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12
(Parte I)
Traducido por Nats
—¿DE QUIÉN ES ESE PIE?
—Es mío, Neil. Deja de frotarlo.
—¡Tío! ¡Deja
de intentar juguetear conmigo, Ryan!
—¡Tú eres el que sigue
sosteniendo mi pie!
Ryan y Neil trataban de parecer indiferentes mientras se
desacoplaban de la sesión de jugueteo de pies bajo el
agua
burbujeante. Me reí mientras captaba la atención de Simon
al otro
lado de la bañera caliente, y él me devolvió la sonrisa.
—¿Quieres otra? —musitó,
asintiendo a mi vaso vacío.
—He tenido suficiente por esta
noche, ¿no crees? —murmuré de
vuelta, mientras nuestros amigos se reían a nuestro
alrededor.
—Pensé que eras una chica que
siempre quería más —musitó. La
característica sonrisa regresó.
Le miré; la imagen de Simon en la bañera de hidromasaje
que había
estado rondando por mi cabeza durante el último par de
semanas en
realidad palideciendo en comparación con la real. Brazos
fuertes
extendiéndose sobre el borde de la bañera, pelo mojado y
peinado
hacia atrás artísticamente. Si pensaba que verle húmedo y
medio
desnudo en el suelo de mi cocina era tentador, no era
nada como
tenerle iluminado por antorchas tiki y visto a través de
un fuerte
murmullo.
Ahora, particularmente era el hombre más increíble que
había visto
nunca, y si no estaba equivocada, trataba de
emborracharme. Mi
cerebro se estaba volviendo un poco borroso. Mi corazón
comenzaba
a cantar canciones de Etta James.
—¿Intentas emborracharme? —pregunté, riéndome mientras
empujaba el vaso vacío lejos, asegurándome a mí misma no
más
alcohol.
—Nop. Una descuidada Chica Camisón
Rosa no me lleva a ninguna
parte.
Sonrió mientras le salpicaba agua a su lado. Nuestros
amigos se
habían calmado y estaban observándonos con interés no
disimulado.
Después de que Simon y yo llegáramos, obtuvimos nuestras
bebidas,
y luego le mostré el resto de la casa. Dejé mis maletas
en la puerta,
sin saber cómo se habían hecho los arreglos para dormir.
Regresamos al patio para encontrar que Sophia y Neil se
habían
unido a Ryan y a una Borracha Mimi en el jacuzzi. Un rápido
viaje a la
caseta de la piscina me dejó en nada más que un bikini de
un oscuro
verde y una sonrisa mientras me acercaba a los demás.
Simon ya
había saltado dentro, y le miré observarme. Mientras me
deslizaba
bajo la cálida agua, tomé un sorbo de mi cocktail y bebí
bajo la
mirada de mi vecino, mojado y en bañador corto, delante
de mí. De
hecho, Sophia tuvo que empujarme para detener la mirada.
Ahora estábamos justo en el medio de una sopa sexual,
burbujeando
con dos parejas de amantes desiguales y más feromonas de
las que
podíamos manejar.
¿Así que quería otro cocktail? No
importaba. No me lo podía permitir.
Tuve que sacudir un poco la cabeza para despejarme
mientras
miraba alrededor al resto del grupo. Mimi tenía demasiado
calor y
estaba encaramada en el borde, pateando a Neil mientras
balanceaba
sus pies. El la consintió de la misma manera en la que un
hermano
complace a su hermana pequeña. Sophia y Ryan estaban
abrazados
en el otro lado, Sophia acariciando la espalda de Ryan
mientras ella y
Neil discutían sobre los cuarenta y nueve jugadores en el
partido o la
lína defensiva o alguna cosa de fútbol, francamente, aburrida.
—Entonces, ¿qué
hacéis este finde? —pregunté, enfocando mi
atención en el grupo en general y no en los azules ojos
mirándome.
¡Maldita sean esos ojos! Serían
mi muerte.
—Pensábamos ir de excursión mañana.
¿Quién se apunta? —preguntó
Ryan.
Sophia sacudió la cabeza. —No
cuenten conmigo. De ninguna manera
voy de excursión.
—¿Por qué no? —preguntó
Neil.
Simon y yo intercambiamos una rápida mirada por su
repentino
interés.
—No puedo. La última vez que me
fui de excursión tomé un atajo y
me torcí la muñeca. No puedo correr el resigo durante la
temporada
—dijo, agitando y recordándonos
que se ganaba la vida con sus
manos. Como una violonchelista, podía exagerarlo todo un
poquito.
Una vez esquivó un trabajo de manos durante todo el
invierno. El
banquero de inversión, Bob, no era un campista feliz.
—¿Y tú que, Tiny? —Neil levantó a Mimi.
—Um, no, Mimi no va de excursión —respondió, ajustándose su
escaso bikini negro. Su actual ligoteo no se dio
cuenta, pero vi los ojos de
Ryan crecer hasta el tamaño de tartas a través del
jacuzzi
cuando sus pechos casi se revelaron.
—¿Tampoco irás? —Simon
me señaló.
—Diablos, no. ¡Estoy
yendo de excursión con los chicos mañana! —
Me reí cuando Sophia y Mimi rodaron los ojos. Nunca
entendieron por
qué amaba las “actividades de
montaña para hombres”, como las
llamaban.
—Genial —ronroneó
Simon, y por un segundo calculé la distancia
entre mi boca y la suya. Luego nos quedamos en silencio,
los seis
perdidos en nuestros pensamientos. Recordé el plan para
esos
cuatro, y me lancé directamente a él.
—Así que, Ryan, ¿sabías
que Mimi, dona cada año a tu organización
benéfica? —pregunté, sorprendiéndolos
a ambos.
—¿En serio?
—Síp, cada año —dijo—. He visto lo que el tener acceso a los
ordenadores puede hacer, especialmente a niños que de
otra manera
no tendrían la oportunidad. —Le
miró tímidamente, y comenzaron
una conversación sobre el proceso que usaba para
determinar qué
escuelas recibirían las becas cada año.
Simon y yo nos sonreímos el uno al otro. Mirando de reojo
a Sophia,
Simon puso en marcha la segunda fase del ataque. —Oye, Neil,
¿cuántos asientos conseguiste
para la sinfonía de este año? —
preguntó.
Neil se sonrojó.
—¿Compraste entradas? —preguntó Sophia.
—Entradas de temporada —añadió Simon, mientras Neil asentía.
Entonces Sophia y Neil se lanzaron en una discusión sobre
dónde
estaban los asientos, y Simon levantó el pie por encima
de la
superficie del agua.
—Vamos, no me dejes colgado.
—¿Qué?
—Choca un pequeño los cinco. No
llego a tu mano —insistió,
moviendo su pie. Me reí y me deslicé más abajo en mi
asiento,
estirando el pie y chocando el suyo ligeramente.
—Ugh, debilucha. —Se río.
—Te daré yo debilucha —advertí, sumergiendo el pie y salpicándole
brevemente.
—No podría estar más cómoda. En
serio, literalmente no podría
sentirme más a gusto ahora mismo si de hecho estuviéramos
dentro
de un malvavisco —murmuré a través
de una gruesa lengua
recubierta de Bailey’s y café. Me
había acurrucado sobre unas
cincuenta almohadas cerca de la chimenea —una chimenea con un
corazón de casi diez metros de ancho y una columna de
casi tres
pisos de altura. Hecha de piedra de una cantera cercana,
era enorme.
Era el punto central de toda la casa, con habitaciones
radiando desde
el centro. Y proporcionaba un calor masivo.
Nos habíamos congelado hasta los huesos cuando finalmente
regresamos al interior. Uno por uno, nos habíamos
acalorado en el
jacuzzi, así que nos salimos fuera para refrescarnos un
poco. Para
cuando nos dimos cuenta de lo fría que se había vuelto la
noche,
temblábamos y jadeábamos, y no queríamos nada más que
acurrucarnos cerca del fuego. Mientras aún teníamos que
escoger las
habitaciones, como pronto aprendí, las chicas nos colamos
en la
habitación principal para ponernos nuestros pijamas y
reunirnos con
los chicos, quienes estaban ahora en camisetas y
pantalones de
pijama. Hicimos una rápida cafetera, y corté un poco más
del pan de
arándanos y naranja que había estado escondiendo
sabiamente de
Simon. Un par de tragos de Baily’s
en las tazas de café, y estábamos
todos relajados junto al fuego como un anuncio de Currier
and Ives.
Simon se había reclinado majestuosamente junto a la
chimenea y
palmeado la pila de almohadas a su lado. Me sumergí en
ella y un par
de perdidas plumas se arremolinaron en torno a nuestras cabezas.
Descubrimos que cada chico tenía un método diferente para
encender
el fuego —con leña, periódicos,
leña y periódicos— cuando finalmente
Sophia asomó la cabeza dentro y declaró que la chimenea
estaba
todavía cerrada. Levantando algunas clavijas, los chicos
en ese punto
defirieron en Ryan, por la simple razón de que era el único
que
sostenía los listones. Pero en cuestión de minutos, tenían
un fuego
ardiendo, y ahora estábamos todos sentados alrededor de
la
chimenea, con sueño y contentos.
Respiré profundamente. No había nada como el olor de un
fuego real
—no una chimenea de gas, no un
montón de velas, sino un honesto y
como Dios manda fuego con crujidos y divertidos
chisporroteos
pequeños que zumbaban cuando el vapor encontraba una
grieta en la
madera.
—Entonces, Caroline, ¿ya le has pedido a Simon que te enseñe a
hacer windsurf? —preguntó Mimi de
repente desde su posición en el
brazo del sofá. Llevábamos un rato en silencio,
adormilados y casi
soñando, y me asusté un poco cuando habló.
—¿Qué? Quiero decir, ¿qué? —pregunté, regresando a mis
almohadas
y de vuelta al presente.
—Bueno, todos estos chicos hacen
windsurf. Querías aprenderlo, y
apuesto a que Simon aquí te enseñaría, ¿no,
Simon? —Se echó a reír,
puliendo lo último de su café y deslizándose del brazo
del sillón en el
regazo del convenientemente situado Ryan. Se sonrieron el
uno al
otro por un momento antes de darse cuenta de lo que
estaban
haciendo y Ryan, bromeando, la lanzara en el regazo de
Neil. Este no
parecía muy despierto con la pregunta anterior, pero
ahora sí con la
intrigante Mimi sobre su regazo.
—¿Quieres aprender a hacer
windsurf? —preguntó Simon,
volviéndose hacia mi pila de almohadas.
—De hecho, sí. Siempre quise
probarlo.
—Es duro, no voy a mentirte. Pero
merece totalmente la pena. —
Sonrió, y Ryan asintió desde el otro lado de la habitación.
—Seguro, Simon te enseñará. Le
encantaría —intervino Ryan,
ganándose un guiño de Mimi y unos ojos en blanco de mi
parte.
—Podemos planear algo para cuando
volvamos a la ciudad —sugerí.
—No más charla esta noche. Esta
chica ha tenido suficiente —dijo
Sophia—. Estoy hecha caca. ¿Dónde dormimos? —Apoyó la cabeza
sobre el respaldo del sillón en donde había estado
acurrada.
—Bueno, ¿de
cuántas habitaciones estamos hablando? —preguntó
Simon mientras me sentaba y bostezaba.
—Hay cuatro habitaciones, así que
escoge —respondió Sophia, luego
sabiamente drenó una botella de agua entera.
—¿Estamos haciendo la cosa de
chico-chica, chico-chica? —pregunté,
riéndome cuando vi la sorprendida cara de Simon.
—Podemos, claro —respondió
Mimi, mirando un poco nerviosamente
a Neil.
Contuve una risita cuando vi a Sophia y a Ryan negociar
con un
similar aspecto asustado. Simon también lo captó.
—¡Sí, seguro! ¡No
dejéis que Caroline y yo nos interpongamos en el
camino de los tortolitos! Mimi, tú y Neil escoged una
habitación,
Sophia y Ryan otra, y Caroline y yo tomaremos las
habitaciones
restantes. Perfecto. ¿No,
Caroline?
—Suena perfecto para mí. Iré a
fregar estas tazas. Ahora, a la cama
todos vosotros. ¡Fuera! ¡Fuera! —grité. Simon y yo nos
apresuramos
a limpiarlas mientras echábamos furtivas miradas sobre el
hombro a
los cuatro. Lucían como si hubieran empezado una marcha fúnebre.
—Oh, hombre, espero que esto
funcione… por mi bien. —Me
detuve
detrás de Simon mientras los observábamos convertirse en
parejas
de dos cuando se separaban en las puertas de sus
dormitorios.
—¿Por qué por tu bien? —susurró, girando la cara sólo un poco para
estar a centímetros de la mía.
—Porque ahora mismo, ¿detrás de esas puertas?, Sophia y Mimi
intentan averiguar la mejor manera de hacerme daño. De
herirme
físicamente —suspiré, regresando
a enjuagar la última taza de café y
colocándola en el lavavajillas.
Simon añadió el jabón y lo encendió. Mientras caminábamos
alrededor, apagando las luces para la noche, hablamos
sobre la
caminata que haríamos mañana.
—No me retrasarás, ¿verdad? —bromeó.
Lo empujé contra la pared. —Por
favor, estarás comiéndote el polvo
de mi rastro mañana, imbécil —advertí,
agarrando mi bolsa y
dirigiéndome a los dormitorios.
—Ya lo veremos, Babydoll.
Hablando de eso, ¿tienes alguno ahí para
mí? —Metió la mano en mi bolsa
mientras me seguía por el pasillo.
—Aléjate de ahí. No hay nada aquí
dentro para ti, o en cualquier
lugar para el caso. —Me detuve en
la habitación que estaba tomando.
Pasó por mi lado hacia la siguiente habitación. —Mira eso,
compartiendo la pared del dormitorio de nuevo. —Sonrió.
—Bueno, sé que estás solo, así
que será mejor que no escuche
ningún golpe —le advertí, apoyándome
en la puerta.
—No, sin golpes. Buenas noches,
Caroline —dijo en voz baja,
inclinándose en su puerta.
—Buenas noches, Simon —respondí, dándole un pequeño meneo con
los dedos mientras cerraba la puerta. Coloqué la mochila
en mi cama
y sonreí.
—Vamos, chicos, no está mucho más
lejos —grité hacia atrás
mientras aumentaba el ritmo en el tramo final del
recorrido.
Habíamos estado caminando durante aproximadamente dos
horas
ahora, y aunque todos permanecimos juntos durante un
tiempo, en
los últimos treinta minutos o así, Ryan había reducido la
marcha
considerablemente, y Neil se había quedado con él. Simon
y yo
seguíamos el ritmo juntos, y estábamos a punto de llegar
a la cima
del camino.
Me las arreglé para evitar estar a solas con Sophia o
Mimi, aunque los
ojos hinchados y los rostros cansados de los cuatro
probaban que
nadie había dormido bien —excepto
Simon y yo.
Después del desayuno, esquivé un pelotón de fusilamiento
cambiándome rápidamente y esperando a los chicos afuera
antes de
la caminata. Sabía que cuando regresara a la casa no me
libraría de
ello, aunque reconocía que tenía curiosidad por ver cómo
habían
planeado enojarse sin llegar a admitir que dormir con los
chicos que
llevaban viendo desde hace semanas no era, de hecho, lo
que
querían hacer.
Pero como Simon había dicho, “No
puedes huir de las cosas”. Esta
noche sería interesante.
Me presioné en el último y pequeño tramo y llegué a la
cima. Simon
estaba a sólo un par de metros detrás de mí, y podía
escucharle
caminando. Respiré profundamente, el limpio aire
hormigueando en
mis pulmones. Hacía frío, pero tenía calor por el
esfuerzo. Había
pasado mucho tiempo desde que había salido de la ciudad,
y mi
cuerpo extrañaba las caminatas como esta. Mis piernas ardían,
mi
nariz funcionaba rápidamente, sudaba como un cerdo, y no
podía
recordar cuándo me había sentido mejor. Me reí en voz
alta mientras
miraba hacia el lago de abajo, observando a algunos
halcones
deslizarse en una corriente descendiente. El acerado azul
del lago, el
profundo verde del bosque, la pureza y cremosa superficie
de las
rocas: era hermoso.
Y luego ahí estaba mi nuevo azul favorito. Simon apareció
a mi lado,
respirando tan fuertemente como yo. Estiró los brazos y
echó un
vistazo al valle de abajo. Se había ido desprendiendo de
capas
mientras subíamos y ahora llevaba una camiseta blanca con
una
franela anudada a la cintura. Pantalones khakis, botas de
montaña, y
una amplia sonrisa completaban el sueño húmedo al que
estaba
mirando, en vez de a las maravillas naturales a nuestro
alrededor. Y
esos ojos azules —podía verlos
encuadrándolo todo mientras
contemplaba el paisaje.
—Hermoso —suspiré,
y se volvió hacia a mí. Me pilló mirándole—.
Quiero decir, ¿no es hermoso? —tartamudeé, gesticulando
ampliamente con mi brazo.
Él parecía saber exactamente qué había hecho, y sentí el
rubor subir
hasta mis mejillas. Afortunadamente, aún seguía un poco
sin aliento
por la caminata, y esperaba que estuviera lo
suficientemente roja.
—Sí, es hermoso de hecho. Muy
hermoso. —Sonrió, y nos miramos el
uno al otro. Se acercó unos pasos, y sentí el aire
tensarse y
cambiarse. Me mordí el labio. Se pasó una mano por el
pelo.
Sonreímos. No había palabras, pero incluso los animales
del bosque
podrían decir que algo estaba a punto de suceder y
sabiamente
permanecieron escondidos en sus agujeros.
—Hola —dijo
suavemente.
—Hola —contesté.
—Hola —dijo
de nuevo, dando un último paso hacia a mí y
adentrándose en mi pequeño círculo. Un paso más y estaría
prácticamente sobre mí. Y cómo.
—Hola —dije
una vez más, inclinando mi cabeza hacia un lado y
haciéndole saber que podía dar ese último paso.
Simon se inclinó, a duras penas, pero casi como si fuera
a…
—¡Parker! —Tronó
desde abajo, y ambos regresamos de vuelta—.
¡Parker! —Vino
de nuevo, y reconocí la voz de Ryan sin aliento bajo el
grito del hombre de la jungla.
—Ryan —dijimos
ambos y sonreímos.
Ahora que la magia no estaba tan concentrada, pude ver
las cosas
con claridad de nuevo, y me repetí la palabra harén una y
otra vez en
mi cabeza.
—¡Aquí arriba! —gritó
Simon, y Ryan apareció por un recodo.
—¡Hola! Neil está acabado, kaput,
ha tirado la toalla, por así decirlo.
¿Estáis listos para regresar a
abajo, chicos? —gritó, saltando de una
roca al suelo y de nuevo a la roca con la facilidad de
una cabra
montés. Ni siquiera parecía jadear. Hmmmm…
—Síp, estábamos a punto de ir a
buscaros —dije, pateando mi pierna
por detrás de mí para un rápido estiramiento.
—¿De verdad está rindiéndose tan
cerca de la cima? —preguntó
Simon, de regreso en el sendero.
—Está tumbado en medio del camino
como si fuera el dueño del
lugar, rehusándose a ir más arriba. —Rió
Ryan, adelantándose y
llamando a Neil para hacerle saber que íbamos en camino.
—¿Estás segura de que no quieres
quedarte un rato más? Digo,
hemos trabajado tan duro para llegar hasta a aquí —preguntó Simon,
extendiendo la mano para detenerme de correr montaña
abajo detrás
de Ryan.
Sentí la calidez de su mano en mi hombro y quise que mis
hormonas
huyeran al otro lado de mi cuerpo. —Estoy
segura. Deberíamos
volver. Parece que una tormenta se acerca. —Asentí hacia el
horizonte, donde un grupo de oscuras nubes había empezado
a
construirse. Sus ojos siguieron los míos, y frunció el ceño.
—Probablemente tengas razón. No
queremos quedarnos atrapados
aquí solos —murmuró.
—Además, si no nos damos prisa,
no podremos tomarle el pelo a Neil
sobre una chica dándole una paliza en la montaña. —Sonreí, y se
echó a reír en voz alta.
—Diablos, no queremos perdernos
eso. Vamos.
Y hacia abajo que fuimos.
* * * * *
CAPITULO 12 Parte 2
Traducido por rihano
— Entonces, ¿cómo
estuvo tu orgía, Caroline?- cantó Sophia
dulcemente cuando nos encontró a todos en la cocina
bebiendo agua
después de nuestra caminata. Los tres chicos hicieron
cada uno
diferentes versiones de escupir el agua, pero yo continué
bebiendo
tranquilamente como una dama.
— Fantásticos, gracias.
Especialmente Neil. Prácticamente tuvimos
que llevarlo de vuelta montaña abajo después de que yo
terminé con
él,- le contesté muy dulcemente.
Los chicos recuperaron sus caras de juego, pero Neil
apenas podía
dejar de mirar la parte superior de la camiseta apretada
de Sophia.
¿Su pretendiente real? Jugando a
encontrar a la Mimi, su cabeza
girando tan rápido que podría haber jurado que era una
lechuza.
Negué con la cabeza y lo saqué de su miseria.
— ¿Dónde está Mimi?- Le pregunté.
— En la ducha, la que claramente
ustedes cuatro necesitan. Está
congelando fuera. ¿Cómo pueden
haber llegado tan sudados?-
Preguntó ella, arrugando la nariz.
— Hemos trabajado duro
ejercitando en esa montaña. El senderismo
es más difícil de lo que piensas,- resopló Neil, y el
resto de nosotros
sabiamente mantuvo silencio sobre el ataque al corazón
que él casi
tuvo a quince metros de la cumbre.
Cogí una manzana y me dirigí en dirección a mi habitación
con Sophia
pegada a mi cola, como se esperaba. Sonreí un poco y
contemplé el
facilitárselo, sólo preguntándole por esto, dándole una
salida.
— Esos pantalones cortos se ven
terribles en ti, Caroline,- remarcó
ella mientras me siguió hasta mi habitación.
No. No va a suceder. Ninguna salida fácil. — Gracias, querida.
¿Debería haber empacado un poco
de comida para gatos para ti
cuando empaqué la bolsa de viaje de Clive?- Me burlé.
Se dejó caer en mi cama, doblando su cuerpo alrededor de
una de las
almohadas gigantes. — ¿Dónde está
él de todos modos? ¿Quién lo
está viendo este fin de semana?-
— Él se está quedando con el tío
Antonio y el tío Euan. Ese gato está
tumbado en una cama de seda siendo alimentado a mano con
rollos
de atún ahora mismo. Está viviendo la vida.-
— Él tiene la vida, eso es
seguro,- dijo ella, con el rostro nublado
brevemente mientras se acomodaba.
Me quité la ropa sudada y me envolví en una bata de
toalla colgada
en la parte posterior de la puerta. Ella felicitó mi
elección de
sujetador deportivo y se rió cuando vio que lo había
emparejado con
bragas de leopardo, pero luego volvió a su anterior
expresión
melancólica.
— ¿Qué pasa, Sophia?- Le pregunté,
acostada en la cama junto a ella
y envolviéndome alrededor de una almohada también.
— Nada, ¿por
qué?- Preguntó.
— Te ves como un saco de
tristeza.-
— Eh, solo no dormí bien,
supongo.-
— ¿En serio? El sr. Ryan te
mantuvo despierta hasta tarde en la
noche, ¿eh? No tenía mucha energía
en la montaña hoy...- la empujé
con mi codo.
— No, no, nada de eso. Es solo...
no sé. Yo no podía conseguir
acomodarme anoche. Normalmente duermo muy bien aquí, pero
estaba tan tranquilo anoche, yo solo...- Ella golpeó la
almohada un
poco con el puño, obligándola a una nueva forma.
— Ya veo. Bueno, ¡yo dormí de maravilla!- Me reí, y ella empezó a
tratar de forzar mi cabeza en una nueva forma con su puño.
— ¿Quieres emborracharte esta
noche?- Preguntó cuando finalmente
se calmó.
— Diablos, sí. ¿Y
tú?-
— Sí, señora.-
Hubo un toque en la puerta, y la cabeza envuelta en una
toalla de
Mimi asomó. — ¿Es esto una sesión
privada, o puede una no-lesbiana
entrar en esta cama?- Gritó.
Nosotras le hicimos seña con la mano de que entrara, y
ella saltó
desde el piso hasta la cama y cayó encima de nosotras.
— ¿Qué estamos haciendo aquí, señoras?
¿Juegos previos o
simplemente a su favor?- Preguntó.
— Por favor, digan juegos
previos,- dijo una voz masculina desde la
puerta ahora abierta. Nos dimos la vuelta para ver a los
hombres en
la entrada, con diferentes versiones de la misma mirada
en sus
rostros de oh-mi-dios-chicas-juntas-en-la- cama.
— Oh, supérenlo. Como si nosotras
necesitáramos a un tipo
diciéndonos si necesitámos juegos previos o no.- Sophia
se rió,
pateando un pie en el aire y saludándolos por encima de
mi hombro.
Ellos cambiaron su peso de un pie al otro y se aclararon
sus
gargantas. Tan predecible.
— Estamos planeando conseguir
emborracharnos esta noche.
¿Ustedes, muchachos, se unen?-
Gritó Mimi. A pesar de que
actualmente nada de alcohol estaba presente en su
sistema, el nivel
de volumen de Mimi bebida ya estaba haciendo acto de
presencia.
— Trato hecho,- respondió Ryan,
haciéndonos un pequeño y extraño
saludo que nos hizo reír aún más duro.
— Ahora huyan, chicos, y déjennos
tener nuestro tiempo de chicas,-
Sophia lo echó por encima de su hombro, levantando un
poco mi bata
y dándole a mi culo un golpe rápido. Grité y traté de
taparme, pero
ya era demasiado tarde.
— Amigo. Impresión de leopardo,-
le susurró Neil a Simon en el tipo
de susurro que en realidad es más alto que sólo hablar.
— Lo sé, lo sé,- respondió Simon,
luego se pasó la mano por la cara
como si estuviera tratando de eliminar físicamente de
quitar la
imagen de su cerebro.
A Simon le gustan los estampados animales. Tomé debida
nota.
— Vamos, chicos. Las damas han
solicitado un poco de tiempo a
solas, así que vamos a dejarlas.- Ryan tiró de ellos
hacia el pasillo y
cerró la puerta detrás con un guiño que hizo que todo el
cuello de
Mimi se volviera rojo brillante. Sophia examinó sus uñas.
Yo realmente iba a tener diversión esta noche con estas
dos.
— ¿Dónde diablos aprendiste a
cocinar así? ¡Jesús, esto está bueno!-
exclamó Neil, tomando su tercera ración de paella de la
sartén
gigante en el centro de la mesa.
— Gracias, Neil.- Me reí mientras
él se hundía en otro montón de
arroz.
Simon hizo un gesto con la cabeza hacia mi copa de vino,
y yo asentí.
Yo había pensado en hacer una versión rápida de la paella
cuando vi
toda la maravillosa comida de mar a la venta en el mercado
local, y
cuando vi su especial en español Rosado y Cava, mis
planes se
unieron. Habíamos empezado en la Cava mientras preparaba
la
cocina. El vino espumoso español iba a la perfección con
la cuña de
manchego que había recogido, así como las pequeñas
aceitunas
saladas. Una vez más, Simon fue mi ayudante, y nos
mudamos
juntos a la cocina. Los otros cuatro se colocaron sobre
taburetes de la
barra frente a nosotros mientras cocinábamos, alguien
colocó un
disco viejo de Otis Redding en el tocadiscos antiguo, y
nos pusimos a
trabajar.
El vino fluyó tan libremente como la conversación, y me
di cuenta de
que este tenía el potencial para convertirse en un grupo
muy unido.
Intereses similares, sentidos del humor similar, pero
todo lo
suficientemente diferente como para mantenerlo vivo.
Hablando animadamente, mientras el alcohol era inhalado,
las
paredes se vinieron abajo. Mimi y Sofía apenas estaban
ocultando ya
más sus intereses fuera de lugar. No es que los chicos
estaban
preocupados. De hecho, ellos estaban animándolo. Ryan
actualmente
examinaba el pie de Mimi por lo que ella insistía era una
picadura de
araña. El hecho de que él había estado inspeccionándolo
durante
varios minutos, y que dicha inspección incluyó un masaje
en la
pantorrilla no escapó a mi atención, o a la de Simon.
Él sonrió y me hizo señas para que me acercara. Me deslicé
a través
del banco e incliné la cabeza hacia la suya. Puso su boca
junto a mi
oído, y yo inhalé. Vino, calor y de hecho sexo corrió
directo a mis
fosas nasales e invadió mi cerebro, volviendo todo un
poco borroso.
— ¿Cuánto tiempo antes de que
ellos se besen?- Susurró él, su boca
tan cerca que juro que sentí sus labios rozar mi oído.
— ¿Qué?- Le pregunté, comenzando
a reír como lo hacia cuando
había tenido demasiado para beber y un pequeño demasiado
sexy
colgaba delante de mí.
— ¿Cuánto tiempo? Ya sabes, antes
de que besen a la persona
equivocada,- preguntó él mientras me giraba para mirarlo
a los ojos.
Esos ojos, oh, esos ojos estaban llamándome.
— ¿Te refieres a la persona
correcta?- Susurré.
— Sí, la persona correcta,-
respondió él, arrastrándose un poco más
cerca en el banquillo.
— No lo sé, pero si el beso no
llega pronto, voy a reventar,- admití, a
sabiendas de que ya no estaba hablando de nuestros
amigos. Y
sabiendo muy bien que él sabía por completo que yo no
estaba
hablando de nuestros amigos.
— Hmm, yo no querría que
reventaras.- Él estaba ahora a escasos
centímetros de mi cara.
Harén. Harén. Harén. Repetí este mantra una y otra vez.
— Yo quiero ir al jacuzzi.-
El lloriqueo me apartó del encantamiento y de vuelta a la
cocina.
Donde había gente presente.
— Yo quiero ir al jacuzzi,- oí de
nuevo y me volví para hacer frente a
Mimi. Imaginen mi sorpresa cuando vi que era Sofía en
realidad la
llorona, y ahora estaba colgando de Neil como una
mochila.
— Está bien, así que ve a la tina
caliente. Nadie te lo impide,- insistí,
deslizándome lejos de Simon y de nuevo frente a mi plato
donde
empecé a separar mis guisantes de mi langosta. Estaba
llena, pero
nunca dejaría langosta en el plato. Tenía normas, después
de todo.
— Tienes que venir también,- se
quejó Sophia otra vez mientras yo
empezaba a comprender. Sophia estaba borracha. Ella se
vuelve
pegajosa cuando se emborrachaba. Oh, muchacho.
— Adelante. Voy a limpiar la
cocina un poco y luego nos reunimos con
ustedes allá afuera,- dijo Simon, tomando mi plato y
empezando a
ponerse de pie.
— ¡Oye, oye, oye! Bocado de
langosta, hola,- protesté mientras cogía
mi tenedor.
— Aquí, nunca me metería entre
una mujer y su langosta.- Él sonrió,
ofreciéndome mi tenedor de regreso. Acepté el bocado con
una
sonrisa y me levanté. Yo estaba un poco más borracha de
lo que
pensaba, y este hecho se dio a conocer mientras la
gravedad
comenzaba a burlarse de mí.
— Vaya, ¿estás
bien?- preguntó él, estabilizándome mientras Sophia
partía hacia el dormitorio.
— Sí, estoy bien, estoy bien,- le
respondí, plantando los pies y
ganando la batalla.
— ¿Tal vez debes desacelerar?- se
preguntó, tomando mi copa de
vino.
— Oh, aligérate, es una fiesta,-
exclamé, comenzando a reír. De
repente, todo era gracioso.
— Bueno, es una fiesta.- Él sonrió
mientras yo me dirigía al
dormitorio para ponerme el traje. Lo que resultó más difícil
de lo que
pensaba. Las cuerdas de los bikinis son difíciles de atar
cuando estás
más que un poco zumbada.
— Está bien, Caroline es la
siguiente. Verdad o reto,- gritó Mimi,
demostrando una vez más que Borracha Mimi sólo tenía un
nivel de
volumen.
— Verdad,- le grité de regreso,
salpicando accidentalmente a Sophia
en la cara mientras yo me estiraba hacia atrás buscando
mi copa de
vino. Habíamos sacado la última botella de Cava y estábamos
sostenidamente consumiéndola. Y esta estaba firmemente
funcionando en nosotros, nuestro juego volviéndose cada vez
más y
más peligroso. El cielo crujió un poco con un relámpago
lejano y el
retumbar bajo del trueno apenas estaba comenzando a
hacerse oír
por encima de las risas y salpicaduras.
De una vez salimos y nos acomodamos en el jacuzzi, esto
fue sólo
minutos antes de que Neil sugiriera un juego de Verdad o
Reto, y sólo
unos segundos después de eso antes de que Sophia
aceptara. Me reí
al principio, diciendo que no había manera de que yo
pudiera jugar
un juego infantil. Pero cuando Simon implicó que yo era
gallina, el
alcohol levantó su fea cabeza y grité algo en el sentido
de, — ¡Voy a
jugar Verdad o Reto, , hasta que tú no puedas decir la
verdad de tu
desafío!-
Esta afirmación tenía mucho sentido en mi cabeza, y debe
haber
parecido lógico a Mimi y Sofía, también, ya que
inmediatamente
comenzaron a levantar los cinco y el vamos chicas. Estoy
bastante
segura de que vi a Simón sacudir la cabeza, pero estaba
sonriendo,
así que lo dejé pasar. Y me serví otro vaso de chispeante
vino.
— Dónde está el único lugar al
que quieres viajar, y no has estado
todavía,- preguntó ella, tarareando la melodía llegando a
través de
las puertas francesas.
Sophia había encontrado todos los discos antiguos de su
abuelo, y a
Simon casi le da un ataque cuando vio la colección. Él
había
seleccionado un álbum de Tommy Dorsey, y la gran banda
acentuaba
la noche perfectamente.
— ¡Aburrido, hazla escoger desafío!-.
Cantó Simon, y yo le saqué la
lengua.
— No es aburrido, y ella eligió
verdad para que tendrá verdad.
Caroline, ¿Dónde queda el único
lugar en la tierra al que quieres ir?-
preguntó ella de nuevo.
Apoyé la cabeza contra el borde de la bañera. Levanté la
vista hacia
las estrellas y una imagen inmediatamente vino a la
mente: el viento
soplando suave, cálido sol en mi cara, el océano
extendido delante de
mí salpicado de rocas escarpadas. Sonreí solo pensando en
ello.
— España,- suspiré en voz baja,
la sonrisa persistente mientras yo
me imaginaba a mí misma en una playa en España.
— ¿España?- preguntó Simon.
Volví mi cara hacia la suya. Estaba sonriendo hacia mí. — España. Ahí
es donde yo quiero ir. Pero es tan caro, va a tener que
esperar un
tiempo,- sonreí de nuevo, mi cabeza todavía recreando la
imagen.
— Oye, espera, Simon, ¿no vas a España el próximo mes?- preguntó
Ryan, y mis ojos se abrieron.
— Um, sí. Sí, en realidad voy,-
respondió.
— ¡Genial! Caroline, puedes ir
con él,- decidió Mimi, aplaudiendo y
volviéndose hacia Ryan.
— Ryan, eres el siguiente.-
— No, no, espera un minuto. En
primer lugar, no puedo solo ir con
Simon a España. Y en segundo lugar, es mi turno,- protesté,
mientras
Simon se sentaba.
— En realidad, tú puedes 'solo ir
con Simon a España',- dijo él,
dirigiéndose a mí por completo. El otro lado de la bañera
de
hidromasaje se volvió muy tranquilo.
— Um, no, no puedo. Tú estás
trabajando. Yo no puedo permitirme
un viaje así, y además, no sé si puedo tomar tiempo libre
el próximo
mes.- Sentí que mi corazón se hinchaba mientras procesaba
lo que él
acababa de decir.
— De hecho, oí a Jillian decirte
el otro día que el próximo mes sería
un buen momento para tomar tus vacaciones antes de la
temporada
de fiestas,- empezó a decir Mimi. Ella se dejó caer de
nuevo en las
sombras mientras yo la miraba fijamente.
— Sea como fuere, yo tampoco me
lo puede permitir, por lo que la
discusión terminó. Ahora bien, creo que es mi turno.
Vamos a ver, ¿a
quién debo elegir?- Miré alrededor a todo el mundo.
— No sería tan caro. Estoy
alquilando una casa, por lo que eso estaría
pago. El pasaje aéreo y el dinero para gastos -eso es
todo lo que
tendrías que cubrir,- agregó Simon, no dejando pasar
esto.
— Oye, ese es un buen negocio,
Caroline,- recitó Mimi, su energía
haciendo pequeñas ondas a través de la bañera.
— Está bien, Mimi, ¿verdad o reto?- pregunté, apretando los dientes
y siguiendo adelante con el juego.
— Oye, estamos hablando de algo
aquí. No cambies el tema,- objetó
ella.
— Bueno, he terminado la discusión.
Verdad o reto, pedazo de
mierda,- le dije otra vez, haciéndole saber que hablaba
en serio.
— Está bien. Desafío,- ella hizo
un mohín.
— Genial. Te reto a besar a
Neil,- le respondí, sin perder el ritmo.
— ¿Qué?- Ella gritó, mientras
todo el jacuzzi estallaba en gritos de
asombro.
— Oye, solo estamos jugando un
juego, ¿no? Y Mimi, en realidad, no
es tan sorprendente que te atrevieras a besar al tipo que
has estado
viendo desde hace semanas, ¿verdad?-
— Bueno, no, yo solo, no me
gustan las demostraciones públicas,-
farfulló ella, casi hundiéndose. Esto de la chica que casi
fue detenida
por desnudez pública cuando fue encontrada debajo de las
gradas en
un juego de fútbol de primer año en Berkeley.
— Oh, vamos, ¿cuál
es el problema?- Intervino Simon, y lo miré con
gratitud.
— Nada, es sólo…-
dijo ella de nuevo, y Neil interrumpió.
— Oh, ven aquí, Tiny,- exclamó él
y tiró de ella otra vez. Se miraron
el uno al otro durante un segundo, y luego Neil barrió el
pelo de su
cara. Él sonrió, y ella se inclinó. Oí a Sophia inhalar
al mismo tiempo
que Ryan lo hizo, y todos vimos como Mimi besó a Neil.
Y fue raro.
Ellos se separaron, y Mimi nadó de vuelta hasta su lado.
Junto a
Ryan. Todo estuvo en silencio por un momento. Simon y yo
nos
miramos el uno al otro, sin saber a continuación qué
hacer. Habíamos
sido burlados. Y me molesta cuando me engañan. Empecé a
arder. El
hecho de que yo estaba borracha no tenía nada que ver con
mi
reacción exagerada.
— Bueno, supongo que es mi turno.
Hmmm... Ryan, ¿verdad o reto?-
Comenzó Neil, y me puse de pie, salpicando a todo el
mundo a mi
alrededor mientras lo hacia.
— ¡No, no, no! ¡Eso
no es lo que se suponía que pasara!- grité,
golpeando mi pie, perdiendo el equilibrio y hundiéndome
en el
proceso. Las fuertes manos de Simon me trajeron de vuelta
a la
superficie, y yo continué mi diatriba inducida por el
alcohol. Los
destellos de rayos, ahora mucho más cerca, ardían en el
cielo.
— ¡Tu, no se suponía que la
dejaras besarlo!- Farfullé, escupiendo
agua y apuntando a Ryan y luego a Mimi. Giré sobre
Sophia. — ¡Y tú
se suponía que te enojaras con ella!-
— ¿Por qué me enojaría con Mimi? ¿Por besar a su novio?- Murmuró
Sophia, tomando un repentino interés en sus uñas.
— ¡Ah!- Grité y me volví hacia
Mimi.
— Mimi, ¿estás
siquiera remotamente interesada en Neil?- la reté,
con las manos en mis caderas mientras echaba vapor en el
aire
nocturno.
— Neil es exactamente lo que
siempre he querido en un hombre. Él
es mi tipo con T mayúscula,- respondió ella robóticamente,
estremeciéndose cuando Ryan la miró con dolor en los
ojos.
— Bla, bla, bla, ¿has follado ya con Neil?- Chillé, señalando
frenéticamente como tiendo a hacer cuando bebo.
— Está bien, Caroline, lo has
dejado claro,- dijo Simon calmado,
tratando de hacer que me volviera a sentar.
— ¿Lo ha dejado claro? ¿De qué están hablando ustedes dos?-
Preguntó Sophia, inclinándose hacia adelante.
— Oh, por favor, ¡ustedes cuatro son ridículos! No me importa lo que
todos ustedes crean que quieren en el papel. ¡En realidad, lo están
haciendo todo mal!- Respondí, golpeando la superficie del
agua para
dar énfasis. ¿Por qué ellos no lo
estaban entendiendo? No sé cuando
me había vuelto tan fuera de quicio, pero en los últimos
sesenta
segundos más o menos, me había convertido en una ardiente
loca.
— ¿Estás bromeando?- gritó Mimi,
poniéndose de pie en la bañera
caliente, lo que mantuvo el agua a aproximadamente al
mismo nivel.
— ¡Mimi, vamos! ¡Cualquiera
que tenga ojos puede ver la forma en
que Ryan y tú sienten el uno por el otro! ¿Por qué demonios estás
perdiendo el tiempo en alguien más?- Empujado yo.
Simon me hizo volver a su regazo y trató de
tranquilizarme.
— Bueno, esto ha ido demasiado
lejos,- dijo Neil, empezando a salir
de la bañera.
— ¡No, no! Neil, mira a Sophia. ¿No puedes ver que ella está
totalmente contigo? ¿Por qué
diablos son todos ustedes tan torpes?
¿En serio? ¿Somos
Simón y yo, los únicos que pueden ver claramente
aquí?- Grité una vez más, trayendo a Simon a la
conversación si lo
quería o no.
Neil miró a Ryan, y luego a Simon.
— ¡Amigo!- exclamó Neil.
— Amigo,- respondió Simon,
haciendo un gesto hacia Sofía, que se
puso en pie como si fuera a decir algo. Neil puso su mano
sobre su
hombro, y ella se detuvo y volvió a sentarse. Neil asintió
hacia Ryan.
— ¿Amigo?- preguntó él, y Ryan
asintió con la cabeza en respuesta.
Neil respiró hondo y miró a Sophia.
— Sofía, ¿verdad
o desafío?- Preguntó Neil.
— No estamos jugando nada más…- Traté de gritar, pero Simon
escogió ese momento para poner su mano sobre mi boca.
— Todo bien hasta aquí,- anunció
Simon mientras él me acomodaba
más firmemente en su regazo con la otra mano en mi
cintura. El
trueno se presentó, cubriendo la escena con un aire
siniestro.
— ¿Sophia?- preguntó Neil de
nuevo. Ella estaba tranquila, y sin
mirar en la dirección de Mimi y Ryan.
— Desafío,- susurró ella y cerró
los ojos.
El alcohol hace que todo sea mucho más dramático.
— Te reto a que me beses,- dijo
Neil, y todo lo que se podía oír era al
ocasional somorgujo sobre el lago. Los somorgujos en la
bañera
finalmente estaban calldos. Todos vimos como Sophia se volvió
hacia
Neil y le puso una mano en la parte posterior de su
cabeza, tirando
de él hacia ella. Ella lo besó, lenta pero seguro, y esto
se prolongó
durante días. Sonreí en la mano de Simón, y él me dio
unas
palmaditas en mi estómago, lo que me hizo marearme.
Cuando finalmente se separaron, Sophia estaba riéndose en
la boca
de Neil, y él respondió con su gigante y boba risita de
hombre.
— Bueno, es un momento extraño,-
dijo Simon, liberando mi boca.
— Mimi, yo…-
Sophia comenzó, volviéndose hacia Mimi y encontrando
un jacuzzi vacío.
Mimi y Ryan se habían ido. Vislumbré justo el borde de la
toalla de
Ryan dirigiéndose a la casa de la piscina, con una compañera
resbalosamente húmeda del brazo.
— Bueno, entonces, supongo que
nos despediremos por esta noche.-
suspiró Sophia, agarrando a Neil de la mano.
— Buenas noches.- Me reí mientras
ella entraba en la casa con Neil a
remolque. Ellos se acurrucaron, ya una imagen formándose.
Miré a la
casa de la piscina, y no noté ninguna luz que se hubiera
encendido
todavía. Es probable que no se estuviera encendiendo en
un futuro
cercano.
— Bueno, eso fue una buena
muestra de emparejamiento, a pesar de
que tu poco delicada presentación dejó mucho que desear.-
Simon se
rió entre dientes, dejando que su cabeza descansara contra
mi
espalda. Yo todavía estaba sentada en su regazo. Su mano
había
dejado mi boca, y ahora estaba a la deriva hacia el sur,
mientras que
la otra mano se mantuvo firmemente en mi cintura.
— Sí, por lo general dejo mucho
que desear,- observé con ironía, sin
querer dejar este lugar exquisito, pero sabiendo que lo
necesitaba, -y
pronto. Simon estaba en silencio detrás de mí, y empecé a
moverme
de su regazo.
— Tú dejas todo por desear,
Caroline,- dijo él en voz baja, y me
congelé. Hubo silencio por un momento, los dos sin
movernos, pero
aún moviéndonos el uno hacia el otro.
Sin mirar atrás, solté una risita. —
Sabes, realmente yo nunca
entendí esa frase. ¿Eso significa
que soy deseable o…?-
Sus dedos comenzaron a trazar pequeños círculos sobre mi
piel. — Tú
sabes exactamente lo que quiere decir,- dijo en voz baja
en mi oído.
El aire crujía a nuestro alrededor, por la tensión así
como por el clima real.
Más círculos pequeños. Al final, fueron los círculos
pequeños los
que finalmente me quebraron.
Perdí todo el control. Me volví rápidamente, atrapándolo
con la
guardia baja mientras envolvía mis piernas alrededor de
su cintura y
tiraba la precaución, y mi mantra del harén, al viento.
Hundí mis
manos en su pelo, disfrutando del tacto de la seda húmeda
alrededor
de mis dedos mientras lo atraía hacia mí.
— ¿Por qué me besaste esa noche
en la fiesta?- pregunté, mi boca
apenas a centímetros de la suya. Una vez que él se dio
cuenta de que
yo estaba conduciendo este autobús, respondió presionando
sus
caderas contra las mías, trayéndonos más cerca de lo que
jamás
habíamos estado.
— ¿Por qué tú me besaste?-
preguntó, pasando sus manos arriba y
debajo de mi espalda, acomodándose en el espacio donde
sus manos
abarcaban exactamente mi cintura –los
pulgares en frente, con los
dedos en la espalda- y me apretó contra él aún más.
— Porque tenía que hacerlo,- le
respondí honestamente, recordando
cómo había reaccionado instintivamente, besándolo cuando
yo quería
hacer todo lo contrario. — ¿Por
qué me besaste?- Le pregunté de
nuevo.
— Porque yo tenía que hacerlo,-
dijo él, la sonrisa regresando. Por
suerte no vi la sonrisa por mucho tiempo. Debido a que
finalmente
había descubierto el secreto de las eras.
¿Cómo haces que un golpeador de
paredes deje de sonreír? Tú lo
besas.
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