CAPITULO 15
Comencé
a caminar para salir de aquella habitación y los pasos de Vanessa fueron torpes
detrás de
mí,
ya que yo tiraba de su mano para que lo hiciera. Giré mi cabeza para mirarla.
—Pero,
¿Qué demonios haces? —me preguntó.
—Tú
solo camina —le dije y tiré más de su mano, para acercarla a mí.
Pattinson
salió de la habitación.
—Vanessa,
¿A dónde vas? —le preguntó.
—Tenemos
cosas que hacer Pattinson —contesté por ella.
—Vanessa,
te estoy hablando —dijo él. Detuve nuestros pasos y me giré a verlo.
—¿Acaso
no te has dado cuenta de que estas enfermo? Así de pie y encima descalzo no vas
a
curarte
más Pattinson, será mejor que vuelvas a la cama.
Vi
como su cara se tornaba rojo de la rabia.
—Vanessa,
vuelve aquí —le exigió de manera autoritaria, como si ella fuera un perro o
algo así.
Ella
lo miró fijo por unos cuantos segundos, y luego me miró a mí.
—No
soy una de tus criadas, para hacer lo que quieras —le dijo ella. Sonreí
levemente y ella me
volvió
a mirar —Vamos.
—Vamos,
cariño —dije y volvimos a caminar.
Tuve
unas ganas tremendas de girar a ver como había quedado Pattinson, pero no lo
hice, para
poder
llegar más rápido a la salida. Además de que había dejado sin protección a
Betty. Salimos y
con
cuidado ella soltó mi mano.
—Ya
no es necesario que me agarres de la mano —me dijo.
—Está
bien, está bien —le dije y me subí a la moto —Sube, vamos.
—¿A
dónde? —me preguntó frunciendo el entrecejo.
—Tú
solo sube, yo luego te digo.
Se
subió y prendí marcha hacia lo de Amanda. Sabía perfectamente que si le decía
que la llevaría a
lo
de Amanda se iba a negar rotundamente. Llegamos a una pequeña casa, que se
encontraba
cerca
de la Universidad. Allí vivía la rubia insoportable de Amanda Bynes.
Vanessa
se bajó y luego me bajé yo.
—¿Podrías
decirme en donde estamos? —volvió a preguntar.
—Ya
lo veraz —dije y tomé de su mano, para caminar hasta la puerta de la casa.
Toqué
el timbré y más rápido de lo que esperaba la puerta se abrió. Una sonrisa de
oreja a oreja se
dibujaba
en el rostro de la rubia.
—Viniste
—dijo con voz chillona.
Sentí
como la mano de Vanessa apretaba con fuerza la mía. Entonces, con un solo tirón
la presenté
adelante,
para que la viera. La sonrisa de Amanda se esfumó más rápido que un ‘hola que
tal’ Sus
ojos
verdes miel se clavaron con asombro y enojo sobre la pequeña figura de Vanessa.
Arrastrando
la
vista me miró a mí. Yo solo sonreía como si nada pasara.
—¿No
sabía que venías acompañado? —me dijo apretando los dientes.
—Y
desde ahora en más, va a ser así casi siempre —le dije.
Volvió
su vista a Vanessa y vi como su rostro cambiada radicalmente.
—Entren
—sentenció y entró a su casa.
—¿Qué
es esto? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Acaso quieres vengarte de mí por haber ido
a lo de
Robert?
—me preguntó por lo bajo.
—No,
no es eso. Te traje como escudo anti-amanda —dije por lo bajo para que la rubia
que estaba
delante
nuestro no escuchara —Además de que no iba a dejarte con el neandertal de
Pattinson.
—Me
debes una grande, Efron —musitó. La miré de costado y le sonreí.
—Demás
está decirlo, cuando quieras te pago cariño —dije.
Amanda
detuvo su paso y se giró a vernos. Quizás nos escuchó.
—Pueden
sentarse ahí, ya traigo las cosas para el trabajo —dijo de mala gana y se metió
en una
puerta.
—Creo
que no puede odiarme más porque no tiene capacidad mental para hacerlo —dijo
Vanessa
mientras
se sentaba.
—No
le hagas caso, está loca —le dije mientras me sentaba a su lado.
—Si,
y es por tu culpa —me dijo.
—Ya,
ya cariño, no me sigas retando —le pedí.
Amanda
entró y apoyó, con algo de fuerza, los libros sobre la mesa. Despreocupada
Vanessa, sacó
su
celular y comenzó a escribir en el. Miré a Amanda, y esta se sentó frente a mí.
—Bueno,
¿Qué hay que hacer? —le pregunté.
—Es
un trabajo que mandó la profesora de contaduría. Quiere que realicemos un
análisis general
de
no se que cosa.
—Análisis
general del consumidor final —habló Vanessa sin dejar de escribir en su
celular.
Amanda
le lanzó una venenosa mirada y volvió la vista a mí. Traté de no reír, pero me
fue
imposible.
Así que la rubia me miró con enojo.
—Si,
¿y que más? —le dije para que volviera a concentrarse en el tema.
—Eso,
y hacer un grafico con las estadísticas del mes —me dijo.
—Empecemos
—dije y tomé el papel. Pero mis ganas de ir al baño impidieron que empezáramos.
—
Amanda,
¿Dónde está el baño?
—Esa
puerta de allí —me dijo y me la señaló con el dedo.
—Ya
vuelvo señoritas —me disculpé y salí de allí.
Entré
al baño, hice lo necesario y volví a salir. Detuve mis pasos al escuchar la voz
de Amanda.
—Te
lo advierto querida, va a ser mejor que te alejes de Zac —le dijo.
—Escúchame
bien peliteñida —le habló la morena —Me parece que al fin la tintura barata que
utilizas
quemó las pocas neuronas que tenías. Ya no me van tus estúpidas amenazas. Y si
no
quieres
terminar peor que la primera vez, mejor cierra la boca…
—Eres
una… —entré a la sala antes de que la cosa pasara a mayores. Refrené una
sonrisa, la
morena
había dejado bien en claro quien de las dos era más peligrosa.
—Bueno,
ahora si podemos comenzar —dije mientras me sentaba de nuevo.
Los
minutos pasaban y yo ya me estaba volviendo loco con todo esto. Es que es
increíble que haya
gente
como Amanda en el mundo. De verdad es algo que no logro entender.
—Amanda,
linda, pon atención. Las cosas no son así —le dije por décima quinta vez.
Era
la décima quinta vez que le explicaba lo mismo. Ella soltó una tonta risita.
¡Aaag,
como exaspera! Y aun no puedo creer como tuve el valor de acostarme con ella,
pero nunca
más
lo hago. Lo juro por mi hombría, que jamás me vuelvo a acostar con chicas así.
Aunque
como ya dije una vez nunca hago caso de mis propias palabras.
—Es
que no lo entiendo —dijo ella.
Miré
de reojo a Vanessa, y seguía concentrada con su celular. Solté un suspiro.
—No
importa Amanda, ¿Por qué no vas a traer algo de comer? —le pregunté.
Ella
asintió y se puso de pie para ir a buscar lo que le encargué. Giré mi cabeza
para mirar a
Vanessa.
Ella levantó su vista del celular para mirarme también.
—¿Qué
sucede? —me preguntó.
—No
soy un genio, no pongo atención en clases, pero dime por favor que no fue mi
imaginación la
completa
falta de, ya no inteligencia, sino SENTIDO COMUN en Amanda —le dije. Ella
sonrió
levemente.
—Vamos
Efron, ¿Acaso no conoces la clase de chica que está frente a ti? No tiene ni
dos dedos de
frente,
y se cree dueña del mundo —dijo y volvió su vista a su celular.
—¿Qué
estás haciendo con el celular? —le pregunté.
—Estoy
jugando —contestó sin dejar de mirar la pantalla.
—Ayúdame
—le dije. Volvió a clavar su vista en mí, y sentí muchos deseos de besarla.
Pero no a la
fuerza,
de besarla y que ella estuviera completamente de acuerdo con ello.
Soltó
un suspiro y guardó el celular para acercarse a la hoja que yo tenía en mi
mano.
Más
rápido de lo que hubiese esperado, la morena y yo terminamos el bendito
trabajo. Con
personas
así si da gusto trabajar y hacer las cosas.
—Gracias
—le susurré cuando vimos que Amanda entraba a la sala con una bandeja en la
mano.
Me
puse de pie y tomé la mano de Vanessa para que también lo hiciera. Amanda nos
miró bien, y
apoyó
la bandeja sobre la mesa —Amanda, ya terminé el trabajo. Y perdón por no
esperarte para
hacerlo
juntos, pero tengo que irme a hacer unos tramites muy importantes.
—Pero…
—habló ella.
—Nos
vemos el lunes en la Universidad —dije mientras empujaba levemente a Vanessa
para que
caminara
hacia la puerta —No te olvides de llevar el trabajo por favor. Adiós y gracias
por tu
hospitalidad.
—Adiós
—escuché como decía. Salimos de su casa y seguí empujando levemente a Vanessa
hasta
la
moto. Ella se giró a verme cuando llegamos.
—¿Qué?
—le dije.
—¿Sabes?
Me dio pena —dijo. Sonreí.
—¿Quién?
—La
rubia teñida.
—Cariño,
no le tengas pena. Ya te dije que esta loca. Ahora sube a la moto, vamos a un
lugar que
conozco.
—No,
no quiero ir a ningún lugar contigo.
—¿Por
qué no?
—Porque
eres un hombre horrible, un insensible, nada te importa… ni siquiera lo que esa
loca
sienta
—me dijo. Sonreí y negué con la cabeza soltando un suspiro.
—Bueno,
si soy todo eso. Pero vamos, me hiciste un favor ¿o no? —dije. Ella asintió
—Bueno,
vamos
a tomar algo. Corbin y Jared no esperan allí.
—¿Y
como se que no me estas mintiendo?
—¿Acaso
crees que yo sería capaz de hacerte algo? —le pregunté. Me miró fijo a los ojos
por unos
cuantos
segundos. Sonrió levemente.
—No
—dijo negando con la cabeza.
—Aah
bien, entonces hazme el favor de subir ¿si?
Ella
asintió como una niña pequeña y subió a la moto, para luego yo subirme detrás
de ella.
Arranqué
y manejé a través de las ruidosas calles, hasta llegar al bar. Era de noche,
casi las 9. La
tarde
se nos había pasado en casa de Pattinson y Amanda.
Se
bajó y miró a su alrededor. A lo lejos vi como dos personas se acercaban a
nosotros. Tomé la
mano
de Vanessa y la acerqué a mí, para mantenerla segura. Hasta que reconocí quienes
eran.
—Hey,
¿Qué hacen aquí? —preguntó Corbin mientras se acercaba más y saluda con un
abrazo a
Vanessa.
Ella le devolvió el gesto. Jared también la saludó afectuosamente. Luego ambos
me
miraron
venenosamente.
—¿No
se te ocurrio llevar a Vanessa a un mejor lugar? —me preguntó Jared. Me encogí
de
hombros
y negué con la cabeza.
—Vanessa
disculpa la falta de sensibilidad de Zac, no se que estaba pensando al traerte
a nuestro
cuchitril
—le dijo Corbin.
—¿Acaso
es tan malo? —preguntó ella.
Los
dos lame botas confianzudos asintieron con la cabeza.
—No
es lugar para una señorita como tú —dijo Jared.
—Aunque
creo amigo —le dijo Corbin a Murillo apoyando una de sus manos sobre su hombro
y
mirando
a Vanessa —Que no hay lugar perfecto para ella.
—Aaaaw,
son tan tiernos —dijo ella sonriendo levemente.
—¿Ya
se cansaron de ridiculizarme frente a mi Nessie? —les dije y ambos me miraron.
Jared negó
con
la cabeza. Le gruñí por lo bajo —Vamos, entremos.
Entramos
y lo primero que nos invadió fue el olor a cigarrillo. Para la hora que era el
lugar ya
estaba
lleno de aquellos hombres que se la podían pasar horas allí dentro. Vi como
Vanessa miraba
con
atención a su alrededor.
Su
mirada se fijó en las muchachas que estaban sentadas sobre los regazos de los
que estaban
jugando
al truco. Se giró a verme.
—Ellas
son las damas de compañía —le dije. Ella volvió a mirarlas —Pero solo se meten
con los
hombres
mayores de 21 años. Nosotros no estamos a su altura.
—Y
dime Vanessa, ahora que Zac es tu garrapata incomoda, ¿te agrada un poco más?
—le
preguntó
Jared. Ella sonrió.
—Y
pues… hay veces en las que es insoportable… pero te acostumbras —dijo
divertida.
—Me
ama, pero esta terca en negarlo —dije yo. Corbin se giró a verme.
—A
mi me parece que el que lo niega más es otro —murmuró el afro.
Lo
miré mal y nos sentamos en una de las mesas. Vanessa miraba curiosa a su
alrededor, como
inspeccionando
el lugar.
—¿Te
gusta? —le pregunté. Volvió su vista a mí.
—El
lugar es así como de época, pero moderno. Es lindo.
—Espera
a ver cuando se ponga linda la cosa —musitó Jared. Lo pateé por debajo de la
mesa.
Siseó
e intentó devolverme el golpe, pero se lo dio a Corbin.
Vanessa
rió divertida.
—Ya
basta, dejen de comportarse con niños. Vamos a pasarla lindo —dijo ella.
—Así
se habla cariño, así se habla —le dije.
CAPITULO 16
Susan
se acercó a nosotros con la libretita para anotar lo que íbamos a tomar. Cuando
lo hizo miró
fijo
a Vanessa.
—Hola
mucho gusto, soy Susan —le dijo y estiró su mano para que ella la tomara.
Vanessa
sonriéndole amablemente tomó su mano.
—Soy
Vanessa —dijo ella.
—Eres
nueva —habló Susan asintiendo.
—No
Susan —le hablé al reaccionar sobre aquello. Pero fue demasiado tarde. Ella
giró y se dirigió a
todos
en el lugar.
—¡Muchachos,
tenemos una integrante nueva en la taberna! —gritó contenta. Todos comenzaron a
aplaudir
y silbar —¡Hay que darle la bienvenida!
—¡No,
no, no claro que no! —dije poniéndome de pie.
—Ven
Vanessa —dijo Susan y le tendió la mano para que ella la tomara. Con un poco de
duda
Vanessa
la tomó y caminó detrás de ella hasta la barra. Jar, Cor y yo fuimos detrás de
ellas, con
todo
el mundo detrás de nosotros también.
—Susan,
por favor no lo hagas —le rogué.
—¿Por
qué? Solo quiero darle la bienvenida al lugar —me dijo ella. Mientras iba
llenando un gran
vaso
con cerveza. Miré a Vanessa.
—Vamos
cariño, no tienes que hacer esto —le dije. La morena me miró bien, y luego miró
a Susan
que
estaba frente a ella.
—Zac,
no seas aguafiestas —me regañó Susan. Susan colocó el gran vaso frente a
Vanessa. Ella lo
miró
bien —Tienes que hacer fondo de este vaso, y luego te giraremos sobre la silla,
para que
estés
más feliz.
—No
lo hagas, Vanessa. Así no eres tú —dije casi desesperado.
La
morena miró a Susan y volvió a mirarme a mí.
—¿Acaso
crees que no puedo hacerlo Efron? —me preguntó.
—No,
no es eso. Sino que puede hacerte mal…
—Vanessa,
mejor escucha a Zac. Tiene razón —le dijo Jared.
—No
hace falta que lo hagas Ness —dijo Corbin. Ella nos miró a los tres
consecutivamente, y miró
de
nuevo a Susan.
¡Maldita
seas, Susan! ¡No debiste hacer eso!
—¡Vamos
linda, hazlo! —algún imbécil gritó por ahí. Todos comenzaron a gritar que lo
hiciera, y
todos
esos incentivos maliciosos.
—¿Vas
a hacerlo Vanessa? —preguntó Susan.
—¡No!
—dije.
—¡Si!
—dijo ella firme. Todos festejaron alegres.
Varios
de ellos se pusieron alrededor de Vanessa para girarla cuando terminara de
tomar, haciendo
que
los chicos y yo nos alejáramos un poco.
—¿Por
qué la única vez que tengo razón no me escucha? —les pregunté a mis amigos.
Escuchamos
como todos empezaron a decir: ‘Fondo’ ‘Fondo’ ‘Fondo’
Les
hice un gesto a los chicos para que nos sentáramos en la mesa. Ella no iba a
hacerme caso.
Pues
ni modo, nada podía hacer. Todos se alejaron de la barra, y pude verla riendo
con Susan. La
cerveza
ya había hecho efecto en ella.
—Será
mejor que la cuides —me dijo Jar.
—Normalmente,
eso me molestaría —dije mirando hacia Vanessa.
—Pero
en este caso te encanta la idea —me habló Cor —Lo sabemos suripanta, ahora ve a
cuidarla.
Me
empujó para que fuera hacia allí. Me acerqué a ellas me senté en la silla de al
lado de la
morena.
Ambas se giraron a verme.
—Muy
simpática tu amiga Zac, nunca habías traído chicas aquí —me dijo Susan. Vanessa
me miró
con
ojos tiernos.
—Aaaaw,
soy la primera chica a la que traes —dijo con tono tierno —Me siento como
cuando mi
primer
novio me llevó a conocer a sus padres.
Susan
rió divertida.
—Pero
yo no soy su madre, puedes ser traviesa —le dijo. Vanessa rió.
—¿Puedo
serlo? —preguntó.
—¡No!
—le dije y miré a Susan —Deja de querer pervertirla…
—Tranquilo
Efron, tranquilo —dijo la morena —¿Me das otra de esas Susan?
—¿Una
cerveza? —preguntó.
—Si
—dijo asintiendo.
—Claro
que si linda, y va por mi cuenta —le dijo. Volvió a servirle un gran vaso de
cerveza y se lo
puso
en frente.
—¡No
Vanessa, no vas a beber eso! —le dije intentando detenerla.
—No
eres mi padre —me dijo y tomó el vaso —Además de que ya estoy grande como para
decidir
que
tomar y que no.
—Está
bien, haz lo que quieras —le dije rendido.
—Pues
claro que si —dijo, volvió a tomar la cerveza haciendo un limpio fondo.
¡Dios
santo, esto no va a terminar bien! No se cuantas cervezas más se tomó, pero se
estaba
excediendo.
Después de terminar de tomar su sexto vaso, creo, se puso de pie y se tambaleó
un
poco,
pero se equilibró.
—Voy
a poner un poco de música —dijo señalando a la rockola.
—Ve,
ve —dijo Susan sonriendo. Vi como caminaba.
—Deja
de querer embriagarla Susan —le advertí.
—Ya
esta ebria Zac, pero déjala ser libre, que vuele, que explore…
—No,
yo no quiero que explore —dije y vi como Vanessa chocaba levemente contra Hook.
Esté
se giró a verla.
—Lo
siento grandulon, no te vi —le dijo disculpándose.
—No
es nada bombón, ¿estas sola? —le preguntó él. Me puse de pie.
—¡Hook,
saca tu miserable vista de ella si no quieres terminar peor que la última vez!
—lo
amenacé.
Esté me miró bien.
—Tranquilo,
tranquilo. No sabía que era tuya —me dijo él. Vanessa se giró a verme.
—Aaay,
que celoso —dijo con tono pícaro y rió —Ve tranquilo grandulon, Zac esta
sensible
últimamente,
pero no voy a dejar que te haga daño —le dijo y siguió caminando hasta llegar a
la
rockola.
Comenzó a buscar música. Hasta que se giró a vernos —¡No puedo creer que en
este lugar
tengan
esto! —puso play y una conocida canción, pero no recuerdo su nombre comenzó a
sonar —
¡Vamos
a bailar muchachas!
Todas
se pusieron de pie y comenzaron a moverse sensualmente al ritmo de aquella
canción. Giré
mi
cabeza para mirar a Susan.
—¿De
quien es esta canción? —le pregunté.
—No
puedo creer que esa canción siga ahí, pensé que la había quitado —dijo
divertida y miró a
Vanessa
—Se llama I love rock and roll, y me parece que a Vanessa le gusta bailarla.
Volví
mi vista a la morena, y ella se movía sensualmente mientras caminaba hacia mí.
¡Diablos,
no podía ser tan sexy!
Se
acercó más a mí y tomó mi mano para ponerme de pie.
—Vanessa,
no. Estás ebria —le dije cuando comenzó a bailar cerca de mí.
—Ya
lo se —me dijo y apoyó su espalda contra mi pecho, para luego bajar despacio y
volver a
subir.
Giró y me miró a los ojos —Pero es tu culpa, por traerme aquí. Ahora lo
aguantas.
Vi
como Jared y Corbin reían divertidos ante mi notoria frustración de que ella
estuviera haciendo
eso.
Provocando que mi sangre se calentara… y que otras partes de mi también.
Luego
todas ellas se subieron a la barra, incluida Susan. No puedo creer que esto
esté pasando.
Todas
bailaban sensualmente sobre aquella barra, tocándose entre ellas y riendo
divertidas. Pero
mi
mirada no podía salir de Vanessa. Sentí una mano apoyarse sobre mi hombro.
—Hermano,
hermano, como te provoca la morena —me dijo Jared.
—Cállate
—le dije sin dejar de mirarla.
—Te
trae loco —aseguró Corbin —Mira, te la estas comiendo con la mirada. Yo creo
que si tuvieras
súper
poderes de la vista, ya le hubieses sacado la ropa.
De
repente un baboso intentó bajar a Vanessa de la barra para tocarla, entonces
reaccioné y me
acerqué
a él para sacarlo de un solo golpe de allí. La música dejó de sonar, tomé a
Vanessa y la
subí
a mi hombro.
—¡Nos
vamos! —le dije firme. Ella comenzó a patalear.
—¡No,
no quiero! ¡La estaba pasando bien, Zac! —se quejó.
—¡No
me interesa, nos vamos! —sentencié.
—¡Vuelve
pronto Vanessa! —le gritó Susan.
—¡Claro
que si, Su! —contestó la morena, mientras la llevaba encima mío como una bolsa
de
papas.
—Adiós
muchachos, los veo luego —les dije a mis amigos y salí de allí.
La
subí a la moto y prendí marcha hacia mi departamento. Yo no podía dejarla así
en su casa, y
tampoco
podía quedarme en su casa. Tal vez cuando despierte, piense que soy un
pervertido que
le
hizo algo o alguna cosa de esas. No dejó de decir tonterías en todo el camino.
Se reía de
cualquier
cosa, y hasta logró hacerme reír a pesar de que yo iba a regañándola. Llegamos
a mi
casa
y la ayudé a entrar. La senté sobre la mesada y comencé a buscar el café.
—Nunca
más, ¿entendiste? Nunca más te llevó a ese lugar —le dije.
—Eres
un aburrido, solo tú quieres diversión —me dijo.
Me
incorporé y la miré. Ella sonrió y yo solo negué con la cabeza.
—Ahora
voy a hacerte un café para que se te vaya la borrachera que te echaste encima,
como si
no
existiera un mañana.
—¡Ni
lo pienses! —me dijo y se bajó de la mesada. Caminó hasta el sillón, en donde
se acostó
pesadamente
—No voy a tomar café, odio el café.
—Tienes
que tomarlo, ¿sino como se te va a ir eso?
—No
lo se, pero no voy a tomarlo —me aseguró —Búscame otra cosa, un vaso de agua o
un
calmante
para el dolor de cabeza que seguro me va a dar mañana. Pero café no tomó ni
aunque
me
amenaces con matarme…
—Eres
una niñita caprichosa. Juro por mi vida que jamás voy a volver a sacarte a
ningún lado, para
que
luego te comportes así y tomes como una borracha y te pongas a bailar
sensualmente sobre
una
barra y hagas que alguien más que yo te miré con deseo, porque…
Levanté
mi cabeza para mirarla, y ella estaba profundamente dormida sobre el sillón.
Sonreí
y con cuidado me acerqué a ella. Acomodé un poco unos mechones de su cabello.
—Solo
tú puedes quedarte dormida, conmigo al lado —dije divertido.
Me
acerqué más y la alcé en brazos para llevarla a dormir en la cama. Como todo
caballero que soy
no
iba a dejarla dormir incómodamente en el sillón, la alcé firmemente. Ella,
media dormida, colocó
sus
brazos alrededor de mis hombros y escondió su rostro en mi garganta. Sentí como
respiraba
profundamente.
Detuve mi paso, ante el escalofrió que recorrió mi espalda.
—Como
me gusta tu perfume —susurró —Es tan masculino, y te hace tan irresistible. No
te lo había
dicho
antes pero… tu tatuaje es tan sexy, que hasta ganas de lamerlo tengo.
—¿Ah
si? —dije.
—Aja
—dijo ella. Tragué sonoramente.
Levantó
su cabeza y me miró fijo a los ojos. Sonrió divertida, y luego hizo algo que yo
no esperé
que
hiciera. Sus labios se apoyaron despacio sobre los míos, se abrieron con
cuidado tomándolos.
Mis
ojos estaban bien abiertos, mirándola a ella. Sus ojos estaban cerrados. Sin
dejar de mirarla
comencé
a responder a su boca. Sus manos subieron por mi cuello a mí nuca y me
acercaron más
a
ella, sus dedos acariciaron suaves mis cabellos. Entonces, sin intención
alguna, mis ojos se
cerraron
ante aquella excitante sensación, mientras la tomaba con más firmeza entre mis
brazos.
Su
boca se movía sensual sobre la mía, excitándome. Y cuando su lengua acarició
con ansia la mía,
creí
que iba a volverme completamente loco. Se alejó despacio, y abrí mis ojos para
mirarla. Sus
ojos
aun estaban cerrados, hasta que los abrió y sonrió. Se acercó de nuevo a mí y
acarició mi
nariz
con la suya, para luego volver a apoyar su cabeza contra mi hombro.
—¿Y
eso por qué fue? —le pregunté agitado.
—Por
ser horriblemente irresistible —contestó.
Escuché
una pequeña risa de su parte, y entonces caminé hasta mi habitación. Con
cuidado la
acosté
en la cama. Le quité los zapatos y la tapé con una pequeña manta. Salí de allí
y luego de ir
al
baño me fui a acostar en el sillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza,
mirando fijamente al
techo.
El dulce sabor de su boca aun no se había ido de la mía. La sensación caliente
aun ardía en
mis
labios. Sacudí mi cabeza, yo no podía estar pensando eso. ¿Soy yo quien la esta
conquistando
a
ella o es ella quien me esta conquistando a mi? No, no, no. Claro que no.
¿Conquistarme a mí?
Eso
es imposible. Yo las conquisto, yo las uso y luego todo se termina. Así fue
siempre, y así
seguirá
siendo. Esa es mi vida, es mi rutina y no la cambiaria por nada del mundo. Pero
debo
admitir
que es la mujer con la que más relación social tuve en toda mi vida. Ya, ya
basta Zac. Deja
de
pensar, todo esta bien. Todo está saliendo acorde tus planes. Pronto Vanessa
caerá a tus pies,
como
el resto. Es solo cuestión de tiempo, de esperar. No me cuesta nada esperar un
poco más de
tiempo
que a las demás. Y creo que si vale la pena esperar por una noche con aquella
morena, que
si
sabe mover bien las piernas.
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