CAPITULO 5
—Imagino
que tienes una buena razón para despertarme tan temprano —dije adormilado y
rabioso
por
el sueño robado por mi amigo.
—¡Si
que la tengo! ¡Es martes y tienes que llegar a todas las clases! —respondió
Jared
recordándome
mis deberes.
—¡Ya
estaba despierto! —mentí.
—Si,
lo que tú digas Zac —dijo Jared. Lo escuché subirse a su auto —Recuerda que
tenemos clase
con
la Sra. D, así que saca tu culo de la cama y muévete. Tienes exactamente 20
min. Pasaré por
tu
casa, más vale que te vea sobre tu moto con unas enormes gafas negras para que
tapes la
resaca
que debes tener y dirigiéndote hacia la institución a la que tú, con tanto
cariño, llamas el
purgatorio
en la tierra.
—Prácticamente
ya estoy en la moto —respondí huraño.
—Por
lo menos péinate y arréglate un poco —me dijo como si fuera un niño. Sonreí por
lo bajo.
—Me
urge acostumbrarme a estas horas de entrada —respondí mientras sacaba ropa del
armario y
entraba
al baño —Por cierto Jared…
—¿Si?
—dijo él.
—Gracias
—dije.
—No
es nada hermano —respondió.
Corte
el teléfono y terminé de vestirme. Salí del baño y entré en la cocina para
tomarme
rápidamente
un café. Reí por lo bajo al pensar que Jared ahora debía estar intentando
despertar a
Corbin.
Terminé
el café y tomé mis cosas. Salí de la casa y me acerqué a mi linda moto. La
única mujer
que
nunca me reprochaba nada.
A
lo lejos vi el auto de Jared y sin seguir dando vueltas prendí mi moto y seguí
su auto hacia la
institución.
Pronto llegamos.
—Jared
¿Acaso nunca te cansas de ser tan responsable? —preguntó Corbin recargándose en
el
coche
de Jar en el lugar habitual donde nos reuníamos antes de entrar a clases, con
una nota de
admiración
hacia su amigo.
De
alguna forma había logrado que se levantara de la cama para llegar temprano y
además había
llegado
a una cafetería y había traído cafés para los tres.
El
aludido solo se encogió de hombros.
—Solamente
trato de asegurarme de que mis futuros socios no sean unos completos y
verdaderos
inútiles
—dijo quitándole importancia y mirando distraídamente hacia otro lado para
evitar las
miradas
de gratitud de nosotros.
—De
todos modos un día de estos te lo retribuiremos —dije mientras sorbía un poco
de café y
miraba
hacia otro lugar al igual que Jared en un intento por que la situación no se
volviese más
sentimental
de lo que ya estaba.
—¡Eso
es un hecho! —afirmó Corbin mientras le daba un golpecito afectuoso a Jared.
Ciertamente
Corbin
era el más afectuoso de los tres, Jared el responsable… y eso me deja a mí el
lugar de….
Soy
el patán del grupo. Esa conclusión me hizo sonreír —¿Ves? ¡Hasta zac esta
sonriendo! Somos
tan
afortunados al tenerte Jared —dijo y le dio otro golpecito esta vez uno más
fuerte provocando
que
Jared derramara un poco de su café.
—¡Genial!
¡Esta hirviendo Corbin! —dijo cambiando la taza de mano y secándose la otra en
la ropa
del
afro.
—Lo
siento —dijo resignado a que valía más dejar que se secara en él.
—Mira
quien viene ahí —dijo Jar mientras prendía un cigarrillo y hacia que Corbin
sostuviera su
café
—¿No fumas hoy? —me preguntó sorprendido.
—Esta
mañana me es más urgente tomarme este café para despabilarme un poco —dije.
En
ese momento el auto al que había llamado mi atención Jared estacionó al lado de
mi moto, justo
enfrente
de donde estábamos nosotros reunidos.
De
ahí se bajo primero Pattinson, el cual fue al otro lado del auto y le abrió la
puerta a… Vanessa.
Esta
bajó con cuidado y tomando su bolso, le entregó una amable sonrisa a su
compañero y se
dispuso
a caminar dentro de la Universidad.
—¡Buenos
días Vanessa! —le habló Corbin.
Ella
dirigió su mirada a nosotros. Sonrió levemente
—Buenos
días —saludó ella haciendo que Pattinson me dirigiera una mirada recelosa, para
luego
llamar
la atención de ella con alguna conversación insulsa y vacía.
—Esta
bien creo que ya me despabile, dame un cigarrillo —le pedí a Corbin.
—Te
lo terminas en el camino, ya es hora —me urgió Jared, mientras se adelantaba
unos pasos de
nosotros
—Vamos, arrastren sus dormidos culos hasta el aula.
—¿Qué
le pasa a este que siempre esta demasiado despierto para mi gusto por las
mañanas? —me
dijo
en un susurro el afro.
—¡Escuche
eso, Bleu! ¡Muévete!
—Amigo,
lo que tú necesitas es relajarte —refutó Cor.
Jared
solo lo ignoró, no se pondría a discutir con Corbin cuando podía empujarlo
hacia el salón.
—¡Otra
vez tarde Efron, Murillo y Bleu! —exclamó la maestra.
—Y
si no fuera por Jared no habríamos llegado, y si no fuera por Corbin no
hubiésemos llegado
tarde,
si tan solo no se hubiera puesto a discutir con Jared justo antes de entrar —me
quejé en un
murmullo.
—¡Efron!
¿Qué es lo que tanto dice? —preguntó la Sra. D.
—Esta
mañana luce especialmente hermosa profe, ¿Acaso se cortó el pelo?
—Siéntese
Efron —me ordenó con recelo.
Tomé
asiento atrás de Hudgens, al poco tiempo la clase me aburrió y tiré de su pelo
levemente,
pero
ella me ignoró, solo lo acomodó hacia un lado. Volví a tirar de un mechón y me
ignoró otra
vez.
Lo volví a hacer…
—Vuelve
a jalar de mi pelo y te enterrare la nariz en el cerebro —me amenazó en un
susurro.
—Me
gustaría que lo intentaras —le contesté.
—¿Qué
es lo que quieres de mi? —preguntó fastidiada.
—Si
te digo tal vez no quieras volver a hablarme.
—Eres
un sucio.
—Un
día nos podríamos bañar juntos —le dije.
—Imbécil
—respondió y volvió su atención a la profesora.
Aaagh
ella no estaba para cooperar con la diversión. Decidí escuchar música
distraídamente,
mientras
la maestra hablaba.
Hoy
no estaba de humor para oírla hablar. Mi padre ya me había enseñado lo que ella
estaba
enseñando
a la clase.
En
el verano me obligó a trabajar para él en su firma de abogados. Aborrecí tanto
el trabajar, así
como
ser el hijo del jefe.
Marilyn
Manson siempre me ayudaba a pasar el día sin maltratar a nadie… o ¿era al
revés?
—Efron…
Efron… ¡Efron! —me llamó.
Ya
la había oído pero decidí continuar con mi cabeza echada hacia atrás y los ojos
cerrados.
—Creí
que necesitabas espacio, cariño —le dije sin moverme.
—¡No
me digas cariño! —exclamó más fuerte de lo que era necesario, incluso si yo
estaba usando
los
audífonos en ese momento.
Me
sacó el de la oreja derecha y tuve que abrir los ojos, estaba parada aun lado
de mí y ya todos
habían
desalojado la sala supongo que me concentré demasiado en la música.
—Estas
muy sensible este día, dime ¿necesitas que vaya a la farmacia por ti? —la vi
ponerse roja
pero
de coraje.
Me
sorprendió que no le saliera humo de las orejas.
—Estaré
bien en cuanto tenga tus ojos entre mis dedos —dijo amenazadoramente.
—Vaya
si que eres dulce —dije fingiendo demencia —Halagas mis ojos.
—Hablo
literalmente —dijo con una sonrisa maléfica.
—Oh,
lo siento cariño pero este par me ha conseguido varias citas con una sola
mirada. Me temo
que
no los puedes tener —hice una pausa dramática mientras le mostraba una amplia
sonrisa y la
escudriñaba
de arriba a abajo —Pero se me ocurre otra cosa de mí que podrías tener entre
tus
dedos
—me abofeteó con fuerza —¿Supongo que ahora es cuando digo auch? —tomó sus cosas
y
se
dirigió a la puerta —Vanessa —la llamé antes de que saliera —No veo por que
habría de
molestarte
tocarme el cabello…. —hice una pausa y puse una expresión divertida —¿O no será
que
pensaste
que hablaba de…?
—¡Yo
no pensé nada! —me interrumpió nerviosa.
—Si,
eso creí —dije mientras la miraba acusadoramente.
Ella
solo pudo encogerse de hombros y ponerse roja. Salió de allí dejándome solo. Me
puse de pie y
decidí
salir también. Quedaban unos 5 minutos antes de que empezara la siguiente
clase, y
necesitaba
fumar un cigarrillo.
Salí
del salón y comencé a caminar por el pasillo. La chica que sería la conquista
de esta semana se
acercó
mirando para todos lados a mí. Tal vez se estaba percatando de que Amanda no la
viera o
algo
por el estilo.
—Hola
bonito —dijo con una pequeña sonrisa.
Sonreí
fingidamente. Como me irritaban las chicas como ella. Siempre se la pasaban
hablando de lo
mismo.
Nunca podías tener una conversación normal y larga con ellas. Aunque en la
mayoría de los
casos
no me interesa conversar con ellas.
Volvió
a mirar para sus costados y cuando se percató de que nadie nos veía se acercó a
mi boca y
comenzó
a besarme. Mis ojos estaban bien abiertos ante esto, no me esperaba que fuera
tan…
demostrativa.
No
cerré los ojos, no me gustaba cerrar los ojos cuando las besaba. Revoleé los
ojos, esperando a
que
de una buena vez terminara.
No
era muy buena besadora, espero que eso no sea así en la cama. Al fin se alejó
de mí. Sonreí sin
separar
los labios.
—¿Y
eso? —le pregunté.
—Un
pequeño adelanto —dijo.
Escuché
una risa muy chistosa desde lo lejos. Me incliné un poco hacia mi derecha y
allí estaba ella,
riendo
divertida con Corbin y Jared.
El
afro estaba haciendo unas caras divertidas mientras Jared envolvía a la morena
por el costado de
su
cintura y la sostenía cerca de él. Torcí la cabeza y miré sin entender. Volví
mi vista a la chica
frente
a mí… Aaag, me choca cuando no recuerdo sus nombres.
—Lo
siento….
—Kate
—dijo algo sorprendida.
—Si,
lo se —le dije como para que no se sintiera muy usada —Nos vemos luego, Kate.
—Está
bien lindo —dijo y se quiso acercar de nuevo a mi boca, pero fui más rápido que
ella y bese
su
frente.
Me
alejé de ella y comencé a caminar hacia los dos payasos de circo y la dueña del
mismo. Al
instante
en que Jared me vio, soltó a Vanessa y ambos dejaron de hacer caras. La morena
los miró
sin
entender y se giró a verme.
—Dios…
—susurró fastidiada —Bueno chicos, gracias por las risas. Pero ya me voy…
Quiso
alejarse, pero rápidamente la tomé suavemente de la cintura y la jalé hacia mí.
—¿A
dónde vas morenita? —le dije mirándola fijamente a los ojos.
—¡Suéltame
Efron! —dijo y comenzó a forcejear para salirse de mi agarre.
—¿Cuál
era el chiste? —pregunté a mis dos amigos.
—¡Suéltame!
—volvió a intentar.
—¿No
escuchaste lo que te dijo? —preguntó él detrás nuestro.
Sin
soltarla me giré a verlo.
—Pattinson
—dije y sonreí.
—Suéltala
Efron, te lo advierto.
—Rob,
tranquilo —dijo ella y con un movimiento más se soltó de mi brazo —Es solo un
niño.
—¿Vamos?
—dijo él.
—Vamos
—afirmó ella y sonriéndole a Corbin y a Jared se alejó de nosotros.
—La
hiciste buena, Zac. Ya casi la tenia —dijo Jar.
—¿Ya
casi la tenías? —dije y me giré a verlo —Ya te lo dije, esa es mía.
—Hagamos
una cosa —habló el afro —Jared y yo te damos 400 dólares si logras llevártela a
la
cama.
—Oye
—se quejó Jared.
—Tiene
que ser la conquista de esta semana —dijo Cor.
—Pero
ya tengo una —aseguré.
—Vamos
Efron, ¿Acaso eres un gallina? —se burló Jar.
—Si
llegamos al lunes que viene y aun no te has acostado con ella. Tú nos das 200
dólares a cada
uno
de nosotros —dijo muy seguro de que eso iba a suceder.
—¿Aceptas?
—preguntó Murillo.
—Está
bien sucias —les hablé y sonreí maliciosamente —Vayan preparando ese dinero,
porque esa
morena
está mañana mismo entre mis sabanas.
CAPITULO 6
Dejé
escapar el humo de mi boca, estaba exasperado de todo. Miré a mí alrededor.
Estaba solo,
sentado
bajo el viejo árbol del jardín de la Universidad. El recuerdo de mi madre aun
no salía de mi
cabeza,
desde ayer que no se va.
‘—Te
juro que voy a matarla si no haces lo que te digo. A tu madre se la tengo
jurada…’
Sus
palabras llenaron mi cabeza. Él era un cobarde, un canalla. ¡Y maldita sea! Me
tenía agarrado
de
las pelotas.
Sacudí
mi cabeza para tratar de pensar en otra cosa y volví a absorber el humo de mi
cigarrillo.
Esta
vez me había ausentado de la clase de contaduría. Jar y Corbin habían decidido
quedarse ya
que
les gustaba la profesora.
Una
mujer de unos 30 años que estaba como quería. Pero juro que hoy no tenía ganas
de
babearme
como esos dos.
Miré
mi reloj mientras apagaba el tabaco contra el césped. Faltaban 15 minutos para
que la hora
terminara
y el receso del almuerzo comenzara. Tenía hambre…
—¡Ya
no se que es lo que quieres, papá! —escuché como hablaba nerviosa. Me incliné y
la vi
parada
a unos metros hablando por teléfono —¡Vine a la maldita Universidad que
querías! ¡Estoy
haciendo
las malditas cosas que quieres que haga! ¡¿Qué más quieres?! —preguntó
histérica —
¡Sabes
donde puedes meterte el dinero! ¿Verdad? ¡Vete al demonio! —le gritó y colgó.
Tiró el
celular
con fuerza hacia mi dirección.
Antes
de que me viera volví a mi posición normal. Tomé el pequeño aparatito que, a
pesar de la
fuerza
con la que fue arrojado, no sufrió ningún daño.
Me
puse de pie y salí detrás del árbol. Ella me miró sorprendida. Me acerqué y
estiré mi mano para
entregarle
su teléfono.
—¿Qué
haces aquí? —me preguntó y tomó su celular.
—Fumaba
y me escapaba de la clase de contaduría —le dije.
Una
silenciosa lágrima cayó por su mejilla. Rápidamente levantó su mano y la secó
para no mostrar
debilidad
delante de mí.
Tomé
su mentón con mi mano e hice que me mirara. Sus ojos estaban llenos de
lágrimas, que no
estaban
dispuestas a salir.
—¿Y
tú? —le pregunté.
—Lo
mismo... menos fumar, no fumo —dijo rápidamente.
—Perdona
si soy metido, pero ¿Con quien discutías? —pregunté.
Ya
sabía que estaba discutiendo con su padre, pero quería escucharla.
—Con
mi padre —dijo en un susurró —Pero no tiene importancia, ya esta.
—¿Te
estaba amenazando con que iba a desheredarte, si no haces lo que él quiere? —le
pregunté.
Sus
ojos se clavaron en los míos. Aun sostenía su mentón con mi mano.
—Si
—musitó apenas —Siempre es lo mismo.
—Te
entiendo, a mi también me pasa —le dije.
Que
buena forma de llegar a ella, para así poder ir más allá de un simple beso. Una
parte de mí rió
por
dentro al sentirse ganador de unos 400 dólares. Que mejor que comprender sus
problemas, sus
vivencias
y luego curar sus angustias con un poco de sexo.
Sentí
como se alejaba de mi agarre y me concentré en mirarla.
—¿No
tienes demasiadas faltas, como para estar aquí? —me preguntó.
—No
me preocupo por ello, cuando haya un examen estudio —dije y comencé a caminar a
su lado.
—Que
fácil que es la vida para ti —dijo y miró la pantalla de su teléfono para
cerciorarse de que no
tenía
ningún daño a causa de la caída.
—No
diría fácil, trato de no hacerla complicada —le contesté.
—Ojala
yo pudiera pensar igual que tú.
—Pensamos
muy parecido, cariño.
Me
miró de costado entregándome una mirada asesina ante mi forma de decirle.
Sonreí de costado
y
enfrenté su despectiva mirada.
—No
me llames cariño.
—¿Por
qué?
—Porque
me haces sentir como las chicas con las que seguramente sales.
—Podrías
ser una de ellas…
—No,
gracias —dijo divertidamente sarcástica —Jamás me metería contigo.
—¿A
no? Dime las razones.
—¿Hace
falta? —preguntó. Asentí con cabeza —Veamos…. A leguas se nota que eres un Don
Juan,
creo
que no tenemos la misma visión del mundo. Tampoco creo que compartamos gustos
musicales,
por lo que escuche. Y tampoco algún interés social. Eres blanco, yo soy negro.
Tú eres
si,
yo soy no. Hasta podría decirte que tú eres calor y yo soy frío.
—Mmm,
me ves caliente.
—No
en el sentido que estas pensando —dijo y soltó una leve risa.
—Así
que dirías que somos totalmente opuestos.
—Exacto.
—Por
algo dicen que los opuestos se atraen. Si pasara algo entre nosotros, se que el
mundo
estallaría.
—Ay,
y ahora sales con tu parte poética. Eres tan predecible. Con razón tienes a
todas esas huecas
a
tus pies. Un par de palabras bonitas, y la noche asegurada ¿No es cierto?
¡Diablos!
Va a costarme esta morena. Pero no estoy dispuesto a perder 400 dólares.
—De
algo hay que vivir —me disculpé.
—Eso
es cierto —dijo embozando una sonrisa.
—¿Ves?
—le dije. Se giró a verme —No todas son diferencias entre nosotros.
—Puede
ser, pero no interesa. Aunque fueras igual a mí, no me metería contigo.
—¿Qué
es Pattinson de ti? —la pregunta salió sin permiso de mi garganta.
—¿Rob?
—dijo mirándome. Asentí. Mi repentino interés por saber me tomó totalmente por
sorpresa
—Es
mi ex.
—Diablos…
—susurré.
—¿Por
qué? —me preguntó.
Llegamos
a la cafetería. Aun faltaban 5 minutos para que todo el mundo saliera a
almorzar. Ella se
acercó
a la mujer de la cafetería y con una leve sonrisa le pidió una manzana. La tomó
y nos
sentamos
en una de las mesas.
—¿Y
porque es tu ex?
—Larga
historia —dijo simplemente.
—¿Aun
lo amas?
—Nunca
lo ame —le dio un fresco mordisco a su manzana. Me hizo desear ser aquel fruto.
—¿A
no?
—No
—dijo algo pensativa —Si lo quise mucho, y aun lo quiero. Pero lo que se dice
amor, no.
—¿Por
qué terminaron?
Me
miró divertida y volvió a morder su manzana. Estiró su brazo para colocar el
fruto prohibido
frente
a mi boca.
Lo
miré y luego la miré a ella. Abrí mi boca y mordí. Buena forma de jugar a ‘A
ver quien seduce
más
de los dos’
—Larga
historia —volvió a decirme.
El
timbre sonó y en menos de un minuto todo el mundo estaba allí.
—¿No
vas a contarme? —le pregunté.
—¿Para
que quieres saber? —dijo mientras terminaba de tragar un pedazo de manzana.
Relamió
sus
labios para juntar el juego del mismo. Y de verdad deseé ser ese jugo.
—¿Y
porque no puedo saberlo? —contesté con otra pregunta. Ella sonrió
suspicazmente.
—Porque
no es de tu incumbencia.
Jar
y Cor se acercaron a nosotros, sentándose cada uno en una silla.
—Muero
de hambre —habló el afro.
—¿Quieren
que vaya por algo para comer? —preguntó amable la morena. Jar le sonrió
tiernamente.
—¿Serías
tan amable? —dijo Murillo.
—Claro
que si —respondió ella y fue en busca del almuerzo. Giré mi cabeza para
observar a Jared.
—¿Qué
te sucede? —le pregunté asustado —Me parece que de verdad te gusta.
—No
—dijo divertido —No voy a negarte que esta muy buena, pero juro que la veo como
a una
hermana.
Es así como muy tierna, no es mi tipo…
—¿Qué
estaban haciendo? —me preguntó Corbin.
—Hablábamos
—dije simplemente.
—¿De
que?
—De
la vida —mentí.
Si
ellos se enteraban de que Pattinson era el ex de Vanessa, no pararían de
refregarme que él,
seguramente,
ya se la ha llevado a la cama.
Ella
llegó con la bandeja, con tres hamburguesas. La colocó en el medio.
—Gracias
Vanessa —dijo Cor y tomó una con la mano.
—Pueden
decirme Nessa.
—¿Y
para ti? —le pregunté al ver que no había más comida en el pato.
—No
como carne —sentenció. Sonreí divertido.
—¡Vanessa!
—escuchamos como la llamaban.
Los
cuatro nos giramos a ver y era Pattinson quien lo hacia.
—Ahora
vuelvo —dijo y se dirigió hacia él.
Volví
mi mirada a los muchachos.
—¿Sabes
de donde se conocen? —preguntó el afro.
—No
tengo ni la más pálida idea —volví a mentir. Jared miró con preocupación en la
dirección en la
que
se había dirigido la morena —¿Qué sucede? —le pregunté.
—Mira
—me dijo.
Giré
mi cabeza y él la estaba sujetando con fuerza de uno de sus brazos, parecía que
estaban
discutiendo
pues ella intentaba soltarse mientras le decía cosas nerviosamente. Vimos como
Pattinson
recibía una cachetada de su parte, giró para verla luego del golpe y la tomó de
ambos
brazos…
Infeliz.
Me
puse de pie y rápidamente me acerque a ellos.
—Será
mejor que la sueltes Pattinson —le hablé. Se giró a verme. Ella me miró algo
sorprendida.
—Esto
no es asunto tuyo Efron. Esto es entre ella y yo —me dijo, conteniendo lo más
que podía su
enojo.
—Pues
me parece que necesitas aprender a tratar a una dama —dije y miré el agarre que
él estaba
ejerciendo
en sus brazos. Iba a quedarle la marca si no la soltaba.
—Yo
la trato como se me da la gana.
Varios
recuerdos vinieron a mi cabeza.
‘—¡Suéltame
David!’
‘—¡Cállate!
¡Eres una ramera!’
‘—Me
estas lastimando, ¡Suéltame! Zac puede escuchar…’
‘—¡Que
escuche! Así de una buena vez se hace hombre.’
‘—¡Apenas
tiene 9 años David! ¡Suéltame!‘
‘—¡Esto
va a enseñarte que aquí mando yo!’
—¡Suéltala!
—dije elevando la voz. Aquella escena atormentaba mis pensamientos.
Bruscamente
la soltó.
—¿Qué
vas a hacer si no la suelto? ¿Eh?
Apreté
mis labios y uno de mis puños se cerró. Miré su rostro y la viva imagen de mi
padre
apareció
ante mí. Hice lo que tenía ganas de hacer desde ayer en la noche.
Dejé
que todo el peso de mi cuerpo cayera sobre él en forma de golpe sobre su cara.
Pattinson
cayó
al suelo.
—No,
no —dijo nerviosa ella parándose frente a mí, mientras él se ponía de pie.
El
muy animal iba a ser capaz de tirarse sobre mí con ella en el medio, así que
con cuidado la corrí
hacia
un costado.
Pattinson
se abalanzó sobre mí y comenzamos a pelear. Todo el mundo se concentró
alrededor
nuestro.
Podía sentir el odio corriendo por mis venas, no soportaba esa situación. Nunca
pude
soportarla…
—¡Sepárenlos!
—escuché la voz afligida de Vanessa.
Sentí
el agarre de alguien que me alejaba de aquel animal.
—¡Suéltame
Corbin! —grité e intenté soltarme —¡Voy a acabar con él!
—¡Eso
esta por verse! —siguió desafiándome él mientras uno de sus amigos lo atajaba.
Otra
vez intenté soltarme, pero… sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi pecho.
Bajé la mirada
y
ella estaba frente a mí. Su mirada chocolate logró calmarme un poco. Mi pecho
se elevaba
agitado,
mi rabia era incontenible.
—Tranquilo…
—susurró.
—¡¿Qué
sucede aquí?! —preguntó el Rector abriendo paso entre la gente para llegar a
nosotros.
Nos
miró consecutivamente a Pattinson y a mí —Otra vez tú Efron.
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