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Traducido por Deeydra Ann’
Corregido por Juli_Arg
Cuatro.
Ese es el número de personas que me vieron
escondida en la
esquina de mi propio apartamento en tan sólo una
falda y un
sujetador.
Once.
Ese es el número de picaduras de hormiga que
tengo en mis pies
descalzos.
Veintisiete.
Es el número de veces que estuve tentada a
hacerme daño físico
porque soy una IDIOTA.
Una.
Ese es el número de veces que traté de no llorar,
pero fracasé.
Garrick se quedó en mi apartamento por unos diez
minutos después
de que me fui. Todo el tiempo mi mente era como
la de un niño de cinco
años que acababa de tomar una bañera llena de
bebidas energéticas.
¿Qué hacía él allí? ¿Sólo se vestía reeeaaalmente
lento? ¿Miraba mis
cosas? ¿Destrozaba mi casa porque había salido
corriendo y lo dejé ahí
como la más grande idiota de este lado de Kanye
West en los Video Music
Award‟s del 2009?
Cuando por fin salió, lo vi cerrar mi puerta, y
luego hacer una pausa.
Miró al número metálico del apartamiento clavado
en el revestimiento, y
sólo se quedó mirándolo por un rato. Luego
sacudió su cabeza y se dirigió
hacia su apartamento.
Esperé hasta que ya no pude verlo, y luego esperé
otros cinco
minutos más para estar segura (seis picaduras de
hormiga más, un
transeúnte más y cuatro visiones de hacerme daño
después).
Tan pronto como entré, me acurruqué en mi cama.
La misma cama
en la que casi había tenido sexo. La misma cama
en donde había
C
queridotener sexo... más o menos. La misma cama que
había ocupado un
increíblemente sexy y desnudo chico británico.
Tal vez acababa de saltar
por el precipicio a la Ciudad Locura, pero
juraría que el edredón todavía
se sentía cálido donde su cuerpo había estado. Al
igual que una completa
psicópata, apoyé mi cara en la almohada y olfateé
como las chicas en los
libros y en las películas siempre hacían para ver
si todavía podía captar su
esencia.
No pude. Y me sentí súper espeluznante.
Tampoco podía dormir en esta cama sin volverme
loca.
Moví mi almohada al sofá, donde me senté aturdida
probablemente
en shock. Por lo menos, pude asegurarme de que
esto fue sólo una
humillación privada. Nadie más tenía que saber lo
patética que era. Y,
después de exponer mi límite esquizofrénico
antes, estaba bastante segura
de que me iba a evitar tan ávidamente como yo
había planeado evitarlo
a él. Podríamos vivir en el mismo complejo de
apartamentos, pero, si por mí
fuera, nunca tendríamos que vernos otra vez.
***
La mañana llegó demasiado pronto, y me encontraba
rígida, de
dormir en mi sofá de mierda, durante toda la
noche. Además, mi cabeza
latía como si realmente me hubiera golpeado en la
cara como había
estado tentada anoche.
Estúpido tequila.
Me moví lentamente, arrastrándome a entrar y
salir de la ducha a un
ritmo mucho más lento de lo normal. Todavía tenía
el pelo mojado cuando
alguien llamó a mi puerta. Kelsey prácticamente
se cayó sobre mí cuando
abrí la puerta, porque había estado tratando de
echar un vistazo por la
mirilla.
Silenciosamente, sonrió y murmuró: —¿Todavía está
aquí?
Suspiré y dije: —No, Kels, se ha ido. —Me alejé
de ella, sosteniendo mi
cabeza para tratar de detener las vueltas que
ocurrían ahí, también. Dejé
la puerta abierta y caminé lejos, sabiendo que
ella había entrado, incluso si
no di una invitación.
—Alguien es un campista malhumorado esta mañana.
¿Qué es?
¿Fue horrible? ¿Él era como... minúsculo?
—¡No era minúsculo! —No es que tuviera mucho con
qué
compararlo, pero estaba bastante segura de que
ese no era el caso.
—Oh, ¿Así que sólo fue malo?
Sólo debí haberle dicho que no había ido hasta el
final, pero la
cabeza me latía y mi estómago se sentía revuelto,
y no quería ser forzada
a salir de nuevo esta noche para intentar el
número dos.
Así que mentí.
—Él estuvo bien. Sólo tengo resaca.
—¿Bien? ¿BIEN? Vamos, ¡Ese chico era espléndido!
Por favor, ¡Al
menos pretende que te gustó!
—¡Sí me gustó eso! —Si por “eso” hablábamos de la
única gran
sesión de besos de mi vida—. Él me gustó.
Esas palabras salieron de mi boca antes de que pensara
realmente
en las consecuencias.
—¡Oh no! —exclamóKelsey—. ¡No, no lo hagas! Sé
que fue tu primero
y todo, pero eso no significa que tengas que
saltar a insta-amor. Esto fue
puramente físico, eso es todo. Si tratas de hacer
algo estúpido como
casarte con este chico, personalmente te
arrastraré pataleando y gritando
lejos del altar.
—¡No! Tienes razón, por supuesto. —Me encogí de
hombros como si
no fuera la gran cosa, pero mi garganta se
encontraba seca y podía sentir
la piel de mi cuello y de mis mejillas poniéndose
roja. Esperaba que sólo
asumiera que me avergoncé, porque normalmente
podía distinguir mis
mentiras como nadie más—. Juro que no es la gran
cosa. No estoy
enamorada de él. No voy a casarme. De hecho, apenas me acuerdo de
él. —Y por apenas recuerdo me refiero a la mayor
parte que no pasó. Los
demás pensamientos... esos quedaron impresos en
mi cerebro. Ni siquiera
el poderoso tequila podía llevarse esos recuerdos
de mí. Sólo deseo que se
llevara los recuerdos de cómo terminó.
—Bueno, eso apesta. Pero todo está bien, ¿Verdad?
—Sí. —Me obligué a sonreír—. Todo está bien.
Kelsey me abrazó, y se sentía como uno de esos
momentos en los
que se suponía que debíamos unirnos, conectarnos
o pensar sobre la
misma cosa, pero desde que todo de mi parte era
una mentira, le devolví
el abrazo y traté de fingir que me reconfortaba
sobre mi torpeza.
—De acuerdo, ahora pon tu trasero en marcha. Si
no consigo café
antes de clase, me voy a morir. Mi horario de
sueño sigue apagado desde
las vacaciones de Navidad y me siento como un
maldito zombi. —Zombi
para Kelsey significaba que se encontraba en un 6
en la escala de alegría
en lugar de un 10.
Siempre pensé que yo era una persona extrovertida
hasta que me
convertí en estudiante de la especialidad de
Teatro. Entonces, me di
cuenta de que no me gustaba el silencio. Cuando
había un montón de
gente alrededor dispuesta a ser entretenida, me
di cuenta de que prefería
por mucho sólo observar.
El Starbucks en el campus se hallaba lleno de una
horda de otros
estudiantes zombis con falta de sueño. En el
momento en que conseguí mi
macchiato de caramelo, ya me encontraba más o
menos despierta y
definitivamente íbamos a llegar tarde para la
primera clase del último
semestre de nuestro último año de universidad.
Lo reservamos para el edificio de Bellas Artes,
espectacular más allá
de los grandes inconformistas del arte, fumando
fuera de las puertas.
Trotamos por el pasillo hasta estar bastante
seguras de que las puertas de
la pequeña caja negra del teatro en donde
teníamos clases de actuación
ya habían sido cerradas.
—Shipoopi8 —dijo Kelsey.
Entonces... porque somos estudiantes de teatro...
irrumpimos en la
canción de The Music Man.
Debido a que a veces la vida necesita un
poco de música. (Pero lo hicimos en silencio y
avanzando rápido, porque
todavía llegábamos tarde
a la clase).
No había manera de entrar a este teatro sin hacer
una ridícula
cantidad de ruido. Las puertas crujían y se
golpeaban sin importar lo que
hicieras. Empujamos las puertas e inmediatamente
escuché a Eric Barnes,
jefe del departamento, decir: —¡Tarde!
Automáticamente dijimos: —¡Lo siento, Eric!
Cuidando de que no derramáramos nuestros cafés,
nos abrimos
paso entre las cortinas que rodeaban las orillas
de la habitación, y tomé el
asiento vacío más cercano a las tarimas.
Puse abajo mi café y fui a organizar mis cosas,
hurgando en mi bolso
por un lápiz y mi carpeta.
—Como decía —continuó Eric—, Ben Jackson iba a
estar enseñando
este curso. —Ben prácticamente era nuestro
profesor favorito, pero le
habían ofrecido un papel en este nuevo
espectáculo asesino fuera de
Broadway y estaría tomándose el semestre libre—.
Pero como todos
ustedes saben, estará en Nueva York durante unos
meses. Para remplazarlo
por el momento, contamos con uno de nuestros más
talentosos ex
alumnos: el señor Taylor.
Finalmente encontré un aburrido lápiz en el fondo
de mi bolso.
Tendría que serlo. Kelsey escogió ese minuto para
tomar mi codo y darme
8Shipoopi: Título
de una canción de The Music Man, un musical de Broadway escrito por
Meredith Wilson.
un tirón hacia ella. La miré y luego al frente de
la clase, hacia donde ella
miraba. Entonces, el lápiz que tanto trabajo me
había costado encontrar
cayó de mi mano y rodó lejos, perdido en el
abismo bajo las tarimas.
El nuevo profesor me miraba, a pesar de que todo
el mundo
aplaudía, y probablemente él debería estar
saludando o por lo menos
sonriendo. Nuestros ojos se encontraron y, de
repente, me sentía muy
contenta de que ya hubiera puesto en el suelo mi
café.
Porque el nuevo profesor había estado desnudo en
mi cama hace
sólo ocho horas.
Garrick era mi maestro.
8
Traducido por rihano
Corregido por
Juli_Arg
Se sintió como si horas pasaron antes de que él
apartara la
vista de mí. Cuando lo hizo, la sonrisa que dio a
la clase era
incómoda, y tiró distraídamente de la corbata
alrededor de
su cuello.
—Gracias, Eric. Pero, por favor, todo el mundo,
llámeme Garrick.
Creo que en realidad podía sentir las hormonas
liberándose en la
atmósfera cuando las chicas en la habitación
oyeron su acento. Sentí a
Kelsey mirarme, pero fijé mis ojos en uno de los
focos del escenario
colgando por encima, y traté de que mi corazón
latiera rápidamente
hacia la sumisión. Esto era malo. Esto era TAN
MALO.
—Como dijo Eric, hice mi pre-grado aquí, y luego
me gradué en
mayo pasado con una maestría en Actuación de la
Universidad de Temple
en Filadelfia. Estuve trabajando en la escena
teatral ahí por unos seis
meses, cuando Eric me llamó y me preguntó si
estaría interesado en el
puesto temporal de aquí.
Le miré con el rabillo de mi ojo, a la vez
anticipando y temiendo el
pensamiento de hacer contacto visual con él. No
me miraba. De hecho,
todo su cuerpo se encontraba orientado hacia los
estudiantes en el otro
lado de la habitación, casi ignorando toda la
sección donde me senté.
Aparte del hecho de que él no miraba
intencionadamente a un lado de la
habitación, no había ninguna señal de que
estuviera preocupado o
cansado de ninguna manera; mientras yo podía
sentir el calor en mis
mejillas y mis manos temblaban mientras las
presionaba en mis rodillas.
—Me encantaron mis cuatro años aquí, y estoy,
eh...
Me miró, y no pude hacer otra cosa que devolverle
la mirada, con
los ojos abiertos y petrificada. Se aclaró la
garganta y volvió la mirada
hacia el otro lado de la habitación.
—Estoy muy emocionado de estar de vuelta.
Quería meterme en un agujero y morir.
S
Quería meterme en un agujero en el fondo de un
barranco, y luego
ser enterrada bajo una avalancha, y luego morir.
Yo quería... llorar.
Eric se excusó entonces, para dejarnos que conociéramos
a nuestro
nuevo maestro. Me hubiera gustado poder salir
también, porque se me
ocurrió que ya lo conocía muy bien.
—Bueno, entonces —comenzó Garrick—. Me doy cuenta
que no soy
mucho mayor que muchos de ustedes. —Otro
movimiento de sus ojos a los
míos. Se volvía casi imposible tragar.
—Pero mi objetivo aquí es proveerles con alguna
información sobre
el siguiente paso en su viaje, de alguien que no
está tan lejos de haber
terminado. A todos nos gusta Eric, Ben, Kate, y
el resto de la facultad, pero
seamos sinceros, no son exactamente los más
“chicos de la cuadra”. —
Toda la clase se echó a reír. Yo estaba demasiado
ocupada
concentrándome en no vomitar—. Era un mundo
diferente cuando
empezaron sus carreras. Cuando yo me encontraba
sentado donde
ustedes están, llamábamos a esta clase
Preparación Superior; creo que
ahora se llama el Negocio del Teatro. En esta,
vamos a estar cubriendo
todo, desde las audiciones, a las opciones de
carrera, a la Acción del
Actor. También pasaremos algún tiempo hablando de
la parte más
abstracta de las cosas. Porque, odio
desilusionarlos, chicos, pero la parte
más difícil de este negocio, no está en conseguir
los papeles o llegar a fin
de mes, aunque eso es difícil. Lo más difícil es
mantener el espíritu y
recordar por qué elegiste esto en primer lugar.
No tenía que tratar tanto de asustarnos sobre
nuestro futuro. Todos ya
operábamos en Nivel de Riesgo Naranja. Habíamos
estado teniendo en
plena noche, conversaciones profundas (en estado
de ebriedad, por
supuesto) desde que el año comenzó.
—Ahora, si no les importa. Me gustaría saber un
poco acerca de
todos ustedes. Por qué no me dicen sus nombres y
que están interesados
en hacer después de graduarse.
Había cerca de veinte chicos en la clase. Los
primeros ocho, o todos,
recitaban sus nombres seguidos del obligatorio:
“Me voy a mudar a Nueva
York.”
Cuando eres un actor, mudarte a Nueva York es,
más o menos, el
sueño. Esos que son afortunados, en realidad,
pueden llevar a cabo el
plan. Algunos tenemos que pensar un poco más
realistamente.
Cade, mi mejor amigo, además de Kelsey dijo:
—Cade Winston. En
este momento estoy un poco desgarrado entre la
Escuela Superior o sólo ir
directamente a las audiciones. Realmente, no
puedo decir si de verdad
quiero ir a la escuela superior o si sólo estoy
asustado.
Garrick sonrió, y aunque me volvía loca, sonreí
también. Me sentía así
acerca de un montón de cosas en mi vida... no
sólo la actuación.
Él dijo: —Bien. Eso es honesto, Cade. Y, cuanto
más honesto puedas
ser contigo mismo, mejor. Las esperanzas y los
sueños son geniales, pero
son mucho más fáciles de romper que un plan
sólido. Vamos a ver si
podemos averiguar exactamente lo que quieres
mientras estés en esta
clase.
Después de eso, fue como si todos se sintieran
bien por decir lo que
realmente pensaban, en lugar de lo que nos
parecía que se esperaba de
nosotros.
Pasamos tanto tiempo defendiendo nuestra elección
de hacer esto
que se vuelve difícil demostrar cualquier
vulnerabilidad en absoluto.
Sólo que hay tantas veces que puedes encontrarte
con alguien que
te pregunta por tu falla, cuando las cosas no
funcionan antes, que
empiezas a pensar que tal vez caer debería ser
sólo tu plan.
A veces me gustaría ser un poco más como Kelsey.
Ella
prácticamente no tenía miedo. Aunque, supongo,
que es fácil ser un poco
valiente cuando tu familia está cargada.
—KelseySummers. Me estoy tomando un año sabático
para viajar y
simplemente explorar antes de decidir lo que voy
a hacer. La gente
siempre dice que los actores más interesantes son
gente interesante, así
que imagino que es una buena inversión pasar un
poco de tiempo
volviéndome más fascinante de lo que ya soy.
—Diva —murmuré en voz baja.
Entrecerró los ojos, y dio un rápido pinchazo en
la parte posterior de
mi brazo como respuesta. Grité, y casi caigo de
mi asiento, al mismo
tiempo que Garrick volvió sus ojos hacia mí y
dijo: —¿Y tú?
Frotando mi brazo, tuve que apartar la mirada de
sus ojos antes de
que pudiera responder.
—Bliss Edwards. Estoy un poco dividida entre la
actuación y la
dirección de escena. Y puesto que en realidad no
ofrecen programas de
doctorados donde puedas hacer las dos cosas, creo
que voy a seguir
adelante y entrar en el, um, mercado de trabajo o
lo que sea.
Miré de nuevo hacia él, pero sus ojos ya se
habían trasladado a
Dom, quien se hallaba sentado una fila por encima
de mí.
Cerré los ojos y respiré profundo. La mano de
Kelsey encontró la mía,
y la apretó.
Tomó otros veinte minutos para terminar la
introducción porque,
bueno, somos gente de teatro. Nos encanta oírnos
hablar.
Con sólo cinco minutos para el final de la clase
Garrick dijo: —Muy
bien. Parece que todos le han dedicado al menos
un pensamiento al
siguiente paso. El miércoles quiero que todos
vengan a clase con su hoja
de vida, fotografías y estén dispuestos a audicionar.
—¿Por qué? —preguntóDom—. Es la primera semana de
clase. No
hay audiciones por un par de semanas. —A Dom le
encantaba oírse hablar
a sí mismo más que a la mayoría.
—No importa —respondió Garrick—. En el mundo
real, puedes ir a
diez audiciones en un día. Puedes tener semanas
para prepararte o
puedes tener una hora. Tu trabajo es sólo actuar
si consigues la parte,
hasta entonces tu trabajo es audicionar, así que
es mejor ser bueno en ello.
Váyanse. Nos vemos el miércoles.
Sonrió. No fue tan impresionante como las
sonrisas que tenía anoche,
pero, aún así, era suficiente para hacer que mis
pasos dudaran en mi
camino por las rampas.
Me encontraba en los telones, a escasos tres
metros de la puerta
cuando escuché: —Señorita Edwards, ¿Puedo hablar
con usted un
momento?
La cara de Kelsey se quedó atrapada en algún
lugar entre la
compasión y alegría. Por primera vez en doce
horas quería golpear a
alguien además de mí.
—¿Almuerzo al mediodía? —preguntó ella. Asentí
con la cabeza,
aunque no estaba segura de que sobreviviría hasta
el mediodía. Diablos, ni
siquiera estaba segura de que podría soportar ir
a mi siguiente clase.
Me tomé mi tiempo caminando hacia él, esperando
que el resto de
la clase se fuera. Dom actualmente bombardeaba a
Garrick con
preguntas, así que me tomó un segundo distraerme
con Cade. Donde
Kelsey era la amiga que me llevaba a bares y me
animaba a
comportarme estúpida, Cade era el amigo que
siempre sabía lo correcto
para decir.
Sus primeras palabras… —En una escala de uno a
perra, ¿Cómo está
tu resaca?
Levanté la comisura de mis labios en una sonrisa.
Eso fue todo lo que
pude manejar en mi vórtice de emociones, pero era
una sonrisa de todos
modos. —Depende… ¿Ahora mismo? Un sólido siete.
Si Dom intenta hablar
conmigo... vamos a necesitar una escala más
grande.
Se echó a reír, y algo me hizo preguntarme cómo
habría ido anoche
si le hubiera dicho a él mi secreto en lugar de a
Kelsey. De alguna manera
dudaba que las cosas hubieran resultado iguales.
—Tengo que correr. Cien-Poli. —Hizo una mueca, y
concordé,
contenta de que yo hubiera conseguido sacar eso
del camino el año
pasado.
—Vamos a hacer algo esta noche, ¿Está bien?
—Por supuesto. —Esta vez sonreí, porque Cade era
estupendo para
las distracciones, y eso era, sin duda, lo que
necesitaba en este momento.
Me besó en la mejilla, y luego siguió su camino.
Me volví hacia Garrick, para encontrarlo
mirándome, sus ojos oscuros
y entornados. Dom había desaparecido. Debe de
haber salido por las
puertas en el otro lado. Nos quedamos allí,
torpemente, durante varios
segundos. Sus manos metidas en los bolsillos, y
la mía jugueteando con el
bolso colgado sobre mis hombros.
Finalmente, se aclaró la garganta.
—¿Cómo está tu pierna?
Tragué saliva, y miré mis piernas. Hoy me había
puesto una falda
para mantenerla al descubierto. Incliné mi pierna
para que pudiera ver el
vendaje. —Bien. Me volví a vendar de nuevo esta
mañana. Está
ampollada, pero hasta donde sé, o bien de acuerdo
a Internet, eso es
normal.
Miré de vuelta, pero sus ojos seguían fijos en
mis piernas.
Me puse rígida. Dios, esto era tan difícil.
Se aclaró la garganta otra vez.
—Así que... estás en la universidad.
—Así que... tú no lo estás.
Se quedó inmóvil durante un segundo y luego se
volvió bruscamente
hacia un lado, alejándose a varios metros de distancia
de mí, y luego de
regreso. Sus dedos pasaron a través de su pelo en
frustración, y lo único en
lo que yo podía pensar era en mis propios dedos
en su pelo, y lo
increíblemente suave que había sido.
—Pensé… —empezó—. Bueno, no pensaba mucho en
absoluto.
Pero, no pareces como si estuvieras en la
universidad. Dije que fui a la
escuela aquí, y que acababa de mudarme de vuelta,
y tú dijiste “Yo
también” así que supuse que habías hecho lo
mismo.
Me mantuve teniendo esta necesidad irracional de
parpadear. No
iba a llorar ni nada, pero simplemente no podía
parar. Dije: —Yo vivía en
Texas cuando era muy joven. Quise decir que me
mudé aquí por la
escuela.
Asintió con la cabeza una vez, y luego siguió
asintiendo. Así pues, él
asentía con la cabeza y yo parpadeaba y ninguno
de los dos decía lo que
realmente necesitaba ser dicho.
Y como no podía soportar el silencio, fui la
primera en romperlo.
—No se lo diré a nadie. —Sus cejas se arquearon,
pero no podía
decir si era por sorpresa o juzgando o sólo un
tic facial—. Quiero decir que
no hay nada... no es que nosotros... quiero decir
que en realidad no... um,
hicimos la bestia de dos espaldas y todo eso.
OH. MY. DIOS.
MATAMEAHORAMATAMEAHORAMATAMEAHORAMATAMEAHORAAA
AAA.
¿La bestia de dos espaldas? ¿En serio?
Tengo 22 años de edad, y en lugar de simplemente
escupir la
palabra sexo, ¡He usado una referencia a
Shakespeare! Una muy
embarazosa referencia a Shakespeare.
¡Y él sonreía! Y su sonrisa hacía cosas
divertidas a mis adentros que
me tenían pensando en la noche pasada, lo cual
era algo que no
necesitaba, en absoluto, estar pensando en estos
momentos. Sin bestias.
Sin espaldas. Sin anoche.
Aparté la mirada, tratando de no perder la
cabeza. Tomé una
respiración profunda, y dije con tanta calma como
pude. —Esto no tiene
por qué ser un gran problema.
Se tomó un momento para contestar, y me pregunté
si esperaba a
que lo mirara. Si así era, él estaría esperando
un rato.
—Tienes razón. Los dos somos adultos. Podemos
olvidar lo que pasó.
No había manera de que yo pudiera olvidar lo que
pasó. Pero
podría fingir.
Podría actuar.
—Correcto. —Asentí.
Me volví para salir, pero su voz me detuvo.
—¿Cómo está tu gato?
—¿Qué gato? ¡Oh! MI GATO. El gato... que es mío. Oh, ella está... —
Yo había dicho que era mujer, ¿Verdad?—. Está
bien. Toda maullando y
ronroneando y otras cosas de gato.
Dios, ¿Por qué la puerta tenía que estar tan
lejos?
Seguí caminando, diciendo mis últimas palabras
por sobre mis
hombros.
—Tengo que ir a clase. Te veré el miércoles
supongo, está bien,
¡Adiós!
Aceleré, saliendo por la puerta, por el pasillo,
hacia el ala de arte,
más allá del salón de clases de cerámica, y hacia
el cuarto de baño
inutilizado, que nadie usaba. Entonces me hundí
hasta las rodillas (en el
PISO DEL BAÑO. Claramente, yo estaba angustiada
porque... TORPE).
Me concentré en no hiperventilar. Sólo yo podría
tener un romance
con un maestro de forma accidental. Sabía que una
cosa era segura. No
había manera en el infierno de que yo fuera a ir
mi siguiente clase.
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