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22
Parte I
Traducido por Anelynn
4:37 p.m., Ese mismo día
—¿Es Eso El Jabón? No te resbales
en el jabón.
—No me resbalaré en el jabón.
—No quiero que te resbales. Se
cuidadosa.
—No me resbalaré en el jabón.
Ahora date la vuelta otra vez y
cállate.
—¿Callarme? Imposible, no cuando
tu… mmm… y cuando tu…
ooohhh… y luego cuando tú— ay, eso dolió, Simon. ¿Estás bien
allá
atrás?
—Me resbalé en el jabón.
Comencé a darme la vuelta para ver si él de verdad estaba
bien
cuando repentinamente me presionó contra la pared de la
ducha,
sujetando mis manos extendidas contra azulejo. Los labios
me
cosquillearon y el agua se roció en mi piel y a través de
mis hombros
mientras su cuerpo se flexionaba contra el mío. Los
pensamientos del
jabón fugitivo desaparecieron de mi mente mientras él se
deslizaba
dentro de mí, duro, grueso y delicioso. Mi aliento me dejó
en un
jadeo, amplificado por las paredes de azulejo, se hizo
sexy por la
caída del agua, y rápidamente seguido por otro jadeo
mientras
continuaba empujando dentro de mí, dolorosamente lento y
con
determinación, sus manos ahora agarraban mis caderas.
Lancé mi cabeza hacia atrás, girando mi cara para
encontrar la
mirada de Simon, desnudo y mojado. Sus cejas estaban
fruncidas, su
boca abierta mientras invadía completamente y sin
disculpa. Caí en
espiral rápidamente, a conciencia y el pensamiento claro
reduciéndose a un punto antes de explotar, palabras
silenciosas
cayendo de mi boca y hacia el agua, yéndose por el desagüe.
Ahora esa O estaba de regreso, ella no se retrasó. Hasta
ahora, llegó
inmediatamente y sin cuestionamientos, destrozando los
recuerdos
de los días, semanas y meses de esperar y llorar, rogando
y
suplicando. Ella me estaba recompensado con un continuo,
constante
desfile que me dejó mareada y atontada, sin huesos y
lista para más.
Gimiendo en mi oído, estremeciéndome y vibrando, Simon no
pudo
frenar su balanceo. Él sabía intrínsecamente, como yo,
que su chica
estaba bien para unas más. Y entonces, con agonizante
destreza,
plantó un beso húmedo en mi cuello, dejó mi cuerpo, haciéndome
girar rápidamente, y estaba otra vez adentro antes de que
pudiera
decir. —Oye, ¿a
dónde vas?
—A ningún lugar, Chica de camisón,
no en un futuro cercano —
murmuró, con rudeza agarrando mi culo y levantándome
contra la
pared, usando su peso para aplastarme contra el azulejo,
apretándome a él y dentro de mí. Su cuerpo se dobló
mientras el mío
era aplastado, nuestra piel resbaladiza sintiéndose
indescriptible uno
contra el otro. ¿Cómo había
permanecido lejos de este hombre tanto
tiempo? No importa, él estaba aquí, dentro de mí, y cerca
de entregar
otro desfile O en todas partes. Me presioné otra vez
contra él solo lo
suficiente, para abrir un espacio entre nosotros apenas
para dar un
vistazo hacia abajo, el deseo empaño mi visión pero no
tanto para
que no pudiera verlo entrar en mí, una y otra vez, llenándome
como
ningún otro hombre lo ha hecho.
Ahora el mismo mirando hacia abajo para ver qué es lo que
me tenía
tan paralizada, también estaba cautivado y un sonido más
como
“Mmmp”
dejó su boca. Sus movimientos fueron más rápidos,
tratando de localizar, esa sensación, ese momento crítico
que sentía
tan cerca del dolor y tan cerca de la perfección. Esos
ojos azules,
ahora llenos de lujuria y fuego, volaron retrocediendo a
los míos
mientras los dos lanzamos de ese acantilado otra vez
juntos.
Sujetar. Congelación. Bloqueado y descargado. Nos corrimos
juntos
con un rugido, un gruñido y un gemido que dejaron mi
garganta en
carne viva y mi hoohah excitada.
Hoohah excitada... qué gran nombre para un.... Mmmmm...
6:41 p.m.
Paseando en mi departamento solo con una toalla,
esquivando
montones de harina y puñados de pasas. Simon era un
espectáculo
para contemplar. Cuando derrapó en el parche de mermelada
y chocó
con la encimera, me reí tan fuerte que me tuve que
sentarme en el
sofá. Ahora se paró frente a mí con una rebanada de pan
zucchini
mientras yo reía, con una mirada divertida en su rostro.
Continué
riendo, y mi toalla se resbaló, revelando más que un poco
de mis
activos. En la vista de mis pechos, dos cosas pasaron.
Sus ojos
estallaron, y también algo más. Salió de golpe. Levanté
una ceja con
este último acontecimiento.
—¿Te das cuenta que me estas
convirtiendo en una clase de
máquina? —notó, inclinándose
hacia su HolaAllí pinchando la toalla.
Simon se tomó el tiempo para poner su pan zucchini a
salvo en la
mesa del café.
—¿Cuán lindo es eso? ¡Es como si estuviera sacando su cabeza detrás
de una cortina! —aplaudí.
—Puede que no estés enterada,
pero como regla general, a ningún
hombre le gusta la palabra lindo en la misma oración que
sus
genitales.
—Pero él es lindo—uh-oh, ¿a dónde fue?
—Es tímido ahora. Todavía no es
lindo, sino tímido.
—Tímido, mi culo. Él no fue tan tímido
en la ducha hace un ratito.
—Necesita su ego acariciado.
—Guau.
—No, realmente. Creo que
encontrarás que es un poco receptivo a las
caricias.
—Ahora ves, estaba pensando que
tal vez él solo necesita latigazos
de una buena lengua, pero si crees que acariciar será
suficie...
—No, no, creo que latigazos de
una lengua funciona bastante bien. El
—¡Maldición, Caroline!
Me incliné, trayendo al tímido hacia adelante, e
inmediatamente lo
rodeé con mi lengua.
Sintiéndolo crecer más duro todavía, me acomodé en el
borde del
sofá, envolví mis brazos alrededor de él y solté la
toalla. Jalándolo
más cerca, y por lo tanto más profundo en mí, canturrié
en
satisfacción mientras sentía que sus manos se levantaban
en mi
cabello y trazaban mi rostro. Con reverencia, colocó sus
dedos en mis
párpados, mejillas, sienes, finalmente enterrando una
mano en mi
cabello y la otra, bueno, guau. Se agarró a sí mismo.
Mientras yo
concentraba toda mi atención en su punta, se acarició en
la base,
algo que era posiblemente la cosa más sexy que alguna vez
haya
visto. Viendo su mano, envuelta a su alrededor mientras
se movía
dentro y fuera de mi boca... Oh mi.
Sexy no es la palabra correcta para él. Es inadecuado
ante el arte de
erotismo puro llegando a su fin enfrente de mí. Y
hablando de frente
de mí, canturrié otra vez en agradecimiento, sintiéndome
excitada
solo con el juego que mi boca estaba consiguiendo. Boca
suertuda.
Caí hacia atrás contra el respaldo del sofá y jalé a
Simon conmigo. Él
respondió usando ambas manos para sujetarse contra el
respaldo del
sofá, empujando dentro y fuera de mi boca con convicción.
El ángulo
le permitió penetrar más profundamente, e hizo más fácil
para mí
para tomar más de él, agarré su culo, sintiendo la
excitación de
atenderlo, sabiendo que era yo, sólo yo, quién lo tenía
adentro de
esta manera.
Podía sentirlo acercándose. Ya estaba comenzando a saber
sus
reacciones inmediatamente. Lo deseaba otra vez. Era egoísta
de esa
manera. Deleitarlo con un fuerte jalón final, lo empujé
hacia abajo
sobre sofá y lo monté a horcajadas. Sintiéndome contra él,
se empujó
hacia arriba mientras yo me hundía, y había ese momento—¿sabes
ese momento? ¿Cuando todo se
siente expandido y detenido en la
forma más deliciosa? Tu cuerpo reacciona: algo que no
debería estar
dentro ahora lo está y por un momento, es extraño,
desconocido. Y
entonces tu piel siente un regreso como campeón, la
memoria de tu
músculo toma el control, y luego es tan bueno, la sensación
de
plenitud, de maravilla y de sobrecogimiento.
Y luego comienzas a moverte.
Agarrando sus hombros para apalancarme, enrollé mis
caderas en las
de él, notando no por primera vez que él había sido
inteligentemente
diseñado con las medidas exactas en mi mente. Encajaba
dentro de
mí perfectamente, dos mitades de un entero, alguna clase
de Lego
sexual. Él también lo sentía, pude decirlo.
Colocó su mano extendida contra mi pecho, directamente
encima de
mi corazón. —Asombroso —susurró mientras lo montaba, dulce y
caliente. Mantuvo mi corazón en su mano mientras me mecía
en él,
su otra mano en mi cadera, guiándome, colocándome,
sintiendo que
me ocupaba de ambos. Él lucho para quedarse conmigo, para
mantener sus ojos abiertos mientras su liberación se
aceleraba. Tomé
su mano de mi corazón y la coloqué más abajo, donde empezó
a
trazar esos malditamente perfectos círculos.
—Jesús, Simon.... Oh, Dios...
tan....taaan bueno.... yo.... mmmm...
—Amo verte derrumbarte —gimió, yo también. El gimió. Y ambos.
Me derrumbé en él, observando hasta que la habitación se
dejó de
girar y la sensación regresó a los dedos de mis manos y
pies,
serpenteando a través de mi cuerpo mientras me atraía
hacia él.
—Latigazos de lengua. Qué idea —resopló, y solté una risita.
8:17 p.m.
—¿Alguna vez has pensado en
cambiar el color de la pintura aquí?
—¿En serio?
—¿Qué? ¿Tal
vez un tono más claro de verde? ¿O incluso un azul?
Azul podría ser agradable. Amaría verte rodeada de azul.
—¿Yo te digo como tomar fotos?
—Bueno, no...
—Entonces no me digas cómo
seleccionar los colores de la pintura. Y
como sucede, estoy planeando cambiar la paleta de colores
aquí,
pero va a ser más oscuro. Más profundo, puedes decirlo.
—¿Más profundo, puedes decir? ¿Cómo es eso?
—Eso es bastante bueno. Mmm, es
realmente bueno. De cualquier
modo, como estaba diciendo, estoy pensando tal vez en un
profundo
gris pizarra, con una nueva encimera de mármol azúcar
cremoso,
profundizando las alacenas en un rico, caoba oscuro.
Santa mierda,
eso se siente bien.
—Anotado. Más profundo es bueno,
y muy profundo es incluso mejor.
¿Puedes poner tu pié en mi
hombro?
—¿Así?
—Cristo, Caroline, sí, así.
Tan... nueva encimera, ¿dijiste? Mármol
podría ser un poco frío, ¿no
crees?
—Sí, sí, ¡sí!
¿Qué? Quiero decir, ¿qué? ¿Frío? Bueno, desde que
generalmente no estoy extendida en un rollo de mermelada
en la
encimera, el frío no me molesta. Además, las encimeras de
mármol
son las mejores para estirar la masa.
—No —advirtió,
girando su rostro para besar la parte interna de mi
tobillo
—¿No qué, Simon? —ronroneé, mi aliento atorándose mientras que
sentía su paso comenzando a acelerarse ligeramente,
imperceptible
para cualquiera excepto para mi, en la que estaba él
actualmente.
—No trates de distraerme con pláticas
de masa. No funcionará —
instruyó, dejando ir de la encimera con su mano izquierda
y
pasándola ligeramente sobre mis pechos, una y otra vez,
provocando
mis pezones se pusieran como picos duros con las puntas
de sus
dedos.
Una energía frenética comenzó a instalarse abajo, en mis
caderas y
mis muslos, en la boca de mi estómago y los puntos en
medio. —¿No
pláticas de masa? ¿No sucias pláticas
de masa para Simon? Mmm,
¿pero no crees que un poco de
distracción es buena de vez en
cuando? Quiero decir, puedes solo imaginarme, inclinada
en la
encimera, trabajando tan duro para ti... —me fui apagando,
recorriendo mis dedos a través de su cabello, inclinándome
para
besarlo con una boca húmeda, lengua, labios y dientes
intentando
llevarlo más profundo de mí.
Estaba colocada en el borde de la isla de la cocina, muy
desnuda,
como estaba nuestro justo Sr. Parker, enterrado en el
interior y
determinado a hacer que esto dure tanto como sea posible.
Queríamos ver cuánto tiempo podríamos llevar una
conversación
mientras... bueno... lo hacíamos. Hasta ahora diecisiete
de los más
intensos, sensuales, fantásticos minutos de mi vida, y
eso no estaba
contando el juego previo. La O estaba bailando en la
periferia,
preguntándose por qué no le estaba concediendo acceso
inmediato.
Pero ahora yo tenía el control de la perra, y esta dulce
tortura era
increíble. Vale la pena aguantar.
Eso fue, hasta que Simon me pidió que pusiera mi pié en
su hombro.
Santo infierno, me estaba destrozando. Una pierna en su
hombro, la
otra la mantuvo abierta hacia un lado, sus caderas
girando en
desesperantes círculos diminutos, creciendo en el más
pequeño de los
incrementos. El era quien insistió en la conversación, y
yo había sido
capaz de mantenerla, hasta el pie en el hombro.
Repentinamente,
partes que realmente no habían sido parte de esto antes
ahora
estaban siendo estimuladas, y se estaba poniendo más y más
difícil
mantener mi inteligencia sobre mí. Pero realmente, ¿quién necesita la
inteligencia? Podría ser tonta. Siempre y cuando pudiera
estar debajo
de Simon, estaba bien con ser tonta.
Pero todavía podía jugar este juego en este momento,
mientras
quedaba algo de persistente inteligencia.
—No me pongas a prueba, Chica
Traviesa. Voy a hablar sucio contigo
inmediatamente en esta isla.
—Mmm, Simon, ¿no
puedes solo verme? ¿Inclinándome sobre ella,
un pequeño delantal con nada debajo, un rodillo de cocina
en la
mano, y un tazón lleno de manzanas?
—¿Manzanas? Oh chico, amo las
manzanas —gimió, levantando mi
otro pie y colocándolo en el hombro contrario, sus manos
rudamente
jalándome aún más hacia enfrente del borde, su ritmo
levantando
otra vez sólo un poco.
—Sé que lo haces, ¿con canela? Podría cocinarte tarta, Simon. Tu
propia tarta de manzana, incluso una corteza casera...
todo para ti,
chico grande. Sabes que todo lo que tienes que hacer es
pedírmelo...
—sonreí con suficiencia, tratando
de evitar que mis ojos se crucen
mientras el acelera otra vez, el sonido de la piel golpeándose
ni
siquiera es divertido en absoluto. Ahí se fue otra pizca
de inteligencia.
—¿Cómo se siente eso, Caroline. ¿Bien? —preguntó,
sorprendiéndome.
—¿Bien? Se siente increíble.
—¿Increíble? ¿De
verdad? —se retiró casi todo antes de deslizarse
otra vez dentro de mi todo a la vez, haciéndome sentir
cada
centímetro.
Y la inteligencia es independiente. —Sabes,
lo hace, pero de vuelta a
las manzanas. ¿Te gustaría que tu
tarta se sirviera caliente con
helado de vainilla? Caliente y derretido con—oh mi Dios....
—¿Realmente quieres hablar de eso
en este momento? Porque si
sigues con eso, voy a estar forzado a ponerme realmente
sucio.
—¿Más sucio que hablar de la
tarta de manzana? —pregunté,
extendiendo y apuntando los dedos de mis pies hacia el
techo,
creando una nueva sensación.
—Que hay sobre esto, si no paras
toda esa plática de la tarta de
manzana —comenzó, inclinándose
hacia abajo para poner su boca
contra mi oído, haciéndome temblar. Una mano agarró mi
pecho, con
rudeza girando y pellizcando mi pezón. La otra escabulléndose
abajo,
sintiendo contra mí hasta que encontró el lugar que me
hacía tensar
y gritar.
—Si no te detienes, voy a parar
de follarte, y confía en mí cuando te
digo que ni siquiera he comenzado a arrasarte en todas
las maneras
que he soñado.
Retrocedió y empujó. Duro.
¿Última pizca de inteligencia?
Adiós. No soy tan orgullosa para rogar.
—Dios, Simon, me doy por vencida.
Sólo fóllame.
—¿Tarta de manzana para mí?
—¡Sí, sí! ¡Tartade
manzana para ti! Oh, Dios...
—Así es, tarta de manzana para mí,
tarta de manzana para—Dios,
estás apretada de esta forma —gimió,
cambiando ambas piernas a un
lado, sujetándolas mientras golpeaba dentro de mí, una y
otra vez,
nunca retirándose, solo avanzando, bajando la mirada
hacia mí,
observándome mientras mi espalda se arqueaba y mi piel se
sonrojaba, el calor deslizándose mientras mi clímax rompía
sobre mí,
asombrándome en silencio con su intensidad mientras era
sacudida
en el centro de mi ser.
—Te amo, Caroline, te amo, te
amo, te amo —canturreó, empujando
erráticamente ahora mientras se aceleraba hacia su propia
liberación,
sudor escurriendo de su ceja mientras se aferraba a mis
caderas
mientras yo me aferraba a él internamente, sujetándome a él
tanto
como podía, sintiendo su sólido peso sobre mí mientras
ponía su
cabeza en mi pecho. ¿Cómo su
calor podía sentirse tan bien? Debería
haber hecho que no pudiera respirar, opresión de los
pulmones y
todo eso, pero no lo hacía. Sosteniéndolo, acunando su
rostro
mientras barría su cabello, se sentía lo opuesto a
pesado.
—Vas a matarme, de seguro
mientras estoy tumbado aquí —gimió,
besando en donde quiera que podía.
—Yo también te amo —suspiré, echándole un vistazo al techo de mi
cocina. Pude sentir una sonrisa tan grande como la bahía
de mi cara.
La O iba a estar cerca por un largo tiempo.
De ninguna manera voy a pintar mi cocina de azul.
9:32 p.m.
—No puedo creer que esta es la
segunda vez que nos estamos
limpiando la harina y el azúcar el uno al otro. ¿Qué está mal con
nosotros?
—El azúcar es bueno para la
exfoliación —expliqué—, no
estoy segura
que bien nos está haciendo la harina.
—¿Exfoliación?
—Sí, me imagino que cada vez
tengamos sexo aquí, todo ese azúcar
nos ayuda a remover las células muertas de la piel.
—¿De verdad, Caroline? ¿Células muertas de la piel? Eso es
difícilmente sexy.
—No te estabas quejando hace un
rato.
—Bueno no, ¿cómo
podría? ¿Prometiste hornearme una tarta de
manzana. No olvides esa parte.
—No lo olvidaré, pero estaba de
alguna forma bajo coerción.
—Estabas debajo de mí, no bajo
coerción, debajo de mí.
—Sí, Simon, estaba debajo de ti.
—¿Lavo tu espalda?
—Sí, por favor.
Nos pusimos en lados opuestos de la tina, relajando y
remojando
además otra ronda de menjunje de la cocina.
En algún momento, iba a tener que limpiar todo el
desastre, pero
ahora mismo lo único en lo que me podía concentrar era en
este
hombre enfrente de mí. Este hombre, hasta arriba del
cuello con
burbujas aromáticas, brazos fuertes estrechándome para
llevarme
más cerca. Giré en la tina como una boya, bamboleando de
un lado al
otro y me coloqué frente a él. Usó una toallita para
remover
gentilmente lo último viscoso que me cubría. Entonces me
jaló a su
pecho, inclinándose contra el borde de la tina.
Los brazos me circulaban, metiéndome, rodeándome con agua
caliente y un más caliente Simon. Cerré mis ojos,
disfrutando la
sensación de todo. La seguridad, la dulzura, la
sensualidad. Me moví,
tratando imposiblemente de conseguir estar más cerca, y
entonces lo
sentí contra mi culo. Creciendo.
—Por qué, hola ahí, amigo —murmuré, deslizando mi mano a través
de las burbujas para encontrarlo, el deseo lascivo.
—Caroline... —advirtió,
dejando caer su cabeza en el borde de la tina.
—¿Qué? —pregunté
inocentemente, siguiendo con mis dedos a lo
largo de sus lados, sintiéndolo reaccionar.
—No tengo diecisiete, sabes —se rió, su voz creciendo ronca y
necesitada a pesar de sus palabras.
—Gracias a Dios, o tendría que
responder por mis acciones—
corrompiendo a un menor y todo eso.—
susurré, lentamente
girándome para frotarme a lo largo de su longitud, jabón,
burbujas y
agua haciéndome resbalosa.
Él siseó ligeramente y sonrió. —Vas
a destrozarme, sabes eso,
¿cierto? Juro en todo lo que es
santo, que no soy una máquina-Cristo,
no pares de hacer eso —gimió,
empujando en mi mano sin pensarlo.
—Ah, pausa tonto. Sólo te quiero
follar hasta que no puedas ver bien
—ronroneé, apretando mi puño
mientras él salpicaba el agua un poco
sobre un lado.
—Apenas puedo ver así como esta.
Parece que son tres como tú —
gimió, separando mis piernas y colocándome sobre él.
—Apunta al que está en el centro,
Simon —instruí, y me deslicé hacia
abajo.
Sí, teníamos algo de agua que limpiar.
* * * * *
22
(Parte II)
Traducido por Nico Robin.
11:09 pm
-Solo voy a buscar un poco de comida. Necesito sustento,
mujer.
-Consíguela, y vuelve rápido a mí. Te necesito, Simon. ¿Por qué te
arrastras por el piso?
-No creo que pueda sostenerme actualmente en este punto.
La
máquina necesita un descanso. La máquina bien podría
necesitar
reparaciones. La máquina, espera, ¿Qué
estás haciendo por ahí
Caroline?
-¿Qué, esto?
-Sí, sí, eso luce como que tú, guau, ¿Te
tocas tu sola de esa manera
mucho?
-No lo hago seguido, ¿Por qué?
Luce bien para ti ¿sí?
-Sí, eso es… guau… um esa es la puerta… el chico con
la comida está
aquí. Y… yo…
y… comida… yo…
-¿Estas rimando justo ahora,
Simon? Mmm, esto se siente bien…
-¡Hola! Hola, ¿hay
alguien ahí? Alguien pidió una orden, amigo,
¿Cómo se supone que voy a darte
tu cambio?
-Quédese con el cambio.
-Amigo, me pasaste cincuenta por debajo de la puerta.
Sabes que
eso es como un cambio de treinta dólares ¿verdad?
-Quédate con el cambio. Deja la comida. Caroline, sube a
la cama.
-Mmm, tan cerca, Simon. Claro que no…
quiero… yo… también…
mmm acabado… oooh. Amo cuando
haces esto.
-Mmph, mumph, hah, hooo…
-No hables con la boca llena, Simon, Simon, Simon, Simon,
Siimmoooon…
-Está bien, amigo. Estoy totalmente dejando tu comida aquí.
Um,
gracias por el consejo.
1:14 am
Nos tumbamos en la cama, débiles y un poco estúpidos. Mi
pobre
Simon, lo había montado al borde de la extinción. No era
una
adolescente, pero incluso el se sorprendió por su… hmm… aguante.
Después de la última después de la última ronda en
loco-mundo, se
arrastró de nuevo por el pasillo, saco la comida, y
comimos una
sesión de tailandesa en el centro de la cama. Rápidamente
quite las
sabanas por que las pasas y las nubes de harina seguían
por todo el
departamento. La cantidad de trabajo con la que me iba a
enfrentar
en la cocina mañana era desalentadora, pero valía la
pena. Todo ello.
Todo valió la pena.
Ahora estábamos descansando, solucionados pero no resueltos.
Todavía envueltos alrededor del otro, pero ahora vestidos
con un
camisón rosa y un par de pantalones de chándal. Para que
quede
claro, me puse el camisón rosa. Nos tumbamos a lado del
otro, uno
frente al otro, con las piernas enredadas y agarrados de
la mano.
-¿Cuándo tienes que volver a
trabajar?
-Le dije a Jilliam que volvería el Lunes, a pesar de que
es la última
cosa en la que estoy pensando en este momento.
-¿Qué estás pensando?
-España.
-¿Si?
-Sí, fue increíble. Gracias por tomarme, y luego tomarme-
lo empujo
con el codo.
-Ha sido un placer en ambos casos. Me alegro de que
pudieras
venir…-bufo
Ahora que O había regresado, podíamos bromear al
respecto. Nos
quedamos en silencio por un momento, simplemente
disfrutando la
música. Simon había cojeado a un lado para poner un disco
hace un
rato. Aun cojeaba, era sexy.
-¿Cuándo te vas a Perú? Rayos,
aun te odio un poco porque vas a ir,
pero ¿Cuándo te vas?
-Alrededor de dos semanas. Y no odies al fotógrafo. Me
tengo que ir,
pero siempre regreso.
-Oh, para ser clara, yo no te odio por irte. Te odio
porque yo también
quiero ir, pero estoy divagando. Te amo más de lo que te
odio, así
que estamos bien.
-¿Estamos bien?
-Si, por supuesto. Tienes que viajar por tu trabajo. No
es que no lo
supiera.
-Buenos,
-No me estas dejando atrás. Vivimos vidas muy ocupadas y
continuaremos hacerlo. El hacho de que metas tu polla en
mi ahora,
no nos va a cambiar- le conteste.
Una lenta sonrisa se dibujó en su boca. Con los ojos
todavía cerrados,
pero sonriendo.
-A veces las pollas cambian personas - dijo a través de
una sonrisa.
-Las pollas cambian lo que debe ser cambiado. A veces las
pollas lo
hacen mejor.
-A veces las pollas lo hacen mejor, que cosa tan extraña
para decir.
-Quédate alrededor, quien sabe que voy a decir después.
-Cumplir.
-Bueno, saberlo y ser el que se queda atrás son dos cosas
diferentesdijo
con los ojos cada vez un poco más nublados. Aliso mi mano
por
su mejilla, sintiendo su nuca y la piel y mirándola en mi
tacto. Sus
ojos se cerraron, y tarareo un murmullo de satisfacción.
-Ir a besarte ahora.
-Gracias a Dios- me reí mientras envolvía sus brazos a mi
alrededor.
Nos besamos en silencio, pensativos. Me senté en su
regazo,
encajando perfectamente y oliendo a gloria.
-Adoro este rincón.
-Bueno.
-Nadie más tiene este rincón
-Es tuyo.
-Sí, si lo es. Asegúrate de decirles eso a todas las
mujeres hermosas
peruanas que traten de seducir al caliente americano.
-Me asegurare de decirles que mi rincón esta tomado.
Sonreí y bostece. Un par de días agotadores. Tenía Jet
Lag y había
sido sacudida una pulgada de mi vida. Tendía a ser una
chica
cansada. Simon se inclinó sobre mí para apagar la luz y
me metió de
nuevo en su rincón.
1:23 am
-¿Simon?
-¿Mmm?
-¿Estas durmiendo?
-Mm-hmm, yo también.
-Yo solo quería decir, bueno, que estoy muy contenta de
que
regrasaras temprano a casa.
-Mm hmm,yo también.
-Estoy bastante enredada contigo.
-Mm hmm, yo también.
-Enredada como un gatito.
-Mm hmm, yo también.
-¿Quién perdió sus guantes?
-Guantes, mm hmm…
-¿Simon?
-¿Mm hmm?
-¿Estas durmiendo?
-Mm hmm…
-Te amo.
-Te amo también.
…
-¿Caroline?
-Mm hmm…
-Estoy contento de haber venido a casa temprano.
-Mm hmm…
-Y estoy muy contento de que hayas venido.
-Basta.
-Buenas noches, Caroline.
-Buenas noches, Simon.
Y como Count Basie y su orquesta nos puso fuera en sueños,
no
acurrucamos alrededor del otro y nos dormimos.
Textos entre Simon y Caroline el martes siguiente:
Hable con un amigo mío. Creo les dije como sabían las
gambas que
hiciste cuando estábamos en España.
Perfecto, van a encajar en la fiesta española para el
sábado. Todo el
mundo está llegando, incluso Jillian y Benjamin.
¿Segura que no quieres hacerlo en
mi casa?
No, va a ser más fácil en la mía. Tengo la isla, sirve
mejor para
preparar, pero estoy comandando tu horno.
¿Te puedo comandar en la isla?
Ese no es el uso correcto de la palabra “comandar”
Por favor, sabes lo que quiero decir.
Lo hago, y puedes.
Genial, ¿Has visto mis zapatos
para correr?
Si, están en mi cuarto de baño donde los dejaste.
Tropecé con ellos
esta mañana.
¿Ese es el golpe que oí?
¿Lo oíste?
Sí, me despertó.
¿Y no viniste a ver si estaba bien?
No quería molestar a Clive.
No puedo creer que haya estado durmiendo a su lado.
Gato traidor.
Ahora somos amigos… bueno, casi
amigos. Se meo en mi sudadera
de nuevo.
¡Ha! Tengo que volver al trabajo, ladrón de gato.
¿Seguimos viendo
una película esta noche?
Si así como quieres llamarlo.
Luce como que tenemos planes.
Tengo planes. Oh hombre, ¿tengo
planes?
Como los tengo…
Estoy aquí sentado comiendo tu pastel de manzana… piensa en eso.
Eso es en todo lo que puedo pensar ahora… odiándote.
Tú no me odias.
Eso es cierto. Ve a comer mi pastel.
…Asfixia…
Texto entre Mimi y Caroline el jueves:
¿Estas segura de que no puedo
llevar nada el sábado?
Nah, Sophia está trayendo las bebidas, y nosotros nos
estamos
haciendo cargo de lo demás.
Se oye tan bueno oírte en un “nosotros” de nuevo.
Sí, estoy disfrutando del “nosotros”
¿Y nosotros- nosotros?
¿Cuántos somos, siete? Si, el nosotros-nosotros es
bueno.
Es bueno escucharlo. ¿Te has
acostado en la cama del pecado
todavía?
No, parece que seguimos en mi lugar. Siento que me
sentiría rara en
esa cama.
Muchos muros fueron golpeados por esa cama…
Exactamente. A eso me refiero, se sentiría extraño.
Tal vez sería bueno para marcar su cama, por así decirlo.
¿Nueva era,
nueva novia, nuevo golpeador?
No sé, ya veremos… Sé que en algún momento voy a
dormir allí,
pero no todavía. Además de que él está teniendo mucha
diversión
con Clive.
¿QUE? ¡Clive
odia a los chicos! Excepto chicos gay.
Han llegado a algún tipo de entendimiento gatito raro/
hombre. No lo estoy
cuestionando.
Es como un nuevo orden mundial.
Lo sé.
¿Quieres que llegue temprano el sábado
para ayudar?
Lo único que quieres es entra en mis cajones otra vez.
Tienen que ser reorganizados…
Ven temprano.
¡Wahoo!
Obtener un poco de ayuda.
La tarde del jueves todo estaba tranquilo. Simon y yo nos
sentamos
en el sofá, trabajando. Yo estaba dibujando un concepto
de un salón
de baile para alguien. Yep, salón de baile. Este es el
mundo que
visite. Solo visitado, no viviendo. Yo seguía en mi ropa
de yoga.
Simon cocinaba, usando mi cocina, en la que se estaba
volviendo
muy a gusto. Dijo que era más fácil ya que no la pasábamos
en mi
lugar de todas formas, pero lo atrape levantando a Clive
sobre el
mostrador para que “viera”. Puse entre comillas por que la palabra
fue dicha por Simon a Clive realmente.
La frase completa, creo, era “Aquí
tienes, amigo. ¡De esta manera tu
puedes ver! Apuesto a que no se puede ver muy bien desde
abajo en
el suelo ¿cierto?” Y Clive contesto. Sé que era técnicamente
imposible, pero el sonido sonó como si pronunciara “Gracias”
Mis chicos estaban unidos. Era lindo.
Estábamos sentados, yo dibujando y Simon haciendo sus
planes de
viaje a Perú en línea. Tenía algo así como setenta
billones de millas
de viajero frecuente, y le gustaba hacer alarde de ello
en mi cara.
Tan silencioso como era, a excepción de ms lápices de
colores en el
papel y su clic-clac en el teclado. Y el clic de Clive.
El más terco gatito
adoptado en el mundo.
Simón termino y cerró su laptop, estirando sus brazos
sobre su
cabeza y dejando al descubierto su camino feliz. Puede
que haya
dibujado algo fuera de las líneas. Apoyo la cabeza en el
respaldo del
sofá, con los ojos cerrados. Dentro de unos momentos, el
más
pequeño de los ronquidos comenzó, y sonreí en silencio.
Continúe con
mi dibujo.
Diez minutos después sentí a su mano arrastrarse por lo
cojines y
agarrando mi mano.
Solo necesitaba una mano para dibujar después de todo.
* * * * *
22
Parte III
Traducido por Majo_Smile ♥
—¡Mierda, Caroline, estos
langostinos están enfermos! —Gimió Mimi
en una forma que hizo que Ryan reajustara la forma en que
estaba
sentado.
Era sábado por la noche, y estábamos todos reunidos
alrededor de la
mesa del comedor, llena de comida Española y vinos Españoles.
Me lo
pasé de maravilla tratando de recrear toda la maravillosa
comida que
Simon y yo habíamos comido. No es tan buena por cierto,
pero casi.
Y por supuesto nos quedamos sin el ambiente costero, pero
en vez
tuvimos la sensación hogareña que solamente una noche de
otoño
dentro de niebla en San Francisco puede proporcionar. Las
luces de la
ciudad brillaban a través de las ventanas, el fuego
crepitaba en la
chimenea, cortesía de Benjamin, y la risa llenaba el
apartamento.
Me senté en mi silla, escondida al lado de Simon mientras
nos reímos
con nuestros amigos. Había estado un poco nerviosa que
seríamos
sometidos a algún tipo de novatada, ya que nuestro
inevitable
conseguir-juntos había sido el tema de conversación
durante tanto
tiempo. Pero fue bueno, todo el mundo se instaló en la
noche con
sólo un mínimo de burlas. Simon y yo habíamos estado
juntos la
mayor parte de la noche, pero podía darme cuenta de que
nos
convertiríamos en una de esas parejas que no necesitaban
eso.
Yo nunca quise ser esa pareja, la que era
enteramente codependiente y en
constante necesidad de reafirmación. Me encantaba Simon,
eso
estaba claro. Uno de nosotros viajaba, por amor de Dios,
por lo que
teníamos que rodar con ello. Y pensaba que lo haríamos.
Lo sentí
junto a mí, y me moví un poco más cerca. Él pasó un brazo
alrededor
de mi cintura, su mano acariciando mi brazo, apretando y
sólo
haciéndome más consciente de él. Era consciente. Sus
dedos trazaron
pequeños círculos alrededor de mi codo, y yo suspiró
mientras me da
un beso rápido en la frente.
Nunca necesitaría la Miel y el Bebé. Sólo lo necesitaba a
él y a sus
pequeños círculos. Sólo necesitaba sentirlo a mi lado,
cada vez que
estuviera aquí. Jillian llamó mi atención desde el otro
lado de la mesa
y guiñó un ojo.
—¿Qué fue eso? —Le
pregunté, tomando mi segunda copa de brandy.
Simon iba a tener ningún problema para meterme en la cama
más
tarde esa noche, no es que alguna vez lo hizo.
—Las cosas funcionaron bien, ¿verdad? —Preguntó, mirando hacia
atrás y hacia adelante entre Simon y yo.
—No podría haber salido mejor.
Subarrendar tu apartamento para mí
fue la mejor decisión que has tomado. —Le
sonrió, inclinándome
hacia Simon mientras frotaba mi hombro.
—Jillian me dio tu número para
que pudiera escribirte textos desde
Irlanda, ahora esa es la mejor decisión que ella
jamás ha tomado, —
añadió, guiñándole un ojo a Benjamin desde el otro lado
de la mesa.
—Oh, no lo sé. Pretender que no
sabía de tu misterioso vecino fue
una maldita buena decisión también, —dijo
ella, con una sonrisa
pícara iluminando su cara mientras Simon tosió en su
brandy.
—Espera, ¿qué?
¿Sabías todo el tiempo que era yo viviendo en la
puerta de al lado? —Preguntó,
farfullando mientras le tendí una
servilleta—. ¡Pero
ni siquiera has estado en mi lugar!
—Ella no, pero yo sí, —Benjamin habló arriba, chocando su copa con
la de su novia.
Simon y yo nos sentamos como cubas mientras los veíamos
reír y
felicitarse a sí mismos.
Bien jugado...
—Bueno, ese es el último. No hay
más platos, —anunció Simon,
cerrando el lavavajillas. Después de que todos finalmente
se fueran,
decidimos limpiar el resto del lío en lugar de dejarlo
para la mañana
siguiente.
—Gracias a Dios. Estoy derrotada.
—Y tengo las manos callosas. —Guiñó un ojo, y me mostró cómo de
rojas estaban.
—Esa es la marca de una buena ama
de casa. —Apenas escapé de
sus acaparadoras manos.
—Solo llámame Madge y traer ese
fantástico culo de vuelta aquí, —
disparó él de nuevo, chasqueando un paño de cocina en mi
dirección.
—¿Este culo? ¿Este
culo justo aquí? —Pregunté, apoyándome a mí
misma contra la isla solo así, inclinándome hacia
adelante en mis
codos.
—Quieres jugar ahora, ¿es eso? Pensé que estabas derrotada, —
murmuró, cogiendo mi trasero en sus callosas manos y dándome
un
ligero golpe.
—Tal vez estoy cogiendo mi
segundo aliento. —Solté una risita
mientras él rápidamente me barrió por encima de su hombro
en un
afinamiento de bombero y se dirigió al dormitorio. Al revés,
golpee
mis puños contra su trasero y lo patee, aunque no tanto
como para
conseguir realmente escaparme. Sus pies se detuvieron en
la puerta
del dormitorio.
—¿Olvidaste algo hoy? —preguntó, volviéndose para que yo pudiera
ver el interior: cama despojada, sin sábanas.
—Maldita sea, me olvidé de poner
las sábanas en la secadora.
¡Todavía están empapadas! —Refunfuñe.
—Problema resuelto. Fiesta de
pijamas en Simón, —anunció,
abriendo el cajón de mi ropa interior—.
Elije un camisón, cualquier
camisón.
—¿Quieres quedarte en tu casa
esta noche?
—Sí, ¿por
qué no? Hemos estado durmiendo aquí desde que
regresamos de España. Mi cama está sola. —Revolvió entre montones
de encaje y peekaboo[1].
Hmm, su cama estaba probablemente más solitaria que
alguna vez
había estado antes.
—Eh, elige algo que te guste. Voy
a modelar para ti. —Sonreí
ampliamente, hablando yo misma en esto. Vamos, no me
resultaba
difícil pasar la noche en su cama. Podría ser divertido.
Vi algo familiar
rosa y encaje haciendo su camino bajo su brazo, y luego
nos fuimos a
través del pasillo. Me las arreglé para golpear la puerta
sobre el
fondo, algo muy difícil de hacer al revés.
Una vez más, me encontré en un cuarto de baño, poniéndome
ropa
interior para Simon. Realmente le gustaba todo lo que
llevaba. Si se
trataba de lencería real o una de sus viejas camisas, no parecía
importarle. Y raramente era en mucho tiempo.
Sin querer, pensé en todas las mujeres que habían venido
antes de
mí, todas las mujeres con las que había disfrutado y lo
había
disfrutado. Pero estaba aquí, y yo era a quien él quería.
Alisó la seda
sobre mi cuerpo con una respiración profunda, mi piel ya
está
empezando a sentir un hormigueo en anticipación de sus
manos.
Le oí perder el tiempo con su tocadiscos—el
delatador crujido y el pop
de la aguja en el vinilo, un sonido reconfortante.
Glenn Miller. "Moonlight Serenade". Suspiro.
Abrí la puerta y allí estaba él. De pie junto a la
gigante cama
Wallbanger del pecado. Su lenta sonrisa me alcanzó, y me
miró de
arriba abajo.
—Te ves bien, —murmuró
mientras caminaba hacia.
—Tú también.
—Estoy usando la misma ropa que
llevaba antes, Caroline.
Sonrió con satisfacción mientras rodeaba su cuello con
mis brazos.
Sus yemas de los dedos arrastrándose hacia arriba y hacia
abajo de
mis brazos, haciéndome cosquillas en el interior de mi
codo.
—Lo sé, —respondí,
dándole un beso húmedo en la oreja—. Te veías
bien entonces, y te ves bien ahora.
—Déjame obtener una mejor mirada
de ti, —susurró, respondiendo
con su propio beso húmedo en la base de mi garganta. Me
estremecí.
La habitación no estaba en absoluto fría.
Él me hizo girar hacia fuera, como si estuviera en una
pista de baile,
y me sostuvo con el brazo extendido por un momento. El
camisón
rosa, su favorito. Había olvidado traer las bragas a
juego, y me
descuidé de notar. Él me giró de vuelta a él, y de
inmediato comencé
a trabajar en los botones de su camisa.
—Toda una noche esta noche, —señaló.
Dos botones abajo.
—Estás diciéndome. ¡No puedo creer que esos dos fueron
casamenteros desde el principio! Aunque no creo que
puedan tomar
el crédito por las otras dos parejas. Eso fue todo
nosotros.
—¿Quién sabía que el amor estaba
en el aire cuando golpeaste a mi
puerta?
Otro botón.
—Por suerte, fuiste tan tomado
por mis encantos, era inevitable.
—Fue el camisón, Caroline. Fue el
camisón que me hizo en. Los
encantos eran una ventaja. Yo no tenía idea que estaría
consiguiendo
una novia a cabo del trato.
Camisa fuera del pantalón y en su camino fuera.
—¿De veras? ¡Y
yo pensaba que sólo estábamos haciendo el tonto! —
Suelto una risita, luchando para conseguir la hebilla de
su cinturón
asomada a través.
—Bueno, entonces, ¡aquí está para hacer el tonto con mi novia! —La
hebilla del cinturón deshecha, los botones del jean
estallando. Gracias
a Dios por la bragueta de botón a la antigua. Me recogió,
por mi parte
inferior desnuda he de añadir, y me llevó a la cama
mientras que
empujaba su camisa. Esta colgó de él por las mangas.
—Me gusta el sonido de eso, —le susurré al oído mientras me
acostaba en la cama. Pasando por encima de mí, colocando
besos
sobre mi pecho, siguió diciendo la palabra una y otra
vez. Novia,
luego un beso. Novia, novia, luego un beso.
—¿Sabías que Mimi y Neil están
pensando en irse a vivir juntos? ¿No
es un poco pronto? Espero que sepan en lo que se están
metiendo, —
Informó, arqueándome para satisfacer sus besos.
—Yo sé en lo que estoy me
metiendo.
—¿Qué es eso?
—Tú, tonta, —dijo,
y oí el bendito sonido de su cinturón de hebilla
golpeando el suelo—. Sólo estoy
preocupado por nuestro final feliz. O
dos, o incluso tres. Bebieron ese té de ginseng que me
dejaste esta
mañana—cuidado. —Él
se rió entre dientes, levantando una de mis
piernas sobre su hombro y besando una ruta por el
interior de mi
pantorrilla.
—Final feliz, ¿eh?
—¿No crees que lo hemos ganado? —Preguntó, arrodillándose ahora,
labios arrastrándose a lo largo de la parte superior de
mi muslo
mientras yo jadeaba.
—Oh, diablos, sí, —me eché a reír, lanzando mis brazos por encima
de mi cabeza y arqueándome hacia arriba para su
encuentro. Hola,
¡O! Encantada de verte de nuevo.
Con sus labios, me trajo uno. Con
su lengua, me trajo otro. Y cuando él se deslizó dentro
de mí y me
empujó hacia arriba en la cama, casi tuve otro en
contacto.
La ropa ahora descartada, piel sobre piel sudorosa, mis
piernas
envueltas firmemente alrededor de sus caderas, que
empujaban
contra las mías. Sus ojos ardían mientras sentía cada
centímetro de
su cuerpo. Dentro. Afuera. Alrededor de toda la ciudad.
—Oh, Dios, —gemí.
Y entonces lo oí.
Thump.
—Oh, Dios, —gemí
de nuevo.
Thump thump.
Solté una risita ante el sonido. Nosotros estábamos
golpeando.
Él me miró, levantando una ceja. —¿Algo
gracioso? —Preguntó,
deteniendo sus movimientos. Empujó de nuevo en mí
lentamente,
muy, muy lentamente.
—Estamos golpeando las paredes. —Suelto una risita de nuevo,
mirando a sus ojos cambiar mientras registra mi risita.
—Seguro lo estamos, —admitió, riendo entre dientes un poco
también—. ¿Estás
bien?
Envolví mis piernas con más fuerza alrededor de su
cintura,
asegurándome de que estaba tan cerca de él como podía
estar. —
Adelante con ello, Wallbanger. —Guiñó
un ojo y él cumplió.
Yo estaba siendo impulsada hacia arriba de la cama con la
fuerza de
sus golpes. Se condujo dentro mí con fuerza
inquebrantable,
dándome exactamente lo que yo podía tomar, entonces me
empujó
un poco más allá de ese borde. Él bajó la mirada hacia mí,
duro,
mostrando esa sonrisa conocedora. Cerré los ojos, dejándome
sentir
cuán profundamente estaba siendo afectada. Y por
profundo, quiero
decir profundo...
Él agarró mis manos y las llevó por encima de mi cabeza a
la
cabecera.
—Tú vas a querer aferrarte para
esto, —susurró y lanzó una de mis
piernas por encima de su hombro mientras alteraba sus
caderas.
—¡Simón! —Chille,
sintiendo mi cuerpo comenzando a tener
espasmos. Sus ojos, esos condenables ojos azules,
perforando los
míos mientras me sacudía a su alrededor.
Él llamó por mi nombre, y de nadie más.
Un poco más tarde, casi dormida, sentí el colchón inclinándose
mientras Simon salía de la cama. Al oírle darle la vuelta
al disco, me
acurruqué más en la almohada. Mi cuerpo estaba
deliciosamente
cansado, después de haber sido trabajado a una pulgada
del
agotamiento total. Nosotros golpeamos aquella pared, sí
de verdad.
Poseía ambos lados de aquella pared ahora.
Lo escuché mascullar al final del pasillo y medio me
pregunte qué
estaba haciendo. Pensé de esa manera cansada, medio
despierta que
debe estar consiguiendo un poco de agua, me deslicé de
nuevo a
dormir.
Unos momentos más tarde me despertaron sus brazos deslizándose
a
mí alrededor, tirando de mí en contra de su cuerpo
caliente. Me besó
en el cuello, luego la mejilla, y luego la frente
mientras nos
acomodamos. Entonces escuché... ¿ronroneando?
—¿Qué es eso? —Le
pregunté, mirando alrededor.
—Pensé que podía estar solo, —admitió Simon tímidamente. Mirando
por encima de mi hombro, vi a Simón y entonces a Clive.
Simon
había ido a buscarlo. Clive estaba ronroneando muy
fuerte, muy
satisfecho con toda la atención que había estado
recibiendo
últimamente. Asomó la nariz hacia mí y se acomodó en el
rincón
entre nosotros.
—Increíble, —murmuré,
rodando los ojos ante ellos dos.
—¿Estás sorprendida de que? Tú
sabes lo mucho que me encanta el
gatito[2], —Simon dijo sin
expresión. Entonces su silenciosa
carcajada sacudió la cama.
—Eres muy afortunado Te amo, —añadí, dejando que sus brazos me
sostuvieran apretado.
—Diré.
Y entonces, mientras la carcajada se desvanecía y el sueño
se
apoderó, reflexioné sobre lo que el futuro podría
sostener para mí y
mi Wallbanger.
Sabía que no siempre sería así de fácil. Pero seguro que
sería un
buen momento.
Todo estaba tranquilo mientras me establecía fuera en
la patrulla, por lo
que el perímetro estaba seguro. Yo acolchaba a través
de mi nuevo
territorio, tomando nota de cualquier suelto Q-Tips[3].
Tendrían que ser
tratados si se rebelaban. Si permiten correr sin
control, ellos se
multiplicarían. Había visto que sucedía.
Me encontré con un estante curioso con nada más que
botellas de
vidrio en él. Yo bateó en una, mirándola mientras caía
al suelo.
Tendría que volver a este lugar, pero por el momento
tenía rondas.
Chequeando la vista desde la ventana del frente, vi
que podía
mantener el control de mi barrio, desde este punto de
vista. Yo
exploró una posible estación de siesta en la otra
ventana con
orientación al sur, luego me detuve para una mirada
fija-fuera con un
búho. Ninguno de los dos cedió de buen grado, y
pasaron otros
quince minutos antes de que continuara comprobando
sobre mi
gente. Ellos se habían calmado finalmente abajo
después de varias
rondas de maullidos. Honestamente.
La Alimentadora estaba, previsiblemente, ocupando la
mayor parte
del dormitorio. El Alto, acertadamente llamado porque
él era más alto que
La Alimentadora, estaba haciendo ese ruido otra vez,
el ruido
que simplemente no podía tolerar. La Alimentadora
empezaba a dar
vueltas. Ella no estaba durmiendo a pierna suelta. Sin
dormir lo
suficiente, sería poco probable que juegue conmigo la
noche
siguiente, por lo que esta situación tendría que ser
remediada. Ella
parecía disfrutar de nuestros juegos, así que volvería
una vez más a tomar
el asunto en mis propias patas.
Saltando desde el suelo a la cama con gracia, una
gracia natural, que no
era totalmente apreciada por mi gente,
sentía—navegando mi
camino a través de las rodillas y las piernas, los
brazos y los codos, hasta
que llegué a la cima y me detuve justo debajo de su
barbilla.
Estirando una pata, la coloqué sobre los agujeros de
su respiración,
deteniendo el ruido momentáneamente. El Alto apartó mi
esfuerzo,
aunque una vez que se rodó sobre su costado, el ruido
cesó. Se
acurrucó a sí mismo, en una esquina que La
Alimentadora le había
permitido. Mientras que lo había hecho, me quedé de
pie, haciendo
mi mejor impresión tronco rodante y manteniendo el
equilibrio
perfecto. Una vez más, mi gente no lo entendía.
Acomodándome en el rincón entre ellos, descansé.
Nuestra casa era
segura, y ahora vigilada por La Alimentadora y El
Alto, por lo que me
permití soñar. De ella. La que se escapó...
FinVolver a capítulos
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