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Traducido por macasolci
Corregido por Ladypandora
ara el momento en que había rellenado el papeleo
necesario, y tenía alojado a Hamlet dentro de un
barato
trasportín para gatos, había pasado cerca de
media hora
desde que Cade se había bajado de mi auto. De
pie, en el
aparcamiento, no pude encontrarlo por ningún
lado.
Saqué mi teléfono, no había mensajes.
Busqué en el parabrisas, no había notas.
Llamé a su teléfono, no hubo respuesta.
Volví a llamar a su teléfono, directo al buzón de
voz.
Para cuando sonó el "bip", yo estaba
llorando.
—Cade, lo siento. Lo siento tanto. No sé cómo
arreglar esto. Sólo
quiero que volvamos a ser como hemos sido
siempre. Dios, eso es estúpido.
Sé que no podemos. Sé que las cosas no pueden ser
como eran antes,
pero... no lo sé. Como sea. Sólo... hazme saber
si estás bien. No estás en mi
auto, y no sé cómo llegaste a casa, si es que
llegaste. Sólo llámame. Por
favor. Hablemos de esto.
Unos minutos después, estaba sentada al lado de
mi auto en el
pavimento, mis vaqueros manchados de polvo,
cuando recibí un mensaje.
Estoy bien.
Traté de llamarle otra vez, saltó directo el
buzón de voz.
Y por más que intentara pensar de otra manera,
por más que
intentara esperar que podíamos superar esto... Ya
lo sentía. Sentía que me
apagaba.
Tal vez era el dolor. Tal vez era que al final
había acabado por
volverme loca. Tal vez ya simplemente no tenía a
dónde más ir. Pero
cuando volví a mi complejo de apartamentos, no me
dirigí al mío.
Con Hamlet en la mano, me dirigí al de Garrick.
P
No sabía cómo me veía cuando abrió la puerta. Ni
siquiera quería
saberlo. Pero la abrió más casi al instante,
gesticulando hacia mí sin hacer
preguntas.
Jamás había estado en su apartamento. Debería
haberme dado
cuenta, o pedirle que me mostrara los
alrededores. Debería haber dicho
algo, pero lo único que tenía en la punta de la
lengua era un sollozo, y
necesité de toda mi energía, toda mi
concentración para retenerlo.
Pero incluso eso no fue suficiente cuando sus
dedos levantaron mi
barbilla. Él dijo mi nombre, y vi una mirada
preocupada en aquellos ojos.
Las lágrimas cayeron de mí como una copa
rebosante, y no pude
controlarlo, ni respirar bien, ni explicarlo.
Él tomó la caja de Hamlet de mis manos y pasó un
brazo alrededor
de mis hombros. Me condujo por un pasillo casi
idéntico al mío hacia una
sala de estar que era completamente diferente.
Estaba llena de libros,
algunos en las repisas, otros apilados en el
suelo. Los muebles eran sencillos
y con un toque moderno, pero no tan modernos como
para que dudara
antes de hundirme en los cojines del sofá negro,
agarrando una almohada
blanca para abrazarla a mi pecho. Luego Garrick
se puso a mi lado,
sacándome la suave almohada de las manos y
reemplazando la
comodidad con su cuerpo. Me colocó en su regazo,
acunándome como
a una niña, secándome las lágrimas, peinando mi
cabello, frotándome la
espalda.
—Él me odia. —Me las arreglé para decir
finalmente. Él no había
preguntado, pero su preocupación me empujó a
hacerlo de todos modos,
sacó las palabras fuera de mi boca.
—¿Quién te odia, amor?
Rápidas y cortas respiraciones salían de mis
labios, pequeños
gemidos que no era capaz de controlar.
—C-Cade.
—Cade no podría odiarte jamás —dijo.
—Lo hace. Se fue. No volverá a hablarme. —Me
disolví en otro
ataque de llanto y sólo me acercó a él, metiendo
mi cabeza debajo de su
barbilla, contra su pecho.
Me dejó llorar, murmurando cosas todo el tiempo. Estarás bien, amor.
Las cosas se
resolverán. Cálmate. Respira, Bliss. Estoy aquí. Todo irá bien.
Sea lo que sea nos
ocuparemos de esto. Está bien, amor.
Debió haber murmurado miles de variaciones. Pero
jamás dejó de
intentarlo, sin importar que no lo estuviera
escuchando. Cuando terminé
de llorar, estaba demasiado cansada para hacer
nada más. Me dejé caer
contra él, sólo inhalando y exhalando. Y él me
sostuvo allí. Finalmente, un
sonido se oyó a través de la niebla. Un bajo y
molesto gemido.
Hamlet. Había dejado a Hamlet atrapado en esa
caja todo este
tiempo.
Llena de culpa, me senté, manteniendo la cabeza
despejada por un
momento.
—Lo siento, necesito llevarla a casa. —Estaba
poniéndome en pie,
para ir en busca de su cajón, cuando Garrick me
tomó por los codos.
—Quédate, amor. Estás alterada. Cuidaré del gato.
No. No podía dejar que hiciera eso. Porque entonces
él vería que
todas las cosas de la gata que había comprado la
noche anterior todavía
estaban completamente nuevas y sin usar.
—No, está bien. De verdad, debería irme. Estoy
bien ahora. Gracias.
—Bliss, por favor, habla conmigo.
Mi cuerpo estaba inclinado hacia él en contra de
mi voluntad,
sufriendo por volver a sentir su comodidad, pero
aún no había tomado una
decisión.
—No lo sé...
—¿Qué te parece esto? Te vas a casa y te encargas
del gato, y en
un ratito, te llevaré la cena. Podemos hablar o
sólo ver una película o
cualquier cosa que necesites hacer. Yo sólo... si
te vas así, me volveré loco
preocupándome por ti.
Después de un momento, asentí.
—Bien.
—¿En serio?
—Sí, sólo dame una hora, ¿De acuerdo?
Él sonrió, y yo supe... que estaba en problemas.
***
Estaba bastante segura de que mi nueva gata me
odiaba.
No es que la culpara por ello, después de haberla
dejado en aquella
caja durante tanto tiempo.
Sin importar lo que hiciera, ella dejaba escapar
ese gruñido con la
boca cerrada cada vez que daba un paso en su
dirección. Le dejé
comida en la cocina, la cual ignoró. Le hice una
caja de arena y la puse
en el armario de depósitos. La levanté y la llevé
a la caja, ubicándola
dentro para que supiera dónde estaba. Siseó una
vez y luego corrió,
tirando la basura en su escapada. Desapareció
debajo de mi sofá,
únicamente con sus brillantes y malvados ojos
visibles en la oscuridad.
¿Por qué no le había dicho a Garrick que tenía
una gata llamada
Lady Macbeth13? Eso le hubiera quedado
mucho mejor.
Durante el resto del tiempo, me quedé sola con
mis pensamientos,
los cuales eran casi tan agradables como el virus
Ébola. Ordené la sala de
estar, luego pensé en huir. Ordené mi cuarto,
entonces me apresuré al
baño, segura de que iba a vomitar. No lo hice.
Casi deseé haberlo hecho.
Podría haber dicho que estaba enferma.
Antes de que tuviera la oportunidad de discutirlo
conmigo misma...
se escuchó el timbre de la puerta.
Mi corazón se sintió como si alguien estuviera
usándolo como un
trampolín. Respiré hondo. No le había prometido
nada. Él había dicho que
podíamos hablar. O ver una película. O hacer
cualquier cosa que yo
quisiera. Esto no tenía que ser un gran problema.
Cuando abrí la puerta, Garrick se veía tan alegre
que fue difícil seguir
temiendo su presencia.
—Olvidé preguntarte qué querías, así que traje
pizza, una
hamburguesa y una ensalada. —Estaba haciendo
malabares con las tres
cosas en sus manos, y yo quedé abrumada por una
vez de lo mucho que
me gustaba. No sólo de manera romántica. En
general. Él era bastante
asombroso.
Sonreí.
—La pizza está bien.
Retrocedí y él se paró dentro de mi apartamento.
Por mucho que
me estuviera volviendo loca antes, se sentía
natural tenerlo aquí. No es que
hubiera dejado de sentirme nerviosa, era sólo
que... parecía como si
perteneciera aquí.
Caminamos hacia mi cocina/sala de estar y dejamos
la comida en
la pequeña isleta redonda que sobresalía de la
encimera. Me ocupé de
agarrar bebidas y platos para ambos, y cuando no
hubo nada más para
13 Se refiere a un juego de palabras entre Hamlet y Lady Macbeth con
respecto al
comportamiento de la gata, ambos personajes de
obras famosas de Shakespeare.
Hamlet es un personaje que representa la duda y
Lady Macbeth pareciera ser más
vengativa y determinada.
distraerme, saqué uno de los taburetes de debajo
de la isla y me senté a su
lado. Puse una porción de pizza en mi plato y él
abrió la ensalada.
Entrecerré los ojos hacia él.
—¿No irás en serio a sentarte ahí y comerte una
ensalada mientras
yo me lleno la cara con bendita grasa, o sí?
Aderezó su lechuga y sonrió.
—Oh, también me voy a comer la hamburguesa. Y un
poco de pizza,
si me dejas algo.
Rodé los ojos. Los chicos apestaban.
Hablamos. De nada que importara. Él se sorprendió
cuando hundí mi
pizza en aderezo ranchero para ensaladas. Cuando le
hice probarlo,
frunció el rostro como si le resultara asqueroso,
pero lo vi hundir otra
porción en la salsa mientras yo rellenaba mi
bebida. No fue hasta que me
sentí tan llena que creí que iba a explotar,
cuando él trajo mi anterior crisis
a colación.
—Entonces, ¿Puedes decirme ahora qué pasó con
Cade?
Agarré el pepperoni de la media porción de pizza
que quedaba en
mi plato.
—Tuvimos una pelea, supongo. Creo. No estoy
segura. Jamás hemos
discutido.
—¿Sobre qué?
Dejé escapar el aire que había estado reteniendo
en mis pulmones,
y me dispuse a poner las cosas en el refrigerador
y los platos en el
fregadero.
—Sobre el beso.
Podía imaginar la reacción de Garrick sin
mirarla, así que decidí
continuar y lavar los platos... con la mano... a
pesar de que tenía
lavavajillas.
—Le gusto —continué—. Me lo dijo después del beso
y hemos estado
tratando de actuar como si nada hubiera cambiado,
pero nos fue horrible,
y yo simplemente me cansé de fingir que las cosas
estaban normales.
Él apareció a mi lado, tomando un plato y
secándolo por mí. Ya
debía haberse dado cuenta de que era más fácil
para mí hablar cuando
no nos estábamos mirando el uno al otro, porque
mantuvo los ojos fijos en
el plato mucho después de que estuviera seco.
—Entonces, ¿Qué hiciste?
—Le dije que no pensaba que fuera a pasar.
—¿Ni siquiera estabas un poco interesada?
—preguntó Garrick.
No creía que Garrick quisiera oír esto realmente,
pero iba a recibir lo
que había pedido. Necesitaba desahogarme con
alguien.
—Lo pensé. Cade es dulce, y me gusta estar con
él, pero realmente
no me hace sentir nada.
Dejó de mirar el plato y se giró hacia mí,
apoyando la cadera contra
el mostrador a mi lado.
—¿Yo te hago sentir algo?
Levanté la mirada hacia él sólo lo suficiente
para ver si estaba
bromeando. No lo estaba. Miré a otro lado.
—Esa es una pregunta estúpida.
—¿Lo es? Eres más difícil de leer de lo que
crees.
Me sequé las manos con una toalla, y me dirigí al
sofá, apretándome
en una esquina y llevándome un almohadón al
regazo.
—Hablo en serio —continuó Garrick—. A veces
reaccionas... como,
bueno, como quiero que reacciones. Pero luego,
otras veces, como
afuera, mientras devolvías las llamadas, me
empujas como si yo no te
afectara de la manera que tú me afectas.
Apreté la almohada más fuerte contra mi pecho.
—Estoy afectada, Garrick. Es sólo que estoy tan
confundida... y
preocupada. Y no entiendo por qué tú no lo estás.
Tomó asiento del otro lado del sofá, con el cojín
entero del medio
separándonos.
—Creo que todo lo que hago es preocuparme —dijo.
—¿Y crees que esto es inteligente?
Él sacudió la cabeza, riendo.
—Oh, definitivamente no es inteligente. Lo sé.
Pero, ¿Honestamente,
Bliss? Me siento miserable, aquí. Es genial tener
un trabajo estable y estoy
disfrutando de enseñar, pero ya no tengo amigos
aquí. Voy a trabajar, y
luego vuelvo al apartamento. Y pienso en ti,
porque no puedo evitarlo, y
no hay nada más para distraerme. Especialmente
cuando sé que estás a
tan sólo un edificio de distancia. La noche que
nos conocimos... Bliss,
normalmente no hago cosas como esas. Pero me
estaba replanteando
volver aquí, y tú fuiste todo lo que necesité. No
sé cuántas veces me
detuve de venir aquí y llamar a tu puerta. Y sí,
verte con Cade fue
definitivamente motivación, pero más que eso...
Simplemente me gustas,
Bliss. Como maestro. Como persona. Como chico.
Fue difícil mantener la respiración constante,
difícil evitar que el
anhelo se mostrara en mi rostro, difícil evitar
ir con él.
—¿Y ahora qué? —le pregunté.
—No tengo la menor idea.
Yo tenía tantas ideas. Ese era el problema.
—Si hacemos esto... —comencé, y luego me detuve.
Su postura
entera había cambiado, y sentí que la mía también
lo había hecho.
Estábamos a punto de cruzar una línea, y ambos lo
sabíamos—. Si
hacemos esto, tenemos que ser cuidadosos. —Él
asintió, sus ojos fijos en los
míos—. Y creo que deberíamos tomárnoslo con
calma. Si nos
enganchamos muy rápido en esto, seremos
descuidados. —Y yo
necesitaba más tiempo para pensar sobre esto,
sobre el sexo con él, y si
era algo que quería hacer.
No estaba segura de si despacio era lo que
pudiéramos hacer, pero
era la única manera que podía lograr esto sin
volverme loca. ¿A quién
estaba engañando? Me iba a volver loca igual. La
diferencia era que con
un sentimiento de locura del tipo "voy a
perder la compostura" o del tipo
"me encerraré en el apartamento por una
semana".
—De acuerdo. —Garrick se deslizó más cerca de mí
en el sofá, a
medio camino en el cojín del medio—. Puedo ser
cuidadoso... y hacerlo
despacio.
Se me puso la piel de gallina cuando levantó una
mano hacia mí.
Me dejé temer por un momento, pero luego la
necesidad de tocarlo se
sobrepuso por encima del miedo. Me deshice del
almohadón en mi regazo
y me acerqué a él. Coloqué mi mano sobre la suya,
y él la levantó a su
boca, sosteniéndola allí contra sus labios. Cerró
los ojos y con un simple
toque se impregnó en mi cuerpo, calmando mi
ansiedad.
Como una llave en una cerradura, mi cuerpo cayó
en el suyo,
encajando perfectamente. Con mi cabeza en su
pecho, y su brazo
alrededor de mis hombros, respiré hondo y supe que
no había vuelta atrás.
18
Traducido por MarMar
Corregido por LadyPandora
a simplicidad de la noche anterior había
desaparecido para
la mañana del viernes. Cade no estaba enfadado en
sí,
aunque tampoco, realmente, no estaba mucho de
nada. No
me hablaba en la sala de espera, y tampoco se
sentaba a mi
lado. Cuando me unía a una conversación, él la
dejaba. Yo era un hábito,
y él parecía estar dejándolo.
La sonrisa de Garrick en la preparación para los
de último grado, me
ayudó. Habíamos requisado las computadoras del
aula de diseño durante
el día, para investigar sobre los postgrados
disponibles. Algunos buscaban
escuelas de postgrados, otros las prácticas.
Kelsey buscaba billetes de
avión y hoteles en ciudades alrededor del mundo
al azar.
Yo miraba la página principal del buscador.
Unas manos se curvaron alrededor del respaldo de
mi silla, y el
cuerpo de Garrick se inclinó hacia mí. La
proximidad era del todo una
distracción.
—¿En qué estás pensando, Bliss?
Debería haber dicho, tú. Desnudo. Eso lo hubiera
sorprendido. No es
que estuviera pensando en él desnudo… Bueno,
ahora que lo mencioné…
Demonios.
Como dije, una distracción.
Sacudí mi cabeza porque no tenía una respuesta,
al menos una que
pudiera decir en voz alta. Él caminó a mi lado y
se inclinó sobre la mesa,
mirándome.
—¿Actuación o Dirección Escénica? —La mirada que
fijó en mí se
sentía muy personal en aquella aula llena de mis
compañeros de clase,
incluso cuando ninguno de ellos estaba mirando,
bueno, a no ser por
Kelsey. Ella nos miraba cada vez que Garrick se
me acercaba, lo cual me
recordaba que debíamos ser cuidadosos.
—No lo sé —murmuré.
L
—De acuerdo, ¿Qué tal una ciudad? Puedes comenzar
a buscar
apartamentos. Eso es ciertamente algo en lo que
tienes que pensar,
especialmente si vas a ir a Nueva York.
Contemplé el cuadro de búsqueda de la página. Se
estaba
burlando de mí.
—No puedo permitirme ir a Nueva York —contesté.
—Está bien. La mayoría de las personas no pueden.
Hay montones
de mercados regionales que puedes considerar.
Filadelfia. —Me giré
abruptamente para mirarlo. ¿Me estaba diciendo
que buscara en
Filadelfia? ¿Dónde él vivía? ¿Intentaba decirme
algo o yo estaba leyendo
demasiado en sus palabras? Su rostro estaba
inexpresivo cuando continuó:
—Tanto Dallas como Houston tienen una cantidad
razonable de trabajo.
Chicago. Seattle. Boston. DC. En realidad hay
muchos dónde elegir. —Me
di la vuelta hacia mi computadora, mi corazón
seguía todavía latiendo
demasiado rápido. Sin duda estaba leyendo entre
dientes. No era cómo si
nuestra relación fuera seria. Habíamos pasado la
noche abrazados en mi
sofá. Eso no significaba que estábamos juntos o
que tuviera que mudarme
al otro lado del mundo con él.
—Sólo explora, busca algo para comenzar —dijo,
antes de dejarme
para seguir caminando alrededor de la habitación.
Coloqué mis dedos sobre el teclado pero se
sentían como plomo,
pesaban demasiado para moverlos. Me quedé mirando
a la tecla “P”.
Podía ver a Kelsey mirándome por el rabillo del
ojo, y tan curiosa como
estaba por Filadelfia, sólo escribí “Prácticas
para Dirección de
Escenografía” en el buscador.
Luego entré de un sitio tras otro, mirando el
reloj de la esquina de la
pantalla, dándole fuerza de voluntad a los
números para que se movieran
con más rapidez.
Cuando la clase terminó, mi alivio duró poco.
La lista del elenco había sido publicada.
Todavía era Fedra, lo cual era bueno. ¿Qué tan
embarazoso hubiese
sido si Eric hubiera cambiado de opinión? Kelsey
había obtenido Afrodita,
como quería. Rusty un soldado, como había
predicho.
Y Cade era Hipólito.
***
Esa noche llamé a la puerta de Garrick, nerviosa,
a pesar de nuestro
acuerdo de tomar las cosas con calma. No habíamos
hablado sobre
hacer algo esta noche, realmente, y a pesar de
nuestra tenue relación,
todavía debíamos intercambiar números. Así que
esperaba no parecer
necesitada al buscarlo por segunda noche
consecutiva. Hamlet,
definitivamente, estaba contenta de tenerme fuera
del apartamento.
Todavía no coexistíamos muy bien.
Mi preocupación disminuyó cuando abrió la puerta
y dijo: —Oh,
gracias a Dios. He estado pensando si debería ir
a tu apartamento durante
una hora, pero temía que tocara tu puerta y
tuvieras invitados o algo.
Me reí.
—Entonces, deberíamos intercambiarnos los
números.
Él contestó: —¿Vas a ponerme bajo un nombre
secreto para que
nadie sepa quién soy yo cuando te envíe cosas
sucias?
Mis ojos se abrieron ampliamente.
—¿Planeas enviarme mensajes de ese tipo?
Sus ojos bailaron divertidos, y esa deslumbrante
sonrisa suya estaba
de nuevo en su rostro.
—No lo estoy descartando.
Oh. Oh. Mis nervios salieron disparados.
Tomó mi mano y me dirigió hacia su sala de estar,
donde un libro
abierto descansaba sobre el sofá. Era poesía,
claro, porque era perfecto, y
estaba tristemente fuera de mi alcance. Marcó la
página, y puso la
colección sobre una pila de libros al final del
sofá.
Se estiró y entrelazó nuestros dedos en la
distancia entre nosotros.
Quería recostarme sobre él, enredarme en sus
brazos y no moverme de allí
hasta que tuviera que hacerlo, pero todavía se
sentía extraño. ¿Estábamos
ya en esa parte de la relación dónde podía
simplemente hacerlo? ¿O
todavía teníamos camino que recorrer para eso?
—Entonces, ¿La lista del elenco? —preguntó. Me
quejé y me recosté
en el respaldo de su sofá—. No está tan mal, ¿No?
—Eso depende de si Cade me hablará para cuando
empiecen los
ensayos en dos semanas o no.
No tuve que preocuparme por facilitarme la
postura, ya que Garrick
no tuvo reparos en atraerme hacia él. Mi cabeza
cabía perfectamente en
la curva de su hombro.
—Cade parece ser un tipo razonable. Estoy seguro
de que después
de un tiempo en que lo procese, todo estará
mejor.
Asentí, esperando que tuviera razón, aunque no
estaba muy segura.
Cade era razonable. El problema era… que la razón
probablemente le dijo
que se mantuviera alejado de mí, si no quería que
su corazón fuera
pisoteado. Y tal vez, eso fuera lo mejor.
Él merecía a alguien mejor.
—De acuerdo —dijo Garrick—. Ya basta con eso. No
me gusta esa
mirada triste que tienes. Por desgracia, nuestras
opciones durante la noche
son limitadas, ya que no podemos salir a ninguna
parte. Así que, ¿Qué tal
una película?
Coloqué una sonrisa en mi rostro. Cuando él
sonrío de regreso, me
costó mucho menos mantenerla allí.
—Una película suena bien.
Escogió algo divertido, probablemente en un
intento de animarme
un poco. Luego, apagó las luces y se me unió en
el sofá. Cuando los
créditos de apertura comenzaron, se recostó y me
atrajo hacia él. Se
encontraba estirado en el sofá sobre su espalda,
y yo estaba sobre mi
lado, instalada entre el respaldo del sofá y él.
Vacilé por un momento
antes de colocar mi cabeza sobre su pecho.
Intenté mirar la película, de verdad que lo hice,
pero era difícil
concentrarse con sus tranquilas y continuas
respiraciones alborotando mi
cabello, y su mano acariciando mi espalda de
arriba hacia abajo. Estaba
entre lo seductivo y cosquilloso. Era
increíblemente consciente de que, de
vez en cuando, su dedo continuaba un poco más
abajo por mi espalda,
hasta el pequeño pedazo de piel que estaba al
descubierto entre el final
de mi camiseta y la cinturilla de mis pantalones
cortos. Se quedaba allí
durante un vacío segundo antes de volver a mi
espalda. Entonces, su dedo
viajaba hasta la piel descubierta de mi nuca,
donde me hacía tener que
reprimir un gemido. Miré rápidamente a su rostro,
pero estaba
concentrado en la película, completamente
inconsciente de la locura a la
cual me estaba llevando.
Finalmente, decidí que era tiempo de que tuviera
una dosis de lo
que yo estaba sintiendo. Desarmé el puño que
descansaba sobre su
pecho, presionando levemente la punta de mis
dedos en él. Comencé por
delinear el diseño abstracto de su camiseta, algo
que supuse que era de
una banda. Una vez hice eso, mantuve mis manos
deslizándose por su
pecho, por la curva de uno de sus pectorales,
bajando por su esternón
hasta su duro estómago, haciendo un camino de
vuelta por su pecho
hacia los músculos extendidos desde su hombro
hasta su bíceps. Cuando
mi mano imitó unos de sus movimientos, apenas
deslizándose a lo largo del
dobladillo de su camisa, la mano que mantenía en
mi espalda se congeló.
De alguna manera, ese hecho me puso todavía más
nerviosa.
Sintiéndome un poco más valiente, volví al
dobladillo, empujé mis
dedos hacia arriba y debajo de la camisa, usando
mis uñas para aplicar el
más suave de los toques en su piel. La mano
detrás de mí se movió,
reptando sobre mi espalda, mi cuello, hasta mi
cabello. Apoyé mi mano,
presionando mi palma contra su cálida piel. La
mano de mi cabello se
tensó, no lo suficiente para doler, sólo para
inclinar mi cabeza ligeramente
hacia atrás.
Él me miró, sin ningún rastro de su sonrisa
juguetona, con sus azules
ojos luciendo completamente negros en la oscura
habitación. Estos
danzaron por mi rostro, parpadeando con más
frecuencia entre mis ojos y
mis labios. La anticipación me estaba matando,
así que clavé mis dedos
en su piel. Su respiración ya no estaba tan
estable, pero siguió simplemente
mirándome. Relamí mis labios, y sus ojos
contemplaron ese lugar por más
tiempo, tanto que el calor se estaba agrupando
entre mis piernas a causa
de solamente la anticipación, haciendo que me
retorciera, intentando
aliviar la presión.
Cuando levanté mi pierna y la enredé con la suya,
finalmente se
puso en acción.
La mano en mi cabello me inclinó hacia adelante,
pero me detuvo a
mitad del camino.
Toda la anticipación de esos diez minutos, se
concentró en el
momento en que nuestros labios se encontraron.
La conexión era demasiado pequeña para atraer
fuegos artificiales
a mi mente, pero se le acercaba. Era como la
emoción de sostener una
bengala; esa emoción que sientes cuando las
chispas se acercan cada
vez más a tu mano.
Su boca se mantuvo cerca, y a pesar de haberlo
probado varias
veces antes, el misterio me estaba matando.
Se sentía como el primer beso.
Se echó hacia atrás y apoyó su frente en la mía.
—Gracias —dijo.
¿Gracias? ¿Fue como un, gracias, pero no gracias?
¿Gracias, pero
estoy mirando una película, déjame en paz?
—¿Por?
—Por darle una oportunidad a esto. Sé que
estabas, probablemente
estás, asustada. Pero acabas de hacer mi vida
inmensamente mejor.
No sé si por ser un actor lo había hecho tan
honesto, sin miedo a ser
vulnerable, o si simplemente era quien él era.
Deseaba poder hacer lo
mismo, pero eso no era quién yo era.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
La mano que había estado en mi cabello, hizo el
camino hasta mi
mandíbula.
—Claro —respondió.
—¿Por qué aceptaste este trabajo? No es que no me
alegre que
estés aquí, pero tú mismo dijiste que eras
miserable.
—Ya no lo soy… —se inclinó, y me besó de nuevo,
zumbando
cuando presionó sus labios contra los míos. No se
me ocurrió que no había
respondido a mi pregunta, pero no me importó lo
suficiente para dejar de
besarlo, especialmente cuando su boca finalmente
se abrió y probé su
dulce y mentolado aliento, mezclándose con el
mío.
Su lengua se deslizó con la mía, y mi mano debajo
de su camisa
volvió a la vida, cerrándose contra su lado,
atrayéndolo hasta que mi
pelvis hizo presión contra su cadera. El beso era
relajado y divino, pero
demasiado lento, lento, lento.
Quería más. Quería que nuestros cuerpos se
sofocaran, nuestros
labios se aplastaran, no esta burla suavidad. No
quería perder el contacto
con su piel, pero quería tomar el control. Mi
otra mano estaba atrapada
debajo de mí, sosteniéndome. Así que saqué mi
mano de su camisa, y la
coloqué en su rostro. Lo atraje más cerca e
intenté cambiar el ritmo.
Él lo permitió durante un momento, nuestros
labios se movían con
rapidez, con el aire escapando cuando
inclinábamos nuestras cabezas y
nuestras bocas batallaban entre ellas. Y Dios, se
sentía bien. Continué
atrayéndolo, insatisfecha, sintiendo que no
estaba lo bastante cerca,
hasta que él se inclinó hacia arriba y giró sobre
su lado para estar frente a
mí. Un suspiro de éxito escapó de mi boca,
entonces tomó la mano que
tenía en su rostro y la empujó lejos, hasta que
estuvo atrapada detrás de
mí, la sostuvo allí, presionada contra mi espalda
baja con su mano.
Entonces de nuevo, se recostó, cambiando el
ritmo, rozando mis
labios, lentamente, suavemente. Era enloquecedor.
Intenté inclinarme
hacia él, pero me sostuvo con más fuerza,
reteniéndome, tomándose su
tiempo. Gruñí con frustración.
Y él sonrío.
—¿Qué sucede, cariño?
Cualquier cantidad de palabras podrían haber
salido de mi boca,
algunas de ellas incoherentes, la mayoría de
ellas no muy agradables.
Afortunadamente, las que me arreglé para soltar
eran exactamente a lo
que quería referirme.
—Demasiado despacio —gemí.
En realidad, estaba lloriqueando.
—Te dije que podía tomármelo con calma
—respondió.
—Idiota. —Esa en realidad era la palabra más
agradable que estaba
pasando por mi cabeza. Él ni siquiera tenía la
decencia de parecer
preocupado. Simplemente se río. Me retorcí,
tratando de liberar mi brazo, y
él intentó sosegarme con un beso, este un poco
más profundo, más
satisfactorio que el anterior. Y justo cuando
estaba olvidando por qué
había estado tan frustrada antes, volvió a
alejarse.
Era absurdo, pero de verdad sentí que podía
llorar. Sus besos se
arrastraron a través de mi mandíbula hasta ese
lugar debajo de mi oreja
que hace que cada parte tensa de mi cuerpo se
vuelva blanda.
—No intentaba ser inteligente —suspiró—. Sólo
intentaba darte lo
que quieres. Es duro cuando me dejo llevar,
cuando te beso como quiero.
Porque en todo lo que pienso cuando lo hago, es
en el sabor de tu piel, y
lo mucho que me gustaría volver a probarla. —Su
boca quemó mi cuello.
Sus dientes rozaron mi piel, y por impulso, mi
cadera se lanzó hacia
adelante, apenas haciendo contacto con él. Gimió
en respuesta, sus
suspiros volviéndose bruscos y perdiendo su suavidad—.
Recuerdo el peso
de tu pecho en mi mano, y la forma en que
reaccionaste con mis dedos
dentro de ti. —Mordí mi labio combatiendo el
gemido que crecía en mi
garganta. Quería sus manos en mí. Quería que
nuestras ropas no
estuvieran—. Pienso en tu cuerpo bajo el mío.
Pienso en estar dentro de ti.
Pienso en ello, y me consume. E ir despacio, es
la última idea que cruza por
mi mente. —Lo perdí. No pude retener el gemido, y
se sintió como si fuera a
hacerme pedazos sólo con sus palabras—. Así que
tengo que besarte
lentamente. A no ser que hayas cambiado de idea,
¿Lo hiciste?
¿Cambiaste de idea?
¡SÍ! Por favor, oh Dios, sí.
Esto era una tortura.
Pero la razón se desplegó en el fondo de mi
mente, tomando control
de todo, manteniéndome con los pies en la tierra.
¿Qué pasaba si
intentábamos tener sexo y me asustaba de nuevo, y
lo arruinaba todo?
—No, no he cambiado de idea —dije. Entonces
agregué—: Idiota.
Porque aquello era una tortura, y por la sonrisa
en su rostro, él lo
sabía.
—Hmmm… entonces iremos despacio.
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