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Cora Carmack - keeping her Cap 4

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—De acuerdo, ahora sí acabamos —dijo Garrick, su voz profunda
e hipnótica.
Yo no quería acabar. Esto era mucho más divertido que conocer
a sus padres. Descansé mi barbilla sobre su hombro y dije—: Sólo uno
más.
Él me miró. —Confía en mí, amor. Luego querrás haber parado
ahora. De otra manera, comenzarás a inventar canciones y hablar
sobre lo rico que huelo, y empezarás a tocarme inapropiadamente.
Descansé mi mejilla contra su hombro y deslicé mis dedos justo por
debajo del collar de su camisa. —Pensé que te gustaba cuando te
tocaba inapropiadamente.
Garrick detuvo mi mano en su cuello y dijo—: No cuando estamos
a punto de reunirnos con mi madre.
Oh, Dios. Su madre. No debería ser gracioso, pero aún así
comencé a reír. Tenía que reír… o me pondría a llorar. Sé que dijo que
Rowland y Graham sólo bromeaban, pero no tenía dudas de que lo dijo
para evitar que saliera huyendo.
—Tu mamá entenderá. Ustedes dos prácticamente ya están en la
luna de miel. Es bastante repugnante —dijo Rowland.
Graham añadió—: Por supuesto que lo entenderá. Digo, es tu
mamá. No es como si no hubiera tenido sexo antes.
Oh, Dios. Ahora iba a reír y llorar.
Graham se inclinó sobre mí para mirar a Garrick, cuyo rostro se
encontraba arrugado en la que posiblemente era la única expresión
nada atractiva que alguna vez hubiese visto en su rostro. Burlándose
aún más de Garrick, dijo—: Apuesto a que tus padres lo están haciendo
en este momento. Aprovechando para echarse un rapidito mientras tu
vuelo está “retrasado”.
Garrick se levantó de su banco. —Y… esa es nuestra señal para
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irnos a dormir ya.
—Y llamar a un terapeuta. —Sonrió Graham.
—Y comprar un café —añadí. Café, definitivamente.
Garrick se colocó detrás de mí, y sus cálidas manos apretaron mis
hombros. Me incliné hacia atrás y ladeé la cabeza hasta apoyarla
sobre su estómago, y mirarlo al revés. Parpadeé. O quise hacerlo, de
todos modos. En vez de eso, mis ojos se quedaron cerrados. La
oscuridad se llenó de colores, y tuve la sensación de estar cayendo
hacia un hoyo negro. Obligué a mis párpados a abrirse, y luego los
entrecerré debido a la claridad del bar. Entre estar al revés y dos tragos
pasado el punto de que me importara, el mundo se encontraba
terriblemente desorientado. —Creo… —Miré a Garrick—. Que bebí
demasiado.
Garrick asintió, y si sus pesados párpados indicaban algo, era que
no se encontraba exactamente sobrio, tampoco. O estaba excitado. O
ambos… con suerte.
Él dijo—: Creo que tengo un par de idiotas como amigos.
Graham se levantó, dejando su cerveza a medio tomar sobre la
barra. —No seas tan dramático, Taylor. Sabemos lo mucho que nos
amas. No tienes por qué hacer un espectáculo.
—Sólo salgamos de aquí —dijo Garrick.
Asentí, lanzando mis brazos alrededor de su cintura y apoyando
mi cabeza contra su pecho.
Rowland dijo—: Al menos ahora está relajada. Te hice un favor.
De hecho, me encontraba gloriosamente relajada. Y pensé…
quizá podríamos estirar todo esto del falso retraso del vuelo un poco
más, tomarnos un tiempo para nosotros en la ciudad antes de tener que
caminar por la plancha. Deslicé mis manos por el cinturón de cuero
envuelto alrededor de sus caderas, y lo levanté con mis dedos.
Tarareando, encontré la cálida cruz donde los músculos de sus hombros
fluían hasta su cuello. Esta era su parte más perfecta. Cuando respiré
profundo, casi pude imaginar que estábamos solos y me encontraba
rodeada por él.
Garrick aclaró su garganta. —Quizá algo demasiado relajada.
Abrí mis labios y probé esa perfección. Un pequeño sonido de
satisfacción rodó de mis labios, y en algún lugar detrás de mí, escuché—
: Rowland en verdad sí te hizo un favor.
Garrick, gentilmente, me empujó hasta que mis pies estuvieron
planos sobre el piso, y ya no pude alcanzar su cuello.
Alzó su dedo medio en dirección a sus amigos. Graham levantó
las cejas, y Garrick parecía darse cuenta que ya no nos encontrábamos
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en Estados Unidos. Parpadeó y sacudió la cabeza, luego añadió un
segundo dedo. Parecía una señal de paz al revés, pero sabía que no
significaba eso. No aquí.
Graham sacudió la cabeza. —Maldición. Los Americanos te
atraparon.
Garrick volvió a mostrarle los dos dedos, pero esta vez con un
poco más de convicción. Los miré, entendiendo vagamente lo que
sucedía, hasta que ambos soltaron una risa.
Rodé los ojos.
Hombres.
Garrick mantuvo mi mano agarrada con fuerza al salir del pub, y
entonces nos dirigimos al auto en el cual habíamos llegado. Me
introdujo primero al asiento trasero, y luego se subió él.
Rechacé el cinturón de seguridad para poder envolverme a su
alrededor. Encontré de nuevo ese punto en su cuello y suspiré. —En serio
hueles muy bien.
Rió. —Siempre dices eso, especialmente cuando has estado
bebiendo.
Eso es porque era verdad. Nunca antes pensé en algún olor como
algo excitante. Cuando compraba colonia para alguno de mis novios
pasados, todas olían básicamente igual para mí. Normalmente hacía
que algún trabajador en la tienda eligiese por mí. Pero con Garrick…
Dios, lo único que quería en la vida era estar rodeada de su esencia a
cada segundo. Si no podía estar cerca de él, quería ponerme su ropa, o
dormir en su lado de la cama.
Era rara. Podía aceptarlo.
Quizá se trataba el alcohol o el hecho de estar en una ciudad
extranjera, o que esta era la primera vez que en verdad salíamos a
tomar juntos, desde la noche en que nos conocimos; de cualquier
modo, lo deseaba, lo deseaba tanto que mi piel hormigueaba por
tocar la suya. Jugueteé con uno de los botones en su camisa,
intentando actuar lo más inocente posible. Y entonces, lentamente, abrí
el primer botón. Su cabeza no se movió, así que fui por el segundo.
Aparentemente un botón era mi límite, porque obviamente me
atrapó. Le sonreí tan dulcemente como pude y deslicé mis dedos
dentro de su camisa para tocar la piel desnuda de su pecho. Su barbilla
bajó, y me miró en advertencia, pero no me detuvo. Tracé un camino a
lo largo de su clavícula y desde su hombro, de vuelta hasta su pecho.
Me observó con una mirada intensa, y el brazo reposando sobre el
respaldo de mi asiento, descendió a mí alrededor. Las puntas de sus
dedos se deslizaron dentro de mi blusa hacia la curvatura de mi
hombro.
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Me moví para encararlo, apoyando mi otro hombro contra el
asiento y cubriendo su regazo con mis piernas. Inmediatamente, su otra
mano se enredó alrededor de mi pierna.
Puede que no tenga idea de muchas cosas, pero conocía a mi
prometido. Definitivamente era un hombre de piernas.
Entre su toque y el alcohol, me sentía mareada.
Eso puede que fuese principalmente por el alcohol, considerando
lo pesada que se sentía mi cabeza y la manera en que el mundo seguía
removiéndose y girando en mi visión periférica. Las yemas de sus dedos
encontraron la parte posterior de mis piernas, y me reí ante su toque.
—Aw, hermano —dijo Rowland desde el asiento delantero—.
Ustedes dos son como un montón de adolescentes cachondos.
Me sentía como una adolescente. No había estado así de
borracha en años. Siempre muy ocupada trabajando, y trabajando y
trabajando un poco más.
Ser un adulto apestaba.
Ladeé mi cabeza hacia Garrick y dije—: No siento mis labios.
—Ven, déjame revisarte. —Su boca chocó contra la mía, y su
lengua se introdujo entre mis labios, enredándose con la mía. Sabía a
cerveza y a él mismo, y me di cuenta que había bebido casi tanto
como yo. Se apartó. —Nop, aún están ahí.
Sonrió juguetonamente, y fue ahí cuando supe que había bebido
demasiado. Riéndome, envolví mi brazo alrededor de su cuello, y
descansé mi cabeza contra el asiento, tirándolo conmigo.
—¡Oigan, oigan! —llamó Rowland—. Nada de sexo mientras
conduzco. Eso es poner en riesgo a la ciudadanía.
Los labios de Garrick trazaron mi cuello, y no podía obligarme a
misma a para de reír. Le respondí—: Entonces detente.
—¿En serio tendrán sexo en mi auto? Porque eso sería ardiente.
¿Ella puede ir arriba?
—¡Ojos al frente, Rowland! Nadie tendrá sexo —dijo Garrick.
Fruncí el ceño, y besó el puchero en mis labios. Murmuró—: Tú
pones en riesgo a la ciudadanía.
Graham se apoyó por encima de su asiento para mirarnos. —
Ustedes no necesitan café. Necesitan un jodido tranquilizante.
Gruñendo, las manos de Garrick se deslizaron de mi cuerpo para
apoyarse contra el asiento. Se sentó derecho de nuevo, y me quejé
ante la distancia.
Me quejé. Estaría avergonzada si no me encontrara tan excitada.
Apretó los puños e inclinó la cabeza hacia atrás.
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De todas las ocasiones en las que tenía que practicar su
contención, eligió ésta. Me iba a quemar en mi propia piel.
Mirando al techo, y con voz tensa, dijo—: Lamento eso.
—¿Lo lamentas? —pregunté—. ¿Quién lo lamenta?
—¡Yo no! —dijo Rowland.
Tracé mis dedos sobre su brazo. —Yo lamento que hayas parado.
Garrick miró mal a Rowland por el espejo retrovisor hasta que su
mirada se enfocó de nuevo en el camino. Luego se giró hacia mí y
señaló a su amigo. —Eso es lo que lamento.
En alguna parte de mi cuerpo, me encontraba bastante segura
de que aún tenía un cerebro. Y probablemente me había estado
gritando desde hacía un rato. Pero mis hormonas debían tener unos
jodidos megáfonos, porque era todo lo que podía oír. Me senté, mis
brazos y piernas temblando de necesidad reprimida. Mi blusa se
encontraba torcida, y se podía ver mi sostén azul y el borde de mi seno
por entre el cuello de mi camisa. La reajusté rápidamente, buscando a
ver si Rowland o Graham lo habían visto, pero por suerte, aún se
encontraban mirando hacia adelante. Mis ojos saltaron hacia los de
Garrick, oscuros. Sí, definitivamente no lo pasó por alto.
Una corriente de electricidad me recorrió, y apreté las piernas,
intentando aliviar algo, lo que sea. Garrick se inclinó hacia mí y sus
labios acariciaron mi oreja. Para nada ayudando a la situación. Mientras
intentaba evitar retorcerme, dijo—: Por más que me muera por tenerte
en este momento, eres mía. Y yo no comparto.
Tragué, y apreté aún más mis piernas. De algún modo, éste era el
peor y mejor momento de mi vida. De hecho, la mayor parte de toda
nuestra relación cabía en esas categorías. El mejor novio. El peor de
todos mis momentos embarazosos. El mejor beso. La peor excusa de la
vida. El mejor (bueno… único) sexo. El peor momento. Pero aceptaba
todos los peores, si los mejores seguían después.
Su nariz rozó mi mandíbula, su aliento acarició mi cuello, y juro que
mi cuerpo se sacudió en respuesta. Pensarías que con la mañana que
había pasado distrayéndome antes de nuestro vuelo, no estaría tan
desesperada por él ahora, pero siempre me encontraba desesperada
por él.
Además, aunque vivíamos juntos, no lo veía lo suficiente. Entre las
obras y los trabajos adicionales que nos tocaban para poder pagar
nuestra renta en Center City, se sentía como si cada momento
estuviésemos con prisa por salir. No podía recordar la última vez que
habíamos salido juntos una noche, al menos no cuando acabásemos
de terminar una obra y estuviésemos exhaustos.
Todos esos años inventando excusas para no tener sexo, y ahora
me encontraba ocupada intentando pensar en una excusa para
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abandonar a sus padres y amigos, y quedármelo para mí sola.
Sus labios rozaron mi oreja de nuevo, lancé mi mano hasta su
muslo y lo apreté. No sé si le hacía señas para que parara o para que
me diera más; simplemente sabía que me estaba muriendo tan sólo por
su proximidad. Un gruñido bajo salió de su garganta, y subí la mirada
para cerciorarme de que sus amigos no estuviesen mirando. No lo
hacían, así que me arriesgué y deslicé mi mano un poco más arriba.
No me moví un centímetro cuando su mano se estrelló contra la
mía. En mi oído, gruñó—: En serio, pones en peligro mi salud. —
Simplemente apreté su pierna de nuevo, e incliné mi cabeza para
ofrecerle más de mi cuello. Mordisqueó mi piel y luego murmuró—:
Vamos a conocer a mis padres. Sonreiremos y hablaremos un rato
suficientemente largo para que sientan que te conocen, y luego
encontraremos algún lugar donde estar solos. Mi habitación, el baño, la
cocina, no me importa dónde. Lo único que me importa es cogerte tan
fuerte que no podrás ver con claridad.
Yyyyy…. aneurisma.
El aire abandonó mis pulmones como si me hubiesen golpeado en
el pecho, y me sonrojé tan violentamente que sentí mí sangre hervir. En
serio. El asiento se hallaba tan caliente, que me iba a dar una jodida
insolación. Tuve que morderme con fuerza el labio para evitar que
saliera la cuerda de sonidos ininteligibles creciendo en mi lengua.
Garrick y yo teníamos sexo. Frecuentemente. Sexo bueno. Pero en
el espectro del coito (Oh, Dios, sólo mi cerebro podría pensar en
espectro del coito en un momento como éste), hacíamos el amor. Era
intenso, dulce y perfecto. No sabía si fue el alcohol, o mis acciones, lo
que lo hicieron saltar al otro lado del espectro, pero sabía que estaba
tan tensa que otro minuto de soportarlo susurrando en mi oído
probablemente podría hacerme estallar. Quizás esa fue la razón por la
que mis brazos y piernas se sentían como gelatina cuando paramos
frente a la puerta de la casa de sus padres, y él tocó el timbre. Aunque
estoy segura que el alcohol, el estrés, y todo el viaje no ayudó tampoco.
—Todo saldrá bien, ¿verdad? —pregunté—. No se nota que estoy
borracha, ¿cierto?
¿Y serían sus padres capaces de notar que antes me encontraba
muriéndome por tener sexo con su hijo en el asiento trasero de un auto
como si fuese la cita de un baile de graduación? ¿Qué aún me moría
por hacerlo?
Podía imaginármelo.
Hola mamá y papá, ésta es mi novia…
¡RAMERA!
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Luego me harían cocer una “A” roja en toda mi ropa7, y
definitivamente no me veía bien en rojo, especialmente con todo ese
sonrojo característico. Además, apenas lo logré en mi clase de vestuario
en la universidad. Las agujas y yo no nos mezclábamos.
Una mano cayó sobre mi hombro, y salté. Rowland sonrió—: Estás
bien, Bliss. Vas a arrasar. Sólo espera.
Claro. Estaría bien.
Garrick tocó el timbre una segunda vez, y cuando nadie contestó,
Graham dijo—: Te dije que se revolcaban.
Lanzando una mirada feroz por encima de su hombro, Garrick
tomó aire y cuadró sus hombros. Lo miré fijamente, y por primera vez me
di cuenta que se encontraba tan nervioso como yo me sentía. Oh,
demonios, si él estaba nervioso, era mi fin. Mis posibilidades eran verme
tan bien como un personaje principal en Game of Thrones8.
Giró la perilla. Esta siguió su mano, y la puerta se abrió para revelar
un pasillo oscuro. Mis pasos hicieron eco al entrar.
—Esto es raro —dijo, su voz también hizo eco.
¿Significaba que podíamos ir directo a su habitación? Porque, Oh,
mi Dios, sí, gracias.
La puerta abierta dejó pasar sólo la suficiente luz de la tarde para
revelar un camino hacia un vacío… vestíbulo. Nunca en mi vida había
pensado que alguna vez utilizaría esa palabra en la vida real. Cortinas
pesadas cubrían las ventanas, velando de oscuridad el resto de la
habitación. Busqué por la pared a un lado de la puerta, pasando mi
mano por ella en busca de un interruptor de luz.
No estaba segura de a cuál de mis múltiples problemas podía
culpar cunado mi antebrazo chocó contra algo frío y suave, en forma
de jarrón, tumbándolo hacia un lado. Cuando intenté alcanzarlo y fallé,
culpé a mis pensamientos invadidos de sexo. Cuando lo escuché
estrellarse y romperse en el enorme vestíbulo, culpé al alcohol. Cuando
la luz se encendió, revelando un en verdad enorme vestíbulo, un gran
grupo de personas caminando hacia la entrada con copas de
champagne en la mano, y una elegante y terrorífica mujer que sólo
podía ser la mamá de Garrick mirándome con horror… bueno, fue ahí
cuando supe que la culpa no era de ninguna de esas cosas.
7Hace referencia a la novela de Nathaniel Hawthorne, que relata la historia de Hester
Prynne, una mujer acusada de adulterio y condenada a llevar en su pecho una letra
"A", de adúltera, que la marque.
8Serie de televisión estadounidense de fantasía medieval y gore para la cadena HBO.
Su trama se centra en las violentas luchas dinásticas entre varias familias nobles por el
control del Trono de Hierro del continente de Poniente.
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Simplemente era yo… fallando en la vida, otra vez.
Detrás de mí, Rowland rompió el silencio con una tentativa—:
¿Sorpresa?
No… Que yo fuera un desastre de proporciones extremas era lo
último que me sorprendía. Sí que arrasé. Arrasé tanto que parecía la
prima de Hulk.
Bliss ARRASÓ.

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