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Peligrosa Obsesión - Capítulo 39 y 40


CAPITULO 39
—Pero ¿Por qué? —preguntó Cor.
—Porque me pidió que me fuera y no me fui y le dije que hoy iríamos los tres al partido de los
lakers le gustara o no, y entonces ella me dijo que si quería jugar que jugara, pero que ella
también iba a hacerlo —les conté.
—¡Un momento! ¿Acabas de decir partido de los lakers? —dijo el afro.
—¿Llevaras a Vanessa y a Alex al partido? —dijo sin poder creerlo Jared.
—¡Bueno! No podía dejar que salieran hoy y perderme el partido por estar detrás de ellos. Algo
tenía que hacer... y no se me ocurrió mejor cosa que invitarlos al partido —me defendí.
—No puedo creerlo, ¿Qué te pasó amigo? De verdad esto ya me preocupa —dijo Bleu.
—Quiero llorar, quiero... quiero a tu prima Zac —habló Jared.
—¿Acaso tu también vas a querer un psicólogo? —le preguntó Cor.
—¿Podríamos ir por orden y concentrarnos en mi problema? Después vamos a todos los problemas
de ustedes —les dije.
—Tu problema es simple y sencillo... tienes que ir agarrar a Vanessa y decirle: Vanessa yo no se en
que momento pasó, ni como. Pero te amo, y no puedo dejar de pensar en ti... me he vuelto un
completo idiota... un poco más de lo que ya era. Y ahora todo mi mundo depende de ti... de tu
mirada, de tu sonrisa. Solo quiero estar contigo y que seamos felices. Por favor, se mía para
siempre —habló cursimente. Corbin y yo estallamos en risas. ¡Oh dios, eso no podía ser cierto!
—¿Eso es lo que estas pensando decirle a mi prima? Te lo digo amigo, se te va a reír en la cara.
Eres demasiado cursi…
—Que bajo concepto tienes de Tay, es mujer todas las mujeres se derriten quieran o no con esas
cosas. Pueden comprobarlo ¿Cuántas veces usaron a Neruda o a sus equivalentes para conquistar a
una mujer? —nos preguntó.
—Tienes razón —dijo Cor.
—La única diferencia es que esta vez cuando se lo diga, si es que me animo a decirle le hablaré
desde el corazón —dijo totalmente cursi. Fruncí el ceño.
—Hermano... me emocionas. Eso se llama tener los pantalones bien puestos y amor por otra
persona además de ti —lo felicitó Corbin.
—Lo se, la diferencia entre Zac y yo es que yo se cuando ser humilde —se defendió.
—Ustedes dos no me están ayudando... solo me están hundiendo —les reproché.
—No es eso Zac, sino que intentamos hacer que entiendas que no todo en la vida es sexo y
atracción física... esta permitido que sientas amor por la chica con la que te acuestas —me aclaró el
afro.
—Pero yo no quiero sentir amor —le dije.
—¿Por qué? —preguntó Murillo.
—Porque no sirvo para sentir amor —aseguré. Porque cuando se siente amor y lo pierdes... es un
dolor terrible. No quiero volver a sentir una cosa así
—Todos servimos para sentir amor Zac… no seas terco. Piénsalo así. Imagínate que Vanessa se
enamora de Pettyfer y empiezan a salir —me dio un ejemplo Cor.
—¿Cómo vas a sentirte? —dijo Jared.
—Antes de que eso suceda lo mato —dije simplemente.
—Dile lo que sientes antes de que sea demasiado tarde.
—Y la pierdas para siempre...
¿Para siempre? Para siempre es una palabra demasiado grande. Pero entonces me puse a pensar
un poco en aquello. ¿Cómo sería perder algo que nunca tuve? ¿Cómo sería perder a alguien que no
se si amo? Entonces miré la hora en la pared de la cocina y ya eran las 7 de la tarde. Maldición iba
a llegar tarde, y no podía permitirme eso.
—Muchachos debo irme, llegare tarde al partido. Son unos pésimos psicólogos, pero igual se los
agradezco. Prometo que iremos los tres juntos al próximo juego —les dije.
—Eres una rata —me acusó Jared.
—Mal agradecido.... cuando te des cuenta de lo que hablamos va a ser demasiado tarde, y no
estaremos aquí para escucharte —dijo Cor.
—Adiós —dije revoleando los ojos y colgué el teléfono.
Tomé mi abrigo y las entradas. Y salí de mi departamento. Esta vez no dejaría a Betty en casa, ella
era la única que merecía todo mi amor y respeto. Prendí marcha hacia el estadio, y llegué más
rápido de lo que esperaba. Dejé a Betty y vi como el auto de Vanessa llegaba al lugar. Estacionó
justo frente a mí. Alex se bajó y del otro lado Nessa. Ambos me miraron.
—Apúrense que llegamos tarde —les dije.
Le dedique una rápida mirada a Vanessa. Ella solo atinó a mirar hacia otro lado. Alex se acercó a mí
y me saludó amable. Tomando el brazo a su acompañante, Vanessa miró a su alrededor como
inspeccionando el lugar. Les indiqué por donde teníamos que ir. Nos acercamos al hombre y les
entregué las entradas. Asintió con la cabeza y nos dijo que lo siguiéramos. Estábamos en la fila 2
de la parte VIP, miré a mí alrededor y vi varias personas conocidas. Un viejo amigo se giró a verme
cuando nos sentamos detrás de él.
—¡Zac! ¿Cómo estás tanto tiempo? —me dijo y me tendió la mano. La tomé y le sonreí.
—¿Qué tal, Leo? ¿Cómo te trata la vida? —le dije. Él rió levemente.
—Bien, bien aquí relajándome un poco mirando al equipo. No pude comunicarme contigo pero… tu
donación para las causas ecológicas fue muuuuy buena. Era lo que nos faltaba para completar —
me dijo.
—Me alegro por ello —dije y miré a Vanessa, que lo miraba perpleja. Sonreí por lo bajo —Lo siento,
no los presenté. Ella es Vanessa una ‘amiga’
—Es un placer, Vanessa —le dijo él —Tienes un excelente amigo…
—Si, ya lo creo —dijo ella por lo bajo. Le presenté a Pettyfer y luego hablamos un poco más. Hasta
que Leo se concentró en otra conversación. Me senté bien en mi asiento.
—¿Cómo conoces a Leonardo Di caprio? —me preguntó ella sin poder creerlo.
—Conozco a mucha gente cariño, y no soy tan insensible y egoísta como dices que soy. Te podrías
sorprender —le dije. Una voz grave avisó que el partido estaba por comenzar. Estiré mi cabeza
para mirar a Pettyfer, ya que, Vanessa se encontraba en medio de ambos —¿Cómo va todo,
Pettyfer?
—Bien, bien —me dijo él divertido —No sabía que conocías a gente del espectáculo.
—Conozco a gente de todos lados —dije divertido.
—Principalmente de la noche —aseguró Vanessa.
—Si tú lo dices —dije y volví mi vista al frente. El partido comenzó, los lakers salieron a la cancha y
todos nos pusimos de pie para aplaudirlos y gritar. El equipo contrario también salió y al minuto el
partido comenzó. Los minutos comenzaban a pasar y el partido se ponía cada vez más interesante.
Hasta que mis ojos se posaron en las manos de Vanessa y Alex. Estaban entrelazadas y apoyadas
sobre el apoya brazos del asiento. Sentí una pequeña presión en el pecho y unas ganas tremendas
de separarlos. Vanessa se puso de pie y soltó la mano de Alex cuando nuestro equipo perdió un
excelente punto.
—Son unos muertos —aseguró mientras volvía a sentarse. Alex rió divertido.
—Oye, ¿quieren que vaya por algo de tomar? —preguntó.
—Si, por favor —le dije.
—Yo quiero una botella de agua, Alex —le dijo dulce ella.
—Está bien, ahora vuelvo —dijo y se puso de pie.
Al instante en que se fue, la voz del parlante nos avisó que el entretiempo había empezado. Miré a
Vanessa, pero ella no me miró.
—¿Cómo estás? —le pregunté luego de unos segundos de silencio.
—Bien —contestó simplemente.
—¿Me… me perdonas? —le dije. Ella se giró a verme algo sorprendida.
—¿Por qué? —me dijo.
—Por lo de anoche —musité y sin pensarlo tomé su mano con la mía —Yo fui un imbécil… no debí
hacerlo. Pero sabes como soy, soy impulsivo —ella miró el agarre de nuestras manos, y luego
levantó su vista a la mía. Era como si escuchar eso de mí, no hubiese sido cierto. Entonces levanté
mi mano y acomodé un mechón de su cabello detrás de su oreja. De repente sentí que todo el
mundo estaba mirándonos. Giré mi cabeza y vi nuestra imagen en una de las pantallas gigantes del
estadio. Volví mi vista a Vanessa y ella también miró a su alrededor.
—Si, si muchachos. Están en la besa-cam —habló la voz del locutor del partido.
Seguí mirando a mí alrededor.
—Beso, beso, beso —la gente comenzó a decir. Vanessa negó efusivamente con la cabeza,
haciendo que el canto de la gente se intensificara. Miró a la pantalla y miró a la gente.
—No, no. Ella vino con alguien más —dije haciéndome el inocente.
¡Diablos, si ella se entera que esto esta planeado es capaz de asesinarme!
—Beso, beso, beso —la gente seguía insistiendo.
—Vamos chicos, no hagan que la gente se ponga molesta… bésense. Queremos un lindo beso.
Vamos que hacen una linda pareja —habló la voz por todo el estadio. Vanessa miró a su alrededor
para percatarse de que Alex no estaba por ahí. Me miró y luego miró a la gente.
—¡Esta bien! ¿Quieren un beso? —preguntó.
Las personas que estaban cerca asintieron. Entonces ella se acercó a mí y chocó sus labios con los
míos. Suavemente tomé su rostro y dejé nuestras bocas quietas, pues no creo que sea correcto con
tanta gente mirando. Las personas comenzaron a aplaudir, creo que satisfechas.
—Eso es —dijo el locutor —Ahí tienen un amor joven…
Ella se alejó de mí y volvió su vista al frente.
—No puedo creer que esto me pase a mí, es increíble —dijo algo molesta.
Sonreí por lo bajo y de pronto llegó Alex cargado con cosas.
—Lo siento si me tardé, pero había mucha gente —se disculpó y se sentó.
Le dio el agua a Vanessa y a mi me alcanzó una gaseosa igual que él. El partido volvió a comenzar.
Pero esta vez Vanessa no tomó la mano de Pettyfer, pero tampoco tomó la mía. Eso solo puede
decir que ella esta confundida. Y creo que eso tampoco es algo de ahora, ¿verdad? Lo se, lo se.
Soné como un verdadero estúpido al razonar aquello. El partido terminó. Los lakers ganaron por
amplio margen de diferencia. Nos pusimos de pie y con cuidado salimos de allí.
—¿Me esperan afuera? Necesito ir al baño —dijo Vanessa.
—Si, si, si —le dije —Ve tranquila —alejándose de nosotros caminó por un pasillo. Miré a Alex y
ambos caminamos para salir afuera.
—Buen partido, ¿verdad? —me dijo.
—Excelente partido —le dije mientras nos acercábamos más a nuestros coches.
Ambos giramos la cabeza para ver como una enojada Vanessa se dirigía hacia nosotros. Se paró en
seco delante de mí.
—¡No puedo creer que fuiste capaz de hacer eso! —me dijo nerviosa.
—¿De que hablas? —le pregunté.
—¿De que hablo? ¡¿De que habló?! —preguntó histérica —¡Le pagaste al chico de la cámara para
que nos apuntara!
—¡Bueno si, lo hice! ¿Y que? —le pregunté alzando un poco mi voz.
—¡Eres un manipulador horrible! ¡Te odio, eres de lo peor Zac! ¡Y encima en un momento te creí el
tema del perdón!
—¡Pues creo que ayer fuiste muy clara cuando me dijiste que ibas a jugar! ¡Pues yo también estoy
jugando!
—¡Por dios, ya basta! —dijo Alex alzando su voz. Ambos nos giramos a verlo —¿Acaso van a seguir
dando vueltas?
—¿De que hablas Alex? —le preguntó Vanessa.
—¡De esto! ¡De ustedes! Ya dejen de pelear solo para ocultar lo que les pasa —nos dijo.
—Amigo, creo que perdiste un tornillo —le dije.
—Si, tal vez si… pero ustedes están perdiendo el tiempo. Ya no lo oculten, hasta el mas idiota de
los idiotas se daría cuenta de que ustedes se quieren —dijo haciendo un gesto con los hombros.
Vanessa y yo nos miramos para luego estallar en risas.
—Es broma ¿cierto? Por si no te has dado cuenta ella es una histérica voluble que me quiere
enloquecer cada vez que tiene oportunidad —le dije y miré a Vanessa.
—Y él simplemente es un idiota —dijo ella sin dejar de mirarlo.
—Lo que sea muchachos, ustedes ríanse, insúltense, ódiense. Pero la cruda verdad les va a caer
encima para aplastarlos —nos dijo. Soltó un suspiro y se acercó a Vanessa —Nessa eres hermosa,
eres la chica ideal para un chico como yo... encantado ya te hubiese presentado a mi madre. Pero
yo no soy para ti —le dijo. Soltó su mano y me miró —Ustedes dos son el perfecto ejemplo del
amor opuesto.
—Alex… —dijo ella.
—Yo seré tu amigo Vanessa, podrás contar conmigo para lo que sea. Pero es con él con quien
tienes que estar.
—Estoy de acuerdo con eso —dije asintiendo.
—Y tú no seas tonto, Zac. No hay muchas como ella, y creo que eres conciente de ello —me dijo y
miré a Vanessa —Ahora debo irme, tengo que hacer unas cosas. Pero no sean tontos y piensen —
comenzó a caminar para alejarse de nosotros. Ninguno dijo nada, él nos había dejado con la
palabra en la boca. Giré mi cabeza para mirarla.
—¿Vas a pensarlo? —le pregunté.
CAPITULO 40
Ella me miró fijo a los ojos, sin decir absolutamente nada por unos cuantos segundos. Yo estaba
por decir algo…
—No, yo no tengo nada que pensar —me dijo —No quiero nada contigo…
—¡Eres una necia! —le dije nervioso —¡Ni siquiera porque el chico más sincero y bueno del mundo
te lo dice quieres entender!
—¿Y tú? ¿Acaso lo pensarías? No Zac, ¡No seas cínico! A la primera falda fácil que pase frente a ti,
te irás corriendo detrás de ella.
—Tal vez tengas razón y no haya nada que pensar... teniendo en cuenta lo poco que me conoces
para decir una cosa así —le dije algo molesto —Me ofendes.
—¿Acaso no es así? No me vengas con que te afecta eso ahora, porque no es verdad. Estoy
completamente segura que tienes una lista más larga que la de un hospital publico de las mujeres
con las que has salido —dijo enojada.
—¡Pero tú no eres una más de ellas! —le dije nervioso.
—¡¿No, no lo soy?! ¡¿Y que soy entonces?! —me preguntó con el mismo tono que yo utilicé.
La miré fijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Pero tampoco exponerme tanto y decir
una sarta de estupideces.
—Tú… tú eres lo mejor que he tenido —logré decir luego de un largo rato de silencio.
Entonces vi como sus ojos cambiaban esa forma acusadora, para mostrarme desconcierto y miedo.
Ella no quería escuchar eso… no esperaba escuchar eso.
—¿Otro de tus estúpidos discursos de convencimiento? —preguntó y dio media vuelta para
comenzar a caminar —Con Amanda o cualquier otra estúpida puede funcionar, Zac. Pero conmigo
no —dijo sin dejar de caminar hacia su auto.
¡Diablos, ella era tan testaruda! ¡No quiere entenderlo, no quiere aceptarlo!
Digamos que yo tampoco, ¿verdad? Pero aun así, cuando logro decirle algo que me sale del
corazón, no me cree. No quiere creerme.
—¡No es un discurso! ¡Es una afirmación! —le dije fuerte ya que se estaba subiendo al auto.
Prendió marcha y salió rápidamente de allí. Solté un cansado suspiro y me subí a Betty —Tú
siempre vas a estar conmigo, ¿verdad, Betty? Eres la única mujer en mi vida que nunca me ha
pedido nada… y a ti si puedo decirte que te amo Betty.
La prendí y comencé a manejar hacia mi casa. Me puse a pensar un poco en como estuvieron las
cosas en general. Y bueno, no todo salió mal. Por lo menos Pettyfer comprendió que no podía
hacer nada con Vanessa, pues ella es mía.
¿Es mía? ¿Acaso puedo utilizar ese término?
Si, claro que puedo usarlo. Porque aunque lo niegue, aunque no lo acepte, aunque quiera huir y
esconderse, ella sabe que es mía.
Y ahora que Alex se hizo a un lado, ya puedo estar tranquilo. En realidad no puedo estar muy
tranquilo. Porque en cualquier momento puede salir el psicópata de Pattinson al ataque y querer
hacerle algo a mi Nessie.
Ay Vanessa, va a ser tan complicado hacerte entender que no eres como las demás. Hasta para mi
es complicado de entender. Pero creo que poco a poco me voy dando cuenta de que es así. Pero
quizás no lo sea, ¿Y si quizás estoy confundido?
Tal vez lo que me pasa con Vanessa es pasajero. Yo no quiero lastimarla, ella no se lo merece. Es
una buena chica… es una chica inteligente, hermosa, simpática, dulce. Tiene una mirada que logra
dejarte hecho un idiota. Y esa forma tan excitante y al mismo tiempo relajante de besar… que juro
que podría estar horas y horas simplemente besándola. Pero ya, ya, ya, ya no voy a seguir
pensando en esas cosas. No tienen sentido.
Llegué a casa y cuando entré mi celular comenzó a sonar. Lo tomé y miré la pantalla. Número
privado, que extraño. Fruncí el ceño y decidí contestar.
—¿Hola? —dije al atender. No obtuve ninguna respuesta —Hola, ¿Quién habla? —nadie contesto.
Volví a mirar la pantalla, la llamada aun estaba —Vanessa, ¿eres tú cariño? ¿No quieres hablarme?
—entonces la llamada se cortó. Miré la pantalla y si se había finalizado.
No, esa no había sido Vanessa. Ella sería incapaz de llamarme. Pero, ¿Quién pudo ser?
¿Mi padre? No lo creo.
¿Amanda? Puede ser.
Pero de seguro que fue alguna de las locas esas que esta atrás mío y llamó solo para escuchar mi
masculina e irresistible voz.
El fin de semana se pasó rápidamente, ya que solo me quedaba por disfrutar el domingo. Ese día
me quedé en casa todo el día cocinando con Rose. Y como siempre que ella tenía oportunidad,
lograba preguntarme por Vanessa. Yo no se porque será, pero no entiendo porque la quiere tanto.
Aunque esa pequeña caja de mentiras es fácil de querer.
Apresuré un poco mi pasó para llegar más rápido al despacho del rector. Me habían sacado de la
clase de economía porque él me había mandado a llamar. No se porque motivo será, pues hace
mucho que no hago ningún lío o me meto en problemas. Y hoy era miércoles mitad de semana…
me puse a pensar un poco si había hecho algo malo, pero no, verdaderamente no hice nada de
nada.
Toqué dos veces la puerta de su despacho.
—Adelante —escuché que me decía. Con cuidado me asomé y él me miró —Zac, pasa muchacho y
cierra bien la puerta.
Asentí y entré del todo. Me hizo una seña para que me sentara frente a él y así lo hice. Acomodé
mi garganta.
—¿Para que soy útil? —le pregunté ya que no me hablaba.
Él soltó un suspiro y me miró bien.
—¿Cómo has estado? —preguntó. Fruncí el ceño.
—Bien, normal —contesté algo confundido.
—¿Sabes? Estoy un poco sorprendido… últimamente no te he visto por aquí y también últimamente
estas llegando temprano a las clases.
—Si, puede ser que algo me haya afectado un poco. Pero bueno ni modo, es para bien o ¿no?
—Claro que si, y estamos muy contentos. Este es el Zac que queremos aquí, no el rebelde que le
gusta meterse al jardín del campus en su ducati —me dijo.
Reí por lo bajo. Él sacó un cigarrillo y me pasó uno. Lo acepté con una leve sonrisa. Prendió el suyo
y luego me dio el encendedor para prender el mío. Lo prendí y luego lo miré.
—¿Para que me mandó a llamar señor? —le pregunté después de soltar el humo de mi cigarro.
—¿Acaso no puedo llamarte para hablar contigo y preguntarte como estas? —me dijo.
—Si, si puede pero… ¿no le parece un poco extraño? —dije divertido.
—Bueno si, tienes razón. Te mande a llamar porque llegó algo para ti —dijo. Lo miré extrañado.
—¿Algo para mí? ¿Y que es? —pregunté.
Él abrió un cajón y sacó un sobre de carta de allí, lo colocó encima de la mesa y cerró el cajón. Me
miró y acercó el sobre a mis ojos.
—Lo trajeron hoy por lo mañana y solo dice Zac… y como eres el único Zac en la Universidad
deducimos que es para ti —me dijo. Miré fijo aquel sobre blanco que tenía solo mi nombre escrito
atrás. Miré al rector y tomé la carta. Sentí un gran impulso por abrirla, pero me contuve. Algo me
decía que debía abrirla solo y leerla en soledad.
—Luego la leo —le dije. El rector asintió con la cabeza y se apoyó mejor en su asiento. Volvió a
fumar de su cigarrillo y soltó el humo.
—Puedes volver a clases —me dijo. Asentí y me puse de pie con el sobre en la mano.
Una sensación extraña se había apoderado de mí.
—Muchas gracias por la carta —dije antes de salir.
—No es nada, y cualquier cosa que necesites no dudes en avisarme, ¿si Efron?
—Quédese tranquilo señor, cualquier cosa le aviso —le dije y salí de allí.
Sin dejar de mirar el sobre entre mis manos caminé con cuidado al salón.
¿De quien podrá ser? Lo único que dice el sobre es Zac, escrito con una letra linda y redonda. Es
letra de mujer, estoy completamente seguro de ello. Quizás tengo una admiradora secreta que
ahora se va a dedicar a mandarme cartas de amor, y mensajitos por todos lados. Me reí para mis
adentros al pensar en eso. Pero algo me decía que nada tenía que ver con chicas.
Llegué al salón y entré. Me senté de nuevo en mi lugar, justo al lado de Jared.
—¿Qué pasó? —me preguntó —¿Qué hiciste ahora?
—No, nada. Solo me llamó para darme esto —le dije y le enseñé el sobre.
—¿Una carta? —dijo confundido.
—Si, no tiene remitente ni nada —dije.
—¿Y que estas esperando para abrirla y leerla? —preguntó y quiso abrirla. Se la quité.
—No, no quiero leerla aun. Luego la leeré solo.
El resto del día me la pasé pensando en la carta. Luego de que el rector me la diera y se la
mostrara a Jared había decidido guardarla y leerla en otro momento… algo me decía que no debía
leerla, pero mi otra voz me decía que si.
Hoy Vanessa no había venido a clases, por lo que me dijo Tay, había tenido un problema con su
padre y había estado un poco mal por ello. Pobre mi pequeña cajita de mentiras. Me hubiese
gustado darle un abrazo. Y por causa de que ella no había venido, no había podido poner mi
cabeza en otra cosa que no fuera la carta.
Decidí escaparme del taller de música porque las ganas de leer la carta ya me estaban
consumiendo. Salí de allí silenciosamente. Tomé con firmeza mi mochila y caminé hasta el jardín
del lugar. Gracias a dios no había nadie allí. Me acerqué hasta el viejo árbol y me eché bajo el.
Respiré en fresco aire y busque entre mis cosas el sobre blanco. Lo volví a mirar bien y entonces
tomé valor para abrirlo. Saque de allí un papel que estaba doblado en varias partes, ya que era un
papel muy largo y estaba completamente escrito de adelante y de atrás. Di un gran respiro y
comencé a leer.
Zac:
O mejor sería poner, Hijo. Hace tanto tiempo cariño, hace tantos años que vengo buscando la
forma de llegar a ti, de comunicarme contigo. Pero siempre hay algo que me lo impide. ¿Por dónde
puedo empezar, mi amor? Tengo tantas preguntas y estoy segura de que tú también las tienes.
Antes que nada quiero pedirte perdón, perdón mi amor por no haber sido lo suficientemente fuerte
para pelear por ti. Quiero pedirte perdón por dejarte, por no cuidarte durante todos estos años.
Perdón hijo mío, es algo que te pido de corazón. Y se que tal vez no puedas perdonarme… y te
entiendo, pero quiero que sepas que jamás me olvide de ti. Me comporté como una cobarde, no
pude hacerle frente a David. Él… él logro lo que quería, alejarme de ti. Creciste mi amor, y lo
hiciste lejos de mí. No sabes las noches que lloré, pensando en tu miedo a la oscuridad. ¿Quién iba
a arroparte si yo no estaba ahí? ¿Quién iba a abrazarte para que el miedo se fuera? Los días en los
que me la pasaba pensando en tu carita de tristeza, en tus ojos azules llenos de lágrimas. ¡Oh hijo,
esa imagen tuya, esa mirada tuya aun no salen de mi cabeza! Las pequeñas lágrimas que corrían
por tus mejillas esa noche, aun me torturan. Tu voz quebrada al decirme ‘adiós mamá’ retumba en
mi cabeza. Y me odio, y me detesto por no haber podido evitarte todo eso. Te arrancaron de mi
lado Zac, me alejaron de ti de la peor manera. Y yo no hice nada, no hice absolutamente nada.
Zac, mi vida, yo quiero que sepas que en todos estos años no hubo un solo día en que yo no
pensara en ti. Juro que me imagino lo hermoso que debes de estar. Es que pienso en eso y mis
ojos se llenan de lágrimas. Siempre fuiste un niño hermoso, y no lo digo por ser tu madre, no. Lo
digo porque así era mi amor, eras el más bello de todos. Y estoy segura de que ahora también lo
eres. Y también estoy completamente segura de que eres un Don Juan, mi intuición de madre me
dijo eso cuando cumpliste 14 años. Y si eso es así jovencito, creo que algún día vamos a tener que
hablar muy seriamente sobre ello. No sabes las veces que me imagine retándote por algo, y que
luego arreglas el problema con algún halago o sonrisita compradora. Siempre imaginé el día en que
me trajeras a tu primera novia a casa… Y creo que eso aun no sucede Zac, ¿estoy en lo correcto,
verdad? Tantas cosas mi amor, tantas cosas que me imagino. Tantas cosas que se que perdí y no
voy a volver a recuperarlas. Todas esas cosas que perdí provocaron un vacío en mí. El día en que
tu padre te alejó de mí, se llevó un pedazo de mi corazón. Y creo que en este momento te debes
de estar preguntando, ¿Por qué te escribo ahora y no lo hice antes? Es que yo si lo hice hijo,
siempre te escribía cartas. Pero tu padre encontraba la forma de saber cuando iba a mandarla y se
encargaba de que nunca te llegaran. Por eso esta vez me arriesgué y mandé la carta directamente
a la Universidad en la que estas. No puedo creer que ya estés en la Universidad. Ya eres todo un
hombre, estudiando derecho. Tengo tantas cosas para contarte mi amor. Luego de que tu padre te
llevara, intenté rehacer mi vida con Ben, y de a poco lo hice. Ben es un hombre maravilloso,
siempre estuvo a mi lado cuando… sentía que no tenía más fuerzas para continuar viviendo sin ti.
Siempre encontraba las palabras correctas para sacarme adelante y darme la esperanza de que
algún día iba a volver a verte. Pero no solo me dio eso, hace cinco años Ben me dio el segundo
regalo más grande de mi vida. Se llama Hope y es una niña hermosa. Tienes tus ojos, y creo que
heredó esa forma convincente y aduladora para salir de los problemas. Y eso que apenas tiene
cinco años. Siempre le hablo de ti, siempre le digo que tiene un hermano mayor y le muestro fotos
tuyas de cuando eras un niño. Ella las mira y dice: Ese es mi hermano, Zac, y esta tan orgullosa de
ti. Tienes que conocerla, se van a llevar tan bien… Y creo que hasta aquí puedo llegar mi vida,
porque las lágrimas me están nublando la vista. Nunca olvides que te amo Zac, y eres lo más
grande que dios me ha dado.

Starla.

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