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Nos detuvimos en una pequeña tienda que era sólo un poco más
grande que un mini supermercado. Tenía comida, artículos de aseo, y
una mezcla aleatoria de elementos, pero la farmacia del fondo era mi
asunto de interés.
—¿Te importaría conseguirme una bebida? —pregunté—. Voy a ir
al baño, tomaré esa medicina, y me encontraré contigo aquí de nuevo.
No esperé a que Garrick estuviera de acuerdo conmigo antes de
girar y alejarme. Me dirigí a la farmacia caminando lentamente,
mirando hacia atrás para ver cuando él ya no observaba. Al verlo darse
la vuelta, aceleré el paso y comencé a recorrer los estantes buscando
las pruebas de embarazo. Me tomó tres intentos encontrar el pasillo
correcto, y luego todo lo que pude hacer fue mirar fijamente el estante.
¿Por qué tiene que haber tantos?
Había una variedad de nombres y marcas, digitales, manuales y
dosificadores, una y dos líneas, con signos más y signos del apocalipsis.
Y, Oh, Dios, ¿por qué esto era tan terrible?
Quizás debería tomar uno de cada uno.
Entonces miré los precios.
Eh… probablemente uno estaría bien por ahora.
Agarré uno manual con el signo más, y corrí hacia el mostrador de
la farmacia, en la parte trasera. Un chico indio con gafas estaba
escribiendo en su ordenador.
—¿Disculpe? —Levantó la mirada—. ¿Puedo pagar esto aquí?
—No, señora. La caja está adelante
Fabuloso.
Tomé un par de cosas más. Un ibuprofeno, un protector solar y
una caja de tampones (haciéndome ilusiones). Reuní todos los artículos
en mis brazos, escondiendo la prueba de embarazo detrás de todo.
Luego, fui hacia delante para encontrarme con Garrick.
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Estaba de pie sosteniendo una botella de Coca-Cola, sonriente y
perfecto, y Dios, quería decirle. Pero su comentario anterior acerca de
los niños tenía mi cabeza dando vueltas. Pensé en decirle entonces,
pero luego había insistido tanto que eso fue una broma que empecé a
preocuparme de que él enloquecería. Es decir, ¿por qué no lo haría?
Sólo hemos estado juntos un año. Estábamos a punto de casarnos.
Probablemente había celdas más espaciosas que nuestro apartamento.
Esperé hasta que fueta nuestro turno para pagar y entonces me
volteé hacia él y dije—: Oh, cariño, lo siento. ¿Te importaría cambiar esa
bebida por agua? ¿O tal vez jugo? Es que creo que sería mejor para mi
estómago.
Tan pronto como se fue, me deshice de todas las cosas en el
mostrador y empujé la prueba de embarazo hacia la cajera.
—¿Puedes registrar esto primero?
La chica en la caja registradora era rubia, no podía ser mucho
mayor de dieciséis años, y se rió de mí. De verdad se reía de mí.
—Mira, sé que esto es loco. Pero por favor. Sólo hazlo rápido.
Se encogió de hombros y dijo—: Él lo va a notar tarde o
temprano.
No necesitaba una postura en estos momentos.
Registró la prueba, y la metí en mi bolso justo cuando Garrick dio
vuelta en la esquina. Puso el agua en el mostrador, y luego observó mis
cosas.
—Pensé que estabas buscando medicamentos.
Disculpa, descarada chica cajera, ¿podrías prestarme tu caja
registradora por un momento para estrellarla contra mi cara?
Tomé el frasco de ibuprofeno y lo agité.
—He estado teniendo dolores de cabeza, y creo que
probablemente fue eso lo que causó las náuseas.
La chica se rió entre dientes cuando dije náuseas. Probablemente
no presagiaba nada bueno para mi futuro como madre cuando lo que
realmente quería era golpear a esta adolescente.
Garrick tomó la bolsa de ella cuando pagué y la llevó afuera por
mí. En la acera, dijo—: Podrías haberme dicho. No soy tan ingenuo.
Me atraganté con el sorbo de agua que acababa de beber. —
¿Qué?
Levantó la bolsa, y pude ver la caja de tampones a través de la
bolsa de plástico semitransparente. —¿Esto? ¿Los analgésicos? Podrías
haberme dicho que tenías tu periodo.
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Sólo yo podría sufrir la humillación de discutir un periodo
inexistente con mi novio.
—Oh, no. No, estos sólo… —Me quedé completamente en
blanco—. Estaban en promoción.
Levantó una ceja. —¿Así que decidiste comprarlos ahora?
Creo que iba a estudiar una carrera como mimo. Porque esa
parecía ser la única manera de dejar de decir cosas estúpidas.
Recuperé la bolsa de compras y la metí en mi bolso gigante. —
¿Qué tan cerca estamos del Ojo? —pregunté.
Giramos en una esquina, y señaló hacia una gigante rueda de la
fortuna blanca que se encontraba más adelante. —Muy cerca.
Contenta por el cambio de tema, lo escuché explicar que el Ojo
había sido construido cuando estaba en la escuela, y que cuando
celebraban año nuevo disparaban fuegos artificiales desde él. Declaró
que iríamos a bordo en una de las cabinas mientras que la estructura
estaba aún en movimiento, aunque muy lentamente.
Tuvimos que esperar en la fila por un tiempo, pero ya que era un
día de semana no fue tan malo.
Con nuestros dedos entrelazados, nos metimos en frente de la fila,
los primeros en abordar la siguiente cabina.
De diez a quince personas abordaron con nosotros, y
encontramos un lugar en la ventana que nos daría un buen punto de
observación cuando la rueda siguiera su lenta rotación hacia arriba.
Garrick dijo que una vuelta duraba aproximadamente de unos treinta
minutos, así que se aferró a la barra y envolvió sus brazos alrededor de
mi cintura. Puso su mejilla contra la mía, y juntos observamos como la
ciudad se hacía más y más pequeña mientras íbamos hacia el cielo.
El Támesis se retorció a nuestro lado, las torres y rascacielos
perforaban el claro día azul, y los pequeños puntos de personas se
movían debajo de nosotros en la distancia. Desde allí, parecían
extraordinariamente pequeños, y no había muchos. Algunos estaban en
la fila para el Ojo, otros se apresuraban a través de las calles. Podía
imaginar a cada uno de ellos envueltos en sus pensamientos,
contemplando sus sueños, enamorándose, recibiendo noticias que
cambiarían su mundo entero.
En la vida, es tan fácil tener una visión restringida, imaginar que
este mundo es el escenario de una película. Y tu historia, lo que ves a
través de tus ojos, piensas con tu cerebro y sientes con tu corazón, es lo
único que importa. Pero el mundo era mucho más grande que eso. La
vida era mucho más grande que eso. A veces, no podía entender
como nos contenía a todos nosotros, toda la esperanza y el dolor de la
humanidad.
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Era tan extraordinario pensar que de hecho, en este preciso
momento, una nueva vida se podría estar formando dentro de mí. No
entendía cómo podía afrontar eso, tampoco como podría tener otra
persona que fuera totalmente dependiente de mí. La cámara de mi
vida se hallaba muy enfocada. Estaba Garrick, por supuesto, pero
ambos nos encontrábamos concentrados en nuestras carreras, en
estabilizarnos. Si teníamos un bebé, eso cambiaria todo para nosotros.
Nuestras lentes tendrían que reorientarse, ajustarse. Ya no podríamos ser
sólo nosotros nunca más.
Podía sentir el calor de la mano de Garrick contra mi vientre a
través de mi fina camisa, y pensé… la responsabilidad no sería
completamente mía. Sí, Garrick era un chico, y sí, la mayoría de ellos
estaban aterrorizados por el compromiso, los bebés, y toda esa clase de
cosas. Pero él era diferente. Era un hombre que sostenía mi bolsa de
tampones sin quejarse, un hombre que no se enojó cuando lo detuve
justo antes de tener sexo, y un hombre que me amaba y me apreciaba
a pesar de todas mis rarezas y problemas.
Interrumpió mis pensamientos señalando hacia la ventana. —Por
allí fue donde estuvimos esta mañana. Esa es la iglesia a la que fuimos. Y
ese es el camino a la casa de mis padres. Puedes ver también la
escuela primaria a la que asistí allí. Graham y yo estábamos en
problemas casi todos los días. Nuestras madres nos amenazaron con
enviarnos a un internado.
Fue la peor transición en la historia del mundo, pero lo miré por
encima de mi hombro y lo solté—: Compré una prueba de embarazo.
—¿Qué? —No lo dijo como si estuviera sorprendido o aterrorizado.
Más bien como alguien que no escuchó muy bien lo que dije.
Así que continué—: En la farmacia. Actué un poco raro y te envié
a buscar bebidas porque estaba comprando una prueba de
embarazo, y estaba asustada de decírtelo.
Esta vez me dio una reacción.
Sus manos cayeron de su lugar en mi estómago, y se movió para
apoyarse en la barra a mi lado. Sus ojos buscaron mi rostro, y pensé que
el silencio me mataría, atando mi tráquea con un bonito lazo, y
sofocaría mi cerebro.
—Dime algo.
Abrió la boca, pero nada salió durante varios segundos hasta… —
¿Estás embarazada?
Está bien. Corrección. Di algo que en realidad me dé una idea de
cómo vas a reaccionar.
—No sé. Tengo un retraso. Creo. Podría no ser nada.
—O podría ser algo.
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Maldita sea, ¿por qué no podía leer su expresión?
—Podría ser. Porque… bueno… olvidé rellenar mi prescripción.
Para la píldora. Estaba muy ocupada, y se me olvidó. Esto aún es nuevo
para mí, y yo…
—¿Por qué no me dijiste?
Me iba a volver loca si él no decía algo más definitivo pronto.
Suspiré y miré hacia la ciudad. Acabábamos de llegar a la cima de la
rueda, y la cabina me dio una vista panorámica. Agarré la barra que
mantenía a la gente atrás del vidrio y dije—: Estaba asustada. La idea
de tener un hijo, me asusta. Aún me siento como una niña a veces. Y
ambos trabajamos mucho, nuestro apartamento es muy pequeño,
vivimos en esta gran y a veces peligrosa ciudad que apenas podemos
pagar, y realmente no hemos hablado acerca de tener niños. Luego,
fueron mencionados en este vago y lejano futuro, y no sabía cómo te
sentirías. Así que estaba esperando hasta saberlo a ciencia cierta. O
hasta que pudiera regresar a casa y ver mi calendario.
—¿Pero?
Mi respiración era muy fuerte en mis oídos, casi ensordecedora. —
Pero no quería estar asustada sola.
Sus manos acunaron mi rostro, y tocó su frente con la mía. Mi
respiración se detuvo. Dijo—: Nunca deberías estarlo.
Dejé escapar un pequeño sollozo y me aferré a él. Bajó una mano
hacia mi cintura, su pulgar rozando mi vientre.
—¿Crees… sientes que lo estás?
Me encogí de hombros. —No podría decirlo. Estoy agotada, pero
podría ser sólo la descompensación horaria. Estoy muy sensible, pero
podría ser que soy una lisiada social que rompe jarrones caros como
primera impresión. Y me enfermé ayer, pero sólo una vez, así que pudo
haber sido solamente la fatiga y la conmoción.
Asintió, esta vez deslizando su mano por debajo de mi camisa
para tocar mi estómago.
—Si estoy…
—Entonces todo estará bien. Todas las cosas que dijiste son
verdad, pero estaremos bien. Serás una madre extraordinaria, y
haremos lo que sea necesario para cuidar a nuestro hijo. —Sonrió y
sacudió su cabeza—. Nuestro hijo. Guau. ¿Eso es lo que te molestaba
ayer?
Asentí, y él exhalo de alivio. —Es algo bueno, ¿no?
—¿Quieres decir que estás bien con esto? —Mi corazón daba
saltitos.
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—Quiere decir que te amo y que quiero casarme contigo y
llamarte la madre de mi hijo. Sin importar el orden en que eso suceda.
Apoyé la cabeza contra su pecho, y de repente el peso de mi
cuerpo se sentía demasiado. Su mano se deslizó por mi espalda, y tiró
de mí hasta que mi estómago estaba presionado contra el suyo. Dejé
que sostuviera la mayor parte de mi cuerpo y dije—: Tenemos una
tendencia a hacer las cosas fuera del orden.
—El mundo nos ha dado un montón de sorpresas, pero cada una
de ellas ha sido mejor que la anterior. No tengo duda de que esto va a
ser igual.
Levantó mi cabeza y atrapó mis labios en un beso.
Pasamos el resto del viaje ignorando el horizonte, enfocados el
uno en el otro, y en el momento en que la cabina nos llevó de vuelta a
tierra sólida, una pequeña parte de mi estaba realmente esperando ese
signo más.
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