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Miércoles, 8 de Junio de 2011
ami! ¡Mami! Mami está dormida en el suelo. Ha estado dormida por mucho tiempo. La sacudo. No se despierta. La llamo. No se despierta. Él no está aquí y mamá todavía no se despierta.
Tengo sed. En la cocina, tiro de una silla hacia el fregadero y tomo un trago. El agua salpica sobre mi suéter. Mi suéter está sucio. Mami todavía está dormida. ¡Mami, despierta! Todavía está tumbada. Está fría. Voy a buscar mi mantita y cubro a mami y me acuesto en la pegajosa alfombra verde al lado de ella.
Mi barriguita duele. Es hambre, pero mami está todavía dormida. Tengo dos autos de juguete. Uno rojo. Otro amarillo. Mi auto verde ha desaparecido. Están por el suelo donde mami está dormida. Creo que mami está enferma. Busco algo para comer. En el refrigerador encuentro guisantes. Están fríos. Me los como despacio. Hacen que mi barriguitaduela. Me duermo al lado de mami. Los guisantes se terminan. En el refrigerador hay algo. Huele raro. Lo lamo y mi lengua se pega. Me lo como poco a poco. Sabe asqueroso. Bebo un poco de agua. Juego con mis autos y me duermo al lado de mami. Mami está tan fría y ella no se despierta. La puerta chasquea abierta. Cubro a mami con mi mantita.Joder. ¿Qué mierda ha pasado aquí? Oh, la jodida puta loca. Mierda. Joder. Sal de mi camino, tú, pequeña mierda. Él me patea y golpeo mi cabeza en el suelo. Mi cabeza duele. Él llama a alguien y se va. Bloquea la puerta. Me acuesto al lado de mami. Mi cabeza duele. La chica policía está aquí. No. No. No. No me toques. No me toques. No me toques. Me quedo con mami. No. Aléjate de mí. La chica policía tiene mi mantita y me agarra. Grito. Mami. Mami. Las palabras desaparecen. No puedo decir palabras. Mami no puede oírme. No tengo palabras.
¡M
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Me despierto con la respiración pesada, tomando enormes bocanadas de aire, comprobando mis alrededores. Oh, gracias a Dios, estoy en mi cama. Lentamente el miedo se desvanece. Tengo veintisiete, no cuatro. Esta mierda tiene que parar.
Solía tener mis pesadillas bajo control. Tal vez una cada dos semanas pero nada como esto, noche tras noche.
Desde que ella se fue.
Me giro y me acuesto sobre mi espalda, mirando al techo. Cuando ella dormía a mi lado, yo dormía bien. La necesito en mi vida, en mi cama. Ella era el día de mi noche. Voy a conseguir tenerla de vuelta.
¿Cómo?
—¿Has pensando en probar una relación a su manera?
Ella quiere corazones y flores. ¿Puedo darle eso? Frunzo el ceño, intentando recordar los momentos románticos en mi vida… Y no hay ninguno… Excepto con Ana. El ―más‖. El planeador y el IHOP, y llevarla en el Charlie Tango.
Tal vez puedo hacer esto. Me dejo llevar por el sueño, el mantra en mi cabeza: Ella es mía. Ella es mía… Y la huelo, siento su piel suave, pruebo sus labios y escucho sus gemidos. Exhausto, caigo en un sueño erótico lleno de Ana.
Me despierto de repente. Mi cuero cabelludo se estremece, y por un momento creo que lo que me trastornó es más externo que interno. Me siento y froto mi cabeza y despacio escaneo la habitación.
A pesar del sueño carnal, mi cuerpo se ha comportado. Elena estaría satisfecha. Ella me mandó mensajes ayer, pero Elena es con la última persona con la que quiero hablar. Hay solo una cosa que quiero hacer ahora mismo. Me levanto y tiro de mi equipo de correr.
Voy a comprobar a Ana.
~ * ~
Su calle está tranquila excepto por el murmullo de un camión de reparto y el silbido desafinado de un solitario paseador de perros. Su apartamento está oscuro, las cortinas de su habitación están cerradas. Mantengo una silenciosa vigilancia desde mi escondido de acosador,
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mirando fijamente a las ventanas y pensando. Necesito un plan, un plan para ganármela de vuelta.
Cuando las luces del amanecer brillan en su ventana, subo el volumen de mi iPod, con Moby resonando en mis oídos corro de regreso a Escala.
~ * ~
—Tomaré un croissant, señora Jones.
Ella se queda inmóvil sorprendida y alzo una ceja.
—¿Mermelada de albaricoque? —pregunta, recuperándose.
—Por favor.
—Le calentaré un par para usted, señor Grey. Aquí está su café.
—Gracias, Gail.
Sonríe. ¿Es solo porque voy a tomar croissants? Si eso la hace feliz, debería tomarlas más a menudo.
~ * ~
En el asiento de atrás del Audi, planeo. Necesito reunirme cerca y personalmente con Ana Steele, para empezar mi campaña para ganármela. Llamo a Andrea, sabiendo que a las siete quince de la mañana ella no estará en su escritorio todavía y dejo un mensaje de voz:
—Andrea, tan pronto como llegue, quiero repasar mi agenda para los próximos días. —Ahí, paso uno en mi ataque es para hacer tiempo en mi agenda para Ana. ¿Qué demonios se supone que estoy haciendo esta semana? En este momento, no tengo ni idea. Normalmente estoy en esta mierda, pero últimamente he estado todo sobre el lugar. Ahora tengo una misión en la que concentrarme. Puedes hacer esto, Grey.
Pero en el fondo, deseo que tenga el valor en mi convicción. La ansiedad se despliega en mi estómago. ¿Puedo convencer a Ana que me tome de vuelta? ¿Me escuchará? Eso espero. Esto tiene que funcionar. La extraño.
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—Señor Grey, he cancelado todos sus eventos sociales para esta semana, aparte de uno para mañana, no sé de qué se trata. Su calendario dice Portland, eso es todo.
¡Sí! ¡El jodido fotógrafo!
Le sonrío a Andrea, y sus cejas se alzan en sorpresa.
—Gracias, Andrea. Eso es todo por ahora. Envíeme a Sam.
—Claro, señor Grey. ¿Le gustaría un poco más de café?
—Por favor.
—¿Con leche?
—Sí. Café con leche. Gracias.
Ella sonríe amablemente y se va.
¡Eso es! ¡Mi entrada! ¡El fotógrafo! Ahora… ¿Qué hacer?
Mi mañana ha sido consecutivas reuniones, y mi equipo me ha estado mirando nerviosamente, esperando que explotase. De acuerdo, ese ha sido mi modus operandi por los últimos días, pero hoy me siento claro, calmo y presente; capaz de lidiar con todo.
Ahora es la hora de comer, mi trabajo con Claude ha ido bien. El único contratiempo es que no hay más noticias de Leila. Todo lo que sabemos es que ella ha metido la pata con su marido y que podría estar en cualquier lugar. Si ella se asoma, Welch la encontrará.
Estoy hambriento. Olivia deja un plato en mi escritorio.
—Su sándwich, señor Grey.
—¿Pollo y mayonesa?
—Uhm…
La miro fijamente. Ella simplemente no lo entiende.
Olivia ofrece una inepta disculpa.
—Dije pollo con mayonesa, Olivia. No es tan difícil.
—Disculpe, señor Grey.
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—Está bien. Solo váyase. —Ella se ve aliviada, pero se lanza para salir de la habitación.
Llamo a Andrea.
—¿Señor?
—Venga aquí.
Andrea aparece en el marco de la puerta, viéndose calma y eficiente.
—Deshágase de esa chica.
Andrea se endereza.
—Señor, Olivia es la hija del Senador Blandino.
—No me importa si es la Reina de la jodida Inglaterra. Sáquela de mi oficina.
—Sí, señor. —Traga.
—Consiga a alguien más para ayudarle —le ofrezco en un tomo amable. No quiero enemistarme con Andrea.
—Sí, señor Grey.
—Gracias. Eso es todo.
Ella sonríe y sé que está de regreso a bordo. Es una buena asistente personal. No quiero que se vaya porque estoy siendo un idiota. Ella sale, dejándome con mi sándwich de pollo —sin mayonesa—, y mi plan de campaña.
Portland.
Sé la forma de mandar un correo electrónico para empleados de SIP. Creo que Anastasia responderá mejor en escrito; ella siempre lo hace. ¿Cómo empiezo?
Querida Ana.
No.
Querida Anastasia.
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No.
Querida señorita Steele.
¡Mierda!
Media hora después todavía estoy mirando fijo a la vacía pantalla del ordenador. ¿Qué demonios digo?
Vuelve… ¿por favor?
Perdóname.
Te echo de menos.
Vamos a intentarlo a tu manera.
Pongo mi cabeza en mis manos. ¿Por qué es esto tan difícil?
Mantenlo simple, Grey. Solo corta la mierda.
Tomo una profunda respiración y tecleo un correo electrónico. Sí… esto lo hará. Andrea me llama.
—La señora Bailey está aquí para verle, señor.
—Dígale que espere.
Cuelgo y me tomo un momento, y con mi corazón martilleando, presiono enviar.
De: Christian Grey
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:05
Para: Anastasia Steele
Querida Anastasia
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Perdona esta intromisión en el trabajo. Espero que esté yendo todo bien. ¿Recibiste mis flores?
Me he dado cuenta de que mañana es la inauguración de la exposición de tu amigo en la galería, y estoy seguro de que no has tenido tiempo de comprarte un auto y eso está lejos. Me encantaría acompañarte… Si te apetece.
Házmelo saber.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
Miro mi bandeja de entrada.
Y miro.
Y miro… Mi ansiedad creciendo con cada segundo que pasa.
Me levanto, camino de un lado a otro por la oficina, pero eso me aleja de lacomputadora. De regreso en mi escritorio, compruebo mi correo electrónico otra vez.
Nada.
Para distraerme a mí mismo, trazo mi dedo a lo largo de las alas de mi planeador.
Por el amor de Dios, Grey. Controlate.
Vamos, Anastasia, contéstame. Ella siempre ha sido tan rápida. Compruebo mi reloj… dos con nueve de la tarde.
¡Cuatro minutos!
Todavía nada.
Levantándome, me paseo alrededor de mi oficina una vez más, mirando a mi reloj cada tres segundos, o así se siente.
Para las dos con veinte estoy desesperanzado. Ella no va a contestar. Realmente debe odiarme… ¿quién puede culparla?
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Entonces escucho un silbido de un correo electrónico. Mi corazón colapsa en mi garganta.
¡Demonios! Es de Ros, diciéndome que ha vuelto a su oficina. Y entonces allí está, en mi bandeja de entrada, la línea mágica: De: Anastasia Steele.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:25.
Para: Christian Grey.
Hola Christian.
Gracias por las flores; son preciosas.
Sí, te agradecería que me acompañaras.
Gracias.
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
El alivio fluye a través de mí; cierro mis ojos, saboreando el sentimiento.
¡SÍ!
Leo cuidadosamente su correo electrónico buscando pistas, pero como usual no tengo ni idea de qué pensamientos están detrás de sus palabras. El tono es suficientemente amigable, pero eso es todo. Solo amigable.
Carpe diem, Grey.
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De: Christian Grey.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:27.
Para: Anastasia Steele.
¿A qué hora quieres que te recoja?
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
No tengo que esperar por mucho.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:32.
Para: Christian Grey.
La exposición de José se inaugura a las siete y media de la tarde. ¿Qué hora te parece bien?
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
Podríamos ir con el Charlie Tango.
De: Christian Grey.
Página 657
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:34.
Para: Anastasia Steele.
Querida Anastasia.
Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las cinco cuarenta y cinco de la tarde.
Tengo muchas ganas de verte.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:38.
Para: Christian Grey.
Te veo entonces.
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
Mi campaña para ganármela está en camino. Me siento eufórico, la pequeña flor de esperanza es ahora un cerezo japonés floreciendo.
Llamo a Andrea.
—La señorita Bailey regresó a su oficina, señor Grey.
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—Lo sé, me envió un correo electrónico. Necesito a Taylor aquí en una hora.
—Sí, señor.
Cuelgo. Anastasia está trabajando para un tipo llamado Jack Hyde. Quiero saber más sobre él. Llamo a Ros.
—Christian. —Ella suena enfadada. Dura.
—¿Tienes acceso a los archivos de los empleados de SIP?
—No todavía. Pero puedo conseguirlos.
—Por favor. Hoy si puedes. Quiero todo lo que tengan sobre Jack Hyde, y cualquiera que trabaje con él.
—¿Puedo preguntar por qué?
—No.
Se queda en silencio por un momento.
—Christian, no sé lo que te está pasando recientemente.
—Ros, solo hazlo, ¿de acuerdo?
Suspira.
—De acuerdo. Ahora, ¿podemos tener nuestra reunión sobre la propuesta del astillero de Taiwán?
—Sí. Tuve una llamada importante que hacer. Me tomó más de lo que pensé.
—Iré en seguida.
~ * ~
Cuando Ros se marcha la sigo fuera de la oficina.
—Estatal de Washington el próximo viernes —le digo a Andrea, quien garabatea el recordatorio en su cuaderno.
—¿Y voy volar en el aparato de la empresa? —Ros burbujea con entusiasmo.
—Helicóptero —la corrijo.
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—Lo que sea, Christian. —Pone sus ojos en blanco mientras entra en el ascensor, y eso me hace sonreír.
Andrea mira a Ros irse y después me da una mirada expectante.
—Llame a Stephan, volaré a Charlie Tango a Portland mañana por la tarde y necesitaré que él lo regrese a Boeing Field —le digo a Andrea.
—Sí, señor Grey.
No veo ninguna señal de Olivia.
—¿Se ha ido?
—¿Olivia? —pregunta Andrea.
Asiento.
—Sí. —Parece aliviada.
—¿A dónde?
—Finanzas.
—Bien pensado. Eso mantendrá al Senador Blandino fuera de mi espalda.
Andrea se ve satisfecha ante el elogio.
—¿Está buscando alguien más que le ayude aquí? —pregunto.
—Sí, señor. Voy a ver a tres candidatas mañana por la mañana.
—Bien. ¿Está Taylor aquí?
—Sí, señor.
—Cancele el resto de mis reuniones para hoy. Voy a salir.
—¿Salir? —chilla sorprendida.
—Sí. —Sonrío—. Salir.
~ * ~
—¿A dónde, señor? —pregunta Taylor, mientras me estiro en el asiento de atrás de la camioneta.
—A Mac Store.
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—¿Al noreste cuarenta y cinco?
—Sí. —Voy a comprarle a Ana un iPad. Me inclino hacia atrás en mi asiento, cierro mis ojos y contemplo qué aplicaciones y canciones voy a descargar e instalar para ella. Podría escoger Toxic. Sonrío con suficiencia ante el pensamiento. No, no creo que esa sería popular con ella. Se enfadaría como el demonio y por primera vez en un tiempo el pensamiento de que se enfade me hace sonreír. Enfadada como lo estuvo en Georgia, no como el pasado sábado. Me muevo en mi asiento; no quiero recordar eso. Vuelvo mis pensamientos a la elección de posibles canciones, sintiéndome más animado de lo que he estado en días. Mi teléfono suena, y el ritmo de mi corazón salta.
¿Me atrevo a esperar?
E: Oye. Idiota. ¿Cerveza?
Infiernos. Un mensaje de mi hermano.
C: No. Ocupado.
E: Siempre estás ocupado.
Me voy a Barbados mañana.
Para, ya sabes, RELAJARME.
Te veo cuando regrese.
¡¡¡Y vamos a tener esa cerveza!!!
C: Hasta luego, Lelliot. Buen viaje.
~ * ~
Ha sido una tarde divertida, llena de música. Una jornada nostálgica a través de mi iTunes, haciéndole una lista de reproducción a Anastasia. La recuerdo bailando en mi cocina; ojalá supiera lo que
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había estado escuchando. Se veía graciosa y completamente adorable. Eso fue después de que la follé por primera vez.
No. ¿Después de que le hice el amor por primera vez? Ninguno de los términos se siente bien.
La recuerdo apasionadamente rogando la noche que la presenté a mis padres.
Quiero que me hagas el amor. Cuán impactado estuve por su simple afirmación y todavía todo lo que ella quería era tocarme. Tiemblo ante el pensamiento. Tengo que hacerla comprender que esto es un límite duro para mí, no puedo tolerar ser tocado.
Sacudo mi cabeza. Te estás adelantando a ti mismo, Grey. Tienes que cerrar este trato primero. Compruebo la inscripción en el iPad.
Tal vez esto funcionará. Ella quiere corazones y flores; tal vez esto llegará cerca. Pero sacudo mi cabeza, porque no tengo idea. Hay tanto que quiero decirle a, si me escucha. Y si no, las canciones lo dirán por mí. Solo espero que me permita la oportunidad de dárselo.
Pero si no le gusta mi proposición, si a ella no le gusta el pensamiento de estar conmigo, ¿qué haré? Puede que solo sea un conveniente viaje a Portland. El pensamiento me deprime, mientras me encamino hacia mi habitación por un muy necesitado de sueño.
¿Me atrevo a tener esperanza?
Maldita sea. Sí, me atrevo.
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Miércoles, 8 de Junio de 2011
ami! ¡Mami! Mami está dormida en el suelo. Ha estado dormida por mucho tiempo. La sacudo. No se despierta. La llamo. No se despierta. Él no está aquí y mamá todavía no se despierta.
Tengo sed. En la cocina, tiro de una silla hacia el fregadero y tomo un trago. El agua salpica sobre mi suéter. Mi suéter está sucio. Mami todavía está dormida. ¡Mami, despierta! Todavía está tumbada. Está fría. Voy a buscar mi mantita y cubro a mami y me acuesto en la pegajosa alfombra verde al lado de ella.
Mi barriguita duele. Es hambre, pero mami está todavía dormida. Tengo dos autos de juguete. Uno rojo. Otro amarillo. Mi auto verde ha desaparecido. Están por el suelo donde mami está dormida. Creo que mami está enferma. Busco algo para comer. En el refrigerador encuentro guisantes. Están fríos. Me los como despacio. Hacen que mi barriguitaduela. Me duermo al lado de mami. Los guisantes se terminan. En el refrigerador hay algo. Huele raro. Lo lamo y mi lengua se pega. Me lo como poco a poco. Sabe asqueroso. Bebo un poco de agua. Juego con mis autos y me duermo al lado de mami. Mami está tan fría y ella no se despierta. La puerta chasquea abierta. Cubro a mami con mi mantita.Joder. ¿Qué mierda ha pasado aquí? Oh, la jodida puta loca. Mierda. Joder. Sal de mi camino, tú, pequeña mierda. Él me patea y golpeo mi cabeza en el suelo. Mi cabeza duele. Él llama a alguien y se va. Bloquea la puerta. Me acuesto al lado de mami. Mi cabeza duele. La chica policía está aquí. No. No. No. No me toques. No me toques. No me toques. Me quedo con mami. No. Aléjate de mí. La chica policía tiene mi mantita y me agarra. Grito. Mami. Mami. Las palabras desaparecen. No puedo decir palabras. Mami no puede oírme. No tengo palabras.
¡M
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Me despierto con la respiración pesada, tomando enormes bocanadas de aire, comprobando mis alrededores. Oh, gracias a Dios, estoy en mi cama. Lentamente el miedo se desvanece. Tengo veintisiete, no cuatro. Esta mierda tiene que parar.
Solía tener mis pesadillas bajo control. Tal vez una cada dos semanas pero nada como esto, noche tras noche.
Desde que ella se fue.
Me giro y me acuesto sobre mi espalda, mirando al techo. Cuando ella dormía a mi lado, yo dormía bien. La necesito en mi vida, en mi cama. Ella era el día de mi noche. Voy a conseguir tenerla de vuelta.
¿Cómo?
—¿Has pensando en probar una relación a su manera?
Ella quiere corazones y flores. ¿Puedo darle eso? Frunzo el ceño, intentando recordar los momentos románticos en mi vida… Y no hay ninguno… Excepto con Ana. El ―más‖. El planeador y el IHOP, y llevarla en el Charlie Tango.
Tal vez puedo hacer esto. Me dejo llevar por el sueño, el mantra en mi cabeza: Ella es mía. Ella es mía… Y la huelo, siento su piel suave, pruebo sus labios y escucho sus gemidos. Exhausto, caigo en un sueño erótico lleno de Ana.
Me despierto de repente. Mi cuero cabelludo se estremece, y por un momento creo que lo que me trastornó es más externo que interno. Me siento y froto mi cabeza y despacio escaneo la habitación.
A pesar del sueño carnal, mi cuerpo se ha comportado. Elena estaría satisfecha. Ella me mandó mensajes ayer, pero Elena es con la última persona con la que quiero hablar. Hay solo una cosa que quiero hacer ahora mismo. Me levanto y tiro de mi equipo de correr.
Voy a comprobar a Ana.
~ * ~
Su calle está tranquila excepto por el murmullo de un camión de reparto y el silbido desafinado de un solitario paseador de perros. Su apartamento está oscuro, las cortinas de su habitación están cerradas. Mantengo una silenciosa vigilancia desde mi escondido de acosador,
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mirando fijamente a las ventanas y pensando. Necesito un plan, un plan para ganármela de vuelta.
Cuando las luces del amanecer brillan en su ventana, subo el volumen de mi iPod, con Moby resonando en mis oídos corro de regreso a Escala.
~ * ~
—Tomaré un croissant, señora Jones.
Ella se queda inmóvil sorprendida y alzo una ceja.
—¿Mermelada de albaricoque? —pregunta, recuperándose.
—Por favor.
—Le calentaré un par para usted, señor Grey. Aquí está su café.
—Gracias, Gail.
Sonríe. ¿Es solo porque voy a tomar croissants? Si eso la hace feliz, debería tomarlas más a menudo.
~ * ~
En el asiento de atrás del Audi, planeo. Necesito reunirme cerca y personalmente con Ana Steele, para empezar mi campaña para ganármela. Llamo a Andrea, sabiendo que a las siete quince de la mañana ella no estará en su escritorio todavía y dejo un mensaje de voz:
—Andrea, tan pronto como llegue, quiero repasar mi agenda para los próximos días. —Ahí, paso uno en mi ataque es para hacer tiempo en mi agenda para Ana. ¿Qué demonios se supone que estoy haciendo esta semana? En este momento, no tengo ni idea. Normalmente estoy en esta mierda, pero últimamente he estado todo sobre el lugar. Ahora tengo una misión en la que concentrarme. Puedes hacer esto, Grey.
Pero en el fondo, deseo que tenga el valor en mi convicción. La ansiedad se despliega en mi estómago. ¿Puedo convencer a Ana que me tome de vuelta? ¿Me escuchará? Eso espero. Esto tiene que funcionar. La extraño.
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—Señor Grey, he cancelado todos sus eventos sociales para esta semana, aparte de uno para mañana, no sé de qué se trata. Su calendario dice Portland, eso es todo.
¡Sí! ¡El jodido fotógrafo!
Le sonrío a Andrea, y sus cejas se alzan en sorpresa.
—Gracias, Andrea. Eso es todo por ahora. Envíeme a Sam.
—Claro, señor Grey. ¿Le gustaría un poco más de café?
—Por favor.
—¿Con leche?
—Sí. Café con leche. Gracias.
Ella sonríe amablemente y se va.
¡Eso es! ¡Mi entrada! ¡El fotógrafo! Ahora… ¿Qué hacer?
Mi mañana ha sido consecutivas reuniones, y mi equipo me ha estado mirando nerviosamente, esperando que explotase. De acuerdo, ese ha sido mi modus operandi por los últimos días, pero hoy me siento claro, calmo y presente; capaz de lidiar con todo.
Ahora es la hora de comer, mi trabajo con Claude ha ido bien. El único contratiempo es que no hay más noticias de Leila. Todo lo que sabemos es que ella ha metido la pata con su marido y que podría estar en cualquier lugar. Si ella se asoma, Welch la encontrará.
Estoy hambriento. Olivia deja un plato en mi escritorio.
—Su sándwich, señor Grey.
—¿Pollo y mayonesa?
—Uhm…
La miro fijamente. Ella simplemente no lo entiende.
Olivia ofrece una inepta disculpa.
—Dije pollo con mayonesa, Olivia. No es tan difícil.
—Disculpe, señor Grey.
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—Está bien. Solo váyase. —Ella se ve aliviada, pero se lanza para salir de la habitación.
Llamo a Andrea.
—¿Señor?
—Venga aquí.
Andrea aparece en el marco de la puerta, viéndose calma y eficiente.
—Deshágase de esa chica.
Andrea se endereza.
—Señor, Olivia es la hija del Senador Blandino.
—No me importa si es la Reina de la jodida Inglaterra. Sáquela de mi oficina.
—Sí, señor. —Traga.
—Consiga a alguien más para ayudarle —le ofrezco en un tomo amable. No quiero enemistarme con Andrea.
—Sí, señor Grey.
—Gracias. Eso es todo.
Ella sonríe y sé que está de regreso a bordo. Es una buena asistente personal. No quiero que se vaya porque estoy siendo un idiota. Ella sale, dejándome con mi sándwich de pollo —sin mayonesa—, y mi plan de campaña.
Portland.
Sé la forma de mandar un correo electrónico para empleados de SIP. Creo que Anastasia responderá mejor en escrito; ella siempre lo hace. ¿Cómo empiezo?
Querida Ana.
No.
Querida Anastasia.
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No.
Querida señorita Steele.
¡Mierda!
Media hora después todavía estoy mirando fijo a la vacía pantalla del ordenador. ¿Qué demonios digo?
Vuelve… ¿por favor?
Perdóname.
Te echo de menos.
Vamos a intentarlo a tu manera.
Pongo mi cabeza en mis manos. ¿Por qué es esto tan difícil?
Mantenlo simple, Grey. Solo corta la mierda.
Tomo una profunda respiración y tecleo un correo electrónico. Sí… esto lo hará. Andrea me llama.
—La señora Bailey está aquí para verle, señor.
—Dígale que espere.
Cuelgo y me tomo un momento, y con mi corazón martilleando, presiono enviar.
De: Christian Grey
Asunto: Mañana
Fecha: Junio 8, 2011 14:05
Para: Anastasia Steele
Querida Anastasia
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Perdona esta intromisión en el trabajo. Espero que esté yendo todo bien. ¿Recibiste mis flores?
Me he dado cuenta de que mañana es la inauguración de la exposición de tu amigo en la galería, y estoy seguro de que no has tenido tiempo de comprarte un auto y eso está lejos. Me encantaría acompañarte… Si te apetece.
Házmelo saber.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
Miro mi bandeja de entrada.
Y miro.
Y miro… Mi ansiedad creciendo con cada segundo que pasa.
Me levanto, camino de un lado a otro por la oficina, pero eso me aleja de lacomputadora. De regreso en mi escritorio, compruebo mi correo electrónico otra vez.
Nada.
Para distraerme a mí mismo, trazo mi dedo a lo largo de las alas de mi planeador.
Por el amor de Dios, Grey. Controlate.
Vamos, Anastasia, contéstame. Ella siempre ha sido tan rápida. Compruebo mi reloj… dos con nueve de la tarde.
¡Cuatro minutos!
Todavía nada.
Levantándome, me paseo alrededor de mi oficina una vez más, mirando a mi reloj cada tres segundos, o así se siente.
Para las dos con veinte estoy desesperanzado. Ella no va a contestar. Realmente debe odiarme… ¿quién puede culparla?
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Entonces escucho un silbido de un correo electrónico. Mi corazón colapsa en mi garganta.
¡Demonios! Es de Ros, diciéndome que ha vuelto a su oficina. Y entonces allí está, en mi bandeja de entrada, la línea mágica: De: Anastasia Steele.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:25.
Para: Christian Grey.
Hola Christian.
Gracias por las flores; son preciosas.
Sí, te agradecería que me acompañaras.
Gracias.
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
El alivio fluye a través de mí; cierro mis ojos, saboreando el sentimiento.
¡SÍ!
Leo cuidadosamente su correo electrónico buscando pistas, pero como usual no tengo ni idea de qué pensamientos están detrás de sus palabras. El tono es suficientemente amigable, pero eso es todo. Solo amigable.
Carpe diem, Grey.
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De: Christian Grey.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:27.
Para: Anastasia Steele.
¿A qué hora quieres que te recoja?
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
No tengo que esperar por mucho.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:32.
Para: Christian Grey.
La exposición de José se inaugura a las siete y media de la tarde. ¿Qué hora te parece bien?
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
Podríamos ir con el Charlie Tango.
De: Christian Grey.
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Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:34.
Para: Anastasia Steele.
Querida Anastasia.
Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las cinco cuarenta y cinco de la tarde.
Tengo muchas ganas de verte.
Christian Grey.
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De: Anastasia Steele.
Asunto: Mañana.
Fecha: Junio 8, 2011 14:38.
Para: Christian Grey.
Te veo entonces.
Anastasia Steele.
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP.
Mi campaña para ganármela está en camino. Me siento eufórico, la pequeña flor de esperanza es ahora un cerezo japonés floreciendo.
Llamo a Andrea.
—La señorita Bailey regresó a su oficina, señor Grey.
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—Lo sé, me envió un correo electrónico. Necesito a Taylor aquí en una hora.
—Sí, señor.
Cuelgo. Anastasia está trabajando para un tipo llamado Jack Hyde. Quiero saber más sobre él. Llamo a Ros.
—Christian. —Ella suena enfadada. Dura.
—¿Tienes acceso a los archivos de los empleados de SIP?
—No todavía. Pero puedo conseguirlos.
—Por favor. Hoy si puedes. Quiero todo lo que tengan sobre Jack Hyde, y cualquiera que trabaje con él.
—¿Puedo preguntar por qué?
—No.
Se queda en silencio por un momento.
—Christian, no sé lo que te está pasando recientemente.
—Ros, solo hazlo, ¿de acuerdo?
Suspira.
—De acuerdo. Ahora, ¿podemos tener nuestra reunión sobre la propuesta del astillero de Taiwán?
—Sí. Tuve una llamada importante que hacer. Me tomó más de lo que pensé.
—Iré en seguida.
~ * ~
Cuando Ros se marcha la sigo fuera de la oficina.
—Estatal de Washington el próximo viernes —le digo a Andrea, quien garabatea el recordatorio en su cuaderno.
—¿Y voy volar en el aparato de la empresa? —Ros burbujea con entusiasmo.
—Helicóptero —la corrijo.
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—Lo que sea, Christian. —Pone sus ojos en blanco mientras entra en el ascensor, y eso me hace sonreír.
Andrea mira a Ros irse y después me da una mirada expectante.
—Llame a Stephan, volaré a Charlie Tango a Portland mañana por la tarde y necesitaré que él lo regrese a Boeing Field —le digo a Andrea.
—Sí, señor Grey.
No veo ninguna señal de Olivia.
—¿Se ha ido?
—¿Olivia? —pregunta Andrea.
Asiento.
—Sí. —Parece aliviada.
—¿A dónde?
—Finanzas.
—Bien pensado. Eso mantendrá al Senador Blandino fuera de mi espalda.
Andrea se ve satisfecha ante el elogio.
—¿Está buscando alguien más que le ayude aquí? —pregunto.
—Sí, señor. Voy a ver a tres candidatas mañana por la mañana.
—Bien. ¿Está Taylor aquí?
—Sí, señor.
—Cancele el resto de mis reuniones para hoy. Voy a salir.
—¿Salir? —chilla sorprendida.
—Sí. —Sonrío—. Salir.
~ * ~
—¿A dónde, señor? —pregunta Taylor, mientras me estiro en el asiento de atrás de la camioneta.
—A Mac Store.
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—¿Al noreste cuarenta y cinco?
—Sí. —Voy a comprarle a Ana un iPad. Me inclino hacia atrás en mi asiento, cierro mis ojos y contemplo qué aplicaciones y canciones voy a descargar e instalar para ella. Podría escoger Toxic. Sonrío con suficiencia ante el pensamiento. No, no creo que esa sería popular con ella. Se enfadaría como el demonio y por primera vez en un tiempo el pensamiento de que se enfade me hace sonreír. Enfadada como lo estuvo en Georgia, no como el pasado sábado. Me muevo en mi asiento; no quiero recordar eso. Vuelvo mis pensamientos a la elección de posibles canciones, sintiéndome más animado de lo que he estado en días. Mi teléfono suena, y el ritmo de mi corazón salta.
¿Me atrevo a esperar?
E: Oye. Idiota. ¿Cerveza?
Infiernos. Un mensaje de mi hermano.
C: No. Ocupado.
E: Siempre estás ocupado.
Me voy a Barbados mañana.
Para, ya sabes, RELAJARME.
Te veo cuando regrese.
¡¡¡Y vamos a tener esa cerveza!!!
C: Hasta luego, Lelliot. Buen viaje.
~ * ~
Ha sido una tarde divertida, llena de música. Una jornada nostálgica a través de mi iTunes, haciéndole una lista de reproducción a Anastasia. La recuerdo bailando en mi cocina; ojalá supiera lo que
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había estado escuchando. Se veía graciosa y completamente adorable. Eso fue después de que la follé por primera vez.
No. ¿Después de que le hice el amor por primera vez? Ninguno de los términos se siente bien.
La recuerdo apasionadamente rogando la noche que la presenté a mis padres.
Quiero que me hagas el amor. Cuán impactado estuve por su simple afirmación y todavía todo lo que ella quería era tocarme. Tiemblo ante el pensamiento. Tengo que hacerla comprender que esto es un límite duro para mí, no puedo tolerar ser tocado.
Sacudo mi cabeza. Te estás adelantando a ti mismo, Grey. Tienes que cerrar este trato primero. Compruebo la inscripción en el iPad.
Tal vez esto funcionará. Ella quiere corazones y flores; tal vez esto llegará cerca. Pero sacudo mi cabeza, porque no tengo idea. Hay tanto que quiero decirle a, si me escucha. Y si no, las canciones lo dirán por mí. Solo espero que me permita la oportunidad de dárselo.
Pero si no le gusta mi proposición, si a ella no le gusta el pensamiento de estar conmigo, ¿qué haré? Puede que solo sea un conveniente viaje a Portland. El pensamiento me deprime, mientras me encamino hacia mi habitación por un muy necesitado de sueño.
¿Me atrevo a tener esperanza?
Maldita sea. Sí, me atrevo.
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