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3
Traducido por Mel Cipriano.
Para el momento en que Clive finalmente se calmó y dejó
de gritar,
yo estaba completamente agotada y totalmente despierta.
Tenía que
levantarme en una hora más de todos modos, y me di cuenta
de que
ya había tenido todo el sueño que iba a conseguir. Quizás
debería
levantarme y hacer algo para desayunar.
—Mauyadora estúpida —dije, dirigiéndome a la pared detrás de mi
cabeza, y me moví perezosamente hacia la sala de estar.
Después de
encender el televisor, encendí la máquina de café y
estudié la luz
antes del amanecer que empezaba a asomarse en mis
ventanas.
Clive se enroscó alrededor de mis piernas y puse los ojos
en blanco
hacia él.
—Oh, ahora quieres un poco de
amor de mi parte, ¿eh? ¿Después
de
haberme abandonado por Purina anoche? ¡Qué
idiota eres, Clive! —
murmuré, extendiendo el pie y frotándolo con mi talón.
Se dejó caer al suelo y posó para mí. Él sabía que no podía
resistirme
cuando posaba. Me reí un poco y me arrodillé junto a él. —Sí, sí, lo
sé. Tú me amas ahora porque soy quien te mantiene. —Suspiré,
rascándole la barriga.
Me dirigí a la cocina, Clive pisándome los talones, y
vertí un poco de
comida en un tazón. Ahora que él tenía lo que necesitaba,
fui
rápidamente olvidada. Mientras me dirigía a la ducha,
escuché un
movimiento en el pasillo. Como la curiosa Caroline en la
que me
estaba convirtiendo, apreté mi ojo en la mirilla para ver
qué estaba
pasando con Simon y Purina.
Él estaba parado justo en su puerta, lo suficiente dentro
como para
que no pudiera ver su rostro. Purina permanecía en el
vestíbulo, y
pude ver la mano de Simon corriendo a través de su pelo
largo. Casi
podía oír su ronroneo a través de la maldita puerta.
—Mmm, Simon, anoche fue... mmmm — susurró ella, apoyándose en
su mano, que ahora se presionaba contra su mejilla.
—Estoy de acuerdo. Esa es una
buena manera de describir lo de
anoche y lo de esta mañana —dijo
en voz baja, mientras ambos se
reían entre dientes.
Lindo. Dos por el precio de uno.
—¿Me llamarás cuando estés de vuelta
en la ciudad? —preguntó ella
mientras barría el pelo de su cara. Su expresión de “recién lo hice”.
Echo de menos esa expresión.
—Oh, puedes contar con eso —respondió él, y luego tiró de ella hacia
la puerta por lo que sólo pude suponer que era un beso en
el que
murieron. Su pie se levantó como si estuviera posando.
Empecé a
rodar mis ojos, pero eso dolió. El derecho estaba
presionado tan
fuertemente contra la mirilla, ya ven.
— Do svidaniya (1) —susurró ella con ese acento exótico. Sonaba mucho
mejor ahora que ella no estaba maullando como una gatita
en
celo.
—Nos vemos —rió
él, y con eso, ella se alejó con gracia.
Me esforcé por verlo antes de que él volviera a entrar,
pero nope. Lo
perdí de nuevo. Tenía que admitir que, después de la
paliza y los
maullidos, me moría de ganas de ver qué aspecto tenía.
Había cierta
destreza sexual grave pasando al lado. Yo sólo no veía
por qué tenía
que afectar mis hábitos de sueño. Me arranqué de la
puerta y me
dirigí a la ducha. Bajo el agua, me pregunté qué en el
mundo se
requiere para hacer maullar a una mujer.
Como a las siete y media, me subí a un tranvía y revisé
el día que
tenía por delante. Iba a encontrarme con un nuevo
cliente, terminar
algunos detalles sobre un proyecto que acababa de
completarse, y
almorzar con mi jefa. Sonreí al pensar en Jillian.
Jillian Sinclair dirigía su propia empresa de diseño,
donde tuve la
suerte de hacer una pasantía durante mi último año en
Berkley. En
sus treinta y tantos años, pero viéndose como si tuviera
veintitantos,
se había convertido en alguien importante en la comunidad
del diseño
a principios de su carrera. Retaba lo convencional, fue
una de las
primeras en barrer "shabby chic" del mapa, y
había creado una
tendencia al traer de vuelta los colores neutrales y
estampados
geométricos de la mirada "moderna" que
actualmente era todo un rugido.
Ella me contrató después de que mi práctica había
terminado
y de que había proporcionado la mejor experiencia que un
joven
diseñador puede tener. Fue difícil, exigente, tenía un
instinto asesino
y, aún más, un ojo asesino por los detalles. Pero, ¿cuál era la mejor
parte de trabajar para ella? Era muy divertida.
Cuando salto del tranvía, veo mi “oficina”. Jillian Designs estaba en
Russian Hill, una parte hermosa de la ciudad:
Mansiones de
cuentos de hadas, calles tranquilas, y una fantástica
vista de los picos más
altos. Algunas de las casas más viejas se habían
convertido en
espacios comerciales, y nuestro edificio era uno de los
mejores.
Dejé escapar un suspiro cuando entré en mi oficina. Jillian
quería que
cada diseñador hiciera su propio espacio. Era una manera
de
mostrarles a los clientes potenciales lo que podían
esperar, y yo había
puesto un montón de ideas en mi espacio de trabajo.
Profundas
paredes grises acentuadas por cortinas de felpa rosa salmón.
Mi
escritorio era de ébano oscuro con una silla cubierta en
oro y suaves
sedas champán. La sala era sencillamente distinguida, con
un toque
de fantasía proveniente de mi colección de anuncios de Campbell’s
Soup de los años treinta y cuarenta. Había
encontrado un montón de ellos
en una venta de etiqueta, todos recortados de números
atrasados de la revista Life. Los tenía montados y
enmarcados, y todavía
me reía entre dientes cada vez que los miraba.
Pasé unos minutos tirando las flores de la semana pasada
y
organizando una nueva exposición. Todos los lunes me
detenía en
una tienda local para elegir flores para la semana. Las
flores
cambiaban, pero los colores tendían a caer dentro de la
misma
paleta. Yo estaba particularmente encariñada con los
naranjas
profundos, rosas, melocotones y dorados cálidos. Ese día
había
elegido rosas híbridas de té de un color coral precioso,
las puntas
teñidas de frambuesa.
Ahogué un bostezo y me senté en mi mesa, preparándome
para el
día. Vi a Jillian mientras pasaba rápidamente por delante
de mi
puerta y la saludé. Ella volvió y asomó la cabeza por la
puerta.
Siempre tirando para el mismo lado, era alta, delgada, y
encantadora. Hoy en día, vestía de negro de arriba a
abajo, pero sus
tacones fucsia la rockeaban, ella era chic.
—¡Hola, chica! ¿Cómo
está el apartamento? —preguntó ella,
sentándose en la silla frente a mi escritorio.
—Fantástico. ¡Muchas
gracias de nuevo! Nunca podré pagarte por
esto. Eres la mejor —dije
efusivamente.
Jillian me había subarrendado su apartamento, ese que había
tenido
desde que se mudó a la ciudad, años atrás. Ahora estaba
restaurando
una casa en Sausalito. Las rentas eran lo que eran
en la ciudad, pan
comido. El control de alquileres hacía que el precio
fuera
escandalosamente bajo. Me dispuse a seguir hablando
cuando ella me
detuvo con un gesto de mano.
—Silencio, no es nada. Sé que
debería deshacerme de él, pero fue mi
primer lugar en la ciudad, y sólo rompería mi corazón
dejarlo ir.
Además, me gusta la idea de que esté ocupado de nuevo. Es
un gran
barrio. —Ella sonrió, y sofoqué
otro bostezo. Sus agudos ojos lo
atraparon—.Caroline, es lunes por
la mañana. ¿Cómo puede estar
bostezando ya? —me reprendió.
Me eché a reír. —¿Cuándo fue la última
vez que dormiste allí, Jillian?
Miré por encima del borde de mi taza de café. Era mi
tercera ya.
Estaría navegando pronto.
—Oh, muchacho, ha sido desde hace
tiempo. ¿Tal vez hace un año?
Benjamin estaba fuera de la ciudad, y yo todavía tenía
una cama allí.
A veces, cuando estaba trabajando tarde, me gustaba
permanecer en
la ciudad durante la noche. ¿Por
qué lo preguntas?
Benjamin era su prometido. Millonario, capitalista de
riesgo, e
impresionante. Mis amigas y yo tuvimos un flechazo
asesino con él.
—¿Has oído algo al lado? —pregunté.
—No, no. No lo creo. ¿Cómo qué?
—Mmm, sólo ruidos. Ruidos
nocturnos.
—No cuando yo estaba allí. No sé
quién vive ahora, pero creo que
alguien se mudó el año pasado, ¿tal
vez? ¿El año anterior? Nunca lo
conocí. ¿Por qué? ¿Qué oíste? —Me sonrojé furiosamente
y le di un
sorbo a mi café—. Espera un
minuto. ¿Ruidos nocturnos? ¿Caroline?
¿En serio? ¿Has
oído algo sexy? —me pinchó.
Golpeé mi cabeza contra el escritorio. Oh, Dios.
Recuerdos. No más
golpes. Eché un vistazo hacia ella, y tenía la cabeza
echada hacia
atrás de la risa.
—Ay caramba, Caroline. ¡No tenía ni idea! El último vecino que
recuerdo tenía ochenta años, y el único ruido que he oído
proveniente
de esa habitación eran repeticiones de Gunsmoke (2).
Pero ahora que lo
pienso, podía escuchar ese programa de televisión muy
bien...
—Su voz se desvaneció.
—Sí, bueno, Gunsmoke no es
lo que viene a través de las paredes
ahora. Sexo directo hasta llegar a través de las paredes.
Y no sexo
dulce, o aburrido. Estamos hablando de... interesante —sonreí.
—¿Qué oíste? —preguntó
ella, y sus ojos se iluminaron.
No importa la edad que tengas, o de dónde vengas, hay dos
verdades
universales. Siempre nos reiremos de un gas... si sucede
en el
momento equivocado, y siempre estaremos curiosos sobre lo
que
sucede en las habitaciones de los demás.
—Jillian, en serio. ¡No se parece a nada que haya escuchado antes!
La primera noche, estaban golpeando la pared con tanta
fuerza que
¡un cuadro se cayó y me golpeó en
la cabeza!
Sus ojos se abrieron, y ella se inclinó sobre el
escritorio. —¡Cállate!
—¡No lo haré! Entonces oí...
Jesucristo, escuché nalgadas. —Yo
estaba hablando con mi jefa de nalgadas. ¿Ven por qué me encanta
mi vida?
—Nooo —suspiró
ella, y rió como colegiala.
—Siiiiii. Y él hizo que mi cama
se mueva, Jillian. ¡Hizo que se mueva!
La vi a la mañana siguiente, como Azotada se iba.
—¿La llamas Azotada?
—¡Por supuesto! Y entonces anoche…
—¡Dos noches en una fila! ¿Azotada obtuvo algunos azotes otra vez?
—Oh no, anoche traté con un
capricho de la naturaleza que he
llamado Purina —continué.
—¿Purina? No lo entiendo —frunció el ceño.
—La rusa a la que hizo maullar
anoche.
Ella se rió de nuevo, causando que Steve de Contabilidad
asomara la
cabeza por la puerta. —¿Sobre qué
están cacareando estas dos
gallinas? —preguntó, sacudiendo
la cabeza.
—Nada —contestamos
al mismo tiempo, luego volvimos a nuestra
conversación.
— Dos mujeres en dos noches,
eso es impresionante —suspiró.
—Vamos, ¿impresionante?
No. ¿Promiscuo? Sí.
—Guau, ¿sabes
su nombre?
—Sí, de hecho. Su nombre es
Simon. Lo sé porque Azotada y Purina
lo gritaban una y otra vez. Yo podía escucharlo a través
de los
golpes... Estúpido Wallbanger (3) —murmuré.
Ella se quedó en silencio por un momento, y luego sonrió.
—Simon
Wallbanger… ¡Me encanta!
—Sí, te encanta. Porque anoche no
tenías a tu gato tratando de
aparearse con Purina a través de la pared. —Me reí con tristeza y
apoyé la cabeza sobre el escritorio mientras seguíamos
riendo.
—Bueno, vamos a empezar a
trabajar —dijo Jillian por fin, secándose
las lágrimas de sus ojos—. Te
necesito para que vayas a buscar a
estos nuevos clientes hoy. ¿A qué
hora aterrizan?
—Ah, el señor y la señora
Nicholson estarán aquí a la una. Tengo la
presentación y los planes listos para ellos. Creo que
realmente les
gustará la forma en que rediseñé su dormitorio. Vamos a
ser capaces
de ofrecerles una sala de estar en suite y un baño
completamente nuevo. Es
bastante genial.
—Te creo. ¿Puedes
compartir tus ideas conmigo en el almuerzo?
—Sí, estoy concentrada en eso —le contesté mientras se dirigía hacia
la puerta.
—Ya sabes, Caroline, si puedes
lograr este trabajo, sería enorme para
la empresa —dijo ella, mirándome
a través de sus gafas de carey.
—Espera a ver lo que se me ocurrió
para su cine en casa.
—Ellos no tienen un cine en casa.
—Todavía no, no lo tienen —le dije, arqueando las cejas y sonriendo
diabólicamente.
—Lindo. —Lo
aprecia y se va para empezar su día.
Los Nicholsons eran definitivamente una pareja que quería,
todo el
mundo lo hacía. Mimi había hecho algunos trabajos para
Natalie
Nicholson, sangre azul y tacones, cuando reorganizó su
oficina el año
pasado. Ella me recomendó al momento en que el diseño
interior
golpeó la mesa, e inmediatamente comencé los planes para
remodelar su dormitorio.
Wallbanger. Pfff.
***
—Fantástico, Caroline.
Simplemente fantástico —deliró Natalie
mientras acompañaba a ella y a su marido hacia la puerta
principal.
Habíamos pasado casi dos horas viendo los planes, y
mientras tanto
comprometimos algunos puntos clave. Iba a ser un proyecto
muy
interesante.
—¿Así que crees que eres el diseñador
adecuado para nosotros? —
preguntó Sam, sus profundos ojos marrones brillaban
cuando él
envolvió su brazo alrededor de la cintura de su esposa y
jugaba con
su cola de caballo.
—Tú dime —me
burlé de nuevo, sonriéndole a los dos.
—Creo que nos encantaría trabajar
contigo en este proyecto —dijo
Natalie cuando nos dimos la mano.
Internamente, choqué los cinco conmigo misma, pero
mantuve mi
rostro sereno. —Excelente. Voy a
estar en contacto muy pronto, y
podemos empezar a coordinar un horario —les
dije mientras sostenía
la puerta para ellos.
Me quedé en la puerta mientras los despedía con la mano,
y luego
dejé que la puerta se cerrara detrás de mí. Miré a
Ashley, nuestra
recepcionista. Ella arqueó las cejas hacia mí, y levanté
las mías
enseguida.
—¿Y? —preguntó.
—Oh, sí. Lo conseguí —suspiré, y las dos chillamos.
Jillian bajó las escaleras mientras bailábamos alrededor,
y ella se
detuvo en seco. —¿Qué diablos pasó
aquí? —preguntó ella,
sonriendo.
—¡Caroline fue contratada por los
Nicholsons! —Gritó Ashley de
nuevo.
—Genial —Jillian
me dio un abrazo rápido—. Estoy orgullosa de ti,
chica —susurró ella, y yo sonreí.
Jodidamente sonreí.
Bailé hacia mi oficina, poniéndole algunos movimientos
sexys
mientras hacía mi camino alrededor de la mesa. Me senté,
giré en la
silla, y miré hacia el área de estacionamiento.
Bien jugado, Caroline. Bien jugado.
***
Esa noche, cuando fui a celebrar mi éxito con Mimi y
Sophia, quizás
pude haber bebido más que unos pocos margaritas. Seguí
con tragos
de tequila, y yo continuaba lamiendo la sal ahora
inexistente en el
interior de mi muñeca mientras me acercaba a mis
escaleras.
—Sophia, eres tan bonita. Ya lo
sabes, ¿verdad? —arrullé,
inclinándome sobre ella mientras nos arrastramos por las
escaleras.
—Sí, Caroline, soy bonita. Buena comprensión
de lo obvio —dijo.
Con casi un metro ochenta de alto y el pelo rojo fuego,
Sophia era
muy consciente de su aspecto.
Mimi se echó a reír, y me volví hacia ella. —Y tú, Mimi, tú eres mi
mejor amiga. ¡Y eres tan pequeña!
Apuesto a que podría llevarte en
el bolsillo. —Me reí mientras
trataba de encontrar mi bolsillo. Mimi
era una filipina menuda, de piel caramelo y el más largo
cabello
negro.
—Deberíamos haberla cortado después
de que el guacamole dejara la
mesa —murmuró Mimi—. No le permitiremos beber de nuevo sin la
presencia de alimentos —dijo
arrastrándome hasta los últimos
escalones.
—No hables de mí como si no
estuviera aquí —me quejé, quitándome
la chaqueta y empezando con mi camisa.
—Está bien, no nos desnudemos aquí
en el pasillo, ¿de acuerdo? —
disparó de nuevo Sophia, tomando las llaves de mi bolso
para abrir la
puerta. Traté de darle un beso en la mejilla, y ella me
rechazó.
—Hueles como a tequila y represión
sexual, Caroline. Quítate de
encima. —Ella se echó a reír y me
abrió la puerta.
Mientras viajábamos a la habitación, vi a Clive en el alféizar.
—Hola,
Clive. ¿Cómo está mi niño grande?
—canté.
Me miró y se dirigió a la sala de estar. Desaprobaba mi
consumo de
alcohol. Yo le saqué la lengua. Me dejé caer en la cama y
observé a
mis chicas en la puerta. Ellas sonrieron como si dijeran “Estás
tan
borracha. Nosotras no, y te juzgamos” .
—No actúen todas altas y
poderosas, señoritas. Las he visto más
borrachas que esto en más de una ocasión —señalé, mis pantalones
siguiendo el camino de mi blusa.
Pregúntenme por qué mantuve mis tacones puestos, y nunca
seré
capaz de decirles.
Las dos quitaron el edredón. Me metí bajo las sábanas y
las miré. Me
habían escondido tan bien que lo único que sobresalía
eran mis ojos,
mi nariz y mi cabello desordenado.
—¿Por qué la sala da vueltas? ¿Qué demonios le hicieron al
apartamento de Jillian? ¡Ella me
matará si arruino su control de
alquileres! —grité, gimiendo
mientras observaba el movimiento de la
habitación.
—La habitación no está girando. Cálmate.
—se rió Mimi, sentada a mi
lado y acariciando mi hombro.
—Y ese estruendo, ¿qué demonios son esos golpes? —le
susurré a la
axila de Mimi, que luego olfateé y felicité su elección
de desodorante.
—Caroline, no hay golpes. Jesús,
debes haber tenido más de lo que
pensábamos —exclamó Sophia,
estableciéndose en el extremo de la
cama.
—No, Sophia, lo escucho también. ¿No oyes eso? —dijo Mimi en voz
baja.
Sophia estaba en silencio y las tres escuchábamos. Se oyó
un golpe
distinto, y luego un gemido inconfundible.
—Gatitas, recuéstense. Están a
punto de conocer al Wallbanger —
afirmé.
Los ojos de Sophia y Mimi se abrieron como platos, pero
permanecieron en silencio.
¿Sería Azotada? ¿Purina?
Anticipándose a esta última, Clive entró en
la habitación y se subió a la cama. Se quedó mirando la
pared con
gran atención.
Los cuatro nos sentamos y esperamos. Apenas podía
describir a qué
estábamos sometidos en ese momento.
—Oh, Dios.
Golpe.
—Oh, Dios.
Golpe, golpe.
Mimi y Sophia nos miraron a Clive y a mí. Los dos negamos
con la
cabeza, los dos, de verdad. Una lenta sonrisa se dibujó
en el rostro
de Sophia. Me concentré en la voz que salía de la pared.
Era
diferente... El tono era más bajo, y, bueno, realmente no
podía
entender exactamente lo que ella estaba diciendo. No era
Azotada o
Purina...
—Mmm, Simon… — Risita—… ¡Justo… — Risita—…ahí! — Risita.
¿Eh?
—Sí, sí… — Gruñido— ¡Sí! Mierda, mierda… — Risita-
iaaaa iaaa—
¡Joder, sí! —Ella
se reía. Era una risita sucia, sucia.
Las tres nos reímos con ella mientras se rió y soltó un
bufido en su
camino hacia lo que parecía un magnífico clímax. Clive,
al darse
cuenta rápidamente de que su amada no estaba haciendo
acto de
presencia, se retiró precipitadamente hacia la cocina.
—¿Qué demonios es esto? —susurró Mimi, sus ojos tan abiertos como
pasteles de manzana.
—Esta es la tortura sexual que he
estado escuchando desde hace dos
noches. No tienen ni idea —gruñí,
sintiendo los efectos del tequila.
—¿PantalonesRisueños ha
conseguido acabar así durante las dos
últimas noches? —exclamó Sophia,
golpeando su mano sobre su boca
mientras más risas y gemidos se filtraban a través de la
pared.
—Oh, claro que no. Esta noche es
la primera noche que he tenido el
placer de escuchar a ésta. La primera noche fue Azotada.
Ella era una
niña traviesa, juguetona y tenía que ser castigada. Y
Clive anoche
conoció al amor de su vida, cuando Purina hizo su debut…
—¿Por qué la llamas Purina? —interrumpió Sophia.
—Porque ella maúlla cuando él la
hace venir —le dije, escondiéndome
bajo las sábanas. Mi borrachera comenzaba a desvanecerse,
reemplazada por la clara falta de sueño que había tenido
desde que
me mudé a este antro del libertinaje.
Sophia y Mimi quitaron el edredón de mi cara justo cuando
la chica
gritó —Oh, Dios, eso es... eso es
— Jajajajaja— tan bueno.
—¿El chico de al lado puede hacer
a una mujer maullar? —preguntó
Sophia, levantando una ceja.
—Parece que sí. —Me
reí entre dientes, sintiendo la primera oleada
de náuseas llegando sobre mí.
—¿Por qué está riendo? ¿Por qué alguien se ríe mientras está
consiguiendo acabar así? —preguntó
Mimi.
—No tengo idea, pero es bueno
saber que ella se está divirtiendo —
dijo Sophia, riéndose de sí misma con una carcajada
particularmente
fuerte. Carcajada, mi tía Fanny...
—¿Has visto a este tipo ya? —preguntó Mimi, sin dejar de mirar a la
pared.
—Nope. Mi mirilla está recibiendo
una probadita, sin embargo.
—Es bueno escuchar que al menos
un agujero está obteniendo algo
por aquí —murmuró Sophia.
La fulminé con la mirada. —Encantador,
Sophia. He visto la parte de
atrás de su cabeza, y eso es todo —le
contesté, sentándome.
—Guau, tres chicas en tres
noches. Eso es una especie de resistencia
—dijo Mimi, sin dejar de mirar
con asombro a la pared.
—Es una especie de repugnancia,
eso es lo que es. ¡Ni siquiera puedo
dormir por la noche! ¡Mi pobre
pared! —gemí mientras escuchaba un
profundo gemido de él.
—Tu pared hace lo que una pared
tiene que hacer… —comenzó
Sophia, y yo levanté mi mano.
—Espera, por favor —le dije. Él comenzó a terminarlo.
La pared empezó a temblar con el golpeteo rítmico, y la
risa de la
mujer se hizo más y más fuerte. Sophia y Mimi miraban con
asombro, mientras yo negaba con la cabeza.
Podía oír los gemidos de Simon, y yo sabía que él se
estaba
acercando. Sin embargo, sus sonidos eran ahogados rápidamente
por
su amiga de esta noche.
—Oh… — Risita— Eso… — Risita— es… — Risita— No… — Risita—
pares
— Risita—.
No… — Risita— pares — Risita—. Oh — Risita-gruñido—,
Dios
— Risita-risita-gruñido—. ¡No — Risita— pares! — Risita.
Por favor. Por favor. Por favor, para, pensé.
Risita-lloriqueo.
Y con una risita y un último gemido, el silencio cayó
sobre la tierra.
Sophia y Mimi se miraron entre sí, y Sophia dijo—: Oh.
—Mi —agregó
Mimí.
—Dios —dijeron
juntas.
—Y es por eso que no puedo
dormir —suspiré.
Mientras que las tres nos recuperábamos de la Risita,
Clive volvió a
jugar en la esquina con una bola de algodón.
Risita, creo que te odio más que a nada...
_________________________
(1) “Hasta la vista” en ruso.
(2) Serie de TV de los años ’50.
(3) Golpea-Paredes.
* * * * *
4
Traducido por Dannita
LAS SIGUIENTES NOCHES fueron maravillosamente tranquilas.
Sin
golpes, azotes, maullidos y risas. Es cierto que Clive
estaba un poco
triste de vez en cuando, pero todo lo demás sobre el
departamento
estaba muy bien. Conocí a algunos de mis vecinos, incluyendo
a Euan
y Antonio que vivían abajo. No había oído o visto a Simón
desde la
anterior noche con la Risitas, y aunque estaba agradecida
por las
noches de sueño perfecto, sentía curiosidad por saber a dónde
había
desaparecido. Euan y Antonio estaban más que contentos de
contarme chismes.
—Cariño, espera a que veas a
nuestro querido Simón. ¡Es un
espécimen ese chico! —exclamó
Euan. Antonio me había atrapado en
el pasillo de camino a casa y en cuestión de segundos ya
tenía un
coctel en mi mano.
—Oh Dios, sí. ¡Él
es exquisito! Si yo fuera unos años más joven —
canturreó Antonio, abanicándose mientras Euan lo miraba
por encima
de su Bloody Mary.
—¿Si fueras unos años menor que?
Por favor. Tú nunca has estado en
la liga de Simón. Él es un filete, mientras, enfréntalo
cariño, tu y yo
somos hot dogs.
—Eso serás tú —Antonio
soltó una risotada y luego empezó a
succionar enfáticamente su tallo de apio.
—Señores, por favor. Háblenme de
ese chico. Admito, que después
del espectáculo que hizo la semana pasada, estoy un poco
intrigada
sobre el hombre detrás de los golpes de la pared.
Me vine abajo y les conté sobre las travesuras nocturnas
de Simón
después de darme cuenta que a menos que les contara el
chisme,
ellos no me contarían nada. Se aferraron a cada palabra
como gordos
niños a un bufet. Les hablé de las mujeres que él hizo el
amor. Y ellos
llenaron algunos pequeños espacios en blanco.
Simón era un fotógrafo independiente que viajaba por todo
el mundo.
Ellos suponen que él actualmente se encuentra en misión,
lo que
explica mi calidad de sueño. Simón trabajó en proyectos
para The
Discovery Channel, The Cousteau Society, National
Geographic.
Todos los peces gordos. Había ganado premios por su
trabajo e
incluso pasó algún tiempo cubriendo la guerra en Irak
hace unos
años. Él siempre dejaba su carro cuando estaba viajando:
un viejo,
destartalado y negro Range Rover Discovery, la clase de
carro que
encuentras en la selva africana. La clase de persona que
maneja
delante de los yuppies para guiarlos.
Entre lo que me dijeron Euan y Antonio, el carro, el
trabajo y la casa
internacional de orgasmos desde el otro lado de la pared,
estaba
empezando a armar un perfil de este hombre, que todavía
no había
visto. Y estaría mintiendo si dijera que no estaba cada
vez más y más
intrigada.
Una tarde, después de dejar algunas muestras de baldosas
a los
Nicholsons, decidí caminar hasta mi casa. La niebla había
desaparecido dejando al descubierto la ciudad, y era una
noche
agradable para pasear. Al doblar la esquina de mi casa,
me di cuenta
que la Range Rover estaba ausente de su lugar habitual
detrás del
edificio. Lo que significaba que él estaba fuera de casa.
Simón estaba de vuelta en San Francisco.
****
Aunque me preparé para otra ronda de golpes en la pared,
los
próximos días transcurrieron sin complicaciones. Trabajé,
caminé,
Clivé. Salí con mis amigas, hice un increíble Bizcocho de
Calabacín en
mi ahora habitual KitchenAid, y pasé mi tiempo
investigando a donde
ir en mis vacaciones.
Todos los años, me tomo una semana y viajo a algún lugar
totalmente sola. A algún lugar emocionante, y nunca voy
al mismo
lugar dos veces. Un año me fui a hacer senderismo por una
semana
en Yosemite. Otro año me fui en tirolesa a través de la
selva hacia un
Ecolodge en Costa Rica. Otro año durante una semana hice
submarinismo frente a la costa de Belice. Y este año…no estaba
segura de a dónde iba a ir. Ir a Europa era cada vez
prohibidamente
caro en esta economía, por lo que estaba fuera. Estaba
pensando en
ir a Perú, ya que siempre había querido visitar Machu
Picchu. Tenía
un montón de tiempo, pero a menudo la mitad de la diversión
era
decidir donde quería pasar mis vacaciones.
También pasé una cantidad excesiva de tiempo en mi
mirilla. Sí, es
cierto. Cada vez que oía una puerta cerrarse corría hacia
la puerta.
Clive me miraba con una sonrisa. Él sabía exactamente lo
que estaba
haciendo. Sin embargo ¿por qué me
juzga?, nunca lo sabré, si sus
orejas se levantaban cada vez que escuchaba ruidos que
subían las
escaleras. Él seguía suspirando por su Purina.
Todavía no había visto a Simón. Un día llegué
justo a la mirilla para verlo
entrar en su apartamento, pero todo lo que pude ver fue
su
camisa negra y un desordenado cabello oscuro. E incluso
pudo haber
sido un rubio oscuro, difícil de decir por la tenue luz
del pasillo.
Necesitaba una mejor iluminación para mi trabajo
detectivesco.
En otra ocasión vi el Range Rover alejarse de la acera
cuando llegué
a la esquina de mi casa desde el trabajo. ¡Iba a pasar por la derecha!
Justo cuando estaba a punto de obtener el primer vistazo
de él, en
realidad ver al hombre detrás del mito, tropecé y
me fui de culo sobre la
carretilla que estaba en la acera. Por suerte Euan me vio
y me
ayudó a mí, a mi ego herido y a mi culo magullado a
levantarnos del
concreto y me llevó para algunos Bactine seguida de un
whisky.
Pero todo estuvo tranquilo por la noche. Sabía que Simón
estaba en
casa, lo oía de vez en cuando: el movimiento de una pata
de la silla a
través del suelo, una risa silenciosa o dos. Pero no un
harén, y por lo
tanto no Wallbanging.
Nos dormimos juntos casi todas las noches. Él ponía música
de Duke
Ellington y Glenn Miller en su lado de la pared, y yo me
acostaba en
la cama de mi lado, escuchando descaradamente. Mi abuelo
solía
poner sus discos viejos por la noche, y el pop y el
chasquido de la
aguja en el vinilo era reconfortante mientras dormía,
Clive se
acurrucó a mi lado. Debo decir que Simón: tenía buen
gusto musical.
Pero la calma y tranquilidad eran demasiado buenas como
para durar
tanto tiempo, y todo el infierno se desató de nuevo un
par de noches
más tarde.
En primer lugar, tuve que aguantar otra ronda de Spanx.
Ella había
sido de nuevo una chica muy mala y sin duda merecería la
rotunda
paliza que recibió. Una paliza que duró casi media hora y
terminó con
gritos de: “¡Eso es! Justo ahí,
Dios, sí, ¡justo ahí!” ante las
actuales paredes
que comenzaron a temblar. Había permanecido despierta
toda la noche, poniendo los ojos en blanco y cada vez más
y más
frustrada.
La mañana siguiente, desde mi puesto en la mirilla, vi salir
a Spanx y
conseguí una realmente buena primera vista de ella. Piel
rosada y
brillante, era una delicada y un poquito redondita chica
con curvas en
las caderas y los muslos, y un muy buen paquete trasero.
Ella era
pequeña, realmente pequeña, y un poco gordita. Ella tuvo
que
ponerse de puntillas para darle el beso de despedida a
Simón, y no
pude verlo porque me quedé viendo a ella mientras se
alejaba. Me
maravillé de su gusto por las mujeres. Ella era todo lo
contrario a lo
que había visto en Purina, quien parecía una modelo.
Anticipando que Purina seria la siguiente en la lista, la
noche
siguiente le di a Clive un calcetín lleno de catnip y un
cuenco lleno de atún.
Mi esperanza era debilitarlo y desmayarlo antes de que la
acción comenzara. Pero mi acción tuvo un efecto opuesto.
Mi chico
estaba listo para la fiesta cuando los primeros compases
de Purina
llegaron junto con su grito a través de las paredes
alrededor de la
una y quince de la mañana.
Si Clive pudiera ponerse una mini bata para fumar, lo
hubiera hecho.
Él caminó airadamente por la habitación, caminando de un
lado a
otro delante de la pared, luciendo indiferente. Cuando
Purina
comenzó con sus maullidos, sin embargo, no pudo
contenerse. Una
vez más él se lanzó contra la pared. Saltó de la mesita de
noche
hacia la cómoda y luego el estante, escaló las almohadas
e incluso
una lámpara con tal de acercarse a su amada.
Cuando se dio cuenta de que nunca sería capaz de
enterrarse bajo el
yeso, le cantó alguna clase de versión felina de Barry
White, sus
aullidos coincidían con la intensidad de ella.
Cuando las paredes comenzaron a temblar debido a Simón,
me
sorprendí de que ellos pudieran mantener su control y
enfoque a
pesar de toda la bulla que había. Está claro que si yo
podía oírlos,
ellos también era capaces de escuchar a Clive y todo su
estruendo.
Aunque si yo fuera empalada por Wallbanger
AsombrosaPolla,
imagino que podría compartimentar también…
Por ahora, sin embargo, nada me empalaba y me estaba
enojando.
Estaba cansada, caliente aun sin ver nada, y mi gato tenía
un hisopo
que salía de su boca que terriblemente parecía como un
pequeño
cigarro.
Después de una noche de sueño abreviado, la mañana
siguiente, me
arrastré hasta la mirilla para otra ronda de EspiarHarén.
Fui
recompensada con un breve perfil lateral de Simón
mientras se
inclinaba para despedirse con beso de Purina. Fue rápido,
pero fue
suficiente para ver su mandíbula: fuerte, definido,
bueno. Tiene una
excelente mandíbula. Lo mejor de ese día fue el
avistamiento de su
mandíbula. El resto del día fue una mierda.
Primero, hubo un problema con el contratista general
sobre la casa
de los Nicholson. Parece que él no solo se estaba tomando
demasiado
tiempo para su almuerzo, él en realidad había estado
fumando
marihuana todos los días en el ático. Todo el tercer piso
olía como a
concierto de Muerto.
Además, una paleta completa de baldosas para el piso del
baño se
había roto y astillado. La cantidad de tiempo necesario
para volver a
organizar y enviar haría que el proyecto entero se
retrase por lo
menos dos semanas, dejando sin posibilidad de que se
termine a
tiempo. Cada vez que se comienza la construcción
principal
s e estima una fecha de finalización del proyecto.
Sin embargo, nunca me
he pasado de la fecha límite, y este es un trabajo de
alto perfil
laboral, esto hizo calentarme (y no de la buena manera)
al darme
cuenta de que no había nada que pudiera hacer para
acelerar las
cosas, ni para viajar hacia Italia y traer de nuevo esos
mismos
malditos azulejos por mí misma.
Después de un rápido almuerzo, durante el cual se me cayó
todo el
refresco por todo el piso avergonzándome completamente,
me dirigí
de nuevo hacia el trabajo y me detuve en una tienda para
ver
algunas nuevas botas para senderismo. Tenía planes de ir
de
senderismo a los Promontorios de Marín este fin de
semana.
Cuando examiné la selección, sentí un cálido aliento en
mi oído que
me estremeció instintivamente.
—Hola —Escuché
y me congelé de miedo. Los flashbacks vienen a mí,
y vi manchas. Sentí frio y calor al mismo tiempo, y la
experiencia
más horrible de mi vida pasó por mi mente. Me volví y vi
a…
Cory Weinstein. El Follador Ametrallador quien secuestró
la O.
—Caroline, luces bien en el
vecindario —canturreó, canalizando su
interno Torm Jones.
Me tragué la bilis y me esforcé por mantener la
compostura. —Cory,
me alegro de verte. ¿Cómo estás? —Me compuse.
—No me puedo quejar. Solo
haciendo un tour por los restaurantes
para el viejo. ¿Cómo estás? ¿Cómo te trata el negocio de decoración?
—Empresa de diseño de interiores,
y me trata bien. De hecho, estaba
de camino para regresar a mi trabajo, así que si me
disculpas —
farfullé, comenzando a empujarlo para pasar.
—Oye, pero no hay prisa, cosa
bonita. ¿Tienes hora de almuerzo?
Puedo conseguirte un descuento para alguna pizza justo a
unas pocas
cuadras de distancia. ¿Te parece
bien cinco por ciento de descuento?
—dijo, para el colmo con una voz
arrogante.
—Guau, cinco por ciento. Por
mucho que endulces la olla, paso. —Me
reí entre dientes.
—Entonces, Caroline, ¿Cuándo puedo volver a verte? Esa noche…
maldita sea. Era bastante grande ¿eh?
—Guiñó el ojo, y mi piel me
rogó que lo arrancara de mi cuerpo y se lo tirara a él.
—No. No, Cory. Por un demonio, no
—Le espeté, la bilis subía de
nuevo. Los destellos de entra y sale y entra y sale y
entra y sale. Mi
coño gritó en su propia defensa. Por supuesto, nosotras
dos no
estábamos en buenos términos, pero sin embargo yo sabía
cuán
asustada estaba de esa ametralladora. Sobre mi cadáver.
—Oh, vamos nena. Vamos a hacer un
poco de magia —susurró.
Se inclinó, y me di cuenta que él tenía de nuevo la
salchicha. —Cory,
debes saber que estoy a punto de vomitar en tus zapatos,
así que si
yo fuera tú me alejaría.
Él palideció y dio un paso atrás.
—Y para que conste, prefiero
grapar mi cabeza a la pared que
hacer magia contigo de nuevo. ¿Tú,
yo, y tu cinco por ciento de
descuento? No va a pasar. Ahora adiós —dije
entre dientes y salí de
la tienda.
Me voy pisando fuerte, enojada y sola. No hay azulejos
italianos, no
hay botas de senderismo, no hay hombre, y no hay O.
Pasé la noche en el sofá por mi depresión. No respondí el
teléfono, no
hice la cena. Me comí las sobras de comida tailandesa del
contenedor
y gruñí a Clive cuando trató de robarme mi camarón. Se
movió de
manera ostentosa hacia la esquina y me miró debajo de una
silla.
Vi a Barefooy Contessa, que por lo general me animaba.
Esta noche
hizo sopa de cebolla francesa y lo llevó a la playa para
almorzar con
su marido, Jeffrey. Normalmente ver a los dos juntos
hacia que mi
interior se sintiera cálido y difuso. Eran tan lindos.
Esta noche me
hizo dar nauseas. Yo quería estar sentada en la playa en
South
Hampton, envuelta en una manta y comiendo la sopa con
Jeffrey.
Bueno, no ese mismo Jeffrey, sino un Jeffrey equivalente.
Mi propio
Jeffrey.
Jodido Jeffrey. Jodida Barefoot Contessa. Jodido comer
sola comida
para llevar.
Cuando era demasiado tarde para poder justificar de no ir
a la cama
y poner este terrible día detrás de mí, tiro mi propio
saco de la
tristeza hacia mi dormitorio. Fui a buscar mis pijamas, y
me doy
cuenta que no he lavado la ropa. Maldita sea, busco en mi
cajón de
pijamas, buscando por alguna, pero nada. Tenía un montón
de sexys
encajes, de ese día en donde O y yo estábamos en la misma
página.
Gruñí, me enfurecí y finalmente saqué un baby doll de
color rosa.
Tenía volantes y era fresco, y aunque me solía gustar
dormir con
hermosa lencería, actualmente lo odiaba. Era un
recordatorio físico de
mi falta de O. Aunque, había pasado un tiempo desde que
había
intentado comunicarme con ella. Tal vez esta noche seria
la noche.
Estaba ciertamente tensa. Nadie podía necesitar la
liberación más que
yo.
Callé a Clive y cerré la puerta. Nadie podía ver esto.
Puse algo de INXS (1), ya que esta noche necesitaba toda
la ayuda
que pudiera conseguir. Michael Hutchence siempre me hizo
concentrarme. Subí a la cama, coloqué las almohadas detrás
de mí y
me metí entre las sábanas. Con el minúsculo camisón, mis
piernas
desnudas se deslizaron por el fresco algodón. No hay nada
como la
sensación de frescura en las piernas depiladas contra las
sábanas de
tejido suave y fino. Tal vez esto era una buena idea
después de todo.
Cerré los ojos y traté de frenar mi respiración. Las últimas
veces que
había intentado encontrar a O, estaba tan frustrada que
al final
terminaba cerca de las lágrimas.
Esta noche comencé con la habitual fantasía. Empecé con
un poco
con Catalano (2), permitiendo que mis manos se deslizaran
por
debajo de la parte inferior de mi camisón y llegaran a
mis pechos.
Mientras pensaba en Jordan Catalano/Jared Leto besando a
Angela
Chase (3) en el sótano de la escuela, me imaginaba que
ella era yo.
Sentí sus sofocantes e intensos besos en mis labios, y
sus manos
deslizándose por mi piel hacia mis pezones. Cuando mis
dedos/los
dedos de Jordan comenzaron a masajearlos, sentí ese familiar
tirón
en la parte baja de mi barriga, haciendo que todo mi
cuerpo se
caliente.
Con los ojos todavía cerrados, la imagen cambió a Jason
Bourne/Matt
Damon (4) atacando mi piel. Con nosotros dos tratando de
gobernar
el uno al otro, solo nuestra conexión física nos mantuvo
vivos. Mis
dedos/los dedos de Jason se arrastraron suavemente por mi
vientre,
deslizándose dentro de mis bragas a juego. Pude sentir
que estaba
funcionando. Mi toque estaba despertando algo, agitando
algo en el
interior. Di un grito ahogado cuando sentí como ya estaba
lista para
Jason o para Jordan.
Jesús. La idea de ellos dos juntos, trabajando para traer
de vuelta a
O en realidad me hizo temblar. Gemí y me fui por la
artillería pesada.
Fui por Clooney. Destellos de Clooney llegaron a mí
mientras mis
dedos me tentaban y daban vueltas, se retorcían y se
burlaban.
Danny Ocean (5) …George Clooney
de Los hechos de la vida…
Y entonces, me fui por él.
Dr. Ross. La tercera temporada de Sala de emergencia,
después que
el corte de cabello de César fue rectificado. Mmmm…gemí y gemí.
Estaba funcionando. En realidad me estaba poniendo muy
caliente.
Por primera vez en meses, mi cerebro y el resto de mi
parecían estar
en sintonía. Me puse de lado, mi mano entre mis piernas
mientras
veía al Dr. Ross arrodillado delante de mí. Se lamió los
labios y me
preguntó cuándo fue la última vez que alguien me había
hecho gritar.
No tienes ni idea. Hazme gritar, Dr. Ross.
Detrás de mis ojos firmemente cerrados, lo vi a él
inclinarse hacia mí,
con la boca cada vez más cerca. Él presiona gentilmente
mis rodillas
separándolas más, colocando besos en la parte interna de
cada
muslo. Podía sentir su aliento en mis piernas lo que me
hizo
estremecer.
Su boca se abrió, y la perfecta lengua de Clooney se movió
rápido
para probarme.
Golpe.
—Oh, Dios.
Golpe. Golpe.
—Oh. Dios.
¡No. No. No!
—Simón…mmm
— Risa.
No podía creerlo. Incluso Dr. Ross parecía confundido.
—Tan…— Risa— jodidamente… — Risa— bueno… ¡jajajaja!
Gemí al sentir que el Dr. Ross se iba. Estaba húmeda, me
sentía
frustrada y ahora Clooney pensó que alguien más se estaba
riendo él.
Él comenzó a retroceder…
No, no me dejes. Dr. Ross. ¡No tú!
—¡Eso es! ¡Eso
es! Oh…oh… ¡jajajajaja!
Las paredes comenzaron a temblar, y se inició los golpes
de la cama.
Eso es todo. Esta Risitas, perra…
Me puse de pie, Catalano, Bourne y el siempre amoroso
Clooney se
desvanecían en volutas de humo cargado de testosterona.
Me aparté
las mantas, azoté la puerta al abrirla y salí de la
habitación. Clive
tendió una pata y empezó a reprocharme por haberle
encerrado
afuera, pero cuando vio mi rostro, sabiamente me dejó
pasar.
Camino hacia mi puerta, golpeando mis talones contra el
piso de
madera. Estaba mucho más que enojada. Estaba lívida. Había
estado
tan cerca. Abrí la puerta con la fuerza de miles de
enojados OS,
negados a liberarse por siglos. Comencé a golpear su
puerta. Golpeé
duro y largo, como Clooney había estado a punto de
golpear dentro
de mí. Golpeo una y otra vez, sin ceder para nada, sin
disminuir.
Podía oír las pisadas que iban hacia la puerta, pero aun
así no cedí.
La frustración de la jornada y de la semana y los meses
sin una
liberación de O en una diatriba de la talla de la que
nadie había visto
nunca.
Oí el traqueteo de las cerraduras y cadenas cuando se
retiran, pero
aun así sigo golpeando. Empecé a gritar. —¡Abre la puerta imbécil o
la tiraré!
—Cálmate. Deja de golpear —Oí decir a Simón.
Entonces la puerta se abrió, y la mire fijamente. Allí
estaba él. Simón.
Siluetado por la luz suave por detrás de la puerta, Simón
estaba con
una mano agarrando la puerta y la otra mano sostenía una
sábana
blanca alrededor de sus caderas. Lo miré de arriba abajo,
con la
mano todavía colgando en el aire, la apreté en un puño.
Estaba
punzándome, había estado golpeando muy duro.
Él tenía el cabello negro azabache que estaba hacia
arriba,
probablemente por las manos de la Risitas que estaban
entrecerradas
ahí cuando él se abrió paso dentro de ella. Sus ojos eran
de un azul
penetrante, y los pómulos tan fuertes como su mandíbula.
¿Completando el paquete? Sus
labios hinchados a causa de los besos,
y lo que parecía unos tres días de desaliño.
Jesús, estaba desaliñado, ¿Cómo era posible que me
perdiera eso
esta mañana?
Bajé la mirada por su largo y esbelto cuerpo. Estaba
bronceado, pero
no deliberadamente bronceado, sino bronceado por hacer
actividades
al aire libre, bronceado envejecido, bronceado masculino.
Su pecho
subía y bajaba mientras jadeaba, su piel recubierta de
una fina capa
de sudor sexual. Cuando mis ojos viajaron hacia abajo por
más vi un
puñado de pelo oscuro en la parte baja del torso, que
seguía por
debajo de la sábana. Por debajo estaba sus six pack. Más
abajo
estaba la V que algunos hombres tienen, y que en él no se
veía raro o
exagerado por ejercicio en máquinas.
ÉL estaba sorprendido. Por supuesto que estaba
sorprendido. ¿Y por
qué tiene que estar desaliñado?
Sin darme cuenta jadié cuando mi mirada cayó más debajo
de lo que
había previsto. Pero mis ojos fueron atraídos, como por
un imán, más
abajo y más abajo. Debajo de la sábana, que estaba muy
por debajo
de sus caderas lo que debería ser ilegal,...
Él
Aun
Estaba
Duro.
-----------------------------
(1) Fue una banda australiana de rock. El vocalista es
Michael
Hutchence.
(2) Jordan Catalano es personaje ficticio de la serie My
so-called Life
(Es mi vida). Es interpretado por Jared Leto.
(3) Personaje ficticio principal de la serie My So-Called
Life. Tiene una
relación con Jordan Catalano.
(4) Personaje principal de la película Bourne. Es
interpretado por Matt
Damon.
(5) Es un personaje ficticio de la película La gran
estafa. Interpretado por
George Clooney.
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