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POSEÍDA - Lisa Swann VOL. 5 Cap.2

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2. ¡Todas las cartas y un comodín!


Sin aliento, Maddie irrumpió en el apartamento de David. Su enamorado del momento, a pesar de ser mucho más joven, parecía tener problemas para continuar. Él me lanzó una mirada perdida.

– ¡Esa mujer es un monstruo! ¡Un monstruo! Despotricaba mi tía quien lanzó, con un gesto de enojo, su bolso en el sofá, antes de dejarse caer en él.

Veía bien en su rostro que estaba tensa, alterada, pero David, Mark y yo éramos como tres bobos delante de ella, esperando el resultado de la tormenta. David lanzó una mirada inquisitiva a Mark, quien a su vez levantó el pulgar en señal de misión cumplida. Suspiré con alivio.

– No sé cómo me pude reprimir de... Maddie tartamudeó, aún molesta. No, pero es cierto, esta chica tiene fuego en las piernas, ¡como si tuviera necesidad de todos!

Mark se rio a mis espaldas y me volví.

– La famosa Allisson me abordó durante el evento, pensé que tu tía le arrancaría los ojos de las órbitas, me susurra Mark al oído…

– ¿Y por eso te pones así?, le pregunté a mi tía Dios mío, por la causa, tendrías al menos que sacrificar a tu novio...

– Hey, ¿puedo decir algo?, objetó Mark, divertido.

Maddie negó con la cabeza y se sentó en el sofá.

– No, querida Liz, tengo experiencia, ya sabes, dijo. No es una joven bien vestida la que me hará sentir miedo. Estoy realmente irritada por el comportamiento de esta mujer – y señaló la cámara que aún sostenía Mark – el comportamiento que ahora podemos denunciar con las pruebas que lo apoyan.

David tomó el aparato para extraer la tarjeta de memoria, la cual, de inmediato comenzó a leer en su ordenador portátil. Mientras él preparaba nuestra sesión tan especial de visualización de las fechorías de la horrible Allisson, me senté en el sofá junto a mi tía.

– Maddie, sea lo que sea que aprendamos al mirar lo que filmaron; antes quiero agradecerte por todo lo que haces por mí, le dije, profundamente conmovida.

Cómo hacía bien sentirse rodeada y acompañada cuando a quien uno amaba estaba lejos.

Sacha, mi amor, espero que también haya para ti alguien que te cuide.

Maddie tomó mis manos entre las suyas.

– Liz, querida, haría cualquier cosa por ti, me asegura. Pero sobre todo te voy a ayudar a rescatar al hombre que amas y que, estoy segura, te ama – como podría ser de otra manera – de las garras de esa mujer horrible.

David volvió la pantalla de la computadora hacia nosotros y se acomodó, al igual que Mark, en un brazo del sofá.

Secuencia 1: Plano general sobre el cartel a la entrada de la exposición, pasando por delante de la recepción de invitados y plano sobre la invitación. Muchedumbre heterogénea y colorida, ambiente elegante, se veían algunos empleados con bandejas cargadas de copas de champán y canapés.

Perfecto, se preparó el escenario, la fecha, la hora, el lugar para reforzar las tomas. ¡El trabajo de un profesional!

Secuencia 2: Panorama de los invitados y los lienzos, tumulto de discusiones, el objetivo se fija en una mujer rubia vestida con traje sastre de falda ajustada color antracita y amplio escote sobre una blusa vaporosa un tanto transparente.

Allisson siempre en la cima de la seducción decididamente. La inminente boda la embellecía.

La guarra de Allisson, sí, la salud de Sacha no parecía estropearte la velada...

– Empieza a ponerse interesante a partir de ahí, comentó Maddie.

La mujer discutía con varias personas, el objetivo hizo zoom sobre ella cuando un hombre alto, de pelo rizado, se le acercó.

¡Ethan! ¡Qué sorpresa! Difícil de ver a uno sin el otro últimamente.

Sin molestarse, la mano de Ethan, que descansaba en la parte baja de la espalda de Allisson, se deslizó ostensiblemente hacia sus nalgas en un gesto de propiedad.

Vamos, no se molestan en ocultar tampoco.

La cámara les siguió algunos minutos durante los cuales tuvimos acceso a algunos gestos de intimidad que confirmaron lo que ya sabíamos, pero nada realmente que nos permitiera acusar a estos dos de que tuvieran relaciones.

– Tuvimos que tomar riesgos, explica Mark. Rápidamente nos dimos cuenta de que no íbamos a ir a ningún lado si seguíamos filmándoles desde lejos.

Secuencia 3: Plano en movimiento, la pareja Allisson – Ethan estaba más cerca (o más bien eran Maddie y Mark, que habían tenido que acercarse) después, de manera muy astuta, el objetivo filmó a la altura de la gente (Mark debía llevar entonces la cámara en el hombro), pero los dos protagonistas identificados eran reconocibles. Pasamos a la banda sonora.

«Ethan: En vez de hacer un rollo de tu cita de esta noche, Allisson, ¿encontramos un rincón tranquilo para hacer algo más interesante?

Allisson (risa discreta) Sólo piensas en eso, Ethan...

Ethan: No te hagas la mosca muerta, que no eres así. ¿Te recuerdo las ganas que te dieron en el Waldorf? Si no hubiera accedido, me habrías violado.

Allisson: Tengo necesidades, no te quejas, lo disfrutas, ¿no?

Ethan: Eso es seguro, lo disfruto mucho más que tu futuro esposo...

Allisson: (risitas) Pobre Sacha, no estoy segura de que recuerde cómo hacerlo... »

¡Perra!

Tuve ganas de que se detuviera ahí. A juzgar por David que apretó los puños, triunfante, lo que habíamos visto y oído parecía suficiente para pillar a la infiel Allisson.

– Espera, Liz, no es la mejor, Maddie intervino. Seguimos a Allisson un poco más tarde. Plantó al pobre Ethan sin decirle nada, y se enfiló a un hotel cercano.

Secuencia siguiente: Plano sobre el letrero y la fachada del hotel, el teléfono celular de Maddie apareció en la pantalla para confirmar la fecha y hora antes de salir del campo. Entrada en el vestíbulo en dirección al bar lounge de este pequeño hotel acogedor pero discreto. Luz tamizada, piano al fondo.

– Estaba oscuro, pero tuvimos que ocultarnos comentó Mark. En particular porque Allisson me había visto en la apertura. Pero creo que la chica está demasiado preocupada con sus travesuras y tan segura de sí misma como para desconfiar.

Siguiendo la secuencia en la barra: Allisson se acerca al bar, donde un hombre la estaba esperando. De espaldas al inicio, se vuelve para acercarse a la joven.

¡Mierda, el padrastro de Sacha! Después de todo, tal vez era sólo una cita para discutir la ceremonia de boda.

Pero, por supuesto, como si el señor Goodman tuviera la clase como para asumir la corresponsabilidad.

Cuando la mano de Goodman padre reclamó pertenencia sobre la mano que pertenecía a su hijo unos minutos antes y se inclinó hacia Allisson para besarla de lleno en los labios, me quedé boquiabierta y me volví a David con un aire de estupefacción. Pareció sorprendido.

– ¿Y qué, Liz? ¿No estabas al tanto? Dice David. Todo el mundo lo está, sin embargo. Por mi parte, yo sólo pensaba que esta historia había terminado. Es precisamente debido a que Sacha sorprendió a estos dos en plena acción, que rompió el compromiso con Allisson.

Mierda, ¿y nadie me dijo? ¡Y estos dos monstruos ni siquiera lo ocultan!

Yo estaba sin palabras.

– Bueno, hay todavía algunos minutos de imágenes, dijo Maddie. Los vemos acariciarse discretamente y subir a una habitación. Ella sale del hotel una hora y media más tarde, un tanto desaliñada y con las mejillas ruborizadas. ¡Toda una atleta, nuestra Allisson!

¡Sí y toda una puta sorprendida en plena fechoría!

***

Quedaba por encontrar una manera de enviar toda nuestra evidencia a Sacha para abrirle los ojos y me volqué en ello, para tratar de recordarle lo que habíamos vivido. Pero David tenía razón, no había que dejar que mis sentimientos fueran evidentes. Y no iba a ser fácil, porque al día siguiente cuando llegué a la oficina, oí la voz del hombre que amaba.

¿Alucino o qué?

Helen corrió hacia mí cuando me vio caminar delante de su oficina.

– Liz, Liz, Sacha está aquí, me susurró.

Yo permanecía atónita. Mi corazón empezó a latir salvajemente, mis piernas se doblaron, me temblaban las manos.

Sacha estaba allí... pero hacía apenas una semana que...

Y de repente, apareció a espaldas de Helen lentamente, con algunos expedientes bajo el brazo, apoyado en un bastón.

– Helen, me quedo con estos dos expedientes, si no te importa sacar unas copias para mi...

Su mirada se detuvo en mí y quedé congelada ahí mismo. Había un vacío tal en sus ojos, tal desorden, inclinó el rostro con curiosidad. Parecía no saber cómo comportarse.

– Yo... uh... Perdone, ¿usted es…? Me preguntó, avergonzado.

Oh, Sacha, ¡Dios mío, no somos desconocidos! Cómo te hago entender que nuestros cuerpos se conocen, que hemos compartido tanta intimidad...

Como yo no me movía siquiera y era aún menos capaz de responder, Helen intervino:

– Se trata de Elizabeth Lanvin, Sr. Goodman, nuestra nueva colaboradora francesa. Es usted quien la animó a renunciar a una firma parisina.

Sacha tenía una sonrisa avergonzada. Parecía que lo hubiese cogido un vértigo repentino, como si la cabeza le diera vueltas.

Sacha, recuerda, la bicicleta, mi caída, cómo me ayudaste a levantarme y la manera cómo me besaste esa misma noche... Te lo ruego...

Le tendí la mano con determinación, tenía que iniciar el contacto y me obligué a enviarle una sincera sonrisa sin dejar que nada revelara mi consternación.

Cuando él tomó mi mano entre la suya, mi cuerpo se cubrió de escalofríos y me di cuenta por los temblores de sus dedos contra los míos que sintió lo mismo.

– Sacha, uh... Encantada de tenerle entre nosotros de vuelta, Sr. Goodman, balbucí.

Parecía terriblemente intrigado y no me soltó la mano.

– Me parece recordar su voz, señorita Lanvin, dijo. Lo siento, mis recuerdos son todavía demasiado vagos, pero no cambie sus hábitos, compórtese conmigo como lo hacía antes. ¿Nos tuteábamos y usted me llamaba Sacha? Bueno, continuemos así, y recuperaré la memoria.

¡Maldita sea, vaya que es difícil no arrojarme en sus brazos!

Contenía un gran sollozo que ahogaba mi garganta.

– Sí, por supuesto, y usted me llama Liz, alcanzo a balbucear, con la mirada fija en la suya.

– Entonces está bien, Liz, respondió con una dulce voz.

Me percaté de una leve sonrisa de Helen. Inspiré profundamente.

Mantén la calma, Liz.

– Muy bien, Sacha, murmuré.

Al dejar a Sacha y Helen, me fui a encerrar en la oficina, las mejillas encendidas como después de un flechazo. Era como si viviéramos nuestro encuentro una segunda vez. No había qué dejarse llevar, nada estaba ganado. Sacha era un hombre de honor, estaba comprometido con Allisson y él no era del tipo que retozara a la espera del matrimonio. Pero él se turbó. ¡Imposible negarlo!

Empecé a ir a trabajar, volví a leer algunos expedientes en los que me pidieron proponer estrategias. Tenía problemas para concentrarme y tantas ganas de correr a la oficina de Sacha para decirle todo.

Durante el almuerzo, David fue muy claro:

– Liz, este no es el momento de hacer algo estúpido cuando tenemos todas las cartas en la mano. Todo depende ahora del momento y la manera de derribarlas, y eso no debe ser bajo la influencia de la emoción. Requiere que todas las condiciones sean óptimas.

– Lo sé, David, pero no es fácil encontrarse de frente con el hombre que amo, jugando el juego de la casi desconocida. No es como si pudiera olvidar todo lo que pasó.

– Entiendo, Liz, dijo, poniendo su mano sobre la mía. Sólo quiero que todas las posibilidades estén de su lado, de Sacha y tuyo.

Al regresar a la oficina, fui directamente a la sala de recreo a preparar café. Pero alguien ya estaba allí.

Sacha...

– Oh, Liz, ¿de regreso del almuerzo? ¿Te hago un café? me preguntó.

– Sí, gracias –le dije mientras me acercaba sin saber dónde quedarme.

Me entregó mi taza y se apoyó en el armario de la cocina.

– Disculpa que sea franco, Liz, pero me veo obligado a avanzar a tientas desde mi accidente y cuando siento algunas cosas, necesito saber si lo que siento es correcto o incorrecto. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Mi corazón dejó de latir y casi se me cae la taza.

– Sí, por supuesto, Sacha.

– ¿Éramos cercanos? ¿Hasta qué punto? No me acuerdo de nada, pero siento que te conozco.

A pesar de mi semblante aturdido, continuó.

– Lo siento, Liz, pero sentía hace un momento que podía confiar en ti. ¿Me equivoco?

Nada de cosas estúpidas, me ha dicho David, entonces voy a medir cada una de mis palabras.

– Sacha, creo que se podría decir que éramos muy cercanos y, sí, puedes confiar en mí.

Sus ojos aún estaban inmersos en los míos y me sonrió de forma extraña, pero tan sincera, como si estuviera aliviado no haberse equivocado acerca de mí. Pero este momento privado fue interrumpido por la voz áspera de Natalia a mis espaldas.

– Ah, Sacha, estás allí, dijo ella. Te estaba buscando.

Luego, volviéndose hacia mí:

– Liz, tu móvil no para de sonar en tu oficina. Ya sea que canceles o que respondas, pero es una verdadera cacofonía desde hace diez minutos.

En vista de su tono, más valía no contestarle y regresé a mi oficina después de echar un último vistazo a Sacha y respondí a su sonrisa con una sonrisa aún más brillante.

Sí, de hecho, el portátil no había dejado de sonar. ¡Un número desconocido y ningún mensaje, sino una llamada a cada minuto! Marqué el número en cuestión. Inmediatamente hubo respuesta.

– Liz, le agradezco que me llame de vuelta.

– ¿Margaret?

– Le ruego me disculpe, Liz, he usado mis conexiones para obtener su número personal, pero era absolutamente necesario que yo hable.

Su voz temblaba, lo que la hacía parecer mayor. Ella se aferraba en ciertas sílabas, como si ella no estuviera en su estado normal.

– Margaret, ¿está usted bien?, pregunté.

– Tuve que darme valor, Liz, pero aquí estamos. ¿Puede reunirse conmigo después del trabajo en mi hotel?

Como no respondí, aturdida – Maldita sea, ¿qué me esperaba aún? –, agregó:

– Liz, por favor...

Sin decir nada a David ni a Helen, y después de una tarde en la que no tenía que observar las idas y venidas de Sacha ya que él se había ido, fui directamente al hotel donde Margaret tenía una suite. Llamé a la puerta y a la respuesta de Margaret, entré en la habitación.

Ella me esperaba, sentada con la espalda derecha en un sillón. A su lado, un vaso lleno de un líquido transparente.

¿También alimentada por el vodka?

– Es agua, Liz, no se preocupe, dijo cuando se dio cuenta de mi mirada en su vaso. Quiero estar sobria para esta entrevista, es hora de que me enfrente a las cosas sin disimular. Siéntese, por favor.

Me senté en un sillón frente al suyo, la habitación estaba iluminada sutilmente y Margaret sentada delante de la ventana, su silueta pasaba por una misteriosa sombra chinesca dotada de habla. No me atreví a emitir un sonido. Me temía lo peor.

– Le voy a decir algo, Liz, algo que nunca he contado a nadie y quiero que guarde el secreto también.

Asentí con la cabeza.

– Quiero contarle la historia de una joven mujer exuberante, pero triste, que tenía muchos encantos y mucho éxito con los hombres. Esta joven provenía de una familia modesta y siendo testaruda, el dinero le atraía más que nada. Estaba fascinada por el prestigio, el poder, la opulencia. Esta joven se encontró con el hombre al que no debía tener.

Hasta el momento, esto empataba con la idea que yo tenía del encuentro entre Margaret y el Sr. Goodman.

– Un hombre que abusaba de su poder, el cual giraba en las altas esferas de la política, que siempre quería más. Y este hombre se enamoró de esta joven. Vivieron un vínculo prolongado, pero este no era el único que el hombre mantenía. Tenía, además de su esposa, varias amantes, y tuvo que ser muy cuidadoso y discreto, ya que no debía poner en peligro sus aspiraciones políticas.

Bueno, aquí, ya no le seguía, no sabía que el Sr. Goodman había estado en la política.

Estaba a punto de intervenir cuando Margaret me invitó a callar con un pequeño gesto con la mano.

– Va a hacer sus preguntas más tarde, Liz. Déjeme continuar. Este hombre vivía este romance secreto con esta mujer, y por desgracia, quedó embarazada. Ella se asustó. Porque ella sabía que el hombre haría cualquier cosa para evitar el escándalo, incluyendo que los eliminaran, a ella y al niño. Entonces desapareció, tuvo éxito en escapar de él durante todo el embarazo y, al nacimiento de su hijo, para evitarle cualquier desgracia futura, esta joven mujer le confió el bebé a su hermana.

Lo peor que temía es quizás nada en comparación con lo que me amenaza al final de esta historia...

– Pero su hermana no era mucho más inteligente que ella. No era muy perspicaz acerca de sus relaciones con los hombres. Y ella quería a toda costa poner al abrigo de la necesidad este niño que ahora tenía a su cargo y que consideraba su hijo y que ama más que a nada.

Margaret se detuvo, visiblemente abrumada por la emoción.

– Pero estaba equivocada, Liz, ella escogió al hombre equivocado. Rico y poderoso, sin duda, pero incapaz de expresar amor, a ella o a su hijo. Especialmente capaz de lo peor.

Eso, sospechaba, tenía una idea de lo que era capaz en cuestiones de perversión...

Margaret, que hasta ahora parecía hablar en el vacío, se volvió directamente hacia mí.

– No he sabido proteger a Sacha, no he sabido proteger a mi hijo de su padrastro. Ha sido una lucha devastadora, Liz, y yo no tengo la fuerza ni los recursos para escapar. De alguna manera, he sido mucho más floja que mi hermana.

Estaba hundida en mi lugar, los brazos se me caían, realmente, ¡qué familia de locos! Cómo podía ser Sacha este hombre amoroso y atento después de haber vivido una historia así.

– Margaret, ¿me está diciendo que Sacha no es su hijo? Pero él me contó una historia completamente diferente, en la cual su padre había partido con su hermana únicamente.

– Liz, yo quería proteger a Sacha. Quería que tuviera confianza en mí. ¿De qué serviría que le contara la verdad? Este es mi hijo, siempre lo he considerado como tal, yo no quería que buscara a un padre que habría intentado eliminarlo o una madre que está completamente loca.

– ¿Por qué dice eso de su hermana, Margaret? ¿Ya no tiene usted contacto con ella?

– Ella vino a mí con el bebé en sus brazos. No hago más que repetir esta historia, que ella me contó. Nunca quise saber, ni verificar si sus palabras eran ciertas. Pero ella era tan incoherente en aquel entonces que yo procuraba no creer que todo salió bien y ya. Es mejor no indagar en el pasado a veces.

– No recordar más que cosas bellas, ¿cierto?, dije con ironía, repitiendo las palabras de Margaret cuando ella me confió que Sacha había recordado a Allisson al despertar.

Margaret sacudió la cabeza.

No es fácil vivir con mentiras todos los días. Entiendo que a veces toma una copa también.

– Margaret, ¿le revelará algún día la verdad a Sacha?

– No, todavía no, no ahora que ha perdido la mayor parte de sus recuerdos. Ahora tiene la oportunidad de empezar una nueva vida sin tener que sobrecargar el pasado...

– ¿Entonces por qué me ha confiado todo esto?

– Porque casi fracaso en protegerlo. ¡Lo puse en manos de un padrastro violento, un medio hermano celoso y una novia que se acuesta con todos los hombres, incluyendo a su futuro suegro!

Ella casi gritó estas últimas palabras.

Bueno, sí, allí todo el mundo está al tanto, sin duda.

– Liz, eres la promesa de una vida feliz para Sacha. Lo siento en mi corazón de madre. Y, finalmente, quiero proteger a mi hijo, arrancarlo de esta horda de salvajes que es la familia Goodman.

Agité las manos, indefensa. Mi cabeza estaba toda embrollada, todo oscilaba. Margaret se inclinó hacia mí y tomó mis manos entre las suyas.

– Liz, dijo con una voz tranquila y resuelta, Sacha no se casará con Allisson, me niego. Y yo voy a ayudarle a evitar que esto suceda.

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