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15
Parte I
Traducido por Chachii
—Huevos fritos, tocino y tostadas
con mermelada de frambuesa.
—Harina de avena con pasas,
grosella, canela, y azúcar negra a un
lado de las salchichas.
—Waffles belga, una taza de
frutas, tocino y salchichas —dijo Sophia,
completando nuestra orden y levantándonos una ceja a Mimi
y a mí.
—¿Qué? Tengo hambre.
—Es bueno ver que consigas un
desayuno real para variar. ¿Debes
haber estado desarrollando el apetito con el Sr. Mitchell
la última
noche, hmmm? —bromeé, guiñándole
un ojo a Mimi sobre mi jugo de
naranja.
Las tres nos juntamos para desayunar el Sábado, algo que
no hemos
hecho desde Tahoe. Ellas habían estado muy ocupadas
acomodándose en la vida de nueva convivencia con sus
recientemente cambiados novios, lo que me dejaba fuera la
mayor
parte del tiempo. Cuando estaban saliendo con los tipos
equivocados,
siempre eran más felices de tenerme alrededor —entre más seamos,
mejor— decían. Eso ayudó cuando
no había química real. ¿Pero
ahora? Mimi y Sophia están definitivamente con los chicos
correctos y
disfrutando cada segundo de ello.
Inicialmente había estado un poco preocupada de que las
travesuras
no aptas para menores hagan las cosas incomodas, pero las
chicas
me han hecho sentir orgullosa. Se lo tomaron con calma, y
desde que
ambas terminaron con su nueva mejor mitad, todas mis
preocupaciones se fueron por el caño.
Nos reíamos mientras nos poníamos al día de los chismes
amistosos,
esperando hasta que la comida llegara para cualquier gran
noticia, al
igual que en el protocolo.
—Bien, ¿quién
va primero? ¿Quién tiene noticias? —comenzó
Mimi, y
nos metimos a nuestro ritual. Sophia dejó de pelear con
los waffles,
indicando que serviría la primera ronda.
—Neil tiene que ir a LA para una
conferencia de periodistas
deportivos en televisión, y me pidió que valla con él —ofreció. Mimi y
yo asentimos.
—Ryan está pensando en dejarme
reorganizar su oficina en casa.
Deberías verlo —su sistema de
archivos me hiso dar urticaria —
reportó Mimi, encogiéndose.
—Natalie Nicholson me remitió dos
nuevos clientes -Nob Hill, muy
elegante, te lo agradezco mucho —añadí,
sirviéndome más café
mientras ellas me felicitaban
Masticamos.
—Neil habla en sus sueños. Es la
cosa más linda. Dice en voz alta los
resultados del futbol.
—Ryan me dejó pintar sus uñas de
los pies la otra noche.
—Le dije a Simon que iría a España
con él.
Aquí está la cosa acerca de escupir ante la sorpresa. En
las películas,
resulta gracioso. En la vida real, resulta simplemente
asqueroso.
—Espera un minuto, espera un
maldito minuto… ¿qué? —farfulló
Sophia, el jugo todavía chorreando por su barbilla.
—Caroline, ¿le
dijiste qué? —corrigió Mimi, aún ahogándose mientras
le hacía señas con la mano al camarero por más
servilletas.
—Le dije que iría a España con él.
No es la gran cosa. —Sonreí. Era
una gran cosa en realidad.
—No puedo creer que hayas tenido
el descaro de sentarte ahí y
hablar de mierda al azar toda la mañana y no decirnos
esto. ¿Cuándo
ocurrió? —preguntó Sophia, apoyándose
sobre sus codos.
—La noche que salí en una cita
con James —sonreí.
—Está bien, eso es todo. No más
jodas, suéltalo. —Mimi se volvió
hacia mí con un cuchillo de mantequilla y el ceño
fruncido.
—¿Qué diablos, Caroline? No puedo
creer que te hayas guardado todo
esto de nosotras. ¿Cuándo saliste
con James? Y no te atrevas a dejar
nada afuera. Dinos todo ahora, o ¡dejaré
que Mimi se encargue de ti!
—advirtió Sophia. Mimi nuevamente
hizo un gesto amenazante con el
cuchillo —en una muy amenazante West
Side Story(2) manera,
déjame decirte. Me imaginé que una pelea ahora con ella
involucraría
trabadas y huidas rápidas.
Sin embargo, tome una profunda respiración y lo solté.
Todo. Por qué
salí con James, los sentimientos que se han estado
filtrando con
Simon, cómo James me llamó una decoradora, cómo lo eché a
patadas. Escucharon con atención, sólo interrumpiendo
ocasionalmente cuando necesitaban aclaraciones.
—Estoy orgullosa de ti —dijo Sophia cuando había terminado. Mimi
asintió de acuerdo.
—¿Por qué?
—Caroline, hubo un tiempo en el
que si James te decía salta, tu
jodidamente hubieses saltado. Supongo que nos preocupó
que él
volviendo a tu vida de nuevo te haga ser nuevamente esa
chica —
explicó Sophia.
—Sé que estaban preocupadas. Las
dos son dulces, y nadie va a
cuidar tan bien de mi como ustedes, a pesar de que se
preocupan
como viejas gallinas en un gallinero. —Sonreí
a mis feroces damas.
—Asique, enviste a James Brown a
empacar, y luego ¿qué pasó? —
preguntó Sophia, y yo terminé la último de la historia:
La entrada de
Simon, su disculpa, la desaparición de Purina, su
invitación…
—Entonces tu solo, tuviste una
epifanía en el baño, ¿sólo así? ¿Ir
a
España con Simon? —preguntó
finalmente Mimi.
—Sep. Realmente no pensé mucho en
ello. Sólo… no puedo
explicarlo… simplemente sé que
debo ir a ese viaje. Quiero decir,
siempre he querido ir a España, y sé que él será un buen
guía
turístico, y vamos, ¿Cuán
divertido será? ¡Estallaremos juntos!
—No inventes —dijo
Sophia simplemente.
—¿Empezamos otra vez?
—Lo llamo sandeces, Caroline. Vas
a ir porque quieres que algo
ocurra ahí con él. No lo niegues. —Me
miró severamente.
—No niego nada —bromeé,
haciéndole señas al camarero por nuestra
cuenta
—No más harem, ¿huh?
—preguntó Mimi.
—Eso parece. No soy tonta.
Conozco un hombre como él, no cambia
durante la noche, pero, ¿si
Risitas está fuera del camino antes de
España? Bueno, entonces, eso es Simon de un dolor
diferente ¿no es
así? —Sonreí con descaro,
moviendo las cejas a mis chicas.
—Por eso, Caroline Reynolds, creo
que vas a seducir a este hombre —
dijo Sophia, y Mimi aplaudió con alegría.
—¡Simon va a traer de vuelta la
O! —aplaudió Mimi, atrayendo más
que un poco de atención.
—Oh, cállate. Ya veremos. Si, y
este es una gran “si”, señoras.
Si
permito que algo pase entre Simon y yo, será en mis términos.
Lo
que incluiría nada de harem, nada de bebidas, y nada de
jacuzzis.
—No lo sé, Caroline. ¿Nada de bebidas? Creo qué sería un crimen
estar en España y no darse el gusto de una pequeña sangría
—
manifestó Mimi.
—Bueno, puedo disfrutarla un poco
—reflexioné. Imágenes de Simon
y yo, bebiendo sangría mientras miramos el amanecer Español.
Hmmm…
***
Mensajes de texto entre Simon y Caroline:
Asique, ¿eres el tipo de chica que usa grandes
sombreros en la
playa?
¿Perdón?
Tu sabes, ¿esos locamente grandes sombreros de playa?
¿Tienes uno?
Da la casualidad de que sí. ¿Es
esta una de tus
preocupaciones?
Preocupación no. Sólo estoy intentando conseguir una
imagen
visual de ti en la playa de España…
¿Cómo cuadra eso contigo?
Muy elegante.
¿Elegante? ¿Acabas de decir elegante?
Lo escribí en realidad. ¿Tienes algo contra
“elegante”?
Esto explica las viejas grabaciones…
¡OYE!
Las disfruto. Sabes, sobre…
Sé sobre…
¿Realmente vamos a ir
juntos a España?
Sep.
¿Estas en casa? No vi el
Rover esta mañana.
¿Chequeándome?
Tal vez… ¿dónde estás,
Simon?
Sesión de fotos en LA, regreso en unos días.
¿Puedo verte cuando llegue?
Veremos…
Reproduciré las grabaciones para ti.
Elegante.
***
—Entonces, desde que las cosas se
encuentran completas en el
proyecto Nicholson, estaba pensando….
Ya que tengo un salto en el
proyecto comercial que voy a empezar a continuación, y
anteriormente mencionaste que podía tomarme un tiempo
libre antes
de ponernos las pilas para la temporada de vacaciones,
esto bueno,
tal vez podría…
—Suéltalo, Caroline. ¿Estás intentando preguntarme si puedes ir a
España con Simon? —demandó
Jillian, no haciendo un gran esfuerzo
para esconder su sonrisa.
—Quizá. —Hice
una mueca, dejando caer mi frente en el escritorio.
—Eres una mujer adulta, capaz de
tomar sus propias decisiones.
Sabes que creo que es un bien tiempo para tomarse unas
vacaciones,
asique ¿por qué tendría que
decirte si deberías escaparte con Simon
o no?
—Jillian, para aclarar, no me voy
a escapar con Simon. Lo haces
sonar como una relación ilícita.
—Correcto, Correcto, son sólo dos
personas jóvenes que van a
disfrutar un poco de la cultura de España. ¿Cómo podría olvidarlo? —
arrastró las palabras, la insinuación por toda su cara,
así como un
poco de satisfacción. Estaba disfrutando mis muecas.
—Bien, bien, asique, ¿puedo ir? —pregunto, sabiendo que
nunca oiría
el final de eso, pero por si acaso.
—Por supuesto que puedes. Pero, ¿puedo sólo decir una cosa? —
preguntó, sus cejas alzándose.
—Tanto como puedo detenerte —me quejé.
—No podrías, en realidad. Todo lo
que pido es que la pases bien,
juegues duro, pero que tengas cuidado con él, ¿de acuerdo? —
preguntó, su rostro asumiendo una seriedad que pocas
veces he
visto.
—¿Cuidado con él? ¿Qué tiene? ¿Siete años? —reí, ahogando la
misma inmediatamente cuando vi que no estaba
bromeando.
—Caroline, este viaje cambiará
las cosas. Tienes que saberlo. Y te
amo tanto. No quiero que salgas herida, no importa lo que
ocurra
mientras están allí —dijo en voz
baja. Empecé a hacer una broma,
pero me detuve. Sabía lo que estaba pidiendo.
—Jillian, no sé muy bien que está
pasando entre Simon y tú, y no
tengo idea de qué ocurrirá en España. Pero puedo decirte,
estoy
excitada por este viaje. Y tengo la sensación de que él
también —
agregué.
—Oh, mi querida, él
definitivamente está emocionado. Sólo… oh, no
importa. Ambos son adultos. Vuélvanse locos el uno por el
otro en
España.
—Primero me dices que sea gentil,
¿y ahora me dices que me vuelva
loca? —me quejé.
Se inclina sobre el escritorio para acariciar mi mano
afectuosamente.
Luego toma una profunda bocanada y cambia el estado de
humor de
la sala por completo. —Ahora bien,
ponme al día sobre dónde nos
deja eso con James Brown. ¿Qué
queda por hacer?
Sonreí y abrí mi agenda al final de la semana, cuando
terminaría con
Todo el Asunto de James Brown.
***
Unas noches más tarde estaba sentada en mi cómodo sofá
con el Sr.
Clive y Brefoot Contessa cuando escuché algo en el
pasillo. Clive y yo
nos miramos, y él saltó de mi regazo para investigar. Sabía
que
Simon no estaría en casa por otro día maso menos basada
en sus
mensajes —y el hecho de que he
estado contado los días— asique
seguí a Clive a mi antiguo puesto: La Mirilla.
Mientras me asomaba por el pasillo, hubo un destello de
cabello rubio
rojizo en la puerta de Simón. ¿Quién
lo estaba visitando? ¿Me
equivocaba en mirar? ¿Qué era ese
paquete que tenia? La mujer a la
que le pertenecía el cabello golpeó una vez, luego otra,
y entonces
antes de que lo sepa, ella se giró y se fijó directamente
a mí puerta,
curiosamente mirando hacia mi mirilla. No acostumbrada a
nadie
viendo por ahí, me quedé helada, sin pestañar mientras
ella evaluaba
mi puerta. Cruzó la corta distancia, y golpeó
audiblemente la puerta.
Sorprendida, salté un poco hacia atrás, tropezando con mi
paraguas y
haciéndole saber que había alguien, de hecho, en la casa.
Giré la cara
a un lado y grité—: ¡Ya voy! —Luego procedí a caminar
sobre el lugar
mientras pretendía dirigirme a la puerta. Clive miró con
interés,
sacudiendo su cabeza y me aseguró que yo no era tan
inteligente
como pensaba.
Hice un gran ruido al chasquear el cerrojo, y la puerta
se abrió.
Nos evaluamos la una a la otra instantáneamente, de la
forma en que
una mujer lo hace. Era alta y hermosa en una forma fría y
aristocrática. Llevaba un traje negro, de corte
conservador y
abotonado hasta el cuello. Su cabello rubio-rojizo estaba
trenzado y
recogido, aunque una solitaria pieza se había alejado de
sus
hermanas y ahora colgaba en su rostro. Ella la empujó
hacia atrás de
su oreja. Sus labios rojo cerezas se fruncieron mientras
terminaba de
mirarme y me ofreció una pequeña sonrisa.
—Caroline, ¿cierto?
—preguntó, un sólido acento británico
perforándome el aire claramente tal y como su actitud. Yo
ya sabía
que no me tenía que preocupar por esta mujer.
—Sí, ¿puedo
ayudarte? —De repente me sentí mal vestida en mis
bóxers y camiseta de Garfield. Cambié mi peso de una
pierna a la
otra, mis pies envueltos en unos calcetines gigantes.
Cambié mi peso
otra vez, y me di cuenta de que probablemente lucía como
que tenía
ganas de hacer pis. También me di cuenta al mismo tiempo
que esta
mujer me ponía nerviosa, y no tenía idea de por qué. Me
incorporé de
inmediato, poniendo mi cara de juego. Todo esto se llevó
a cabo en
menos de cinco segundos, una vida entera en el mundo de
Una Mujer
Comprendiendo a Otra Mujer.
—Tengo que dejarle esto a Simon,
y él mencionó que si no estaba en
casa, lo deje en el apartamento frente al suyo que Caroline
se haría cargo
en su lugar. Tu eres Caroline, asique aquí tienes,
supongo —
concluyó, empujando una caja de cartón hacia mí. La tomé,
quitando
mis ojos en los de ella por un momento.
—¿Qué se cree que soy? ¿Un buzón de correo? —murmuré,
poniéndolo sobre la mesa junto a la puerta y girándome de
regreso
hacia la mujer.
—¿Tengo que decirle quién dejó
esto o él lo sabrá? —pregunté. Ella
todavía me estaba mirando como si fuera un gran
rompecabezas.
—Oh, él lo sabrá —respondió, su tono frío sonando musical pero
entrecortado al mismo tiempo. Como una Americana, admitiría
que
siempre estuve fascinada por el acento británico, excepto
que lo haría
si no tuviera este particular lado de superioridad.
—Está bien, bueno… me aseguraré de que lo reciba. —Asentí,
apoyando mi mano sobre la puerta. La cerré muy
ligeramente pero
ella no se movió.
—¿Hay algo más? —pregunté.
Pude oír a Ina trabajando en su
mantecada en la otra habitación, y no quise perderme
ninguna
pornografía con la KitchenAid
—No, nada más —contestó,
aún sin hacer ningún movimiento.
—Bien, entonces, ten una buena
noche —dije, casi haciendo una
pregunta mientras comenzaba a cerrar la puerta. En ese
memento,
ella dio un paso hacia adelante lo suficiente para que me
vea forzada
a atrapar la puerta antes de que la golpee.
—¿Sí? —pregunté,
mi irritación comenzando a mostrarse. Esta
Inglesa estaba impidiéndome ver la finalización de las
galletas que
había estado esperando todo el episodio.
—Yo sólo, bueno, realmente estoy
feliz de conocerte —respondió, sus
ojos finalmente ablandándose y una sonrisa esbozándose a
través de
su rostro—. Y realmente eres muy
bonita —agregó. La miré
nuevamente. Su voz sonaba vagamente familiar, pero no
pude
ubicarla.
—Um, está bien, ¿gracias?
—respondí mientras ella se dirigía a las
escaleras. Su talón trabándose a penas, y tropezó un
poco. En lo que
cerraba la puerta, ella comenzó a reír mientras se
quitaba su zapato.
Ahí es cuando me di cuenta quién me acababa de visitar.
Mis ojos se abrieron, estoy segura que al tamaño de las
dalias, y tiré
la puerta para abrirla. La miré boquiabierta, y su rostro
rompió en
una amplia sonrisa descarada. Guiñó mientras yo me
ruborizaba.
Había estado presente en alguno de los mejores momentos
de esta
dama.
Movió sus dedos en mi dirección y desapareció bajo las
escaleras.
Clive me trajo de regreso de mi estupor mordiéndome la
pantorrilla, y
cerré la puerta.
Me senté en mi sofá, la mantecada en el olvido mientras
mi cerebro
procesaba todo.
Risitas había dicho que yo era bonita.
Ella básicamente me dijo que Simon le había dicho que yo
era bonita.
Simon pensaba que yo era bonita.
¿Acaso Risitas estaba fuera de su
harem?
¿Hubo siquiera un harem?
¿Qué significaba esto?
¿Pensaría sólo en preguntas
ahora?
Y si es así, ¿quién es el padre
de Eric Carman?
______
(1) West Side Story, también conocida como Amor sin
barreras en
Hispanoamérica, es un film estadounidense de 1961, del
géneromusical, drama. Está basado en la obra musical del
mismo
nombre, inspirada a su vez en la obra de teatro Romeo y
Julieta de
Shakespeare.
* * * * *
15
Parte II
Traducido por Annabelle
Textos entre Simon y Caroline:
¿Qué estás haciendo?
¿Qué estas hacienda TÚ?
Yo pregunté primero.
Es cierto.
Estoy esperando…
Igual yo…
Jesús, cómo eres de terca. Estoy volviendo de Los Ángeles.
¿Feliz?
Sí, gracias. Yo estoy horneando pan de calabaza.
Es bueno que estos momentos me encuentre en una estación
de
servicio, porque de lo contrario, me costaría un montón
mantener el
auto en el camino…
Seguro, las cosas horneadas te excitan, ¿no es así?
No tienes idea.
Entonces, ¿probablemente no deba decirte que ahorita
huelo a canela
y jengibre?
Caroline.
En este preciso momento, mis pasas se encuentran
remojándose en
brandy.
Y está.
* * *
Volví a mirar por la ventana, examinando la calle debajo,
pero aún no
había señal de la Rover. La neblina estaba bastante
densa, y aunque
no quería parecer fastidiosa, comenzaba a preocuparme un
poco de
que aún no estuviera en casa. Aquí me encontraba sentada,
con
algunos panes reposándose, y Simon aún no había aparecido
para
inhalarlos. Tome el teléfono para escribirle, pero preferí
llamar. No
quería escribirle mientras e encontraba conduciendo. Sonó
un par de
veces, y luego contestó.
—Hola, mi panadera favorita —ronroneó, y mis rodillas se golpearon
una con la otra. Él era el mejor ejercicio Kegel(1) del
mundo, con
espasmos instantáneos.
—¿Estas cerca?
—¿Disculpa? —rió.
—Cerca de casa. ¿Estas
cerca de casa? —pregunté, rodando los ojos
y aflojando.
—Sí, ¿por
qué?
—Al parecer hay bastante neblina
están noche. Es decir, más de lo
normal… Ten cuidado, ¿de acuerdo?
—Es muy dulce de tu parte que te
preocupes por mí.
—Cállese, señor. Siempre me
preocupo por mis amigos —regañé,
comenzando a prepararme para ir a la cama. Desde hace
mucho que
soy multi-tareas. Puedo pagar las cuentas mientras me
depilo, sin
siquiera parpadear. Y definitivamente, podía desvestirme
mientras
hablaba con Simon. Ajam.
—¿Amigos? ¿Eso
es lo que somos? —preguntó.
—¿Qué otra jodida cosa seríamos? —respondí, quitándome mis shorts
y tomando un par de calcetines gruesos de lana. Esta
noche, el
estaba helado.
—Ummm, —murmuró
al yo quitarme mi camisa y deslizarme en otra
de botones para dormir.
—Bueno, mientras tú haces
zumbidos, tengo que contarte de una
visita que tuve a principios de semana de parte de una
amiga tuya.
—¿Una amiga mía? Eso suene
intrigante.
—Sip, ¿británica
con traje y acento de Julie Andrews? ¿Trae algún
recuerdo a tu mente? Dejó aquí una caja para ti.
Su risa salió de inmediato. —Acento
de Julie Andrews, ¡eso es
brillante! Tuvo que haber sido Lizzie. ¡Conociste
a Lizzie! —Se reía
como si esto fuera lo más gracioso del mundo.
—Lizzie Schmizzie. Siempre será
la Risueña para mí. —sonreí,
sentándome en el borde de mi cama y aplicándome un poco
de
loción.
—¿Por qué la llamas la Risueña? —preguntó, haciéndose el inocente.
Podía darme cuenta que se encontraba a punto de un ataque
de risa
desproporcionado.
—¿En verdad necesitas que te lo
diga? Por favor, ni siquiera tú
puedes ser tan grueso… no
importa, caí justo en esa. —lo corté antes
de que pudiese decirme lo grueso que en verdad sí era. Me
había
presionado contra esa misma longitud en una bañera, así
que me
encontraba familiarizada. Kegel. Y, muchas gracias, otro
Kegel.
—Me gusta bromear contigo, Chica
del Camisón. Me haces soltar
risotadas.
—Primero elegante, y ¿ahora risotada? Me preocupas, Simon. —
Regreso a la sala para apagar las luces y preparar todo
el lugar para
irme a la cama. Eso incluía cambiar el agua de Clive y
esconder
algunos bocadillos alrededor del apartamento. A veces le
gustaba
jugar a la Caza mientras yo dormía, con los bocadillos,
por supuesto,
como su blanco. Algunas veces, las almohadas estaban
involucradas,
por desgracia, al igual que cualquier gancho de cabello,
trenzas
sueltas, y básicamente cualquier cosa que le parecieran
atractivos a
las dos de la madrugada. Algunas veces, cuando despertaba
en las
mañanas, mi apartamento lucía como si en la noche
hubiesen hecho
una filmación de Wild Kingdom(2).
—Bueno, no te preocupes. Lo
recogeré cuando regrese. Entonces,
¿tuvieron una buena plática?
—Conversamos un momento, sí. Pero
ningún secreto sucio fue
compartido. Auqnue, bueno, con estas paredes tan
delgadas, ya me
encuentro bastante familiarizada con el asunto. ¿Cómo está la
solitaria integrante del harén? ¿Extraña
a sus hermanas? —Apagué
las luces y me dirigí a la cocina a buscar los bocadillos
de la Cacería.
Me moría por peguntarle si había terminado con la Risueña.
¿Lo hizo?
¿No lo hizo?
—Puede que esté algo sola, sí —dijo, en lo que parecía sonar un tono
cuidadoso. Umm…
—Sola porque… —dejé
la frase para que al completara,,
deteniéndome en mi tarea de repartir bocadillos.
—Sola porque, bueno, sólo digamos
que, por primera vez en un largo
tiempo, estoy… bueno… yo… verás… —balbuceó
y se estancó,
bailando alrededor del asunto.
—Vamos, sólo suéltalo —instruí, apenas respirando.
—Sin…
compañía femenina. O como tu lo dirías, libre del harén. —su
voz salió como un susurro demasiado ruidoso, y mis
piernas
comenzaron a bailar como gelatina. Esto hizo que los
bocadillos se
sacudieran en su caja, lo cual alertó a Clive de que su
cacería
comenzaba temprano.
—Libre del harén, ¿ja? —respondí, con mi cabeza llena
de Simons de
Caramelo danzantes. Simons de Caramelo Solteros, Simons
de
Caramelo Solteros en España…
—Sí —susurró,
y ambos nos quedamos en silencia durante lo que
parecieron meses, aunque en realidad sólo fue tiempo
suficiente para
que Clive reclamar a su primera víctima: el bocadillo
escondido en mi
tenis junto a la puerta principal. Caminé hasta él para
felicitarlo por
su captura.
—Ella mencionó algo curioso —dije, rompiendo el hechizo.
—¿Ah, sí? ¿Qué
fue eso?
—Me dijo que yo era, y cito, “bastante adorable.”
—¿Te dijo eso? —rió,
devolviéndonos a la comodidad.
—Sí, y la cosa con ello es que lo
dijo como si estuviese de acuerdo
con algo que alguien ya había dicho antes. Ahora, no soy
del tipo de
chica que pesca piropos, pero parece, Simon, que decías
puras cosas
lindas de mí. —sonreí, sabiendo
que mi rostro comenzaba a
sonrojarse. Comencé a dirigirme a mi habitación, cuando
escuché un
suave toque en la puerta. Caminé hasta ella para quitar
el cerrojo y
abrirla sin siquiera ver por la mirilla. Tenía un fuerte
presentimiento
sobre quién se encontraba del otro lado.
Allí estaba de pie, con el teléfono sobre su oreja,
sosteniendo su
morral y dándome una enorme sonrisa.
—Le dije que eras adorable, peor
al verdad es, que era mucho más
que adorable —dijo, inclinando su
cabeza hacia la mía y atrayendo su
rostro a sólo centímetros del mío.
—¿Más? —pregunté,
apenas respirando. Sabía que mi sonrisa
combinaba con la suya.
—Eres exquisita —dijo.
Y con eso, lo invité a entrar. Aunque sólo tenía puesto
mi camisa de
botones. Desde muy lejos, O celebró…
* * *
Una hora más tarde, nos encontrábamos sentados en al mesa
de la
cocina, con un pequeño pedazo de pan frente a nosotros.
En medio
de su frenético manoseo hacia el pan, había logrado comer
un
mordisco o dos. El resto, ahora vivía en la barriguita de
Simon, la
cual acariciaba con orgullo como a un melón. Habíamos
hablado y
comido, nos pusimos al día, miramos como Clive terminaba
su
cacería, y ahora nos relajábamos mientras el café se hacía.
El morral
de Simon aún se encontraba junto a la puerta—ni siquiera había ido a
su apartamento todavía. Yo aún me encontraba en mi camisón
de
botones, con los pies acurrucados debajo de mí mientras
lo veía
fijamente. Estábamos tan cómodos, y aún así, ese zumbido,
esa
electricidad que siempre vibraba y se encendía entre
nosotros,
continuaba.
—Por cierto, te quedó fantástico
ese toque, ¿con las pasas? Me
encantaron. —sonrió, lanzando una
a su boca.
—Eres terrible. —Sacudí
la cabeza, estirándome en mi silla para
alcanzar los platos y las pocas migas que no habían sido
inhaladas.
Podía sentirlo mirándome al moverme alrededor de la
cocina. Tomé el
tazón del café y levanté mis cejas en su dirección.
Asintió. Me detuve
junto a su silla para llenar su taza, y lo atrapé miradme
las piernas
debajo de mi camisa.
—¿Ves algo que te guste? —Me inclino frente a él para alcanzar el
tazón del azúcar.
—Sip —respondió,
inclinándose contra mí para tomarlo.
—¿Azúcar?
—Sip.
—¿Crema?
—Sip.
—¿Eso es lo único que puedes
decir?
—Nop.
—Dime algo, entonces. Cualquier
cosa. —me río, dirigiéndome de
nuevo hacia mi lado de la mesa. Una vez más, me mira
mientras me
acomodo en la silla.
—¿Qué te parece esto? —dijo finalmente, descansando sobre sus
codos, con una expresión intensa—.
Como mencioné antes, terminé
las cosas con Lizzie.
Lo miré fijamente, apenas respirando. Intenté actuar como
si nada,
pero no pude detener la sonrisa que se expandió sobre mi
rostro.
—Veo que no estás demasiado
devastada por esto —se burla,
recostándose sobre el espaldar de la silla.
—No mucho, no. ¿Quieres
la verdad? —pregunté, la sonrisa se volvió
muy segura.
—Sería bueno.
—Me refiero a la verdad verdad,
de esas verdades crudas. Sin
comentarios sarcásticos, ni burlas endurecedoras, aunque
somos muy
buenos con las burlas.
—Lo somos, pero podría tolerar
algo de la cruda verdad —dijo en voz
baja, con sus ojos zafiros brillando en mi dirección.
—De acuerdo, la verdad. Me alegra
que hayas roto con Lizzie.
—Estas alegre, ¿cierto?
—Sí. ¿Por
qué lo hiciste? Ahora quiero la verdad —le recordé. Me
miró
por un momento, tomó un sorbo de su café, pasó sus manos
por su
cabello en forma maniática, y tomó una gran bocanada de
aire.
—Está bien, la verdad. Rompí con
Lizzie porque ya no quería estar
con ella. Con ninguna otra mujer, en realidad. —Terminó, soltando la
taza de café—. Estoy seguro que
siempre seremos amigos, pero al
verdad es que, últimamente me he dado cuenta que tres
mujeres,
son demasiado trabajo para mí. He estado pensando en
bajar un
poco el tono, quizá intentarlo con una sola por un
tiempo. —sonrió, el
azul comenzaba a ponerse peligroso.
Sabiendo que me encontraba a sólo una sonrisa y una
contracción de
la vergüenza total, me levanté súbitamente y fui a tirar
mi café en el
lavado. Me detuve allí por un segundo, sólo un segundo,
con mi
mente llena de pensamientos. Estaba soltero. Estaba… soltero. Dulce
madre de las perlas, Wallbanger estaba soltero.
Lo sentí moverse alrededor de la cocina hasta posarse
detrás de mí.
Me congelé al sentir como sus manos tan delicadas movían
el cabello
que se encontraba sobre mis hombros hasta deslizarse
contra mi
cintura. Su boca—su tan amada
boca—apenas tocó el borde de mi
oreja, y susurró:
—¿La verdad? No puedo dejar de
pensar en ti.
Aún mirando hacia otro lado, mi boca se abrió y mis ojos
saltaron
sorprendidos, indecisos entre bailar o practicar sexo en
al cocina.
Sntes de poder decidirme, su boca se movió con más ímpetu,
presionándose contra la piel justo debajo de mi oreja y
provocando
que mi cerebro ardiera y que todo debajo de él, se
tambaleara.
Sus manos sostuvieron mis caderas, y me giró hacia él—para que
mirara ese cuerpo y esa sonrisa. Rápidamente compuse mi
rostro,
intentando desesperadamente mantener la compostura
—¿La verdad? He estado pensando
en ti desde la noche en que
tocaste a mi puerta —murmuró,
inclinándose para besar la base de
mi cuello con una precisión maravillosa. Su cabello
cosquilleaba mi
nariz, y luché para mantener mis manos quietas. Me empujó
un poco
hacia un lado y me sorprendió al levantarme sobre el mesón.
Mis piernas se abrieron automáticamente para permitirle
acceso, con
la Ley Universal de Wallbanger remplazando por completo
cualquier
pensamiento que tuviera en mi cabeza. No había de qué
preocuparse,
mis rodillas sabía qué hacer.
Una de sus manos se posó sobre mi espalda, mientras la
otra tomaba
la parte posterior de mi cuello. —¿La
verdad? —preguntó una vez
más, halando mis caderas hasta el borde de la mesa, lo
cual me forzó
a inclinarme hacia atrás, y mis piernas, una vez más
actuando en
autopiloto, se envolvieron alrededor de su cintura—. Te quiero en
España —respiró, luego llevó su
boca hasta la mía.
El algún lugar, un gatito comenzó a maullar… y un O finalmente
emprendió su viaje a casa.
* * *
—¿Más vino, Sr. Parker?
—No más para mí. ¿Caroline?
—Estoy bien, gracias. —me estiré lujosamente sobre mi asiento.
Primera clase hasta LaGuardia, y luego primera clase
hasta Málaga,
España. De allí, tomaríamos un auto hasta Nerja, el pequeño
pueblo
costero donde Simon había rentado una casa. Buceo,
excursionismo,
senderismo, playas hermosas, y montañas, todas integradas
en un
pintoresco pueblito.
Simon se removió sobre su asiento y lanzó una mala mirad
sobre su
hombro.
—¿Qué? ¿Qué
sucede? —pregunté, mirando hacia atrás y viendo
nada fuera de lo normal.
—Ese niño no deja de patear mi
asiento —gruñó entre dientes.
Me río a carcajadas durante unos buenos veinte minutos.
* * *
(1): Los ejercicios de Kegel o ejercicios de
contracción del músculo
pubocoxígeo, son unos ejercicios destinados a fortalecer
los músculos
pélvicos.
(2): Serie Americana de televisión que muestra la
naturaleza y vida
salvaje.
* * * * *
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