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Traducido por Juli_Arg
Corregido por Violet~
ric revolvía papeles en busca de algo, cuando
entré en el
auditorio el miércoles. —Oh, Bliss, llegas
temprano, como
siempre. Eso es genial. Me parece que perdí mis
notas, así
que voy a volver corriendo hasta mi oficina.
Siéntate con
Garrick y relájate por un momento.
A pesar de que ya tenía una parte, era un manojo
de nervios por
estas re-llamadas. ¿Qué pasaría si todos
esperaban que fuera perfecta?
¿Qué pasa si mi audición era totalmente un golpe
de suerte? Vi a Eric salir
por la puerta de detrás del escenario y me
pregunté... ¿Y si cambió de
opinión?
Tomé asiento en la fila debajo de Garrick,
deseando haberme ido y
gastar el tiempo en el camerino con los actores,
esperando y preparando
su segunda ronda de audiciones. Cuando él se
inclinó hacia mí, dije: —
Hola... amigo.
Me había rendido tratando de que no fuera incómodo,
y en cambio,
sólo lo acepté.
Se echó a reír, lo que supongo era bueno. Sin
duda, podría haber
sido peor. Dijo: —No del todo creíble, pero diez
por el esfuerzo.
—Alguien es un fácil graduador.
—Alguien tiene una debilidad que le preocupa. —Se
encontraba
inclinado hacia mí y aunque su cara estaba a un
buen pie de distancia de
mí, juro que sentí esas palabras como si las
hubiera susurrado en mi oído—.
Lo siento —respondió casi de inmediato—. A veces
me olvido.
—Yo también —dije. Pero eso fue una mentira. Nunca
olvidé. Quería.
Deseaba poder olvidar los kilómetros que nos
separan, y simplemente
dejarme estar allí, a sólo un pie de distancia,
pero no podía. Se aclaró la
garganta, y ésta vez no imaginé su cercanía, se
encontraba a centímetros
de mi oído.
—Tengo que preguntarte algo.
E
—Bien. —Fue mi respuesta entrecortada.
—Cade.
Me di vuelta, confundida, y de inmediato me eché
hacia atrás
porque se había acercado y nuestros rostros
estaban demasiado juntos.
—Esa no es una pregunta.
—¿Todavía estás con él?
—¿Con él?
—Sólo… no puedo decir. Todavía se sientan juntos
en clase, pero
ahora es diferente. Así que pensé que tal vez
ustedes habían roto.
¿Pensó que Cade y yo éramos novios? ¿Cuán loca
inconsciente era
yo? El mundo entero aparentemente nota los
sentimientos de mi mejor
amigo por mí. Entonces, en cuanto a ser como
Nancy Drew, yo era
claramente el Shaggy y ScoobyDoo en este
escenario.
—No había nada que romper —Le dije.
—¿Qué?
—¡Sí! Cade y yo no estamos juntos. Nunca lo hemos
estado. —Sus
ojos se encontraban muy abiertos y la cabeza
inclinada de una manera
que me decía que no me creía—. ¿Eso es lo que has
pensado todo este
tiempo? ¿Qué lo engañé contigo?
Oh, Dios mío. El hombre del que puedo o no
haberme estado
enamorando pensaba que yo era una puta. ¿Podrían estar las cosas más
jodidas?
Su cabeza se sacudía hacia atrás y adelante, pero
no estaba segura
de si eso era un no o sólo trataba de resolver
esto. —No sé lo que pensé.
Siempre están juntos, y él te toca, siempre está tocándote. Créeme, lo
noté. Había dado por sentado que por eso...
bueno, que por eso acabaste
lo de esa noche.
—No salí corriendo por Cade. Tenía que llegar a mi gato...
—Bliss, no soy un idiota.
Dios, eso era todo. De algún modo, pensé que
había salido impune
con esa horrible excusa. Quiero decir,
obviamente, no lo había olvidado
como pensé al principio. Pero él siempre había
sabido que era una excusa,
sólo que por la razón equivocada. Y no podía
hacerle saber la verdadera
razón, no ahora, no aquí en este teatro donde se
suponía que íbamos a ser
profesionales (aunque estoy bastante segura que
lo profesional ya había
golpeado hasta la acera).
—¡Tengo un gato! ¡Lo tengo! —Maldita sea... ¿Por
qué no puedo
recordar el género de mi gato imaginario?—. Um...
ella es gris y adorable y
su nombre es... —dije lo primero que me vino a la
cabeza—, Hamlet.
Era una genio. Ni siquiera podía inventar una
gata con un nombre
de chica. Es como si hubiera este puente en mi
cerebro entre lo racional y
lo absurdo y, de alguna manera, lo hubiera
quemado.
—¿Tienes una gata llamada Hamlet?
—Sí. —Mátame ahora—. Sin duda, definitivamente
sí.
Eso era todo. Iba a tener que conseguir un gato.
—Está bien. Por lo tanto, si no estás saliendo
con Cade, ¿Qué está
pasando entre ustedes dos?
Podía sentir el calor descargando en la piel de
mi cuello. —Nada.
—Eres una mentirosa terrible.
Era una mentirosa terrible. Mis oídos probablemente
se veían como si
hubiera pasado una hora en una cama solar. —No
hay nada. Es sólo algo
que ocurrió el viernes, cuando yo estaba... ¿Cómo
dicen los británicos?
¿Ebria? ¿Borracha?
Se sentó lejos de mí, pero dejó las manos
apretadas en la parte de
atrás de mi asiento. —¿Te has acostado con él?
—¿Qué? ¡No!
No se inclinó hacia mí, pero aflojó el agarre de
la silla. Uno de sus
nudillos rozó mi brazo. —Bien.
—Garrick... —Fue a ese lugar, al que se supone,
no debíamos ir.
Sonrió con descaro. —¿Qué? El hecho de que no
puedo tenerte
ahora mismo, no significa que estoy bien con que
él te tenga.
Mi cerebro tropezó con esa frase de ahora mismo de nuevo, pero
obligué a mis pensamientos a alejarse de ello.
—Voy a fingir que no te
referiste a mí como una propiedad para poseer.
—¿No podemos poseernos el uno al otro?
Si el cerebro puede tener orgasmos, estoy
bastante segura de que
esto era lo que se siente. No debería gustarme
esto, pero había posesión
en sus palabras que se repetían en sus ojos
oscuros, y envió escalofríos por
mi espalda hasta mis dedos entumecidos con su
vacío. No podía
responder a su pregunta, así que le pregunté:
—¿Qué te ha ocurrido?
Pensé que me prometiste que no lo haríamos de
nuevo.
Tiró sus manos por su pelo, los rizos
sobresalieron en formas adorables
que hizo a mi estómago revolverse.
—No lo sé. Es que... he estado volviéndome loco
pensando en
ustedes dos juntos.
—Nos besamos. Nada más.
Retrocedió como si hubiera dicho que Cade y yo
nos íbamos a casar
y tener una casa llena de niños. No podía mirar
su cara. Me haría querer
hacer cosas locas. Repetí: —Fue sólo un beso. No
significó nada.
—No quiero que nadie más te bese.
—Garrick... —Empecé a odiar el tono de
advertencia en mi propia
voz. Si él seguía empujando de esta manera, no
sería capaz de decir que
no por mucho tiempo. Me iba a lanzar hacia él,
probablemente justo al
tiempo en que Eric regresara.
—Sé que no estoy siendo justo. Estoy siendo un cabrón,
en realidad.
Sigo diciéndome a mí mismo que tengo que alejarme
de ti, pero la verdad
es... no estoy seguro de poder. Y ahora que sé
que no estás con Cade...
—¿Qué estás diciendo?
La puerta crujió detrás del escenario, y me di
cuenta de lo cerca que
nos encontrábamos. Mi corazón estaba zumbando
como una cuerda de
guitarra arrancada, me moví a unos pocos asientos
antes de que Eric
volviera a entrar.
Levantó su cuaderno triunfante. —¡Lo tengo! Y
traje un guión real
para ti, Bliss, por lo que no necesitas utilizar
las partes.
Luché por calmar mi corazón cuando Eric me
entregó la obra.
No mires a Garrick. No lo mires.
No importaba... era híper consciente de él. Aún
cuando me moví
varias filas de distancia, estaba segura de que
sabría cada vez que
cambiaba, respiraba o me miraba.
El pequeño libro se sentía bien en mis manos,
todavía caliente de las
manos de Eric, y tuve que resistir la tentación
de comenzar a derramar las
palabras, en ese mismo segundo, para distraerme
de Garrick. La Directora
de Escena, Alyssa, que era un año más joven que
yo, entró en la sala para
anunciar que estábamos listos para empezar cuando
Eric lo estuviera.
Él asintió, y luego se volvió hacia mí. —Bliss,
empezamos con Hipólito.
Voy a hacer que realicen sus monólogos una vez
más, luego subirás allí.
Sólo sigue con lo que hacías en tu monólogo. Ve
al objetivo, lo quieres,
pero tu vergüenza, tu miedo es tu propio
obstáculo.
Eché un vistazo a Garrick. Debe ser bastante
simple.
Alyssa volvió a entrar, Jeremy la siguió
tranquilamente. Ella se sentó
en la mesa de alta tecnología, y él se puso de
pie en el centro del
escenario, con los hombros hacia atrás, la
barbilla hacia arriba.
Se veía bien. Le sonreí con orgullo. Nuestro
pequeño estudiante de
segundo año.
—Hola Jeremy. Me gustaría empezar por ver tu
monólogo una vez
más, sólo para ver cómo van las cosas. A
continuación veremos cómo le
va a Bliss.
Jeremy se aclaró la garganta. Se pausó por un
momento.
Me encantaba ese momento antes. Era el momento
cumbre de la
anticipación y la esperanza. Era como sumergirse
en un precipicio,
sabiendo, que lo que vendría después era terrible
y hermoso y un punto de
vida. Ese momento... era adictivo.
Me he dejado correr
a mí mismo demasiado lejos.
Veo que mi razón ha
dado paso a la violencia.
Había desesperación en la actuación de Jeremy
cuándo empezó,
pero parecía joven. Se veía joven. Cuando habló,
sus palabras y sus
emociones salieron corriendo. Como si una vez que
había comenzado su
confesión de amor por Aricia, nada pudo parar su
desahogo.
Mi alma, tan
orgullosa, por fin está a cargo.
Durante más de seis
meses, desesperada, avergonzada,
Llevando en todas
partes la herida con la que estoy mutilado,
Me armé de valor por
ti, y por mí, en vano...
No me había dado cuenta hasta entonces, de cuanto
Hipólito11 y
Fedra12 estaban enamorados, y avergonzados, Fedra por quien ella
amaba, e Hipólito porque
amaba a todos. Pude ver la vergüenza en la
actuación de Jeremy, desgastándolo, y me pregunté
si así es como me
veía en mi audición... si así es como me veía cada
vez que pensaba en
Garrick.
11 En la mitología griega Hipólito es hijo de Teseo y la amazona
Antíope.
12 La obra está basada en la tragedia Hipólito de Eurípides, que
narra el mito de Fedra.
Presente, huyes:
ausente, te encuentro otra vez.
Los ojos de Garrick se encontraban en Jeremy,
mirando hacia atrás
de vez en cuando en las notas que escribía en el
cuaderno en su regazo.
Esa última línea hacía eco en mi cabeza como una
música, una melodía
que se queda atascada y no te da ningún descanso.
Presente, le huyo. Pero no importa la distancia
entre nosotros, volvía
a él. Todo volvía a él.
Eric se levantó de su lugar y dijo: —Bien. Bueno.
Vamos a verte Bliss.
Aparté mis ojos de Garrick, y busqué a tientas el
guión. Caminé
hacia el escenario, mis rodillas un poco débiles,
y mis pies algo
entumecidos.
Por mucho que me encantaba Jeremy, estaba claro
para mí, en
cuestión de minutos, que él no era Hipólito. Por un lado, no era el heroico y
apuesto joven que podría convertir el corazón de Fedra tan desde
adentro. Era más de un niño. Tenía la pasión,
pero a veces ni siquiera eso
era suficiente.
Nos trasladamos a través de dos chicos más, que
también carecían
—ambos— de confianza. Aquellas audiciones pasaron
rápidamente.
Entonces, fue el turno de Cade.
Siempre había pensado que la mejor ventaja de
Cade era su voz. En
el escenario, tomaba este bajo estruendo, que no
importa el volumen en el
poder. Y con una obra de teatro que era tanto
sobre el texto y el lirismo en
las líneas —su voz era perfecta. Siempre era
difícil de leer la cara de Eric,
pero, definitivamente, se veía más feliz con Cade
que con las dos
anteriores audiciones.
Cuando las cosas se deshacían, era cuándo Cade y
yo subíamos al
escenario juntos. Hacíamos la escena en la que Fedra primero revela sus
sentimientos a Hipólito. Ellos hablaban de la muerte de Teseo —marido de
Fedra y padre de Hipólito. A Hipólito nunca le había gustado su madrastra.
No sabía que ella lo había tratado mal, para
poder mantener más
fácilmente su distancia, porque lo había amado,
incluso antes de que
Teseo supuestamente muriera.
Lo hicimos bien en la muerte de Teseo, pero yo iba apenas en la
mitad de mi monólogo, en la que declaro mis
sentimientos, cuando Eric
salió de detrás de escena y entró en el
escenario.
—Para, para. Cade, ¿Qué estás haciendo?
Cade miró aturdido, y tal vez a punto de estar
enfermo. —¿Perdón?
—Tú la desprecias. Cuándo la revelación de sus
sentimientos caen en
tu cuenta, debes estar horrorizado, asqueado,
incluso enojado.
—Por supuesto, señor.
—Entonces, ¿Por qué te ves como un cachorro
enfermo de amor al
que le devuelven su afecto?
Como si ya no canalizara la culpa suficiente por
esta actuación, sentí
el peso de mi propia culpa añadida. Esto era mi
culpa. No se trataba de la
obra. Se trataba de mí. Había mantenido sus
sentimientos en secreto
durante tanto tiempo, pero me di cuenta en esa
fiesta, desde que lo había
besado, todo estaba más cercano a la superficie.
Él llevaba la esperanza
como un abrigo de invierno, en capas, por encima
de todo.
No lo miré mientras él y Eric hablaban, porque no
estaba segura de
poder evitar la pena en mi rostro, y odiaría ver
eso. Entonces, miré a Garrick
en su lugar. Su rostro estaba demacrado. A pesar
de que se encontraba a
unos quince metros de mí, sentí como si estuviera
viéndolo desde lejos. Sólo
me miró por un momento, antes de que su mirada
saltara a Cade, y
profundizó su ceño fruncido. Después de unos
segundos, se encontró con
mis ojos de nuevo, y me mantuvo allí con su
mirada. Había algo diferente
en su aspecto, algo cambió, algo que hizo a mi
corazón latir más rápido y
a mi pelo hormiguear en la superficie de mi piel.
Cade y yo terminamos nuestra escena sin
incidentes. No fue el mejor
desempeño que podría haber dado, pero me pareció
que fue lo mejor
hasta ahora. Aunque no era imparcial, supongo.
Debería haber estado
contenta de que mi amigo tenía problemas incluso
para actuar disgustado
conmigo. Pero en el fondo de mi mente, un
pensamiento plantó sus raíces
profundizándose a pesar de mis intentos por
alejarlo.
Si él conociera la verdadera razón que yo tenía,
tal vez... si supiera lo
que nos mantiene separados, probablemente no
tendría ningún problema
despreciándome.
Estaba un poco fuera de foco por la siguiente
re-llamada. Tanto es
así, que Eric decidió que era hora de darme un
descanso. Necesitando el
aire fresco, salí por la salida de emergencia
(que nunca fue alarmada), y
supe antes de oír el crujido de la puerta abierta
otra vez detrás de mí, que
Garrick me seguiría.
—Lo estás haciendo bien —dijo.
Solté un poco de aire. Podría haber sido una
risa, si hubiera tenido
más energía. —Sí, es por eso que estás aquí
tratando de hacerme sentir
mejor.
—Mis razones para estar aquí son totalmente
egoístas.
Seguía pensando que me acostumbraría a él
diciendo cosas así, a su
franqueza.
Nunca lo hice.
—Tenías razón. Estás actuando como un bastardo.
El poco calor que había en mis palabras se fue
cuando sonrió.
Caminó a mi lado, mirando hacia un punto lejano
en el campus. —
Sigo pensando que esta obra es una señal. Es como
nosotros.
—¿Soy la madre llena de lujuria en esta situación
o tú?
Sus ojos volvieron a mí, bañando y explorando las
curvas y las líneas
de mi cuerpo. —Oh, ese definitivamente soy yo
—respondió—. Fedra sigue
diciendo que está siendo egoísta. Que se odia por
ello, pero lo hace de
todos modos. No puede negar lo que quiere,
incluso si causa su caída y la
de él.
—¿Y has aprendido algo de nuestro paralelo
literario?
—En realidad no. Sigo pensando que ella lo haría
todo de nuevo si
hubiera una posibilidad... una posibilidad de que
pudiera salir bien.
Aunque 99 veces de cada 100 la historia termina
mal, pero merece la
pena, aunque sólo sea una vez, que consiga un
final feliz.
—Escucha, Garrick, mientras que este paralelo que
estás dibujando
es adorable, sobre todo con ese acento, estoy un
poco cansada de las
metáforas, y ser comparada con las historias de
amor condenadas. Sólo di
lo que quieres decir. He estado descifrando un
texto antiguo toda la
noche. No quiero tener que descifrarte a ti,
también.
—Estoy diciendo que me equivoqué. —Dio un paso
más cerca, y mi
cansancio huyó, sustituido por la electricidad
bajo mi piel—. Estoy diciendo
que me gustas. Estoy diciendo que no me importa
una mierda ser tu
maestro.
Entonces, me besó.
Lo empujé antes de que mi corazón y mente fueran
barridos. El
placer que me golpeó después del beso, ya había
terminado, por lo que
se sentía como un eco. Y a pesar de que fui yo
quien lo empujó, le eché
de menos.
—Garrick, esto es una locura.
—Me gustan las locuras.
La pregunta era... ¿Y a mí? Ésta era la cosa más
loca que jamás
había hecho, y me aterraba y me emocionaba a la
vez. Me aparté,
necesitando la distancia para pensar, envolviendo
mi cerebro alrededor
de la locura. Había muchas posibilidades de que
esto saliera mal. Pero, de
nuevo por primera vez, me encontré con mi propia
vida más interesante
que la historia de un personaje en una página. Y
Dios, quería saber el final.
Y no me había dicho Eric que era mejor cuando
tomaba decisiones
valientes. Había estado hablando de la actuación,
¿Pero no lo son válidas
para la vida, también?
La mano de Garrick rozó mi frente, y luego volvió
a introducirse en mi
pelo.
—Sólo piénsalo.
Oh, lo pensaría. Probablemente sería lo único en
que podía pensar.
Me dio un rápido y pequeño beso en mi frente y se
fue, dejando mis
pensamientos en un revoltijo y mi corazón en un
desastre.
16
Traducido por Panchys
Corregido por
Juli_Arg
Por qué en el mundo quieres un gato? —preguntó
Kelsey
mientras dejábamos Directivo al día siguiente.
—Sólo lo hago, ¿De acuerdo? ¿Quieres venir o no?
Ella se encogió de hombros. —No puedo. Lo siento.
Tengo trabajo.
Lleva a Cade.
Como si hubiera sido convocado, Cade apareció
entre nosotras, y
me pregunté cuánto tiempo había estado escuchando
nuestra
conversación.
—¿Llevarme a dónde?
Le dije: —Voy a la sociedad protectora de
animales a buscar un
gato.
—Oh. Genial —dijo, asintiendo con la cabeza—.
Ojala no viviera en
los dormitorios. Me encantaría tener un perro.
Era consciente del cuidado espacio que mantuvo
entre nosotros, y el
meneo casi continuo de su cabeza, como si el
asentir le hubiera dado algo
que hacer, y no quería renunciar a ello.
Kelsey sacó las gafas de sol de la cabeza y las
puso sobre los ojos a
pesar de que todavía nos encontrábamos dentro.
—Bueno, tan divertido
como es esto… Tengo que volar. Ustedes dos
diviértanse en la perrera. No
vengas a casa con una gata, Bliss. —Kelsey era
consciente de la mirada de
pánico que había disparado hacia ella. Cade y yo
no habíamos estado
solos desde todo el asunto de la casi
conversación. Él cambió su bolso de
mensajero a su otro hombro, moviéndose como
siempre lo hacía cuando
se sentía nervioso.
—Si quieres ir sola, está bien.
—No, no. Deberías venir. —Teníamos que superar
esto. Y sólo vi dos
maneras, lo hacíamos juntos o no lo hacíamos. La
espera iba a matar
nuestra relación (que ya se hallaba bastante
mutilada). Si teníamos que
¿
tener esta conversación, alrededor de lindos
animales, era probablemente
el mejor lugar.
—Está bien. Genial —dijo.
Genial… sí.
Estaba contenta de ser quien conducía. Me daba
una forma de
mantener ocupados mi cuerpo y mi mente. Y era mi
coche, así que podía
subir la música tan alta como quería. Lo que no
había contado era que
Cade se sentía lo suficientemente a gusto en mi
coche como para bajarla.
—Entonces, ¿Qué te hizo decidir tener un gato?
Oh, ya sabes. Casi tuve una aventura de una noche
con nuestro
profesor, pero me arranqué usando mi gato
imaginario como excusa, y
ahora tal vez él quiere que estemos juntos, juntos a pesar de ser la peor
idea, pero como que no me importa tanto, porque
mi cuerpo y,
probablemente, mi corazón me está diciendo que es
la mejor idea. Así que
ahora necesito un gato para que no se dé cuenta
de que mentí sobre el
gato, porque soy virgen y me acobardó tener
relaciones sexuales con él.
—Sólo quería uno. —Fue lo que en realidad
respondí.
—Oh. Genial.
Si decía, “genial” una vez más iba a gritar.
Entré en el estacionamiento de la sociedad de
animales, deseando
haberle dicho a Cade que quería ir sola después
de todo.
Necesitaba algo borroso y adorable en mis manos.
Entramos a ese olor característico medicinal que
está reservado para
los refugios y veterinarias. La señorita de la
recepción incluso se veía
vagamente felina, como si trabajar aquí estuviera
en su ADN. Su cara lucía
apuntada ligeramente, sus ojos inclinados, y su
pelo corto y difuso.
—¡Hola ahí! ¿En qué puedo ayudarles?
—Hola —dije—. Estoy interesada en adoptar un
gato.
Ella aplaudió con pequeñas manos que imaginaba
como patas. —
Eso es fantástico. Tenemos un montón de grandes
candidatos. Por qué no
los llevo a la sala de gatos, y les daré una
oportunidad de mirar a su
alrededor.
La seguimos por el pasillo, el olor de
antiséptico cada vez más fuerte,
sin duda cubriendo el olor de la multitud de
animales alojados en un solo
lugar.
—Aquí estamos.
El cuarto se encontraba lleno de jaulas, y no sé
si el coro de maullidos
comenzó a nuestra entrada o si era constante,
pero estábamos rodeados
por el sonido.
—Los voy a dejar solos. Todo lo que pedimos es
que sólo saquen un
animal a la vez. —Con una amplia sonrisa,
Cheshire y un movimiento de
mano, se fue.
En silencio, me asomé a las jaulas, sintiéndome
perdida.
Me gustaban los gatos, pero no estaba segura de
que realmente
quería uno. ¿Qué iba a hacer con él cuando me
graduara? ¿Valía la pena
por un chico? ¿Valía la pena sólo para tener
sexo? Quiero decir, no es
como si no hubiera otras opciones para perder mi
virginidad.
Miré a Cade, que tenía sus dedos deslizándose
dentro de una jaula
cercana, acariciando a un gato negro medianoche.
Si era honesta, esto no era sólo sobre tener
sexo, incluso si se hubiera
iniciado de esa manera. Por mucho que quería a
Garrick, estoy bastante
segura de que si trataba de dormir con él de
nuevo, se convertiría en una
repetición de mi torpe actuación del principio.
—¿Sabes qué? —dije en voz alta—. Tal vez no estoy
lista para un
gato.
Me volví para salir, pero Cade dio un paso en mi
camino.
—Tranquila. Insípida, ¿No? Ni siquiera has tenido
uno. Dale una
oportunidad.
Abrió la caja con el gato negro y lo puso en sus
brazos. Lo llevó hacia
mí, frotando la mandíbula del gato. Me encontraba
al nivel de los ojos con
la bola de pelo, y podía oír el rugido del motor
de su ronroneo desde aquí.
Di un paso atrás, y traté de explicar sin
explicarme realmente. —No
es que no me gusten los gatos. Y en realidad,
creo que me gustaría tener...
un gato. ¿Pero que si tengo un gato antes de estar lista? ¿Qué pasa si elijo
el gato equivocado? ¿O qué si soy mala en eso...
ser dueña de un gato,
quiero decir?
Dios, ¿Cuánto más fácil sería esto si pudiera
decir lo que pensaba?
Cade rodó los ojos y empujó al animal en mis
brazos. —Bliss, no
puedes ser mala en esto si lo intentas.
Podía ser mala en el sexo sin embargo. Conociendo
mi hiperactivo,
neurótico cerebro, podría ser completamente
horrible en él.
El gato se acercó y frotó la parte superior de su
cabeza contra mi
barbilla. Fue bastante adorable. Cade estaba
radiante por mí, y pensé…
tal vez Cade sería
la mejor opción. ¿Estaría tan aterrorizada
de tener sexo si
lo estuviera teniendo con Cade?
La idea me hizo sentir débil, inestable.
Pasé el gato a sus brazos, todavía no estaba
segura, pero me sentía
un poco más tranquila. Llegué a la línea de las
jaulas, y busqué uno gris
que podría pasar por un Hamlet. Cuando la
encontré, el destino debe de
haberse estado riendo de mí. Se agachó en el
fondo de su jaula, con los
grandes ojos verdes cautelosos. Tiré de la puerta
de la jaula, y respondió
con un gruñido gutural.
Por supuesto... conseguiría el gato asustadizo.
Por encima de mi hombro, Cade dijo: —No es en serio.
Si sólo no lo fuera. Pero le dije a Garrick que
Hamlet era gris.
—A veces, son las cosas que dan miedo en la vida
las que más valen
la pena —dije. Estoy bastante segura de que había
leído eso en una
galleta de la fortuna en otro tiempo. Eso hizo
que fuera sabio, ¿No?
Metí mis manos en la jaula, preparada para una
mordedura o un
arañazo o una masacre total, pero cuando mis
manos se cerraron
alrededor de la mitad de la bestia, reaccionó
sólo con un gemido bajo.
Cade sacudió la cabeza, confundido. —¿Por qué no
querrías este?
—Puso el gato negro cerca de su cara—. ¡Él es tan
dulce!
Por el contrario, la gata en mis brazos se
encontraba en plena alerta,
sus piernas rectas, los ojos muy abiertos. Tenía
la sensación de que si
trataba de abrazarla más, me mutilaría. La senté
en el suelo y se fue,
escondiéndose debajo de un banco cercano.
Yo sabía que sólo estaba preguntando por el gato,
pero oí otra
pregunta. Una que no había preguntado, no hoy de
todos modos. Y Cade
era dulce, y la idea de estar con él no me dejó
inmovilizada por el miedo.
La idea de estar con él no me dejó con una
emoción abrumadora, en
realidad.
Fue entonces cuando supe…
—Cade... tengo que retirar mi tal vez.
Lo juro, incluso los gatos dejaron de maullar.
Podía imaginar su
silencio aturdido. Me pregunté qué gato hablaría
el Oh, no, ella no lo
hizo.
—Oh.
Deseé que reaccionara, gritara, discutiera, algo.
Esperé a que se
bloqueara como ese gato, garras fuera, dientes al
descubierto. En su lugar,
caminó tranquilamente lejos y puso el gato negro
cuidadosamente en su
jaula, probablemente para que no tuviéramos más
de un gato fuera a la
vez como dijo la señorita. Ese era Cade, siempre
pensando en las reglas.
Eso es lo que siempre había sido yo, también,
pero empezaba a pensar
que no era lo que quería ser ahora.
Su movimiento fue mecánico, simple y preciso.
Tiró de la puerta de la
jaula para cerrarla y giró el picaporte con un
fuerte chasquido. Se
mantuvo de espaldas a mí mientras hablaba.
—¿Puedo preguntar por qué?
Exhalé. Le debía mucho, pero ¿Cómo le decía esto?
No podía saber.
Si iba a hacer tal cosa con Garrick (¿A quién
engañaba? Probablemente
lo haría), entonces nadie podía saber. Ni
siquiera mis mejores amigos.
—Yo... podría haber otra persona.
—¿Podría haber?
Esto era joderla. No me miraba, y el corazón en
mi pecho se sentía
delgado, como papel de seda, lo que significaba
que estaba muy, muy
cerca de estar sin corazón, haciendo esto a mi
mejor amigo.
—Las cosas están todavía un poco... complejas.
Pero me gusta, y
mucho. Iba a esperar, a ver si los sentimientos
se iban, así tal vez tú y yo
podríamos... —me interrumpí, porque no quería
poner en palabras lo que
había estado pensando. No tenía sentido—. Pero
Cade, no puedo
manejar cómo ha sido. Ha sido menos de una
semana, y siento que me
estoy muriendo. Odio cuestionar todo lo que hago
a tu alrededor,
preguntándome si está bien, preguntándome si
cruzo una línea,
preguntándome si te hago daño. Echo de menos a mi
mejor amigo,
incluso cuando estoy de pie a tu lado. Así que...
Tuve que tomar una
decisión. Y te necesito en mi vida también,
mucho, como para arruinarlo. Si
hubiera dicho que sí, y entonces mis sentimientos
por él no se iban... No
podría hacer eso. Por favor, dime que no he
jodido esto ya. Por favor, por
favor.
Se volvió entonces, y me sorprendió el dolor que
vi en él. La cara de
Cade se veía extraña, con el ceño fruncido.
—Quiero decir que estamos
bien, Bliss. Yo también te necesito. Pero no
puedo fingir que no esperaba
que esto fuera a alguna parte. No sé si puedo
hacerlo. La verdad es... que
me estás haciendo daño. No a propósito, ya lo sé.
Pero te amo y cada
segundo que no me quieres de vuelta... me duele.
—Cade… —Me acerqué a él.
—No, por favor. No puedo.
El olor medicinal del refugio de repente se
volvió insoportable,
nauseabundo.
Le pregunté: —¿No puedes qué? ¿No puede ser mi
amigo?
—No sé, Bliss. No lo sé. Tal vez. —El toque de amargura en su tono era
pequeño, pero me golpeó como una bofetada en la
cara de todos
modos. Salió por la puerta y me hundí en el
banco, sintiéndome
desgastada y quemada y golpeada. Mi corazón era
un pañuelo de papel
triturado.
Me senté allí, tratando de encontrar una manera
en que podría
haber hecho esto mejor. ¿Hubo algún camino
posible que podría haber
tomado que no habría jodido esto tan
completamente? ¿Decirle no de
forma tan directa habría sido mejor? ¿Debería
haber esperado hasta que
terminara el año y Garrick se hubiese ido, y
luego tratar de tener algo con
Cade?
Mi madre me había dicho una vez, cuando era
pequeña y tenía una
amistad desmoronándose, que algunas relaciones
sólo terminaban. Como
una estrella, queman brillosas y brillantes, y
luego nada en particular va
mal, sólo que llegan a su fin. Se queman.
No podía entender que mi amistad con Cade hubiera
terminado.
Algo le dio un codazo a mi pantorrilla, y luego
la cabeza de la gata
gris asomó entre mis piernas. Puso todo su cuerpo
a través del espacio
entre mis piernas, frotándose contra mí mientras
lo hacía. Rodeó de vuelta
y presionó su cabeza contra mi espinilla. Tendí
una mano hacia abajo, y se
quedó inmóvil, aplanada contra el suelo con
miedo. Lentamente, me moví
hasta que mi mano se apretó contra su espalda,
deslizándose a lo largo de
su piel en un movimiento suave. Su cuerpo se
relajó, y le acaricié otra vez.
Me senté en el suelo junto a ella. Se cerró de
nuevo, pero no corrió.
Cuando estuve segura de que se sentía cómoda
conmigo, la recogí en mis
brazos. Apreté mi cara contra su piel,
absorbiendo el consuelo que no se
dio cuenta que me daba.
—Vamos a hacer un trato, Hamlet. Te ayudaré a
tener menos miedo,
si me ayudas, también.
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