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Cora Carmack - keeping her Cap.9

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Blis permaneció enmarcando la puerta del baño y yo estaba
perdido sobre cómo actuar. No tenía ni idea de cómo habían ido las
cosas con mi mamá, o después de eso. Todo lo que sabía era que ella
se encontraba en silencio. Demasiado tranquila. Y por mucho que no
quisiera que se sintiera enferma, esperaba que eso fuera todo lo que le
sucedía.
—¿Cómo te sientes?
Cruzó los brazos sobre su estómago y dijo—: Bien. Creo que sólo
fue un… largo día. Y me golpeó. Estoy bien ahora.
—¿Y mi madre?
—Podría ser un villano de Disney.
Exhalé una risa. Incluso enferma y estresada ella era… notable.
—¿Pero eso también está bien?
Después de un momento tortuoso, ella asintió: —Creo que sí.
Llegamos a un entendimiento. —Eso sonaba ominoso—. Me invitó a
almorzar pasado mañana.
Mis cejas se alzaron.
—Quiere decir que fue más que bien. Fue bueno.
Una pequeña sonrisa floreció en su rostro. ¿Qué decía esa teoría
científica? ¿Cada acción tiene una reacción igual y opuesta? Ver su
sonrisa me iluminó. Ella ancló mis pensamientos, redirigió mi enfoque,
equilibró mi vida. Y yo necesitaba eso… desesperadamente. Estar de
regreso aquí… era extraño. He tenido problemas para cruzar esa línea
entre ser educado y amable, y volver a caer en mis viejos hábitos.
—Ahora, sobre estas ex…
Hablando de viejos hábitos.
—¿Ex?
—Oh, sí. Rowland estimó que había alrededor de diez allí abajo.
Maldita sea, Rowland.
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Cerré los ojos para resistir la tentación de bajar y mutilarlo.
—Estoy seguro de que exageraba.
Los brazos cruzados sobre su estómago se levantaron para
cruzarse sobre su pecho, y se veía tan deliciosamente mandona. ¿No
podríamos sencillamente saltarnos esa parte y continuar con lo que
habíamos planeado antes?
—¿Tienes muchas ex aquí en Londres?
Sacudí mi cerebro hacia una manera en que esta conversación
no sería desastrosa.
—No sé si ex es la palabra correcta.
—¿Así que no eran todas relaciones? ¿Qué… sólo sexo?
Hice una mueca. Supongo que entonces estábamos cortando
por lo sano. No me gustaba mucho ese lado descarado de ella cuando
iba dirigido a mí.
—Bliss… Era exactamente un idiota cuando vivía aquí. Me habrías
odiado. Mis padres no eran tan buenos en aconsejarme acerca de la
vida. Me dieron dinero y una correa larga, y al igual que un adolescente
estúpido, me aproveché de ella. A menudo. Las cosas son tan diferentes
ahora que eso se siente como si fuera otra vida. Una persona diferente.
Y lo era, ciertamente. Cuando me fui de Londres fue una sorpresa muy
desagradable el vivir la vida fuera de esta burbuja de dinero, influencia
y tradición. Pero fue bueno para mí. Crecí. Encontré algo que realmente
amo, lo que me llevó a encontrar a alguien que verdaderamente amo.
Si había chicas de mi pasado aquí esta noche, no me di cuenta. Ellas no
importan. Nada acerca de este lugar importa en absoluto, en
comparación contigo.
Se mordió el labio inferior por un momento, inspeccionándome.
Había simplemente un toque de lágrima brillando en la esquina de sus
ojos, luego los cerró y sacudió la cabeza. —Es imposible estar enojada
contigo. Esto está sentando un precedente peligroso para nuestra
relación.
Era una buena señal.
Di un paso adelante y acomodé mis manos en sus caderas. —Me
gusta ese precedente.
Sus manos se acercaron a mi pecho. —Sé de dónde lo has
sacado. Tu encanto. Tu padre se une a ti y a James Bond como un
conquistador inglés. Él fue realmente bueno con la cosa del florero.
Gemí. —Es un buen orador, sí. Pero no dejes que te engañe. No es
tan genial como pretende ser.
Trazó sus dedos a lo largo de mi mandíbula y empujó mi cara
hacia la suya. —¿Qué significa eso?
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Negué con mi cabeza. —Nada de qué preocuparse. Sólo
tenemos diferentes prioridades, es todo. Los negocios, el dinero y la
clase son prioridades para él. —Entrelacé mis dedos en la parte posterior
de su cuello y rocé su mandíbula con mis pulgares—. Pude haber
heredado algunas cosas de él, pero no eso. Tú siempre serás mi
prioridad. Nuestra familia siempre será mi principal preocupación.
Sus ojos estaban muy abiertos y vidriosos, y no sabía si esa mirada
fue por algo que dije o simplemente era el día llegando a ella de nuevo.
Dijo—: Es curioso cómo los niños terminan siendo tan diferentes a sus
padres.
—Es curioso cómo nos las arreglamos para llegar a ser personas
razonables a pesar de nuestros padres locos.
Tragó saliva y se rió una vez. —Cierto. ¿Cómo sucede eso?
La puse en mis brazos, descansando mi mejilla sobre su cabeza. Su
pelo olía dulce y calmante, como a lavanda.
—Vamos a salir mañana. Te mostraré los alrededores de la
ciudad. Lo único que necesito es un descanso de esta casa.
—Claro. Eso suena muy bien. Tengo que correr a la tienda, de
todos modos. Me olvidé de algunas cosas.
Besé su frente. —¿Cómo qué? Podríamos tener lo que sea.
Ella se apartó. —Oh, no es nada importante. Sólo algunas
pequeñas cosas.
Fue a su maleta en el suelo y se agachó para recoger su pijama.
Me acerqué a ella por detrás. —¿Segura que ya no estás
enferma?
—No, estoy bien —dijo por encima del hombro—. Sólo tuve un
momento, es todo.
—Bueno. —Enredé mi brazo debajo de sus piernas y la levanté en
mis brazos—. Porque estoy muy despierto. Pero tengo una idea de cómo
puedo cansarme.
Dejó caer la ropa que había agarrado para tomar mis hombros y
su linda boca formó un círculo. Eso fue todo lo que necesité. No
importaba que hubiera cientos de personas en la planta baja y
estuviéramos en la casa de mis padres. La quería tanto como siempre lo
he hecho.
La acompañé hasta la cama y me dijo—: ¡Garrick! ¡La gente de
abajo!
—No escucharán nada a menos que planees gritar mi nombre. En
ese caso, podría merecer la pena.
Ella golpeó mi hombro y la dejé en la cama.
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—¿Qué si tu madre viene arriba?
Me arrodillé a los pies de la cama y le quité los zapatos.
—Entonces vamos a tener otro suceso extraño para añadir a
nuestro repertorio.
—Esto no es ni remotamente divertido, Garrick.
Besé el interior de su rodilla y dije: —¿Me ves riendo?
Tragó saliva y sus ojos siguieron mis manos cuando llegué por ella.
Su vestido era de algodón elástico y deslicé los tirantes sobre sus
hombros con facilidad. Resbaló alrededor de su cintura, dejando al
descubierto más piel para mí. Llevaba un sujetador de encaje azul que
parecía dulce e inocente, y mierda si ese tipo de cosas no me ponían
siempre de humor.
—¿Tienes alguna idea de lo caliente que es pensar en tenerte
aquí, en mi antigua habitación? —Sacudió la cabeza, pero su lengua
salió para humedecer sus labios, y creo que sabía exactamente lo que
quería decir—. Me recuerda al año pasado. —¿Cuánto había jodido
con mi cerebro el pensar en ella como una estudiante y lo poco que
eso hizo para impedir mis sentimientos por ella? En todo caso, quería
más—. Cada clase, estaba tan tentado de pedirte que te quedaras
después de que todos se fueran. A pesar de que tus amigos estaban
afuera y cualquiera podría haber entrado, lo único que deseaba hacer
era tocarte. Probarte.
Sus ojos eran grandes y oscuros, y su respiración se detuvo. Besé
un lado de su rodilla de nuevo y pasé las manos por sus muslos hasta el
dobladillo de su vestido.
Ella preguntó—: ¿Por qué no lo hiciste?
—Porque no habría sido justo por mi parte. Así que tuve que
conformarme con mi imaginación.
Gracias a Dios que no tenía que hacer eso más.
—¿Y qué te imaginabas?
Me incliné sobre ella y la puse contra la cama. Sus brazos
extendidos sobre el colchón, mientras me miraba con anchos ojos
aprensivos. Me recordó mucho la noche que nos conocimos y toda mi
sangre se agolpó al sur con tanta rapidez que puntos negros salpicaron
mi visión.
Deslicé mis manos por debajo de su vestido y dije—: Me
imaginaba un montón de cosas. Pensé en ti, contra la pared, detrás de
las cortinas. —Cerró los ojos y empuñó las mantas en sus manos—.Te
veía en esa falda que llevabas el primer día de escuela, con tus piernas
alrededor de mi cintura.
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Puse mis dedos alrededor de su ropa interior y la deslicé por sus
encantadoras piernas largas. —Te quería en cada asiento de la
audiencia. —Hizo un sonido bajo y trató de incorporarse, pero reforcé
una mano en su estómago para mantenerla en su lugar—. Te quería en
cada asiento así tú no serías capaz de sentarte en cualquier lugar en el
teatro sin pensar en mí.
—Eso ya era cierto.
Sonreí. —Es bueno saberlo.
Puso sus dos manos sobre las mías en su estómago, y sostuvo mi
mano con más fuerza contra ella por un segundo. — Te amo tanto —
dijo, con la voz más pequeña y tranquila.
Me levanté y me incliné sobre ella para poder ver su rostro.
Parpadeó un par de veces y no podía leer su expresión. Era triste, feliz y
confusa, y nunca había tenido este tipo de respuesta en la cama antes.
No sabía lo que estaba pasando, pero podía sentir el pánico
creciendo debajo de mi piel, en la parte posterior de mi garganta y en
el recubrimiento de mis pulmones.
—¿Segura que estás bien?
Sacudió su cabeza hasta que su expresión se aclaró, y luego
sonrió. —Sí… Sólo pensaba sobre el futuro.
Mi corazón se sacudió en mi pecho e intenté explicar la tristeza y
el miedo que vi en sus ojos. No tenían que significar que tenía dudas.
Podrían significar mil cosas más. Pero, por mi vida, no lograría conjurar
una posibilidad más.
Planté un beso en sus labios y dije—: Te prometí un para siempre.
Eso es un montón de futuro.
Asintió, y a continuación, después de un momento demasiado
largo, sonrió. —Lo lamento. Sin embargo, ¿crees que podamos… sólo ir
a dormir? Lo siento. Sé que dije que estaba bien, pero me siento algo
apagada después de todo.
Respiré hondo y traté de no leer demasiado en esto. Había estado
enferma. No tenía por qué significar nada más. Pero, maldita sea, ahora
no conseguía pensar en otra cosa.
Con tanta calma como pude, cepille su cabello hacia atrás y la
besé en la frente. —Por supuesto. ¿Puedo ofrecerte algo? ¿Agua?
¿Medicina?
Tragó saliva y negó con la cabeza. —Creo… creo que sólo
necesito dormir algo.
Asentí. —De acuerdo.
Doblé hacia abajo las mantas y se deslizó entre las sábanas,
todavía medio cubierta por su vestido. Tomé otra respiración profunda
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que no hizo absolutamente nada para aliviar la presión en mis
pantalones, o la de mi cabeza.
Besé su mejilla una vez más.
—Te amo —le dije, lenta y deliberadamente. Necesitaba que lo
escuchara a través de cualquier ruido que pudiera estar ocurriendo en
su cabeza—. Duerme un poco. Sólo voy a tomar una ducha rápida.
—Lo siento —dijo de nuevo, mientras me alejaba.
—No hay necesidad de pedir perdón, amor.
A menos que estuviera diciendo lo siento por algo más, algo que
no había dicho.
—Te lo compensaré —aseguró.
—Tampoco eso es necesario, aunque me gusta cómo suena.
Puso las mantas hasta su cuello, recostándose sobre la almohada.
Apagué las luces y dije—: Buenas noches, Bliss.
Entonces terminé nuestra montaña rusa del día con una ducha
helada y demasiadas preocupaciones para contar.
***
—¡ESPERA, ESPERA! ¡Sólo una más!
—Bliss, hay niños esperando.
Y probablemente nos odiaban, pero me sentía tan contento de
verla sonreír que no me importaba.
—Sí, bueno, todos ellos se subieron al carro. La mayoría no estaba
vivos cuando leí Harry Potter por primera vez.
Me volví hacia la familia canadiense detrás de mí y dije—: Lo
siento mucho. Este es el último, lo prometo. —Entonces tomé una foto
más de Bliss pretendiendo empujar el carrito de equipaje a través de la
pared del monumento de la plataforma 9 ¾ en la estación King’s Cross.
Un niño pequeño le sacó la lengua a Bliss mientras nos íbamos. Tiré
de ella antes de que pudiera seguir su ejemplo.
—Es mejor que ese niño se cuide. Soy totalmente una Slytherin.
Negué con la cabeza, sonriendo. —Amor, voy a pedirte que
retrocedas tu locura un poco.
—Tienes razón. Siendo realistas, soy una Ravenclaw.
Me eché a reír. Aún cuando no la entendía bien, la amaba.
Posiblemente porque no la entendía. Sabía quién era ella y no tenía
ningún compromiso en eso. Ni siquiera por mí.
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Me reí entre dientes.
—¿Qué es tan gracioso?
—Sólo te estoy imaginando con niños algún día. Seguramente
terminarás peleando con ellos para jugar con sus juguetes.
No me di cuenta de que había dejado de caminar hasta que iba
en la esquina y no la vi a mi lado. Me volví y ella todavía estaba
detenida unos metros atrás.
—Bromeaba, amor.
Cruzó sus brazos sobre sí y se encogió de hombros. —Lo sé.
—Entonces, ¿por qué te ves tan asustada?
—No me di cuenta de que pensabas en cosas como esas.
Oh, Dios. Lo último que necesitaba en este viaje ya estresante era
asustarla con la charla de los niños, no cuando parecía que había
vuelto a la normalidad. Yo podía ser demasiado cerrado a veces.
Puse mi brazo sobre sus hombros y le dije—: Cualquier
pensamiento que estés desenrollado en tu mente, detente. Aún tengo
bastante que mostrarte, y sólo era una broma.
—Bien, ¿ahora a dónde?
—Bueno, hemos visto el Globo.
Sentí que se relajaba junto a mí mientras caminábamos y dijo—:
¿Te refieres a la réplica del Globo?
—Lo suficientemente cerca. Hemos visto el Big Ben, el Parlamento,
la Torre. ¿Qué hay sobre el Ojo? —le pregunté.
—¿Es esa gigantesca rueda de la fortuna? —asentí—. ¡Sí, vamos a
hacer eso!
Sólo pasar el día con Bliss y presentarle a mi vieja ciudad era
suficiente para borrar algo de la confusión de la noche anterior, para
borrar algunas de mis preocupaciones. Realmente debe haber sólo
necesitado dormir, porque esta mañana se encontraba tan prefecta
como siempre.
—¿Podemos parar en una tienda primero? —preguntó—. ¿Una
farmacia? Simplemente quiero conseguir algo en caso de que
comience a sentirme mal nuevamente.
—Por supuesto. —Le di un beso en la sien y nos dirigimos hacia el
tuvo que nos llevaría al otro lado de la ciudad.

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