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11
Traducido por Ankmar
ME DESPERTÉ UNAS HORAS MÁS TARDE, sorprendida por la
calidez
del cuerpo junto a mí, que era decididamente más grande
que el gato
que usualmente se acurruca contra mi lado. Me di la
vuelta con
cuidado sobre mi espalda y lejos de Simón para que yo
pudiera verlo.
Podía verlo simplemente mientras las lámparas, junto con
todas mis
otras luces, continuaban resplandeciendo alejando la
noche, luchando
contra los malvados de esa horrible película.
Me frote los ojos e inspeccione a mi compañero de cama. Él
yacía
sobre su espalda, con los brazos doblados como si yo
siguiera en
ellos, y yo pensé en lo bien que se sentía dormir
acurrucada con
Simón.
Pero no debería estar durmiendo acurrucada con Simón. El
cerebro lo
sabía mejor. Los nervios estaban de acuerdo. Esa era
definitivamente
una situación muy, muy resbaladiza. Y pensé en las imágenes
de
escalar un resbaladizo Simón que inmediatamente vinieron
a mi
mente y estaban lejos de ser inocentes, las empuje a un
lado. Aparte
la mirada y note la maravillosa manta afgana
terriblemente enredada
entre sus piernas — y las mías,
de hecho.
Había sido de su madre. El corazón se me rompía cada vez
que yo
pensaba en su dulce, tímida voz compartiendo esa pequeña
perla
conmigo. Él no sabía que yo había hablado con Jillian
sobre su
pasado, que yo sabía que sus padres ya no estaban con
vida. La idea
que él seguía aferrando a la manta afgana de su madre era
inexorablemente dulce, y una vez más se me rompió el
corazón
abierto.
Yo era cercana con mis padres. Ellos seguían viviendo en
la misma
casa donde yo había crecido, en un pequeño pueblo al sur
de
California. Ellos eran estupendos padres, y los veía tan
seguido como
yo podía, es decir, en festividades y un fin de semana
ocasional. Una
típica veinteañera, yo disfruto mi independencia. Pero
mis padres
estaban ahí cuando los necesitaba, siempre ahí. La idea
de que algún
día tendría que caminar en esta tierra sin su ancla y
orientación
equivocada me hizo hacer una mueca de dolor, por no decir
nada de
perderlos a ambos solo a los dieciocho años.
Estaba contenta que Simón parecía tener buenos amigos y
como un
poderoso defensor como Benjamín estaba atento de él. Pero
lo más
cercano como amigos y amantes podría ser, había algo
acerca de
pertenecer a alguien completamente que te daba raíces—raíces que a
veces necesitas cuando el mundo lucha en contra tuyo.
Simón se movió ligeramente en su sueño, y lo mire de
nuevo. Él
murmuro algo que no pude identificar bien, pero sonaba un
poco
como "albóndigas." Sonreí y deje que mis dedos
se deslizaran en su
cabello, sintiendo la suave seda revuelta en mi almohada.
Dios, el dio una buena albóndiga.
Mientras acariciaba su cabello, mi mente vagaba a un
lugar donde las
albóndigas fluían sin cesar y había pastel por días. Me
reí para mis
adentros mientras el sueño comenzaba a retornar, y me
arrime para
acurrucarme de nuevo. Mientras sentía la comodidad que
solo unos
calientes brazos de chico podía proporcionar, una pequeña
alarma se
encendió en mi cabeza, advirtiéndome de no acercarme
demasiado.
Tenía que ser cuidadosa.
Claramente que ambos estábamos divinamente atraídos el
uno al
otro, y en otro espacio y tiempo, el sexo pudo haber
estado sonando
alrededor de la tierra y las veinticuatro horas del día.
Pero él tenía su
harén, y yo tenía mi hiato, por no mencionar que yo no
tenía mi O.
Así que amigos podría quedar.
Amigos que compartían albóndigas. Amigos que se
acurrucan. Amigos
que se estaban dirigiendo a Tahoe muy pronto.
Me imagine a Simón sumergiéndose en un jacuzzi con el
Lago Tahoe
extendido en toda su gloria detrás de él. Cual espectáculo
era de
hecho más glorioso quedaba por ver. Me recosté para
dormir,
despertando ligeramente cuando Simón me acurruco un poco
más
cerca.
Y a pesar que era poco más que un susurro, lo oí. Él
suspiro mi
nombre.
Sonreí mientras recaía a dormir.
***
A la mañana siguiente sentí un persistente toque en mi
hombro
izquierdo. Lo aparte, pero continuo.
—Clive, detenlo, estúpido—, gemí, escondiendo mi cabeza bajo las
sabanas. Yo sabía que él no pararía hasta que lo
alimentara.
Gobernado por su estómago, eso único. Entonces oí una
risa
distintivamente humana—tranquila
y definitivamente no era Clive.
Mis ojos se abrieron de golpe, y la noche anterior vino
de nuevo en
una carrera: el horror, el pastel, la acurrucada. Estire
hacia atrás con mi pie
derecho, deslizándolo a lo largo de la cama hasta sentí
que
paro en contra de algo caliente y peludo. Aunque yo
estaba ahora
más que segura que nunca de que no era Clive, toque con
mi dedo,
moviéndolo lentamente camino arriba hasta que oí otra
risita.
—¿Wallbanger?—
susurre, no queriendo darle la vuelta. Como
siempre, yo estaba despatarrada en diagonal sobre la cama
entera,
cabeza en un lado, con los pies prácticamente en el otro.
—El único—,
una deliciosa voz susurro en mi oído.
Mis dedos y la Caroline de Abajo se curvaron. —Mierda—. Me rodé
sobre mi espalda para tomar el daño. Él estaba acurrucado
en una
esquina que mi cuerpo le había permitido. Mis hábitos de
compartir
cama no habían mejorado en absoluto.
—Estas segura que puedes llenar
una cama—, señalo él, sonriéndome
debajo de lo poco de manta afgana que le había dejado. —Si vamos a
hacer esto de nuevo tendrá que haber algunas reglas básicas.
—Esto no va a pasar de nuevo.
Esto fue en respuesta a una terrible
película que nos impusiste a los dos. No más
acurrucamiento—, dije
con firmeza, preguntándome cuan terrible era mi aliento
matinal.
Ahueque mi mano en frente de mi cara, respire y di una rápida
aspiración
—¿Rosas?—
pregunto él
—Por supuesto—.
Sonreí con superioridad
Lo mire, exquisitamente arrugado en mi cama. Él sonrió
con esa
sonrisa, y suspire. Me permití un momento para disfrutar
en una
fantasía donde yo estaba rápidamente volteada y arrasada
dentro de
una pulgada de mi vida, pero sabiamente tome el control
de mi zorra
interior.
—¿Que si te asustas esta noche?— pregunto él mientras me sentaba
y estiraba.
—No lo hare—,
tire hacia atrás sobre mi hombro.
—¿Que si yo me asusto?
—Crece, niño bonito. Vamos a
hacer café, y luego tengo que ir a
trabajar—. Le pegue con mi
almohada.
Él se deslizo fuera de la manta afgana, teniendo cuidado
de doblarla y
llevarla con él hacia la cocina donde él la puso
suavemente en la
mesa. Yo sonreí, pensando en él diciendo mi nombre en la
noche. Lo
que yo daría por saber que estaba pasando por su mente.
Nos movimos por la cocina con tranquila economía,
moliendo granos,
midiendo el café, vertiendo el agua. Puse el azúcar y
crema en el
mesón mientras él pelaba y cortaba en rodajas un banano.
Yo vertí
granola, él le puso leche y banano a los tazones para
nosotros. En
unos pocos minutos estábamos sentados uno al lado del
otro en
taburetes, desayunando como si lo hubiéramos estado
haciendo por
años. Nuestra simple facilidad me intrigo. Y me preocupo.
—¿Planes para el día?— pregunte, excavando en mi tazón.
—Tengo que ir a la oficina del Chronicle.
—¿Estás trabajando en algo para
el periódico?— pregunte,
sorprendido por el nivel de interés que hasta yo podía oír
en mi voz.
¿Estaría en la ciudad por un
tiempo? ¿Por qué me importaba? Oh
chico.
—Voy a pasar unos pocos días en
un artículo sobre escapadas rápidas
en el Bay Area(1)—un tipo
de impulso de fin de semana—, respondió él
con la boca llena de banano.
—¿Cuándo vas a hacer eso?—pregunte, examinando las pasas en mi
taza y tratando de no parecer demasiado interesada en su
respuesta.
—La próxima semana. Partiré el
martes—, respondió y mi estómago
estaba revuelto instantáneamente. La próxima semana se
supone
que iríamos a Tahoe. ¿Por qué
demonios mi estómago se preocupaba
demasiado que él no fuera a ir?
—Ya veo—,
añadí, una vez más fascinada por las pasas.
—Pero voy a estar de vuelta antes
de Tahoe. Estaba planeando en
solo conducir directamente allí cuando termine mi sesión
de fotos—,
dijo él, mirándome por encima del borde de su taza de café.
—Oh, bien, eso es bueno—, respondí en voz baja, mi estómago ahora
estaba rebotando alrededor.
—¿Cuándo te diriges hacia ahí, de
todas formas?— pregunto,
pareciendo ahora estar estudiando su propio tazón.
—Las chicas estarán dirigiéndose
con Neil y Ryan el jueves, pero
tengo que estar en la ciudad trabajando por lo menos
hasta el
mediodía el viernes. Voy a alquilar un carro y conducir
hasta la
tarde.
—No alquiles un carro. Voy a
girar de paso para recogerte—, él
ofreció, y yo asentí sin decir ni una palabra.
Con eso decidido, terminamos nuestro desayuno y miramos a
Clive
perseguir una pieza perdida de pelusa alrededor de la
mesa una y
otra vez. No hablamos mucho, pero cada vez que encontrábamos
nuestros ojos, ambos sonreíamos.
***
Texto entre Mimi y Sophia:
¿Sabes que Caroline está trabajando con James?
James, ¿quién?
James Brown, obviamente. ¿Quién más?
¡NO! ¿Qué
demonios?
¿Recuerdas que ella menciono que tenía un nuevo
cliente? Ella
negligentemente no menciono quien era él
Voy a patearle su trasero cuando la vea la próxima vez.
Es mejor que
ella no cancele Tahoe. ¿Ryan te
dijo que él va a llevar su guitarra?
Sip, él me conto que tu querías tener algún tipo de
jodido
acompañamiento.
—¿Él lo hizo? Jaja. Solo pensé
que sería divertido.
Texto entre Neil y Mimi:
Hola, pequeña, ¿estamos todavía
en el boliche con Sophia y Ryan
esta noche?
Sip, y es mejor que traigas tu mejor juego. Sophia y
yo somos
bastante duras.
¿Sophia sabe cómo jugar a los
bolos? Wow
¿Por qué es ese wow?
Yo no había esperado que ella supiera jugar a los bolos
es todo. Te
veo esta noche.
Texto entre Neil y Simón:
¿Todavía planeando venir con nosotros este fin de
semana?
Sip, pero estaré yendo un poco tarde, tengo una sesión de
fotos.
¿Cuándo estarás viniendo?
Viernes en algún momento de la noche, parando de paso en
la ciudad
en mi camino.
¿Por qué demonios vas a volver a la ciudad? Estas
haciendo esa
sesión en Carmel, ¿cierto?
Solo tengo que recoger un poco mierda para el fin de
semana.
Amigo, empaca tu mierda y llega con tu trasero a
Tahoe.
Lo hare, pero estaré recogiendo a Caroline.
Ya veo.
No ves nada.
Yo veo todo.
¿Estás seguro de eso, Chico
Grande? ¿Qué pasa con Sophia?
¿Sophia? ¿Por qué todo el mundo me pregunta acerca de
Sophia?
Nos vemos en Tahoe.
Texto entre Mimi y Caroline:
Tienes algunas explicaciones que hacer, Lucy…
Oh no, odio cuando vas con Ricardo en mí.
¿Qué demonios hice?
Explícame porque no me contaste sobre tu nuevo cliente.
Caroline, no ignores mi texto! ¡¡CAROLINE!!
Oh, cálmate. Esto es exactamente porque NO te lo dije.
Caroline Reynolds, esta es una noticia que obviamente que
yo
debería haber sabido!
Mira, puedo manejarlo bien?? Él es mi cliente, nada
más. Él va a
gastar una cantidad obscena de dinero en este
proyecto.
Francamente no me importa cuánto dinero esta él gastando.
No quiero que trabajes con él.
¡Escúchate a ti misma! Voy a tomar cualquier cliente
nuevo.
¡Lo tengo claro! Tengo esto bajo control.
Vamos a ver… ¿Escuche un rumor
que vas a estar conduciendo a
Tahoe con Wallbanger?
Wow, cambio de tema. Si, lo estoy.
Bien. Toma el camino largo.
¿Qué demonios se supone que significa eso?
¿¿Mimi?? ¿¿Estás ahí?
Maldita sea, Mimi… ¿¿HOLA? ?
Texto entre Caroline y Simón:
Wallbanger… ven Wallbanger
Wallbanger no está aquí, solo el exorcista.
Ni siquiera un poco gracioso.
¿Qué hay de nuevo?
¿A qué horas me recogerás?
Debería estar de vuelta en la ciudad al mediodía.
Si puedes salir antes de trabajar podemos vencer la hora
punta.
Ya le dije a Jillian que me tomare medio día libre.
¿Dónde estás ahora?
En Carmel, sobre un acantilado mirando el océano.
Chico, eres un romántico oculto…
Soy un fotógrafo. Vamos donde el dinero está tirando.
Oh hombre, no estamos discutiendo tiros de dinero.
Además, yo pensé que eras la romántica.
Te lo dije, soy una romántica práctica.
Bien entonces prácticamente hablando, igual tú estarías
apreciando
esta vista—olas estrellándose,
puesta de sol, es agradable
¿Estás solo?
Sip
¿Apuesto a que no lo desearías estar?
No tienes ni idea.
Pfft… tu viejo blandengue.
No hay nada suave sobre mí, Caroline.
Y estamos de vuelta…
¿Caroline?
Sip
Nos vemos mañana
Sip
(1) Es una región metropolitana geográfica y étnicamente
diversa
que rodea las bahías de San Francisco y San Pablo en el
norte de
California, Estados Unidos.
* * * * *
11
Parte II
Traducido por Liz Holland
Mensajes entre Caroline y Sophia:
¿Me puedes dar otra vez la dirección de la casa para
que pueda
meterla en el GPS?
No
¿No?
No hasta que me digas POR QUÉ ESTÁS ESCONDIENDO A JAMES
BROWN.
Jesús, es como tener 2 madres más
No se trata de sentarse con la espalda recta o comer más
vegetales,
pero necesitamos tener una conversación acerca de tu
postura.
Increíble.
En serio, Caroline, sólo nos preocupamos.
En serio, Sophia, lo sé. ¿Dirección por favor?
Déjame pensar en ello.
No voy a preguntar otra vez ...
Sí que lo harás. Quieres ver a Simon en esa bañera de
hidromasaje.
No mientas.
Te odio ...
Mensajes entre Simon y Caroline:
¿Has terminado con el trabajo?
Sip, en casa esperándote.
Eso sí que es una buena vista…
Prepárate, estoy sacando el pan del horno.
No me tomes el pelo, mujer… ¿calabacín?
Arándanos y naranjas. Mmmm…
Ninguna mujer ha hecho del pan de desayuno unos juegos
preliminares de la manera que tú lo haces.
¡Ja! ¿Cuándo vienes?
No. Puedo. Conducir. Recto.
¿Podemos tener una conversación en la que no tienes
doce años?
Lo siento, voy a estar allí en 30.
Perfecto, eso me dará tiempo a cubrir de escarcha a
mis bollos.
Perdón?
Oh, ¿no te lo dije? También hice panecillos de canela.
Estaré allí en 25.
—No voy a escuchar esto.
—Como el infierno que sí. Es mi
choche. El conductor elige la música.
—En realidad, estás equivocado.
El pasajero siempre elige la música.
Es lo que pasa cuando renuncias a los privilegios de
conducir.
—Caroline, ni siquiera tienes
coche, así que ¿cómo podrías alguna vez
tenido privilegios de conducir?
—Exactamente, así que
escucharemos lo que yo elija—reproché,
sentándome hacia atrás después de cambiar la estación de
radio por
centésima vez. Pulsé el iPod y me desplacé hasta que
encontré algo
que pensé que nos complacería a ambos.
—Buena canción—admitió,
y se puso a tararearla.
El viaje había ido muy bien hasta ahora. La primera vez
que lo conocí
—que lo oí—nunca
lo haría predicho, pero Simon se estaba
convirtiendo rápidamente en una de mis personas
favoritas. Me había
equivocado con él.
Le miré: tarareando la canción, tamborileando los
pulgares sobre el
volante. Como estaba concentrado en la carretera, tuve
tiempo de
catalogar algunas de sus características más merecedoras
de
desmayo.
¿Mandíbula? Fuerte.
¿Cabello? Oscuro y despeinado.
¿Barba? De unos dos días y
agradable.
¿Labios? Chupables, pero de
apariencia solitaria. Tal vez podría
chequearlos, hacer mi propia pequeña inspección de lengua…
Me senté sobre mis manos para evitar lanzarme sobre la
consola. Él
seguía tarareando y tamborileando.
—¿Qué está pasando ahí, Chica
Camisón? Te ves un poco sonrojada.
¿Necesitas un poco más de aire?—encendió el aire acondicionado.
—Nop, estoy bien—contesté,
mi voz sonando ridícula.
Me miró con extrañeza, pero reanudó su tarareo y
tamborileo.
—Creo que es hora de que saquemos
ese pan de arándanos.
Golpéame—dijo un momento después
mientras yo estaba disfrutando
de una fantasía acerca de cómo podría ponerme en su
regazo y
todavía mantener una buena velocidad de autopista.
—¡Estoy en ello!—grité,
sumergiéndome en el asiento trasero
sorprendiéndonos a ambos. Tenía las piernas en el aire y
el trasero
en exhibición mientras me aplastaba la cara con la mano
detrás del
asiento. Podía sentir lo rojas que tenía las mejillas, y
me di a mí
misma una pequeña bofetada para traerme de vuelta a este
mundo.
—Ese es un dulce culo, amiga mía—suspiró, apoyando su cabeza en
él como si fuera una almohada.
—Hey. Hombre Culo. Presta atención
a la carretera y no a mi culo, o
no habrá pan para ti—le di un
golpe a su cabeza con mi culo y me
tambaleé al tomar una curva.
—Caroline, necesitas controlarte
ahí atrás, o me voy a detener.
—Oh, cállate. Aquí está tu
maldito pan—le espeté, gateando de vuelta
a mi asiento de una manera poco agraciada y tirándole el
pan.
—¿Qué demonios? No tires esto. ¿Y si lo hubieras magullado?—
exclamó, acariciando suavemente el pan envuelto en papel
de plata.
—Me preocupo por ti, Simon. De
verdad—me reí, viéndolo luchar para
abrir el extremo de la envoltura—.
Quieres que te corte un pedazo—
bien, o podrías simplemente hacer eso—fruncí
el ceño mientras
tomaba un bocado gigante del final.
—Efto ef mío, ¿verdad?—preguntó, escupiendo migas.
—¿Cómo funcionas en la sociedad
normal?—le pregunté, sacudiendo
la cabeza mientras tomaba otro bocado monstruoso. Él sólo
sonrió y
continuó, comiéndose el pan entero en menos de cinco
minutos.
—Vas a estar muy enfermo esta
noche. Eso se debe comer poco a
poco, no ingerirlo entero—dije.
Su única respuesta fue eructar
ruidosamente y darse palmaditas en la barriga.
No pude evitar reírme.
—Eres un hombre retorcido, Simon—me reí.
—Sin embargo, todavía estás
intrigada, ¿no es así?—sonrió,
mirándome con ojos vagos.
Mis bragas de hecho se desintegraron.
—Curiosamente, sí—admití, sintiendo arder mi cara otra vez.
—Lo sé—sonrió,
y seguimos nuestro camino.
—Vale, el desvío debería venir
justo a la vuelta de esta esquina—
¡recuerdo esta casa!—grité, saltando en el asiento. Había pasado
mucho tiempo desde que estuve aquí, y había olvidado lo
bonita que
era. Me encantaba Tahoe en verano—todos
los deportes acuáticos y
todo—¿pero en otoño? En otoño era
hermoso.
—Gracias a Dios. Tengo que hacer
pis—se quejó Simon, como lo
había estado haciendo durante los últimos treinta kilómetros
más o
menos.
—Eso es tu culpa por haberte
bebido ese Big Gulp(1)—le reprendí,
todavía rebotando.
—Guau, ¿es
eso?—preguntó mientras nos metíamos en el camino.
Linternas iluminaban el camino a una espaciosa casa de
dos pisos de
cedro con una chimenea de piedra gigante en la parte
izquierda. Ya
había coches en el camino de entrada, y podía escuchar música
saliendo de la cubierta posterior.
—Parece que nuestros amigos ya
han empezado su fiesta—observó
Simon. Chillidos y risas venían con la música desde la
parte de atrás
de la casa.
—Oh, no lo dudo. Mi suposición es
que han estado bebiendo desde la
cena y están medio desnudos en la bañera de hidromasaje
por ahora
—fui a la parte de atrás para
coger mi bolso.
—Tendremos que ponernos al día, ¿no es así?—guiñó un ojo, sacando
una botella de Galliano(2) de su bolso—Pensé que podríamos hacer
unos Wallbangers.
—No es eso interesante. Estaba
pensando lo mismo—contesté,
sacando una botella idéntica de mi bolso de lona.
—Sabía que te morías por meterme
dentro de ti, Caroline—se rió y
agarró mi bolso mientras nos dirigíamos hacia la puerta.
—Por favor, te inventarías una
bebida y la llamarías un Camisón Rosa
solo para tenerme en tu boca—y ni
siquiera trates de mentir—me
burlé, dándole un golpe con el hombro.
Se detuvo a mitad de camino y me miró con fiereza.
—¿Es eso una invitación? Porque
soy un genio como barman—
declaró, sus ojos brillando en la oscuridad.
—No tengo la menor duda—suspiré, el espacio entre nosotros ahora
crepitaba con la tensión que se estaba volviendo ridículamente
difícil
de ignorar. Tomé una respiración profunda, y me di cuenta
de que él
también lo hizo.
—Vamos, emborrachémonos y
empecemos este fin de semana—se
rió entre dientes, empujándome con el hombro y rompiendo
el
hechizo.
Al encontrar la puerta principal abierta, Simon guardó
nuestros
bolsos, y nos abrimos paso a través de la casa hasta la
terraza de
atrás. Allí, el lago se extendía ante nosotros, apenas
iluminado por
las antorchas que salpicaban el muelle y las vías que
llevaban a la
orilla. Toda la parte posterior de la casa estaba
flanqueada por patios
de ladrillo y cubiertas, y ahí es donde nos encontramos
con nuestros
amigos.
—¡Caroline!—gritó
Mimi desde la bañera de hidromasaje, donde ella y
Ryan se estaban salpicando el uno al otro. Ah, lo habíamos
llevado ya
al Ruidoso Borracho.
—¡Mimi!—le
grité de vuelta, buscando a Sophia. Ella y Neil estaban
sentados en el banco de piedra junto a la hoguera, sanado
malvaviscos. Ambos saludaron alegremente, y Neil hizo un
gesto
obsceno con su palo.
—Hacerles ver el error de sus
caminos podría ser más fácil de lo que
pensamos, compañero casamentero—le
susurré a Simon, quien ya
estaba mezclando un cóctel en la barra del patio.
—¿Crees que va a ser tan fácil?—susurró de vuelta, dando a sus
amigos el asentimiento de cabeza internacional de hombres
que
significaba “¿Qué pasa, tío?”.
—Diablos, sí. Ya casi están ahí
sin nuestra ayuda. Todo lo que
tenemos que hacer es mostrarles lo que está justo delante
de ellos.
Me entregó un cóctel.
—Así que, ¿qué
tal soy?—preguntó, guiñando un ojo.
—¿Esto es un Wallbanger?
—Así es.
Tomé un sorbo, girando el sabor en mi boca y sobre mi
lengua.
—Eres tan bueno como sabía que
ibas a ser—susurré, tomando un
trago peligrosamente grande.
—Por las cosas que te miran
directamente a la cara—añadió,
chocando mi copa con la suya y tomando su propio trago
grande.
—Por las cosas que te miran
directamente a la cara—repetí,
encontrando su mirada sobre el canto de la copa.
Maldito Vudú Golpeador.
***
(1)Big Gulp:Marca de refrescos servidos en vasos
muy grandes.
(2)Galliano: El Galliano, más exactamente Liquore
Galliano
L'Autentico, es un licor de hierbas dulce creado en 1896
por el
destilador y productor italiano de brandy Arturo Vaccari.
* * * * *
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