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Peligrosa Obsesión - Capítulo 57 y 58

CAPÍTULO 57
Llegamos a mi departamento y ella se acercó a la heladera. La abrió y sacó el agua mineral. La
miré algo extrañado.
—¿Qué sucede, cariño? —le preguntó. Ella me miró.
—Me siento extraña —dijo. Algo preocupado me acerqué a ella —Lo que pasa es que… casi toda mi
vida he visto a mis padres enfrentados. Y ahora fue muy extraño verlos de esa manera.
—¿Por qué… se separaron? —le pregunté. Ella soltó un suspiro. Me miró y levantó su mano para
acomodar un poco mi cabello.
—Sinceramente creo que nunca supe la verdadera razón de todo. Pero por lo que yo veía en esos
tiempos, todo fue culpa de la rutina. Mi padre llegaba siempre a altas horas de la noche de la
oficina. Mi madre se la pasaba de viaje en viaje buscando nuevas modelos y esa clase de cosas. Un
día empezaron a discutir mi madre le echó en cara la falta de atención hacia ella y hacia mí. Mi
padre simplemente le dijo que no la amaba más y todo se fue al tacho.
—¿Tú estabas presente en esa discusión? —le dije. Ella asintió.
—Pero escondida debajo de la mesa… como toda niña entrometida.
—¿Y ahora te sientes mal por que están juntos? —pregunté. Ella sonrió.
—No creo que estén juntos. Lo más probable es que se estén matando… quizás ya cada uno se
haya ido por su lado. Pero ya no pensemos en eso. Tengo sueño —me dijo.
Me acerqué más a ella y la alcé en brazos. Ella soltó una leve risa.
—Vamos a dormir nuestra primera siesta romántica —le dije.
—Y no va a implicar nada de eso que estas pensando —me aseguró.
—Oye, no todo en mí es querer hacerte el amor —dije y la miré —Bueno en realidad si. Pero
aunque no lo creas yo también quiero dormir.
Ella sonrió y mordió su labio inferior.
—Bueno, entonces vamos a dormir juntitos, muy juntitos —susurró y rozó mis labios.
—Así me haces casi imposible querer solo dormir —le aseguré.
Soltó una divertida carcajada y entre al cuarto sin bajarla al suelo. La apoyé en la cama y me
acerqué a la ventana para bajar las persianas y que la luz de la tarde no nos molestara. Giré para
mirarla y ella se estaba quitando el pantalón.
—¿Qué haces? —le pregunté. Me miró y alzó ambas cejas.
—Me estoy sacando la ropa para dormir. No pienso dormir con esta ropa incomoda. Solo voy a
quedarme con la remera. Además ¿Qué tiene de malo?
—No, nada. Pero eres una tentación.
—Por dios, Zac —dijo divertida.
—Entonces, ¿yo también puedo dormir en calzoncillos?
Ella me miró a los ojos y una sonrisa picara se curvó en sus labios.
—Si puedes.
Ella terminó de acomodarse y se acostó en la cama. Me quité la molesta ropa y me acosté a su
lado. La abracé contra mi cuerpo y besé su frente.
—¿A que hora nos despertaremos? —le pregunté.
—A la hora que sea —dijo y se abrazó más a mí. Besó mi pecho y luego levantó la mirada para
encontrarse con la mía —Pero eso si, cuando nos despertemos yo iré a mi casa para ordenar un
poco mis cosas y cambiarme de ropa.
—¿Me dejaras?
—Solo por unas horas —me aseguró.
—Pero ¿A quien voy a abrazar esta noche? —le pregunté.
—A nadie —susurró —Pero vas a estar pensando en mí… y quizás te llame por teléfono para
hablarte antes de dormir.
—O quizás yo aparezca por tu casa y no haga falta dormir solo.
Sonrió y se acercó a mi boca para besarme. La acerqué un poco más a mí y aquella tonta
necesidad de no soltarla nunca me atrapó.
—¿Sabes que nunca pensé que terminaríamos así? —me dijo alejándose apenas de mí.
—¿No? —le dije y acomodé un poco su cabello —Pues yo si.
—No te creo.
—De verdad —la besé cortamente —Siempre supe que te morirías por mí en algún momento.
Ella rió y se volvió a apoyar contra mí. Colocó sus finas piernas entre las mías. Sus manos fueron
hasta mi espalda y me acarició tiernamente.
—Te amo —me dijo. Sonreí y cerré mis ojos.
—No más que yo a ti.
Llegué un poco agitado a la Universidad ya que se me había hecho realmente tarde. El lunes llegó,
¿pueden creerlo? Lo que quedaba del fin de semana se me pasó volando junto a Vanessa. El
domingo decidimos ir de pinic con Rose. ¿Leen eso? ¡Pinic! Nunca en mi vida pensé que iría de
pinic tras los pasos de una mujer que me trae completamente loco.
Por lo que vi Vanessa ya había llegado, porque que su auto estaba en el estacionamiento. Ayer por
la noche fuimos brutalmente separados por nuestros amigos. Ella se fue a su casa con Taylor y
Emma, mientras que yo me quede, literalmente llorando, con Jared y Corbin.
—No puedes estar tan pollerudo, Efron. Has estado con Vanessa las 24 horas del día —me había
dicho Corbin.
—Pero yo la extraño —me quejé.
—Definitivamente este no es el Zac que nosotros conocíamos —aseguró Jared.
Reí y salí de mis pensamientos. Entré al salón y para mi desgracia el profesor ya estaba allí. Me
miró bien y solo me limité a disculparme. Miré hacia la gente y la busqué con la mirada. Y allí
estaba ella sentada casi al final de la segunda fila. Y ¿adivinen qué? El único lugar libre que queda
es a su lado. Con cuidado me acerqué y sin decir nada me senté.
Ella me miró y yo la miré a ella. Sonrió y despacio se acercó a besar mi mejilla. Cuando se alejó la
miré con reproche.
—Eso no es lo que yo quería —le dije. Ella rió por lo bajo y miró al frente.
—Estamos en clase, Efron —me dijo.
—Oh, ¿ahora soy Efron, verdad? —dije con cierta indignación.
—Claro que eres Efron, tonto —susurró.
—Pues no me parece correcto.
—¿Qué cosa? —me preguntó mientras me miraba de nuevo.
—Que te hagas la tonta, la que nada somos aquí.
—Pero si yo no me estoy haciendo la tonta. Solo que no quiero que por tu culpa me castiguen.
—Nadie va a castigarte.
—Efron, ¿quiere decirnos la respuesta? —me preguntó el profesor de filosofía.
Me giré a verlo. Y toda la clase me miraba, esperando a que dijera algo.
—No la se —le dije.
—Perfecto. Entonces ¿puede hacerme el favor de dejar de hablar con su compañera? —miró a
Vanessa y ella asintió.
—Si —dije. El profesor volvió a hablar y a escribir —Quiero mi beso.
—No Zac, ahora no —musitó ella.
—Ahora Vanessa Hudgens.
Me miró fijo, tratando de intimidarme. Sonreí y me acerqué un poco más a ella.
—Cuando digo que no, es no —susurró.
—Pero cuando yo digo que si, es si —le aseguré.
—Perfecto, me cansaron —lo escuchamos hablar. Ambos nos giramos a verlo – Los dos se van de
mi clase.
—Pero... —dijo ella.
—Pero nada Hudgens. Junten sus cositas y salgan a cuchichear afuera —sentenció él.
Vanessa se puso de pie y juntó sus cosas. Yo copie su acción. Ambos salimos del salón. Y cuando la
puerta se cerró detrás de nosotros ella se giró a verme.
—¡Eres un tonto! —me dijo enojada.
—Oye, oye, oye —la calmé y la tomé del brazo para acercarla a mí —Fue tu culpa, tú no quisiste
darme mi beso.
—¿Es que acaso no podías esperar? —preguntó algo nerviosa —Por tu culpa me voy a perder una
clase más. Así no sé si llegaré a recibirme alguna vez.
La acerqué más a mí, abrazándola por la cintura. Ella colocó sus manos sobre mi pecho para poner
una distancia entre nosotros.
—Solo necesito mi beso ¿si? —le dije. Ella me miró fijo y dejó de hacer presión con sus manos
sobre mí. Entonces la distancia comenzó a desvanecerse. Me acerqué más a ella y al fin obtuve lo
que tanto quería. Su boca comenzó a responderle dulce a la mía y eso me hizo saber que
realmente me estoy volviendo un pollerudo.
—¿Qué significa esto? —preguntó. Ella se alejó de mí y lo miramos.
—Robert —dijo algo nerviosa. Uuuh, esto se me va a poner muy bueno.
CAPÍTULO 58
Como una intuición de si misma Vanessa se puso frente a mí. La miré y no pude evitar sonreír
divertido.
—¿Qué necesitas Pattinson? —le pregunté sin dejar de sonreír.
Él no dejaba de mirar a Vanessa. Estaba esperando a que ella le dijera algo sobre lo que acababa
de ver.
—¿Por qué lo estabas besando? —le preguntó él a ella.
Vanessa me miró y luego volvió la vista a él.
—Creo que debemos hablar Robert, pero no aquí —le dijo ella. Entonces dejé de sonreír y me puse
algo nervioso. ¿A dónde quería hablar si no era ahí? Ella se giró a verme —Debo hablar con él, Zac.
—¿No me estarás pidiendo que te deje sola con este idiota? —le dije en voz baja.
Ella levantó su mano y acarició mi rostro.
—Es solo por unos minutos. Iré a hablar con él, le contaré todo y volveré a buscarte.
—No —sentencié.
—Por favor mi amor. Es mejor si yo hablo con él y dejamos las cosas bien en claras.
—No confió en él Vanessa.
—Pero si confías en mí, ¿verdad? —me dijo mientras me miraba fijo a los ojos.
—Si —dije soltando un suspiro. Ella sonrió y se puso en puntas de pie para besarme cortamente.
Giró y miró de nuevo a Pattinson que estaba rojo de la rabia.
—Vamos Robert —le dijo ella y comenzó a caminar.
Pattinson la siguió y pasó por mi lado en forma retadora.
—Le tocas un pelo y te mato —le susurré cuando pasó por mi lado.
Él sonrió como si acabara de escuchar un chiste. Y a mí me encantaría ver su cara cuando Vanessa
le diga: Robert, Zac y yo estamos de novios. Lo lamento idiota, pero nunca sentí nada por ti
además de lastima.
Reí por lo bajo y decidí ir a caminar un poco para no pensar tanto en que dejé sola a mi novia con
su ex. Pero eso… no es malo, no lo es. Ella misma me ha dicho que nunca lo amó y que solo lo
aprecia como a un amigo. Pero él, él es un maldito infeliz.
—Zac, ¿podemos hablar? —me giré a verla al escuchar su voz.
—Amanda —le dije y tragué un poco de saliva. ¿Qué es lo que quiere ahora? —¿Hablar? ¿De qué?
—Zac… no sé si tú te has dado cuenta de que yo… yo estoy enamorada de ti —me dijo.
Cerré los ojos fuertemente y maldije para mis adentros. Lo que menos quería escuchar en este
momento era la declaración de amor de Amanda.
—Amanda yo… —intenté hablar pero ella se acercó y apoyó uno de sus dedos sobre mis labios. Al
instante me alejé.
—Déjame hablar —me pidió. Asentí.
—Voy a escucharte, pero evita tocarme… por favor —le dije. Ella asintió.
—¿En qué andas? —me preguntó.
—¿Con qué? —le pregunté.
—Con tu vida… hace como una semana que no te veía. Y no lo se… ya no sales, ya no estas
faltando a clases, ya no eres el mismo de siempre.
—Cambie —le aseguré.
—¿Cambiaste?
—En realidad me cambiaron.
—Vanessa, ¿cierto? —dijo mientras sus ojos se humedecían un poco.
Sentí un nudo en mi estomago y eso creo que se llama culpa. Me siento mal por ella, me siento por
mal haberla ilusionado. Y ahora que amo a alguien se como se siente aquello.
—Si, por ella —le contesté.
—Zac, yo estoy dispuesta a compartirte con Vanessa —me dijo.
Fruncí el ceño y la miré bien.
—¿Qué? —dije.
—Que no me importa tener un poquito de ti, pero… yo te amo Zac. Yo se que quizás es difícil de
entenderlo y no es capricho yo te amo —dijo mientras se acercaba más a mí.
Al instante me alejé poniendo más distancia entre nosotros.
—No Amanda, estás equivocada —le dije. Ella me miró —Yo no puedo compartirme.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque estoy enamorado de una persona y mi corazón le pertenece completamente a ella. No
puedo partirlo, ni sacarle un pedazo. Ya tiene dueña.
—¿Sabes qué? Vas a arrepentirte —me dijo mientras se alejaba de mí.
Reí por lo bajo. Ella me podría dar un poco de lastima, pero está completamente loca.
—¿A si? —le pregunté.
—Te lo juro por dios, que vas a arrepentirte de haberme hecho esto. Ya lo veras, ya veras que no
soy tan estúpida como crees —dijo y se fue de allí.
Me apoyé contra la pared que estaba a mi izquierda y solté todo el aire que había estado
aguantando.
—¿Qué haces galán? —escuché su voz y me giré a verla.
—Vanessa, mi amor, solo estaba hablando con ella. Yo no…
—Shhh, tranquilo. No tienes que darme explicaciones. Confió en ti —me dijo divertida —Escuché un
poco de tu conversación con la señorita que se acaba de ir.
—¿Escuchaste? —pregunté.
—Se que no debí, pero bueno fue sin querer —aseguró mientras se acercaba más a mí —Así que
tienes una dueña. ¿No hay una posibilidad de poder competir con ella por tu amor?
Sonreí y di un paso hacia ella. Apreté mis labios mientras con mi mano tocaba mi mentón.
—La veo difícil —le dije. Ella sonrió y con eso morí — ¿Te gustaría competir con ella?
—Me encantaría competir con esa perra por un bombón como tú.
—¿Perra? ¿Le dijiste perra?
—Ajá —dijo mientras se acercaba aun más. Levantó sus brazos y los colocó detrás de mi cuello.
—No, estás equivocada. Ella no es una perra es una gatita. Y que gatita.
—Dame un beso —dijo. Coloqué mis brazos alrededor de su cintura, acercándola un poco más.
—¿Uno solo? —pregunté.
—Millones, los que quieras. Pero solo dame un buen beso de desayuno.
—¿Hablaste con Pattinson? – pregunté antes de besarla. Necesitaba saber aquello
—Si —dijo fastidiada. Sonreí ella quería que la besara.
—¿Y qué dijo?
—Te insultó un poco, pero ya lo sabe. Eso es lo importante.
—¿Entonces, no más Pattinson y Amanda?
—No más nadie. ¡Ahora bésame!
—Y después soy yo el que no sabe esperar, ¿cierto?
—Uno pequeñito, pequeñito —hizo un gesto con los dedos.
—No va a alcanzarme con uno pequeñito, amor.
—¿Sabes qué? —dijo y me besó cortamente. Reí por lo bajo.
—¿Qué?
—Hay un salón vació para ir a estar más tranquilos.
—¿Un salón vació? ¿En qué estas pensando mi amor?
—No es en lo mismo que tú. Pero prefiero estar entre cuatro paredes contigo que aquí en medio
del pasillo por donde pasa todo el mundo.
—Por mí que nos vea el presidente de la Nación —dije y entonces me incliné hacia ella y la besé.
El celular de Vanessa comenzó a sonar. Maldiciendo por lo bajo me alejé de ella.
—Lo siento —se disculpó conmigo y miró la pantalla —Es mi madre —dijo sorprendida. No
habíamos tenido noticias de Greg, ni de Gina desde el sábado —¿Mamá? —la atendió y guardó
silenció —¿Dónde estabas? —la miré y vi como su rostro comenzaba a volverse algo pálido. Eso me
asustó. Así que me acerqué a ella y la sostuve. Me dio la impresión de que iba a desmayarse —
¿Qué? —preguntó sin poder creerlo —No, tú estas jugando conmigo —rió nerviosa —¿Qué quiere
decir eso, Gina? —dijo indignada y se alejó de mí para comenzar a caminar como loca por el pasillo
—¿Sabes? Mejor guárdate los detalles, que horror. Luego te llamo que ahora estoy en la
Universidad —colgó y me miró.
—¿Qué pasó? —le pregunté.
—Ya se de donde heredé la manía de embriagarme y terminar haciendo cosas malas con personas
que vienen con música a las 2 de la mañana a mi casa —me dijo. La miré extrañado.
—¿A qué te refieres mi vida? —le dije sin entender del todo.
—Me refiero a que mi madre y mi padre estuvieron todo el sábado y casi todo el domingo bebiendo

champaña y haciendo cosas indebidas en un cuarto de hotel.

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