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Capítulo 18
Traducido por *~ Vero ~*
— ¿Siempre supiste que querías
sacar fotos para vivir?—
— ¿Qué? ¿De
dónde vino eso?— Simon rio, sentándose hacia atrás en
su silla y mirándome sobre el borde de su taza de café.
Estábamos disfrutando un desayuno perezoso en mi último día
en
España. Café negro, pequeñas tortitas de limón, fresas
frescas con
crema, y la orilla de la costa soleada. Vestida con una
camisa de
Simon y una sonrisa, estaba en el cielo. Nervios parecían
estar muy
lejos esta mañana.
—Lo digo en serio— insistí — ¿siempre quisiste hacer
esto? Pareces,
bueno, eres muy intenso cuando estás trabajando. Pareces
como si
en realidad lo amaras. —
—Sí, lo amo. Quiero decir, es un
trabajo así que tiene sus momentos
tediosos, pero si, lo amo. No fue algo que siempre
planee, sin
embargo. De hecho, había un planto diferente formado — respondió,
una mirada oscura pasando por su cara.
— ¿Qué significa eso?—
—Por un largo tiempo planee en
seguir el negocio de mi padre—
suspiró, una triste sonrisa deslizándose en su lugar.
Mi mano estaba en la de él antes de que pudiera darme
cuenta que la
había ofrecido. El me dio un apretón, y luego tomo otro
trago de su
café.
— ¿Sabías que Benjamin trabajaba
para mi padre?—preguntó — Papa
lo contrato ni bien termino el colegio, fue su mentor, le
enseñó todo.
Cuando Benjamin quiso irse por su cuenta, pensarías que
mi padre se
hubiera enojado, pero estaba tan orgulloso de el.—
—El es el mejor—
sonreí.
—No pienses que no se acerca del
enamoramiento que tienen con el.
Soy consciente de ello.—me dio
una mirada severa.
—Eso esperaba. No somos
exactamente sutiles en nuestra admiración
—
—Parker Financial Services se
estaba haciendo grande, realmente
grande, y Papa quería ponerme a bordo tan pronto como
terminara la
universidad. Honestamente nunca pensé que dejaría
Filadelfia.
Hubiera sido una vida genial: trabajando con mi padre,
club de
campo, una gran casa. ¿Quién no
hubiera querido eso? —
—Bueno…—
murmuré. Era una vida ideal, seguro, pero no podía
imaginarme a Simon allí.
—Trabaje en el periódico de la
secundaria, tomando fotografías.
Tome la clase como la mejor calificación. Sabes, ¿bien para mi
transcripción? Pero incluso entonces tenía asignaciones
como cubrir
las prácticas en el campo de hockey de mujeres, realmente
me
gustaba. Como, realmente. Me di cuenta que siempre
seria un lindo
pasatiempo. Nunca pensé acerca de ello como una carrera.
Mis
padres me apoyaron, sin embargo, y mi madre incluso me
regaló una
cámara para Navidad ese año – el
año en que…bueno… — se pausó,
aclarando un poco su garganta.
—De todos modos, después de todo
lo que pasó con Mamá y Papá,
Benjamin vino a Filadelfia para el, um, para el funeral.
Se quedó por
un tiempo, puso las cosas en orden, ya sabes. Era el
ejecutor del
testamento de mis padres. Y ya que estaba viviendo fuera
en la Costa
Oeste, bueno, la idea de quedarse atrás en Filadelfia no
sonaba tan
genial. Así que, haciendo la historia larga corta,
Standford me aceptó,
empecé a estudiar fotoperiodismo, tuve mucha suerte con
algunas
pasantías, y luego lugar-justo-tiempo-justo, y ¡zas! Así es como me
metí en este concierto. —terminó,
mojando su pastel y mordiendo un
bocado.
—Y lo amas—sonreí.
—Y lo amo—estuvo
de acuerdo.
—Así que, ¿qué
paso con la compañía de tu padre?¿Parker Financial?
—pregunté, tomando una cucharada
de fresas.
—Benjamin tomo un par de clientes
por un tiempo, y con el tiempo
silenciosamente fue cerrando sus puertas. Los activos
fueron
transferidos a mi, por el testamento, y el lo administra
por mi —
—¿Activos?—
—Si. ¿No
te conté eso, Caroline? Soy rico — hizo una mueca,
mirando
hacia al mar.
—Sabía que había una razón por la
que estaba saliendo contigo. — le
saque su café.
—En serio. Rico. —
—Bueno, ahora solo estas siendo
un idiota —dije, tratando de aligerar
un poco la tensión que se había instalado en la mesa.
—Si bueno, la gente se vuelve
rara sobre el dinero. Nunca sabes —
dijo.
—Cuando volvamos a casa vas a
comprar nuestro edificio y a instalar
un jacuzzi en el rellano, eso es todo —
bromeé, con lo que me gané
una pequeña sonrisa.
Nos sentamos y miramos el uno al otro, hundidos en
nuestros propios
pensamientos. Él ha hecho tanto solo. No me sorprende que
siempre
parecía un poco perdido para mí. Viviendo fuera de un
portafolios, no
permitiéndose estar atado a nadie, ningún sentimiento
real de
pertenencia - ¿podría realmente
ser así de siempre? Wallbanger tenía
un harem porque no podía soportar perder a nadie más?
Buscando al
Dr. Freud…
Freudiano o no, tenía sentido. Se sentía atraído hacia mí,
se ha
sentido atraído por mi desde el principio. Pero, ¿Qué era diferente
esta vez? Claramente el se sentía atraído hacia todas las
otras
mujeres también. Wow, ninguna presión…
con un movimiento de mi
cabeza, trato de cambiar el tema.
—No puedo creer que me iré mañana.
Siento que acabamos de llegar
— me incliné sobre mis codos. El
sonrió, notando probablemente mi
no-sutil manera de cambiar el tema. Pero parecía
agradecido.
—Entonces quédate. Quédate
conmigo. Podemos pasar unos días más
aquí, y después ¿Quién sabe? ¿Dónde más te gustaría ir? —
—Pffft. Recordaras que me estoy yendo
antes que ti porque era el
único vuelo que pude conseguir. Además, tengo que volver
al trabajo,
organizarme, y estar en la zona horaria correcta el
lunes. ¿Sabes
cuantos trabajos ha arreglado Jillian para mi?—
—Ella lo entenderá. Es una tonta
por un buen romance. Vamos.
Quédate conmigo. Te esconderé en el compartimiento
superior para
el vuelo de vuelta a casa — sus
ojos brillaron por encima de su taza
de café.
—Compartimiento superior, mi pie.
¿Y qué es esto? ¿Un romance?
¿no deberías estar abrazándome en
la playa? ¿y sacándome el
corpiño? — coloqué mis piernas
denudas en su regazo, y el se
aprovechó de eso, masajeando entre sus calientes manos.
—Bueno suerte para ti, soy un
arrancador de corpiños desde hace
mucho. Probablemente podría incluso armar un disfraz de
pirata, si
es eso lo que te gustaría—
respondió, los zafiros comenzando a
ahumarse.
—Ha sido una gran historia romántica,
¿no es así? Si alguien me
hubiera contado esta historia, dudo que lo hubiera creído
—
reflexione, gimiendo cuando termine mi último bocado.
—¿Por qué no? No es tan extraño
como nos conocimos, ¿cierto? —
—¿Cuántas mujeres conoces que
hubieran ido voluntariamente a
Europa con un hombre que ha estado golpeando el yeso
fuera de sus
paredes por semanas? —
—Verdad, ¿pero
podrías también pensar en mi como el tipo que te
puso todas esas canciones a través de la pared, y el tipo
que te dio, y
cito, “la mejor bola de carne
nunca”?—
—Supongo que empezaste a
desvestirme con el Glen Miller. Eso me
atrapó — me hundí en mi silla
mientras sus anos hicieron cosas
deliciosas en las plantas de mis pies.
—Te atrape, ¿eh?
— sonrió, inclinándose mas cerca.
—Oh, cállate —
empuje su cara, una gran sonrisa mientras
contemplaba lo que dijo. ¿Me tenía?
Si. El totalmente me tenía. Y me
tendrá, en algún momento mas tarde esa noche.
En ese pensamiento, un silbido de nervios golpeo mi estómago,
y
sentí mi sonrisa vacilar un poco. Nervios se había
instalado, y no
importa donde Cerebro fue, eventualmente Nervios invadió
cada
pensamiento, cada idea que tenía sobre donde iría la
noche. Estaba
lista, Dios sabía que estaba lista, pero estaba
malditamente nerviosa.
O iba a volver, ¿verdad? Sabía
que lo haría. ¿Mencioné que estaba
nerviosa?
—Así que, ¿ya
casi has terminado con tu trabajo? ¿Todavía tienes
mucho que hacer mañana? —
pregunte, cambiando el tema una vez
más. Como fue siempre que hablábamos sobre su trabajo,
los ojos de
Simon se iluminaron. Describió las sesiones que todavía
necesitaba
del acueducto estilo-romano en la ciudad.
—Desearía que tuviéramos tiempo
para ir a bucear. Odio que se nos
acabó el tiempo — frunzo el ceño.
—Una vez más, algo que se
resolvería si te quedaras conmigo —
frunció el ceño en respuesta, haciendo una gran cosa de
imitar mis
cejas.
—Una vez más, algunos de nosotros
tenemos trabajos nueve-a-cinco.
¡Tengo que volver a casa! —
—Casa, claro. Sabes que habrá un
pelotón de fusilamiento que
enfrentar cuando volvamos a casa. Todos van a querer
saber que
paso aquí entre nosotros — dijo
seriamente.
—Lo se. Lo manejaremos — me encojo ante el interrogatorio que
recibiré de las chicas, por no hablar de Jillian. Me
pregunto si una
mamada en la cocina fue lo que ella tenía en mente cuando
dijo cuida
de el en España.
—¿Nosotros?—
—¿Qué? ¿Nosotros
que? — pregunte.
—Podría ser nosotros contigo — sonrió.
—¿No estamos ya siendo nosotros? —
—Si, estamos siendo nosotros en
vacaciones. Es un poco diferente
ser nosotros de vuelta en casa, en el mundo real. Yo
viajo todo el
tiempo, y eso cobra peaje en la unidad. —
dijo, sus cejas unidas.
Eso tomo todas mis fuerzas, todas, por no hacer una broma
acerca
de la unidad de nosotros.
—Simon, relájate. Sé que viajas.
Soy muy consciente. Sigue
trayéndome cosas bonitas de lugares lejanos, y esta chica
no tiene
ningún problema con tu nosotros, ¿de
acuerdo? — di una palmadita
en su mano.
—Cosas bonitas puedo hacerlo.
Garantizado. —
—Hablando de eso, ¿A dónde iras la próxima?—
—Estaré en casa por un par de
semanas, y después me dirigiré al sur
un poco. —
—¿Abajo al sur? ¿Cómo
LA? —
—No, un poco más al sur. —
—¿San Diego?—
—Más al sur —
—Educado en Stanford, ¿verdad? ¿Dónde iras?—
—¿Prometes que no te enojaras? —
—Escúpelo, Simon. —
—Perú. Los Andes. Más específicamente,
Machu Picchu. —
—¿Qué? Oh, hombre, eso es todo.
Oficialmente te odio. Estaré en
San Francisco, planeando los árboles navideños de la
gente rica, ¿y tu
obtienes ir allí?—
—¿Te enviare una postal? — se ve como un niño tratando de zafarse
de un problema —Además, no sé por
qué estás tan enojada. Tu amas
tu trabajo, Caroline. Ni siquiera trates de decirme que
no lo haces. —
—Si, amo mi trabajo, pero justo
ahora desearía dirigirme al sur —
resople, alejando mis pies.
—Bueno, si quieres dirigirte al
sur, puedo pensar en algo… —
Puse mi mano frente a su boca —
No hay manera, no voy a
machuuing tu picchu ahora. Huhuh. —
dije con firmeza, no dudando
ni un poco cuando el comenzó a presionar besos contra la
palma de
mi mano. Ni un poco…
—¿Caroline? —
susurró contra mi mano.
—¿Si? —
—Un día —
comenzó, removiendo mi mano y dejando pequeños
besos a lo largo del interior de mi brazo — un día… — beso —
prometo… — beso, beso — llevarte... — beso — y seducirte… — beso,
beso — en Perú —
termino, ahora arrodillado frente a mi y dibujando
con su boca a través de mi hombro, retirando la tela para
entretenerse con mi clavícula, sus labios volviéndome
caliente y
temblorosa.
—¿Quieres seducirme en Perú? — pregunté, mi voz alta y estúpida y
no engañándolo ni por un segundo. El sabía exactamente
como me
estaba afectando.
—Verdad —
sus dedos se enredaron en mi pelo y llevo mi boca a la
suya. Trate por un segundo salir con algo que rimara con
verdad,
pero me rendí y lo bese de vuelta con todo lo que tenía.
Y así, lo deje
enredarse conmigo en la terraza, con vistas al océano.
Que era…
azul. Ejem.
Toda la semana, hemos estado viendo señales de un
festival
armándose alrededor de la ciudad. Comenzaba esta noche,
como si
celebráramos mi partida, y nos dirigíamos a cenar afuera,
a algún
lugar considerablemente más elegante que los lugares en
los que
hemos estado comiendo toda la semana. He descubierto que
Simon y
yo éramos muy similares en muchos de nuestros gustos. Me
gustaba
vestirme y producirme de vez en cuando, pero prefería
muchas mas
las cosas pequeñas, los lugares casuales, también el. Asi
que esta
noche, vamos a vestirnos e ir a algún lugar un poco
elegante, y luego
quizás al festival, tengo un sentimiento especial a el.
Estaba
definitivamente ansiosa por esta noche, en mas maneras
que solo
una.
Dicen que cuando un soldado pierde una pierna en una
batalla, a
veces, mas tarde en la noche, puede todavía sentir
punzadas en esa
pierna – dolor fantasma, lo
llaman. Perdí a O en una batalla, la
batalla de Cory Weinstein – ese
maquina-ametralladora hijo de puta –
y todavía sentía las replicas. Y por replicas me refiero
a nada en
absoluto. Pero había un fin a la vista. He estado
sintiendo punzadas
del fantasma de O toda la semana, y estaba esperando con
ansias
que volviera hoy en la noche. La Vuelta de O. Por
supuesto yo lo
vería como una película de ciencia ficción en mi cabeza – pero
realmente, si ella iba a regresar, capitalizaría
cualquier cosa.
Cualquier Cosa.
Porque esta noche, admiradores del deporte, yo iba a
tener un poco.
No por poner un punto fino en eso, pero estaba lista para
un poco del
Simon Wang.
Corrí los dedos por mi pelo una vez mas, notando como el
fuerte sol
le había sacado tonos color miel. Alisé la parte
delantera de mi
vestido, lino blanco con un poco de movimiento en la
falda. Lo
combiné con un poco de joyería color turquesa que compre
en la
ciudad y pequeñas sandalias de piel de serpiente. Estoy
mejor vestida
que lo que me he vestido en la semana, y – poniendo de lado los
nervios – me sentía muy bien. Me
di una última mirada en el espejo,
notando que mis mejillas estaban bastante rosadas, y ni
siquiera me
he puesto rubor.
Fui a la cocina para tomar un rápido vaso de vino y
esperar a Simon.
Mientras tomaba el Cava, lo vi en la terraza, mirando el
océano.
Sonreí cuando vi que llevaba una camisa de lino blanco.
Estaremos
muy combinados hoy. Pantalones beige completan su
vestuario, y se
giró justo cuando estaba saliendo a su encuentro. Mis
tacones
golpeando a través de la piedra mientras bebía mi vino
burbujeando,
y se echó hacia atrás con los brazos cruzados sobre la
barandilla de
hierro forjado. Como fotógrafo, era innatamente
consciente del tipo
de imagen que estaba creando, estaba segura de ello. Cada
vez que
se inclinaba, rezumaba sexo. Yo solo esperaba no caerme
con mis
tacones… sexo rezumando puede ser
resbaloso.
Le ofrecí mi vino, y me dejo llevar la copa a sus labios.
Lentamente,
tomo un sorbo, sus ojos en los míos. Cuando quite la
copa,
rápidamente enredo un brazo alrededor de mi cintura y me
atrajo
hacia el, besándome profundamente, el sabor del vino
intenso en su
lengua.
—Te ves…bien
— suspiró, alejándose de mis labios para presionar su
boca contra la piel justo debajo de mi oreja, su nuca me
hace
cosquillas en la forma mas fantástica.
—¿Bien? —
pregunté, inclinando mi cabeza hacia atrás para alentar
todo lo que el estaba haciendo.
—Bien. Lo suficiente buena como
para comer — susurró, rozando mi
cuello con sus dientes, solo lo suficiente para hacerme
consciente de
ellos.
—Wow —
fue todo lo que pude decir mientras envolvía mis brazos
alrededor de su cuello y me hundía en su abrazo.
El sol empezaba a ponerse, arrojando un resplandor
caliente por
todas partes, haciendo la terracota resplandecer rojo y
naranja,
recubriéndonos en fuego. Mis ojos se sintieron atraídos
por el azul
frio del mar golpeando contra las rocas debajo, la sal en
el aire
presente en mi lengua. Me aferre a el, dejándome sentir y
experimentar todo. Su cuerpo, duro y caliente contra el mío,
la
sensación de su pelo desgreñado contra mi mejilla, el
calor de la
barandilla contra mi cadera, la emoción de cada célula en
mi cuerpo
se encrespa hacia este hombre y el placer que seguramente
me va a
traer.
—¿Estás lista? —
preguntó, su voz ronca en mi oído.
—Tan lista —
gemí, rodando mis ojos en mi cabeza ante la cercanía
de el, la sensación de el.
Y luego Simon me llevo a la ciudad.
Después de que Simon me había llevado al borde con sus
besos en la
terraza, el literalmente me había llevado hasta el
abismo. Ahora
estábamos en un restaurante con vistas al agua, que era fácil
de
hacer en un pueblo costero. Pero donde pequeños
hoyo-en-la-pared
que hemos estado frecuentando esta semana tenían su
encanto
acogedor, este era un restaurante romántico con un énfasis
en
romance. Romance fue servido en bandeja aquí. Estaba en
el vino,
los cuadros en las paredes, el suelo bajo nuestros pies,
y en case de
que te pierdas el romance, también estaba siendo
canalizado a través
del aire. Si entrecierro los ojos, puedo ver la palabra
romance flotar
en el aire en la brisa del mar…
tuve que realmente entrecerrar los
ojos, pero estaba allí, te lo digo.
Del piso al techo los paneles de la ventana han sido
corridos para
dejar entrar el aire costero, y cientos de candelitas
brillaban en copas
huracanadas. Cada mesa estaba forrada en blanco, con
vasos bajos
rebosantes de flores de dalia en ricos tonos carmesí,
granada, y
fucsia lujurioso. Pequeñas luces blancas navideñas
torcidas en las
vigas de madera encima de nuestras cabezas lanzaban un
tono sepia
mágico sobre toda la escena. En este restaurante no había
niños, ni
mesas de cuatro o seis. No, este restaurante estaba lleno
de
amantes, viejos y nuevos.
Ahora nos sentamos, apretados cerca en un bar color
caoba,
lentamente bebiendo vino y esperando nuestra propia pequeña
mesa.
La mano de sino se apoyó contra la parte baja de mi
espalda, me
reclama en silencio y de manera sucinta.
El camarero coloco una bandeja de ostras en la barra
frente a
nosotros. Torcidas y arrugadas, brillaban, con rodajas de
limón
ubicadas aquí y allá. Simon levanto una ceja, y asentí
con la cabeza
mientras el apretaba un limón, sus fuertes y eróticos
dedos haciendo
el trabajo erótico con las ostras. Arranco uno de su casa
y lo llevo a
mi boca en un pequeño tenedor.
—Abre, Chica Camisón Rosa — instruyo, y por su puesto hice como
dijo.
Frio, fresco, como una explosión de agua de mar en mi
boca, yo
gemía alrededor del tenedor mientras se deslizaba fuera.
Agarro su
propia ostra y la tiro hacia atrás como un hombre, lamiéndose
los
labios mientras miraba este pequeño juego de pornografía
con
comida. Me guiño un ojo mientras yo miraba lejos,
tratando de no
notar cuan desesperadamente caliente estaba. Todo el día
había sido
como una bola gigante y controlada de tensión sexual, una
quemadura lenta que se estaba encendiendo en un incendio
forestal.
Sorbió dos más en rápida sucesión, y cuando vi su lengua
salir para
lamer sus labios, sentí el impulso repentino de ayudarlo.
Sin
vergüenza ni sentido del decoro social, cerré la
distancia entre
nosotros y lo bese, fuerte.
Sonrió sorprendido, pero me devolvió el beso con la misma
intensidad. La dulzura y ternura que había marinado entre
nosotros
ahora se deterioró rápidamente a tócame-toda tócame-tócameahora,
y yo quería todo eso. Mi cuerpo entero se volvió hacia a
el,
mis piernas entre las suyas mientras sus dedos
encontraron mi piel
justo por encima del dobladillo de mi vestido. Nos estábamos
besando, besando sin cuartel al estilo Hollywood. Lento,
descuidado,
húmedo y maravilloso. Mi cabeza se inclinó para que
pudiera darle un
beso más profundo, mi lengua deslizándose contra la suya,
guiando y
luego dejándolo guiar. El sabia a dulce y salado y
limones, y era todo
lo que no podía hacer agarrarlo por su bonita camisa de
lino a mi
manera con el en la parte superior de la barra, pero de
una manera
muy elegante, si te importa.
Escuche a alguien aclarar su garganta, y abrí mis ojos
para ver mis
sexy zafiros, y un avergonzado anfitrión.
—Disculpe, señor(1), ¿su mesa esta lista? — pregunto,
cuidadosamente evitando sus ojos de nuestra puesta en
escena en su
muy romántico, pero todavía muy publica, restaurante.
Yo podría haber gemido un poco mientras Simon quitaba sus
manos y
tiraba de mi silla para que me pudiera levantar. Tomando
mis manos
y tirando de mi, sonrió mientras me tambaleaba un poco
sobre mis
pies. El sonrió al camarero.
—Ostras, hombre, ostras — Simon se rio un poco mientras
arrastrábamos nuestros pies hasta nuestra mesa. Estaba
lista para
dejar salir un bufido indignado hasta que lo vi
acomodarse
discretamente. No era la única que se estaba quemando
lento…
Trague mi bufido y sonreí serenamente, bajando los ojos
lo suficiente
para que el sepa que yo sabía. Cuando llegamos a nuestra
mesa,
Simon saco la silla para mi. Mientras me deslizaba en
ella, deje mi
mano a la deriva lo suficiente como para
accidentalmente-a-propósito
rozarlo, sentir que tan encendido estaba. Lo oí sisear, y
sonreí para
mis adentros. Justo cuando fui para el roce número dos,
agarro mi
mano con fuerza entre las suyas, apretándose contra mi.
El aliento se
quedó en mi garganta mientras lo sentí endurecerse aún más
bajo
nuestras manos.
—¿Necesito cambiar tu nombre a
Chica Traviesa? — murmuro, bajo y
grueso en mi oído. Cerré mis ojos y trate de hacerme de
control
mientras el se sentaba frente a mi, sonriendo de manera
diabólica. A
medida que nuestro camarero se ocupaba de nosotros,
enderezando
los manteles y la presentación de los menús, yo solo tenía
ojos para
Simon, arrogante y hermoso, frente a mi en la mesa. Esta
comida iba
a durar para siempre.
La comida si duro para siempre, pero por mucho que me dolía
el
llegar a tener a Simon a solas otra vez también quería
que esta
noche nunca terminara. Nos sirvieron una hermosa paella,
estilo
costero con trozos de gambas y langosta, chorizo y
guisantes. Hecho
en la forma tradicional, casi imposible de recrear, el
simple plato poco
profundo había sido cocinado para permitir que el arroz
con azafrán
en el fondo fuera crujiente y delicioso en todos los
sentidos de la
palabra. Terminamos una adorable botella de vino rosado y
ahora
estábamos perezosamente bebiendo pequeños vasos de Ponche
Caballero, un brandy español con toques de naranja y
canela.
El licor era picante mientras lo movía con la lengua en
mi boca.
Estaba placenteramente caliente y más placenteramente
achispada.
No borracha, solo embriagada lo suficiente como para ser
hiperconsciente de mis alrededores y encontrar nada y
todo sensual:
la forma en que el agua ardiente se deslizo por mi
garganta, la
sensación de la pierna de Simon contra la mía debajo de
la mesa, la
forma en que mi cuerpo había empezado a tararear. Toda la
población, al parecer, estaba fuera de casa esta noche y
en un
ambiente de celebración de la fiesta dando inicio en el
centro de la
ciudad. La energía estaba en carne viva y un poco
salvaje. Me senté
en mi silla, jugando con Simon con mi dedo gordo del pie,
con una
sonrisa tonta en mi cara mientras me miraba duro.
—Comí tu paella una vez — dijo de repente.
—¿Perdón? —
espeté, atrapando la gota de brandy en mi labio antes
que se deslizara hasta mi vestido.
—En Tahoe, ¿recuerdas?
Nos hiciste a todos paella —
—Cierto, cierto, lo hice. No como
la que comimos hoy, pero era
bastante buena — sonreí, pensando
en esa noche — Según recuerdo,
pulimos un poco de vino también —
—Si, comimos paella y tomamos
vino, juntamos a los otros, y luego
me besaste —
—Lo hicimos, y si, lo hice — me ruborice.
—Y luego actué como un idiota — respondió, su rubor ahora presente
también.
—Lo hiciste —
estuve de acuerdo con una sonrisa.
—¿Sabes por qué verdad? Quiero
decir, tienes que saber que yo,
bueno, que yo te deseaba. Sabes eso, ¿verdad?
—
—Estaba presionado contra mi
pierna, Simon. Era consciente — reí,
tratando de terminar el tema, pero todavía pensando en cómo
me
sentí cuando hui de el en el jacuzzi.
—Caroline, vamos — me reprendió, sus ojos serios.
—Vamos, tu mismo. Estaba
realmente presionado contra mi pierna —
reí otra vez, un poco más débil.
—¿Esa noche? Jesús, hubiera sido
tan fácil, ¿sabes? En ese momento
ni siquiera estaba completamente seguro de por qué nos
detuve.
Creo que ya sabía que… —
—¿Sabías que? —
solicité.
—Sabía que contigo, sería el todo
o nada tipo de cosa. —
—¿Todo? —
chillé.
—Todo, Caroline. Necesito todo de
ti. ¿Esa noche? Hubiera sido
genial, pero demasiado pronto —
se inclinó sobre la mesa y tomo mi
mano — Ahora, estamos aquí — dijo, llevando mi mano a su boca. Me
dio suaves besos sobre mi mano luego abrió mi palma y
presiono
besos mojados en el centro —
Donde puedo tomarme mi tiempo
contigo — dijo, besando mi mano
otra vez mientras lo miraba.
—¿Simon?
—¿Si?
—Estoy muy contenta de que esperáramos.
—Yo también.
—Pero realmente no creo que pueda
esperar más tiempo.
—Gracias a Dios —
sonrió y le hizo señas al camarero.
Reímos como adolescentes mientras pagábamos la cuenta y
comenzábamos nuestro comino colina arriba hacia el auto.
El festival
estaba en su máximo vigor ahora, pasamos por parte de el
en
nuestro camino de vuelta. Linternas iluminaron el cielo
sobre
nuestras cabezas mientras un tambor latía fuerte, y vimos
gente
bailando en las calles. Esa energía estaba de nuevo, esa
sensación de
abandono en el aire, y el brandy y esa energía golpearon
a Nervios
hacia abajo, hasta llegar a mis entrañas, donde la
Caroline de Abajo y
Wang amenazaron con pegarle hasta dejarlo sin vida. La
Caroline de
Abajo y Wang, sonaba como un dúo de rap…
Mientras llegamos al auto, fui a tomar la manija de la
puerta cuando
fui asaltada repentinamente por un muy intenso Señor
Parker. Sus
ojos ardían en los míos mientras me presionaba contra el
auto, sus
caderas fuertes y sus manos frenéticas en mi pelo y en mi
piel. Su
manos se deslizo a mi pierna, tomando mi muslo y colocándolo
alrededor de su cadera mientras gemía y gemía con la
fuerza que
estaba a punto de dejar correr salvajemente a través de
mi cuerpo y
alma.
Pero lo desaceleré, mis manos tirando de su pelo, haciéndolo
gemir
en respuesta — Llévame a casa,
Simon — susurre, presionando mas
besos en sus dulces labios — Y por
favor conduce rápido —
Incluso Corazón parecía contento, flotando alrededor.
Estaba todavía
cantando, pero una canción infinitamente mas sucia.
(1) dicho en español en el original.
* * * * *
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