19
Traducido por munieca
Corregido por Melky2012
Todavía estaba un poco enojada con Garrick cuando
me fui
esa noche, pero cuando me acompañó a mi puerta y
me
preguntó que haría al día siguiente, no estaba lo
suficientemente enojada para mandarlo a pasear.
Cade no
me estaba hablando, y no sabía nada de Kelsey,
así que le dije que
estaba libre, e hicimos planes para cenar en mi
casa.
Dormí en mi cama demasiado cómoda para levantarme
de ella
hasta el mediodía. Luego me distraje con una
ducha extra larga, seguida
de tareas, después un libro. Cuando miré el
reloj, todavía eran sólo las 15:00
p.m.
Tomé mi computadora, y busqué: Teatro Filadelfia.
Me encontré con un sitio web de la alianza de
teatro que daba
información sobre un montón de teatros en la
ciudad, así como ofertas de
trabajo y audiciones. Clickeé sobre el link,
viendo qué obras estaban
actualmente en ejecución, leyendo descripciones
de puestos de trabajo, y
marcando unas cuantas páginas.
Mi celular sonó, pero sonaba muy lejos. Intenté
seguir el sonido, pero
el sonido terminó antes de que fuera capaz de ir
más allá de la sala de
estar. Por suerte, el que llamaba era persistente,
y llamó de nuevo unos
minutos más tarde. Estaba sin duda en alguna
parte cerca del sofá. Saqué
almohadones, pero no encontré nada. Registré bajo
papeles y libros,
todavía nada. Por último, me tiré al suelo y miré
debajo de la cama. Allí
estaba, iluminando la oscuridad polvorienta
debajo de mis muebles. Y justo
al lado de él, mirándome, estaba Hamlet.
Ese breve interludio de dulzura que había visto
de ella en el albergue
aún tenía que hacer otra aparición. Y no tenía
ninguna duda de que de
alguna manera había arrastrado mi teléfono allí
debajo para fastidiarme.
—Escucha, gato, no sé por qué me odias tanto,
pero debes de
haber perdido el memo. Yo te rescaté. —Acostada
sobre mi estómago, me
T
apreté bajo el sofá, tratando de alcanzar mi
teléfono. —Se supone que
debes estar agradecida.
Cuando mi mano se acercaba, ella soltó el ya
familiar gruñido.
—Sí, sí, cállate.
Tuve que empujar la mitad de mi cuerpo en la
hendidura entre los
muebles y el suelo para llegar a mi teléfono y
salir fue aún más incómodo
que meterse.
2 llamadas perdidas
de MAMÁ.
Gemí. Tan sólo debería haberlo dejado debajo del
sofá. En ese
momento, sonó de nuevo, por tercera vez.
Respondí: —Hola mamá.
—¿Por qué no contestaste las primeras dos veces?
¿Está todo bien?
—Estoy bien, mamá. No podía encontrar mi
teléfono.
—Oh, bueno, realmente deberías tener un lugar
para ponerlo cada
vez que llegas a casa, de esta forma siempre
sabrás dónde está.
—Lo tendré en cuenta, mamá.
—Por lo tanto, tu desorganización es noticia
vieja. ¿Qué más está
pasando en tu vida? —Lo juro, mi madre era la
única persona en el mundo
que no creía que yo fuera una neurótica fanática
del control porque era
infinitamente peor. Ella hizo la pregunta
inevitable,
—¿Has conocido a alguien?
Rodé mis ojos, lo que nunca podría haber logrado
estando cara a
cara.
—Estoy bastante ocupada con la escuela, mamá. De
hecho, acabo
de conseguir un rol como protagonista en una
obra.
—Oh, eso es bueno, —dijo ella con suavidad.
Pensaba que meterme
en teatro era un desperdicio de mi inteligencia.
—En realidad es una especie de gran cosa.
—Por supuesto que lo es cariño. Ya sabes cómo tu
padre y yo nos
preocupamos. Nos sentiríamos mucho mejor si
tuvieras a alguien que cuide
de ti financieramente.
Se oyó un golpe en la puerta, y me fui a
contestar mientras hablaba.
—En primer lugar, la seguridad financiera no es
una razón suficiente
para casarse, madre, incluso si eso te hace
sentir mejor. En segundo lugar,
no necesito un hombre para que cuide de mí. Yo
puedo cuidarme a mi
misma. —Garrick estaba al otro lado de la puerta,
casi una hora antes, y se
puso a escuchar el final de mi discurso. Arqueó
una ceja, sonriendo, y si yo
pudiera haber alcanzado, a través de mi teléfono,
para estrangular a mi
madre, lo hubiera hecho.
—De todos modos, me tengo que ir, mamá. Tengo
compañía.
—¿Es compañía masculina?
Gemí y le dije:
—Adiós.
Colgar se sintió tan bien. Estuve tentada de
llamarla de vuelta y
hacerlo por segunda vez.
Garrick sonrió. —Tu mamá se parece mucho a la
mía.
Lo fulminé con la mirada. —Llegas temprano. —Yo
sólo me había
recogido el pelo mojado en una cola de caballo
esta mañana. Había
estado pensando en alisarlo antes de que venga,
pero ahora sólo me veía
desaliñada. Y después de arrastrarme por debajo
de la cama, estaba llena
de polvo, también.
—¿Está bien?
Probablemente sería bastante desagradable decirle
que se vaya a
casa y que vuelva en una hora.
—No, está bien. Puedes ver la televisión o algo
así. Sólo necesito un
segundo. —Le hice señas hacia la sala de estar, y
me metí en mi cuarto,
preguntándome cuánta mejora podría hacer en cinco
minutos.
Tiré de la banda de mi cabello, y miré el
desorden ondulado y
húmedo que tenía que trabajar. No había tiempo
para que se seque y
alisarlo. Y si lo secaba sin alisar, tendría una
bola de pelusa por pelo. Usé
mis manos para desordenarlo un poco más,
estrujándolo en mis manos,
esperando hiciera un aspecto rizado. Trabajé un
poco de mousse en él,
pero eso fue todo el tiempo que tuve. Me puse
rápido una capa de
máscara y un poco de lápiz de labios, esperando
que él estuviera bien con
la apariencia al natural.
Cuando salí de mi habitación, estaba tendido en
mi sofá, viendo la
televisión, y Hamlet estaba acurrucada en una
bola apretada sobre su
pecho. Me quedé en estado de shock, seguro que
estaba soñando.
Se dio la vuelta y me quedó mirando.
—Hey, tu cabello es rizado. —Asentí. Casi siempre
lo llevo lacio. Él
dijo: —Me gusta.
Me quedé estancada todavía en el hecho de que mi
gata estaba
sentada felizmente en su pecho... ronroneando. Él
tenía poderes mágicos.
Esa era la única respuesta.
—Ven aquí —dijo, sentándose, y movió a Hamlet a
su regazo. Me
senté con cautela, a pocos metros de distancia.
Señalé a Hamlet, y le dije: —¿Cómo hiciste eso?
—¿Qué?
—Conseguir sostenerla.
—¿Es ella? —preguntó.
—Sí y ella odia a todo el mundo. Especialmente a
mí.
—¿Tu propio gato te odia?
—Estamos trabajando en nuestros problemas.
Se echó a reír. —Tal vez está molesta de que le
diste nombre de
chico.
Alcé una mano para acariciarla y, como siempre,
recibí un gruñido
de recompensa. Garrick pensaba que el odio de
Hamlet hacia mí era muy
gracioso. Y siguió abrazándola, lo que
significaba que estaba relegada al
cojín contrario, porque mi gato me había robado a
mí... lo que fuera.
Puaj. Eso era algo que no quería pensar. Quiero
decir, obviamente,
era una relación secreta, por lo que
necesariamente no necesitábamos
etiquetas, pero tenía curiosidad. ¿Qué pasaría
cuando el año terminara?
¿Incluso duraríamos tanto tiempo?
Me levanté para comenzar la cena y así
distraerme.
Hice espaguetis, porque era lo único en que
confiaba no estropear
cuando estaba nerviosa. Y bueno... yo siempre
estaba nerviosa alrededor
de Garrick. Al parecer, tuvo el efecto contrario
en Hamlet, que estaba
profundamente dormida en su regazo.
Vi mi ventana de oportunidad para lo que había
estado anhelando
desde que llegó.
Dejé la comida en el fuego, y me dirigí al sofá.
No me senté por
temor a despertar a la mal humorada, pero puse
una mano en su hombro,
y me incliné para darle un beso. Puesto que sus
manos estaban atrapadas
debajo de Hamlet, tuve que controlar el beso. Mis
manos encontraron su
pelo, que era tan suave y adictivo como siempre,
y profundicé el beso. Lo
besé duro, ya que podía, y él no hizo ningún
esfuerzo para detenerme. Fue
el beso que había querido la noche anterior y que
él se había negado a
darme.
No quería retirarme, pero la cena estaba en
marcha. Sus ojos eran
oscuros cuando nos separamos.
—Creo que podrías ser un poco malvada —dijo.
Me eché a reír.
—Sí, yo planeé todo esto. Hamlet estaba metido en
esto, también.
—Bésame otra vez.
No tuvo que pedir dos veces.
Cada vez que nos besamos, mi confianza crecía más
fuerte. Cuanto
más lo conocía, más audaz me sentía. Me
gustaba... casi tanto como me
gustaba él.
Alguien llamó a la puerta, tres golpes fuertes,
seguidos por otros tres,
sólo unos segundos más tarde. Nuestra respiración
era todavía
entrecortada por el beso, y no estaba segura de
si el demasiado rápido
latido de mi corazón se debía a Garrick o al
shock.
—¿Esperas a alguien? —susurró.
Negué con la cabeza.
Otros tres golpes, y luego Kelsey gritó a través
de la puerta,
—¡Sé que estás allí, Bliss! ¡Abre!
—Mierda.
No hice ningún esfuerzo por ser amable mientras
recogí a Hamlet del
regazo de Garrick, y ella se dejó caer en el
sofá. Casi ni me di cuenta del
gruñido, se había convertido en algo tan común.
Agarré a Garrick, y tiré de él hasta ponerlo de
pie. No tenía ni idea
de dónde ponerlo, pero decidió que el baño era
probablemente mejor
que el dormitorio, ya que en realidad había una
puerta.
Lo empujé dentro. —Lo siento. Me desharé de ella,
te lo prometo.
Si hubiéramos ido a su casa.
Me froté mis labios, esperando que no estuvieran
tan hinchados
como se sentían. Me pasé una mano por el pelo y,
cuando estuve segura
de que no había nada manifiestamente fuera de
lugar, abrí la puerta.
Kelsey campante caminó por delante de mí,
—Ya era hora maldita. ¿Qué estabas haciendo?
Fingí un bostezo.
—Oh, ya sabes, simplemente holgazanear.
Ella rodó los ojos, y me miró como si yo fuera la
frustrante.
—Es una buena cosa que haya venido entonces. No
voy a dejar que
te quedes en casa un sábado por la noche abatida
por la cosa con Cade.
Agarró mi muñeca y me llevó a mi habitación. Por
lo tanto, el cuarto
de baño había sido la decisión correcta.
—No estoy abatida —le dije—. ¿Y cómo sabes acerca
de la cosa
con Cade?
—Porque todo el mundo sabe, cariño. Lo cual, por
cierto, estoy
cabreada de que no me dijiste que todo ese drama
estaba pasando.
—Genial.
—Realmente no hay mucho drama. Vamos a arreglar
las cosas
pronto, estoy segura —le dije.
—Oh, cariño, ¿No escuchaste? Cade casi rechazó el
papel de
Hipólito. No lo hizo, gracias a Dios. Rusty le
convenció de lo contrario. Pero
yo no lo llamaría 'no mucho drama'.
Me dejé caer en mi cama, mis entrañas
retorciéndose como un
trapo exprimido. ¿Cade estaba así de molesto?
¿Renunciaría a esa genial
parte sólo para que no tuviera que estar cerca de
mí?
La voz de Kelsey vino de mi armario, y tuve un
déjà-vu de la noche
en que todo esto empezó. Comenzó sacando tops y
faldas, y pregunté,
—¿Qué estás haciendo?
—Vamos a salir. Necesitas recordar que un mundo
existe fuera de tu
apartamento.
—No, Kelsey, en realidad preferiría que no —Pensé
en Garrick en mi
cuarto de baño, y me pregunté si nos podría oír.
—Te jodes. No te estoy dando una opción. No he
estado bailando
por siempre, y necesito de una celestina.
Gemí y me dejé caer de nuevo en la cama. Ella
soltó una falda en
mi cara.
—Vístete.
Entonces recordé la excusa perfecta,
—No puedo. Tengo la cena cocinándose.
—Genial. Me muero de hambre. ¿Qué vamos a comer?
A veces pensaba que mi vida sería más fácil si
estuviera sin amigos.
Volví a la cocina, y ella me siguió. Había dejado
la salsa un poco
demasiado tiempo y se había quemado en los
bordes. Tanto para no
estropear espaguetis.
—Caray mujer, ¿Estabas planeando comer tus problemas?
¡Hiciste
suficiente para tres personas! —Yo sólo me encogí
de hombros. No tenía
nada que explicar de por qué estaba cocinando
para dos personas (una
con un apetito muy grande).
Puse un poco de espagueti en nuestros platos,
tratando de dejar un
poco a Garrick, a pesar de que no tenía ni idea
de cuándo iba a llegar a
comer.
Comí rápidamente, dejando a Kelsey dominar la
conversación, que
era acerca de cuánto tiempo había pasado desde
que había tenido sexo
realmente bueno. Asentí a lo largo de la conversación,
riendo en los
lugares correctos, metiendo comida en mi boca
todo el tiempo. Limpié mi
plato antes de que ella hubiera tocado el suyo.
Puse mi plato en el
fregadero, y luego me dirigí hacia el pasillo.
—¿A dónde vas? —Preguntó Kelsey.
Dije "Baño" por encima de mi hombro, y
seguí caminando.
Cuando llegué a la puerta, miré por encima de mi
hombro, alegre
de encontrar a Kelsey preocupada por sus
espaguetis, y me deslicé dentro
del cuarto.
—¿Se ha ido? —preguntó Garrick.
—Ssshhh— Estaba apoyado en el fregadero, y llegué
a su alrededor
para abrir el grifo para cubrir nuestros
susurros.
—No. Lo siento. Ella está comiendo nuestros
espaguetis.
Sus labios se fruncieron, y me incliné hacia
adelante, sofocando mi
risa contra su pecho.
—¿Ella se irá pronto?
Levanté la mirada, pero me mantuve cerca contra
él.
—No. Ella cree que estoy deprimida por Cade, y
está decidida a
obligarme a salir.
Me atrajo hacia él y presionó su rostro en el
espacio donde el cuello
se curvaba en mi hombro. Dejé escapar un gruñido
que era extrañamente
reminiscente de Hamlet.
Envolví mis brazos alrededor de él, del mismo
modo decepcionado.
—Lo sé. Esto es una mierda.
Como si le hubiera dado la idea, sus labios
cubrieron mi punto de
pulso, succionando suavemente. Me reí, y lo
empujé hacia atrás.
Como si fuera una señal, Kelsey llamó a la
puerta.
—¡Basta de hacer tiempo, chica! ¡He seleccionado
tu ropa! —El
pomo de la puerta comenzó a girar, y me apuré a
interceptarla.
Mantuve mi pie en el camino para que sólo una
abertura se formara.
Le dije: —No estoy ganando tiempo, sólo
preparándome. Pásame la
ropa, y voy a cambiarme.
Parecía sospechar mi emoción fingida. Nunca me
emocionaba
cuando me sacaban de esta manera. Seguí
sonriendo, como que tal vez
la tensión había llegado a mí, y tan sólo había
enloquecido finalmente.
Me pasó la ropa, y antes de que tuviera
oportunidad de responder,
empujé la puerta cerrada y eché llave lo más
silenciosamente que pude.
Cuando me di la vuelta, Garrick estaba desplomado
en el inodoro.
Encendí la radio, poniéndola hasta lo más fuerte
que podía soportar, y
cerré el grifo.
—Lo siento, Garrick.
Sentado, su cabeza estaba a la altura de mi
pecho, y apoyó las
manos en mis caderas, tirándome hacia delante.
—Está bien, amor. Esto tenía que suceder tarde o
temprano.
—Me gustaría que pudieras venir conmigo.
—A mi también, amor. Pero está bien. Cenaremos en
otro momento.
Tú debes cambiarte. Cuanto antes salgas de aquí.
Menos probable que
seamos atrapados.
Asentí con la cabeza. Mis manos temblaban
ligeramente mientras
sacaba la ropa de mi pecho.
Dijo: —Voy a cerrar los ojos. —Y le di un
agradecido beso rápido en
la mejilla
Sonriendo, cerró los ojos, y luego apoyó los
codos en las rodillas y la
cara entre las manos. Tan rápido como pude, me
quité mi camisa, y
deseché mis pantalones cortos. Me puse un top
negro sobre la cabeza, y
luego recogí la falda.
Mi estómago cayó.
Era esa terrible, horrorosamente corta minifalda.
Debo haber hecho
un ruido, porque Garrick levantó la cabeza.
Mantuvo los ojos cerrados
mientras preguntó,
—¿Está todo bien?
Le dije. —Sí.
A pesar de eso, estaba pensando: Demonios, no.
Me deslicé en la falda, y era tan corta como la
recordaba. Suspiré.
No había manera de que pudiera usar esto.
Llevé una mano al hombro de Garrick, queriendo
decirle que iba a
salir para buscar otra cosa, pero sus ojos se
abrieron y se fijaron en mis
piernas, que de repente se sintieron débiles,
como piscinas de telas en vez
de músculos y carne y hueso .
Una de sus manos se cerró alrededor para hacerme
cosquillas en la
parte posterior de la rodilla, y tuve que
mantener el equilibrio con una
mano en su hombro para evitar que colapsen.
—Estás tratando de matarme, ¿Verdad? —Se
atragantó—. ¿No es
esta la falda que me dijiste que nunca usarías?
—Y no lo usaré esta noche. Voy a volver a mi
habitación para
encontrar algo más.
Me volteé, y su otra mano me tocó el muslo.
—Espera.
Sus manos treparon hasta el indecentemente corto
dobladillo, y
alrededor de la parte posterior de los muslos, a
pocos centímetros por
debajo de la curva de mi trasero.
—Tu. Eres. Increíblemente. Sexy —Su voz era tan
baja que retumbó y
pude sentir las vibraciones empapando mi piel. Se
inclinó y marcó cada
palabra con un casto beso por el costado de mi
muslo. Yo podría haber
sido la arcilla en sus manos, la forma en que me
estaba controlando. Si
hubiera intentado, le podría haber dado mi
virginidad allí, en el cuarto de
baño, sin mucha resistencia.
Pero el puño de Kelsey llamó a la puerta,
sacándome bruscamente
de mi lujuria.
—Maldita sea, Bliss. ¿Quieres apurarte ya?
Con sus palabras, volvió mi miedo. Claro, él
pensaba que yo era sexy
ahora. Pero las vírgenes eran siempre, más que
nada, la cosa menos sexy.
¿Cambiaría de opinión cuando se enterara?
—Me tengo que ir. Lo siento. Probablemente
todavía hay espaguetis
sobrantes si quieres un poco después de que nos
vayamos. Yo... yo te
llamo, ¿Vale?
Asintió, con los ojos aún oscuros,
inquebrantables.
Tropecé hacia el pasillo, un lío de hormonas y
emociones. Estaba tan
distraída que ni siquiera recordaba que tenía la
intención de cambiarme
hasta que ya estuve abrochada en el coche de
Kelsey y de camino hacia
el club.
20
Traducido por Danny_McFly
Corregido por Melky2012
xtasis, el club estaba oscuro y nublado cuando
entramos. El
ritmo de la música latía a través de las paredes
y el suelo,
penetrando en mi piel, me senté en la orilla.
Esta no era mi
escena en absoluto, pero Kelsey la amaba. Me
imagine que
todo lo que tenía que hacer era pasar el rato en
el bar, tal vez hablar con
un chico o dos para que ella saliera de mi
espalda. Luego,
probablemente, fuera a casa con un tipo y me
dejara su coche.
Así es como estas cosas suelen ser.
Lo que no había previsto era la forma en la que
mi cambio de
atuendo iba a cambiar el plan normal. Estuvimos
apenas en las puertas
como un minuto antes de que un chico me invitara
a bailar. Me negué, por
lo cual me gané una mirada de Kelsey.
—¿Qué? —Le grité sobre la música.
—Tú dijiste que yo tenía que venir, no que tenía
que bailar.
Nos paramos en el bar, y trabajé bajo la bandera
de un camarero,
mientras ella me reprendía.
—¡Eres la persona más exasperante que he
conocido! ¡Te ves
humeantemente caliente esta noche, y todo lo que
vas a hacer es
sentarte aquí y hacer pucheros como siempre!
—¡Entonces tal vez deberías haber dejado que me
quedara en casa
para hacer pucheros!
Un chico dio un golpecito en mi hombro, y yo ni
siquiera esperé a
que preguntara algo antes de decirle.
—¡NO!
Kelsey puso las manos en sus caderas y, para una
chica que lucía
como una Barbie, todavía era bastante
intimidante.
—Me doy cuenta de que estás molesta y tienes
mucho que hacer.
Estoy tratando de ser comprensiva, pero ¿Cuál es
tu problema?
É
—¡No tengo un problema, Kelsey! Simplemente no me
gusta que
creas que me puedes arrastrar a lugares sin
ningún tipo de preocupación
por lo que yo realmente quiero.
—¡Bien! ¡No importa! ¡Me rindo! ¡Siéntate aquí y
haz pucheros! ¡Me
voy a bailar!
Se dio la vuelta y se abrió paso entre la
multitud, derribando varias
bebidas y golpeando a la gente fuera de su
camino. Esa Barbie daba
miedo.
Me acerqué a un taburete, consciente del hecho de
que mi falda
corta estaba hecha de tal manera que mis piernas
desnudas estaban
pegadas al plástico. No me sorprendería que mi
trasero estuviera pasando
el rato, pero, en ese momento, estaba demasiado
molesta como para
preocuparme.
Ordené un Jack con Coca y me senté allí mientras
esperaba. Sabía
que tenía buenas intenciones, pero la solución a
todos los problemas del
mundo no eran fiestas.
Siempre había sabido que éramos personas muy
diferentes, pero
nunca me había dado cuenta de lo mucho que ella
no me entendía.
—¿Puedo invitarte un trago? —Una voz me preguntó
por encima del
hombro.
Levanté mi copa llena, y la ignoró.
El tipo se sentó junto a mí de todos modos. Se
inclinó para
preguntarme algo más, y le espeté.
—¡No estoy interesada!
Entonces una voz familiar respondió.
—Me alegro de oír eso.
Casi me caigo de mi silla cuando entendí el
acento.
—¡Garrick!
Garrick era el tipo sentado junto a mí, una gorra
calada hasta los
ojos, cubriendo su cabello rubio precioso.
No había sonado como Garrick cuando había
hablado.
—Sonabas como...
Cuando respondió esta vez su acento se había ido,
y se escuchaba
estadounidense. No un dialecto particular,
sólo... normal.
—Soy un actor, Bliss. Sé cómo cubrir mi acento.
Todavía en shock, le pregunté:
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y si alguien te ve?
—Estoy de incognito, algo así. Y si alguien lo
hace, sólo voy a decir
que nos encontramos el uno al otro por
casualidad. Soy un profesor. No se
supone que me tenga que comportar todo el tiempo
como tal y no tener
vida social.
—¿Pero por qué?
—Porque yo no podía soportar la idea de que
bailaras con alguien
más en esa falda.
Su mano rozó mi muslo, y todo el calor de antes
salió corriendo hacia
atrás.
—¡Garrick, para! ¡Alguien va a ver! ¿Qué pasa si
Kelsey vuelve?
—Con base al programa que ustedes hicieron hace
un rato, yo no
creo que eso suceda pronto.
Me encogí. Tal vez estaba siendo una pequeña
perra.
—Vamos.
Se puso de pie, y me ofreció una mano. Miré a mí
alrededor, con
miedo de tomarla. Estaba tan oscuro. Si había
alguien aquí que
conociéramos, no tendríamos forma de saber a
menos que nos
encontráramos cara a cara. Esto era demasiado
grande para una
oportunidad.
—Deja de pensar tanto —me dijo y pasó un brazo
alrededor de mi
cintura deslizándome del asiento.
La piel desnuda de mis muslos chilló
vergonzosamente contra el
asiento, pero él no parecía darse cuenta o
preocuparse. Enroscó nuestros
dedos juntos y me atrajo a la multitud.
Mantuve la cabeza baja, concentrándome en poner
mis pies justo
en donde tenían que ir. Me condujo a un nivel
inferior, donde estaba de
alguna manera más oscura y los cuerpos eran
apretados fuertemente. No
veía a la gente que estaba a mi lado. Tiró de mí
hasta que estuvimos en el
último rincón, y luego me tiró entre él y la
pared. Estaba de espaldas al
resto de la habitación, y su alta figura me
cubrió por completo.
Su aliento le hizo cosquillas a mi oreja mientras
el susurraba.
—¿Mejor?
Asentí con la cabeza. Era mejor. Quiero decir,
todavía estábamos en
un club y yo preferiría haber estado en casa
sola, pero esta era la mejor
experiencia en un club que jamás había tenido.
Aún a sabiendas de lo que sentía por mí, estaba
demasiado nerviosa
para bailar con él cara a cara. Así que me volví
hasta que mi espalda
estaba presionada frente a él. Sus manos se
dirigieron de inmediato a mis
caderas, tirando de mí en su contra. La sensación
sacó todo el aire de mis
pulmones.
Cerré los ojos para no tener que mirar a la pared
y traté de dejar que
la música corriera a través de mí. Poco a poco,
su cadera se inclinó hacia
adelante, y yo le seguí, empujándome hacia atrás
contra él. Exhaló contra
mi oído, y envió escalofríos por mi espina
dorsal. Deslizó una mano por mi
cadera hasta mi estómago.
Con los dedos extendidos, su pulgar descansaba
una pulgada por
debajo de mi sujetador y arrastró su dedo meñique
a la cintura de la falda.
Usó esa mano para tirar de mí hacia él, al mismo
tiempo que rodó su
cadera.
Estrellas bailaban detrás de mis ojos cerrados y
mi latido iba a juego
con el repiqueteo constante de la música. Su
cuerpo contra el mío parecía
magnificar la habitación ya calentada, y sentí
que el sudor comenzaba a
mojar mi cuello. Sus caderas siguieron rodando al
ritmo de la música, lenta
y sensualmente, pero una vez cada mucho tiempo y
en un tiempo fuerte,
su cadera empujo con más fuerza la mía. Sus
labios rozaron la piel de mi
cuello y me estaba cayendo, cayendo, cayendo en
el sentimiento.
No fue suficiente. ¿Podría alguna vez tener
suficiente de él? Llevé mis
manos arriba y detrás de mí, enredándolas en su
pelo, y él tarareaba su
aprobación. La mano sobre mi estómago se acercó,
corriendo
ligeramente de mi brazo en alto por mi lado. Él
rozó el costado de mi
pecho, y el toque me hizo temblar, sus deseos se
ampliaron cuando sus
dedos pasaron de la falda indecente, a mi muslo.
La canción había cambiado, pero nosotros no lo
hicimos. Sus manos
seguían volviéndome loca. Nuestros cuerpos se
quedaron fuertemente
apretados. Todavía estaba tan excitada que me
sentía mareada de
deseo. Todo el mundo daba vueltas, y nosotros
estábamos parados
todavía. O tal vez éramos nosotros los que
estábamos dando vueltas. Todo
lo que sabía era que estaban todos los demás y
luego estábamos nosotros,
y nunca quise que fuera de otra manera.
Encontró ese punto debajo de mi oreja, y gemí. Me
alegró que la
música se tragara el sonido. Mordisqueó mi cuello
con los dientes y le clavé
las uñas en el suyo como respuesta.
—Dios, Bliss, ¿Tienes alguna idea de lo mucho que
te deseo?
Nuestras caderas giraron otra vez, y yo estaba
segura de que tenía
una idea bastante buena.
La canción terminó, y todo lo que pude tomar
acerca de todo esto.
Deslicé mi teléfono fuera de mi sujetador, donde
se había escondido muy
bien. Garrick gimió y apretó nuestras caderas
juntas otra vez en respuesta,
pero me concentré en mi teléfono. Mis manos
estaban temblando, pero
me las arreglé para escribirle un texto a Kelsey.
Conocí a alguien. Me
estoy yendo. Lo snto pro t vo luego. Hablamos
mañ?
No esperé por una respuesta antes de que Garrick
me llevara hacia
la salida.
Por una vez, no me importó lo rápido que nos
fuimos en su
motocicleta. Me agarré con fuerza y trató de
llevarnos más rápido a su
casa.
Sus labios estaban en mi cuello incluso antes de
que pusiera la llave
en mi puerta. Mi respiración era tan pesada que
sólo podía llamarse
jadeando. Cuando por fin tuve la puerta abierta,
lo empujé con tanta
fuerza que se estrelló contra la pared. Mañana
tendría que comprobar y
asegurarme de que no había un agujero. Tan pronto
como la puerta
estuvo cerrada, nos estábamos besando.
Había tirado de mis tacones entre la moto y mi
puerta, y ahora sin
ellos, él estaba demasiado lejos. El pensamiento
debe habernos ocurrido a
ambos al mismo tiempo, porque sus manos dejaron
mis muslos, y tomó mi
trasero, levantándome para que pudiera envolver
mis piernas alrededor de
su cintura.
Mi espalda se estrelló contra la puerta, y jadeé.
Su lengua se deslizó
en mi boca, meneándola dentro y fuera, rápido y
fuerte, exactamente de
la manera que me gustaba.
—Cama —Jadeé entre besos.
Se echó hacia atrás lo suficiente como para
decir.
—¿Estás segura?
Luego, nos estábamos besando de nuevo, y el ritmo
se había puesto
tan seductor e hipnotizante como la música que
había estado en el club.
Él volvió a preguntar.
—Bliss, ¿Estás segura?
¿Estaba segura? ¿Por qué él me estaba haciendo
estas preguntas?
¿Se daba cuenta de que sólo quería besarlo?
Deseaba besarlo hasta que
el resto del mundo desapareciera.
—Cama —le dije de nuevo.
—Esa no es una respuesta.
Se dirigió a la habitación de todos modos.
Me aferré a él con fuerza, transfiriendo mis
besos en la mandíbula y el
cuello para que pudiera concentrarse en caminar.
De alguna manera me las arreglé para quedar
atrapada en las
cortinas.
Igual que literalmente atrapados.
Mi pendiente estaba atrapado en el material y no
me di cuenta
hasta que él siguió caminando. El dolor atravesó
mi oído y el lado de la
cabeza.
Grité en respuesta.
—¿Qué? ¡Lo siento! ¿Qué pasa? ¿Qué debo hacer?
—Oreja. —aparentemente, lo había reducido apenas
a una
palabra.
—Maldición. Quédate quieta.
Trató de usar ambas manos para liberar mi
pendiente, pero luego
perdió el equilibrio, y ambos nos estrellamos
contra el costado de mi
tocador que estaba justo dentro de mi dormitorio.
A juzgar por la forma en que mi codo estaba
adolorido, iba a tener
un enorme golpe mañana.
Cuando el dolor se calmó, me reí, porque, como de
costumbre, mi
vida era ridícula. Y con la suerte que tenía, era
una de esos mitad risa
mitad híbridos. Los dos nos reímos hasta
quedarnos sin aliento por una
razón completamente diferente ahora. Mi cara
estaba adolorida por el
golpe del tocador.
Mi pendiente aún sujeto a la cortina, y mis
piernas todavía estaban
alrededor de su cintura. Entre risas, Garrick me
dio un beso dulce en la
frente.
Tal vez la ridiculez no era tan mala.
—Está bien, vamos a desenredarte. Te voy a bajar
¿De acuerdo?
Me puso suavemente en el suelo, y mi pulso en
estampida, comenzó
a desacelerarse. Lo intentó durante unos minutos
para liberarme, pero sus
dedos eran grandes y torpes. Finalmente le dije.
—Sólo deshaz el pendiente. Voy a sacarlo de la
cortina mañana.
Riendo, hizo lo que le pedí.
Mientras que antes me sintiera como si estuviera
ardiendo en nuestro
beso. Ahora, el calor que se extendió a través de
mí era diferente, más
dulce. Luz de las velas en lugar de una llama
abierta.
Se frotó el hombro que había golpeado el tocador
y dijo.
—Estamos un poco en líos.
Pellizqué mis dedos juntos y dije.
—Un poquito.
Acurrucó una mano alrededor de mi cuello, y me
atrajo hacia
delante, presionando otro beso en mi frente.
Cerré los ojos, pensando que
así era como se sentía la perfección.
—Creo que tal vez esa cortina nos hizo un favor.
Tus piernas en esa
linda falda casi mataron mi autocontrol.
Sonreí.
—Te dije que nunca me he dejado llevar.
—Oh, estoy definitivamente contento de que te
dejaras llevar. Es un
recuerdo que atesoraré por un muy largo tiempo.
Le di una palmada en el brazo, pero no me importó
la sonrisa pícara.
—Probablemente debería irme ahora, antes de que
pierda la
cabeza de nuevo —dijo Él.
Lo dejé ir, a pesar de que una gran parte de mí
estaba gritando en
protesta. Y cuando se fue, yo celebré, casi de la
misma manera que
cuando me enteré que había conseguido entrar al
reparto de Fedra.
Bailé.
Porque... finalmente... las cosas iban bien.
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