CAPITULO 19
Miré
a Vanessa y luego miré a Amanda que esperaba una respuesta de mi parte.
—Vamos
Efron, dile —me insistió la morena.
—Espera
un segundo Amanda —le dije a la rubia y tomé el brazo de Vanessa para jalarla
hacia mí y
chocar
su boca contra la mía.
Mis
ojos estaban abiertos, al igual que los de ella, pero al iniciar un movimiento
sobre sus labios
mis
ojos se cerraron, otra vez. ¿Por qué? No lo se.
Ella
no hacia nada, ni siquiera movía los labios. Hasta que casi la obligué a
hacerlo, cuando con
cuidado
mordí su labio inferior. Entonces sentí esa deseada respuesta. Sonreí sobre su
boca, para
luego
volver a ser serio en aquel beso. Subí mi mano que estaba en su brazo a su
nuca, para
acercarla
un poco más. Ella apoyó sus dos manos sobre mi pecho, era como si intentara
alejarse,
pero
algo en ella se lo impedía. Rocé la punta de mi lengua con la de ella.
Obteniendo más sabor
de
su dulce boca. Finalicé volviendo a morder levemente su labio, para luego
alejarme despacio.
Abrí
mis ojos para mirarla.
Sus
ojos se abrieron despacio e intentó hablar, pero las palabras no salieron de su
boca. Giré para
mirar
a Amanda. La rubia estaba tan roja como un tomate, y parecía que su quijada iba
a tocar el
suelo.
—Yo…
—dijo Vanessa.
—Amanda,
si eres tan amable ¿podrías dejar de irritar a Nessie? La pones de mal humor y
eso me
pone
de mal humor a mí. Porque después me cuesta un poco más llegar a la habitación,
¿me
entiendes?
Hizo
un sonido indignado y salió rápidamente de allí. Vanessa se giró a verme.
—¿Por
qué hiciste eso? —me preguntó algo agitada. La miré y sonreí levemente.
—Ya
te la he sacado de encima, cariño —dije.
Pestañeó
varias veces de forma nerviosa y sacó su mirada de mí.
—No
era lo que estaba pensando, pero al parecer funcionó… por ahora —dijo ella. Con
decisión fijo
su
mirada en la mía —Que sea la última vez Efron.
—De
ninguna manera, cuando te moleste avísame Nessie. Yo vendré a besarte las veces
que sea
necesario
—le dije.
—Eres
tan infantil —me acusó y salió de allí chocando un poco con Jar y Cor —Lo
siento.
Los
chicos miraron como se fue, y luego volvieron su vista a mí.
—¿Desde
cuando están ahí? —les pregunté.
—Desde
que colocaste tu mano en su nuca para acercarla más a ti —contestó Corbin.
—Bien,
estas bien Zac —dijo Jar mientras ambos se acercaban a mí.
Los
miré consecutivamente.
—La…
la tengo comiendo de la palma de mi mano. Pronto la tendré en la cama, pero por
ahora me
conformo
manejándola de este modo —dije algo nervioso.
Ambos
sonrieron cómplices.
—Creo
que a nuestro pequeño saltamontes le esta costando un poco aceptar que Vanessa
le gusta
mas
de lo que él cree —dijo Cor.
—Estas
en lo correcto mi querido Bleu, me parece que no lo esta queriendo ver —agregó
Jar.
—Vamos
muchachos, ¿Acaso no me conocen? —les dije mientras comenzaba a caminar para
salir
del
salón. Ellos caminaron detrás de mí —Yo solo la quiero para una noche, y punto.
—Creo
que tendríamos que grabarte la próxima vez que la beses. Tú nunca besaste así a
ninguna,
te
lo puedo asegurar —me dijo el afro.
Lo
miré un poco asustado. Él solo estaba jugando conmigo, yo siempre beso a todas
de la misma
manera.
Aunque, debo admitir que mis ojos se cierran cuando la beso…
—Puras
patrañas —aseguré un tanto nervioso —Tal vez sea porque ella si sabe besar.
—O
porque realmente te gusta besarla —dijo Jared.
—Ya
cállense, y dejen de decir tonterías —les dije firme.
Ambos
rieron y entramos en la cafetería del lugar. Divisé a Vanessa sentada con la
chica de los
anteojitos.
—Miren,
se hizo amiga de la chica de los libros —dijo Jared.
—Diablos
—musitó Corbin.
—¿Qué
sucede? —le preguntó Jar. Sonreí, era hora de vengarme.
—¿No
te ha dicho? —le dije a Jar. Cor me miró asesinamente —Le gusta la genio.
—¿Qué?
—dijo Murillo con una sonrisa de diversión en el rostro.
—¡Que
no me gusta! —chilló él.
—Te
encanta Bleu, admítelo.
—No
hasta que admitas que Vanessa te trae loquito —me dijo.
Lo
miré fijo por unos cuantos segundos. Le estaba por decir algo, pero mi celular
comenzó a
sonar.
—Aguarden,
señoritas —les dije y me alejé. Miré la pantalla y era mi padre —David.
—Zac,
siento no haberte llamado antes, pero no tuve tiempo —me dijo.
—¿Qué
sucede? —le pregunté.
—Tú
prima, está yendo hacia la Universidad.
—¿Qué?
—pregunté sin poder creerlo —¿Por qué Taylor viene aquí?
—Ideas
locas de tu tía Annie —dijo algo exasperado.
—Pero…
pero… ¿Acaso no había otra universidad para que fuera?
—No
lo se, solo controla que no haga líos. Ya sabes como es…
—Si,
si lo se —dije y suspiré —Es una diminuta bomba de tiempo.
—Contrólala
Zac, no quiero problemas por ella…
—Tranquilo,
la mantendré vigilada —le aseguré y colgué.
Volví
a donde estaban mis amigos. Ambos miraron mi cara de exasperación.
—¿Qué
pasó? —me preguntó Jared.
—Una
pesadilla viene hacia aquí, tengan cuidado. Miren a su alrededor, ella es la
creación de dios y
el
diablo. Más del diablo diría yo…
—¿De
que estás hablando Zac? —dijo extrañado el afro.
—¡Tontin!
—escuché su voz detrás de mí y me paralicé.
—De
ella —les dije a mis amigos y me giré a verla.
Con
una sonrisa de oreja a oreja se acercó a mí y me abrazó.
—¿Cómo
estás tanto tiempo, primo? —me preguntó.
—Hola
Tay, ¿Cómo estas? —le pregunté.
—Cansada
por el viaje, enojada porque mis padres me obligaron a venir a está estúpida
Universidad,
y contenta de ver a mi primo favorito —dijo sin dejar de sonreír.
De
verdad me daba miedo.
Se
parecía un poco a mí, pero sus cabellos eran un rubio intenso, un rubio
natural. Que caían sobre
sus
hombros en definidos rulos. Y sus ojos eran verde cielo, un poco parecido a los
míos, pero con
otro
brillo. Su piel blanca parecía de porcelana.
—Muchachos
ella es mi prima Taylor Swift. Tay ellos son Corbin Bleu…
—Es
un gusto Taylor —le dijo el afro.
—El
gusto es mío Corbin —dijo ella y luego miró a Jared.
—Y
él es Jared Murillo —lo presenté.
Jared
no articulaba palabra alguna. Solo miraba fijamente a Taylor, como si fuera
algo que jamás
hubiera
visto en su vida.
—Oye,
¿Qué le sucede? —me preguntó mi prima por lo bajo. Me encogí de hombros.
—¡No
es cierto! —escuchamos como alguien decía detrás de nosotros.
Taylor
se giró a verla rápidamente. Sus ojos se abrieron como platos y su boca casi
toco el suelo
del
asombro.
—¡No
puede ser! —habló sin dejar de mirarla.
Las
miré consecutivamente. Vanessa se encontraba frente a mi prima con la misma
cara de
asombro
que ella.
—¿Eres
Taylor, Taylor Swift? —preguntó la morena atónita.
—Aja
—dijo asintiendo mi rubia prima —¿Y tú eres Vanessa, Vanessa Hudgens?
—La
misma que viste y calza, señorita ‘no pienso comprometerme con alguien hasta
que me salgan
arrugas
en los dedos pequeños de los pies’ —le dijo divertida.
Se
acercaron para un amistoso abrazo. Miré a mis amigos y los encontré con la
misma cara de
confusión
que yo. Taylor se alejó para mirarla y sonreír.
—No
puedo creer que seas tú, señorita ‘lo único que necesitas en la vida es un pote
de helado, una
buena
película y asunto arreglado’ —habló con rapidez —Te juro que si no creyera que
las
casualidades
son puras palabrerías, pensaría que esto es una casualidad.
—Lo
mismo digo —dijo la morena.
—Perdón,
perdón que interrumpa, señorita ‘no sé que de los dedos del pie’ y señorita
‘helado y
películas’
pero, ¿Pueden explicarme que pasa? —les pregunté.
—¿Conoces
a Efron? —le preguntó Vanessa a Taylor.
—Es
mi primo —le respondió ella.
—Mentira
—dijo sin poder creerlo la morena.
—Lo
juro —afirmó la rubia.
—No,
no te creo.
—Enserio
te digo, ¿Tú lo conoces? —le preguntó ella.
—Si,
y por desgracia —me echó una despectiva mirada. Sonreí, estaba indignada por lo
del beso.
Pero
yo se que le encantó.
Vanessa
giró la cabeza y miró hacia la mesa en donde estaba la chica de anteojitos.
—¡Emma!
¡Ven! —la llamó.
La
chica castaña de ojos verdes se acercó a nosotros con la cabeza baja y con
timidez. La miré
bien,
no puedo creer que ella le haya dicho todas esas cosas a Corbin. Lo miré de
reojo y vi su cara
de
frustración.
—Emma,
ella es Taylor una vieja amiga —se la presentó.
—Un
gusto —le dijo Tay amable.
—¿Una
vieja amiga? —pregunté y las miré —¿De donde se conocen?
Ambas
se miraron entre si y unas grandes y blancas sonrisas se dibujaron en sus
rostros.
—De
las mejores vacaciones de nuestras vidas —dijeron al unísono.
Estallaron
en risas. Las miré más confundido aun.
—Aun
no puedo creer que estés aquí, hace como 2 años que no se nada de ti —dijo
Taylor.
—Lo
se, lo se. Me mudé perdí tu número… un desastre —le contó la morena.
—Pero,
¿Qué haces aquí? —preguntó la rubia, mientras comenzaban a caminar alejándose
de
nosotros.
Emma se unió a ellas.
—Mi
padre me metió obligada a esta estúpida Universidad formativa —exasperó la
morena.
—Los
míos también —dijo Taylor.
—Oigan,
¿pueden contarme de donde se conocen? —les pregunté.
—Luego
—sentenciaron las dos al unísono alzando un dedo hacia mí, pero sin dejar de
mirarse
entre
ellas.
Giré
la cabeza para mirar a mis amigos. La cara de Corbin era una mezcla de
confusión y
diversión.
Mientras
que la cara de Jared era una mezcla de confusión y asombro. Volví mi mirada
hacia donde
se
habían ido y las tres estaban sentadas en una mesa.
—No
puedo creer que se conozcan —dije sin dejar de mirarlas.
—Yo
creo que las tres podrían perfectamente destruir al mundo —agregó Corbin.
—Yo
creo que tu prima es la cosa más hermosa que vi en mi vida —habló con tono bobo
Murillo. Lo
miré
con ceño fruncido.
—Oh,
dios. ¿Te gusta Taylor? —le pregunté. Jar me miró.
—Es
muy bella, Efron —me dijo.
—Amigo
mío, esa chica que ves ahí es el diablo en persona…
—¿Por
qué dices eso? —preguntó el afro.
—Taylor
Swift, puede llegar a ser peor que nosotros tres juntos. Ella es fría,
calculadora y
especialmente
es una enredadora —les dije.
—No
puedo creer que estés hablando así de tu prima —dijo Jared sin dejar de mirarla
—Es más, yo
diría
que parece un ángel.
—Si,
lo parece. Pero hay un largo camino para que lo sea. Hazme caso, Tay no es
mujer para ti.
Ella
es… muy especial.
—¿Por
qué?
—Tiene
la facilidad absoluta de volverte loco, usarte a su antojo y luego dejarte sin
haber recibido
nada
a cambio ¿me entiendes, verdad? Lo juro amigo…. Tengo conocidos que han salido
con ella, y
quedaron
fóbicos —dije.
—Pero
si Jared ya es fóbico a las relaciones formales, al igual que tú —dijo Cor.
—No
fóbico a las relaciones, fóbicos a las mujeres…
—Oh,
eso es terrible.
—¿Lo
ves Jar? Mejor busca otro objetivo. Además de que es una chica a la cual le
gustan los
problemas,
no sé como es que es amiga de Vanessa.
—Claro
no, ‘tu’ Nessie es perfecta —dijo Murillo.
—Si
lo es, en lo que me concierne a mí, lo es —contesté.
—Pero
tal vez no conozcamos bien a la señorita Vanessa Hudgens —habló Cor —Algo deben
esconder
ese par de ojos chocolate.
CAPITULO 20
Iba
silbando la 5ª sinfonía de mi amigo Beethoven por el pasillo, mientras me
acercaba a mi
casillero
para dejar los libros allí antes de ir a la siguiente clase. Hoy debo decir que
estoy muy
responsable,
no he llegado tarde a ninguna clase y he ido a todas.
Debo
tener algún tipo de problema, o algo en mi cerebro no esta haciendo conexión.
Vi como mi
prima
caminaba hacia mí, pero no me había visto.
—Taylor
—la llamé. Ella levantó la vista y me miró.
—¿Qué
haces tontin? —me preguntó.
—Busco
unas cosas —le dije y miré a su alrededor para ver si estaba Vanessa. Desde que
se
encontraron
habían estado hablando y yo no tuve tiempo de agarrar a mi prima y preguntarle
de
donde
demonios se conocían —¿Vas a contarme de donde conoces a Vanessa?
—Aaaaw,
juro que aun no puedo creer que ella este aquí. Y yo que pensé que llegaría
aquí para
amargarme
como la mejor…
—Aja,
si que bueno —dije sin mucho interés —¿Me cuentas?
—Mmm,
que interés.
—Vamos
Taylor, no tengo toda la vida.
—Te
cuento luego, ahora tengo que ir a clases. Te quiero —besó mi mejilla y se fue
dejándome con
aquella
maldita intriga.
Volví
mi vista al frente y la que venía ahora hacia mi era la morena. No podía dejar
pasar esta
oportunidad,
tenía que saber. Me puse justo en su camino, ella miraba para atrás sin dejar
de
caminar,
ya que estaba hablando con alguien del cual se estaba alejando.
Volvió
su vista al frente y chocó levemente contra mí.
—Auch,
me asustaste —me dijo.
—Hola
cariño —la saludé.
—¿Qué
quieres? —me preguntó cortante. Aun estaba sentida por lo del beso. Sonreí por
lo bajo y
la
miré a los ojos.
—¿De
donde conoces a Taylor? —le pregunté.
Su
mirada acusadora cambió por una mirada asombrada y algo avergonzada. Apretó sus
labios y
luego
sonrió.
—Pasado
tormentoso, Efron. No quieres saberlo —dijo y me guiñó un ojo para comenzar a
caminar
y
alejarse de mí.
—Si
quiero saber —le dije, mientras ella caminaba. Se giró a verme y sonrió.
—No,
no quieres saberlo.
Siguió
caminando y me dejó con más intriga de la que ya tenía.
¡Mierda,
tengo que saber de donde se conocen! ¿Y que es eso de pasado tormentoso?
Como
dijo Corbin, ¿Qué es lo que esconden ese par de ojos chocolate?
El
resto del día se me pasó bastante lento, siempre me pasa eso cuando estoy con
algo que me
intriga
en la cabeza. Corbin, Jared y yo salimos de nuestra última clase y caminamos
hasta el
estacionamiento
para irnos a nuestras respectivas casas. Me prendí un cigarrillo, y comencé a
compartirlo
con Cor.
—Que
día —suspiró el afro mientras soltaba el humo por la boca.
—Ni
lo digas —dijo Jar mientras aspiraba el suyo.
Entonces
los tres detuvimos nuestros pasos al verlas caminar sin dejar de hablar y reír.
Juro que en
un
momento la imagen se volvió en cámara lenta y cada movimiento que ellas hacían
se veía con
más
claridad. Fijé mi mirada en Vanessa, miré el movimiento de sus labios al
hablar, la forma en la
que
se curva su boca al sonreír. Sus largas pestañas, el dorado de su piel, la
suavidad que
muestran
sus piernas…
¡Diablos!
¡No puede ser que aun no me haya acostado con ella!
—Creo
que estamos viendo como empieza la destrucción del mundo —les dije a mis
amigos.
—Yo
creo que las tres hacen un lindo trío de ángeles —dijo Jared con tono bobo.
—Yo
creo que mejor nos cuidamos las espaldas —aseguró el afro.
Las
tres se subieron al auto de la morena y prendieron marcha.
Nosotros
terminamos nuestros cigarrillos y también prendimos marcha a nuestras casas.
Cuando
llegué
me tiré de cabeza al sillón. Realmente estaba agotado.
Tomé
el control remoto y prendí la tele. El timbre mi departamento sonó. Fruncí el
ceño, ¿Quién
podrá
ser? Yo no espero a nadie hoy. Caminé y abrí la puerta.
—Hola
primito, gracias por darme asilo en tu hogar —dijo ella con una sonrisa de
oreja a oreja.
Entró
con unas tres valijas y las soltó en medio del living. La miré sin poder
creerlo.
—Pero
Tay…
El
timbre volvió a sonar, me acerqué a la puerta y la abrí.
—Hola
Efron, no sabía que estarías aquí —me dijo ella.
—Te
recuerdo que esta es mi casa, cariño —le contesté.
—Nessa,
pasa —le dijo Taylor. La morena sonrió y pasó. Se abrazaron amistosamente y se
sentaron
en el sillón.
¿Acaso
yo estaba teniendo una pesadilla y en cualquier momento iba a despertar?
Ambas
me miraron y juro que sentí miedo.
—¿Qué
te pasa? —me preguntó mi prima.
—No,
nada —le dije y me acerqué a la mesa de mármol que estaba allí para sentarme y
comer un
poco
de galletas.
Ellas
hablaban en vos baja y de vez en cuando Tay me miraba de reojo. ¡Dios mío, esto
no podía
ser
peor! El timbre volvió a sonar. Suspiré frustrado.
—Zac,
¿puedes abrir? Esa debe ser Emma —me dijo mi prima.
—¿Me
ves cara de mayordomo? —le pregunté.
—Anda
Efron, no seas malito —dijo la morena poniendo su mejor cara de niña buena.
La
miré fijo y asentí. Caminé hasta la puerta y la abrí. La pequeña figura de Emma
me miró fijo y
acomodó
sus anteojos.
—Lo
siento, creo que me equivoqué —dijo tímida.
—No,
no te equivocaste, pasa están adentro —le dije. Ella asintió y entró.
La
pequeña Emma se acercó a las otras dos y se abrazaron dulcemente. Se sentaron y
comenzaron
a
hablar en voz baja. Las tres giraron su vista hacia mí.
—Ya
puedes irte —dijo Tay.
—¿Qué?
—le pregunté —No saldré para que ustedes trío de ninfas conspiradoras estén
solas en MI
casa.
Vanessa
rió por lo bajo.
—¿Te
sientes intimidado? —le preguntó ella.
—Solo
me temo que incendien mi casa. Además que no tengo a donde ir —dijo y puse mi
mejor
cara
de perrito mojado. Vanessa miró a Taylor y a Emma.
—No
podemos dejarlo en la calle, miren su cara de perrito mojado —les dijo.
—No
me ayudes Vanessa —le pedí.
—Okey,
parece que estás sensible hoy —me dijo y volvió su vista a las chicas.
Sonreí
por lo bajo y caminé hasta el pasillo. Tenía que escuchar que hablaban, así que
me quedé
allí
con la oreja bien parada.
—¿Y,
van a contarme de donde se conocen? —preguntó Emma.
—Creo
que fueron las mejores vacaciones de toda mi vida —dijo Vanessa.
—Si,
nunca las voy a olvidar. Yo estaba en Hawaii con mis padres de vacaciones
—habló Taylor.
—Yo
había viajado con mi padre.
—Recuerdo
que ese día me había enojado con mi madre porque quería coquetear con un
bailarín
de
salsa que había en el hotel —dijo la rubia.
—La
tía Annie siempre es así —susurré.
—Baje
al bar y me encontré con Vanessa…
—Que
también yo estaba enojada con mi padre, por sus estúpidas amenazas —dijo ella.
—Comenzamos
a hablar, y nos hicimos amigas. Esa noche arreglamos en salir a bailar
—Y
fuimos. Pero esa noche fue un descontrol...
—¿Descontrol?
—preguntó la chica de anteojos.
—Nos
pusimos a tomar un poco, y luego se nos ocurrió hacer una apuesta —contó mi
prima.
—Jugamos
a quien seducía a más chicos en la noche —dijo la morena.
—Había
que incluir el beso, ¿verdad? —dijo Tay. Vanessa rió divertida.
—Si,
es verdad.
—¿Quién
ganó? —dijo Emma.
—Pues
claro, ¿quien va a ser? Taylor —musité.
—Vanessa,
me ganó por tres chicos de diferencia —dijo mi rubia prima —Lo que pasa es que
yo,
me
encariñé con uno y me quedé más tiempo del que debía. Sino era obvio que yo
ganaba.
—No
es cierto, igual iba a ganarte —aseguró la morena.
No
puedo creer lo que estoy escuchando. Eso no puede ser cierto. No, no creo que
sea cierto.
Estoy
completamente seguro de que ambas están bromeando.
—Después
robamos una tienda —prosiguió Tay.
—Querrás
decir, ROBASTE una tienda —aclaró Vanessa.
—Tú
me ayudaste a hacerlo, ya que no querías dejarme comprar esa bikini.
—¡Tenías
una igual Tay!
—No
es verdad, esa tenía una piedrita de color que la otra no —se quejó ella.
—Luego
casi quemamos el hotel —dijo la morena.
—Casi
QUEMASTES el hotel —aclaró la rubia.
—¡No!
¡Eso no es cierto! Tú también lo hiciste.
—Tú
sedujiste a ese chico, el pobre de tan bobo que quedó dejó apoyado el
cigarrillo cerca de una
tela
y casi destroza el lugar.
—¿Hace
falta que seas tan detallista?
—Si,
lo hace. Luego nos anotamos en un concurso de remeras mojadas —dijo Taylor.
—Pero
antes de empezar Tay quiso matar a las demás participantes, porque todas tenían
los
pechos
hechos y el trasero también. Nos echaron.
—Si,
malditas rameras de plástico —dijo mi prima con odio.
—Luego
una noche nos hicimos pasar por una pareja de lesbianas para poder entrar a un
boliche
gay,
sino no podíamos pasar.
—Tuvimos
que besarnos delante del guardia para que nos dejara pasar —acotó la rubia.
—Si,
creo que nunca sentí tanta vergüenza en mi vida —dijo divertida Vanessa.
—¡Mentira!
Si te encantó, hasta casi te haces lesbiana por eso.
—Sabes
que a mi me gustan los hombres —aclaró ella.
—Si
lo se, te encantan.
—Y
bueno, luego hicimos varias cosas —dijo la morena.
—Atropellar
a un cartero.
—Le
quitamos unos caramelos a un par de niñas.
—Hasta
que Vanessa conoció a Pattinson —habló con odio Taylor —Y desde ahí, ya no
volvió a ser
la
misma Vanessa busca problemas de antes.
—No,
eso no es así...
—Si,
si lo es... me cambiaste por un idiota y aun estoy sentida por eso.
—Suena
a que deberían tener órdenes de restricción para estar cerca una de la otra
—habló Emma.
Asentí
con la cabeza, sin dejar de escuchar —No deberían estar a menos de 50 metros de
cerca.
¡Dios
santo, por lo menos Emma es algo sensata!
—¿Qué
Emma? ¿Acaso nunca te has portado mal? —le preguntó la morena.
—Verdaderamente…
no —dijo ella.
—¡Aaaay
no, eso no puede ser así! Vamos a salir las tres juntas y volveremos a Emma,
una chica
rebelde.
—Nooo
—chillé sin darme cuenta.
—Oye,
¿Qué haces ahí? —me preguntó la chica de anteojitos. Salí de mi escondite. Las
miradas
venenosas
de Taylor y de Vanessa se posaron en mí.
—¿Estabas
escuchando? —preguntó mi prima.
—No,
yo no estaba escuchando. ¿Acaso creen que soy una chismosita? —les dije.
Las
tres entrecerraron los ojos.
—Obviamente
si —dijo Vanessa.
—No
hagas preguntas, de las cuales no quieres saber la respuesta —me dijo Emma.
La
miré bien.
—Con
razón pones nervioso a Corbin, tienes cara de buena, pero de seguro eres peor
que estas
dos
—le dije. Miré a mi prima —¡Y tú Tay! Los tíos debieron dejarte más tiempo en
el internado de
monjas
—miré a Vanessa y negué con la cabeza —Y ti, de ti no me lo esperaba.
—¿Qué?
¿Qué cosa? —preguntó ella.
—Y
yo que te veía como la madre de mis hijos —le dije y apoyé mi mano sobre mi
pecho.
—¡Oh
dios! —dijo ella divertida —Tú solo quieres una noche conmigo, y no la
obtendrás.
—Los
labios que besarían las frentes de mis hijos… tocaron los de Tay… no se si
podré superarlo —
dije
con mi mejor cara de decepción.
—Óyeme
—se quejó mi prima —Cosas peores han tocado tus labios…
—Tu
prima es más cosa que tocar a esa… teñida y hueca de Amanda Bynes. Y quien sabe
cuantas
huecas
más —me acusó la morena.
—No
soy una cosa —dijo Taylor entrecerrando los ojos.
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