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Peligrosa Obsesión - Capítulo 23 y 24

CAPITULO 23
Ella me miró fijo por unos cuantos segundos. Pude ver la duda en su mirada. Ella no sabía que
decirme, ella no sabía que hacer. La puerta del depósito sonó con tres suaves golpes y se abrió. El
hombre que estaba allí nos miró consecutivamente. —Lo siento… no sabía que estaban ocupados
—dijo él.
—No Carl, no pasa nada. Ya me voy —dijo ella y logró salir.
Miré a Carl, y él entendió mi mensaje. Salí rápidamente para buscar a Vanessa. No, ella no se me
iba a escapar. Cuando la alcancé la tomé con cuidado del brazo y la giré a mí.
—Contéstame Vanessa —le dije.
—Oye ¿puedo decirte algo? Creo que tu prima necesita urgente un psicólogo.
—¿Por qué? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Ayer estaba hablando sola, me preocupa —dijo ella.
—No estaba hablando sola, estaba hablando conmigo. Y deja de dar vueltas, ahora contéstame lo
que te pregunte.
Bajó la mirada y suspiró levemente.
—Creo que fui muy clara contigo —me dijo.
—Entonces ¿eso es un no? —le dije.
—Zac… ¿no crees que seria bueno ser amigos? ¿no te gustaría que fuera tu amiga? —me
preguntó.
—Amiga con derecho a cama —aseguré.
—¡Dios, es imposible tratar contigo! —dijo irritada.
—¿No lo entiendes? —le pregunté exasperado —No puedo ser tu amigo Vanessa, no puedo. Es
todo o nada.
—Pero... ¿acaso las pasas mal estando conmigo así… como personas que tiene un vinculo solo
afectivo... nada sexual? —preguntó. Movió la manos —Zac, ¡Por dios! ¡A mi me encanta compartir
tiempo contigo, eres insoportable a veces, pero eres divertido! No quiero arruinar eso.
Suspiré cansado y la miré fijo.
—Está bien, ¿quieres ser mi amiga? —le dije.
—Si —dijo asintiendo con una leve sonrisa.
—¿Podrás soportarlo? —le pregunté.
—¿No crees que ya te soporté bastante? —dijo divertida.
—Podrías verme salir cada noche con una chica diferente ¿No te importaría?
Ella se encogió de hombros.
—Es tu vida, mientras seas feliz.
—Pero yo no podría soportar verte salir con el imbécil de Pattinson —dije entre dientes.
Esa afirmación salió sin permiso de mi garganta. Sus ojos se abrieron bien. Sonrió levemente,
mientras yo me maldecía.
—Robert ya no esta en mi lista de salidas —dijo y posó su mirada en la mía —Por ahora estoy bien
sola, y con Tay y Emma.
—Tay es mi prima, pero aun así no me da confianza. Es demasiado open mind —le dije.
—Si vamos a ser amigos, creo que este tema no tendría que... incomodarnos. Es tu vida, y es mi
vida... tú sales, yo salgo... tú vives, yo vivo... Aay Efron, solo quiero estar bien contigo, pero como
amigos, ¿si?
—Esta bien, creo que ese ya es un no bastante claro —le dije y la dejé sola.
—Zac —escuché como me llamaba, pero no me giré a verla —Zac, no seas infantil. No todo es
blanco y negro… también hay matices.
—Ya, ya tranquila —dije cuando me giré a verla —Ya esta todo claro, seamos amigos. Perfecto. Tú
ahí y yo aquí. Cuando necesites algo, me llamas.
Volví a donde estaba Gina y le entregué las carpetas. Vanessa entró unos segundos más tarde que
yo. Quiso hablarme, pero le dije que estaba muy ocupado, que luego hablaríamos. Ella se rindió y
volvió a donde estaba sentada antes. La miré fijo, mientras escribía, ¡Y maldita sea la hora en que
me fije en ella! Se puso de pie y al instante la vi palidecer notoriamente. Se agarró a la mesa para
no caerse. Gina se acercó a ella rápidamente. Le dijo algo que no logré escuchar. Vanessa negó
con la cabeza, pero al instante se desplomó en los brazos de su madre.
—¡Vanessa! —chilló Gina. Dejé lo que estaba haciendo y rápidamente me acerqué a ellas. La alcé
en brazos —¡Apóyala en el suelo!
Con cuidado la apoyé en el suelo. Pensé que mi corazón iba a salir de mi pecho, mientras la veía
blanca y con los ojos cerrados. Un hombre alto se acercó a nosotros.
—Déjenme verla —dijo y se agachó.
Vanessa comenzó a abrir lentamente sus ojos. Arrugó la frente e intentó sentarse, pero volvió a
acostarse por un mareo.
—¿Qué es lo que tiene? —preguntó Gina.
—Señora Hudgens, su hija está anémica —dijo el hombre —Tiene las defensas muy bajas. Le falta
hierro y un poco de calcio…
—¡Maldita sea Vanessa! ¡Tú y tu estúpida idea de ser vegetariana van a matarme! —la regañó
Gina.
—Ya, ya —dijo la morena mientras se lograba sentar —No es nada, solo no desayune hoy… nada
más.
—Juro que voy a encargarme de que comas, COMIDA NORMAL —le dije. Ella me miró fijo y negó
con la cabeza.
—¿Por qué el mundo está contra mi? No lo se —dijo.
Después de recibir un sermón de casi media hora por parte de Gina, Vanessa decidió irse a casa
antes de que su horario terminara. Me ofrecí a llevarla, primero se negó, pero luego de unas
cuantas amenazas por parte de su madre terminó aceptando rendida. Detuve la moto frente a su
casa y se bajó con cuidado.
—Ya estas aquí —le dije. Ella me sonrió levemente, aun estaba algo pálida.
—Gracias por traerme... aunque no debiste, seguro que tenías planes o algo por el estilo. Perdona
a mi madre —me dijo.
—No tenía ningún plan, cariño —dije y coloqué mi mano sobre su mejilla —¿No quieres que
vayamos al hospital?
Ella rió por lo bajo, bajando su mirada de la mía.
—No Zac, no creo que sea tanto. Prometo que voy a llamar a mi medico de clínica y que iré a verlo
en la semana.
—¿Estás segura? —pregunté. Ella volvió a reír y se acercó a besar mi mejilla. Sentí una estúpida
sensación en medio del pecho.
—Ya puedes irte tranquilo, estoy bien. Y gracias otra vez, amigo —dijo y comenzó a caminar hacia
su edificio. Vi como entraba y solté la respiración que tenía contenida.
—Amigo —murmuré —No se si podré con eso Vanessa.
Arranqué para salir de allí de una buena vez.
Los días siguieron pasando y yo decidí volver a ser como era antes de que Vanessa apareciera en
mi vida. Ella quería ser amiga de Zac Efron, entonces iba a ser amiga del verdadero Zac Efron. Era
miércoles y ya aun no había entrado a ninguna de las clases a las que tenía que haber entrado. Es
más acababa de llegar a la Universidad. Y ya son las 11 de la mañana. Divisé como Vanessa se
acercaba a mí.
—¿Qué te sucede? —me preguntó y miró su reloj —¿Acaso no has visto que hora es?
—No —le dije sin mucho interés. Comencé a caminar y ella caminó a mi lado.
—¡Zac, estas por repetir el semestre!
Una linda chica pasó por nuestro lado. Le sonreí, ya que ella me estaba mirando.
—Adiós preciosa —le dije y le guiñé un ojo.
—Me parece que hoy estás idiota —dijo Vanessa y comenzó a caminar más rápido para alejarse de
mí.
Entonces me apuré y la alcancé. La tomé del brazo haciendo que detuviera su paso. Me miró fijo a
los ojos.
—Este soy yo. Seré un idiota, un mujeriego, lo que tú quieras. Pero este soy yo antes de ti ¡Maldita
sea Vanessa! —le dije y la acerqué un poco más a mi —Si no te gusta, y no me quieres hablar más,
me parece perfecto. Para estás alturas, me haces más mal que bien…
La solté y comencé a caminar.
—¡Bien, perfecto! ¡Vete al demonio! —me dijo y sentí como algo caía sobre mi espalda.
Me giré a verla y sonreí abiertamente.
—Estoy alejándome de él —le dije.
—Imbécil —dijo con enojo.
—Adiós, cariño, adiós —me despedí sin dejar de sonreírle.
Con un gran alivio salí al jardín principal de la Universidad. Divisé a la chica que había visto en el
pasillo y me acerqué a ella. Era hora volver a mis andanzas.
—¿Qué tal, preciosa? —le pregunté.
—Hola Zachy —dijo ella con una sonrisa —¿Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú?
—Muy bien —dijo y me miró de arriba a bajo.
¡Dios, amo cuando me desean de esa forma!
Pero cuando posé mi mirada en ella, toda mi alegría se fue a la basura. Ella sonrió de esa manera
que me hacía enloquecer. Vanessa…
—¿Qué pasa Efron? ¿No puedes dejarme? —me preguntó y rió divertida —Estás loco por mí, y no
quieres aceptarlo… Te mueres por besarme. Serías capaz de matar por un beso mío. Lo se.
Sacudí mi cabeza y otra vez la chica normal apareció ante mí. Ya, ya tranquilo. Respira hondo, es
solo producto de tu imaginación.
—¿Qué decías preciosa? —le pregunté.
Ella volvió a hablar y otra vez Vanessa apareció frente a mí.
—Lastima que no quieres ser mi amigo… yo quería ser tu amiga. Y que juguemos como juegan
todos los amigos, ¿ya sabes de que hablo, verdad? —dijo sin dejar de sonreír. Efron, tienes que ser
firme en esta decisión. Es la única decisión en la que necesitas tener un poco más de autocontrol —
Vamos Efron, no vas a dejarme a la intemperie de todos esos hombres malos que quieren hacerme
daño ¿o si? Tipos como Hook, como Robert…
La miré fijo, y su cara de perro mojado me estaba matando.
—¡Por dios! —grité.
—¿Qué sucede Zachy? —me preguntó la chica.
—No pasa nada linda, eres preciosa. El problema soy yo, ando defectuoso últimamente.
—Tú no eres defectuoso Zachy —dijo y rápidamente se acercó a mí para besarme.
La miré bien, y la que me besaba con tanto ímpetu era Vanessa.
¿Por qué? ¿Por qué dios mío? ¿Por qué?
Mis ojos se cerraron y mis brazos la acercaron más a mí. Si por ella voy a ir al infierno, entonces
creo que valdrá la pena.
Pero de repente, no sentí más los labios de la morena. Abrí mis ojos para mirar y al frente mío
estaba Taylor. La miré extrañado. Mi prima se dio vuelta.
—¡Vete hueca! ¡Vete! —le dijo a la chica.
—¡Zachy! ¿Cómo vas a dejar que me hable así? —me preguntó ella.
—Lo siento, dulce. Va ser mejor que te vayas —le dije.
La chica soltó un indignado suspiró y se alejó a paso rápido. Volví mi vista a Taylor. Al instante
recibí una bofetada de su parte. La miré y me sobé.
—¿Y eso porque fue? —le pregunté.
—¡Por idiota que eres! ¡Si vas a montar esos espectáculos hazlos en un hotel! —me regañó con
tono firme y enojado —Porque no solo te pudimos haber visto Vanessa y yo…
Levanté la mirada y busqué a Vanessa. No estaba…
—¿Vanessa estaba aquí? —le pregunté.
—Si —dijo ella asintiendo —Estaba mirando muy atenta. Pero eso no importa, pudo haber sido
cualquier otro, como el rector por ejemplo.
—Pero NO fue el rector y a Vanessa NO le importa. Ella misma me lo dijo…
—¡Oh, dios! Eres más idiota de lo que pensé ¿sabes?
—No Taylor, no soy idiota… Yo le puse las cartas sobre la mesa a Vanessa, y ella eligió. Yo también
estoy eligiendo.
—¿Acaso no conoces a las mujeres? —preguntó —Claro, nunca has salido con una… Cuando una
mujer dice NO ME IMPORTA, es porque en realidad LE IMPORTA más de lo que desea.
—Te diré algo sobre los hombres, primita —le dije. Ella me miró fijo —Cuando un hombre hace una
pregunta directa, espera una respuesta directa y simple. Somos criaturas sencillas no esperamos
tener que decodificar cada palabra que emiten.
—Eso es para los hombres como tú, que no se cansan de las chicas fáciles y huecas. Has
encontrado una con la que no puedes, ¿y que haces? Huyes... hasta tus amigos saben de lo que
hablo. Pero ¿sabes que Zac? Tienes razón, eres una perdida de tiempo. Vanessa es una chica
inteligente, salió con un idiota, no creo que quiera otro…
Se fue dejándome con la palabra en la boca.
¿Yo una perdida de tiempo? ¿Acaso estaba hablando enserio?
Comencé a caminar, ya quería irme de este maldito lugar.
Pero mis pasos se detuvieron al ver como Pattinson se acercaba a mí.
—Hola imbécil —me dijo.
—¿Acaso hoy es el día de insultemos a Efron? —pregunté. Lo miré —No estoy de humor Pattinson,
métete en tus putos asuntos, déjame en paz.
—¿Sabes? El otro día me entere de una cosa —dijo sin dejar de caminar a mi alrededor.
—¿Ah sí? ¿Andas de chismosita? —dije burlón.
—¿Te gusta besar a Vanessa? —me preguntó. Sonreí por lo bajo. Por ahí venía la mano. Entonces
iba a joderlo un poco.
—No solo eso, también me encanta escucharla gemir. Es tan energética —le dije. Vi como su rostro
se volvía rojo como un tomate.
—¿Te gusta tanto como hacer todo lo que tu padre te dice? —dijo
—¿De que hablas?
—Estuve averiguando unas cosas sobre ti Efron…
Lo agarré de la camisa y lo acerqué a mí para mirarlo fijo a los ojos. Maldito bastardo, no iba a
joder conmigo.
—Tu madre era una ramera Efron, yo no se como hizo tu padre para aguantarla. Mujeres así son
una peste… hay que eliminarlas. Mira que abandonar a su hijo por ir detrás de un hombre es
terrible —el maldito infeliz cayó pesadamente al pasto, ya que le partí la cara de un solo golpe. ¿De
donde demonios había sacado eso? Con un poco de dificultad el maldito perro logró ponerse de pie
—También supe que quería una niña, pero saliste tú. Igual pagó el ballet, ¿no es así Efronsita?
—Te mostraré de cerca el puño de un hombre real, Pattinson —le dije y lo volví a golpear. Cayó al
pasto y comencé a patearlo en el estomago. ¡Infeliz, mal nacido! —Vamos Robertita, pelea como
hombre —lo levanté y lo acerqué a mí para hablarle cerca. Su nariz estaba destrozada y su labio
partido. Pero yo quería verlo peor, mucho peor —Tú no sabes nada infeliz, absolutamente nada…
Pero ¿sabes que cosas puedes saber? Lo bien que la paso con tu ex por las noches. Nunca imagine
que una criatura tan pequeña podría dar tanto placer como ella lo hace… Me encanta cuando se ríe
de ti y me cuenta lo patético que eres. Y no sabes como amo, que me pida más y más… Le gusta
mucho contra la pared.
Escuché el sonido de un silbato. Giré mi cabeza y vi como dos policías corrían hacia nosotros.
Maldije por lo bajo y solté a Pattinson. Este cayó al suelo y se retorció allí.
—¡Levanta las manos! —me gritó uno de ellos. Puse mis manos en lo alto, y se acercó a mí.
Comenzó a revisarme, mientras que el otro policía atendía a Pattinson.
—Casi lo matas —me dijo el otro hombre.
—Él se lo buscó —respondí.
—Tendrás que venir con nosotros, Efron —dijo el que me estaba revisando.
—No hay problema —dije. Comenzamos a caminar hacia el auto de policía. Me pusieron unas
esposas, y me metieron adentro. Vi como una rubia chica corría hacia el auto.
—¿A dónde lo llevan? —preguntó nerviosa mi prima.
—El señor acaba de atacar brutalmente al chico que está tirado por allí —le contestó el oficial.
Taylor me miró a mí y luego miró hacia donde estaba Pattinson.
—¿Qué hiciste Zac? —dijo sin poder creerlo.
—Tranquila Tay, ve a casa tranquila —le dije y el auto arranco.
Llegamos a la comisaría. El oficial que me llevaba me quitó las esposas, y me acercó hasta donde
estaba el sargento. Este levantó la cabeza y me miró fijo.
—Efron, ¿Qué has hecho esta vez? —me preguntó.
—Lo encontramos golpeando a otro muchacho —le contó el oficial.
—Muchacho, muchacho, muchacho… creo que sabías que estabas condicionado, ¿verdad?
—Si sargento, pero le juro que valió la pena —dije y sonreí.
—Tienes derecho a una llamada. Me alcanzó el teléfono y lo tomé. No me iba a quedar otro
remedio que llamarlo a él. A mi padre. Marqué. Sonó una… sonó otra.
—Hola —dijo al atender.
—David —le dije.
—¿Qué pasó? —me preguntó él, como si ya supiera de ante mano que era algo malo.
—Tuve un pequeño problema. Estoy arrestado —le conté.
—¡Diablos, Zac! —rugió enojado —¡Estoy cansado de tus problemas! ¡Ya no daré la cara por ti!
¡Fíjate como sales o púdrete ahí si quieres!
—Está bien, gracias —dije y colgué. El sargento me miró, espero a que le dijera algo —Creo que
vamos a ser muy buenos amigos, sargento —le dije y sonreí.
CAPITULO 24
Él negó divertido con la cabeza.
—Llévenselo a una celda individual, está demasiado joven como para meterlo con los grandes.
—Gracias, sargento, es usted muy considerado.
—No me subestimes jovencito —me aclaró —Ahora llévenselo. Me empujaron un poco hasta
tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño.
Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez necesitaba de un
milagro para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loco
no voy a lograr nada.
Las horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años eran
lo que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.
—Efron, tienes vistas —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.
—¿Qué hiciste Zac? —preguntó Corbin.
—Tenía que hacerlo —le dije.
—Pero ¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Jared. Los miré.
—¡No, maldita sea! —rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me encontró!
—Ese no es el problema ahora Zac —me dijo Cor —El problema ahora es que tendrás un juicio y
una sentencia. Pattinson, puede hundirte.
—Pues que lo haga, no me interesa…
—Ambos sabemos que si te importa Zac —dijo el afro.
—Si, tienes razón —dije soltando un suspiro.
—Nosotros haremos todo lo que podamos, no estas solo en esto. Debo decirte que tu prima esta
como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Jar.
—Mi rubia prima, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgico
—Y otra que está que trepa las paredes es… Vanessa.
—¿Vanessa? —pregunté.
—Si —asintió Jared —Le dijeron que habías golpeado a Pattinson, que él estaba en el hospital y tú
que estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.
—Condenada… —musité.
Era por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentido. Y juro que todas las
cosas que le dije a Pattinson, fueron cosas que me salieron del alma. Cosas que deseo, cosas que
imagino. Vanessa Hudgens está metida en mi cabeza de una forma que no puedo describir.
La noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir pensando en todo lo que podía pasar si
no salía de aquí. De verdad tuve que haberme controlado… pero él, él me saco de quicio. Además,
¿Cómo logró saber todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al día siguiente
los guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que tenía una visita.
Vi como ella entraba con cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.
—¿Amanda? ¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.
—No sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.
—No hacía falta que vinieras Amanda —dije mientras me ponía de pie.
—A pesar de que quieras darme celos con la odiosa de Hudgens, yo estoy aquí… Y hablando de
ella, ¿Dónde esta? ¿No era que tenían algo?
—Si, si lo tienen teñida —escuché la voz de Taylor. Ambos nos giramos a verla, no estaba sola.
Vanessa venía a su lado —Vamos Amandita, ellos tienen que hablar de sus cosas… o hacer cosas
¿me entiendes verdad?
—No vas a pedirme que me vaya por ella, ¿verdad? —me preguntó la rubia.
Miré a Vanessa y luego a Taylor. Volví mi vista a Amanda.
—Va a ser mejor que te vayas Amanda, este no es lugar para ti —le dije lo más amable que pude.
—Eres un mal agradecido —me dijo indignada y comenzó a caminar.
—Si, si lo es —le dijo Tay mientras caminaba detrás de ella.
Fijé mi vista en Vanessa. Ella solo se acercó un poco más.
—Solo vine a decirte que ya tenemos la forma de sacarte de aquí —me habló distante.
—¿Estas segura? ¿O también viniste a la visita higiénica? Ya me toca…
—Ni siquiera cuando estas a punto de terminar preso por unos cuantos años dejas de ser idiota,
¿verdad?
—Se que te preocupaste más por mi, que por Pattinson —le dije serio.
—No vine a hacer sociales contigo —sentenció. Al parecer de verdad estaba enojada —Para eso
tienes a otras… solo vine para decirte que esta tarde será tu juicio y declararé a tu favor. Lo único
que tienes que hacer es guardar silencio y confirmar todo lo que yo digo.
Comenzó a caminar, entonces me acerqué más a los barrotes.
—¿Por qué lo haces? —le pregunté. Se giró a verme.
—Por tu prima —me respondió.
—¿Estás completamente segura de eso? —le dije. Me miró —Por favor, acércate —le pedí. Me miró
con duda y se acercó. Con cuidado tomé sus manos. Ella miró la unión de ellas y luego volvió la
vista a mí —Muchas gracias.
—¿Por qué? —me preguntó.
—Por querer ayudarme —respondí —Aunque sea por mi prima.
—Yo se lo mucho que ella te quiere —dijo sin mirarme a los ojos.
Entonces con cuidado solté sus manos para tomar su rostro. Me miró sorprendida.
—¿Que haces? —preguntó nerviosa.
—Shh —le dije y despacio la acerqué más al pequeño espacio que había entre los barrotes. Acaricié
su mejilla —Déjame besarte —le rogué en un susurro.
—No —negó efusivamente mientras ponía las manos sobre las mías e intentaba alejarse.
—Por favor Vanessa, déjame hacerlo, te lo estoy rogando. Además es mi manera de pagarte lo que
estas haciendo por mí —dije mientras mi mirada estaba clavaba en sus ojos.
—Yo no quiero nada de ti —aseguró.
—Vanessa, ¿Por qué me haces esto?
—Yo no te hago nada Efron, tú eres el que hace mal las cosas —dijo.
—Por favor, déjame hacerlo. Lo necesito —le pedí. Ella volvió a negar pero no se alejó, sus manos
apretaron un poco más mías que estaban sujetando su bello rostro —Cierra los ojos...
—No… tú cierra los ojos —dijo ella.
—Siempre lo hago cuando te beso —le confesé.
Sonreí levemente, para luego acercarme más al tiempo que mis ojos se cerraban. No iba a ser
violento, ni pasional en este beso... quería ser ¿tierno? Rocé sus suaves labios con cuidado,
separándolos un poco.
—Creo que ayer fuiste muy claro cuando me dijiste que yo te hacia más mal que bien. Bueno, lo
entendí, me quedó claro. Yo quise establecer una relación amistosa, pero al parecer eso no cuadra
contigo. Y bueno así lo quieres así será —se alejó de mi agarre. La miré algo sorprendido —Tú ahí
y yo aquí…
—Vanessa…
—Ya me cansé de intentarlo Zac, eres… tan cínico, no lo comprendes. Yo no soy como Amanda
Bynes, y además pienso que acostarse con alguien que apenas conoces es… aborrecible.
—¿Y si me conocieras más? —le pregunté.
—Tampoco —me dijo.
Suspiré levemente.
—Entonces, ¿así son las cosas? —dije.
—¿Qué te parece si lo discutimos cuando salgas? —preguntó.
—¿Por qué no ahora?
—Porque no se me da la gana, y no puedes hacer nada al respecto. Estas encerrado.
Me guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
—LOCO ¿SABES? QUIERES VOLVERME LOCO —le grité bien fuerte para que me escuchara.
Suspiré y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda. Levanté
la cabeza y la miré.
—Lo siento, se me olvidó —dijo. Una caja cayó sobre mi cuerpo. La tomé y eran cigarrillos. Volví mi
vista a ella. Sonrió levemente —Solo fuma, si ya has desayunado… Ahora si, adiós —se despidió y
se fue.
Me senté en la cama y miré la caja entre mis manos. No la comprendo, ¡Me es imposible! Si ella
solo fuera un poco más clara conmigo, yo no estaría tan confundido.
Las horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje que me
había mandado mi prima.
Faltaba media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que vinieran
por mí.
—Vamos Efron, ya es hora —me habló el sargento.
Me puse de pie y abrieron la celda.
—¿Cree que salga sargento? —le pregunté.
Él sonrió por lo bajo y me hizo caminar un poco para entrar a una oficina.
—Pues la veo un poco difícil hijo, pero no imposible.
—Cualquier cosa, si llego a quedarme… le aseguró que vamos a llevarnos bien —dije algo divertido.
—Ya lo creo Efron, ya lo creo —palmeó mi hombro.
Me pusieron las esposas, como si fuera un criminal de primera clase. Este país siempre esta al
revés, los verdaderos maleantes andan sueltos, mientras que la gente honesta y buena se pudre
dentro de esas cárceles.
De verdad deseo con todo mi corazón salir de esto, y juro que voy a comportarme. Juro que no
volveré a ser impulsivo.
Comenzaron a caminar conmigo y más rápido de lo que pensé llegamos al juzgado. Una puerta de
madera se abrió y me empujaron levemente para que entrara.
Todo el mundo se puso de pie, ya que el juez a cargo de la causa entraba por la otra puerta. Divisé
a mi prima y a Vanessa sentadas al lado de un Harry, mi abogado. Mi fiel abogado. Quizás mi padre
se haya apiadado y lo haya contactado.
Del otro lado, divisé a Pattinson, sentado al lado de su abogado. Sonreí para mis adentros al ver el
estado en el que estaba. La felicidad que recorrió mi cuerpo fue muy gratificante. Eso significaba
que yo no había pasado una noche dentro de esta cárcel en vano.
Sentados detrás estaban Corbin y Jared, los miré a ambos y los dos sonrieron contentos. Algo me
decía que yo ya estaba salvado.
—Comencemos —dijo el juez.
Me sentaron al lado de mi abogado y al instante mi prima me abrazó. No pude devolverle el gesto
pues tenía las esposas en las manos
—El acusado, es el señor Zac Efron de 19 años de edad, por atentado físico al señor Robert
Pattinson, que es el demandante. Pido a los abogados que se acerquen al estrado…
Nuestros abogados se levantaron y se saludaron con una apretada de manos. Volvieron su vista al
juez, dijeron algo en voz baja y Harry se volvió a sentar. Me quitaron las esposas.
—¿Crees que salga? —le pregunté en voz baja.
—Si creen todo lo que dirá la señorita Hudgens, lo más probable es que si —me contestó.
—¿Y que es lo que va a decir? —dije intrigado.
—Ya lo veraz —dijo Harry con una leve sonrisa.
Giré mi cabeza para mirar a Vanessa. Su mirada se cruzó con la mía, pero al instante la apartó.
Ella no solo es mi perdición, sino que ahora también le voy a deber la libertad.
¡Esto es increíble!
—Llamo a declarar al señor Robert Pattinson —habló su abogado.
Pattinson se puso de pie, y un poco rengo se acercó al estrado. Se sentó y un hombre con un libro
se acercó a él.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —dijo él hombre.
—Si, juro —dijo Pattinson y apoyó la mano sobre el libro.
—Señor Pattinson, ¿Hace cuanto que conoce al señor Efron? —le preguntó.
—De nombre hará un año —dijo él y me miró —Así como persona, un mes aproximadamente.
—¿Tenían una buena relación?
—Ni buena ni mala, apenas trataba con él.
—Mal nacido —musité.
—¿Qué pasó ayer por la tarde? —le preguntó su abogado.
—Yo estaba caminando por el jardín de la Universidad, entonces divisé a Zac… me acerque a él y lo
saludé amablemente —dijo aquel infeliz —Entonces, comenzó a insultarme, a decirme cosas
sobre... —se detuvo y miró a Vanessa —No importa... y luego me golpeó.
—¡Eso no fue así, infeliz! —rugí poniéndome de pie.
—Señor Efron, le voy a pedir que guarde silencio —me advirtió el juez.
Soltando un gruñido me senté en mi lugar.
—¿Entonces usted asegura que el señor Efron lo atacó sin motivo alguno? —le dijo el abogado.

—Sin ningún motivo —aseguró el mal nacido.

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