Epílogo
Seis meses
después
Garrick
Traducido por Monikgv
Corregido por Melii
Mis ojos siempre eran atraídos hacia Bliss durante
esta escena.
Ella era encantadora y alegre, y me tomaba toda
mi
concentración para contenerme de correr hacia
ella.
Nuestra directora había escrito su propia
adaptación de Orgullo y Prejuicio,
y yo dudaba que ella aprobara que yo agregara mi
propia adaptación en
la que Bingley y Elizabeth terminaran juntos en
vez del tosco Sr. Darcy. Los
ojos de Bliss se conectaron con los míos y,
aunque se suponía que yo debía
estar adulando al personaje de su hermana, mi
personaje era la última
cosa en mi mente. Nos formamos para un baile en
el que estábamos
moviéndonos constantemente y dando vueltas. Cada
vez que Bliss y yo
pasábamos, nuestros ojos se encontraban, nuestras
manos se rozaban, y yo
maldecía al director de reparto que no me hizo
Darcy. Yo podía ser tosco.
Inmediatamente después de la llamada a escena, la
encontré
detrás del escenario y tiré de ella hacia mí.
—Garrick —suspiró en mis
brazos. Las palabras vibraban contra mi pecho, y
la abracé con más
fuerza.
Susurré en su oído: —Debes permitir que te diga
qué tan
ardientemente te admiro y te amo.
Ella rió. —Dices eso cada noche después del show.
Me aparto, y mi mejilla se deslizó contra la
suya. Los rizos alrededor
de su rostro hacían cosquillas en mi frente.
—¿Qué puedo decir? Soy
persistente.
Ella murmulló, sus labios apretados.
—¿Persistente? Yo diría que sin
imaginación. Podrías al menos tener tu propia
línea.
Tracé con mis dedos su espalda. Podía sentir su
corsé. Dios, me
encantaría verla en él. Sólo en él.
—¿Quieres algo original, amor?
—Sí, quiero. Mañana, espero la mejor línea que
tengas, Sr. Taylor.
Pero ahora, necesito ir a vestirme.
Se apartó de mí, y caminó hacia el vestidor de
mujeres. Me miró
sobre su hombro, y sentí esa mirada recorrer cada
centímetro a través de
mí. Muchas cosas originales pasaron por mi mente,
ninguna de las cuales
podía decir en voz alta. Su sonrisa parecía decir
exactamente lo que yo
estaba pensando.
—Apresúrate —dije.
—La paciencia es una virtud, Sr. Taylor.
Ella sabía que ese nombre me ponía mental. Me
hacía sentir como
su profesor de nuevo, lo cual era exasperante y
extremadamente sexy al
mismo tiempo. Fui a decirle lo mismo, pero ya se
había metido en el
vestidor.
Tomé un momento para respirar y despejar mi
cabeza.
Esta noche, mi plan comenzaba esta noche. Si no
lo hacía,
probablemente terminaría diciéndolo sin
advertencia alguna. Y, con la
tendencia de Bliss de entrar en pánico, esa no
era definitivamente la
manera de hacerlo.
Cambié mi traje, y lo colgué para el equipo de
mantenimiento lo
más rápido que pude. Mañana era nuestro día
libre, lo que significaba que
era día de lavandería. Buena cosa también porque
mi traje
definitivamente había olido mejor. Unos
compañeros de reparto nos
invitaron a tomar unos tragos, pero yo me excusé.
Esperaba que Bliss
hiciera lo mismo. La quería toda para mí esta
noche.
Estaba vestido y esperándola, en tiempo récord.
Cuando la primera
chica salió, se rió y negó con la cabeza. Se
inclinó hacia atrás y dijo: —Bliss,
tu novio está prácticamente salivando aquí
afuera.
Novio. Aún no estaba acostumbrado a eso. Incluso
después de que
Bliss se graduó, era incómodo cuando la gente nos
veía juntos. Era
agradable el que tuvieramos algo fresco en
Filadelfia. No teníamos que
escondernos.
Cada chica que salía me daba una sonrisa de
complicidad, pero
Bliss se tomó su tiempo, incluso más de lo
normal.
—¡Bliss! —llamé a través de la puerta—. ¿Estás
tratando de
torturarme?
La puerta se abrió de nuevo, otra actriz
sonriendo, pero no Bliss.
Suspiré. La chica dijo: —Estoy muy segura de que
lo está haciendo.
Gemí, y presioné mi rostro contra la pared. La
puerta se abrió, y ni
siquiera me molesté en mirar.
—Adelante, chico enamorado. Soy la última que
queda. —Me di la
vuelta para encontrar a Alice, la mujer mayor que
hace el papel de la Sra.
Bennett. Le sonreí y llegué hasta la puerta.
Alice se rió—. ¡Buena suerte!
No pensé nada sobre su respuesta hasta que entré
en el vestidor.
Maldita sea.
Bliss aún seguía usando el corsé, sentada en una
silla mirándome a
través del espejo. Sus pechos estaban empujados
hacia arriba y afuera, y
sus ojos oscuros mientras me miraba. Levantó una
mano, y comenzó a
quitarse las pinzas del pelo. Cayó sobre sus
hombros, y mi boca se secó.
Ella era deslumbrante.
—Pensé que te dije que fueras paciente.
Forcé a mis pies a moverse, y caminé hacia ella.
Extendí la mano y la
ayudé con sus pinzas. Dios, amaba su pelo.
Envolví un rizo alrededor de mi
dedo y dije: —Soy bueno en ser paciente. Es sólo
que no soy bueno en
estar lejos de ti. Seguramente ya sabes eso.
Sonrió, e inclinó su espalda en mis manos. —Creo
que eso ha sido
obvio desde el principio.
Dejé caer mis manos de su cabello a su cuello.
Presioné con mis
pulgares, masajeando gentilmente. Sus ojos se
cerraron. Sus labios se
separaron. Ella no tenía idea de lo sexy que era.
En ese corsé, se veía
como una pinupgirl17 de 1950.
Me incliné hacia abajo y presioné mis labios en
la curva de su
hombro. De alguna manera, a pesar de estar en el
escenario, bajo el calor
de las luces por muchas horas, aún olía
divinamente. Arrastré mi boca
hacia su cuello, hacia ese punto debajo de su
oreja que la vuelve loca.
Exhaló, como si mi beso hubiera empujado todo el
aire fuera de sus
pulmones. Su mano se enroscó alrededor de la
parte posterior de mi
cabeza, tirando de mí más cerca. Sonreí contra su
piel.
Dijo: —Me has embrujado.
Me reí entre dientes, y tracé con un dedo a lo
largo de los finos
huecos de su cuello. Podría trazar la
arquitectura de su cuerpo por días y
nunca aburrirme.
17Una pin-up es una fotografía u otro tipo de ilustración
de una chica en actitud sugerente
o incluso, nada más que con una sonrisa,
saludando o mirando a la cámara fotográfica,
que suele figurar en las portadas de revistas,
comic-books o calendarios, etc. A las
modelos que posan para estas obras se las
denomina pin-up girls.
—¿Cuerpo y alma? —Pregunté, citando la obra.
Abrí mi boca y probé su piel. Era casi tan
deliciosa como el gemido
que le siguió.
—Definitivamente —dijo ella.
—¿Quién está siendo poco original ahora?
Un golpe en la puerta rompió el hechizo entre
nosotros. Benji, el
director de escena, asomó la cabeza dentro del
cuarto. Me di la vuelta
para bloquear a Bliss y al corsé corruptor.
—¿Están casi listos chicos? Voy a cerrar.
—Lo siento, Ben. Estaremos afuera en sólo un
segundo. —Su
expresión era escéptica—. Lo prometo. Dos
minutos.
Tan pronto como cerró la puerta, Bliss se puso de
pie. Tuve que cerrar
mis ojos para contenerme de tocarla. Ese corsé…
mi Dios.
Mantuve mis ojos cerrados, porque era la única
manera de que
lográramos salir de aquí en dos minutos. Aunque,
escucharla cambiarse de
ropa era una tortura. Cada roce de tela y zíper
siendo cerrado traían una
imagen vívida a mi mente. A pesar de que no la
podía ver, podía sentir su
presencia, especialmente cuando se puso delante
de mí.
Su mano se enroscó alrededor de mi cuello,
inclinando la cabeza
hacia abajo. Mantuve mis ojos cerrados, pero el
calor de su aliento
acariciaba mi rostro.
—Vamos a casa, Sr. Taylor.
Ese nombre. Abrí mis ojos, estaba sonriendo. Dos
podían jugar a ese
juego. —Oh, Srta. Edwards, creo que eso podía
merecer detención.
Sus ojos se entrecerraron.
—O tal vez un pequeño castigo.
Me daba tanto placer ver el color rojo subir a
sus mejillas.
—No lo harías.
En lugar de responder, me incliné y tiré de ella
sobre mi hombro.
Chilló, y se aferró a mi espalda.
—¡Garrick!
—Silencio, Srta. Edwards. La voy a llevar a casa.
Benji estaba esperando impaciente cerca de la
puerta trasera. Su
ceño se profundizó cuando nos vio. Dijo:
—Primero, fueron tres minutos. Los
conté. Segundo, ustedes dos son repugnantes.
Siento que estoy viendo
una película inolvidable.
Yo sólo me reí y le dije buenas noches. Bliss
sólo hizo un puchero
primero, pero cuando la mantuve sobre mi hombro
incluso cuando salimos
del edificio, comenzó a luchar.
—Está bien, Garrick, ya dejaste claro tu punto.
—No sé de qué estás hablando. No hay un punto.
Sólo me gusta
cargarte.
—Bueno, ya te divertiste. Bájame.
Me detuve por un momento y pretendí pensarlo.
Tomé la
oportunidad para deslizar mi mano hacia la parte
posterior de su muslo.
Le respondí: —Yo, por mi parte, pienso que hay
más diversión por
tener.
Me puse en camino de nuevo, y Bliss estaba
paralizada o realmente
estaba interesada en dónde mi mano iba a ir ahora
porque no se movió
de nuevo.
Hasta que empecé a bajar las escaleras del metro,
ella pateó con
sus piernas, y me dio un pellizco rápido de
alerta a un lado. —Garrick, me
niego a dejar que me cargues dentro del metro.
Abajo, ahora.
Podía imaginarme su rostro rojo de enojo, y de
pronto quería verlo.
Mejillas sonrojadas. Ojos entrecerrados. Labios
fruncidos. Cuando llegué al
final de las escaleras, la jalé, dejando que su
cuerpo se deslizara fuera del
mío. Dejé mis manos en su cintura para frenar su
descenso. El
desplazamiento de su cuerpo contra el mío era
celestial. Ella contuvo el
aliento, y cuando nuestros rostros estaban a la
misma altura, sus ojos no
estaban entrecerrados, estaban cerrados. Sus
labios no estaban fruncidos,
pero su labio inferior estaba atrapado entre sus
dientes en una manera que
hacía que se me secara la boca. Sus mejillas sí
seguían sonrojadas, pero yo
tenía el presentimiento de que no era más por
enojo.
—Hiciste eso a propósito —dijo.
Me reí, y la risa me salió ronca. Ella no era la
única afectada por
nuestra cercanía. —Definitivamente hice eso a
propósito. En realidad creo
que deberíamos hacer de esto un ritual post-show.
Negó con la cabeza, y sonrió, pero no dijo que
no. Incluso debajo de
la tenue luz de la estación del metro, estaba
radiante. Aún no podía creer
que la podía tocar. No había nada que nos separe.
Nada que nos meta
en problemas. Estaba tentado a anunciar mi amor
por ella a todos los otros
viajeros, pero no quería arruinar este momento.
Me gustaba la manera
callada en la que estaba mirándome, sus ojos
llenos con más que sólo
deseo. Me hacía feliz, y esperaba ser visto de la
misma manera por ella
justo ahora. De pronto, estaba emocionado por
llegar a casa y poner mi
plan en acción.
Enterré mis dedos en su pelo, y tiré de ella para
besarla. Sus manos se
apretaron sobre mis hombros, sus uñas presionando
en mi piel. Me tomé mi
tiempo para probar su boca, dejándome llevar
mientras esperábamos por
el metro.
***
Tan pronto como llegamos a casa, le dije a Bliss
que iba a tomar una
ducha. Los domingos eran días de dos shows, así
que ciertamente la
necesitaba. La dejé entrar primero para que se
cepillara los dientes. Esperé
a que abriera la llave del agua, luego me puse en
acción.
Encontré el juguete con plumas de Hamlet (la
única razón por la que
ella se acercaría voluntariamente a Bliss), y lo
escondí debajo de la cama.
Luego fui hasta el armario y encontré el bolsillo
de la chaqueta donde
había escondido el anillo. Abrí la caja para
mirarlo una vez más.
No era mucho. Yo sólo era un actor, después de
todo. Pero Bliss no era de
usar muchas joyas, de cualquier forma. Era simple
y brillante, y esperaba
que ella lo amara tanto como yo la amo a ella.
Una pequeña sensación
de estallido llenó mis entrañas como esos
caramelos tontos que Bliss
amaba.
¿Qué pasa si la estaba presionando demasiado
rápido?
No. No, ya había pensado en esto. Era la mejor
manera. Abrí el cajón
superior de la mesita de noche, y deslicé la caja
con el anillo hasta el
fondo. La llave del agua en el baño se cerró, y
fui de vuelta al armario,
quitándome la camisa. La tiré en el cesto al
mismo tiempo que Bliss entró
en la habitación.
Vino detrás de mí y colocó una mano en mi espalda
desnuda.
Presionó un pequeño beso en mi hombro y me
preguntó: —¿Traes a
Hamlet por mí antes de ducharte?
Le sonreí, y asentí.
Bliss estaba tan determinada a hacer que Hamlet
la quiera que
jugaba con la gata por al menos media hora antes
de ir a la cama cada
noche. Hamlet se quedaba con ella siempre que
Bliss sacudiera el juguete
con plumas en el aire, pero al minuto que Bliss
tratara de tocarla, ella se
iba.
Encontré a Hamlet en la cocina, escondida bajo la
mesa de la
cocina. La alcancé con la mano por debajo, y ella
embistió con su cabeza
contra mis dedos, ronroneando. La levanté al
mismo tiempo que Bliss me
preguntó: —Cariño, ¿Has visto el juguete del gato?
Caminé dentro de la habitación, y coloqué a
Hamlet en la cama.
Ella se agachó y miró a Bliss con desconfianza.
—¿Dónde lo viste por última vez? —Le pregunté.
—Creí que lo había dejado sobre la cómoda, pero
no puedo
encontrarlo.
Acaricié a Hamlet una vez para calmarla, luego le
di un beso rápido
a Bliss en la mejilla.
—No lo sé, cariño. ¿Estás segura de que no lo
dejaste en otro lugar?
Suspiró, y comenzó a buscar en otros lugares
alrededor de la
habitación. Me di la vuelta y escondí mi sonrisa
cuando me fui. Entré en el
baño y abrí la llave de la ducha. Esperé unos
segundos, fui de vuelta al
pasillo.
—¿Bliss? —llamé.
—¿Sí?
—¡Busca en los cajones de la mesita de noche!
Ella estaba jugando
con él en medio de la noche, creo que recuerdo
haberlo tomado y
guardado allí.
—¡Está bien!
A través de la puerta abierta, la vi caminar
alrededor del borde de la
cama. Caminé en el lugar por unos segundos,
dejando que mis pies
pisaran un poco más pesado de lo necesario, luego
abrí y cerré la puerta
como si hubiera entrado al baño. Luego me escondí
en el espacio entre la
parte posterior de la puerta de la habitación y
la pared donde podía mirar
a través de la grieta entre las bisagras. Ella
abrió el cajón superior, y mis
latidos sonaban como un bombo. No sé cuándo había
comenzado a latir
tan fuerte, pero ahora era todo lo que podía oír.
No era que le iba a pedir que se case conmigo
ahora. Es sólo que
conocía a Bliss, y sabía que ella tendía a entrar
en pánico. Estaba dándole
una enorme, muy obvia pista para que tenga tiempo
de adaptarse antes
de que realmente se lo pidiera. Luego, en unos
meses, cuando piense que
se ha acostumbrado a la idea, se lo preguntaría
de verdad.
Ese era el plan de todas formas. Se suponía que
era simple, pero esto
se sentía… complicado. De pronto, pensé en las
mil maneras en las que
esto podría salir mal. ¿Y si se asustaba? ¿Y si
salía corriendo como lo hizo en
nuestra primera noche juntos? Si salía corriendo,
¿Volvería a Texas? ¿O iría
con Cade que vivía en el norte de Filadelfia? Él
la dejaría quedarse hasta
que ella resuelva las cosas, y luego, ¿Qué pasa
si algo entre ellos se
desarrollara?
¿Y si sólo me dice que no? Todo estaba bien justo
ahora. Perfecto,
en realidad. ¿Y si lo estaba arruinando por
llevar a cabo este truco?
Estaba tan absorto en mis predicciones que ni
siquiera vi el momento
en el que encontró la caja. Sin embargo, la oí
abrirla, y la escuché exhalar
y decir: —Oh Dios mío.
Cuando antes mi boca había estado seca, ahora no
podía tragar lo
suficientemente rápido. Mis manos estaban temblando
contra la puerta.
Ella sólo estaba de pie allí, de espaldas a mí.
No podía ver su rostro. Todo lo
que podía ver era su tensa y recta espina dorsal.
Se tambaleó un poco.
¿Y si se desmayaba? ¿Y si la había asustado tanto
que ella
realmente perdía el conocimiento? Comencé a
pensar en maneras para
explicarlo.
¿Se lo estaba guardando a un amigo?
¿Era un accesorio para un show?
Era… era… mierda, no sabía.
Podía simplemente disculparme. Decirle que sabía
que era muy
rápido.
Esperé a que hiciera algo —gritar, correr,
llorar, desmayarse.
Cualquier cosa sería mejor que su quietud. Debí
haber sido honesto con
ella. No era bueno en cosas como ésta. Dije lo
que estaba pensando… no
planes, no manipulación.
Finalmente, cuando pensé que mi cuerpo se
derrumbaría sólo por el
estrés, se dio la vuelta. De frente a la cama, y
sólo pude ver su perfil, pero
se estaba mordiendo el labio. ¿Qué significaba
eso? ¿Estaba sólo
pensando? ¿Pensando en una forma para librarse de
esto?
Luego, lentamente, como el amanecer asomándose por
el horizonte,
sonrió.
Cerró la caja.
No gritó. No salió corriendo. No se desmayó.
Pudo haber un poco de llanto.
Pero sobre todo… bailó.
Se tambaleó y saltó y sonrió de la misma manera
que lo había hecho
cuando la lista de reparto para Fedra fue
publicada. Se dejó llevar de la
misma manera que lo hizo la noche de la apertura,
justo antes de que
hiciéramos el amor por primera vez.
Tal vez no tenga que esperar unos meses después
de todo.
Dijo que quería mi mejor línea para mañana
después del show, y
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