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Todavía estaba un poco con cara de sueño, mientras
esperábamos en la cola de inmigración, luego tomé nuestras maletas y
pasamos por la aduana. Bliss alternaba entre la exuberancia y el
silencio, más de este último, a medida que nos acercábamos a nuestro
destino final.
Fuera del aeropuerto, metí a Bliss bajo mi brazo, necesitando
sentirla, tener algún tipo de control mientras su pánico comenzaba a
sangrar en mí. Estaba poco entusiasmado tratando de parar un taxi
para que nos llevaran a casa de mis padres en Kesington, cuando oí a
alguien gritar—: ¡Taylor!, ¡Garrick Taylor!, ¡mira por aquí, imbécil!
Bliss ya se había detenido y estaba mirando a los dos idiotas en la
acera, gritando y agitando los brazos. El primero tenía la piel oscura y
una cabeza circular que había estado cubierta de rastas la última vez
que lo había visto. Ese sería Rowland. Y junto a él, el segundo idiota,
Graham, quien se parecía lo suficiente a mí para pasar por mi hermano
(un engaño que habíamos usado más de una vez cuando éramos
niños), lo que significaba problemas.
Pasé una mano por mi cabello y sonreí. —Maldita sea.
¿Qué en el mundo estaban haciendo aquí?
—¿Amigos tuyos? —preguntó Bliss.
—Muy viejos amigos.
Bliss y yo dimos la vuelta a nuestro equipaje y apenas recorrimos
un par de metros antes de que Rowland me estuviera enfrentando.
—¡Ricky! —gritó, jugando con mi cabello.
Oí a Bliss decir—: ¿Ricky? —Por encima de mi hombro antes de
que empujar a Rowland.
Obviamente, le dije—: Ese nombre no estaba bien en la
secundaria, y no está bien ahora.
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Graham dijo—: Oh, vamos, hermano. Por lo menos permítele
divertirse un poco. No nos has visitado en años. Aunque puedo ver por
qué.
No tenía que mirar para saber que estaba mirando a Bliss. No sólo
nos parecíamos, altos, cabello rubio, ojos azules, teníamos el mismo
gusto por las mujeres. Había bromeado con ella sobre encontrar otro
tipo, pero ahora no era tan divertido. Negué con la cabeza hacia él y la
atraje hacia mí.
—Bliss, estos dos bastardos son mis viejos compañeros, Rowland y
Graham. Vinimos juntos. Y ésta es mi prometida, Bliss.
Dios, se sentía bien decir eso.
—¿Su nombre es Bliss? O es su apodo porque ella es realmente
buena…
—Rowland —advertí.
Se encogió de hombros y le disparó a Bliss una descarada sonrisa.
Ella estaba sonriéndoles a ambos, sus mejillas con un rojo brillante. Y tan
bueno como fue verlos, no estaba ni remotamente interesado en
compartirla.
Pregunté—: ¿Qué están haciendo aquí?
Rowland dijo—: Llamamos a tu padre, y le pedimos que le dijera a
tu madre que el vuelo se había retrasado por unas horas.
—¿Por qué harían eso?
Graham sonrió en dirección a Bliss y dijo—: Porque queríamos
conocer a tu chica… antes de que tu madre la hiciera pedazos.
Vi la sangre drenar su rostro, y pasó de estar roja a blanca en
segundos. Bueno, ahí fue lo último de su calma.
—¡Garrick! —Su mano conectó con mi brazo, y luego otra vez con
mi pecho.
Lanzándole una mirada a Graham, tomé sus manos y la acerqué.
—Está bromeando, amor. Todo va a estar bien.
Por favor, que lo esté.
—O después de unas cervezas con nosotros, estará, de todos
modos —interrumpió Rowland.
—Es medio día —dije.
Rowland se encogió de hombros. —Nos aseguraremos de que
haya algo de comida ahí.
Bliss tenía los brazos cruzados, mirándome. Se veía tan caliente
cuando estaba enfadada que casi no me importaba.
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Dije—: Gracias a ambos por venir. Y por cabrear mi futura esposa
en un tiempo récord. Pero fue un vuelo largo. Probablemente sólo
debería regresar a casa con Bliss.
Cuando la alcancé, su mano revoloteó fuera de mi alcance y
volvieron a golpearme en el pecho. —Oh no, no lo hará, Sr. Taylor. —
Escuché a Rowland reír detrás de mí. Ella continuó—. No me estás
privando de la oportunidad de reunir un poco de coraje líquido muy
necesario, o de interrogar a tus amigos.
Graham lanzó un silbido. —Me gusta esto.
Eso estaba incómodamente claro.
Me encontré con sus ojos, y ella no retrocedía. Apreté los labios en
una fina línea, pero sus cejas se levantaron en respuesta.
—Está bien. De acuerdo. —Me giré a mis viejos amigos y añadí—:
Un trago. Con comida. Una hora. Eso es todo. —Ellos alzaron las manos
en señal de rendición y comenzaron a guiarnos por la acera.
Por encima de su hombro, Graham dijo—: Maldita sea, Taylor.
¿Acaso la enseñanza te succionó toda la diversión?
—Algo fue succionado mientras estaba enseñando.
Empujé a Rowland desde atrás, y fue a parar varios metros
adelante, cacareando.
—¿Qué? —preguntó Bliss—. ¿Qué dijo?
—Nada. Sólo está siendo un idiota.
Rowland mantuvo la distancia mientras nos llevaba a la misma
vieja Peugeot que había estado conduciendo la última vez que había
vivido en Londres, hacía casi ocho años. Era curioso lo poco que
algunas cosas y personas cambiaron.
Yo había cambiado… de eso estaba seguro. En turnos, había sido
igual de elitista y crítico como mis padres, y me había revelado, luchado
con tremendos niveles de estupidez y problemas. Fue sólo hasta los
últimos dos años que empecé a sentir que por fin había encontrado un
término medio razonable. Sólo podía rezar para encontrar algo similar
en la actualidad, con mis padres. Sólo podía pedir que todo este viaje
no explotara en mi cara.
Ayudé a Bliss en el asiento trasero, y luego me giré hacia Graham
antes de deslizarme detrás de ella. No sólo se veía como mi hermano,
también se había sentido como uno la mayor parte de mi vida. Y
cuando me fui de esta ciudad, había dejado esa amistad.
Recientemente alcancé a reconectar con él.
Dije—: Es realmente bueno verte, amigo. Lo siento por fracasar en
mantenerme en contacto.
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Me dio una palmada en la espalda y sacudió la cabeza. —No te
preocupes por eso. Entiendo por qué te alejaste. Las cosas parecen
haber trabajado por si solas muy bien.
Miré al coche, donde Bliss estaba sonriendo y sin duda
escuchando alguna sucia historia que Rowland le estaba contando
desde el asiento del conductor.
Sonreí. —Sí, las cosas han funcionado a la perfección.
Salté en el asiento trasero y acerqué a Bliss para que se
encontrara conmigo en el medio. Mis viejos compañeros podrían haber
sido alborotadores, pero tienen una cosa a su favor; Bliss estaba más
relajada de lo que la había visto en la última semana.
Quizás fue una buena idea soltarse por un momento. Ambos lo
necesitábamos.
Atraje su cabeza hacia mí, presionando mi nariz en sus rizos
mientras se reía al oír la ridícula voz de Rowland imitando a su madre. Su
calidez, su olor me tranquilizaban. Y ella me hacía ver Londres con una
nueva luz. Me hizo ver lo que era antes de que mis padres, con su
presión y manipulación, me hicieran querer partir.
Una y otra vez, Bliss parecía ser mi nuevo comienzo, lo que me
ayudaba a dejar atrás el pasado y seguir adelante.
Apoyó una mano en mi muslo y me miró. Debí de haber estado
perdido en mis pensamientos por más tiempo del que pensaba, porque
me preguntó—: ¿Estás bien?
Puse mi mano sobre la suya y le dije—: Estoy contento de estar en
casa y tenerte conmigo.
Giró su mano, entrelazó sus dedos con los míos, y Rowland hizo
ruidos amortiguados en el asiento delantero.
—Oh déjalos, Row. Estás celoso porque todavía no has
conseguido aferrarte a una mujer por más de una noche.
—¿Conseguido? ¿Conseguido? Debería ganar un premio por eso.
Es más fácil de lo que piensas.
Bliss se acurrucó a mi lado y preguntó—: ¿Cuánto tiempo hace
que conocen a Garrick?
Rowland respondió—: Sólo lo he conocido desde secundaria.
—Escuela secundaria6. —Traduje para Bliss.
—Pero Graham y Garrick habían estado unidos por la cadera
desde que estaban en pañales.
6 Diferencia entre el Inglés americano y el de Gran Bretaña en algunas palabras.
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—Pañales —añadí.
—Eh, ella entiende lo esencial. No hay necesidad de traducir todo
lo que digo. Hablo inglés.
—Por lo que estás diciendo —comenzó Bliss, inclinándose hacia
delante, a los dos asientos delanteros—. ¿Debo ir por Graham en busca
de historias embarazosas?
—Disculpa. —Le di un codazo en el lado, y ella se retorció debajo
de mí.
—Oh, vamos. Tú conoces bastantes cosas embarazosas sobre mí.
Has estado allí en muchas de ellas.
—Cuenta —dijo Rowland, meneando las cejas hacia nosotros por
el espejo retrovisor.
—No. Te. Atrevas. —Era mi turno para meterme.
—Espera. —Graham se giró en su asiento hacia nosotros—. ¿Estás
hablando acerca de estar toda caliente por el profesor?
—¡Garrick! —Tenía la sensación que iba a oír mi nombre en ese
tono con demasiada frecuencia en este viaje—. ¿Les dijiste?
—Le dije a Graham. Desde que Rowland no parece muy
sorprendido, supongo que lo sabe.
Bliss se inclinó y escondió su rostro entre las manos. —Oh, Dios Mío,
estoy tan avergonzada.
—¿Por qué estar avergonzada? —preguntó Rowland—. No puede
haber algo más caliente que una fantasía de colegiala. Después de
que Graham me dijo, tuve sueños por una semana con chicas con los
uniformes de la vieja escuela.
Bliss dio un gemido confuso y se hundió aún más hasta que su
cara se apoyaba en sus rodillas. Todavía estaba aprendiendo los
entresijos del habla de Bliss, pero estaba bastante seguro de que el
gemido que hizo significaba que estaba muriendo de la mortificación.
Dirigí una mirada hacia él y espeté—: Muchas gracias, amigo.
Entonces pasé una mano por la curva de la espalda de Bliss y
dije—: No hay ninguna razón para estar avergonzada, porque no
hicimos nada malo. No quiero tener que mentir sobre nosotros otra vez.
Llámalo un problema. Llámalo carga. Pero realmente odiaba las
mentiras. Son cosas feas, heridas purulentas, extendiéndose como una
enfermedad. Son perdedores criminales que terminan perjudicando a
todo el mundo.
Sentí su respiración subir y bajar jadeando, bajo mi mano. —Tienes
razón. —Se sentó y me quedé con mi mano entre ella y el asiento—. No
me arrepiento, y he terminado de tener miedo de eso.
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—Esta chica es impresionante —dijo Rowland.
—Esa es mi chica. —Le dije al oído.
—Aférrate fuerte a la piel, cariño. Déjanos a Graham y a mí
conseguirte una cerveza y estarás armada para el momento en que
estés de pie en el gran vestíbulo de los Taylor.
—¿Tienen un gran vestíbulo? —Palideció.
Me rasqué el cuello y dije—: Es sólo un poco grande.
—¿Qué pasa con las escaleras? ¿Tiene escaleras?
Asentí.
Levantó las manos. —Eso es todo. Voy a morir. Lo sabía.
Vi a los chicos mirarse el uno al otro, confusos, y luego dirigir sus
ojos hacia mí. Sacudí la cabeza porque no tenía ni idea. Quizás podría
ser un poco indulgente con esa regla de sólo una bebida.
—No sé de lo que estás hablando, pero no vas a morir. Es sólo una
casa. Nada de qué preocuparse.
Realmente era sólo una casa. Nunca pensé en eso como una
casa.
Respiró hondo y asintió. Sentándose más alta, me dio una mirada
determinada.
Escaleras. Gatos. Amo a esta mujer, pero Dios sabe que no
siempre la entendía. Tenía tanto miedo de las cosas pequeñas, madres
y casas elegantes, pero cuando se le metía algo en la cabeza, lo
abordaba con una enorme ferocidad. Cosas grandes. Cosas que
daban miedo.
Su carrera en Filadelfia. La vida después de la universidad.
Enamorarse de mí.
Yo fui el que tuvo problemas con el gran cuadro. Nunca supe lo
que quería hasta que ya me había golpeado un poco.
O hasta que entró en mi vida con un gato imaginario.
***
—Ella no necesita otro, Rowland. Está bien.
Los dos estábamos bien. Si bebía más, no tendría filtro para el
momento en que conociéramos a mis padres, era un poco como meter
una balsa salvavidas en el Titanic.
—Oh, vamos. ¿Cuál es el punto de trabajar en un bar si no puedo
conseguir que mis amigos se emborrachen completamente?
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Algo estaba terriblemente mal en estar al mediodía en un pub
casi vacío, con la mayor cantidad de alcohol que jamás habíamos
tenido.
—No lo sé… ¿Un empleo remunerado? ¿Ahorrar para finalmente
dejar de vivir con tus padres?
—¡Sshh! —Agitó una mano con fuerza hacia mí, como si las dos
personas en la barra fueran a escucharme.
—En primer lugar, eso es cruel, compañero. En segundo lugar,
tengo mi propio apartamento. Simplemente ocurre que está encima del
garaje de mis padres. Eso no cuenta como vivir con mis padres.
—Lo que te ayude a dormir por la noche, Row.
—Sólo por eso… —Sirvió otro vaso y lo deslizó en dirección a Bliss.
Lo empujé antes que lo alcanzara, y lo aparté de ella.
—¡Eh! —Su labio inferior se curvó en una mueca. Un puchero casi
irresistible.
—Cariño, creo que estás muy bien sin esto.
Se tambaleó en su taburete hacia mí, envolviendo una mano
alrededor de mi cuello. Sus dedos se enredaron allí y me dijo—: Bueno, si
no puedo, tú debes beberlo.
Rowland interrumpió—: Ahora, eso es un plan. Quizás otra bebida
lo hará menos aburrido.
—No soy aburrido.
Graham dio un fuerte ronquido, fingiendo dormir, con la cabeza
balanceándose sobre la parte superior de su bebida.
Bliss rió estruendosamente, y lo único que le impedía caerse de su
asiento era mi mano en su cintura. Los ojos de Graham se abrieron, y le
guiñó un ojo antes de dar otro dramático ronquido.
Con eso fue suficiente.
Cogí el taburete de Bliss y lo arrastré junto al mío. Ella gritó y cayó
en mí. Traté de no verme demasiado molesto por Graham mientras
colocaba una mano sobre el hombro de ella y tomaba un trago de
cerveza.
Rowland aplaudió, Bliss canturreó contra la piel de mi cuello, y me
dije a mí mismo que una bebida no me haría daño.
Famosas últimas palabras.
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