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Cora Carmack - keeping her Cap.8

Dios, su madre debería haber sido abogada en vez de trabajar en
finanzas. Sólo su mirada era como un anzuelo de pesca, atrayendo
todos mis secretos. Y yo era el pobre pez, colgando de la línea, con una
pieza de metal oxidado abriéndome violentamente. Una hora con ella
en el estrado y estaría en posición fetal, recitando los traumas de mi
pasado, como esa vez que Jimmy me bajó los pantalones arriba del
tobogán durante el receso, en tercer grado.
—¿Y ya han puesto fecha?
Casi le pregunto si preferiría elegirla por nosotros.
—Bueno… todavía no estamos seguros. Pero estábamos
pensando que tal vez en Junio. O Agosto.
—¿Del próximo año? Oh, eso definitivamente podría funcionar.
—De este año, en realidad… señora.
—¿Este año? Pero eso es en sólo un par de meses.
—Lo sé, no estábamos pensando en nada grande. Sólo una
pequeña ceremonia para los amigos cercanos y la familia.
—Pero, para esa fecha, ni siquiera habrán estado comprometidos
por un año.
Eso era algo en lo que ella no podía someterme. De ninguna
manera esperaría más de un año para casarme. Garrick y yo habíamos
tenido suficiente espera para una vida entera.
—Sí, pero hemos estado juntos por más de un año.
—No, ustedes… —Su madre se detuvo, con el ceño fruncido y un
dedo en el aire—. Espera, ¿han estado juntos por más de un año?
Asentí, y entonces, inmediatamente deseé no haberlo hecho. Sus
ojos se estrecharon y me observó con una mirada que era más un mazo
que un anzuelo.
—Tenía la impresión de que se habían conocido en Filadelfia. Pero
Garrick estaba enseñando en Texas hace un año.
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Tragué saliva. Dios, por favor no me digas que Garrick no les había
dicho cómo nos habíamos conocido. Después de lo que le dijo a
Graham y su gran discurso sobre no mentir o avergonzarse, había
asumido que él les había dicho, lo básico, de todas formas.
Basada en la mirada calculadora en el rostro de su madre, yo
diría que eso era un gran y enorme no. —¿Así que se conocieron en
Texas?
Traté de decir que sí, pero en realidad sólo hice ruidos y asentí.
—¿Cuántos años tienes, Bliss?
¡Podría tener narcolepsia! Eso me sacaría de esa pregunta,
¿verdad? Simplemente podría fingir que me desmayaba. O tal vez
realmente podía desmayarme
Mi falta de respuesta debe haber sido suficiente para confirmarle
cosas, porque giró sobre sus talones y se dirigió en dirección a Garrick.
Me lancé a su alrededor y mantuve las manos en alto.
—Señora Taylor, espere. No hicimos nada incorrecto. Lo prometo.
—Oh, cariño. —Su sonrisa me dio escalofríos—. No creo que hayas
hecho nada incorrecto.
—¿En serio? —Me quedé en silencio por la conmoción.
—No, querida. Mi hijo es el que ha hecho algo incorrecto.
Me estremecí hacia atrás como si me hubiera abofeteado. Tenía
suficientes dudas en mi cabeza sobre Garrick estando conmigo, todas
las cuales parecían haberse agravado desde que llegamos aquí. No
necesitaba que ella agregara más. Me paré más erguida, y con mi
holgado vestido simple, me enfrente a su inmaculado y, sin duda,
atrozmente caro, vestido de coctel.
—Con el debido respeto, Señora Taylor. Está equivocada. Su hijo
me ama. Y yo lo amo. Ambos somos adultos, como lo éramos cuando
nos conocimos. Si hace un gran alboroto de esto ahora, sólo arruinará
esta fiesta y la relación, ya inestable, que tiene con su hijo. Él tiene
veintiséis, casi veintisiete años, una carrera y una prometida. No va a
ganar ninguna batalla tratándolo de nuevo como un a niño. Es
un adulto —reiteré, a pesar de que era otra palabra que había sido
dicha y pensada tantas veces que estaba comenzando a perder su
significado—. Ambos lo somos. No importa cómo nos conocimos.
Sus labios rojos se aplanaron en una línea y su mirada se sentía lo
suficientemente afilada como para rebanar un pan. Hizo este sonido
con su garganta, pero no era una risa, era más como una expresión de
sorpresa. —Después de todo, tienes una cabeza sobre tus hombros.
Oye, cumplido ambiguo. Nos hemos estado viendo mucho.
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Era a ella a la que le faltaban órganos vitales… como un corazón.
Me observó por algunos momentos más, y luego suavemente volvió a
girarse hacia donde estaba Garrick.
—Dos preguntas, Bliss.
¿Realmente acabo de rebajarla? Santa mierda.
—Sí, señora.
Chasqueó las uñas y apartó la mirada de mí mientras
preguntaba—: ¿Te gustaría almorzar conmigo el miércoles?
Estaba tan conmocionada, que casi me ahogo con mi saliva, lo
que hubiera arruinado completamente todo el momento de “cabeza
sobre tus hombros” de hace unos segundos.
Me obligué a no decir “Um“, y continué—: Sí. Almuerzo. Me
gustaría.
—Fantástico. Y lo último. ¿Quieren casarse pronto?
—Sí, señora, eso es lo que queremos.
—¿Estás embarazada?
Palidecí y dije firmemente—: No. Absolutamente no. No estoy… no
estamos…
Me detuve. Completamente. Como neumáticos chirriando. Resistí
el impulso de tomar mi planeador diario. De todas formas no lo tenía. Lo
había dejado en Filadelfia. Pero tenía un vago recuerdo de hacer una
nota para rellenar mis píldoras de control de natalidad.
¿Hace cuánto había sido eso? Estábamos terminando la
actuación de Peter Pan y haciendo el mayor número de presentaciones
esa semana ya que vendíamos demasiado bien. Las cosas habían
estado tan ocupadas, y… maldición.
—Yo…
Cerré la boca y le sonreí tensamente. Sacudí la cabeza y dije—:
No. Nada parecido.
Mierda. ¿Por qué mi memoria estaba tan borrosa? Esto es lo que
sucede cuando trabajas en múltiples empleos sin consistencia, y haces
la misma presentación día tras día. Se volvía verdaderamente difícil
distinguir un día del otro.
La Señora Taylor dijo—: De acuerdo, entonces. Te dejaré regresar
con mi hijo.
Asentí, ya a miles de kilómetros de distancia.
—¿Y, Bliss?
Levanté la cabeza y encontré su fría mirada nuevamente.
—No rompas más cosas, ¿de acuerdo?
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—Claro —le di una sonrisa dolida—. Por supuesto.
Se alejó, con sus tacos golpeando el suelo de mármol, y debería
haberme sentido aliviada al verla marcharse. Debería haber estado
contenta cuando Graham y Rowland vinieron a verme, pero no estaba
ninguna de esas cosas.
Porque, si estaba recordando correctamente, tenía un retraso.
Iba a vomitar.
—No me di cuenta que estabas tan enferma. Realmente debes
ser un peso ligero.
Rowland y Graham me estaban esperando cuando salí del baño,
y no sabía si quería encontrar a Garrick o evitarlo, si quería gritar, llorar o
vomitar un poco más.
—Yo sólo… necesito sentarme por un momento.
—Iremos a la sala de estar —dijo Graham.
Maldición. Este lugar tenía una sala de estar. Mis padres estaban
orgullosos de su nuevo baño remodelado, y este lugar era
prácticamente un palacio.
Y la habitación era incluso mejor en la vida real que en mi
imaginación. Era mucho más elegante que la sala de la era de Orgullo y
Prejuicio que me había imaginado. Y había gente pululando alrededor,
de pie junto a las ventanas y lujosas cortinas que se extendían desde el
suelo hasta el techo. Encontré un diván color crema, vacío, y me
desplomé sobre él, demasiado angustiada para siquiera preocuparme
por ensuciarlo.
Podría estar recordando mal. Esperaba estar recordando mal.
Pero la última vez que recordaba haber tenido mi período había sido
esa última semana en Peter Pan. Por eso es que me olvidé de conseguir
más píldoras, porque entonces no estábamos exactamente en peligro
de embarazarnos. Y eso fue… ¿qué? ¿Hace seis semanas? ¿Tal vez
cinco? De todas maneras, fue hace más de un mes. Pero a veces la
gente tiene retrasos sin estar embarazada. Eso sucedía… ¿verdad?
Podría totalmente estar llegando a conclusiones apresuradas.
O podía haber algo creciendo dentro de mí.
Dios, eso sonó tanto a una película de ciencia ficción.
¿Qué sabía sobre ser mamá? ¿Qué sabía sobre cualquier cosa?
Era un completo desastre. Ni siquiera podía pagar mis propios impuestos,
o sobrevivir a una fiesta de compromiso, o encender una jodida luz sin
romper algo. ¿Y se suponía que debía dar a luz y criar a otro ser
humano?
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Mi hijo iba a ser tan socialmente inepto que ni siquiera sería capaz
de caminar erguido, hablar oraciones completas, o estar alrededor de
otras personas.
Daría a luz a un niño ermitaño.
Respira. Respira.
Maldición. Eso me recordó demasiado a Lamaze11 que volví a
sentirme enferma.
¿Qué si terminaba siendo como Hamlet, el gato demonio, y me
odiaba?
Mierda. Mierda.
En verdad quería simplemente gritar esa palabra a todo pulmón,
pero probablemente no era ni el momento ni el lugar.
—¿Estás bien?
Abrí los ojos para ver a una alta rubia, cuyas piernas ponían a las
mías en vergüenza. Usaba un corto vestido de tubo negro con unos
increíbles zapatos con taco de color turquesa, y prácticamente era una
modelo de pie junto a mí, mientras yo jadeaba y trataba de no perder
el resto de los contenidos de mi estómago.
Gracias, mundo. Lo aprecio tanto.
—Este no es un buen momento, Kayleigh —dijo Graham.
—¿Sucedió algo? ¿No rompieron, verdad?
¿Por qué sonaba tan esperanzada?
Rowland habló antes de que yo pudiera hacerlo—: No,
simplemente no se siente bien. Te veremos más tarde, Kayleigh.
—Oh, de acuerdo. Bien, mejórate.
Odiaba cuando la gente decía eso. Como si pudiera
mágicamente hacer que eso sucediera. O como si no lo deseara
desesperadamente. Pero vaya, gracias por la recomendación.
Cuando se fue, miré a Rowland. —¿Quién era esa? —Miré a
Graham, y tal vez algo de la percepción de la Señora Taylor se me
había pegado, porque simplemente tenía un presentimiento—. ¿Es una
ex?
—Ehh… umm… uhhh…
Ese día podía dejar de empeorar en cualquier momento.
En cualquier momento, ahora. Realmente.
—¿Por qué sus padres invitarían a su ex a esto?
11 Técnica de preparación para el parto.
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—Bueno, Kayleigh es una amiga de la familia. Pero suponemos
que Eileen, la madre de Garrick, estaba intentando causar algunos
problemas, porque… bueno, Kayleigh no es la única.
—¿En serio? ¿Cuántas?
Rowland volvió a mirar a Graham, y yo estaba a punto de
estrangularlo. Si estaba embarazada, simplemente podría culpar a las
hormonas. Llámenlo locura temporal.
—¿Cuántas, Rowland?
Se rascó la cabeza. —Bueno, no es como si las hubiera contado.
—Adivina.
—Hombre, ¿Eileen te dio alguno de sus súper poderes?
—Rowland —chasqueé.
—No lo sé, diez.
—¿Diez?
Garrick tenía diez ex-novias aquí.
¿Garrick tenía diez ex-novias incluso antes de ir a la universidad?
Y esas eran sólo las que habían venido. No se sabía cuántas más
había.
¿Oye, universo? ¿Crees que podrías tomarte un descanso con
todo el asunto de hacer llover mierda sobre Bliss? Lo apreciaría.
Me puse de pie para regresar al baño cuando Garrick entró en la
habitación. —Allí estas. Estaba un poco preocupado de que mi madre
te hubiera asesinado y estuviera escondiendo el cuerpo.
No me reí.
—¿Estás bien? —preguntó.
Comencé a asentir cuando Graham contestó—: Se está sintiendo
enferma. Y puede que haya conocido a Kayleigh. Y Rowland tiene una
boca grande.
—Jesús.
Extendió una mano tentativamente para tocar mi hombro.
—En una escala del uno al diez, ¿qué tan enojada estás?
Me llevé una mano a la sien, donde un latido sordo estaba
comenzando a formarse. —Cansada.
Rowland dijo—: Oh, eso es bueno.
Escuché un ruido sordo, que supuse era Graham golpeándolo en
la cabeza.
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Garrick entrelazó sus dedos con los míos y beso la parte posterior
de mi mano. —Vamos. Podemos adelantarlos e ir a la cama. Es un poco
temprano, pero podríamos culpar al jet lag. Nadie nos extrañará.
Sólo las diez ex-novias que quieren recuperarlo. Sí, estaba
completamente de acuerdo con ir a la cama temprano.
Me despedí de Rowland y Graham, y le deseé suerte a Rowland
en conquistar a una de las ex. Luego, dejé que Garrick me condujera
fuera de la sala de estar y hasta la escalera que serpenteaba hacia
arriba desde el comedor.
Su madre nos interceptó justo antes de que llegáramos a las
escaleras. —¿A dónde van ustedes dos?
—Bliss no se siente bien. Y todavía estamos ajustándonos al
horario. Vamos a retirarnos temprano. Creo que he visto a la mayoría de
la gente que te importaba que viéramos.
No la miré a los ojos, asustada de lo que sería capaz de leer en mi
mente, con esa loca mirada de Slytherin.
—Oh, eso es muy malo. Tengo la habitación de huéspedes
arreglada para ella.
Garrick apretó su agarre en nuestro equipaje y maniobró para
rodear a su madre y subir los primeros escalones de la escalera.
—Eso no sucederá, madre. Su equipaje ya está arriba y no
estamos acostumbrados a dormir separados. —Palidecí. Si él dijera eso a
mis padres, estaría mirando una escopeta—. Estaremos en mi
habitación.
Me permití mirar a su madre. Tomó una respiración profunda y
entonces sus ojos encontraron los míos. A pesar de sentirme miserable,
cuadré los hombros y levanté las cejas en una mirada que esperaba
que dijera: te lo dije.
Así como también esperaba que no dijera: te mentí totalmente y
probablemente esté embarazada.
Seguí a Garrick por las escaleras, todavía tratando de envolver mi
cabeza alrededor de esta noche. ¿Debería decirle? ¿Qué si sólo estoy
recordando mal? No quería que se preocupara por nada.
Simplemente debía esperar. Seguiría tratando de recordar. Tal vez
había olvidado algo o estaba recordando mal los días. O podría
comprar un test.
Sí. Eso es lo que debería hacer… para estar segura.
Estaba tan ansiosa por lavarme los dientes que ni siquiera le dije
nada a Garrick antes de retirarme al cuarto de baño adjunto. Y tal vez
revisaría una vez más para asegurarme que no había comenzado en los
últimos diez minutos.
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Garrick golpeó la puerta un par de minutos después y, ¿quién
hubiera pensado jamás que estaba deseando que mi período
comenzara?
Su voz era suave y tentativa. —¿Estás bien, amor?
—Sí. Estoy bien. Saldré en un segundo.
Tomé una respiración profunda.
Todavía no había razón para entrar en pánico. Le dije a Eileen
que era una adulta, y se sintió bien enfrentarme a ella. Decirlo
realmente en serio. Era especialmente importante que actuara como
una, ahora. Porque si estaba… si estábamos embarazados, había
mucho más en juego que una visita para conocer a los padres y un
estúpido jarrón roto.
Así que, al día siguiente compraría un test de embarazo. La gente
hacía eso todo el tiempo. Y salía negativo todo el tiempo. Esta noche
sólo necesitaba sacarlo de mi mente y descansar un poco. Sólo haría
que me enfermara si seguía preocupándome por eso.
La puerta del baño chirrió cuando la abrí y Garrick se giró desde
donde se estaba cambiando. Justo estaba deslizando un par de
pantalones de pijama sobre sus caderas, y si esa no era la mejor
manera de aclarar mis pensamientos, no sabía qué lo era.

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