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Peligrosa Obsesión - Capítulo 55 y 56


CAPÍTULO 55
Ella dejó de caminar y entonces me giré a verla. A leguas se notaba que estaba realmente nerviosa
por todo este motivo.
—¿Qué pasa mi amor? —le pregunté.
—Creo… creo que no es buena idea, Zac. Mejor llamo a mi madre y le digo que no venga. O quizás
llame a papá y le diga a él que no venga —dijo y tomó su celular.
—Oye, oye —la detuve y le quité el pequeño aparatito —Todo va a estar bien. Ellos dos son
personas grandes, van a comportarse.
Ella asintió y besé su frente. Volvimos a caminar y entramos al lujoso hotel para dirigirnos a la
parte cómoda del restaurante. Un hombre calvo y de baja estatura se acercó a nosotros.
—Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarlos? —nos preguntó.
—Buenas tardes —lo saludó Vanessa —Tenemos una reservación a nombre de Vanessa Hudgens.
El hombre miró la agenda que tenía en su mano y asintió.
—Si señorita, la mesa ya esta lista. Por aquí.
Comenzó a caminar y lo seguimos. Nos dio el paso para sentarnos en una adornada mesa con
cuatro platos. Como todo un caballero le corrí la silla a mi novia y ella se sentó. El mozo se alejó
inclinando levemente la cabeza. Vi como Vanessa miraba a su alrededor…
—Amor, tranquila —le dije. Me miró a los ojos.
—Cuando mis padres lleguen se va a desatar la tercera guerra mundial —aseguró.
—Quien sabe —dije y acaricie su mejilla —Quizás sea hora de la paz mundial.
—¡No saben lo contenta que me puse cuando supe que íbamos a almorzar los tres juntos! —
escuchamos su aguda voz. Ambos nos giramos a verla. Me puse de pie y ella se acercó a
abrazarme —Eres un desconsiderado. No fuiste a visitarme como lo prometiste.
—Lo siento —le dije y me alejé de ella —Pero las cosas no estaban bien en esos tiempos.
Ella miró a Vanessa y luego volvió a mirarme.
—¿Acaso ella te prohibió que me vieras? —me preguntó.
—No, no —dije divertido. Vanessa se puso de pie.
—¿Puedes hacerme el favor de saludar a tu hija como corresponde? —le dijo. Gina sonrió y se
acercó a ella para abrazarla y besar su rostro.
—Eres tan celosa —aseguró alejándose de ella.
—No son celos —cuestionó ella —Solo me molesta que siempre estés a favor de los demás. De
cualquier extraño, menos de mí.
—Eso no es verdad —le dijo su madre mientras se sacaba el abrigo y todos tomábamos asiento.
Gina miró bien la mesa y frunció el ceño —¿Por qué hay cuatro platos? Somos solo tres personas.
—Mmm, lo que pasa es que…
—Se confundieron —interrumpí a Vanessa, que soltó un leve suspiro.
—Voy a pedir que lo quiten —dijo Gin se puso de pie.
—¡No! —dijo Vanessa elevando un poco más la voz. Gina la miró extrañada —No, no digas nada. La
mesa se ve bien así… con cuatro platos.
Gina volvió a sentarse y pícaramente miró nuestra cercanía.
—¿Hay algo que deban decirme? —nos preguntó. Miré a Vanessa y sonreí.
—Gin, luego de hacerme sufrir como un idiota y casi enloquecerme por completo tu hija ha
aceptado que me ama —le conté. Su boca se abrió del asombro y miró a Vanessa con los ojos bien
abiertos.
—En realidad no fue tan así —dijo Vanessa mirándome con reproche —Lo que esta queriendo
decirte es que…
—Eres mi suegra —le dije y la miré.
—¡Aaay, no saben lo feliz que me ponen! —dijo contenta —Eso quiere decir que son novios,
¿verdad?
—Si —dijo Nessa por lo bajo.
—¡Esto hay que festejarlo a lo grande! Llamen al mozo y pidan una champaña que yo voy al baño
un segundo —se puso de pie y vimos como desaparecía por una puerta.
Vanessa volvió su vista a mí y noté su inconfundible enojo.
—¿Qué sucede? —le pregunté.
—¿No te parece que se lo has dicho muy rápido y de una manera muy poco apropiada? —dijo.
Sonreí y me acerqué más a ella para besar cortamente sus labios.
—Todo esta perfecto, amor. Ella lo tomó como yo lo esperé. Pero quédate tranquila, que con tu
padre seré de otra manera…
—Hija —ambos lo escuchamos y nos giramos a verlo. Nos pusimos de pie y él se acercó a Vanessa
para abrazarla.
—Hola papá —le dijo cuando se alejó de él y miró hacia la puerta del baño.
Aun Gina no salía. Greg me miró y sonrió.
—Es un gusto volver a verte, Zac —me dijo y tendió su mano hacia mí. La tomé.
—Lo mismo digo, señor Hudgens —tomamos asiento.
—No sabía que ibas a la misma Universidad que mi hija —miró a Vanessa.
—Yo tampoco lo sabía hasta aquella noche en la fiesta —mentí. Vanessa rió por lo bajo.
—Me alegro que se hayan llevado bien —dijo él.
Asentí y miré a Nessa. Ella observaba intranquila la puerta del baño. Tomé su mano por debajo de
la mesa. Su vista volvió a mí.
‘Todo va a estar bien’ ella leyó mis labios. Sonrió y miró a su padre.
—Señor Hudgens, básicamente organizamos este almuerzo porque queríamos contarle que su hija
y yo… estamos juntos —le dije tratando de sonar lo más tranquilo posible. Nunca pensé que
llegaría el día en que tendría que presentarme como el novio de alguna chica.
La mirada de Greg se dirigió a Vanessa y luego volvió a mí.
—¿Eso quiere decir que tú y mi hija tienen una relación amorosa? —preguntó. Asentí nervioso. Me
parece que la idea no le esta cayendo para nada bien —Eso es muy bueno —aseguró mientras una
sonrisa se formaba en su rostro. Sentí como todo el aire que tenía en mis pulmones salía
lentamente.
—¿Te agrada la idea? —le preguntó Vanessa sorprendida.
—Claro que si, hija —aseguró él y palmeó mi hombro —Este muchacho me cayó bien desde la
primera vez que lo vi. Además de que eso significa que al fin te has desecho del idiota de Robert.
—¡Papá! —lo retó Vanessa.
—¿No le caía bien Pattinson? —le pregunté.
—Para nada… demasiado posesivo para mi princesa. Un celular comenzó a sonar. Greg lo tomó y
miró la pantalla. Se puso de pie —Un minuto por favor.
Se alejó de la mesa mientras contestaba.
—No puedo creer que le hayas agradado desde el primer momento. Se nota que apenas tuvo
contacto contigo —me dijo Vanessa. Reí por lo bajo.
—Yo soy la persona más agradable del mundo, amor. De eso estate completamente segura.
—Perdón por haber tardado tanto —dijo Gina sentándose a la mesa —Había cola para el baño, por
dios. Vanessa miró hacia donde Greg se había ido. Volví a tomar su mano por debajo de la mesa.
Ella rió por lo bajo y me miró —¿Ya pidieron la champaña? —preguntó. Ambos negamos con la
cabeza —Bueno, voy a pedirla.
Se volvió a levantar y se dirigió hacia la barra.
—Listo, solo era una llamada de oficina —Greg se sentó en la silla. Lo miramos —¿Qué vamos a
tomar?
—Champaña —dijo Vanessa.
—Perfecto —aseguró él. Su celular volvió a sonar —Lo lamento, hija. Pero juro que será el último.
—Atiende tranquilo —dijo ella.
Greg volvió a levantarse. Vanessa y yo nos miramos y estallamos en risas. Me acerqué más a ella y
junté mi frente con la suya
—Esto es tan cómico —le dije.
—Lo se —asintió ella.
—Nunca pensé que almorzar con mis suegros sería tan divertido —rocé sus labios con los míos y
ella dejó de reír.
—Esto no está bien, deberíamos decirles —susurró y me besó.
—Ya se van a encontrar —aseguré y la besé un poco más.
—¿Qué haces tú aquí?
—¿Qué haces tú aquí?
Nos alejamos y los miramos uno frente al otro con la mesa de por medio. Y el momento del
encuentro ya llegó. Que dios nos ayude.
CAPÍTULO 56
Ambos echaban chispas por los ojos… y juro por dios que podía ver con perfecta claridad como
cada uno comenzaba a preparar sus armas para en cualquier momento lanzar el primer tiro. Ambos
miraron a Vanessa. Ella se tensó.
—Yo… —intentó hablar ella.
—¿Qué hace él aquí? —le preguntó Gina.
—Nonono, la pregunta es ¿Qué hace ella aquí? —le habló Greg.
—Mi hija me invitó a almorzar —le respondió Gina con un notorio tono de orgullo.
—Pues te cuento que a mí también —le aseguró él.
—Ella me llamó primero a mí —le dijo. Greg soltó una leve carcajada.
—Que infantil eres, por dios. ¿Cuándo será el día en que dejes de comportarte como una niña?
—El día en que tú dejes de ser un idiota…
—Loca, siempre estuviste loca. No sé como diablos tuve cabeza para casarme contigo.
—Simplemente porque fui la única estúpida que te dio la hora en tu vida.
—No pienso almorzar con esta mujer —sentenció Greg.
—Y tampoco con este tipejo —dijo Gina.
—Bien que todavía usas mi apellido…
—Solo lo hago para saber lo ridícula que me veo con él…
—Eso no es cierto, mentirosa.
—Si que es cierto, embustero, mal marido, mal padre, mal…
—¡Ya basta! —Vanessa elevó su voz, haciendo que todos en el restaurante se giraran a verla. Greg
y Gina la miraron bien —¡Los dos se sientan y almuerzan conmigo y con Zac como personas
civilizadas!
Sin decir nada se sentaron en sus respectivas sillas. Nadie dijo nada…
El mozo llegó con el champaña, sirvió un poco para cada uno. Y se fue.
—Y ahora cada uno va a agarrar la carta y va a pedir lo que le gusta —dijo mi novia.
Como dos robots tomaron la carta y comenzaron a leer. Miré a Vanessa y ella sonrió con orgullo de
si misma.
—Te amo —le dije sin voz. Su mirada tierna me cautivó aun más.
—Yo también —leí sus labios —Bueno —le habló a sus padres. Gina y Greg la miraron —Los reuní
aquí con el fin de tener un almuerzo con mis padres y presentarles oficialmente a Zac como mi
pareja.
—Y me alegro mucho de ello —dijo mi suegra sin dejar de sonreír.
Su sonrisa se esfumó cuando miró a Greg. ¿Por qué se odian tanto por dios? Háganme acordar que
debo preguntarle eso a Nessa luego.
—Yo también estoy contento por ustedes —dijo Greg y sacó su mirada de Gina —En especial
porque estoy haciendo negocios con tu padre, Zac.
Me tensé al escuchar aquello. Miré a Vanessa y ella negó levemente con la cabeza.
—Que bueno —dije por lo bajo.
—¿Y… hace cuanto tiempo que están saliendo? —preguntó Gina mientras tomaba un sorbo de
champaña. Greg también comenzó a tomar.
—Ayer formalizamos. Pero venimos dando vueltas hace bastante —le dije.
—Siempre supe que ustedes tendrían algo —dijo Gin contenta —Desde el día en que llegaron
juntos a mi oficina.
—¿Recuerdas ese día? —le pregunté divertido a Vanessa.
—Como si pudiera olvidarlo —dijo ella.
Todos reímos. Y sentí como aquella tensión de hace unos momentos comenzaba a disminuir. Greg
miró a Gina y esta le sostuvo la mirada.
—¿Y… como marcha todo en la oficina? —le preguntó.
Ella se sorprendió un poco de que le preguntara aquello. Pudimos notarlo cuando sus cejas se
elevaron un poco.
—Bien… todo marcha sobre ruedas. Esta semana han venido dos nuevas marcas —le respondió
ella.
Vanessa me miró y sonrió contenta. Aquello era un muy buen paso. Solo necesitaban algunos
empujones más. Y la comunicación tal vez podría retomarse.
—El trabajo de la señora Hudgens es excelente —le comenté a Greg. Él me miró y sonrió por lo
bajo.
—Lo se, siempre fue muy profesional en su trabajo —me comentó.
Vanessa se acercó a Gina y ambas comenzaron a revisar la carta del menú. Llené mi vaso de
espumosa champaña y le serví otro poco a Greg.
—Vanessa… creo, que es muy parecida a su madre —le dije.
—Oh no, para nada —aseguró él —Son como el agua y el aceite. Gina es una mujer demasiado
quisquillosa y siempre encuentra algo para echarte en cara…
—Créame que su hija también es muy buena para echar cosas en cara —dije divertido. Él rió.
—Si, pero Vanessa tiene un carácter que Gina no puede controlar. Y debo decir que yo tampoco.
Ellas son diferentes por eso chocan tanto a veces, pero a la vez pueden estar unidas como mejores
amigas —dijo sin dejar de mirarlas.
—¿La extraña? —le pregunté. Él me miró. Una sonrisa llena de recuerdos se curvó en su rostro.
—Un poco —susurró.
—¿Y por qué no lo intenta? —dije. Él me miró más fijo aun. Quizás ya me estoy tomando
demasiadas atribuciones.
—Imposible —dijo divertido y tomó más de su vaso.
—Quien le dice señor Hudgens, todo puede pasar —le aseguré.
El palmeó mi hombro y ambos reímos. Ellas fijaron sus miradas en nosotros y sentí un escalofrío
que recorrió mi espalda.
—¿Podemos pedir ya? —preguntó Vanessa.
—Claro que si —dije y me alejé de Greg para acercarme un poco más a ella. Vanessa también se
acercó más hacia mi lado.
—¿Qué estas haciendo? —me preguntó por lo bajo.
—Solo hablo con tu padre, no estoy haciendo nada malo —le dije.
Ella respiró profundamente y luego sonrió.
—Esto no es tan malo como pensé —dijo. Con discreción, aprovechando que Greg leía la carta y
que Gina estaba llamando al mazo, me acerqué a ella y le robé un pequeño beso.
—Yo te lo dije. Todo iba a salir bien.
El mozo se acercó y los cuatro ordenamos algo distinto. Luego de unos cuantos minutos en los que
mantuvimos una fluida conversación nuestro almuerzo llegó y comenzamos a comer.
El champaña se acabó y Gina encargó otra. Vanessa me miró algo confundida. Hice un gesto de ‘no
saber’ con los hombros. Ellos comenzaron a tomar mientras hablaban como si fueran los mejores
amigos del mundo. La botella se terminó y Nessa y yo solo habíamos tomado una. Calculen un
poco, eso no estaba bien. Greg pidió otra botella.
—Y luego, cuando tenía 5 años obligó a su padre a tirarse en el suelo y llorar como un niño para
darle de vuelta su billetera —contó Gina sin dejar de reír. Ella y Greg estaban bastante alegres.
—Siempre fue mi pequeño demonio —aseguró él calmando su risa.
Vanessa los miró confundida. Ellos se estaban comportando de una manera muy extraña según
ella. Pero creo que es muy normal… ellos aun se aman.
—¿Pueden dejar de tomar? Me parece que ya se pasaron de copas —les dijo ella. Ambos la miraron
y volvieron a reír.
—Oh, mi cielo ¿no te parece que papi y mami están un poco grandes como para que les digas sin
deben tomar o no? —le preguntó Gina.
—Bueno, bueno —dijo Vanessa restándole importancia —¿Quieren postre? —les preguntó.
Ellos dos se miraron fijo por unos cuantos segundos.
—Frutillas con crema —dijeron al unísono y volvieron a reír.
Apreté mis labios para no reír también. Esto ya se estaba poniendo realmente muy divertido.
Vanessa me miró y ella si rió. Le hice un gesto con la cabeza que apuntaba hacia la puerta. Ella
asintió levemente y tomó su cartera.
—Mmmm… ¿saben que? zac y yo debemos irnos —dijo mientras se ponía de pie.
—Esta bien, vayan —dijo Greg sin dejar de mirar a Gina.
—Luego me llamas, hija —le dijo Gina sin dejar de mirar a Greg.
—Adiós —les dijimos a ambos y salimos de allí.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó ella.
—No lo se —dije divertido.
—Por dios, es una locura. Se estaban mirando con cara de idiotas —aseguró. Reí divertido.
—Te dije que iba a ser un buen cupido…

—No, no creo que ellos… —dejó de hablar y me miró —¡Que horror!

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