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8
Traducido SOS por Monikgv
LA NOCHE SIGUIENTE estaba saliendo hacia el yoga cuando
me
encontré cara a cara con Simon otra vez. Él estaba
subiendo las
escaleras mientras yo iba bajando.
—¿Si digo, “tenemos
que dejar de vernos así,” sonaría tan trillado
como suena en mi cabeza? —Le
ofrecí.
Él se rió. —Es difícil de decir.
Inténtalo.
—Está bien. Guau, ¡tenemos que dejar de vernos así! —Exclamé.
Los dos esperamos un segundo y luego nos reímos de nuevo.
—Sip, trillado, —dijo
él.
—Tal vez podemos elaborar algún
tipo de calendario, compartir la
custodia del pasillo o algo así. —Cambié
mi peso de una pierna a la
otra. Genial, ahora parece que tengo que orinar.
—¿A dónde vas esta noche? Parece
que siempre te encuentro cuando
vas de salida, —dijo mientras se
apoyó en la pared.
—Bueno, claramente me dirijo
hacia algún lugar elegante. —Hice un
gesto hacia mis pantalones de yoga y camiseta. Luego le
mostré mi
botella de agua y una colchoneta de yoga.
Él pretendió pensarlo muy cuidadosamente, y luego sus
ojos se
abrieron mucho. —¡Vas a una clase
de cerámica!
—Sí, allí es a donde voy… tonto.
Él me sonrió con esa sonrisa. Yo le devolví la sonrisa.
—Entonces, nunca me diste la
primicia sobre lo que escuchaste en el
desayuno del otro día. ¿Qué está
pasando con nuestros amigos? —me
preguntó, y yo no sentí para nada un aleteo en mi
vientre ante la mención
de la palabra nuestros. Para nada…
—Bueno, puedo decirte que mis
chicas estaban bastante encantadas
con tus chicos. ¿Sabías que todos
ellos van a ir a una sinfonía de
beneficencia la próxima semana? —dije,
instantáneamente
horrorizada de ir allí tan rápido.
—Lo escuché. Neil consigue
entradas cada año. Ventajas del trabajo,
supongo. Los comentaristas deportivos siempre van a la
sinfonía,
¿cierto?
—Yo asumiría, especialmente
cuando uno está tratando de cultivar
una cierta reputación de hombre conocedor, —añadí con un guiño.
—Lo notaste, ¿huh?
—Me guiñó de vuelta, y nos encontramos
sonriendo de nuevo. ¿Amigos?
Definitivamente una fuerte posibilidad.
—Tendremos que comparar notas
después, ver cómo les está yendo
a los Cuatro Fantásticos. ¿Sabías
que han estado saliendo en citas
dobles toda la semana? —le dije.
Sophia me había confesado que
habían estado saliendo constantemente, pero siempre como
un
cuarteto. Hmm…
—Algo escuché sobre eso. Ellos
parecen estar llevándose bien. Eso es
bueno, ¿verdad?
—Es bueno, sí. De hecho voy a
salir con ellos la próxima semana.
Deberías venir, —dije de manera
casual. Todo es por la tregua, sólo
la tregua…
—Oh, guau. Me encantaría, pero
voy hacia el extranjero. Me voy
mañana, de hecho, —dijo.
Si no lo conociera mejor, diría que casi parecía
decepcionado.
—¿En serio? ¿En
una sesión fotográfica? —dije, y me di cuenta de mi
error. La sonrisa conocedora volvió con venganza.
—¿Una sesión fotográfica? ¿Investigando sobre mí?
Sentí mi rostro ir de rosa a un encantador rojo tomate. —Jillian
mencionó lo que haces para vivir, sí. Y noté las fotos en
tu
apartamento. ¿Cuando mi gatito
estaba persiguiendo a tu Rusa? ¿Te
suena?
Él pareció cambiar de puesto su peso por mi elección de
palabras. Hmmm, ¿punto débil?
—¿Notaste mis fotos? —preguntó.
—Lo hice. Tienes un gran conjunto
de candelabros. —le sonreí
dulcemente y miré directamente a su entrepierna.
—¿Candelabros? —murmuró,
aclarando su garganta.
—Gajes del oficio. ¿Y hacia dónde te diriges, por cierto? Al extranjero, me
refiero. —Arrastré mis ojos
deliberadamente de vuelta a los
suyos, y noté que los suyos estaban en ningún lugar cerca
de mi
rostro. Je, je, je…
—¿Qué? Oh, um, Irlanda.
Fotografiando un montón de lugares
costeros para Condé Nast(1), y luego iré hacia
algunos de los pueblos
pequeños, —respondió, regresando
su mirada de vuelta a la mía.
Fue bueno verlo un poco nervioso. —Irlanda,
que bien. Bueno,
tráeme de vuelta un suéter.
—Suéter, lo tengo. ¿Algo más?
—¿Una olla de oro? ¿Y un trébol?
—Genial. No tendré que salir de
la tienda de regalos del aeropuerto,
—murmuró.
—Y luego cuando vuelvas a casa, ¡voy a hacerte un pequeño baile
irlandés para ti! —Grité y comencé
a reír a la locura de esta
conversación.
—Aw, Chica Camisón, ¿acabas de ofrecerme un baile? —dijo
en voz
baja, acercándose un poco más.
Y así, el equilibrio de poder se cambió.
—Simon, Simon, Simon, —exhalé, negando con la cabeza.
Principalmente para aclararla del efecto de él estando
tan cerca—. Ya
hemos pasado por esto. No tengo ningún deseo de unirme al
harén.
—¿Qué te hace pensar que te lo
pediría?
—¿Qué te hace pensar que no me lo
pedirías? Además, pienso que
eso arruinaría la tregua, ¿no lo
crees? —Me reí.
—Mmm, la tregua, —dijo.
En ese momento escuché pasos en la escalera abajo. —¿Simon?
¿Eres tú? —dijo
una voz.
A eso él se inclinó hacia atrás, lejos de mí. Miré hacia
abajo y me di
cuenta de que habíamos avanzado lentamente hacia el
descanso de
la escaleras a lo largo de nuestro intercambio.
—¡Hola, Katie, aquí estoy! —Gritó hacia abajo.
—¿Una del harén? Vigilaré mis
paredes está noche, —dije en voz
baja.
—Basta. Ella tuvo un duro día de
trabajo, y vamos a salir a ver una
película. Eso es todo.
Él me sonrío tímidamente, y yo me reí. Si íbamos a ser amigos,
yo
podría conocer al harén, por Dios.
Un momento más tarde se nos unió Katie, a quien yo, por
supuesto,
conocía como Spanx. Ahogué una risa mientras le sonreía.
—Katie, ella es mi vecina,
Caroline, —dijo Simon—.
Caroline, ella es
Katie.
Le ofrecí mi mano, y ella miró con curiosidad entre Simon
y yo.
—Hola, Katie. Encantada de
conocerte.
—Igual a ti, Caroline. ¿Tú eres la que tiene un gato? —preguntó,
un
brillo en sus ojos. Miré a Simon, y él se encogió de
hombros.
—Culpable, aunque Clive diría
que, de hecho, él es una persona real.
—Oh, lo se. Mi perro solía ver
televisión y ladrar hasta que le pusiera
algo que le gustaba. Que dolor de culo era. —Me sonrió.
Nos quedamos allí por un momento, y estaba comenzando a
ponerse
un poco incómodo.
—Bueno, niños, me voy al yoga.
Simon, que tengas un buen viaje, y
te informaré sobre los chismes de las nuevas parejas
cuando
regreses.
—Suena bien. Estaré fuera por un
tiempo, pero espero que no se
meterán en muchos problemas mientras estoy fuera. —Se rió entre
dientes mientras comenzaba a subir las escaleras.
—Mantendré mis ojos en ellos.
Mucho gusto en conocerte, Katie, —
dije, dirigiéndome hacia abajo.
—Igual, Caroline. ¡Buenas noches! —Me dijo.
Mientras bajaba las escaleras, más despacio de lo
necesario, la
escuché decir—: La Chica del
Camisón Rosa es bonita.
—Cállate, Katie, —espetó él, y juro que le dio un manotazo en el
trasero.
Su grito un segundo más tarde lo confirmó.
Rodé mis ojos mientras abría la puerta y salía hacia la
calle. Cuando
llegué al gimnasio, cambié mi clase de yoga por la de
kickboxing.
Me gustaría un Martini vodka, con tres aceitunas, por
favor. —El
bartender se puso a trabajar mientras yo observaba
alrededor del
restaurante lleno de gente, tomando un descanso de los
Cuatro
Fantásticos. Después de dos semanas de escuchar sobre
estas
fabulosas citas dobles, había accedido a salir con ellos
y convertirlos
en los Cinco Fantásticos. Era divertido, y yo estaba
teniendo un gran
momento, pero después de estar con las dos nuevas parejas
toda la
noche necesitaba un descanso. Observar a la gente desde
el bar esa
una gran forma de tomar un poco de tiempo libre. A mi
izquierda
estaba una pareja interesante: caballero con cabello
canoso con una
mujer más joven que yo quien recientemente había comprado
tetas.
¡Buena chica! Conseguiste las
tuyas. Quiero decir, si tuviera que
mirar culos flácidos de hombres viejos también querría
tetas más
grandes.
Nunca pensé que disfrutaría de estar sola, pero últimamente
estaba
dándome cuenta de que lo hago muy bien sin un hombre en
mi vida.
Estaba sola, pero no estaba sola. Apartando a los
orgasmos,
ocasionalmente extrañaba la compañía de un novio, pero me
gustaba
ir a lugares sola. Podía viajar sola, así que, ¿por qué no? Sin
embargo, la primera vez que fui a ver una película sola
creí que iba a
ser raro —la posibilidad de
encontrarse con alguien que conocía
mientras estaba en las junglas de Costa Rica eran prácticamente
nulas, pero encontrarse a alguien en el cine en las
junglas de San
Francisco? Las probabilidades eran mayores —¡pero fue genial! Y
estar en un restaurante solo también estaba bien. Resulta
que soy
genial saliendo sólo conmigo.
Aún así, la cena esta noche con mis amigas había sido
bastante
entretenida. La forma en la que estas dos nuevas parejas se
rodeaban unas a otras era divertida de ver. Mimi y Sophia
se habían
enganchado con los hombres que habían cultivado como la
pareja
perfecta. Justo en ese momento vi a Sophia en la
multitud, su altura
y hermoso cabello rojo la apartaban incluso entre cientos.
Restaurante sexy, y un bar incluso más sexy, este lugar
estaba lleno
de gente y pretensión.
Pude verla charlando con alguien, y hacia un lado vi a
Mimi y Ryan.
¿Era eso extraño? Neil, no Ryan,
parecía ser el compañero de
conversación de Sophia. Ryan parecía completamente
cautivado por Mimi,
las manos de ella moviéndose a través del aire y
puntuando
declaraciones con su oliva en un palillo de dientes
mientras él la
escuchaba, fascinado. Desde donde yo estaba, la distancia
me ofrecía
una claridad perfecta. No pude evitar sonreír. Ellas habían
encontrado
a los chicos que siempre pensaron que eran los que querían,
pero
ahora las dos parecían fascinadas con el otro… ah bueno, nadie está
contento con su suerte, ¿no?
Sofía levantó la mirada y me miró en el bar, y poco después,
se
disculpó y se dirigió hacia mí.
—¿Divirtiéndote? —le pregunté mientras ella se sentaba en el
taburete a mi lado.
—Me lo estoy pasando muy bien, —reflexionó. Luego le dijo al
bartender exactamente cómo hacer su cóctel.
—¿Cómo está Neil esta noche?
Sus ojos se iluminaron brevemente, y luego pareció
sorprenderse a sí
misma.
—¿Neil? Bien, supongo. Ryan luce
genial, ¿cierto? —Cubrió ella,
haciendo un gesto hacia donde habíamos dejado a nuestro
grupo, y
donde Mimi y Ryan aún estaban enfrascados en una
conversación.
Ryan efectivamente se veía bien en sus vaqueros y una
camisa que
hacía juego con sus ojos azules —los
ojos fijados con deleite en la
Srta. Mimi.
¿Cómo no pueden verlo?
—Neil también se ve muy bien esta
noche, —lancé, centrándome de
nuevo en el musculoso reportero de deportes. Suéter de
carbón,
chinos —él era cada centímetro el
hombre de ciudad.
—Sip, —dijo
con frialdad, lamiendo un poco de sal del borde del vaso.
Yo me reí y coloqué una mano en su brazo.
—Vamos, chica bonita, vamos a
llevarte con tu hombre perfecto, —le
dije, y nos unimos al grupo.
Me fui un poco antes que mis amigos, cansada pero feliz.
Una vez
más había pasado la noche sola y viví para contarlo. Me
preguntaba
si otra mujer soltera entendía el placer que viene de ser
la quinta
rueda. El no tener que hacer una pequeña charla con algún
chico con
el que has sido empatada, no tener que preocuparte sobre
algún
idiota con aliento a filete incrustado con pimienta
tratando de forzar
su lengua ondulada en la parte posterior de tu garganta,
y no tener
que explicarle al mismo idiota por qué insistes en tomar
un taxi a
casa cuando su Camaro súper veloz está estacionado justo
allí.
Había disfrutado —o debería decir
disfruté en su mayoría— un surtido de
relaciones desde la secundaria, pero no había estado
realmente
enamorada en un largo tiempo. No desde mi último año de
universidad. Y desde que me vine abajo, sólo he tenido
aventuras
casuales, nunca realmente confiando en alguien. De ahí mi
hiato
actual a las citas. Tener todas las partes alineadas
parece más y más
difícil para mí mientras envejezco, y el proceso puede
ser agotador.
La Caroline de abajo podría estar abordo, pero mi Cerebro
y Corazón
siempre parecían tener sus reservas. Además, ahora que mi
O estaba
también ausente, por quien sabe cuánto tiempo, yo estaba
encontrando mi estilo de vida solitario más y más
atractivo.
Mientras reflexionaba sobre estos pensamientos, dirigiéndome
a casa
en un taxi, mi teléfono sonó. Tenía un mensaje de texto
de un
número que no reconocía.
¿Tuviste una buena noche?
¿Quién diablos me está escribiendo?
¿Quién diablos me está escribiendo?
Mientras esperaba por la respuesta, me incliné para
quitarme los
zapatos. Tacones fantásticos, pero maldita sea,
lastimaban mis pies.
Mi teléfono sonó de nuevo, y lo leí.
Algunas personas me llaman Wallbanger.
Me odio un poco por la forma en la que mis ahora desnudos
pies se
curvaron. Estúpidos pies.
Wallbanger, ¿huh?
Espera un minuto - ¿cómo conseguiste mi número?
Yo sabía que fue Mimi o Sophia. Malditas chicas. Ellas de
verdad
estaban presionando últimamente.
No puedo revelar mis fuentes.
Así que, ¿tuviste una buena
noche?
Está bien, puedo jugar este juego.
De hecho sí. Estoy en camino a casa ahora.
¿Cómo está la Isla Esmeralda? ¿Solo aún?
Es hermosa de hecho, estoy desayunando.
Y nunca estoy solo.
Te lo creo. ¿Compraste mi suéter?
Estoy trabajando en eso, quiero conseguir el correcto.
Sí, por favor dame uno bueno.
No voy a responder a eso… ¿cómo
está ese gato tuyo?
De verdad no voy a responder a eso.
¿Quieres alguna cosa?
Esto de no responder cosas se está poniendo difícil.
Se lo que quiere decir. Es difícil no tocar eso.
Está bien, voy a finalizar esto oficialmente.
Las insinuaciones son muy gruesas para ver bien.
Oh, no lo se, es mejor cuando está gruesa…
Guau. Estoy disfrutando de esta tregua más de lo que
esperaba.
Tengo que admitir que está bien para mí también.
¿Ya estás en casa?
Sip, acabo de estacionarme frente a nuestro edificio.
Bueno, esperaré hasta que estés adentro.
Apuesto a que no puedes esperar a estar adentro.
Eres un demonio, ¿lo sabías?
Me lo han dicho. Bueno, adentro. Acabo de patear tu
puerta, por
cierto.
Gracias.
Sólo estoy siendo una buena vecina.
Buenas noches, Caroline.
Buenos días, Simon.
Me reí mientras le daba vuelta a la llave en la cerradura
y entré. Me
hundí en mi sofá, aún riéndome. Clive rápidamente saltó
en mi
regazo, y yo palmeé su piel sedosa mientras ronroneaba su
bienvenida. Mi teléfono sonó de nuevo.
¿En serio pateaste mi puerta?
Cállate. Ve comer tu desayuno.
Me reí de nuevo mientras silenciaba mi teléfono por la
noche y me
acostaba en el sofá. Clive se posaba en mi pecho mientras
me
relajaba un poco, ideas de ese maldito Wallbanger en mi
cabeza. Era
sorprendente cómo podía imaginarlo claramente: vaqueros
suaves y
gastados, botas de escalar a la Jake Ryan de Sixteen
Candles(2), suéter
blanco de cuello de tortuga de punto irlandés, cabello
todo
desordenado. De pie en una costa rocosa en alguna parte,
con el
océano de fondo. Un poco bronceado, ligeramente
descuidado, con
las manos en los bolsillos. Y esa sonrisa…
______________________________________________
(1)Condé Nast Publications, Inc. es una editorial de
revistas
internacional, fundada en 1907.
(2) Sixteen Candles (Dieciséis velas) es una película de
1984.
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