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Peligrosa Obsesión - Capítulo 29 y 30


CAPITULO 29
No podía creer lo que Tay me estaba diciendo. Corbin no pudo haber hecho una estupidez como
esa.
—Si, ya tenemos una parejita formada, ¿no son lindos? —me preguntó ella.
—Tengo que hablar con Corbin, estoy completamente seguro de que tú me estas mintiendo.
—No, no te estoy mintiendo, ¿Por qué lo haría?
—Porque eres… una…
—¿Una que tonto? Yo no soy nada, y si no me crees llámalo y verás que tengo razón.
—¡Eso mismo haré!
—¡Perfecto! ¡Adiós!
—¡Adiós! ¡Y no llegues muy tarde! —le seguí gritando
—¡Está bien! ¡Cuídate! —utilizó el mismo tono que yo.
Colgó el teléfono y no pudo evitar reír. Taylor siempre encontraba la forma de hacerme reír, hasta
en el momento menos pensado.
Como dije que iba a hacerlo, llamé a Corbin y lo llené de preguntas. Al final, lo que mi loca prima
dijo era verdad. Uno de mis mejores amigos estaba de novio.
¿Entienden eso? ¡DE NOVIO! Y es más, de novio con un angelito diabólico. Pobre de él, el mini
infierno que lo espera.
Al día siguiente me levanté con tiempo de sobra para ducharme y desayunar. El maldito lunes ya
había llegado, y con el un nuevo comienzo de semana.
Salí de mi departamento y me estaba por prender un cigarrillo. Pero me detuve al recordarla.
‘—No vuelvan a fumar sin antes haber desayunado…’
Como si ella estuviera por ahí, guardé el cigarrillo en la caja y me subí a mi moto para llegar al
purgatorio, o sea a la Universidad. Divisé a mis amigos y me acerqué a ellos.
—¿Cómo están? —les pregunté.
—Mejor que tú —dijo Jar.
—¿Por qué? —dije sin entender.
—Por tu cara —me dijo Bleu —Tienes cara de estar muy perturbado…
—No, estoy bien. No tengo nada —dije.
Aunque ellos tenían razón, ayer había estado demasiado preocupado y pensando demasiado en
Vanessa. Tal vez yo no me sentía tan así, pero mi rostro demostraba lo contrario.
Divisamos como dos chicas llegaban a las risas. Eran Emma y Taylor. Los ojos de Corbin se
iluminaron y su cara de idiota apareció de inmediato. La diminuta de anteojos y ojos verdes se
sonrojo un poco al verlo. ¡Oh dios santo, esto era demasiado cursi!
Cor se acercó a ella y la besó cortamente en los labios.
—Buen día, bonita —la saludó.
—Buenos días, bonito —le dijo dulce.
—¿Ya dejaron la cursilería? —les pregunté. Taylor rió divertida.
—Te mata la envidia —me dijo mi rubia prima.
—Si no sabes, estoy muriendo —dije irónico.
Todos rieron y comenzamos a caminar para entrar. Miré para mis costados y me faltaba la morena.
Me faltaba ella…
Llegamos al salón. Emma se fue para su clase avanzada y nosotros cuatro entramos. Nos
acomodamos y luego de unos minutos el profesor entró. El profesor de estadística era el hombre
más sucio y ordinario que alguna vez yo haya visto en mi vida. De verdad era repugnante. La clase
comenzó y traté de concentrar mi atención en otra cosa. No estaba Vanessa para molestarla, así
que me quedaba Taylor para hacerlo. Pero no era lo mismo molestar a mi prima, que molestar a
Vanessa.
La puerta del salón se abrió y dirigí mi vista hacia allí. Una radiante Vanessa entró con una sonrisa
de oreja a oreja. Tenía un aura muy distinta al de los otros días. Parecía estar relajada y en
completa armonía. Se veía realmente hermosa…
—Tarde, señorita Hudgens —le dijo el profesor.
—Lo siento —se disculpó ella —Aquí tiene mi permiso por la llegada tarde.
Le tendió el papel y caminó hasta tomar asiento al lado de Taylor. La rubia le dijo algo y ella
asintió. Esperé a que se girara a verme, pero no lo hizo.
¿Qué diablos le sucede? ¿Qué fue lo que hice para que ni siquiera me dedicara una mirada?
La clase pasó lenta para mí. El comportamiento de Vanessa me tenía más que confundido.
El timbré sonó y todos salimos. No dejé de seguir con la mirada a Vanessa, hablaba efusivamente
con mi prima. Me alejé de mis amigos y caminé hasta ellas dos.
—¿Qué hacen? —les pregunté.
—¿Sabes? Me llaman en la rectoría, luego te sigo contando Tay —dijo sin mirarme.
Comenzó a caminar alejándose de nosotros.
—¿Me puedes decir que demonios le pasa? —le dije a mi prima.
—No lo se —dijo y quiso caminar para alejarse de mí, pero la detuve.
—Si lo sabes, y vas a decírmelo —le dije mirándola amenazadoramente.
—¿Sabes donde puedes meterte tu mirada asesina, verdad? —preguntó y empujó mi brazo para
pasar.
—¡Ya vas a querer mi habitación! ¡Ya vas a llorar por ella! ¡Y yo no te la voy a dar! —le dije
elevando mi voz, ya que se estaba alejando.
Giré para ir al jardín y fumar un cigarrillo, pero detuve mis pasos al verlo allí mirándome con una
sonrisa cínica.
—Te soltaron, Pattinson —le dije.
—No podían tenerme ahí siempre, Efron —dijo. Reí por lo bajo y lo miré con diversión.
—¿Te gusto la cárcel? Es un lugar muy parecido a ti —dije.
—Si, puede ser —afirmó y caminó un poco más hacia mí —Ya se la verdad de todo Efron, ¿y sabes?
No estoy enojado, ni nada de eso. Es más quería pedirte perdón…
—¿Perdón? ¿Por qué?
—Y por como me comporte, yo no quería herir tus sentimientos —dijo con sonrisa irónica. Estaba
logrando sacarme de nuevo —Yo actué así porque pensé que tenías algo con Vanessa…
—Y si lo tengo —le dije.
—Ya quisieras —me dijo divertido. Se acercó más y apoyó una de sus manos en mi hombro. Lo
miré despectivamente —Conozco perfectamente a Vanessa, de los pies a la cabeza. Conozco su
forma de ser, su forma de pensar… Y se que todo lo que dijo en el juicio fue solo para sacarte de
allí. Y lo entiendo, ella haría cualquier cosa por un AMIGO.
—Pues no le parezco muy amigo cuando nos revolcamos —dije despreocupado.
—Vanessa no se acuesta con cualquiera, y mucho menos con tipos como tú. Que tienen más
nombres de mujeres en una cama, que un propio motel de mala muerte.
—Ella parece disfrutarlo bastante…
—Como digas Efron, ya entendí como es la cosa. Tú estás loquito por ella, ella ni te registra y por
eso estas un poco ‘extraño’ últimamente.
—Si no quieres terminar peor que la última vez, mejor cállate —le advertí.
Se alejó de mí y puso sus manos en el aire.
—Tranquilo, tranquilo. Yo no quiero pelea, solo quería aclararte que ya no hace falta que sigas
esforzándote por mostrar algo que no sucede…
—Está bien, puede ser que aun no me la haya llevado a la cama. Pero ¿Quién te ha dicho que no lo
voy a hacer? Falta menos de lo que imaginas para que eso suceda —dije muy seguro de aquello.
Me miró con ojos venenosos. Él sabía que yo estaba hablando muy enserio.
—Eso lo veremos.
—Si, si lo verás. Cuando ella haya sido mía, vendré a refregártelo en la cara. Tal vez nos grabe,
para que veas como lo goza.
—Infeliz… —murmuró.
—Tranquilo Pattinson, no quiero pelear contigo. Solo quiero que dejes de esforzarte para ser un
imbécil, te sale muy bien por si solo.
—¿Pasa algo amigo? —me preguntó Jar apareciendo detrás de Pattinson. Del otro lado aparecido
Corbin.
—No, nada muchachos. Solo intercambiamos opiniones con Robert, ¿no es así? —le pregunté.
Me miró fijo y luego se fue sin decir nada.
—¿Qué quería? —preguntó Cor.
—Nada, es solo un pobre idiota —le dije despreocupado.
Las horas comenzaron a pasar y la actitud de Vanessa parecía empeorar, ahora no solo no me
miraba, ni siquiera me hablaba. Yo de verdad creo que ella quiere acabar conmigo y luego anotarlo
como una victoria realizada en su vida.
En esas horas que pasaron mi humor había empeorado, ni siquiera yo mismo podía aguantarme.
Mis amigos se acercaron a mí y gruñí frustrado.
—Uuuh, ¿Qué sucede Efron? —preguntó Jared.
—No molesten —les advertí, mientras terminaba mi cigarrillo y tiraba la colilla con fuerza.
—Ya se lo que te tiene así —dijo Corbin y apoyó una de sus manos sobre mi hombro. Lo miré de
reojo, como advirtiéndole que no se pasara de listo —Has perdido tu talento, ¿verdad?
Lo miré realmente sorprendido, como se nota que estos dos me conocen.
—¿Cómo supiste? —dije mientras seguíamos caminando.
—Ni siquiera tu padre logra ponerte de ese humor, cuando no tienes sexo —me aclaró el afro.
—Lo que Corbin dice tiene sentido —habló Jared —Zac, tú definitivamente eres un ninfomaníaco.
—Eres un sexo-dependiente —agregó Bleu.
—No puedes estar mucho tiempo sin ello… te vuelves completamente loco.
—¡Es que no puedo entenderlo! —bramé nervioso —¡No puedo acostarme con ninguna! ¡No me
producen nada! ¡Estoy con ellas y… y no… no me excito!
—Pues claro —dijo Cor soltando un suspiro —Tantos años de desenfreno tenían que cobrar su
factura.
Fruncí el ceño ante su tonta teoría.
—Apenas tengo 19 años —dije y volví mi vista al frene. Los tres nos dirigíamos a otro día de clases.
Las malditas clases, en la maldita Universidad.
—¿Y hace cuanto no pasas más de un mes sin acostarte con nadie? —me preguntó Jared. Lo miré
extrañado y me puse a pensar.
—No… nunca —dije. Los miré consecutivamente —¿Debería ver a un medico?
—Me parece amigo que tu carrera sexual ha llegado a su fin. Debiste pensar un poco antes de
usarla tanto —aseguró Jar.
—Claro no debemos ser pesimistas, estamos en el siglo XXI. Existen los tratamientos y diversas
cosas para solucionarlo —me alarmó más mi buen amigo afro.
—Ya Corbin, lo estamos asustando. Mira su cara —le dijo Murillo divertido —Amigo lo que a ti te
pasa es simple y tan claro como el agua.
—¿Qué es? —le pregunté esperanzado de que me diera una respuesta.
—Necesitas un psicólogo —sentenciaron los dos al unísono.
Mi mirada se distrajo por su diminuta figura caminando descaradamente al salón.
—No, no —aseguré y ambos miraron lo que yo miraba —Lo que yo necesito acaba de entrar a ese
salón, y me está volviendo completamente loco.
Ambos se miraron entre si y entramos. La divisé sentada al lado de Taylor. Mi rubia prima me miró
y me sonrió, mientras que ella seguía con siquiera dirigirme la mirada.
¡No consigo entender que pasó con ella! Ayer estaba todo bien, se quedó a cuidarme… éramos
muy felices. Y ahora no somos nada. No dejé de mirarla en ni un solo segundo. Ella parecía no
notarlo, pero estoy completamente seguro de que si lo notaba.
Ella estaba muy conciente de que yo la estaba mirando, tiene ese sexto sentido que tiene todas las
mujeres. Pero aun así no es capaz de mirarme. ¡No es capaz!
Y yo ya no puedo tolerar su indiferencia, su desprecio y su… forma de ser. Todo lo que me sucede
es culpa de ella, absolutamente todo. Yo no puedo acostarme con ninguna otra, porque estoy
completamente seguro de que ella me ha tirado algún embrujo o algo parecido…
¡Oh, Efron! ¡Escucha lo que estas diciendo! ¿Embrujo? ¿Qué idiotez es esa? Lo único que necesito
es acostarme con Vanessa Hudgens, sacarme las malditas ganas que le tengo y volver a ser el
mismo de antes. Solo eso. Simplemente eso… Todas las tonterías y cursilerías que me dijo Susan el
otro día eran totalmente incoherentes y sin sentido.
Yo solo necesito S-E-X-O con ella y asunto arreglado. Primero tengo que arreglar las cosas, pedirle
perdón y volver a tomar confianza. Entablar una especie de… ‘amistad’ para luego llevármela a la
cama. Pero maldita sea, ¿Cuánto tiempo va a llevarme eso?
—¡Zac! —me llamó Jared sacándome de mis pensamientos. Me giré a verlo.
—¿Qué? —le dije.
—Ya terminó la clase —afirmó mi amigo.
—¿Cómo? —dije y me puse de pie.
Ya nadie estaba en ese salón.
—No —dijo Corbin mirándome con cara de preocupación —De verdad ya me estas asustando.
—Bueno, no importa —les dije —Pero vamos, salgamos de este maldito lugar.
El resto del día se me pasó lento y pesado. La indiferencia de Vanessa cada vez me hacía sentir un
poco más impotente.
CAPITULO 30
¡Es que no es posible! ¡Ni siquiera se giró a verme cuando coqueteaba descaradamente delante de
ella con alguna de las otras del lugar!
Al parecer de verdad… de verdad ya no le importo ni en lo más mínimo.
Llegué a mi casa y me tiré exhausto en mi lindo sillón, había ido a la oficina de David y se me había
hecho tarde allí. Tomé el control y prendí la tele.
‘‘—Conquístala, llevándole música a la puerta de su casa. Estamos completamente seguros de que
caerá rendida a tus pies.’’
No puedo creer que la tele me acabara de decir eso. Era como… una sugerencia. Pero... ¿de donde
voy a sacar yo músicos a estas horas y un lunes?
Taylor se acercó a mí y se sentó a mi lado.
—¿Qué te pasa? —me preguntó.
—No te importa, ocultadora de información —le dije resentido.
—Si lo dices por Vanessa, de verdad te digo que no se que le pasa. Te juro que hoy le pregunté, y
me dijo que de verdad ya no quiere tener nada que ver contigo, y que si para hacer eso tendría
que dejar de hablarte y mirarte, pues que estaba dispuesta a hacerlo.
—¿Me hablas enserio? —dije sin poder creerlo.
—Eso me dijo ella —aseguró.
—Tengo que irme —dije y me puse de pie —No me esperes despierta…
Corrí hasta el baño duché, me cambié y salí de mi casa lo más rápido que pude. Ya eran las 12 de
la noche y si seguía perdiendo mi tiempo iba a llegar más tarde aun.
—¿Están listos? —les pregunté. Todos ellos asintieron. Había estado casi 2 horas buscando músicos
y les había ofrecido el doble de lo que cobraban para que vinieran conmigo —Cuando escuchen un
regaño, luego de eso… comienzan a tocar.
Todos volvieron a asentir. Los hice subir en el ascensor y nos bajamos en el piso 6.
Yo ya había encontrado la forma de entrar al edificio sin que nadie me abriera con la llave. Eso se
llama ser un genio. Les hice un gesto para que se quedaran escondidos del lado de los ascensores,
mientras yo iba hacia el loft. Me acomodé bien y respiré profundamente.
Mi plan de arrepentimiento y conquista comenzaba aquí. Toqué el timbre, y luego miré mi reloj.
Maldije por lo bajo al darme cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Pero ya estaba jugado,
no iba a irme hasta que me atendiera…
Volví a tocar, ya que nadie contestaba. Volví a hacerlo dos veces más.
—¡Ya va, maldita sea! —la escuché gritar desde adentro.
Eso, para nada, pero para nada, es un buen comienzo. La puerta se abrió y su pequeña figura
estaba metida dentro de un sexy camisón, le llegaba hasta por apenas arriba de las rodillas. Tenía
el pelo todo desordenado y una cara de dormida terrible. Sus ojos se abrieron bien.
—¡Grítame, aviéntame con lo que quieras, golpéame, ódiame, pero ya no me ignores! Me estas
acabando —le dije antes de que me pudiera decir algo.
—No puedo creerlo —habló ella —¡Son las dos de la mañana Efron, estaba durmiendo! ¿No pudiste
decirme esto mañana en la Universidad?
La música comenzó a sonar y ella frunció el ceño. Yo sonreí para mi mismo. Ella clavó sus ojos en
mí.
—Te traje música —le hablé. Me miró frustrada.
—A veces de verdad me parece que te esfuerzas en ser intolerable, ¿Acaso lo quieres convertir en
un deporte? —me preguntó —Tengo vecinos…
—No lo hice con malas intenciones —me disculpé poniendo mi mejor cara de niño bueno.
Ella soltó un suspiro y me miró.
—Dile a los músicos que se vayan, y entra. Así terminamos enserio con esto —me dijo y entró a su
departamento. Me di vuelta e hice mi mejor gesto de ‘victoria’ Fui hasta donde estaban los
muchachos y los despaché, lo más rápido que pude. Volví y subí. La puerta estaba abierta. Entré y
ella estaba haciendo algo en su pequeña cocina. Me acerqué y me miró.
—Eres tremendo, ¿sabes? —me dijo. Sonreí levemente.
—Algo tenía que hacer para que me hablaras, ya no… no podía aguantar tu… soberbia.
—¿Mi soberbia? ¿Me estas llamando soberbia? —preguntó clavando su chocolate mirada en mí.
—Si cariño, eres muy, pero muy soberbia…
—Solo con la gente que lo merece, y creo que tú lo mereces —dijo. Se acercó a mí y me entregó
un vaso de jugo. La miré y miré el vaso.
—¿No tienes algo más… fuerte?
—¿Alcohol?
—Podría ser —dije.
—No, yo no voy a darte alcohol —me dijo.
—Vamos, no seas miedosa, tomemos un poco… para entrar en confianza.
—Yo no quiero entrar en confianza contigo —me aseguró.
—¿Qué pasó? ¿Qué hice de malo para que hoy me ignoraras completamente? —le pregunté.
Me miró fijo y se alejó de mí, se agachó a buscar algo debajo de una de las mesadas. Me quedó al
frente una linda vista de su trasero al estar agachada. Tragué saliva sonoramente… hace tanto,
para mi gusto, que no estoy con una. Mucho menos una así, como ella.
—Si, aquí hay algo —dijo y se incorporó.
—¿Qué es?
—Vodka.
—Mmm, amo el vodka.
—Eres un asqueroso y repugnante alcohólico.
—Y con orgullo.
Negó con la cabeza y se acercó a mí para agarrar mi vaso y llenarlo con aquel espeso líquido
transparente. Cuando lo llenó, la miré y lo tomé de un trago. Ella me miró bien.
—Por dios, eres un loco —aseguró. Reí por lo bajo y volví a llenar el vaso.
—Deberías probarlo —le dije.
—No, no. Ni loca —me dijo. Alcé el brazo hasta sus ojos y lo acerqué un poco ella —No, no voy a
tomar eso…
—Vamos vegetarianita, nada va a pasarte. Además de que esto no viene de ningún animal. No te
va a venir nada mal tomar un poco…
Mordió sus labios y miró el vaso, para luego mirarme a mí. Pude leer en sus ojos, el debate que
estaba dentro de su cabeza. Se preguntaba porque me había dejado entrar, y porque estaba
planteándose tomar aquello. Levantó su mano y tomó el vaso. Reí divertido al ver la expresión de
su cara cuando el líquido entraba en su boca. Lo alejó y un poco de vodka se escurrió por sus
labios. Cerró los ojos con fuerza y respiró profundamente.
—Esto… esto es un asco —dijo cuando al fin pudo hablar.
—Claro, como si nunca hubieses tomado alcohol —dije negando con la cabeza levemente.
—Si, si tome alcohol en mi vida… pero nunca esto —me dijo —Es horrible.
—Pero no sabes lo bien que te hace —dije divertido. Nos sentamos en el sillón frente a la tele y ella
la prendió, como queriendo estar con alguien más que conmigo sola en su casa.
La miré y tomé un poco más de la botella para luego pasársela.
—¿Acaso quieres embriagarte? —me preguntó.
—¿Por qué no? —le dije. Ella tomó la botella y bebió un largo trago. Reí cuando lo alejó de ella y
volvió a fruncir el ceño —Ya te esta gustando, ¿verdad?
—Es horrible —dijo y rió —Pero… se vuelve… adictivo.
—Como todas las cosas que dan placer —acoté y la miré fijo.
Ella apartó la mirada de mí y dirigió su vista al frente.
—¿Sabes? Nunca te pregunte sobre tu color favorito —me dijo. La miré extrañado.
—¿Quieres saberlo? —le pregunté.
—Si, ¿Por qué no?
—Me gusta mucho el rojo… es un color lindo, fuerte…
—Apasionado —agregó ella y tomó un poco de vodka. Sonreí sin que me viera.
—¿Y tú color favorito?
—No tengo un color favorito… me gustan todos los colores.
—Oh, eres una chica multi-color
Ella rió divertida y la miré divertido.
—Que palabra más tonta…
—Demasiado diría yo —dije sin dejar de reír.
—¿Celtics o Lakers? —me dijo. La miré como si eso fuera obvio.
—Lakers, eso no se pregunta.
—Tenía mis dudas, eres medio extraño…
—¿Enserio lo crees? —ella negó divertida y mordió sus labios.
—Mmm, ¿Qué más puedo preguntarte? Tus defectos, dime tus defectos… No, ya se todos tus
defectos. Mejor tus virtudes… No, también las se —dijo divertida.
—Ya se, yo digo tus defectos y virtudes, y tú dices las mías —le dije.
—De acuerdo —me dijo. Asentí y la miré fijo. Era mejor que ella comenzara.
—Comienza tú —dije.
—Bueno, primero diré tus defectos. Eres impulsivo, cínico, irrespetuoso algunas veces, mujeriego,
egocéntrico, narcisista, vicioso, ninfomano —dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente
divertido.
—Ahora yo —dije calmando mi risa —Tú eres soberbia, testaruda, terca, mal pensada, irracional y
muy, muy vengadora.
—¿Yo soy mal pensada? —dijo sin poder creerlo.
—Muy mal pensada —dije divertido —Ahora di mis virtudes…
Se quedó callada mirándome fijo. Tal vez no quería decir mis virtudes.
—Bueno no tienes muchas virtudes… Bueno si tienes varias virtudes —dijo bajando la mirada.
—Anda, dímelas —le dije queriendo escuchar aquello.
—Tú… tú eres sincero, directo, apasionado, tierno, divertido, inteligente… y eres un chico bastante
guapo —dijo despacio y sin mirarme.
—¿Bastante guapo? Yo diría completamente guapo —le dije, ella rió por lo bajo —Pero ahora me
toca a mí. Resumiendo... tú eres un amor, te podría comer a mordiscos. Pero si de verdad quieres
saberlo eres... hermosa, dulce, inteligente, muy inteligente, centrada, con convicciones
inamovibles, simpática, divertida. Pero sobre todo, eres la cosa más sexy que yo haya visto jamás…
—Me falto decir que eres muuuuuuy versero —agregó.
—Y tú muy desconfiada —le dije.
—Y tú muy tonto…
—Y tú muy loca…
—¿Quieres pelar?
—Inténtalo —la desafié.
—Tú inténtalo —me dijo mirándome fijamente.
—No, yo te reté primero…
—Me tienes miedo… Cobarde.
—La cobarde eres tú, tú eres la que siempre está huyendo de mí —negó con la cabeza —Si, no te
hagas la tonta. Sabes de qué hablo.
—Yo huyo de tu intento de abuso.
—¿Yo quiero abusar de ti?
—Si, si quieres —me dijo.
—Si, si quiero, ¿Y que? —pregunté mirándola fijo.
—Ya basta —dijo —Creo que si seguimos así vamos a terminar por agarrarnos a los golpes.
—¿Para luego reconciliarnos? Yo creo que no tendría ningún problema…
—Zac… —dijo con tono de advertencia.
—¿Qué? Es la verdad cariño, como tú misma dijiste soy muy directo.
—Creo que se tuve que ponerlo como defecto, no como virtud.
—Te encanta que yo sea así, admítelo…
Seguimos hablando mientras sin darnos cuenta tomábamos vodka, como si fuera agua. Siempre se
podía hablar con ella de lo que fuera, porque es una mujer inteligente, la cual tiene criterio y
decisión. Hasta comenzamos a hablar de fútbol. Tomé la botella y volví a tomar un largo trago. Ya
no quemaba como al principio, y podía decirse que el alcohol en sangre que yo tenía ya era el de
un ebrio. Vanessa no dejaba de reír, hasta cuando estábamos callados reía. Me quitó la botella de
la mano.
—Dame eso acá —dijo y bebió haciendo que otra vez se le derramara por los labios. Rió divertida y
se limpió la boca —Tengo un secreto para contarte —habló en voz más baja como si alguien
pudiera escucharla. Me acerqué un poco más a ella —Pero no se lo digas a nadie…
—Te lo prometo —le dije y tomé un poco más.
—¿Me lo juras?
—Te lo juro cariño —levanté mi mano en forma de juramento.
—Es sobre Robert —susurró. Reí por lo bajo.
—¿Pattinson?
—Si —dijo asintiendo.
—¿Qué pasa con Pattinson? —le pregunté.

—No era nada bueno en la cama.

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