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Grey - (23) Martes, 7 de Junio de 2011

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Martes, 7 de Junio de 2011

Estamos follando. Follando duro. Contra la puerta del baño. Ella es mía. Me pierdo en ella, una y otra vez. En su gloria: sus caricias, su aroma, su sabor. Empuñando mi mano en su cabello, sosteniéndola en su lugar. Sosteniendo su trasero, sus piernas envueltas alrededor de mi cintura. No puede moverse, está sujeta por mí. Envuelta alrededor de mí como la seda. Sus manos tirando mi cabello. Oh sí. Estoy en casa. Ella es mi hogar. Este es el lugar en el que quiero estar… dentro de ella…
Ella. Es. Mia. Sus músculos están apretándose cuando se viene, contrayéndose a mi alrededor, su cabeza hacia atrás. ¡Vente para mí! Le grito y la sigo… oh sí, mi dulce, dulce Anastasia. Sonríe, soñolienta, satisfecha, y oh muy sexy. Se levante y me mira, con esa sonrisa juguetona en sus labios, entonces me empuja y camina hacia atrás, sin decir nada. Agarro su mano y estábamos en el cuarto de juegos. Estoy sujetándola en la mesa, subo mi brazo para castigarla, cinturón en mano… y ella desaparece. Está en la puerta. Su rostro blanco, estupefacto y triste, en silencio se va lejos… la puerta ha desaparecido, y ella no se detendrá. Tiende sus manos en suplica. Acompáñame, susurra, pero moviéndose atrás, apenas visible… desapareciendo delante de mis ojos… esfumándose… se fue. ¡No! Grito. No. Pero no tengo voz. No tengo nada. Estoy mudo. Mudo… de nuevo.
Despierto, confundido.
Mierda, es un sueño. Otro vívido sueño.
Diferente, sin embargo.
¡Demonios! Soy un desastre pegajoso. En resumen, me siento es tan olvidada, pero familiar sensación de miedo y regocijo, pero Elena no es mía ahora.
Jesucristo. Voy por el equipo de E.E.U.U. Esto no me sucede desde que tenía, ¿Qué? ¿Quince, dieciséis?
E
Página 638
Me recuesto en la oscuridad, disgustado conmigo mismo. Me quieto la camiseta y me limpio. Hay semen en todas partes. Me encuentro a mí mismo sonriendo con suficiencia en la oscuridad. A pesar del ligero dolor de pérdida. El sueño erótico valió la pena. El resto de esto… al demonio. Me doy la vuelta y vuelvo a dormir.
Él se fue. Mami está sentada en el sofá. Está quieta. Mira la pared y parpadea de vez en cuando. Me paro frente a ella, pero no me mira, agito mi mano pero me despide lejos con la mano. No, Maggot, no ahora. Él lastima a mami. Me lastima. Lo odio. Me hace desesperar mucho. Es mejor cuando estamos solo mami y yo. Ella es mía entonces. Mi mami. Mi barriguita duele. Es hambre de nuevo. Estoy en la cocina, buscando las galletas, coloco la silla en la despensa y me subo en ella. Encuentro una caja de galletas saladas. Es la única cosa en la despensa. Me siento en la silla y abro la caja. Quedan dos. Me las como. Saben bien. Lo escucho. Está de vuelta. Salto abajo y corro a mi habitación y subo a la cama. Finjo estar dormido. Me empuja con su dedo. Quédate ahí, pequeña mierda. Voy a follar a la puta de tu madre. No quiero ver tu maldita horrible cara por el resto de la tarde. ¿Entiendes? Abofetea mi rostro cuando no respondo. O quemaré tu pequeña polla. No. No. No me gusta eso. No me gusta ser quemado. Eso lastima. ¿Entiendes, retardado? Lo sé y me hace llorar. Pero es difícil. No puedo hacer ruido. Me golpea con su puño.
Sobresaltado, me despierto de nuevo, y me recuesto jadeando a la luz del pálido amanecer, esperando que mi corazón se ralentice lentamente no perder sabor agrio de lágrimas en mi boca.
Ella te salvó de esta mierda, Grey.
No reviviste el dolor de esos recuerdos cuando ella estaba contigo. ¿Por qué la dejaste ir?
Miro el reloj: cinco y quince. Hora de correr.
~ * ~
Su edificio luce sombrío, aún está en la sombra, intacto por el sol de la temprana mañana. Apropiado. Refleja mi estado de ánimo. Dentro de su apartamento está oscuro, incluso las cortinas de la habitación que vi antes están recogidas. Debe ser su habitación.
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Espero en Dios que ella esté durmiendo sola allí arriba. La imagino doblada en su cama de metal blanca, una pequeña bola de Ana. ¿Está soñando conmigo? ¿Estoy en sus pesadillas? ¿Me ha olvidado?
Nunca me había sentido así de miserable, ni siquiera cuando era adolescente. Tal vez antes de ser un Grey… mi memoria hace espirales de bueno. No, no, no despierta. Esto es demasiado. Tirando mi capucha apoyándome en la pared de granito; estoy escondido en la entrada del edificio opuesto. El terrible pensamiento cruza mi mente ¿puede que esté aquí en una semana, un mes… un año? mirando, esperando, solo para atrapar un vistazo de la chica que solía ser mía. Es doloroso. Me convertí en lo que ella siempre me culpo de ser, su acosador.
No puedo seguir con esto. Tengo que verla. Ver que está bien. Necesito borrar la última imagen que tengo de ella: herida, humillada, derrotada… y dejándome.
Tengo que pensar en una manera.
~ * ~
De vuelta en el Escala, Gail me mira impasiblemente.
—No pedí esto. —Miro al omelet que puso frente a mí.
—Lo tiraré, entonces, señor Grey —dice y alcanzo el plato. Sabe que odio desperdiciar, pero no se asusta por mi fuerte mirada.
—Hizo eso a propósito, señora Jones. —Mujer entrometida.
Sonríe, con una pequeña sonrisa victoriosa. Frunzo el ceño, pero no me inmuto, y con el persistente recuerdo de las pesadillas de anoche, devoro mi desayuno.
~ * ~
¿Podría solo llamar a Ana y decirle: hola? ¿Tomaría mi llamada? Mis ojos deambulan en el planeador de mi escritorio. Pidió una ruptura limpia. Debería honrar eso y dejarla sola. Pero quiero escuchar su voz. Por un momento medito llamándola y colgando, solo para escucharla hablar.
—¿Christian? ¿Christian estás bien?
—Lo siento, Ros, ¿qué fue eso?
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—Estas muy distraído. Nunca te había visto así.
—Estoy bien. —Chasqueo.
Mierda concéntrate, Grey
—¿Qué estabas diciendo?
Ros me mira con desconfianza.
—Te estaba diciendo que SIP está en más problemas financieros de los que pensábamos, ¿estás seguro que quieres seguir adelante?
—Sí. —Mi voz es violenta—. Lo estoy.
—Nuestro equipo estará aquí esta tarde para los anunciar a los encargados el acuerdo.
—Bueno, ahora ¿qué es lo último de nuestra oferta para Eamon Kavanagh?
~ * ~
Me levanto pensativo, mirando hacia abajo a través de las persianas de madera hacia Taylor, quien está estacionado fuera de la oficina de Flynn. Es tarde y aún estoy pensando en Ana.
—Christian, estoy más que feliz por tomar tu dinero y que mires fuera de la ventana, pero no creo que la vista sea la razón de que estés aquí —dice Flynn.
Cuando giro mi rostro hacia él, está observándome con un aire de cortes anticipación. Suspiro y me hago camino a su sofá.
—Las pesadillas están de vuelta, como nunca antes.
Flynn levanta una ceja.
—¿Las mismas?
—Sí.
—¿Qué cambió? —Ladea su cabeza a un lado, esperando por mi respuesta. Cuando permanezco callado, agrega—: Christian luces tan miserable como pecaminoso. Algo sucedió.
Me siento como cuando con Elena, parte de mí no quiere decirle, porque entonces es real.
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—Conocí una chica.
—¿Y?
—Me dejó.
Luce sorprendido.
—Las mujeres te han dejado antes. ¿Cuál es la diferencia?
Lo miro con la mirada vacía.
¿Por qué esto es diferente? Porque Ana era diferente.
Mis pensamientos se hacen borrosos en un enredo colorido tapiz: ella no fue una sumisa. No teníamos un contrato. Era sexualmente inexperta. Fue la primera mujer que quería que fuera más que solo sexo. Cristo, todas las primeras experiencias con ella: la primera chica con la que dormí a mi lado, la primera virgen, la primera que conoció mi familia, la primera que voló en el Charlie Tango, la primera a la que agobié.
Sí… diferente.
Flynn interrumpe mis pensamientos.
—Es una pregunta simple Christian.
—La extraño.
Su rostro permanece amable y preocupado. Pero no me dice nada.
—¿Nunca habías extrañado a ninguna mujer con la que te has involucrado anteriormente?
—No.
—Así que, eso fue lo diferente sobre ella —cuestiona.
Suspiro, pero insiste.
—¿Tenías una relación contractual con ella? ¿Fue una sumisa?
—Esperaba que lo fuera. Pero no lo fue.
Flynn frunce el ceño.
—No entiendo.
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—Rompí una de mis reglas. Perseguí a esta chica, pensando que estaría interesada, y resultó que esto no era para ella.
—Dime qué pasó.
Las compuertas se abren y recuento los eventos del mes pasado, desde el momento en que Ana calló en mi oficina hasta cuando me dejó el sábado en la mañana.
—Veo. Definitivamente has hecho mucho desde la última vez que hablamos. —Frota su mentón mientras me estudia—. Hay muchas cuestiones aquí, Christian. Pero, ahora en lo único que quiero que te concentres es en cómo te sentiste cuando ella te dijo que te amaba.
Inhalo bruscamente, mi estómago se contrayéndose con temor.
—Horrorizado —susurro.
—Por supuesto. —Sacudió su cabeza—. No eres el monstruo que crees ser. Eres más que digno de cariño, Christian. Sabes eso. Te lo he dicho lo suficiente. Solo está en tu mente lo que no eres.
Le doy una leve mirada, ignorando su cliché.
—¿Y cómo te sientes ahora? —pregunta.
Perdido. Me siento perdido.
—La extraño. Quiero verla. —Estoy en el confesionario una vez más, admitiendo mis pecados: la oscura, la oscura necesidad que tengo de ella, como si fuera una adicción.
—¿Así que a pesar de que, como lo percibes, ella no podía satisfacer tus necesidades, la echas de menos?
—Sí. No es solo mi percepción, John. Ella no puede ser lo que quiero que sea, y no puedo ser lo que ella quiere que yo sea.
—¿Estás seguro?
—Se fue.
—Se fue porque le pegaste con el cinturón. Si no comparte tus gustos, ¿la puedes culpar?
—No.
—¿Has pensado en intentar una relación a su manera?
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¿Qué? Lo miro, sorprendido. Continúa:
—¿Encontraste las relaciones sexuales con ella satisfactorias?
—Sí, por supuesto —chasqueo, irritado. Ignora mi tono.
—¿Encontraste golpearla satisfactorio?
—Mucho.
—¿Te gustaría hacerlo de nuevo?
¿Hacerle eso de nuevo? ¿Y verla a irse otra vez?
—No.
—¿Y por qué es eso?
—Porque no es su escena. Lastimarla. Realmente lastimarla... y no puede... ella no... —Hago una pausa—. No lo disfruta. Estaba enfadada. Jodidamente enfadada. —Su expresión, sus ojos heridos, me atormentarán durante mucho tiempo... y no quiero volver a ser la causa de esa mirada otra vez.
—¿Estás sorprendido?
Niego con la cabeza.
—Estabaenojada —susurro—. Nunca la había visto tan enojada.
—¿Cómo te hace sentir eso?
—Indefenso.
—Y eso es una sensación familiar —objeta.
—Familiar, ¿cómo? —¿Qué quiere decir?
—¿No te lo admites en absoluto? ¿Tu pasado? —Su pregunta me golpea fuera de balance.
Joder, hemos dado vueltas una y otra vez a esto.
—No, no lo hace. Es diferente. La relación que tenía con la señora Lincoln era completamente diferente.
—No estaba refiriéndome a la señora Lincoln.
—¿A qué estabas refiriéndote? —Mi voz es baja pero tranquila, porque de repente veo a dónde va con esto.
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—Tú sabes.
Respiro en busca aire, por la impotencia y la rabia de un niño indefenso. Sí. La rabia. La profunda indignante rabia... y el miedo. La oscuridad se arremolina furiosamente dentro de mí.
—No es lo mismo —siseo a través de los dientes apretados, me esfuerzo para mantener mi temperamento.
—No, no lo es —admite Flynn.
Pero la imagen de su rabia viene indeseable a mi mente.
—¿Esto es lo que realmente te gusta? —¿Me, gusta esto?
Eso amortigua mi rabia.
—Sé lo que estás tratando de hacer aquí, doctor, pero es una comparación injusta. Ella me pidió mostrarle. Es una adultacon consentimiento, por el amor de Dios. Podría haber dicho las palabras de seguridad. Podía haberme dicho que me detuviera. No lo hizo.
—Lo sé. Lo sé. —Levanta su mano—. Solo estoy ilustrando cruelmente un punto, Christian. Eres es un hombre enojado, y tienes toda la razón de estarlo. No voy hacer un refrito de todo en este momento, obviamente estás sufriendo y el punto central de estas sesiones es ir a un lugar donde estés más cómodo contigo mismo en la aceptación. —Hace una pausa—. Esta chica...
—Anastasia —murmuro irritado.
—Anastasia. Obviamente, ha tenido un profundo efecto en ti. Su partida te ha provocado problemas de abandono y el trastorno de estrés postraumático. Ella claramente significa mucho más para ti de lo que estás dispuesto a admitirte a ti mismo.
Tomo una respiración profunda. ¿Es por eso que esto es tan doloroso? ¿Porque ella significa algo más, mucho más?
—Tienes que centrarte en dónde es que quieres estar —continúa Flynn—. Y me parece que quieres estar con esta chica. La extrañas. ¿Quieres estar con ella?
¿Estar con Ana?
—Sí —susurro.
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—Entonces tienes que centrarte en ese objetivo. Esto se remonta a lo que he estado golpeando en nuestras últimas sesiones de SFBT13. Si ella está enamorada de ti, como te dijo que está, debe estar sufriendo, también. Así que repito mi pregunta: ¿has considerado una relación más convencional con esta chica? —No, no lo he hecho. —¿Por qué no? —Porque nunca se me ocurrió que pudiera. —Bueno, si ella no está dispuesta a ser tu sumisa, no se puede desempeñar el papel de dominante. Lo fulmino con la mirada. No es un papel, es quién soy. Y de la nada, recuerdo un correo electrónicoanterior para Anastasia. Mis palabras: Lo que creo es que no te das cuenta que en las relaciones Dominante/Sumisa es el sumiso quien tiene todo el poder. Eres tú. Te repito esto, eres tú quien tiene todo el poder. No yo. Si ella no quiere hacerlo... entonces tampoco puedo. La esperanza despierta en mi pecho… ¿Podría yo? ¿Podría tener una relación vainilla con Anastasia? Mi cuero cabelludo hormiguea. Mierda. Posiblemente. ¿Si pudiera, me querría ella de vuelta?
—Christian, has demostrado que eres una persona extraordinariamente capaz, a pesar de tus problemas. Eres una persona rara. Una vez que te centras en un objetivo, lo llevas adelante y por lo general lo logras superando todas tus expectativas. Escuchándote hoy, está claro que te has centrado en conseguir a Anastasia donde querías que ella fuera, pero no tomaste en cuenta su inexperiencia o sus
13SFBT:Es un nuevo modelo de terapia que busca solucionar los problemas de la manera más rápida, eficiente y menos dolorosa. Busca atacar el problema que determine el paciente como el causante de su conflicto "Aquí y Ahora".
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sentimientos. Me parece que te has enfocado en alcanzar tu objetivo que te perdiste el viaje que estaban tomando juntos.
Destellos del mes pasado parpadean ante mí: su tropiezo en mi oficina, su vergüenza aguda en Clayton’s, sus ingeniosos correos electrónicos sarcásticos, su boca inteligente, su risa, su fortaleza tranquila y desafío, su coraje, y se me ocurre que he disfrutado cada minuto. Cada enfurecimiento, cada segundo gracioso, distracción, humor, sensual, carnal de ella, sí, lo he hecho. Hemos estado en un viaje extraordinario, nosotros dos, bueno, seguramente lo he hecho.
Mis pensamientos toman un giro más oscuro.
Ella no conoce las profundidades de mi depravación, la oscuridad en mi alma, el monstruo debajo, tal vez debería dejarla en paz.
No soy digno de ella. No puede amarme.
Pero justo cuando pienso las palabras, sé que no tengo la fuerza para permanecer lejos de ella... si me aceptara.
Flynn llama mi atención.
—Christian, piensa en ello. Nuestro tiempo se acabó. Quiero verte en unos días y hablar a través de algunos de los otros temas que has mencionado. Haré que Janet llame a Andrea y concierte una cita. —Se pone de pie, y sé que es hora de marcharse.
—Me has dado mucho que pensar —le digo.
—No estaría haciendo mi trabajo si no lo hiciera. Solo unos días, Christian. Tenemos mucho más de que hablar. Él me estrecha la mano y me da una sonrisa tranquilizadora, y me marcho con una pequeña flor de esperanza.
~ * ~
De pie en el balcón, contemplo Seattle en la noche. Aquí estoy solo, lejos de todo. ¿Qué lo llamó ella?
Mi torre de marfil.
Normalmente me parece tranquilo, pero últimamente mi paz mental ha sido destrozada por una mujer joven de ojos azules.
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—¿Has pensado en intentar una relación a su manera? —Las palabras de Flynn se burlan de mí, sugiriendo tantas posibilidades.
¿La podría volver a conquistar? El pensamiento me aterra.
Tomo un sorbo de mi coñac. ¿Por qué me querría ella de regreso? ¿Podría alguna vez ser lo que quiere que sea? No dejaré ir mi esperanza. Necesito encontrar una manera.
La necesito.
Algo me asusta, un movimiento, una sombra en la periferia de mi visión. Frunzo el ceño. ¿Qué...? Me dirijo hacia la sombra, pero no encuentro nada. Veo cosas ahora. Babeo el coñac y regreso a la sala de estar.


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