Leer libros online, de manera gratuita!!

Estimados lectores nos hemos renovado a un nuevo blog, con más libros!!, puede visitarlo aquí: eroticanovelas.blogspot.com

Últimos libros agregados

Últimos libros agregados:

¡Ver más libros!

Cora Carmack - Losing it Cap.15 y 16

15
Traducido por Juli_Arg
Corregido por Violet~
ric revolvía papeles en busca de algo, cuando entré en el
auditorio el miércoles. —Oh, Bliss, llegas temprano, como
siempre. Eso es genial. Me parece que perdí mis notas, así
que voy a volver corriendo hasta mi oficina. Siéntate con
Garrick y relájate por un momento.
A pesar de que ya tenía una parte, era un manojo de nervios por
estas re-llamadas. ¿Qué pasaría si todos esperaban que fuera perfecta?
¿Qué pasa si mi audición era totalmente un golpe de suerte? Vi a Eric salir
por la puerta de detrás del escenario y me pregunté... ¿Y si cambió de
opinión?
Tomé asiento en la fila debajo de Garrick, deseando haberme ido y
gastar el tiempo en el camerino con los actores, esperando y preparando
su segunda ronda de audiciones. Cuando él se inclinó hacia mí, dije: —
Hola... amigo.
Me había rendido tratando de que no fuera incómodo, y en cambio,
sólo lo acepté.
Se echó a reír, lo que supongo era bueno. Sin duda, podría haber
sido peor. Dijo: —No del todo creíble, pero diez por el esfuerzo.
—Alguien es un fácil graduador.
—Alguien tiene una debilidad que le preocupa. —Se encontraba
inclinado hacia mí y aunque su cara estaba a un buen pie de distancia de
mí, juro que sentí esas palabras como si las hubiera susurrado en mi oído—.
Lo siento —respondió casi de inmediato—. A veces me olvido.
—Yo también —dije. Pero eso fue una mentira. Nunca olvidé. Quería.
Deseaba poder olvidar los kilómetros que nos separan, y simplemente
dejarme estar allí, a sólo un pie de distancia, pero no podía. Se aclaró la
garganta, y ésta vez no imaginé su cercanía, se encontraba a centímetros
de mi oído.
—Tengo que preguntarte algo.
E
—Bien. —Fue mi respuesta entrecortada.
—Cade.
Me di vuelta, confundida, y de inmediato me eché hacia atrás
porque se había acercado y nuestros rostros estaban demasiado juntos.
—Esa no es una pregunta.
—¿Todavía estás con él?
—¿Con él?
—Sólo… no puedo decir. Todavía se sientan juntos en clase, pero
ahora es diferente. Así que pensé que tal vez ustedes habían roto.
¿Pensó que Cade y yo éramos novios? ¿Cuán loca inconsciente era
yo? El mundo entero aparentemente nota los sentimientos de mi mejor
amigo por mí. Entonces, en cuanto a ser como Nancy Drew, yo era
claramente el Shaggy y ScoobyDoo en este escenario.
—No había nada que romper —Le dije.
—¿Qué?
—¡Sí! Cade y yo no estamos juntos. Nunca lo hemos estado. —Sus
ojos se encontraban muy abiertos y la cabeza inclinada de una manera
que me decía que no me creía—. ¿Eso es lo que has pensado todo este
tiempo? ¿Qué lo engañé contigo?
Oh, Dios mío. El hombre del que puedo o no haberme estado
enamorando pensaba que yo era una puta. ¿Podrían estar las cosas más
jodidas?
Su cabeza se sacudía hacia atrás y adelante, pero no estaba segura
de si eso era un no o sólo trataba de resolver esto. —No sé lo que pensé.
Siempre están juntos, y él te toca, siempre está tocándote. Créeme, lo
noté. Había dado por sentado que por eso... bueno, que por eso acabaste
lo de esa noche.
—No salí corriendo por Cade. Tenía que llegar a mi gato...
—Bliss, no soy un idiota.
Dios, eso era todo. De algún modo, pensé que había salido impune
con esa horrible excusa. Quiero decir, obviamente, no lo había olvidado
como pensé al principio. Pero él siempre había sabido que era una excusa,
sólo que por la razón equivocada. Y no podía hacerle saber la verdadera
razón, no ahora, no aquí en este teatro donde se suponía que íbamos a ser
profesionales (aunque estoy bastante segura que lo profesional ya había
golpeado hasta la acera).
—¡Tengo un gato! ¡Lo tengo! —Maldita sea... ¿Por qué no puedo
recordar el género de mi gato imaginario?—. Um... ella es gris y adorable y
su nombre es... —dije lo primero que me vino a la cabeza—, Hamlet.
Era una genio. Ni siquiera podía inventar una gata con un nombre
de chica. Es como si hubiera este puente en mi cerebro entre lo racional y
lo absurdo y, de alguna manera, lo hubiera quemado.
—¿Tienes una gata llamada Hamlet?
—Sí. —Mátame ahora—. Sin duda, definitivamente sí.
Eso era todo. Iba a tener que conseguir un gato.
—Está bien. Por lo tanto, si no estás saliendo con Cade, ¿Qué está
pasando entre ustedes dos?
Podía sentir el calor descargando en la piel de mi cuello. —Nada.
—Eres una mentirosa terrible.
Era una mentirosa terrible. Mis oídos probablemente se veían como si
hubiera pasado una hora en una cama solar. —No hay nada. Es sólo algo
que ocurrió el viernes, cuando yo estaba... ¿Cómo dicen los británicos?
¿Ebria? ¿Borracha?
Se sentó lejos de mí, pero dejó las manos apretadas en la parte de
atrás de mi asiento. —¿Te has acostado con él?
—¿Qué? ¡No!
No se inclinó hacia mí, pero aflojó el agarre de la silla. Uno de sus
nudillos rozó mi brazo. —Bien.
—Garrick... —Fue a ese lugar, al que se supone, no debíamos ir.
Sonrió con descaro. —¿Qué? El hecho de que no puedo tenerte
ahora mismo, no significa que estoy bien con que él te tenga.
Mi cerebro tropezó con esa frase de ahora mismo de nuevo, pero
obligué a mis pensamientos a alejarse de ello. —Voy a fingir que no te
referiste a mí como una propiedad para poseer.
—¿No podemos poseernos el uno al otro?
Si el cerebro puede tener orgasmos, estoy bastante segura de que
esto era lo que se siente. No debería gustarme esto, pero había posesión
en sus palabras que se repetían en sus ojos oscuros, y envió escalofríos por
mi espalda hasta mis dedos entumecidos con su vacío. No podía
responder a su pregunta, así que le pregunté: —¿Qué te ha ocurrido?
Pensé que me prometiste que no lo haríamos de nuevo.
Tiró sus manos por su pelo, los rizos sobresalieron en formas adorables
que hizo a mi estómago revolverse.
—No lo sé. Es que... he estado volviéndome loco pensando en
ustedes dos juntos.
—Nos besamos. Nada más.
Retrocedió como si hubiera dicho que Cade y yo nos íbamos a casar
y tener una casa llena de niños. No podía mirar su cara. Me haría querer
hacer cosas locas. Repetí: —Fue sólo un beso. No significó nada.
—No quiero que nadie más te bese.
—Garrick... —Empecé a odiar el tono de advertencia en mi propia
voz. Si él seguía empujando de esta manera, no sería capaz de decir que
no por mucho tiempo. Me iba a lanzar hacia él, probablemente justo al
tiempo en que Eric regresara.
—Sé que no estoy siendo justo. Estoy siendo un cabrón, en realidad.
Sigo diciéndome a mí mismo que tengo que alejarme de ti, pero la verdad
es... no estoy seguro de poder. Y ahora que sé que no estás con Cade...
—¿Qué estás diciendo?
La puerta crujió detrás del escenario, y me di cuenta de lo cerca que
nos encontrábamos. Mi corazón estaba zumbando como una cuerda de
guitarra arrancada, me moví a unos pocos asientos antes de que Eric
volviera a entrar.
Levantó su cuaderno triunfante. —¡Lo tengo! Y traje un guión real
para ti, Bliss, por lo que no necesitas utilizar las partes.
Luché por calmar mi corazón cuando Eric me entregó la obra.
No mires a Garrick. No lo mires.
No importaba... era híper consciente de él. Aún cuando me moví
varias filas de distancia, estaba segura de que sabría cada vez que
cambiaba, respiraba o me miraba.
El pequeño libro se sentía bien en mis manos, todavía caliente de las
manos de Eric, y tuve que resistir la tentación de comenzar a derramar las
palabras, en ese mismo segundo, para distraerme de Garrick. La Directora
de Escena, Alyssa, que era un año más joven que yo, entró en la sala para
anunciar que estábamos listos para empezar cuando Eric lo estuviera.
Él asintió, y luego se volvió hacia mí. —Bliss, empezamos con Hipólito.
Voy a hacer que realicen sus monólogos una vez más, luego subirás allí.
Sólo sigue con lo que hacías en tu monólogo. Ve al objetivo, lo quieres,
pero tu vergüenza, tu miedo es tu propio obstáculo.
Eché un vistazo a Garrick. Debe ser bastante simple.
Alyssa volvió a entrar, Jeremy la siguió tranquilamente. Ella se sentó
en la mesa de alta tecnología, y él se puso de pie en el centro del
escenario, con los hombros hacia atrás, la barbilla hacia arriba.
Se veía bien. Le sonreí con orgullo. Nuestro pequeño estudiante de
segundo año.
—Hola Jeremy. Me gustaría empezar por ver tu monólogo una vez
más, sólo para ver cómo van las cosas. A continuación veremos cómo le
va a Bliss.
Jeremy se aclaró la garganta. Se pausó por un momento.
Me encantaba ese momento antes. Era el momento cumbre de la
anticipación y la esperanza. Era como sumergirse en un precipicio,
sabiendo, que lo que vendría después era terrible y hermoso y un punto de
vida. Ese momento... era adictivo.
Me he dejado correr a mí mismo demasiado lejos.
Veo que mi razón ha dado paso a la violencia.
Había desesperación en la actuación de Jeremy cuándo empezó,
pero parecía joven. Se veía joven. Cuando habló, sus palabras y sus
emociones salieron corriendo. Como si una vez que había comenzado su
confesión de amor por Aricia, nada pudo parar su desahogo.
Mi alma, tan orgullosa, por fin está a cargo.
Durante más de seis meses, desesperada, avergonzada,
Llevando en todas partes la herida con la que estoy mutilado,
Me armé de valor por ti, y por mí, en vano...
No me había dado cuenta hasta entonces, de cuanto Hipólito11 y
Fedra12 estaban enamorados, y avergonzados, Fedra por quien ella
amaba, e Hipólito porque amaba a todos. Pude ver la vergüenza en la
actuación de Jeremy, desgastándolo, y me pregunté si así es como me
veía en mi audición... si así es como me veía cada vez que pensaba en
Garrick.
11 En la mitología griega Hipólito es hijo de Teseo y la amazona Antíope.
12 La obra está basada en la tragedia Hipólito de Eurípides, que narra el mito de Fedra.
Presente, huyes: ausente, te encuentro otra vez.
Los ojos de Garrick se encontraban en Jeremy, mirando hacia atrás
de vez en cuando en las notas que escribía en el cuaderno en su regazo.
Esa última línea hacía eco en mi cabeza como una música, una melodía
que se queda atascada y no te da ningún descanso.
Presente, le huyo. Pero no importa la distancia entre nosotros, volvía
a él. Todo volvía a él.
Eric se levantó de su lugar y dijo: —Bien. Bueno. Vamos a verte Bliss.
Aparté mis ojos de Garrick, y busqué a tientas el guión. Caminé
hacia el escenario, mis rodillas un poco débiles, y mis pies algo
entumecidos.
Por mucho que me encantaba Jeremy, estaba claro para mí, en
cuestión de minutos, que él no era Hipólito. Por un lado, no era el heroico y
apuesto joven que podría convertir el corazón de Fedra tan desde
adentro. Era más de un niño. Tenía la pasión, pero a veces ni siquiera eso
era suficiente.
Nos trasladamos a través de dos chicos más, que también carecían
—ambos— de confianza. Aquellas audiciones pasaron rápidamente.
Entonces, fue el turno de Cade.
Siempre había pensado que la mejor ventaja de Cade era su voz. En
el escenario, tomaba este bajo estruendo, que no importa el volumen en el
poder. Y con una obra de teatro que era tanto sobre el texto y el lirismo en
las líneas —su voz era perfecta. Siempre era difícil de leer la cara de Eric,
pero, definitivamente, se veía más feliz con Cade que con las dos
anteriores audiciones.
Cuando las cosas se deshacían, era cuándo Cade y yo subíamos al
escenario juntos. Hacíamos la escena en la que Fedra primero revela sus
sentimientos a Hipólito. Ellos hablaban de la muerte de Teseo —marido de
Fedra y padre de Hipólito. A Hipólito nunca le había gustado su madrastra.
No sabía que ella lo había tratado mal, para poder mantener más
fácilmente su distancia, porque lo había amado, incluso antes de que
Teseo supuestamente muriera.
Lo hicimos bien en la muerte de Teseo, pero yo iba apenas en la
mitad de mi monólogo, en la que declaro mis sentimientos, cuando Eric
salió de detrás de escena y entró en el escenario.
—Para, para. Cade, ¿Qué estás haciendo?
Cade miró aturdido, y tal vez a punto de estar enfermo. —¿Perdón?
—Tú la desprecias. Cuándo la revelación de sus sentimientos caen en
tu cuenta, debes estar horrorizado, asqueado, incluso enojado.
—Por supuesto, señor.
—Entonces, ¿Por qué te ves como un cachorro enfermo de amor al
que le devuelven su afecto?
Como si ya no canalizara la culpa suficiente por esta actuación, sentí
el peso de mi propia culpa añadida. Esto era mi culpa. No se trataba de la
obra. Se trataba de mí. Había mantenido sus sentimientos en secreto
durante tanto tiempo, pero me di cuenta en esa fiesta, desde que lo había
besado, todo estaba más cercano a la superficie. Él llevaba la esperanza
como un abrigo de invierno, en capas, por encima de todo.
No lo miré mientras él y Eric hablaban, porque no estaba segura de
poder evitar la pena en mi rostro, y odiaría ver eso. Entonces, miré a Garrick
en su lugar. Su rostro estaba demacrado. A pesar de que se encontraba a
unos quince metros de mí, sentí como si estuviera viéndolo desde lejos. Sólo
me miró por un momento, antes de que su mirada saltara a Cade, y
profundizó su ceño fruncido. Después de unos segundos, se encontró con
mis ojos de nuevo, y me mantuvo allí con su mirada. Había algo diferente
en su aspecto, algo cambió, algo que hizo a mi corazón latir más rápido y
a mi pelo hormiguear en la superficie de mi piel.
Cade y yo terminamos nuestra escena sin incidentes. No fue el mejor
desempeño que podría haber dado, pero me pareció que fue lo mejor
hasta ahora. Aunque no era imparcial, supongo. Debería haber estado
contenta de que mi amigo tenía problemas incluso para actuar disgustado
conmigo. Pero en el fondo de mi mente, un pensamiento plantó sus raíces
profundizándose a pesar de mis intentos por alejarlo.
Si él conociera la verdadera razón que yo tenía, tal vez... si supiera lo
que nos mantiene separados, probablemente no tendría ningún problema
despreciándome.
Estaba un poco fuera de foco por la siguiente re-llamada. Tanto es
así, que Eric decidió que era hora de darme un descanso. Necesitando el
aire fresco, salí por la salida de emergencia (que nunca fue alarmada), y
supe antes de oír el crujido de la puerta abierta otra vez detrás de mí, que
Garrick me seguiría.
—Lo estás haciendo bien —dijo.
Solté un poco de aire. Podría haber sido una risa, si hubiera tenido
más energía. —Sí, es por eso que estás aquí tratando de hacerme sentir
mejor.
—Mis razones para estar aquí son totalmente egoístas.
Seguía pensando que me acostumbraría a él diciendo cosas así, a su
franqueza.
Nunca lo hice.
—Tenías razón. Estás actuando como un bastardo.
El poco calor que había en mis palabras se fue cuando sonrió.
Caminó a mi lado, mirando hacia un punto lejano en el campus. —
Sigo pensando que esta obra es una señal. Es como nosotros.
—¿Soy la madre llena de lujuria en esta situación o tú?
Sus ojos volvieron a mí, bañando y explorando las curvas y las líneas
de mi cuerpo. —Oh, ese definitivamente soy yo —respondió—. Fedra sigue
diciendo que está siendo egoísta. Que se odia por ello, pero lo hace de
todos modos. No puede negar lo que quiere, incluso si causa su caída y la
de él.
—¿Y has aprendido algo de nuestro paralelo literario?
—En realidad no. Sigo pensando que ella lo haría todo de nuevo si
hubiera una posibilidad... una posibilidad de que pudiera salir bien.
Aunque 99 veces de cada 100 la historia termina mal, pero merece la
pena, aunque sólo sea una vez, que consiga un final feliz.
—Escucha, Garrick, mientras que este paralelo que estás dibujando
es adorable, sobre todo con ese acento, estoy un poco cansada de las
metáforas, y ser comparada con las historias de amor condenadas. Sólo di
lo que quieres decir. He estado descifrando un texto antiguo toda la
noche. No quiero tener que descifrarte a ti, también.
—Estoy diciendo que me equivoqué. —Dio un paso más cerca, y mi
cansancio huyó, sustituido por la electricidad bajo mi piel—. Estoy diciendo
que me gustas. Estoy diciendo que no me importa una mierda ser tu
maestro.
Entonces, me besó.
Lo empujé antes de que mi corazón y mente fueran barridos. El
placer que me golpeó después del beso, ya había terminado, por lo que
se sentía como un eco. Y a pesar de que fui yo quien lo empujó, le eché
de menos.
—Garrick, esto es una locura.
—Me gustan las locuras.
La pregunta era... ¿Y a mí? Ésta era la cosa más loca que jamás
había hecho, y me aterraba y me emocionaba a la vez. Me aparté,
necesitando la distancia para pensar, envolviendo mi cerebro alrededor
de la locura. Había muchas posibilidades de que esto saliera mal. Pero, de
nuevo por primera vez, me encontré con mi propia vida más interesante
que la historia de un personaje en una página. Y Dios, quería saber el final.
Y no me había dicho Eric que era mejor cuando tomaba decisiones
valientes. Había estado hablando de la actuación, ¿Pero no lo son válidas
para la vida, también?
La mano de Garrick rozó mi frente, y luego volvió a introducirse en mi
pelo.
—Sólo piénsalo.
Oh, lo pensaría. Probablemente sería lo único en que podía pensar.
Me dio un rápido y pequeño beso en mi frente y se fue, dejando mis
pensamientos en un revoltijo y mi corazón en un desastre.
16
Traducido por Panchys
Corregido por Juli_Arg
Por qué en el mundo quieres un gato? —preguntó Kelsey
mientras dejábamos Directivo al día siguiente.
—Sólo lo hago, ¿De acuerdo? ¿Quieres venir o no?
Ella se encogió de hombros. —No puedo. Lo siento. Tengo trabajo.
Lleva a Cade.
Como si hubiera sido convocado, Cade apareció entre nosotras, y
me pregunté cuánto tiempo había estado escuchando nuestra
conversación.
—¿Llevarme a dónde?
Le dije: —Voy a la sociedad protectora de animales a buscar un
gato.
—Oh. Genial —dijo, asintiendo con la cabeza—. Ojala no viviera en
los dormitorios. Me encantaría tener un perro.
Era consciente del cuidado espacio que mantuvo entre nosotros, y el
meneo casi continuo de su cabeza, como si el asentir le hubiera dado algo
que hacer, y no quería renunciar a ello.
Kelsey sacó las gafas de sol de la cabeza y las puso sobre los ojos a
pesar de que todavía nos encontrábamos dentro. —Bueno, tan divertido
como es esto… Tengo que volar. Ustedes dos diviértanse en la perrera. No
vengas a casa con una gata, Bliss. —Kelsey era consciente de la mirada de
pánico que había disparado hacia ella. Cade y yo no habíamos estado
solos desde todo el asunto de la casi conversación. Él cambió su bolso de
mensajero a su otro hombro, moviéndose como siempre lo hacía cuando
se sentía nervioso.
—Si quieres ir sola, está bien.
—No, no. Deberías venir. —Teníamos que superar esto. Y sólo vi dos
maneras, lo hacíamos juntos o no lo hacíamos. La espera iba a matar
nuestra relación (que ya se hallaba bastante mutilada). Si teníamos que
¿
tener esta conversación, alrededor de lindos animales, era probablemente
el mejor lugar.
—Está bien. Genial —dijo.
Genial… sí.
Estaba contenta de ser quien conducía. Me daba una forma de
mantener ocupados mi cuerpo y mi mente. Y era mi coche, así que podía
subir la música tan alta como quería. Lo que no había contado era que
Cade se sentía lo suficientemente a gusto en mi coche como para bajarla.
—Entonces, ¿Qué te hizo decidir tener un gato?
Oh, ya sabes. Casi tuve una aventura de una noche con nuestro
profesor, pero me arranqué usando mi gato imaginario como excusa, y
ahora tal vez él quiere que estemos juntos, juntos a pesar de ser la peor
idea, pero como que no me importa tanto, porque mi cuerpo y,
probablemente, mi corazón me está diciendo que es la mejor idea. Así que
ahora necesito un gato para que no se dé cuenta de que mentí sobre el
gato, porque soy virgen y me acobardó tener relaciones sexuales con él.
—Sólo quería uno. —Fue lo que en realidad respondí.
—Oh. Genial.
Si decía, “genial” una vez más iba a gritar.
Entré en el estacionamiento de la sociedad de animales, deseando
haberle dicho a Cade que quería ir sola después de todo.
Necesitaba algo borroso y adorable en mis manos.
Entramos a ese olor característico medicinal que está reservado para
los refugios y veterinarias. La señorita de la recepción incluso se veía
vagamente felina, como si trabajar aquí estuviera en su ADN. Su cara lucía
apuntada ligeramente, sus ojos inclinados, y su pelo corto y difuso.
—¡Hola ahí! ¿En qué puedo ayudarles?
—Hola —dije—. Estoy interesada en adoptar un gato.
Ella aplaudió con pequeñas manos que imaginaba como patas. —
Eso es fantástico. Tenemos un montón de grandes candidatos. Por qué no
los llevo a la sala de gatos, y les daré una oportunidad de mirar a su
alrededor.
La seguimos por el pasillo, el olor de antiséptico cada vez más fuerte,
sin duda cubriendo el olor de la multitud de animales alojados en un solo
lugar.
—Aquí estamos.
El cuarto se encontraba lleno de jaulas, y no sé si el coro de maullidos
comenzó a nuestra entrada o si era constante, pero estábamos rodeados
por el sonido.
—Los voy a dejar solos. Todo lo que pedimos es que sólo saquen un
animal a la vez. —Con una amplia sonrisa, Cheshire y un movimiento de
mano, se fue.
En silencio, me asomé a las jaulas, sintiéndome perdida.
Me gustaban los gatos, pero no estaba segura de que realmente
quería uno. ¿Qué iba a hacer con él cuando me graduara? ¿Valía la pena
por un chico? ¿Valía la pena sólo para tener sexo? Quiero decir, no es
como si no hubiera otras opciones para perder mi virginidad.
Miré a Cade, que tenía sus dedos deslizándose dentro de una jaula
cercana, acariciando a un gato negro medianoche.
Si era honesta, esto no era sólo sobre tener sexo, incluso si se hubiera
iniciado de esa manera. Por mucho que quería a Garrick, estoy bastante
segura de que si trataba de dormir con él de nuevo, se convertiría en una
repetición de mi torpe actuación del principio.
—¿Sabes qué? —dije en voz alta—. Tal vez no estoy lista para un
gato.
Me volví para salir, pero Cade dio un paso en mi camino.
—Tranquila. Insípida, ¿No? Ni siquiera has tenido uno. Dale una
oportunidad.
Abrió la caja con el gato negro y lo puso en sus brazos. Lo llevó hacia
mí, frotando la mandíbula del gato. Me encontraba al nivel de los ojos con
la bola de pelo, y podía oír el rugido del motor de su ronroneo desde aquí.
Di un paso atrás, y traté de explicar sin explicarme realmente. —No
es que no me gusten los gatos. Y en realidad, creo que me gustaría tener...
un gato. ¿Pero que si tengo un gato antes de estar lista? ¿Qué pasa si elijo
el gato equivocado? ¿O qué si soy mala en eso... ser dueña de un gato,
quiero decir?
Dios, ¿Cuánto más fácil sería esto si pudiera decir lo que pensaba?
Cade rodó los ojos y empujó al animal en mis brazos. —Bliss, no
puedes ser mala en esto si lo intentas.
Podía ser mala en el sexo sin embargo. Conociendo mi hiperactivo,
neurótico cerebro, podría ser completamente horrible en él.
El gato se acercó y frotó la parte superior de su cabeza contra mi
barbilla. Fue bastante adorable. Cade estaba radiante por mí, y pensé…
tal vez Cade sería la mejor opción. ¿Estaría tan aterrorizada de tener sexo si
lo estuviera teniendo con Cade?
La idea me hizo sentir débil, inestable.
Pasé el gato a sus brazos, todavía no estaba segura, pero me sentía
un poco más tranquila. Llegué a la línea de las jaulas, y busqué uno gris
que podría pasar por un Hamlet. Cuando la encontré, el destino debe de
haberse estado riendo de mí. Se agachó en el fondo de su jaula, con los
grandes ojos verdes cautelosos. Tiré de la puerta de la jaula, y respondió
con un gruñido gutural.
Por supuesto... conseguiría el gato asustadizo.
Por encima de mi hombro, Cade dijo: —No es en serio.
Si sólo no lo fuera. Pero le dije a Garrick que Hamlet era gris.
—A veces, son las cosas que dan miedo en la vida las que más valen
la pena —dije. Estoy bastante segura de que había leído eso en una
galleta de la fortuna en otro tiempo. Eso hizo que fuera sabio, ¿No?
Metí mis manos en la jaula, preparada para una mordedura o un
arañazo o una masacre total, pero cuando mis manos se cerraron
alrededor de la mitad de la bestia, reaccionó sólo con un gemido bajo.
Cade sacudió la cabeza, confundido. —¿Por qué no querrías este?
—Puso el gato negro cerca de su cara—. ¡Él es tan dulce!
Por el contrario, la gata en mis brazos se encontraba en plena alerta,
sus piernas rectas, los ojos muy abiertos. Tenía la sensación de que si
trataba de abrazarla más, me mutilaría. La senté en el suelo y se fue,
escondiéndose debajo de un banco cercano.
Yo sabía que sólo estaba preguntando por el gato, pero oí otra
pregunta. Una que no había preguntado, no hoy de todos modos. Y Cade
era dulce, y la idea de estar con él no me dejó inmovilizada por el miedo.
La idea de estar con él no me dejó con una emoción abrumadora, en
realidad.
Fue entonces cuando supe…
—Cade... tengo que retirar mi tal vez.
Lo juro, incluso los gatos dejaron de maullar. Podía imaginar su
silencio aturdido. Me pregunté qué gato hablaría el Oh, no, ella no lo hizo.
—Oh.
Deseé que reaccionara, gritara, discutiera, algo. Esperé a que se
bloqueara como ese gato, garras fuera, dientes al descubierto. En su lugar,
caminó tranquilamente lejos y puso el gato negro cuidadosamente en su
jaula, probablemente para que no tuviéramos más de un gato fuera a la
vez como dijo la señorita. Ese era Cade, siempre pensando en las reglas.
Eso es lo que siempre había sido yo, también, pero empezaba a pensar
que no era lo que quería ser ahora.
Su movimiento fue mecánico, simple y preciso. Tiró de la puerta de la
jaula para cerrarla y giró el picaporte con un fuerte chasquido. Se
mantuvo de espaldas a mí mientras hablaba.
—¿Puedo preguntar por qué?
Exhalé. Le debía mucho, pero ¿Cómo le decía esto? No podía saber.
Si iba a hacer tal cosa con Garrick (¿A quién engañaba? Probablemente
lo haría), entonces nadie podía saber. Ni siquiera mis mejores amigos.
—Yo... podría haber otra persona.
—¿Podría haber?
Esto era joderla. No me miraba, y el corazón en mi pecho se sentía
delgado, como papel de seda, lo que significaba que estaba muy, muy
cerca de estar sin corazón, haciendo esto a mi mejor amigo.
—Las cosas están todavía un poco... complejas. Pero me gusta, y
mucho. Iba a esperar, a ver si los sentimientos se iban, así tal vez tú y yo
podríamos... —me interrumpí, porque no quería poner en palabras lo que
había estado pensando. No tenía sentido—. Pero Cade, no puedo
manejar cómo ha sido. Ha sido menos de una semana, y siento que me
estoy muriendo. Odio cuestionar todo lo que hago a tu alrededor,
preguntándome si está bien, preguntándome si cruzo una línea,
preguntándome si te hago daño. Echo de menos a mi mejor amigo,
incluso cuando estoy de pie a tu lado. Así que... Tuve que tomar una
decisión. Y te necesito en mi vida también, mucho, como para arruinarlo. Si
hubiera dicho que sí, y entonces mis sentimientos por él no se iban... No
podría hacer eso. Por favor, dime que no he jodido esto ya. Por favor, por
favor.
Se volvió entonces, y me sorprendió el dolor que vi en él. La cara de
Cade se veía extraña, con el ceño fruncido. —Quiero decir que estamos
bien, Bliss. Yo también te necesito. Pero no puedo fingir que no esperaba
que esto fuera a alguna parte. No sé si puedo hacerlo. La verdad es... que
me estás haciendo daño. No a propósito, ya lo sé. Pero te amo y cada
segundo que no me quieres de vuelta... me duele.
—Cade… —Me acerqué a él.
—No, por favor. No puedo.
El olor medicinal del refugio de repente se volvió insoportable,
nauseabundo.
Le pregunté: —¿No puedes qué? ¿No puede ser mi amigo?
—No sé, Bliss. No lo sé. Tal vez. —El toque de amargura en su tono era
pequeño, pero me golpeó como una bofetada en la cara de todos
modos. Salió por la puerta y me hundí en el banco, sintiéndome
desgastada y quemada y golpeada. Mi corazón era un pañuelo de papel
triturado.
Me senté allí, tratando de encontrar una manera en que podría
haber hecho esto mejor. ¿Hubo algún camino posible que podría haber
tomado que no habría jodido esto tan completamente? ¿Decirle no de
forma tan directa habría sido mejor? ¿Debería haber esperado hasta que
terminara el año y Garrick se hubiese ido, y luego tratar de tener algo con
Cade?
Mi madre me había dicho una vez, cuando era pequeña y tenía una
amistad desmoronándose, que algunas relaciones sólo terminaban. Como
una estrella, queman brillosas y brillantes, y luego nada en particular va
mal, sólo que llegan a su fin. Se queman.
No podía entender que mi amistad con Cade hubiera terminado.
Algo le dio un codazo a mi pantorrilla, y luego la cabeza de la gata
gris asomó entre mis piernas. Puso todo su cuerpo a través del espacio
entre mis piernas, frotándose contra mí mientras lo hacía. Rodeó de vuelta
y presionó su cabeza contra mi espinilla. Tendí una mano hacia abajo, y se
quedó inmóvil, aplanada contra el suelo con miedo. Lentamente, me moví
hasta que mi mano se apretó contra su espalda, deslizándose a lo largo de
su piel en un movimiento suave. Su cuerpo se relajó, y le acaricié otra vez.
Me senté en el suelo junto a ella. Se cerró de nuevo, pero no corrió.
Cuando estuve segura de que se sentía cómoda conmigo, la recogí en mis
brazos. Apreté mi cara contra su piel, absorbiendo el consuelo que no se
dio cuenta que me daba.
—Vamos a hacer un trato, Hamlet. Te ayudaré a tener menos miedo,

si me ayudas, también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ir a todos los Libros