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Finding It - Cap. 5 y 6

5

Traducido por Cynthia Delaney & Lorena
Corregido por LIZZY’
Hunt no me encontró ese día.
No es que estuviera herida o algo.
Él era un chico. Apenas el primer chico que captaba mi atención
aquí, y definitivamente no el último.
No vi a los chicos ni a Katalin de nuevo. No me interesaba que me
aspiraran la boca por segunda vez. En cambio, me hice amiga de otros
chicos que se alojaban en mi hostal; Jenny, que se quedaba en mi
habitación, era canadiense, su hermano John, junto con su amigo Tau,
que era de piel oscura, hermoso y australiano.
Los seguí a un pub esa noche. Era fácil sólo mezclarse en su grupo
y darle un descanso a mi cerebro al escuchar sus conversaciones
acerca del programa de cine de verano al que asistían en Praga. Me
puse al día con las preguntas normales para conocerse, pero al tiempo
que llegamos al segundo pub, habíamos tenido suficiente de beber y
actuábamos como si fuéramos viejos amigos aunque no nos
conocíamos entre sí.
Algo en mí debe haberse roto, sin embargo, porque no podía ni
siquiera mantenerme interesada en lo que decía Tau y el chico era un
hermoso espécimen de hombre con un acento para morir. John estaba
un poco en el lado nerd, y era lindo, pero definitivamente tampoco
había nada allí.
Hablé con unos cuantos chicos en cada pub que llegábamos,
pero mis ojos eran constantemente atraídos hacia la puerta, esperando
que entrara alguien más.
Uno muy específico.
Pero eso era estúpido. Él no entraría. Lo sabía, pero no parecía
capaz de poner mi cabeza o mi corazón en la noche.
Entre bares, debo haber visto más de una docena de cibercafés,
cada uno susurrándome, llamándome para que me pierda en los
mensajes de amigos y el confort del hogar (o a lo más cercano, de
todos modos). Me resistí, y me obligué beberme un trago cada vez que
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mi mente vagaba a Hunt o a casa, ya que ambos eran recetas para el
desastre.
Es inútil decir que, me sentí como un muerto caminante al día
siguiente cuando Jenny se dejó caer a mis pies y bajó las mantas de mi
cabeza.
Me quejé y enterré la cabeza en la almohada.
Joder. Demasiado brillo.
Ella chasqueó. —Resaca. Eso apesta.
Volví la cabeza hacia un lado, lo suficiente para que pudiera
hablar e impedir asfixiarme en mi almohada.
—Voy a volarte los sesos si no hablas un poco más bajo.
Sonrió como si hubiera tomado un paseo por territorio homicida.
Había aprendido una cosa anoche… Jenny y yo éramos muy
parecidas. Espantosamente parecidas. Era algo así como estar con mi
clon. Bueno… un clon que no se enganchó con un tipo que nunca iba a
volver a ver.
Ella dijo—: Tengo una solución.
—¿Tiene que ver con un ritual de suicidio? Siempre he pensado
que sería una forma interesante de irse.
Maldición. Eres morbosa en la mañana. No es de extrañarse
cuando dices que no tienes ningún problema al abandonar tus chicos
de una noche. Probablemente están en una alguna zanja.
—Ja. Ja.
Con una voz mucho más silenciosa, dijo—: Así que, pensé que
podríamos conseguir café y tal vez agregarle algo más especial al tuyo.
Ya sabes, un poco de pelo de perro. Luego vamos de compras porque
tenemos planes esta noche. Planes épicos.
Hurra. Me resistí a la tentación de rodar los ojos. Planes épicos.
—Preferiría tomar una siesta épica.
—¡Vamos!
Quería enterrar la cabeza bajo la almohada y olvidarme del
mundo.
Le dije—: Ve de compras con tus amigos.
—Son chicos. Son odiosos e impacientes todo el tiempo.
Además… te gustará esto. Cierra los ojos.
Alegremente.
—Imagínate un hombre magnífico. ¿Estás imaginándotelo?
41
A pesar de todos mis intentos por hacer lo contrario. Imaginaba a
un muy particular chico magnífico. El mismo hombre que había estado
atrapado en mi cabeza hace dos días.
—Ahora imagínalo sin camisa, en bañador y mojado.
Maldición. ¿Por qué mi imaginación tiene que ser tan buena? No
había manera de que fuera a salir de mi rutina si seguía con esto.
—Ahora multiplica ese momento un centenar, agrega algo de
música y alcohol, y eso es lo que tú y yo vamos a hacer esta noche.
—Uh… Jenny. No sé qué clase de geografía te enseñaron en
Canadá, pero Hungría no tiene salida al mar. No veo ninguna fiesta en
la playa en nuestro futuro.
—¿Quién ha dicho algo sobre una playa, borrachita? Vamos a ir
aquí.
Literalmente, empujó un folleto a mi cara. Me dolía la cabeza
mientras trataba de concentrarme en la escritura.
Vi la imagen primero. Una especie de delirio con un montón de
gente mirando como si estuviera teniendo el mejor momento de sus
vidas.
Por encima de eso, el título decía: “Noche de Piscina”.
Cuando me senté para echarle un vistazo al folleto, Jenny
comenzó a balbucear—: El chico de la recepción, ¿conoces a ese con
el aro en la ceja? —Oh, lo conocía, muy bien. Él me proporcionó una
excelente bienvenida mi primera noche en Budapest—. Dijo que era
similar a un pub. Pero en lugar de bares, puedes ir a esos baños termales
que han existido, no lo sé, un millón de años. Todo el mundo lleva trajes
de baños, queda destrozado y te quedas afuera toda la noche.
Por el momento, mi estómago no parecía querer otra vez eso.
—No lo sé, Jen.
—¿Qué quieres decir? Esto suena asombroso. Además, es mi
última noche en Budapest. Y me vendría bien un apoyo si me voy a
enganchar a Tau.
Bien. Recordé vagamente cuando anoche mencionó que él le
gustaba. Supuse que era bueno no poder manejar ninguna atracción
por mi parte, en ese momento.
—Vamos, Kelsey. Te arrepentirás si no lo haces. Esto es como una
fiesta una vez en la vida.
Entre los lamentos que ya tenía y las que me asustada tener, la
vida empezaba a sentirse como una carrera de obstáculos de
remordimiento.
—Está bien. Iré.
42
Ella gritó, y juro que mi cerebro gritó en protesta.
Más tranquila, dijo—: Lo siento. Me emocioné. No lamentarás esto,
Kelsey. Vamos a encontrar algún traje de baño caliente y este será el
momento culminante de tu vida. Sólo espera.
Tenía razón. Sólo tenía que deshacerme de este dolor de cabeza,
y sería capaz de pensar un poco más claro.
Y tal vez, esta noche lo tomaría con calma. Podría tener diversión
en esta fiesta sin alcohol. Mi hígado probablemente tendría un poco de
descanso.
Le ayudaría a conseguir a Tau y encontraría un hombre para mí.
Entonces volvería a la normalidad y podría seguir adelante. Jenny, John,
Tau y yo compramos pulseras que nos permitieron la entrada a todos los
baños y cubrían nuestra transportación entre los diferentes lugares. Nos
quitamos nuestras cubiertas, revisamos nuestras cosas, y luego entramos
en lo que sólo podía suponer era un universo alternativo.
Dejé a un lado el desaliñado bikini que atrapó mi atención
primero, y en su lugar compré un ejemplar envolvente blanco y negro
que cruzaba sobre mi pecho, rodeaba mi caja torácica y entonces
atravesaba la parte baja de mi cintura una vez más antes de atar a mi
bikini en cada cadera. Lucía caliente, pero a la moda; y en el mar de
triángulos diminutos, me puse de pie como un desafío, lo que era
exactamente mi intención.
Este lugar brillaba con luces de neón, golpeaba con un remix de
música tecno, y relucía, querido Jesús, mucha piel. Vi bikinis y speedos e
incluso un acróbata colgando desde el techo. ¿Y la cereza del pastel?
Había bailarines de fuego a lo largo de la piscina abierta. Como
personas… bailando con llamas. Gravemente insano.
En contexto histórico mosaicos y columnas de mármol, me sentí
como si hubiera viajado en el tiempo a los festivales hedonistas que
había estudiado en historia del teatro en honor al Dios Griego Dioniso;
sin embargo, no sabía lo suficiente como para saber si la arquitectura
inspirada era Griega o Romana, así que supongo que podía haber sido
Baco5.
De cualquier manera, era como el festival de rock Woodstock,
adaptado a Sea World, adaptado a Cirque du Soleil.
Es decir, malditos pantalones locos.
—¿Esto es real? —preguntó Jenny.
—¿Lo es? —Me puse de pie, mirando con asombro—. Que alguien
me pellizque.
5Es el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje importante
de la mitología griega.
43
Un hombre con un horriblemente pecho peludo y un bañador tan
apretado que probablemente cortaba su circulación, paso por mi lado
en ese momento, e hizo eso.
Grité y sostuve una mano en mi culo, sorprendida ante su espalda
en retirada.
Jenny se echó a reír. —Quizás este lugar es mágico y cualquier
cosa que digamos se hace realidad. ¡Ryan Gosling, por favor!
Esperamos.
El acróbata que colgaba de la parte superior de la cúpula por
encima del baño, cayó hacia atrás, aferrándose a su aro sólo con sus
rodillas, pero no aparecieron celebridades mágicamente.
Jenny chasqueó los dedos. —Qué lástima. Sin embargo, esto sigue
siendo bastante impresionante.
Impresionante ni siquiera empezaba a cubrirlo. Esto era…
increíble.
—Gracias por hacerme venir.
Jenny sonrió. —¡Como si te hubiera dejado perder esto!
Los chicos también parecían estar disfrutándolo, aunque sus ojos
se hallaban más fijos en los bikinis que los efectos visuales y pirotecnia.
Nos adentramos más en la habitación, pasando una barra y
yendo hacia el baño nublado de vapor. Había hombres y mujeres de
todas las formas y tamaños. Un tipo rubio gritó y corrió hacia el agua.
Aterrizó a pocos metros de un tipo gordo con un flotador verde neón
alrededor de su cintura. Mis ojos se quedaron fijos en una chica curvada
sobre un aro puesto en la cima de la cúpula. Me recordaba a una jaula
para pájaros, con el columpio circular en el medio. Seguía esperando a
que expanda sus alas y vuele.
Luego están los abdominales… dulce niño Jesús, era como si
hubiera una fábrica con una cinta transportadora escupiéndolos,
porque seguían llegando sin parar. No sabía ni por dónde empezar. Era
un bufet de… chicos buenos, y estaba a punto de ser culpable de gula.
—¿Deberíamos conseguir algo de beber? —preguntó Jenny.
Negué. —Estoy bien. Vamos a comprobar el agua primero.
Di mi primer paso dentro de la piscina, y pude haber soltado un
gemido ahogado por el delicioso calor. Sonreí a Jenny y dije—: Apuesto
a que no hay cosas así en Canadá.
—¿Es una broma? Seguiría estando en Canadá si tuviéramos
mierdas como esta.
Me hundí en la piscina hasta la cintura y cerré los ojos con
satisfacción. El agua lamía mi pecho, y podía sentir la tensión de mis
músculos desenredándose.
44
—¿Puedo pasar el resto de mi vida aquí? —pregunté.
—Puede que te vuelvas como una pasa.
—Vale la pena.
Nos metimos más en la piscina. Había cuerpos por todas partes.
La gente bailaba, reía y salpicaba. Con el calor, el vapor, la música y las
luces, era una sobrecarga sensorial.
Los chicos se metieron en el agua detrás de nosotras y dije—: Hora
de enganchar a tu chico australiano.
Jenny sonrió. —Paciencia. Créeme, he estado saliendo con él el
suficiente tiempo como para averiguar que, necesita un pequeño
empujón. Un poco de celos debería bastar.
Casi siento pena por Tau. Jenny era preciosa, todo lo opuesto a
mí. Pelo oscuro, ojos marrones, piel bronceada. Mientras examinaba la
piscina, sabía que ella no tendría problema en encontrar a alguien para
poner celoso a Tau.
—¿Qué es lo que buscas enganchar esta noche? —preguntó.
—Sólo un poco de aventura.
Una pareja jugando al juego del pollo cayó a la piscina a unos
pocos metros, mandando una ola sobre nosotros.
—¡Creo que lo has encontrado! —gritó ella, secándose los ojos.
Hice lo mismo y sonreí.
Lo había encontrado. Esto era lo que había estado buscando. El
tipo de experiencias que no podía conseguir en Texas. Quizás era
ingenua, pero estar aquí, visitando y haciendo cosas que la mayoría de
la gente no hacía, me hacía sentir… especial. Me hacía sentir exitosa de
la manera en la que una carrera universitaria y una cuenta bancaria
abultada no podían.
Incluso aunque no haya hecho nada notable en la vida, si pasara
el resto de mis días en un matrimonio sin amor o en una casa de
porcelana como mi madre, por lo menos tendría esto para recordar. Por
lo menos tendría estos recuerdos para diferenciarme de la multitud.
Nos trasladamos más lejos en la piscina y Jenny no perdió el
tiempo antes de llevarnos hacia dos tipos. Ella era la casamentera
perfecta. Juntas, podíamos conquistar el mundo de la fiesta.
—Soy Jenny —le dijo al chico más cercano—. Esta es mi amiga
Kelsey. Y eres fantástico. —Él lo era en realidad. Piel bronceada, asesinos
ojos verdes y abundante pelo que se rizaba por el vapor. Añadió
tardíamente—. Oh, esos son John y Tau.
Maldición, ella era buena. Su hermano y su amor platónico se
encontraban un poco separados del grupo, y pude ver la forma en que
45
los ojos de Tau la siguieron mientras ella sonreía y charlaba con su nueva
conquista.
No sabía si hablar a los amigos de Jenny o al amigo del chico
guapo. El amigo era atractivo también, alto y un poco delgado, con el
pelo largo y rubio. Pero para ser honesta, no tenía ganas de hablar a
cualquiera. Era fácil estar con Jenny porque ella simplemente hablaba,
y no hacía demasiadas preguntas. Era una amiga para salir de fiesta,
del tipo con la que encajas rápidamente porque tienes estilos de fiestas
similares, pero no hace falta poner esfuerzo. John y Tau eran diferentes.
Los dos se hallaban en el lado tranquilo y sentía como si tuviese que
esforzarme para hablar con ellos. ¿Y el chico guapo? Bueno… no tenía
una buena excusa de por qué no quería hablar con él. Intentaba
convencerme para que empezase una conversación cuando él se me
adelantó.
Dijo—: ¿Kelsey? ¿Ese es tu nombre?
Asentí. —¿Y tú eres?
—Lukas. —Hablaba un excelente Inglés, con sólo un leve rastro de
un acento. ¿Alemán quizás? Preguntó—: ¿Son hermanas?
Jenny y yo nos miramos y sonreímos. No nos parecíamos mucho.
Ella era lo opuesto a mí, pero nuestros cuerpos se parecían lo suficiente.
Sonreí a Lukas y dije—: Sí.
Empujó un poco de su cabello hacia atrás y me dio una sonrisa
maliciosa. Dios sabía lo que pasaba con los chicos, pero había algo en
la idea de ser hermanas que les volvía locos.
—¿De dónde eres? —preguntó el chico de Jenny. Su acento era
más fuerte que el de su amigo.
Jenny agitó el pelo y respondió—: Holanda.
Vi a Tau poner los ojos en blanco y fruncir el ceño.
Lukas se giró hacia mí y dijo—: ¿Oh? —Seguido por una serie de
ruidos que supuse era holandés. Miré a Jenny.
¿En serio? ¿El tipo tenía un acento alemán y ella elige un país
pegado al suyo? ¿No podría haber dicho algo como, no sé, Suecia?
Me reí y puse una mano en su hombro, esperando poder salir de
ello.
Si eso no funcionaba, siempre podía huir nadando. Mis ojos se
posaron en el espacio entre Lukas y Jenny, mi ruta de huida, por si la
necesitaba. Y como si el universo lo hubiese enmarcado para mí en ese
espacio, vi a Hunt.
Parpadeé, preguntándome si le imaginaba por culpa del calor,
pero él seguía aquí. Su cabeza empezó a girarse hacia mí y entré en
pánico.
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Agarré el otro hombro de Lukas y le giré hasta que mi espalda
quedó hacia Hunt. El agua se movió a nuestro alrededor, pero había
tanta gente que él no nos podía haber visto. Las manos de Lukas
agarraron mi cintura y le dejé porque lo último que necesitaba era
causar una escena.
Fue sólo en ese momento cuando me permití pensar en lo
hermosamente devastador que lucía Hunt. Había sentido los músculos
que había bajo su ropa, los imaginé esta mañana, pero verlos en carne
y hueso incluso aunque fuese durante un segundo ponía todo eso en
ridículo.
Y por primera vez en un largo tiempo… me sentía nerviosa.
Jenny se giró y levantó una ceja. —¿Qué pasa, Kels? —Subtexto:
Oye, loca… ¿Cuál es tu problema?
¿Cuál era mi problema? Él solo era un chico. Los chicos nunca
habían sido un reto para mí… o no en un largo tiempo. Pero este chico...
me tenía contra las cuerdas sin tan siquiera intentarlo. Todo lo que sabía
era que había un centenar de chicas en bikini aquí, y estaba segura de
que era la única que intentó besarle con aliento de vomito.
Resistí la tentación de mirar por encima de mi hombro y le dije a
Jenny—: Nada. Estoy bien. Sólo alguien que preferiría no ver. —Y a la vez
me moría por ver. Qué manera de ser coherente, cerebro.
La verdad… no lo entendía. Y cuando pensé que lo había hecho,
me equivoqué. Era esa incertidumbre, esa completa falta de control, lo
que le hacía la maldita cosa que más me asustaba desde hace un
largo tiempo. Y todo lo contrario de lo que me dije que iba a ser esta
noche. Dije—: ¿Hay cinco lugares más como este, no?
Podíamos irnos. Buscar otro lugar para ir de fiesta.
—Sí, pero… —Jenny lanzó una sonrisa a los chicos y dijo—: Todavía
no podemos irnos. —Se acercó a su captura. Suspiré. No quería hacerla
empezar de nuevo con la operación celos.
—Pueden venir con nosotros.
Levanté la babilla para mirar a Lukas, y él apretó los brazos
alrededor de mi cintura.
Jenny se giró y miró más allá de mi hombro. —De todas maneras,
¿de quién estás huyendo?... ¡Oh!
—¿Oh? ¡Oh! ¿Qué quiere decir “oh”?
Una sonrisa apareció en su rostro e hizo que mi estómago saltase
con anticipación.
Se giró hacia los chicos y dijo—: ¿Podrían darnos un segundo? —
Se apoderó de mis hombros y las uñas de Lukas arañaron mi piel
ligeramente mientras ella me empujaba fuera de su alcance. Nos
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apartó un par de metros antes de preguntar en voz baja—: ¿La persona
que no quieres ver es una fantástica pieza de hombre dulce con el pelo
rapado y bíceps que alguna civilización antigua probablemente
adoraban?
Tragué. —Por favor, dime que la razón de que lo sepas es que eres
psíquica.
—No, cariño. Simplemente tengo ojos.
Hablando de ojos, juraba que podía sentir los de él en mi espalda,
y pensaba que ésta podría doblarse por la forma en la que me
estremecí.
—¿Me está mirando?
—Como si fueras el último pedazo de pastel.
Sentía que subía la temperatura del agua y ya estaba caliente de
por sí.
Jenny preguntó—: Sólo en busca de un poco de aventura, mi
culo. Tú ya tienes una aventura. ¿Quién es él?
Un enigma.
—Sólo un chico que conocí la otra noche —respondí.
—¿Y por qué mierda no quieres verle? ¿Tiene herpes o algo así?
Porque eso sería una lástima. Como un salpicón de pintura en un Van
Gogh. O Ryan Gosling desnudo.
—No le conocí de esa manera.
Chasqueó la lengua. —Eso también es una lástima. Así que, ¿por
qué le evitas?
—No importa.
Aunque le encontraba intrigante, no me gustaba la manera en la
que me hacía sentir. Confusa, liada y desnuda de una manera que no
tenía nada que ver con mi actual falta de ropa. Lukas era la mejor
opción. Más fácil de leer y controlar.
—Bueno… tienes razón en eso. Porque él no tiene interés en
evitarte a ti.
Esa fue toda la advertencia antes de que una respiración caliente
me acariciase el oído, y una voz profunda dijese—: Me alegro de verte
de nuevo, Kelsey.
Con mi corazón en pausa, me giré y mi boca se secó. Le miré a
sus ojos oscuros a través del vapor y mi pausado corazón saltó a la
acción.
48
6
Traducido por Annabelle
Corregido por Dey Kastély
De pie, cara a un pecho con un glorioso juego de pectorales, no
pude obligar a mi boca a realizar alguna mueca de saludo apropiada.
Dios bendiga el Bowflex6 o las pesas, o cualquier otra magia que le haya
dado ese cuerpo. Jen tenía razón… era toda una obra de arte.
Él dijo—: ¿Cómo están tus mejillas hoy?
Oh, ya sabes, llameantes.
—Uh… bien.
Bien. Mis mejillas están bien.
Se mantuvo allí de pie, alto y en silencio, sólo asintiendo con esa
mandíbula perpetuamente tensa. La tensión entre nosotros se volvió
más gruesa que el vapor y simplemente no podía entender por qué
razón este chico se encontraba de pie frente a mí.
Me había visto en mi punto más bajo y luego me rechazó. ¿Por
qué regresar por más?
Se acercó aún más a mí y sentí el flujo del agua cambiar a mi
alrededor. Mi cuerpo instantáneamente respondió ante su cercanía y su
sonrisa engreída me hizo saber que pudo darse cuenta de ello. Su brazo
rozó mi pecho, y las cimas de mis senos se tensaron. Hice un sonido
entrecortado que sonó como algo entre el jadeo de un gordo asmático
y el chirrido de un juguete para perros. En otras palabras, el sonido que
salió de mi boca se encontraba a años luz de ser sexy. Rió y estiró la
mano junto a mí para saludar a Jenny. Se mantuvo enfocado en ella,
invadiendo mi espacio con su cuerpo, y mi rostro se hallaba lo
suficientemente cerca de él como para que me permitiese ver la barba
de tres días en su mandíbula. —Hola, soy Hunt. Es un gusto conocerte.
—Yo soy Jenny. Igualmente.
Incluso su nombre enviaba hormigueos hacia mi columna
vertebral.
6 Marca de maquinaria para hacer ejercicios, específicamente dirigidos hacia el
entrenamiento cardiovascular y aeróbico.
49
—¿Ese es un diminutivo de Hunter? —Me estuve preguntando lo
mismo.
Se separó de Jen, pero se mantuvo firme dentro de mi burbuja
personal. Inclinó su rostro hacia el mío, y murmuró—: No.
—Entones, ¿tus padres te nombraron Hunt?
—No exactamente.
—Dios, no me des tanta información.
Sonrió y esa sonrisa se introdujo en mi pecho y redecoró todo lo
que se encontraba adentro.
—Y vuelves a llamarme Dios.
¿Dónde había un escritorio cuando necesitaba estrellar mi
cabeza contra él?
Lukas escogió ese momento para reaparecer a mi lado, y un
escritorio no habría sido suficiente. Necesitaba todo un jodido salón de
clases.
Hunt colocó brevemente su miraba sobre mí, luego se movió
hacia Tau y John que se encontraban cerca, y luego de nuevo hacia
mí. Dijo—: No me di cuenta que estabas acompañada.
Sonreí. —¿Te asusta un poco de competencia?
Se rió y su risa se desenvolvió en un hormigueo por mi columna.
Me miró como si la idea de que tuviese competencia fuese absurda. Y
demonios si no tenía razón.
—¿Qué hay de tus otros amigos? ¿Los de la otra noche? —
preguntó.
Me encogí de hombros. —En realidad, no éramos amigos. Pero
ésta es Jenny. —Me lancé sobre ella como si fuese mi salvavidas.
Sonrió. —Sí. Nos conocimos. Hace unos segundos.
Recibiría con gusto el Armagedón si eso lograra cerrar mi estúpida
boca.
—Cierto. Nos estamos quedando en el mismo hostal. —Una mano
se deslizó por la parte baja de mi espalda, una mano grande de
hombre que no pertenecía a Hunt. Lukas. Demonios—. Ya que somos
hermanas. Y tiene sentido que las hermanas se queden en el mismo
lugar.
Pie… te presento a mi boca.
Jenny se encontraba junto a mí, con una expresión peculiar en su
rostro. Podía imaginarme lo extraño que debía ser… verme
destruyéndome. No había necesidad de visitar el Monte Vesubio, yo era
mi propio desastre natural.
50
Jenny aplaudió. —De acueeerdo, creo que ya es hora de ir por
unos tragos. Particularmente, sé que a mí me vendría uno muy bien…
¿Kelsey?
Oh, Dios, sí. Me vendría muy bien un vodka intravenoso en este
instante.
Pero entonces, miré a Hunt y recordé a dónde me había llevado
el alcohol la noche en que nos conocimos. Si no hubiese estado tan
borracha, las cosas hubiesen salido muy diferentes. No me hubiese
rechazado, mi cerebro en este momento no sería una zona de peligro y
ya lo hubiese sacado de mi sistema esa primera noche.
Pero también necesitaba relajarme. Él me tenía tan tensa, que mi
actitud liviana y sexy era inexistente.
Tomé un lento y profundo respiro.
—Un trago —le dije a Jenny.
Luego, pondría todo bajo control de nuevo. La vida me ofrecía
otra oportunidad y la aprovecharía más rápido que un mariscal de
campo la noche de graduación. Obviamente sería yo la que me
aprovecharía del mariscal, no al revés.
Me giré a un lado hasta que la mano de Lukas cayó de mi
espalda y me acerqué a Hunt lo suficiente para sentir su temperatura,
incluso por encima del calor del agua. Dije—: ¿Vienes conmigo?
—Creería que ya habías bebido lo suficiente la otra noche.
Fruncí el ceño. —Sólo es un trago. El primero que tomo esta
noche. Ven, diviértete un poco. —Dudó—. O simplemente puedo
buscarte luego.
Me moví hacia Lukas, cuya mano ya se encontraba estirada
hacia mí.
—De acuerdo, vamos.
Lukas frunció el ceño, pero no me encontraba ni cerca de
sentirme mal. No cuando obtenía lo que quería. Sólo el toque de los
dedos de Hunt contra mi cintura tenía a mi corazón dando piruetas, así
que sólo podía imaginarme lo que podría provocarme algo más de
contacto. Lukas saltó a unirse a Jenny.
Ella sonrió. —Bueno, entonces vamos al bar.
Casi me reí, John se encontraba adelante, sin duda intentando
ignorar el hecho de que su hermana ahora hacía malabares con el
interés de tres hombres, incluyendo a Tau.
Caminamos detrás de ellos y respiré profundo para tranquilizarme.
No tenía idea de lo que Hunt quería de mí, pero sí sabía lo que yo quería
de él.
51
Una noche. Lo suficiente para borrar la locura en mi cerebro y
enviarme de vuelta a mi sendero.
—Tu nuevo amigo parece un poco reacio a dejarte sola.
Mis cejas se fruncieron y seguí su mirada, no hasta Jenny, sino
hasta Lukas, quién se mantenía mirando entre Jenny y yo, una y otra
vez.
—Ya lo superará. Nos conocimos hace dos minutos, literalmente.
—Lo sé. Te vi cuando entraste.
Mi cabeza se giró hacia él con tanta prisa, que estuve en peligro
de rasgar algún músculo.
¿Él qué?
—En verdad disfruté esa pequeña vuelta que hiciste cuando
intentabas esconderte.
No podía relajarme por un jodido segundo.
—No me escondía. Sólo…
Las palabras se evaporaron de mi lengua. Dios, esa sonrisita sexy
sería mi muerte.
—De acuerdo. —Rodé los ojos—. Sí, me escondí. No todos los días
actúo como una completa tonta. No me encontraba particularmente
emocionada de revivirlo.
—No estuvo tan mal.
Esas son las palabras que deseas escuchar del chico con el que
intentas acostarte… no estuvo tan mal.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
Sus cejas se elevaron, lo cual llamó mi atención hasta sus ojos, del
color de una tormenta eléctrica.
—La habitación está llena de mujeres en bikinis. ¿Qué crees que
estoy haciendo?
Intenté que el sabor amargo de esas palabras no se reflejara en
mi expresión.
—Me refiero a, ¿qué haces aquí? ¿Conmigo?
Subimos los pocos escalones que conducían fuera de la piscina y,
cuando la gravedad jaló el agua de vuelta a la tierra, mi traje de baño
se enganchó con fuerza a mi piel. Me giré para verlo de pie en el último
escalón, con su mirada cayendo en cascada junto con el agua sobre
mi piel. Sacudió la cabeza, y esta vez no se obligó a apartar la mirada
de mi cuerpo, como lo había hecho la primera vez que nos conocimos.
Sus ojos viajaron por el marco de mi cuerpo, para luego subir de nuevo.
Las puntas de mis senos se tensaron, debido o al frío aire del ambiente o
52
a su mirada, pero sus ojos se quedaron allí por varios segundos antes de
saltar a mi rostro. Su voz era ronca y gruesa cuando preguntó—: ¿Cuál
era la pregunta?
Quería sonreír, pero me encontraba tan excitada sólo por la
forma en que me miró que parecía no poder recordar la forma en que
debía ordenarle a mis músculos que funcionaran.
—Pregunté, qué hacías aquí conmigo.
Salió del agua para acercarse a mí, y no parecía que tuviese
ningún problema controlando sus músculos faciales, porque regresó su
sonrisa sexy. —Oh, ¿te refieres a que hiciste una pregunta estúpida?
Dios, él creía ser tan adorable.
Y lo era. Ugh.
—Aún no la has respondido.
—Sí, bueno. —Estiró un dedo, y recolectó una gota de agua de mi
clavícula—. Haces que me cueste pensar con claridad.
Y esa era una respuesta que aceptaría cualquier día.
Sintiéndome un poco más en control, me giré para seguir a Jenny,
mirándolo por encima de mi hombro mientras sus ojos viajaban por mi
cuerpo otra vez. Contuve una sonrisa y dije—: Vamos, soldado. Puedes
terminar de mirarme en el bar. Prometo no desaparecer.
Su mirada voló hacia el techo y murmuró algo que no pude
captar. Fuera lo que fuera, lo tenía bajo mi encanto. Punto para Kelsey.
Había tres bares distribuidos alrededor de la piscina, lo cual era
bueno considerando la cantidad de gente que había aquí. El grupo
había logrado sentarse en unos de los bancos frente al más cercano y
se encontraban ordenando cuando Hunt y yo nos acercamos. Me
incliné sobre la barra, simultáneamente permitiéndole al mesero captar
una buena toma de mi escote mientras, al mismo tiempo, le daba a
Hunt una clara vista del trasero que le había prometido, mientras él se
sentaba en su banco.
—Ginebra con limón agrio —ordené para mí, luego miré a Hunt—.
¿Tú qué quieres?
—Nada. Estoy bien.
Rodé los ojos y dije—: Dame dos ginebras.
En comparación a anoche, me sentía en completo control. O era
el caso hasta que sentí dos dedos deslizarse por debajo de las tiras de
mi bañador, que se encontraban atadas alrededor de mi cintura. Luego
fui apartada de la barra hasta el lugar entre las piernas de Hunt. Sus
manos descansaron sobre mis caderas y mis ojos se revolotearon al
cerrarse.
53
Esto hacía que cualquier otra noche de mis vacaciones, hasta
ahora fabulosas, se muriesen de la vergüenza.
La barba en su mandíbula acarició mi hombro y dijo—: Sea lo que
sea que suceda esta noche…
Lo que sea. ¿Lo que sea? Por favor, que estemos pensando el
mismo “lo que sea”.
—¿Sí? —exhalé.
—No vomites en la piscina.
Maldición.

Punto, para Hunt.

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