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Grey - (21) Domingo, 5 de Junio de 2011

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Domingo, 5 de Junio de 2011
Miro hacia el techo del dormitorio. El sueño se me escapa. Estoy atormentado por la fragancia de Ana, la cual todavía se aferra a mis sábanas. Me pongo la almohada sobre mi cara para respirar su aroma. Es una tortura, es el cielo, y por un momento contemplo la muerte por asfixia.
Contrólate, Grey.
Me repitolos eventos de la mañana en mi cabeza. ¿Podrían haberse desarrollado de manera diferente? Como regla, nunca hago esto, porque es un desperdicio de energía, pero hoy estoy buscando pistas sobre dónde me equivoqué. Y no importa la forma en que sucede, sé, en mis huesos que hubiéramos llegado a este callejón sin salida, si era esta mañana, o en una semana, o un mes, o un año. Mejor que haya sucedido ahora, antes de que haya infringido cualquier futuro dolor a Anastasia.
Pienso en ella acurrucada en su pequeña cama blanca. No puedo imaginarla en el nuevo apartamento —no he estado ahí—, pero la imagino en esa habitación en Vancouver donde una vez dormí con ella. Niego con la cabeza; esa fue la mejor noche de sueño que había tenido en años. La radio alarma lee las dos de la mañana. He permanecido aquí durante dos horas, mi mente agitada. Tomo una respiración profunda, inhalando su aroma, una vez más, y cierro los ojos.
Mami no puede verme. Me paro frente a ella. No puede verme. Duerme con los ojos abiertos. O enferma.
Oigo un sonajero. Sus llaves. Él regresó.
Corro, me escondo y me hago pequeño debajo de la mesa en la cocina. Mis autos están aquí conmigo.
Bang. La puerta se cierra, haciéndome saltar.
M
Página 623
A través de mis dedos veo a mami. Vuelve la cabeza para verlo. Luego está dormida en el sofá. Él lleva sus grandes botas con hebillas brillantes y se para sobre mami gritando. Golpea a mami con un cinturón. ¡Levántate! ¡Levántate! Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Mami hace un ruido. Un ruido de lamento.
Detente. Deja de golpear a mami. Deja de golpear a mami.
Corro hacia él y lo golpeo, lo golpeo y lo golpeo.
Pero él se ríe y me golpea en la cara.
¡No! Mami grita.
Eres una jodida puta.
Mami se hace a sí misma pequeña. Pequeño como yo. Y entonces ella está en silencio. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta.
Estoy debajo de la mesa. Tengo mis dedos en mis oídos y cierro los ojos. El sonido se detiene. Se vuelve y puedo ver sus botas mientras pisa fuerte en la cocina. Él lleva el cinturón golpeándolo contra su pierna. Está tratando de encontrarme. Se inclina y sonríe. Huele desagradable. De fumar, beber y malos olores. Ahí estás, pedazo de mierda.
Un aullido escalofriante me despierta. Estoy empapado de sudor y mi corazón late con fuerza. Me siento muy erguido en la cama.
Mierda.
El ruido inquietante vino de mí.
Tomo una respiración profunda para calmarme, tratando de deshacer de mi memoria el olor corporal,el bourbon barato y cigarrillos Camel rancios.
Eres un maldito hijo de puta.
Las palabras de Ana suenan en mi cabeza.
Así.
Mierda.
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No pude ayudar a la puta adicta al crack.
Lo intenté. Buen Dios, lo intenté.
Ahí estás, pedazo de mierda.
Pero podía ayudar a Ana.
La dejé ir.
Tuve que dejarla ir.
Ella no necesitaba toda esta mierda.
Miro el reloj: son las tres y treinta. Me dirijo a la cocina y después de beber un gran vaso de agua me dirijo al piano.
~ * ~
Despierto de nuevo con una sacudida y la luz del sol mañanero llena la habitación. Estaba soñando con Ana: Ana besándome, su lengua en mi boca, mis dedos en su cabello; presionando su delicioso cuerpo contra mí, sus manos atadas por encima de su cabeza.
¿Dónde está?
Por un momento dulce, me olvido de todo lo que sucedió ayer, a continuación, me inunda de nuevo.
Ella se ha ido.
Mierda.
La evidencia de mi deseo presiona contra el colchón, pero el recuerdo de sus ojos brillantes, nublados por el dolor y la humillación mientras se va, pronto soluciona ese problema.
Sintiéndome como una mierda, me acuesto sobre mi espalda y miro hacia el techo, con los brazos detrás de mi cabeza. El día se extiende ante mí, y por primera vez en muchos años, no sé qué hacer conmigo mismo. Compruebo el tiempo otra vez: cinco y cincuenta y ocho.
Diablos, bien podría ir a correr.
~ * ~
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Arrival of the Montagues and Capulets de Prokofiev resuena en mis oídos mientras corro a través de la tranquilidad mañana de la Cuarta Avenida. Me duele en todas partes, mis pulmones están llenos, mi cabeza está palpitando, y bostezando, el dolor sórdido de la pérdida corroe mis entrañas. No puedo correr de este dolor, aunque lo estoy intentando. Me detengo a cambiar la música y arrastro precioso aire dentro de mis pulmones. Quiero algo… violento. Pump It de los Black Eyed Peas, sí. Capto el ritmo. Me encuentro corriendo por Vine Street, y sé que es una locura, pero espero verla. Mientras me acerco a su calle mi corazón se acelera aún más duro y mi ansiedad se intensifica. No estoy desesperado por verla, solo quiero comprobar que está bien. No, eso no es verdad. Quiero verla. Finalmente en su calle, recorro pasando su edificio de apartamentos.
Todo está tranquilo, un Oldsmobile11avanza por la carretera, dos paseadores de perros están fuera, pero no hay señales de vida desde el interior de su apartamento. Cruzando la calle, hago una pausa en laacera opuesta, entonces me escabullo en la puerta de un edificio de apartamentos para recuperar el aliento. Las cortinas de una habitación están cerradas, lasdel otro abiertas. Tal vez esa es su habitación. Tal vez todavía está dormida, si ella está allí en absoluto. Se forma un escenario de pesadilla en mi mente: ella saliendo la noche pasada,emborrachándose, conociendo a alguien… No. La bilis se eleva en mi garganta. El pensamiento de su cuerpo en manos de otra persona, un imbécil tomandola calidez de su sonrisa, haciéndola reír con nerviosismo, haciéndola reír,haciéndola venirse. Se necesita todo mi autocontrol para no ir irrumpir por la puerta principal de su apartamento para comprobar que está allí y ella sola. Trajiste esto a ti mismo, Grey. Olvídala. No es para ti.
Tiro de la gorra de Seahawkshacia abajo sobre mi cara y corro a toda velocidad hacia abajo a la Avenida Western. Mis celosson crudos y enojados; llenan el enorme agujero. Lo odio, trae algo del fondo de mi
11Oldsmobile: Fue una marca de automóviles fabricada durante la mayor parte de su existencia por General Motors.
Página 626
psique que realmente no quiero examinar. Corro más duro, lejos del recuerdo, lejos del dolor, lejos de Anastasia Steele.
~ * ~
La oscuridad está sobre Seattle. Me levanto y estiro. He estado en el escritorio de mi estudio todo el día, y ha sido productivo. Ros ha trabajado duro, también. Está preparada y me envió un primer borrador del plan de negocios y carta de intención para SIP.
Por lo menos voy a ser capaz de mantener un ojo en Ana.
La idea es dolorosa y atractiva en partes iguales.
He leído y comentado en dos solicitudes de patentes, algunos contratos, y una nueva especificación de diseño, y aunque perdí detalle de esos, no he pensado en ella. El pequeño planeador está todavía en mi escritorio, burlándose de mí, recordándome tiempos más felices, como ella dijo. Me la imagino de pie en la puerta de mi estudio, usando de una de mis camisetas, toda piernas largas y ojos azules, justo antes de que me sedujera.
Otra primera vez.
La extraño.
Ahí, lo admito.
Reviso mi teléfono, esperando en vano, y hay un texto de Elliot.
E: ¿Cerveza, campeón?
Respondo:
C: No. Ocupado.
La respuesta de Elliot es inmediata.
E: Jódete, entonces.
Página 627
Sí. Que me jodan.
Nada de Ana: ninguna llamada perdida. Ningún correo electrónico. El dolor persistente en mis entrañas se intensifica. No va a llamar. Quería irse. Quería alejarse de mí, y no puedo culparla.
Es lo mejor.
Me dirijo a la cocina para cambiar de escenario.
Gail está de vuelta. La cocina ha sido limpiada, y hay una burbujeante olla en la estufa. Huele bien… pero no tengo hambre. Ella entra mientras estoy mirando lo que está cocinando.
—Buenas tardes, señor.
—Gail.
Hace una pausa, sorprendida por algo. ¿Sorprendida por mí? Mierda, debo lucir mal.
—¿Pollo Chasseur? —pregunta con voz incierta.
—Claro—murmuro.
—¿Para dos? —pregunta.
Me le quedo mirando, y se ve avergonzada.
—Para uno.
—¿Diez minutos? —dice, su voz vacilante.
—Bien. —Mi voz es fría.
Me vuelvo para irme.
—¿Señor Grey? —Me detiene.
—¿Qué, Gail?
—No es nada. Lamento molestarle. —Se vuelve hacia la estufa para revolver el pollo, y yo me dirijo a tener otra ducha.
Cristo, incluso mi personal se ha dado cuenta de que algo está podrido en el estado de la jodida Dinamarca.


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