CAPITULO 23
Ella
me miró fijo por unos cuantos segundos. Pude ver la duda en su mirada. Ella no
sabía que
decirme,
ella no sabía que hacer. La puerta del depósito sonó con tres suaves golpes y
se abrió. El
hombre
que estaba allí nos miró consecutivamente. —Lo siento… no sabía que estaban
ocupados
—dijo
él.
—No
Carl, no pasa nada. Ya me voy —dijo ella y logró salir.
Miré
a Carl, y él entendió mi mensaje. Salí rápidamente para buscar a Vanessa. No,
ella no se me
iba
a escapar. Cuando la alcancé la tomé con cuidado del brazo y la giré a mí.
—Contéstame
Vanessa —le dije.
—Oye
¿puedo decirte algo? Creo que tu prima necesita urgente un psicólogo.
—¿Por
qué? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Ayer
estaba hablando sola, me preocupa —dijo ella.
—No
estaba hablando sola, estaba hablando conmigo. Y deja de dar vueltas, ahora
contéstame lo
que
te pregunte.
Bajó
la mirada y suspiró levemente.
—Creo
que fui muy clara contigo —me dijo.
—Entonces
¿eso es un no? —le dije.
—Zac…
¿no crees que seria bueno ser amigos? ¿no te gustaría que fuera tu amiga? —me
preguntó.
—Amiga
con derecho a cama —aseguré.
—¡Dios,
es imposible tratar contigo! —dijo irritada.
—¿No
lo entiendes? —le pregunté exasperado —No puedo ser tu amigo Vanessa, no puedo.
Es
todo
o nada.
—Pero...
¿acaso las pasas mal estando conmigo así… como personas que tiene un vinculo
solo
afectivo...
nada sexual? —preguntó. Movió la manos —Zac, ¡Por dios! ¡A mi me encanta
compartir
tiempo
contigo, eres insoportable a veces, pero eres divertido! No quiero arruinar
eso.
Suspiré
cansado y la miré fijo.
—Está
bien, ¿quieres ser mi amiga? —le dije.
—Si
—dijo asintiendo con una leve sonrisa.
—¿Podrás
soportarlo? —le pregunté.
—¿No
crees que ya te soporté bastante? —dijo divertida.
—Podrías
verme salir cada noche con una chica diferente ¿No te importaría?
Ella
se encogió de hombros.
—Es
tu vida, mientras seas feliz.
—Pero
yo no podría soportar verte salir con el imbécil de Pattinson —dije entre
dientes.
Esa
afirmación salió sin permiso de mi garganta. Sus ojos se abrieron bien. Sonrió
levemente,
mientras
yo me maldecía.
—Robert
ya no esta en mi lista de salidas —dijo y posó su mirada en la mía —Por ahora
estoy bien
sola,
y con Tay y Emma.
—Tay
es mi prima, pero aun así no me da confianza. Es demasiado open mind —le dije.
—Si
vamos a ser amigos, creo que este tema no tendría que... incomodarnos. Es tu
vida, y es mi
vida...
tú sales, yo salgo... tú vives, yo vivo... Aay Efron, solo quiero estar bien
contigo, pero como
amigos,
¿si?
—Esta
bien, creo que ese ya es un no bastante claro —le dije y la dejé sola.
—Zac
—escuché como me llamaba, pero no me giré a verla —Zac, no seas infantil. No
todo es
blanco
y negro… también hay matices.
—Ya,
ya tranquila —dije cuando me giré a verla —Ya esta todo claro, seamos amigos.
Perfecto. Tú
ahí
y yo aquí. Cuando necesites algo, me llamas.
Volví
a donde estaba Gina y le entregué las carpetas. Vanessa entró unos segundos más
tarde que
yo.
Quiso hablarme, pero le dije que estaba muy ocupado, que luego hablaríamos.
Ella se rindió y
volvió
a donde estaba sentada antes. La miré fijo, mientras escribía, ¡Y maldita sea
la hora en que
me
fije en ella! Se puso de pie y al instante la vi palidecer notoriamente. Se
agarró a la mesa para
no
caerse. Gina se acercó a ella rápidamente. Le dijo algo que no logré escuchar.
Vanessa negó
con
la cabeza, pero al instante se desplomó en los brazos de su madre.
—¡Vanessa!
—chilló Gina. Dejé lo que estaba haciendo y rápidamente me acerqué a ellas. La
alcé
en
brazos —¡Apóyala en el suelo!
Con
cuidado la apoyé en el suelo. Pensé que mi corazón iba a salir de mi pecho,
mientras la veía
blanca
y con los ojos cerrados. Un hombre alto se acercó a nosotros.
—Déjenme
verla —dijo y se agachó.
Vanessa
comenzó a abrir lentamente sus ojos. Arrugó la frente e intentó sentarse, pero
volvió a
acostarse
por un mareo.
—¿Qué
es lo que tiene? —preguntó Gina.
—Señora
Hudgens, su hija está anémica —dijo el hombre —Tiene las defensas muy bajas. Le
falta
hierro
y un poco de calcio…
—¡Maldita
sea Vanessa! ¡Tú y tu estúpida idea de ser vegetariana van a matarme! —la
regañó
Gina.
—Ya,
ya —dijo la morena mientras se lograba sentar —No es nada, solo no desayune
hoy… nada
más.
—Juro
que voy a encargarme de que comas, COMIDA NORMAL —le dije. Ella me miró fijo y
negó
con
la cabeza.
—¿Por
qué el mundo está contra mi? No lo se —dijo.
Después
de recibir un sermón de casi media hora por parte de Gina, Vanessa decidió irse
a casa
antes
de que su horario terminara. Me ofrecí a llevarla, primero se negó, pero luego
de unas
cuantas
amenazas por parte de su madre terminó aceptando rendida. Detuve la moto frente
a su
casa
y se bajó con cuidado.
—Ya
estas aquí —le dije. Ella me sonrió levemente, aun estaba algo pálida.
—Gracias
por traerme... aunque no debiste, seguro que tenías planes o algo por el
estilo. Perdona
a
mi madre —me dijo.
—No
tenía ningún plan, cariño —dije y coloqué mi mano sobre su mejilla —¿No quieres
que
vayamos
al hospital?
Ella
rió por lo bajo, bajando su mirada de la mía.
—No
Zac, no creo que sea tanto. Prometo que voy a llamar a mi medico de clínica y
que iré a verlo
en
la semana.
—¿Estás
segura? —pregunté. Ella volvió a reír y se acercó a besar mi mejilla. Sentí una
estúpida
sensación
en medio del pecho.
—Ya
puedes irte tranquilo, estoy bien. Y gracias otra vez, amigo —dijo y comenzó a
caminar hacia
su
edificio. Vi como entraba y solté la respiración que tenía contenida.
—Amigo
—murmuré —No se si podré con eso Vanessa.
Arranqué
para salir de allí de una buena vez.
Los
días siguieron pasando y yo decidí volver a ser como era antes de que Vanessa
apareciera en
mi
vida. Ella quería ser amiga de Zac Efron, entonces iba a ser amiga del
verdadero Zac Efron. Era
miércoles
y ya aun no había entrado a ninguna de las clases a las que tenía que haber
entrado. Es
más
acababa de llegar a la Universidad. Y ya son las 11 de la mañana. Divisé como
Vanessa se
acercaba
a mí.
—¿Qué
te sucede? —me preguntó y miró su reloj —¿Acaso no has visto que hora es?
—No
—le dije sin mucho interés. Comencé a caminar y ella caminó a mi lado.
—¡Zac,
estas por repetir el semestre!
Una
linda chica pasó por nuestro lado. Le sonreí, ya que ella me estaba mirando.
—Adiós
preciosa —le dije y le guiñé un ojo.
—Me
parece que hoy estás idiota —dijo Vanessa y comenzó a caminar más rápido para
alejarse de
mí.
Entonces
me apuré y la alcancé. La tomé del brazo haciendo que detuviera su paso. Me
miró fijo a
los
ojos.
—Este
soy yo. Seré un idiota, un mujeriego, lo que tú quieras. Pero este soy yo antes
de ti ¡Maldita
sea
Vanessa! —le dije y la acerqué un poco más a mi —Si no te gusta, y no me
quieres hablar más,
me
parece perfecto. Para estás alturas, me haces más mal que bien…
La
solté y comencé a caminar.
—¡Bien,
perfecto! ¡Vete al demonio! —me dijo y sentí como algo caía sobre mi espalda.
Me
giré a verla y sonreí abiertamente.
—Estoy
alejándome de él —le dije.
—Imbécil
—dijo con enojo.
—Adiós,
cariño, adiós —me despedí sin dejar de sonreírle.
Con
un gran alivio salí al jardín principal de la Universidad. Divisé a la chica
que había visto en el
pasillo
y me acerqué a ella. Era hora volver a mis andanzas.
—¿Qué
tal, preciosa? —le pregunté.
—Hola
Zachy —dijo ella con una sonrisa —¿Cómo estás?
—Muy
bien, ¿y tú?
—Muy
bien —dijo y me miró de arriba a bajo.
¡Dios,
amo cuando me desean de esa forma!
Pero
cuando posé mi mirada en ella, toda mi alegría se fue a la basura. Ella sonrió
de esa manera
que
me hacía enloquecer. Vanessa…
—¿Qué
pasa Efron? ¿No puedes dejarme? —me preguntó y rió divertida —Estás loco por
mí, y no
quieres
aceptarlo… Te mueres por besarme. Serías capaz de matar por un beso mío. Lo se.
Sacudí
mi cabeza y otra vez la chica normal apareció ante mí. Ya, ya tranquilo.
Respira hondo, es
solo
producto de tu imaginación.
—¿Qué
decías preciosa? —le pregunté.
Ella
volvió a hablar y otra vez Vanessa apareció frente a mí.
—Lastima
que no quieres ser mi amigo… yo quería ser tu amiga. Y que juguemos como juegan
todos
los amigos, ¿ya sabes de que hablo, verdad? —dijo sin dejar de sonreír. Efron,
tienes que ser
firme
en esta decisión. Es la única decisión en la que necesitas tener un poco más de
autocontrol —
Vamos
Efron, no vas a dejarme a la intemperie de todos esos hombres malos que quieren
hacerme
daño
¿o si? Tipos como Hook, como Robert…
La
miré fijo, y su cara de perro mojado me estaba matando.
—¡Por
dios! —grité.
—¿Qué
sucede Zachy? —me preguntó la chica.
—No
pasa nada linda, eres preciosa. El problema soy yo, ando defectuoso
últimamente.
—Tú
no eres defectuoso Zachy —dijo y rápidamente se acercó a mí para besarme.
La
miré bien, y la que me besaba con tanto ímpetu era Vanessa.
¿Por
qué? ¿Por qué dios mío? ¿Por qué?
Mis
ojos se cerraron y mis brazos la acercaron más a mí. Si por ella voy a ir al
infierno, entonces
creo
que valdrá la pena.
Pero
de repente, no sentí más los labios de la morena. Abrí mis ojos para mirar y al
frente mío
estaba
Taylor. La miré extrañado. Mi prima se dio vuelta.
—¡Vete
hueca! ¡Vete! —le dijo a la chica.
—¡Zachy!
¿Cómo vas a dejar que me hable así? —me preguntó ella.
—Lo
siento, dulce. Va ser mejor que te vayas —le dije.
La
chica soltó un indignado suspiró y se alejó a paso rápido. Volví mi vista a
Taylor. Al instante
recibí
una bofetada de su parte. La miré y me sobé.
—¿Y
eso porque fue? —le pregunté.
—¡Por
idiota que eres! ¡Si vas a montar esos espectáculos hazlos en un hotel! —me
regañó con
tono
firme y enojado —Porque no solo te pudimos haber visto Vanessa y yo…
Levanté
la mirada y busqué a Vanessa. No estaba…
—¿Vanessa
estaba aquí? —le pregunté.
—Si
—dijo ella asintiendo —Estaba mirando muy atenta. Pero eso no importa, pudo
haber sido
cualquier
otro, como el rector por ejemplo.
—Pero
NO fue el rector y a Vanessa NO le importa. Ella misma me lo dijo…
—¡Oh,
dios! Eres más idiota de lo que pensé ¿sabes?
—No
Taylor, no soy idiota… Yo le puse las cartas sobre la mesa a Vanessa, y ella
eligió. Yo también
estoy
eligiendo.
—¿Acaso
no conoces a las mujeres? —preguntó —Claro, nunca has salido con una… Cuando
una
mujer
dice NO ME IMPORTA, es porque en realidad LE IMPORTA más de lo que desea.
—Te
diré algo sobre los hombres, primita —le dije. Ella me miró fijo —Cuando un
hombre hace una
pregunta
directa, espera una respuesta directa y simple. Somos criaturas sencillas no
esperamos
tener
que decodificar cada palabra que emiten.
—Eso
es para los hombres como tú, que no se cansan de las chicas fáciles y huecas.
Has
encontrado
una con la que no puedes, ¿y que haces? Huyes... hasta tus amigos saben de lo
que
hablo.
Pero ¿sabes que Zac? Tienes razón, eres una perdida de tiempo. Vanessa es una chica
inteligente,
salió con un idiota, no creo que quiera otro…
Se
fue dejándome con la palabra en la boca.
¿Yo
una perdida de tiempo? ¿Acaso estaba hablando enserio?
Comencé
a caminar, ya quería irme de este maldito lugar.
Pero
mis pasos se detuvieron al ver como Pattinson se acercaba a mí.
—Hola
imbécil —me dijo.
—¿Acaso
hoy es el día de insultemos a Efron? —pregunté. Lo miré —No estoy de humor
Pattinson,
métete
en tus putos asuntos, déjame en paz.
—¿Sabes?
El otro día me entere de una cosa —dijo sin dejar de caminar a mi alrededor.
—¿Ah
sí? ¿Andas de chismosita? —dije burlón.
—¿Te
gusta besar a Vanessa? —me preguntó. Sonreí por lo bajo. Por ahí venía la mano.
Entonces
iba
a joderlo un poco.
—No
solo eso, también me encanta escucharla gemir. Es tan energética —le dije. Vi
como su rostro
se
volvía rojo como un tomate.
—¿Te
gusta tanto como hacer todo lo que tu padre te dice? —dijo
—¿De
que hablas?
—Estuve
averiguando unas cosas sobre ti Efron…
Lo
agarré de la camisa y lo acerqué a mí para mirarlo fijo a los ojos. Maldito
bastardo, no iba a
joder
conmigo.
—Tu
madre era una ramera Efron, yo no se como hizo tu padre para aguantarla.
Mujeres así son
una
peste… hay que eliminarlas. Mira que abandonar a su hijo por ir detrás de un
hombre es
terrible
—el maldito infeliz cayó pesadamente al pasto, ya que le partí la cara de un
solo golpe. ¿De
donde
demonios había sacado eso? Con un poco de dificultad el maldito perro logró
ponerse de pie
—También
supe que quería una niña, pero saliste tú. Igual pagó el ballet, ¿no es así
Efronsita?
—Te
mostraré de cerca el puño de un hombre real, Pattinson —le dije y lo volví a
golpear. Cayó al
pasto
y comencé a patearlo en el estomago. ¡Infeliz, mal nacido! —Vamos Robertita,
pelea como
hombre
—lo levanté y lo acerqué a mí para hablarle cerca. Su nariz estaba destrozada y
su labio
partido.
Pero yo quería verlo peor, mucho peor —Tú no sabes nada infeliz, absolutamente
nada…
Pero
¿sabes que cosas puedes saber? Lo bien que la paso con tu ex por las noches.
Nunca imagine
que
una criatura tan pequeña podría dar tanto placer como ella lo hace… Me encanta
cuando se ríe
de
ti y me cuenta lo patético que eres. Y no sabes como amo, que me pida más y
más… Le gusta
mucho
contra la pared.
Escuché
el sonido de un silbato. Giré mi cabeza y vi como dos policías corrían hacia
nosotros.
Maldije
por lo bajo y solté a Pattinson. Este cayó al suelo y se retorció allí.
—¡Levanta
las manos! —me gritó uno de ellos. Puse mis manos en lo alto, y se acercó a mí.
Comenzó
a revisarme, mientras que el otro policía atendía a Pattinson.
—Casi
lo matas —me dijo el otro hombre.
—Él
se lo buscó —respondí.
—Tendrás
que venir con nosotros, Efron —dijo el que me estaba revisando.
—No
hay problema —dije. Comenzamos a caminar hacia el auto de policía. Me pusieron
unas
esposas,
y me metieron adentro. Vi como una rubia chica corría hacia el auto.
—¿A
dónde lo llevan? —preguntó nerviosa mi prima.
—El
señor acaba de atacar brutalmente al chico que está tirado por allí —le
contestó el oficial.
Taylor
me miró a mí y luego miró hacia donde estaba Pattinson.
—¿Qué
hiciste Zac? —dijo sin poder creerlo.
—Tranquila
Tay, ve a casa tranquila —le dije y el auto arranco.
Llegamos
a la comisaría. El oficial que me llevaba me quitó las esposas, y me acercó
hasta donde
estaba
el sargento. Este levantó la cabeza y me miró fijo.
—Efron,
¿Qué has hecho esta vez? —me preguntó.
—Lo
encontramos golpeando a otro muchacho —le contó el oficial.
—Muchacho,
muchacho, muchacho… creo que sabías que estabas condicionado, ¿verdad?
—Si
sargento, pero le juro que valió la pena —dije y sonreí.
—Tienes
derecho a una llamada. Me alcanzó el teléfono y lo tomé. No me iba a quedar
otro
remedio
que llamarlo a él. A mi padre. Marqué. Sonó una… sonó otra.
—Hola
—dijo al atender.
—David
—le dije.
—¿Qué
pasó? —me preguntó él, como si ya supiera de ante mano que era algo malo.
—Tuve
un pequeño problema. Estoy arrestado —le conté.
—¡Diablos,
Zac! —rugió enojado —¡Estoy cansado de tus problemas! ¡Ya no daré la cara por
ti!
¡Fíjate
como sales o púdrete ahí si quieres!
—Está
bien, gracias —dije y colgué. El sargento me miró, espero a que le dijera algo
—Creo que
vamos
a ser muy buenos amigos, sargento —le dije y sonreí.
CAPITULO 24
Él
negó divertido con la cabeza.
—Llévenselo
a una celda individual, está demasiado joven como para meterlo con los grandes.
—Gracias,
sargento, es usted muy considerado.
—No
me subestimes jovencito —me aclaró —Ahora llévenselo. Me empujaron un poco
hasta
tirarme
dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño.
Miré
a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez
necesitaba de un
milagro
para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome
como loco
no
voy a lograr nada.
Las
horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar
cuantos años eran
lo
que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a
desesperarme.
—Efron,
tienes vistas —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se
acercaban.
—¿Qué
hiciste Zac? —preguntó Corbin.
—Tenía
que hacerlo —le dije.
—Pero
¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Jared. Los miré.
—¡No,
maldita sea! —rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me
encontró!
—Ese
no es el problema ahora Zac —me dijo Cor —El problema ahora es que tendrás un
juicio y
una
sentencia. Pattinson, puede hundirte.
—Pues
que lo haga, no me interesa…
—Ambos
sabemos que si te importa Zac —dijo el afro.
—Si,
tienes razón —dije soltando un suspiro.
—Nosotros
haremos todo lo que podamos, no estas solo en esto. Debo decirte que tu prima
esta
como
loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Jar.
—Mi
rubia prima, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgico
—Y
otra que está que trepa las paredes es… Vanessa.
—¿Vanessa?
—pregunté.
—Si
—asintió Jared —Le dijeron que habías golpeado a Pattinson, que él estaba en el
hospital y tú
que
estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.
—Condenada…
—musité.
Era
por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentido. Y
juro que todas las
cosas
que le dije a Pattinson, fueron cosas que me salieron del alma. Cosas que
deseo, cosas que
imagino.
Vanessa Hudgens está metida en mi cabeza de una forma que no puedo describir.
La
noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir pensando en todo lo que
podía pasar si
no
salía de aquí. De verdad tuve que haberme controlado… pero él, él me saco de
quicio. Además,
¿Cómo
logró saber todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al
día siguiente
los
guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que tenía una visita.
Vi
como ella entraba con cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.
—¿Amanda?
¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.
—No
sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.
—No
hacía falta que vinieras Amanda —dije mientras me ponía de pie.
—A
pesar de que quieras darme celos con la odiosa de Hudgens, yo estoy aquí… Y
hablando de
ella,
¿Dónde esta? ¿No era que tenían algo?
—Si,
si lo tienen teñida —escuché la voz de Taylor. Ambos nos giramos a verla, no
estaba sola.
Vanessa
venía a su lado —Vamos Amandita, ellos tienen que hablar de sus cosas… o hacer
cosas
¿me
entiendes verdad?
—No
vas a pedirme que me vaya por ella, ¿verdad? —me preguntó la rubia.
Miré
a Vanessa y luego a Taylor. Volví mi vista a Amanda.
—Va
a ser mejor que te vayas Amanda, este no es lugar para ti —le dije lo más
amable que pude.
—Eres
un mal agradecido —me dijo indignada y comenzó a caminar.
—Si,
si lo es —le dijo Tay mientras caminaba detrás de ella.
Fijé
mi vista en Vanessa. Ella solo se acercó un poco más.
—Solo
vine a decirte que ya tenemos la forma de sacarte de aquí —me habló distante.
—¿Estas
segura? ¿O también viniste a la visita higiénica? Ya me toca…
—Ni
siquiera cuando estas a punto de terminar preso por unos cuantos años dejas de
ser idiota,
¿verdad?
—Se
que te preocupaste más por mi, que por Pattinson —le dije serio.
—No
vine a hacer sociales contigo —sentenció. Al parecer de verdad estaba enojada
—Para eso
tienes
a otras… solo vine para decirte que esta tarde será tu juicio y declararé a tu
favor. Lo único
que
tienes que hacer es guardar silencio y confirmar todo lo que yo digo.
Comenzó
a caminar, entonces me acerqué más a los barrotes.
—¿Por
qué lo haces? —le pregunté. Se giró a verme.
—Por
tu prima —me respondió.
—¿Estás
completamente segura de eso? —le dije. Me miró —Por favor, acércate —le pedí.
Me miró
con
duda y se acercó. Con cuidado tomé sus manos. Ella miró la unión de ellas y
luego volvió la
vista
a mí —Muchas gracias.
—¿Por
qué? —me preguntó.
—Por
querer ayudarme —respondí —Aunque sea por mi prima.
—Yo
se lo mucho que ella te quiere —dijo sin mirarme a los ojos.
Entonces
con cuidado solté sus manos para tomar su rostro. Me miró sorprendida.
—¿Que
haces? —preguntó nerviosa.
—Shh
—le dije y despacio la acerqué más al pequeño espacio que había entre los
barrotes. Acaricié
su
mejilla —Déjame besarte —le rogué en un susurro.
—No
—negó efusivamente mientras ponía las manos sobre las mías e intentaba
alejarse.
—Por
favor Vanessa, déjame hacerlo, te lo estoy rogando. Además es mi manera de
pagarte lo que
estas
haciendo por mí —dije mientras mi mirada estaba clavaba en sus ojos.
—Yo
no quiero nada de ti —aseguró.
—Vanessa,
¿Por qué me haces esto?
—Yo
no te hago nada Efron, tú eres el que hace mal las cosas —dijo.
—Por
favor, déjame hacerlo. Lo necesito —le pedí. Ella volvió a negar pero no se
alejó, sus manos
apretaron
un poco más mías que estaban sujetando su bello rostro —Cierra los ojos...
—No…
tú cierra los ojos —dijo ella.
—Siempre
lo hago cuando te beso —le confesé.
Sonreí
levemente, para luego acercarme más al tiempo que mis ojos se cerraban. No iba
a ser
violento,
ni pasional en este beso... quería ser ¿tierno? Rocé sus suaves labios con
cuidado,
separándolos
un poco.
—Creo
que ayer fuiste muy claro cuando me dijiste que yo te hacia más mal que bien.
Bueno, lo
entendí,
me quedó claro. Yo quise establecer una relación amistosa, pero al parecer eso
no cuadra
contigo.
Y bueno así lo quieres así será —se alejó de mi agarre. La miré algo
sorprendido —Tú ahí
y
yo aquí…
—Vanessa…
—Ya
me cansé de intentarlo Zac, eres… tan cínico, no lo comprendes. Yo no soy como
Amanda
Bynes,
y además pienso que acostarse con alguien que apenas conoces es… aborrecible.
—¿Y
si me conocieras más? —le pregunté.
—Tampoco
—me dijo.
Suspiré
levemente.
—Entonces,
¿así son las cosas? —dije.
—¿Qué
te parece si lo discutimos cuando salgas? —preguntó.
—¿Por
qué no ahora?
—Porque
no se me da la gana, y no puedes hacer nada al respecto. Estas encerrado.
Me
guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
—LOCO
¿SABES? QUIERES VOLVERME LOCO —le grité bien fuerte para que me escuchara.
Suspiré
y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda.
Levanté
la
cabeza y la miré.
—Lo
siento, se me olvidó —dijo. Una caja cayó sobre mi cuerpo. La tomé y eran
cigarrillos. Volví mi
vista
a ella. Sonrió levemente —Solo fuma, si ya has desayunado… Ahora si, adiós —se
despidió y
se
fue.
Me
senté en la cama y miré la caja entre mis manos. No la comprendo, ¡Me es
imposible! Si ella
solo
fuera un poco más clara conmigo, yo no estaría tan confundido.
Las
horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje
que me
había
mandado mi prima.
Faltaba
media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que
vinieran
por
mí.
—Vamos
Efron, ya es hora —me habló el sargento.
Me
puse de pie y abrieron la celda.
—¿Cree
que salga sargento? —le pregunté.
Él
sonrió por lo bajo y me hizo caminar un poco para entrar a una oficina.
—Pues
la veo un poco difícil hijo, pero no imposible.
—Cualquier
cosa, si llego a quedarme… le aseguró que vamos a llevarnos bien —dije algo
divertido.
—Ya
lo creo Efron, ya lo creo —palmeó mi hombro.
Me
pusieron las esposas, como si fuera un criminal de primera clase. Este país
siempre esta al
revés,
los verdaderos maleantes andan sueltos, mientras que la gente honesta y buena
se pudre
dentro
de esas cárceles.
De
verdad deseo con todo mi corazón salir de esto, y juro que voy a comportarme.
Juro que no
volveré
a ser impulsivo.
Comenzaron
a caminar conmigo y más rápido de lo que pensé llegamos al juzgado. Una puerta
de
madera
se abrió y me empujaron levemente para que entrara.
Todo
el mundo se puso de pie, ya que el juez a cargo de la causa entraba por la otra
puerta. Divisé
a
mi prima y a Vanessa sentadas al lado de un Harry, mi abogado. Mi fiel abogado.
Quizás mi padre
se
haya apiadado y lo haya contactado.
Del
otro lado, divisé a Pattinson, sentado al lado de su abogado. Sonreí para mis
adentros al ver el
estado
en el que estaba. La felicidad que recorrió mi cuerpo fue muy gratificante. Eso
significaba
que
yo no había pasado una noche dentro de esta cárcel en vano.
Sentados
detrás estaban Corbin y Jared, los miré a ambos y los dos sonrieron contentos.
Algo me
decía
que yo ya estaba salvado.
—Comencemos
—dijo el juez.
Me
sentaron al lado de mi abogado y al instante mi prima me abrazó. No pude
devolverle el gesto
pues
tenía las esposas en las manos
—El
acusado, es el señor Zac Efron de 19 años de edad, por atentado físico al señor
Robert
Pattinson,
que es el demandante. Pido a los abogados que se acerquen al estrado…
Nuestros
abogados se levantaron y se saludaron con una apretada de manos. Volvieron su
vista al
juez,
dijeron algo en voz baja y Harry se volvió a sentar. Me quitaron las esposas.
—¿Crees
que salga? —le pregunté en voz baja.
—Si
creen todo lo que dirá la señorita Hudgens, lo más probable es que si —me
contestó.
—¿Y
que es lo que va a decir? —dije intrigado.
—Ya
lo veraz —dijo Harry con una leve sonrisa.
Giré
mi cabeza para mirar a Vanessa. Su mirada se cruzó con la mía, pero al instante
la apartó.
Ella
no solo es mi perdición, sino que ahora también le voy a deber la libertad.
¡Esto
es increíble!
—Llamo
a declarar al señor Robert Pattinson —habló su abogado.
Pattinson
se puso de pie, y un poco rengo se acercó al estrado. Se sentó y un hombre con
un libro
se
acercó a él.
—Jura
decir la verdad, y nada más que la verdad —dijo él hombre.
—Si,
juro —dijo Pattinson y apoyó la mano sobre el libro.
—Señor
Pattinson, ¿Hace cuanto que conoce al señor Efron? —le preguntó.
—De
nombre hará un año —dijo él y me miró —Así como persona, un mes
aproximadamente.
—¿Tenían
una buena relación?
—Ni
buena ni mala, apenas trataba con él.
—Mal
nacido —musité.
—¿Qué
pasó ayer por la tarde? —le preguntó su abogado.
—Yo
estaba caminando por el jardín de la Universidad, entonces divisé a Zac… me
acerque a él y lo
saludé
amablemente —dijo aquel infeliz —Entonces, comenzó a insultarme, a decirme
cosas
sobre...
—se detuvo y miró a Vanessa —No importa... y luego me golpeó.
—¡Eso
no fue así, infeliz! —rugí poniéndome de pie.
—Señor
Efron, le voy a pedir que guarde silencio —me advirtió el juez.
Soltando
un gruñido me senté en mi lugar.
—¿Entonces
usted asegura que el señor Efron lo atacó sin motivo alguno? —le dijo el
abogado.
—Sin
ningún motivo —aseguró el mal nacido.
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