, porque sabía que esta vez iba a
atrapar a esa
perra. ¿Y luego? Las cosas
realmente sorprendentes comenzaron a
suceder. Largos dedos magníficos presionando dentro de mí,
torciéndose y curvándose, y encontrando ese lugar
secreto. Los labios
y la lengua rodearon otro lugar, chupando y lamiendo,
pulsando y
latiendo. Pequeños pinchazos de luz comenzaron a bailar
detrás de
mis párpados, intensos y salvajes.
—Oh, Dios…
Simon… eso es tan… bueno… no… pares…
no… pares…
Gemí fuerte, más fuerte, y luego más fuerte aún, incapaz
de controlar
los sonidos que estaba haciendo. Era tan bueno, tan
bueno, tan, tan
bueno, tan cerca, tan cerca…
Y luego los gritos comenzaron. Y estos no eran míos.
Por el rabillo de mi ojo, me di cuenta de algún tipo de misil
de
carreras peludo por el suelo.
Como una especie de bomba, Clive corrió hacia Simon, dio
un salto y
se clavó en su espalda, atacándolo por detrás.
Simon salió corriendo de la habitación y al pasillo,
luego de vuelta
otra vez, Clive todavía seguía aferrado como una especie
de gorra de
piel de mapache rabioso que no se podía sacudir. Tenía
sus brazos —
¿los gatos tienen brazos?— envueltos alrededor del cuello de Simon
de manera que en otras circunstancias habría parecido un
abrazo
adorable. Pero en ese momento, iba en serio.
Corrí tras ellos, desnuda excepto por el delantal,
tratando que Simon
se calmara, pero esas diez garras excavaban más profundo,
él siguió
corriendo de habitación en habitación.
La ironía de que Simon estaba literalmente, tratando de
huir de un
gatito[1] no se me escapaba.
Si pudiera verlo de afuera, en lugar de estar
involucrada, me hubiera
hecho pis. Ahora estaba teniendo un momento difícil
escuchando los
gritos de Simon. Realmente debo amarlo.
Finalmente, los atrapé en una esquina, giré en torno a
Simon, y me
resistí la tentación de apretar su trasero, y solté a
Clive. Rápidamente me
dirigí a la sala y lo deposité en un sofá con un golpe
seco, dándole
una palmadita en la cabeza como un gracias por la
defensa, aunque
era injustificada. Clive respondió con un maullido
orgulloso y
comenzó a lamer sus bigotes.
Volví a la cocina para encontrar a Simon, todavía
acurrucado contra
la pared. Lo aprecié, sus ojos desorbitados mientras se
apoyaba con
la pared. Mi mirada se fue al inferior. Increíble.
Él
Todavía
Seguía
Duro.
Vio mis ojos bajar por su cuerpo, lo que me recordó la
primera vez
que nos encontramos cara a cara. Asintió con la cabeza tímidamente.
—Todavía estás duro —solté, respirando con dificultad mientras
intentaba una vez más desatar mi delantal.
—Seh.
—Eso es increíble.
—Tú eres increíble.
—Ah, joder —resoplé,
abandonando el nudo.
—Sí, por favor.
Me detuve un instante y luego me giré en torno a la
plataforma en un
movimiento rápido. Salté al otro lado de la habitación,
mi delantal
volando detrás como una capa y me estrellé en él. Me
atrapó y me
envolví alrededor de él como una manta luchadora, lo besé
con furia.
Mis uñas pasaron por su pecho y él jadeó.
—¿Tu espalda está bien? —pregunté entre besos.
—Viviré. Tu gato, sin embargo…
—Él es protector. Pensó que
estabas hiriendo a mamá.
—¿Lo estaba?
—Oh no, todo lo contrario.
—¿En serio?
—Demonios sí —grité,
deslizándome contra él, manipulando mi
cuerpo contra el suyo, miel y azúcar lisa y arenosa entre
nosotros.
Me arrastré por su cuerpo, deteniéndome para besar su
punta. Lo
derribé al suelo conmigo y lo volqué en su espalda con
tanta rapidez
que una nube de harina nubló el aire. Allí en medio de la
cocina,
desnuda con mermelada salpicando mis pechos, me senté a
horcajadas encima de él. Levantando un poco, tomé sus
manos y lo
animé a agarrar mis caderas.
—Vas a querer agarrarte para esto
—susurré, y me senté sobre él.
Suspiramos al mismo tiempo, la sensación de él dentro de
mí una vez
más fue increíble. Arqueé mi espalda y flexioné las
caderas
experimentalmente… una vez… dos veces… una tercera vez.
Realmente era verdad lo que decían acerca de montar una
bicicleta.
Mi cuerpo lo recordó con rapidez.
Con el maldito delantal montando detrás de mí, empecé a
moverme
encima de Simon, sintiendo como se movía dentro de mí,
respondiendo y recompensando, empujando y nunca cediendo.
Conducíamos, empujábamos, y nos movíamos juntos, en
realidad nos
movíamos un poco por el piso de la cocina. Se sentó
debajo de mí,
moviéndose más profundo mientras yo gritaba. Tenía las
manos
salvajemente en su pelo. Estaba de pie con mis dedos
mientras se
apoderó, anclándome a mí misma cuando cerré los ojos y
comenzó.
Inició la larga marcha al borde del acantilado.
Podía ver el borde, muy por encima de las aguas
embravecidas.
Cuando me asomé por el borde la vi. O. Ella me saludó,
buceo arriba
y abajo sobre el agua como un delfín sexual. Pequeña
zorra astuta.
Simon estaba besando mi cuello, lamiendo y chupando mi
piel,
dejándome loca.
Metí un pie sobre el borde, los dedos de mis pies
apuntando
directamente a ella, posicionando mi tobillo y agitando
pequeños
círculos en su dirección.
Pequeños círculos.
Empujé a Simon de nuevo al suelo, tomé su mano con la mía,
y la
llevé entre mis piernas. Lo monte duro, presionando mis
dedos contra
los suyos, mis gritos eran cada vez más fuertes a medida
que aceleró
nuestro balanceo, tanto de nosotros, en sintonía y ahí
mismo. Justo
ahí. Ahí, ahí, ahí… ahí mismo…
—Caroline, Jesús, tú… eres… increíble…
te… amo… demasiado… me…
estás… matando.
Y ese era el extra que necesitaba.
En mi cabeza, di un paso atrás, y luego me zambullí. No
salté. Me
zambullí. Ejecuté un salto del ángel perfecto, muchas
gracias, directo
al agua. Limpia y verdadera, me agarré a ella y no la
solté cuando me
metí en el agua.
O había regresado.
Un ruido blanco llenó mis oídos mientras mis dedos de los
pies y mis
dedos dieron las buenas noticias. Se estremecieron, pequeñas
chispas de energía girando arriba y hacia fuera, conduciéndose
a
través de cada nervio y cada célula que había estado
muriendo de
hambre durante meses. Estas células le dijeron a las
otras células,
comunicando a su hermanas que algo fantástico estaba
sucediendo.
El color explotó detrás de mis párpados, estallando en
pequeños
brillantes fuegos artificiales mientras la sensación seguía
extendiéndose por todos los rincones de mi cuerpo. Puro
placer me
atravesó y caí encima de Simon, que colgaba encima de
todas las
cosas.
No sé si el pudo ver el coro de ángeles cantando cosas
sucias, pero
no importa. Pude. Y esa fue la definición de felicidad.
O volvió, y trajo amigos.
Ola tras ola se estrelló contra mí mientras Simon y yo
seguimos
presionando y girando, arqueándonos en cada uno de ellos.
Mi cabeza
estaba echada hacia atrás mientras continuaba gritando,
no me
importaba quien o que podría escucharme en mi propia Casa
del
Orgasmo.
Abrí mis ojos para ver a Simon debajo de mí, frenético y
feliz, la
sonrisa grande se quedó conmigo a pesar de todo, su gran
esfuerzo
atravesaba su cara llena de harina y su pelo convertido
en una pasta
poco maravillosa.
Él se estaba convirtiendo en papel maché.
Aún seguía adelante, pasando por la tierra de los múltiplos
y a una
especie de tierra de nadie. Al pasar seis y siete, mi
cuerpo volvió
cojeando en éxtasis.
Pero O trajo a otro amigo más. Trajo a G, el Santo Grial.
Tartamudeando como idiota, me agarré de Simon,
sosteniendo mi
vida en ello como si fuera una gran ola de amor y me
golpeó como
una tonelada de ladrillos. Sintiendo que necesitaba ayuda
para este,
Simon se sentó, posicionándose mejor aún. Encontró un
lugar
profundo adentro, oculto para la mayoría, y se inclinó
hacia mí,
conduciendo una y otra vez mientras contenía mi aliento y
me colgué
con fuerza.
Finalmente abrí mis ojos, viendo las chispas de luz
alrededor de la
habitación mientras el oxígeno se apresuró a regresar a
mi sistema.
Balbuceé incomprensiblemente en su pecho mientras él se
mecía en
mí una y otra vez, encontrando finalmente su asombroso
lugar dentro
de mí
Me aferré a él, sintiendo las olas finalmente retirarse,
los dos
temblábamos ahora. A medida que jadeaba, el placer se fue
y el
amor simplemente se precipitó, llenándome de nuevo. Mi
boca estaba
demasiado cansada para moverse. Él me quitó el aliento. Así
que hice
lo mejor que pude, puse mi mano en su corazón y lo besé
en su dulce
cara. Él pareció entender, y me besó también. Zumbaba de
felicidad.
Zumbar no tomaba mucho esfuerzo.
Completamente agotada y exhausta, cubierta de sudor
pegajoso, me
recosté en sus piernas, sin importarme un poco como
retorcida y
ridícula me veía mientras las lágrimas corrían por los
lados de mi cara
y en mis oídos. Sintiendo que no era la posición más cómoda
para mí,
Simon se movió debajo de mí y me ayudó a enderezar las
piernas
mientras me acunaba en sus brazos en el suelo de la
cocina.
Nos quedamos en silencio, sin hablar por un rato. Me di
cuenta que
Clive estaba sentando en el umbral de la habitación
lamiendo sus
patas en voz baja.
Todo estaba bien.
Cuando el movimiento parecía posible, traté de sentarme,
la
habitación daba vueltas un poco. Simon mantuvo su brazo
alrededor
de mí mientras evaluaba la situación, los cuencos y
botellas volcadas,
el pan disperso, el caos que era mi cocina. Me reí en voz
baja y me di
vuelta hacia él. Me miró con ojos alegres.
—¿Deberíamos limpiar esto?
—No, vamos a la ducha.
—Bueno.
Soné mi espalda como una anciana, haciendo una mueca por
el buen
dolor que mi cuerpo sentía. Comencé por el baño, luego
cambié de
dirección, dirigiéndome a la nevera. Tomé una botella de
Gatorade y
se la lancé. —La necesitarás. —Le guiñé un ojo, levantando mi
delantal en el camino a la ducha. Ahora que O estaba de
vuelta, no
tenía tiempo que perder para convocarla de nuevo.
Mientras Simon me seguía al baño, tomando un trago de
Gatorade,
Clive de repente se dejó caer al suelo, rodando sobre su
espalda.
Simon se arrodilló junto a él, con cautela extendió una
mano.
Guiñándome un ojo —juro por Dios
que lo hizo— Clive se movió más
cerca. Sabiendo que esto podría ser una trampa, Simon se
inclinó con
cautela y tocó la piel de su vientre. Clive lo dejó.
Incluso escuché un
ronroneo.
Dejé a los dos chicos solos por un momento y fui a
encender la
ducha, así podría calentarse. Finalmente conseguí
deshacer el nudo
del delantal y fue capaz de abandonar el suelo. Me metí
bajo la
ducha, gemí al sentir el agua caliente golpeando todavía
mi sensible
piel.
—¿Vienes? Porque estoy segura que
sí —lo llamé desde la punta de la
ducha, riéndome por mi propia broma. Un momento después, Simon
se asomó por la esquina de la ducha para verme desnuda y
cubierta
de burbujas. Sonrió como el diablo mientras entraba. Jadeé
al ver
diez diminutos pinchazos en la espalda, pero el se rió.
—Estamos bien. Creo que nos
hicimos amigos —aseguró, tirando de
mí contra él y uniéndose al agua.
Suspiré, relajada. —Esto es bueno
—murmuré.
—Seh.
El agua caía a nuestro alrededor. Estaba en los brazos de
mi Simon, y
no podía haber nada mejor.
Se apartó un poco, con una pregunta en su cara. —¿Caroline?
—¿Hmm?
—Es alguno del pan que tiré al
suelo…bueno…
— .Si?
— .Es alguno pan de calabací?
—í Simon, era pan de calabací.
Habí silencio otra vez, excepto por el agua.
— .Caroline?
— .Hmm?
—o penséque pudiera amarte má,
pero creo que lo hago.
—stoy feliz, Simon. Ahora dame un
poco de azúar.
_______________________________________________________
_____
[1] En el original Pussy, significa gatito y coñ.
* * * * *
Volver a capítulos
No hay comentarios:
Publicar un comentario