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Cora Carmack - Losing it Cap.5 y 6

5
Traducido por Lunnanotte
Corregido por Vericity
El beso terminó demasiado pronto.
Un gemido de decepción embarazoso abandonó mi boca,
pero no pude evitarlo. Por suerte, Garrick no había
terminado. Se puso de pie y me levantó por los codos. Me
atrajo hasta que nuestros cuerpos encajaban entre sí de una manera que
no había sido posible cuando estaba sentada.
—Eso esta mejor —dijo.
No me molesté en convenir. Me alzó de puntillas y me besó.
Comparado con nuestro beso anterior, este era lento, exploratorio y como
leña al fuego. Una de sus manos se cerró alrededor de mi cuello, su pulgar
presionando suavemente en mi clavícula. La otra bailó desde mi cabello a
mi hombro, a la cadera, y luego de vuelta.
Por una vez en mi vida, simplemente me concentré en la sensación
de un chico contra mí, el roce de su lengua contra la mía, los alfilerazos de
calor en los dedos que presionaban en mi piel. No pensaba en nada, no
sobre mi aliento, o si mis manos estaban en el lugar correcto, o lo que él
esperaba. Me perdí en él.
Mis manos descansaban en sus caderas, y deseaba hacer mi propia
exploración. Saqué mis manos hasta que descansaron sobre su estómago
entre nosotros. Con mi movimiento, sus labios se apretaron mas duros
contra los míos. Su lengua empujó un poco más duro. Deslicé ambas
manos, sintiendo las duras curvas de su cuerpo bajo la tela de su camisa.
Cuando mi exploración llegó a su pecho, su mano tiró de mi cadera hacia
delante, de modo que mi estómago se apretó contra él.
Podía sentir la forma en que me deseaba y un hilo de ansiedad se
formó en mi espalda. Luego, su beso se volvió más duro y más rápido, y
corrí a seguir su ejemplo, ignorando mis nervios. Dejé una mano sobre su
pecho y la otra envuelta alrededor de su cuello, levantándome más allá
de las puntas de mis pies, para que mis caderas se alinearan con las suyas.
E
Garrick rompió el beso, y exhaló temblorosamente contra mis labios.
El azul brillante que había visto en sus ojos anteriormente fue superado casi
por completo por sus pupilas negras. Puso una mano en mi barbilla, su
pulgar tiró de mi labio inferior. Durante varios largos segundos, solo
estudiándome.
Eres ridículamente sexy, ya sabes.
Bajé mis talones al suelo, mis pantorrillas quemaban demasiado para
permanecer de puntillas. Y no podía mirarlo a los ojos, ya no más.
Cada vez que casi había apagado completamente mi cerebro. Él
decía algo para volver a encenderlo. Le dije: —Sabes que no necesitas esa
línea. Ya estaba besándote.
—Y que buen beso era. —Su pulgar rozaba mi labio otra vez. Inclinó
mi rostro para arriba de vuelta hacia él—. Me gustaría volver a hacerlo en
un lugar que no sea tu cuarto de baño.
—Oh, está bien. —¿Estaba pidiendo ir a mi habitación? Estaba
bastante segura que estaba pidiendo que fuéramos a mi dormitorio.
Busqué a tientas la perilla de la puerta durante unos segundos antes de
que mi nublado cerebro lograra mover la puerta abierta. Salimos al pasillo
oscuro de nuevo, y su mano encontró mi espalda una vez más.
—Lo siento, la luz del pasillo no sirve, y no he tenido oportunidad de
cambiarla.
Sus labios estaban justo al lado de mi oído cuando respondió—: No
me importa la oscuridad.
Todos los diminutos vellos a lo largo de mi piel se erizaron.
Entramos en la sala de estar, y encendí una luz que funcionaba
efectivamente. Mi apartamento era un desván con un plan de piso
abierto. Dos paredes eran de ladrillo, y otra estaba pintada de un bonito
color ciruela. El techo era alto con tubos expuestos que atravesaban por
encima de nosotros. Mi habitación estaba desviada a la derecha,
separada del salón solo por una cortina lavanda ya que realmente no
tenía una puerta.
—Bien, esta es mi sala de estar —Hice un gesto con la mano, sin
saber si esperaba un tour o si simplemente debería pasar a la habitación.
Nunca había hecho esto antes, así que no tenía idea de si se suponía
que íbamos a hacer las sutilezas tradicionales primero. Mi corazón corrió
salvajemente mientras caminaba por la habitación, inspeccionando una
pintura aquí, unos adornos allá.
—Es agradable, se adapta a ti, creo.
Yo estaba radiante. Me encantaba este apartamento. Siempre me
hacía sentir que estaba en un episodio de Friends.
—Me da vergüenza decir que mi lugar está todavía cubierto de
cajas. No habríamos hecho un recorrido muy interesante.
Dios, como me hubiera gustado estar en su casa. Entonces estaría en
control. Odiaba no saber qué tenía que hacer a continuación. Sus ojos se
posaron en la cortina que conducía a mi habitación. Fue rápido. Sus ojos
fueron casi inmediatamente de nuevo a la lámpara al lado de donde
estaba parado, pero lo vi.
Eso fue todo. Estaba a punto de tener sexo
¿Debería decirle que era virgen? Debo decirle.
¿Le digo ahora? ¿O justo antes?
Recordé el consejo de Kelsey, y me obligué a marcar de nuevo mis
temores. Bajé tanto el volumen que podía fingir que no estaba pensando
en nada.
Antes de que me acobardara, caminé hacia adelante y le tendí la
mano. La tomó de inmediato, y lo llevé a través de la cortina, y dentro de
mi dormitorio.
No había luces de techo en esta zona, así que encendí la lámpara
de mi derecha, y luego lo dejé para encender otra al lado de mi cama.
Cuando me di la vuelta estaba sosteniendo la indecentemente
corta minifalda que Kelsey me había hecho probar antes.
Sus ojos se encontraron con los míos, y su sonrisa hizo que mis
pulmones se sintieran como si estuvieran al borde del colapso. Agarré la
minifalda de sus manos, recogí algunos otros artículos de ropa todavía en
mi cama y los arrojé dentro de mi armario.
—Lo siento por eso.
—No me oyes quejándome.
Levanté una ceja y dije: —Olvídate de eso. Nunca me verás en esa
falda.
—¿Nunca? ¿Eso es un reto, amor?
—Es una promesa.
Rodeó la esquina de mi cama para unírseme en el espacio entre la
cama y la pared.
—Me sentiría muy cómodo ayudándote a romper esa promesa. —
Colocó una mano sobre mi hombro, sumergiendo su dedo índice por
debajo del tirante de mi camiseta.
—Estoy segura de que estarías cómodo ayudándome a hacer un
montón de cosas.
Su mano se tensó sobre mi hombro y sus ojos se posaron en mis
labios.
—Lo haría.
Entonces me besó.
No se molestó en hacerlo suave y dulce esta vez. Había una
desesperada hambre que me hizo jadear en su boca. Sus dientes tiraron
de mi labio inferior de la misma manera que su pulgar había hecho antes y
todo mi cuerpo se estremeció en respuesta. Se inclinó ligeramente, y barrió
un brazo alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia arriba y contra él
para que nuestros cuerpos se alinearan perfectamente.
Mis pies apenas rozaban el suelo, pero no me importaba. Me estaba
sosteniendo. Enterré mis manos en sus cabellos desordenados y me lancé
en el beso. Dio unos pasos hacia atrás y se sentó en el borde de mi cama.
Por instinto, mis piernas fueron a ambos lados de sus rodillas, a horcajadas
sobre él. La mano que había estado alrededor de mi cintura, curvada
alrededor de mi trasero y me tiró contra él.
Si tenía alguna duda sobre dónde se dirigía, desapareció entonces.
Me atrajo de nuevo, inclinado el mismo sus caderas al mismo tiempo, y
rompí el beso jadeando. Su boca se deslizó por mi barbilla y abajo de mi
cuello.
Sus labios se demoraron por encima del punto de mi pulso. Su lengua
cepilló a través de la piel sensible. Continuó por encima de mi clavícula
hasta que mi camiseta bloqueaba cualquier progreso. Creí que iba a
parar, pero deslizó el tirante superior de mi camiseta por mi hombro, y sus
labios nunca dejaron mi piel. Su otra mano se coló por debajo de la parte
inferior de mi camisa, burlándose de la piel alrededor de la pretina de mi
falda.
Mis manos estaban todavía enredadas en su cabello, apretando mi
agarre y tiré de su cara a la mía de nuevo. Su mano acarició más alto
mientras nos besábamos, suavizando mis costillas, mi piel ardiendo a su
paso. Cuando su mano ahuecó mi pecho, me estremecí contra él y gimió.
La falda que había arrojado antes estaba arriba alrededor de mis muslos, y
había muy poco entre nosotros. Incliné mis caderas hacia delante de
nuevo, y esta vez fui yo la que gimió. Cuando la otra mano encontró el
borde de mi camisa, fue para tirar de ella hacia arriba y por encima de mi
cabeza.
Rompimos nuestro beso para permitir que la tela pasara entre
nosotros. Me resistí a la tentación de taparme cuando su mirada pasó por
encima de mí. Y Dios, estaba agradecida de que Kelsey había insistido en
que me pusiera un poco de lencería linda. Este conjunto en particular era
de encaje negro y blanco.
Cuando me miró, lo hizo con evidente deseo de tal manera que
sabía que no le importaba el poco volumen que me había estresado
antes. Su mano derecha amasaba mi pecho, mientras la izquierda
encontró mi cuello. Puso mi cara cerca de la suya. Pensé que iba a
besarme de nuevo, pero en el último segundo, giró, y presionó su mejilla
contra la mía.
Besó el borde de la mandíbula, justo debajo de la oreja. Y Dios, se
sintió increíble. Fue solo un pequeño beso inocente, pero me hizo agarrar
su cabello y empujar mis caderas hacia abajo, contra las suyas.
Sus labios rozaron la concha de mi oreja mientras me susurraba—:
¿He dicho ridículamente sexy? Quise decir increíblemente sexy.
Estaba increíblemente encendida.
Me besó de nuevo, y luego se giró y me puso de espaldas contra la
cama. Hizo una pausa para tirar de su camisa sobre su cabeza y, por
primera vez, pude ver los duros planos de su cuerpo que me habían
fascinado antes. Se levantó sobre sus rodillas, mis piernas todavía
extendidas a ambos lados de él. Se detuvo para estudiarme de nuevo.
Esta era la parte en que debería decirle.
Solo debería decirlo.
Simplemente escupirlo.
Soy virgen.
Son sólo tres palabras.
No es tan difícil. ¿Verdad?
Tragué saliva, y me aclaré la garganta.
Entonces agachó la cabeza y presionó sus labios contra la piel de mi
estómago, y todos mis pensamientos desaparecieron.
6
Traducido por krispipe
Corregido por Vericity
Era posible que no pudiera llegar al sexo. De la forma en la
que él estaba trazando mi cuerpo con sus labios iba a sufrir
una combustión espontánea antes de llegar tan lejos.
Sus dedos se arrastraron hasta mis muslos y acariciaron la piel
de mi cadera justo debajo de la cintura de mi ropa interior. Algo en mi
cerebro estalló, y el pánico me llenó.
Iba a ser tan terrible en esto… probablemente la peor que él nunca
habría tenido. Y entonces nunca querría volver a verme (y realmente
quería verlo de nuevo). Probablemente estaría traumatizada y no querría
volver a tener relaciones sexuales, lo que significaba que cada relación
durante el resto de mi vida fallaría, y terminaría sola y miserable con nueve
gatos y un hurón.
No quería terminar sola y miserable con nueve gatos y un hurón.
Entonces una de sus manos empujó mis bragas a un lado, y yo era
cualquier cosa menos miserable.
Oscuridad danzó alrededor de los bordes de mi visión, y todas las
sensaciones en mi cuerpo parecían reducirse a ese lugar donde estaba
tocándome, y por el sagrado corazón, se sentía increíble. Sus dedos
tocaron un lugar dentro de mí que me hizo arquear hacia arriba y hacia él.
Inclinó la cabeza y empezó a dejar besos sobre mi pecho.
Mis manos tenían mente propia mientras amasaban su espalda, y
luego se deslizaron alrededor de su estómago, donde abrí el botón de sus
pantalones vaqueros. Hizo un sonido en la parte posterior de mi garganta,
y sus labios se estrellaron contra los míos. Me besó con fiereza,
presionándome hacia abajo en el colchón. Los besos se mantuvieron, más
y más rápidos, y necesitaba más. Deslicé mi mano por la piel de su
estómago, al frente de sus vaqueros. Entonces sus labios se separaron de
los míos con un gemido. Se tiró hacia atrás, pero mantuvo sus labios a
milímetros de los míos. Su aliento salió en una ráfaga.
—Oh Dios, Bliss…
E
Dio un prolongado beso final a mis labios, y luego retrocedió hasta
quedar de rodillas encima de mí. Oí el tintineo metálico de la cremallera, y
mantuve los ojos fijos en el marco de sus hombros mientras jugueteaba con
su ropa. Se paró unos segundos, y fijé mis ojos en el techo. Quería esto.
Mucho.
Estaba a punto de repetir mi mantra otra vez cuando sus labios y sus
manos volvieron a mí, frenéticos, casi desesperados.
Podía sentir la presión construyéndose en mi interior, y todos los
músculos de mis piernas estaban tirantes mientras esperaba a lo que sabía
que vendría.
Luego arrastró mis bragas por mis piernas, y su cuerpo se acomodó
en el hueco de mis muslos, y era como si acabara de ser sumergida en
hielo.
Estaba a punto de tener relaciones sexuales.
Con un tipo que acababa de conocer, del que no sabía
absolutamente nada.
Y él no sabía nada de … incluyendo el hecho de que era virgen.
Y Dios, quería seguir con esto. Estaba harta de ser virgen, y él era
increíblemente sexy, pero esta no era yo.
No podía hacer esto. No con él.
Simplemente… no podía.
Me quedé inmóvil debajo de él, pero su boca continuaba adorando
la unión entre mi cuello y mi hombro.
Debería haberle dicho que era virgen o que no estaba lista. No
habría sido bonito o fácil, pero al menos me habría entendido…
probablemente.
En cambio, mis ojos se centraron en el tarro de galletas de porcelana
en forma de gato que había heredado de mi bisabuela, y mi cerebro creó
una excusa ridícula de lo primero que me vino a la mente.
—¡Para! ¡Gatos! Para…
¿Qué demonios estaba diciendo?
Puse los talones y mis palmas contra sus hombros y lo empujé un
poco.
Se retiró, sus ojos oscuros, su pelo despeinado y sus labios hinchados
por los besos.
Casi cambié de opinión entonces. Se veía casi irresistible. Casi.
—Lo siento, amor. ¿Has dicho gatos?
—Sí, no puedo hacer esto… justo ahora. Porque… tengo un gato. Sí,
tengo un gato que tengo que, eh, ¿Ir a buscar? ¡Cuidar! ¡Tengo que cuidar
a mi gato! Así que… no puedo hacer esto. —Hice un gesto entre nosotros,
esperando no sonar tan loca como me sonaba a mí misma. Improbable.
¡Ni siquiera tengo gato!
No sé porque mi sinapsis falló en mi cerebro, pero quise patearme.
Quería darme puñetazos en la cara hasta perder el conocimiento. Justo
ahora, probablemente podría sumergirme en una piscina de ácido
clorhídrico sin ni siquiera una charla.
Su cerebro debía haber estado tan nublado como el mío, porque
hizo una pausa por un momento, procesando, y luego miró a su alrededor.
—No veo un gato.
Mi garganta estaba seca, de la forma en que lo hacía cuando
mentía. Era una mentirosa terrible (como evidenciaba, bueno, yo).
—Eso es porque… no está aquí. Sí. El gato que tengo no está aquí
porque… tengo que ir a por ella. Lo olvidé, tenía que ir a recogerla.
Miró el reloj, que marcaba las 12.20 de la mañana.
—¿Se supone que debes recogerla ahora?
Lo empujé de nuevo, y esta vez, rodó fuera de mí y hacia un lado
con facilidad. Estaba completamente desnudo, y yo estaba en mi
sujetador y falda con mis bragas todavía enganchadas alrededor de un
tobillo.
—¡Sí… ella está en el veterinario! Es un, um, veterinario 24 horas…
—¿Un veterinario 24 horas?
—Uh, sí. Tenemos de esos aquí…en América. Por supuesto. —Ese
ácido clorhídrico sonaba increíblemente atractivo en estos momentos—.
Iba a recogerla hace horas.
—¿No puedes ir por la mañana?
Intenté deslizar mis bragas hacia atrás en mi otro pie, y caí hacia
atrás, con el culo plantado en el suelo de madera dura.
—¡Jesús, Bliss!
Saltó de la cama y se arrodilló junto a mí, eso sólo hizo ponerme más
nerviosa teniendo en cuenta de que todavía estaba desnudo y todavía,
um, listo.
—Estoy bien, lo prometo. Estoy bien. Es que… si no la recojo esta
noche, habrá una cuota, y no me lo puedo permitir.
—Bueno, déjame vestirme e iré contigo.
—¡NO! Um, no, está bien. ¿No debería venir pronto tu cerrajero? —
Terminé con una sonrisa que esperaba que dijera: no es gran cosa. Estoy
segura de que, en realidad, parecía como: estoy loca, ¡Corre ahora
mientras puedas!
Miró el reloj, su hermoso rostro desfigurado por una mueca.
—Supongo que sí.
—Genial. Sólo voy... Sólo voy a correr. Puedes, um, salir o lo que sea
que… —Mis ojos vagaron por su cuerpo otra vez, y me sentí en un charco
de idiotez y mortificación y excitación—. Cuando estés, um, listo. Um,
hecho. Um, sólo cuando quieras.
Luego volé a través de la cortina que protegía mi dormitorio del resto
de la casa, y salí corriendo por la puerta, ignorándolo cuando llamó mi
nombre.
No fue hasta que había caminado al otro lado del aparcamiento
que noté:
1. No llevaba zapatos.
A. O una camiseta.
2. No había traído mis llaves.
A. O cualquier cosa realmente.
3. Acababa de dejar a un completo extraño en mi apartamento.
A. Desnudo.
Quien dijera que las aventuras de una sola noche se suponía que
eran simples y sin compromisos nunca había conocido el desastre que era

yo.

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