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Peligrosa Obsesión - Capítulo 15 y 16


CAPITULO 15
Comencé a caminar para salir de aquella habitación y los pasos de Vanessa fueron torpes detrás de
mí, ya que yo tiraba de su mano para que lo hiciera. Giré mi cabeza para mirarla.
—Pero, ¿Qué demonios haces? —me preguntó.
—Tú solo camina —le dije y tiré más de su mano, para acercarla a mí.
Pattinson salió de la habitación.
—Vanessa, ¿A dónde vas? —le preguntó.
—Tenemos cosas que hacer Pattinson —contesté por ella.
—Vanessa, te estoy hablando —dijo él. Detuve nuestros pasos y me giré a verlo.
—¿Acaso no te has dado cuenta de que estas enfermo? Así de pie y encima descalzo no vas a
curarte más Pattinson, será mejor que vuelvas a la cama.
Vi como su cara se tornaba rojo de la rabia.
—Vanessa, vuelve aquí —le exigió de manera autoritaria, como si ella fuera un perro o algo así.
Ella lo miró fijo por unos cuantos segundos, y luego me miró a mí.
—No soy una de tus criadas, para hacer lo que quieras —le dijo ella. Sonreí levemente y ella me
volvió a mirar —Vamos.
—Vamos, cariño —dije y volvimos a caminar.
Tuve unas ganas tremendas de girar a ver como había quedado Pattinson, pero no lo hice, para
poder llegar más rápido a la salida. Además de que había dejado sin protección a Betty. Salimos y
con cuidado ella soltó mi mano.
—Ya no es necesario que me agarres de la mano —me dijo.
—Está bien, está bien —le dije y me subí a la moto —Sube, vamos.
—¿A dónde? —me preguntó frunciendo el entrecejo.
—Tú solo sube, yo luego te digo.
Se subió y prendí marcha hacia lo de Amanda. Sabía perfectamente que si le decía que la llevaría a
lo de Amanda se iba a negar rotundamente. Llegamos a una pequeña casa, que se encontraba
cerca de la Universidad. Allí vivía la rubia insoportable de Amanda Bynes.
Vanessa se bajó y luego me bajé yo.
—¿Podrías decirme en donde estamos? —volvió a preguntar.
—Ya lo veraz —dije y tomé de su mano, para caminar hasta la puerta de la casa.
Toqué el timbré y más rápido de lo que esperaba la puerta se abrió. Una sonrisa de oreja a oreja se
dibujaba en el rostro de la rubia.
—Viniste —dijo con voz chillona.
Sentí como la mano de Vanessa apretaba con fuerza la mía. Entonces, con un solo tirón la presenté
adelante, para que la viera. La sonrisa de Amanda se esfumó más rápido que un ‘hola que tal’ Sus
ojos verdes miel se clavaron con asombro y enojo sobre la pequeña figura de Vanessa. Arrastrando
la vista me miró a mí. Yo solo sonreía como si nada pasara.
—¿No sabía que venías acompañado? —me dijo apretando los dientes.
—Y desde ahora en más, va a ser así casi siempre —le dije.
Volvió su vista a Vanessa y vi como su rostro cambiada radicalmente.
—Entren —sentenció y entró a su casa.
—¿Qué es esto? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Acaso quieres vengarte de mí por haber ido a lo de
Robert? —me preguntó por lo bajo.
—No, no es eso. Te traje como escudo anti-amanda —dije por lo bajo para que la rubia que estaba
delante nuestro no escuchara —Además de que no iba a dejarte con el neandertal de Pattinson.
—Me debes una grande, Efron —musitó. La miré de costado y le sonreí.
—Demás está decirlo, cuando quieras te pago cariño —dije.
Amanda detuvo su paso y se giró a vernos. Quizás nos escuchó.
—Pueden sentarse ahí, ya traigo las cosas para el trabajo —dijo de mala gana y se metió en una
puerta.
—Creo que no puede odiarme más porque no tiene capacidad mental para hacerlo —dijo Vanessa
mientras se sentaba.
—No le hagas caso, está loca —le dije mientras me sentaba a su lado.
—Si, y es por tu culpa —me dijo.
—Ya, ya cariño, no me sigas retando —le pedí.
Amanda entró y apoyó, con algo de fuerza, los libros sobre la mesa. Despreocupada Vanessa, sacó
su celular y comenzó a escribir en el. Miré a Amanda, y esta se sentó frente a mí.
—Bueno, ¿Qué hay que hacer? —le pregunté.
—Es un trabajo que mandó la profesora de contaduría. Quiere que realicemos un análisis general
de no se que cosa.
—Análisis general del consumidor final —habló Vanessa sin dejar de escribir en su celular.
Amanda le lanzó una venenosa mirada y volvió la vista a mí. Traté de no reír, pero me fue
imposible. Así que la rubia me miró con enojo.
—Si, ¿y que más? —le dije para que volviera a concentrarse en el tema.
—Eso, y hacer un grafico con las estadísticas del mes —me dijo.
—Empecemos —dije y tomé el papel. Pero mis ganas de ir al baño impidieron que empezáramos. —
Amanda, ¿Dónde está el baño?
—Esa puerta de allí —me dijo y me la señaló con el dedo.
—Ya vuelvo señoritas —me disculpé y salí de allí.
Entré al baño, hice lo necesario y volví a salir. Detuve mis pasos al escuchar la voz de Amanda.
—Te lo advierto querida, va a ser mejor que te alejes de Zac —le dijo.
—Escúchame bien peliteñida —le habló la morena —Me parece que al fin la tintura barata que
utilizas quemó las pocas neuronas que tenías. Ya no me van tus estúpidas amenazas. Y si no
quieres terminar peor que la primera vez, mejor cierra la boca…
—Eres una… —entré a la sala antes de que la cosa pasara a mayores. Refrené una sonrisa, la
morena había dejado bien en claro quien de las dos era más peligrosa.
—Bueno, ahora si podemos comenzar —dije mientras me sentaba de nuevo.
Los minutos pasaban y yo ya me estaba volviendo loco con todo esto. Es que es increíble que haya
gente como Amanda en el mundo. De verdad es algo que no logro entender.
—Amanda, linda, pon atención. Las cosas no son así —le dije por décima quinta vez.
Era la décima quinta vez que le explicaba lo mismo. Ella soltó una tonta risita.
¡Aaag, como exaspera! Y aun no puedo creer como tuve el valor de acostarme con ella, pero nunca
más lo hago. Lo juro por mi hombría, que jamás me vuelvo a acostar con chicas así.
Aunque como ya dije una vez nunca hago caso de mis propias palabras.
—Es que no lo entiendo —dijo ella.
Miré de reojo a Vanessa, y seguía concentrada con su celular. Solté un suspiro.
—No importa Amanda, ¿Por qué no vas a traer algo de comer? —le pregunté.
Ella asintió y se puso de pie para ir a buscar lo que le encargué. Giré mi cabeza para mirar a
Vanessa. Ella levantó su vista del celular para mirarme también.
—¿Qué sucede? —me preguntó.
—No soy un genio, no pongo atención en clases, pero dime por favor que no fue mi imaginación la
completa falta de, ya no inteligencia, sino SENTIDO COMUN en Amanda —le dije. Ella sonrió
levemente.
—Vamos Efron, ¿Acaso no conoces la clase de chica que está frente a ti? No tiene ni dos dedos de
frente, y se cree dueña del mundo —dijo y volvió su vista a su celular.
—¿Qué estás haciendo con el celular? —le pregunté.
—Estoy jugando —contestó sin dejar de mirar la pantalla.
—Ayúdame —le dije. Volvió a clavar su vista en mí, y sentí muchos deseos de besarla. Pero no a la
fuerza, de besarla y que ella estuviera completamente de acuerdo con ello.
Soltó un suspiro y guardó el celular para acercarse a la hoja que yo tenía en mi mano.
Más rápido de lo que hubiese esperado, la morena y yo terminamos el bendito trabajo. Con
personas así si da gusto trabajar y hacer las cosas.
—Gracias —le susurré cuando vimos que Amanda entraba a la sala con una bandeja en la mano.
Me puse de pie y tomé la mano de Vanessa para que también lo hiciera. Amanda nos miró bien, y
apoyó la bandeja sobre la mesa —Amanda, ya terminé el trabajo. Y perdón por no esperarte para
hacerlo juntos, pero tengo que irme a hacer unos tramites muy importantes.
—Pero… —habló ella.
—Nos vemos el lunes en la Universidad —dije mientras empujaba levemente a Vanessa para que
caminara hacia la puerta —No te olvides de llevar el trabajo por favor. Adiós y gracias por tu
hospitalidad.
—Adiós —escuché como decía. Salimos de su casa y seguí empujando levemente a Vanessa hasta
la moto. Ella se giró a verme cuando llegamos.
—¿Qué? —le dije.
—¿Sabes? Me dio pena —dijo. Sonreí.
—¿Quién?
—La rubia teñida.
—Cariño, no le tengas pena. Ya te dije que esta loca. Ahora sube a la moto, vamos a un lugar que
conozco.
—No, no quiero ir a ningún lugar contigo.
—¿Por qué no?
—Porque eres un hombre horrible, un insensible, nada te importa… ni siquiera lo que esa loca
sienta —me dijo. Sonreí y negué con la cabeza soltando un suspiro.
—Bueno, si soy todo eso. Pero vamos, me hiciste un favor ¿o no? —dije. Ella asintió —Bueno,
vamos a tomar algo. Corbin y Jared no esperan allí.
—¿Y como se que no me estas mintiendo?
—¿Acaso crees que yo sería capaz de hacerte algo? —le pregunté. Me miró fijo a los ojos por unos
cuantos segundos. Sonrió levemente.
—No —dijo negando con la cabeza.
—Aah bien, entonces hazme el favor de subir ¿si?
Ella asintió como una niña pequeña y subió a la moto, para luego yo subirme detrás de ella.
Arranqué y manejé a través de las ruidosas calles, hasta llegar al bar. Era de noche, casi las 9. La
tarde se nos había pasado en casa de Pattinson y Amanda.
Se bajó y miró a su alrededor. A lo lejos vi como dos personas se acercaban a nosotros. Tomé la
mano de Vanessa y la acerqué a mí, para mantenerla segura. Hasta que reconocí quienes eran.
—Hey, ¿Qué hacen aquí? —preguntó Corbin mientras se acercaba más y saluda con un abrazo a
Vanessa. Ella le devolvió el gesto. Jared también la saludó afectuosamente. Luego ambos me
miraron venenosamente.
—¿No se te ocurrio llevar a Vanessa a un mejor lugar? —me preguntó Jared. Me encogí de
hombros y negué con la cabeza.
—Vanessa disculpa la falta de sensibilidad de Zac, no se que estaba pensando al traerte a nuestro
cuchitril —le dijo Corbin.
—¿Acaso es tan malo? —preguntó ella.
Los dos lame botas confianzudos asintieron con la cabeza.
—No es lugar para una señorita como tú —dijo Jared.
—Aunque creo amigo —le dijo Corbin a Murillo apoyando una de sus manos sobre su hombro y
mirando a Vanessa —Que no hay lugar perfecto para ella.
—Aaaaw, son tan tiernos —dijo ella sonriendo levemente.
—¿Ya se cansaron de ridiculizarme frente a mi Nessie? —les dije y ambos me miraron. Jared negó
con la cabeza. Le gruñí por lo bajo —Vamos, entremos.
Entramos y lo primero que nos invadió fue el olor a cigarrillo. Para la hora que era el lugar ya
estaba lleno de aquellos hombres que se la podían pasar horas allí dentro. Vi como Vanessa miraba
con atención a su alrededor.
Su mirada se fijó en las muchachas que estaban sentadas sobre los regazos de los que estaban
jugando al truco. Se giró a verme.
—Ellas son las damas de compañía —le dije. Ella volvió a mirarlas —Pero solo se meten con los
hombres mayores de 21 años. Nosotros no estamos a su altura.
—Y dime Vanessa, ahora que Zac es tu garrapata incomoda, ¿te agrada un poco más? —le
preguntó Jared. Ella sonrió.
—Y pues… hay veces en las que es insoportable… pero te acostumbras —dijo divertida.
—Me ama, pero esta terca en negarlo —dije yo. Corbin se giró a verme.
—A mi me parece que el que lo niega más es otro —murmuró el afro.
Lo miré mal y nos sentamos en una de las mesas. Vanessa miraba curiosa a su alrededor, como
inspeccionando el lugar.
—¿Te gusta? —le pregunté. Volvió su vista a mí.
—El lugar es así como de época, pero moderno. Es lindo.
—Espera a ver cuando se ponga linda la cosa —musitó Jared. Lo pateé por debajo de la mesa.
Siseó e intentó devolverme el golpe, pero se lo dio a Corbin.
Vanessa rió divertida.
—Ya basta, dejen de comportarse con niños. Vamos a pasarla lindo —dijo ella.
—Así se habla cariño, así se habla —le dije.
CAPITULO 16
Susan se acercó a nosotros con la libretita para anotar lo que íbamos a tomar. Cuando lo hizo miró
fijo a Vanessa.
—Hola mucho gusto, soy Susan —le dijo y estiró su mano para que ella la tomara.
Vanessa sonriéndole amablemente tomó su mano.
—Soy Vanessa —dijo ella.
—Eres nueva —habló Susan asintiendo.
—No Susan —le hablé al reaccionar sobre aquello. Pero fue demasiado tarde. Ella giró y se dirigió a
todos en el lugar.
—¡Muchachos, tenemos una integrante nueva en la taberna! —gritó contenta. Todos comenzaron a
aplaudir y silbar —¡Hay que darle la bienvenida!
—¡No, no, no claro que no! —dije poniéndome de pie.
—Ven Vanessa —dijo Susan y le tendió la mano para que ella la tomara. Con un poco de duda
Vanessa la tomó y caminó detrás de ella hasta la barra. Jar, Cor y yo fuimos detrás de ellas, con
todo el mundo detrás de nosotros también.
—Susan, por favor no lo hagas —le rogué.
—¿Por qué? Solo quiero darle la bienvenida al lugar —me dijo ella. Mientras iba llenando un gran
vaso con cerveza. Miré a Vanessa.
—Vamos cariño, no tienes que hacer esto —le dije. La morena me miró bien, y luego miró a Susan
que estaba frente a ella.
—Zac, no seas aguafiestas —me regañó Susan. Susan colocó el gran vaso frente a Vanessa. Ella lo
miró bien —Tienes que hacer fondo de este vaso, y luego te giraremos sobre la silla, para que
estés más feliz.
—No lo hagas, Vanessa. Así no eres tú —dije casi desesperado.
La morena miró a Susan y volvió a mirarme a mí.
—¿Acaso crees que no puedo hacerlo Efron? —me preguntó.
—No, no es eso. Sino que puede hacerte mal…
—Vanessa, mejor escucha a Zac. Tiene razón —le dijo Jared.
—No hace falta que lo hagas Ness —dijo Corbin. Ella nos miró a los tres consecutivamente, y miró
de nuevo a Susan.
¡Maldita seas, Susan! ¡No debiste hacer eso!
—¡Vamos linda, hazlo! —algún imbécil gritó por ahí. Todos comenzaron a gritar que lo hiciera, y
todos esos incentivos maliciosos.
—¿Vas a hacerlo Vanessa? —preguntó Susan.
—¡No! —dije.
—¡Si! —dijo ella firme. Todos festejaron alegres.
Varios de ellos se pusieron alrededor de Vanessa para girarla cuando terminara de tomar, haciendo
que los chicos y yo nos alejáramos un poco.
—¿Por qué la única vez que tengo razón no me escucha? —les pregunté a mis amigos.
Escuchamos como todos empezaron a decir: ‘Fondo’ ‘Fondo’ ‘Fondo’
Les hice un gesto a los chicos para que nos sentáramos en la mesa. Ella no iba a hacerme caso.
Pues ni modo, nada podía hacer. Todos se alejaron de la barra, y pude verla riendo con Susan. La
cerveza ya había hecho efecto en ella.
—Será mejor que la cuides —me dijo Jar.
—Normalmente, eso me molestaría —dije mirando hacia Vanessa.
—Pero en este caso te encanta la idea —me habló Cor —Lo sabemos suripanta, ahora ve a
cuidarla.
Me empujó para que fuera hacia allí. Me acerqué a ellas me senté en la silla de al lado de la
morena. Ambas se giraron a verme.
—Muy simpática tu amiga Zac, nunca habías traído chicas aquí —me dijo Susan. Vanessa me miró
con ojos tiernos.
—Aaaaw, soy la primera chica a la que traes —dijo con tono tierno —Me siento como cuando mi
primer novio me llevó a conocer a sus padres.
Susan rió divertida.
—Pero yo no soy su madre, puedes ser traviesa —le dijo. Vanessa rió.
—¿Puedo serlo? —preguntó.
—¡No! —le dije y miré a Susan —Deja de querer pervertirla…
—Tranquilo Efron, tranquilo —dijo la morena —¿Me das otra de esas Susan?
—¿Una cerveza? —preguntó.
—Si —dijo asintiendo.
—Claro que si linda, y va por mi cuenta —le dijo. Volvió a servirle un gran vaso de cerveza y se lo
puso en frente.
—¡No Vanessa, no vas a beber eso! —le dije intentando detenerla.
—No eres mi padre —me dijo y tomó el vaso —Además de que ya estoy grande como para decidir
que tomar y que no.
—Está bien, haz lo que quieras —le dije rendido.
—Pues claro que si —dijo, volvió a tomar la cerveza haciendo un limpio fondo.
¡Dios santo, esto no va a terminar bien! No se cuantas cervezas más se tomó, pero se estaba
excediendo. Después de terminar de tomar su sexto vaso, creo, se puso de pie y se tambaleó un
poco, pero se equilibró.
—Voy a poner un poco de música —dijo señalando a la rockola.
—Ve, ve —dijo Susan sonriendo. Vi como caminaba.
—Deja de querer embriagarla Susan —le advertí.
—Ya esta ebria Zac, pero déjala ser libre, que vuele, que explore…
—No, yo no quiero que explore —dije y vi como Vanessa chocaba levemente contra Hook.
Esté se giró a verla.
—Lo siento grandulon, no te vi —le dijo disculpándose.
—No es nada bombón, ¿estas sola? —le preguntó él. Me puse de pie.
—¡Hook, saca tu miserable vista de ella si no quieres terminar peor que la última vez! —lo
amenacé. Esté me miró bien.
—Tranquilo, tranquilo. No sabía que era tuya —me dijo él. Vanessa se giró a verme.
—Aaay, que celoso —dijo con tono pícaro y rió —Ve tranquilo grandulon, Zac esta sensible
últimamente, pero no voy a dejar que te haga daño —le dijo y siguió caminando hasta llegar a la
rockola. Comenzó a buscar música. Hasta que se giró a vernos —¡No puedo creer que en este lugar
tengan esto! —puso play y una conocida canción, pero no recuerdo su nombre comenzó a sonar —
¡Vamos a bailar muchachas!
Todas se pusieron de pie y comenzaron a moverse sensualmente al ritmo de aquella canción. Giré
mi cabeza para mirar a Susan.
—¿De quien es esta canción? —le pregunté.
—No puedo creer que esa canción siga ahí, pensé que la había quitado —dijo divertida y miró a
Vanessa —Se llama I love rock and roll, y me parece que a Vanessa le gusta bailarla.
Volví mi vista a la morena, y ella se movía sensualmente mientras caminaba hacia mí.
¡Diablos, no podía ser tan sexy!
Se acercó más a mí y tomó mi mano para ponerme de pie.
—Vanessa, no. Estás ebria —le dije cuando comenzó a bailar cerca de mí.
—Ya lo se —me dijo y apoyó su espalda contra mi pecho, para luego bajar despacio y volver a
subir. Giró y me miró a los ojos —Pero es tu culpa, por traerme aquí. Ahora lo aguantas.
Vi como Jared y Corbin reían divertidos ante mi notoria frustración de que ella estuviera haciendo
eso. Provocando que mi sangre se calentara… y que otras partes de mi también.
Luego todas ellas se subieron a la barra, incluida Susan. No puedo creer que esto esté pasando.
Todas bailaban sensualmente sobre aquella barra, tocándose entre ellas y riendo divertidas. Pero
mi mirada no podía salir de Vanessa. Sentí una mano apoyarse sobre mi hombro.
—Hermano, hermano, como te provoca la morena —me dijo Jared.
—Cállate —le dije sin dejar de mirarla.
—Te trae loco —aseguró Corbin —Mira, te la estas comiendo con la mirada. Yo creo que si tuvieras
súper poderes de la vista, ya le hubieses sacado la ropa.
De repente un baboso intentó bajar a Vanessa de la barra para tocarla, entonces reaccioné y me
acerqué a él para sacarlo de un solo golpe de allí. La música dejó de sonar, tomé a Vanessa y la
subí a mi hombro.
—¡Nos vamos! —le dije firme. Ella comenzó a patalear.
—¡No, no quiero! ¡La estaba pasando bien, Zac! —se quejó.
—¡No me interesa, nos vamos! —sentencié.
—¡Vuelve pronto Vanessa! —le gritó Susan.
—¡Claro que si, Su! —contestó la morena, mientras la llevaba encima mío como una bolsa de
papas.
—Adiós muchachos, los veo luego —les dije a mis amigos y salí de allí.
La subí a la moto y prendí marcha hacia mi departamento. Yo no podía dejarla así en su casa, y
tampoco podía quedarme en su casa. Tal vez cuando despierte, piense que soy un pervertido que
le hizo algo o alguna cosa de esas. No dejó de decir tonterías en todo el camino. Se reía de
cualquier cosa, y hasta logró hacerme reír a pesar de que yo iba a regañándola. Llegamos a mi
casa y la ayudé a entrar. La senté sobre la mesada y comencé a buscar el café.
—Nunca más, ¿entendiste? Nunca más te llevó a ese lugar —le dije.
—Eres un aburrido, solo tú quieres diversión —me dijo.
Me incorporé y la miré. Ella sonrió y yo solo negué con la cabeza.
—Ahora voy a hacerte un café para que se te vaya la borrachera que te echaste encima, como si
no existiera un mañana.
—¡Ni lo pienses! —me dijo y se bajó de la mesada. Caminó hasta el sillón, en donde se acostó
pesadamente —No voy a tomar café, odio el café.
—Tienes que tomarlo, ¿sino como se te va a ir eso?
—No lo se, pero no voy a tomarlo —me aseguró —Búscame otra cosa, un vaso de agua o un
calmante para el dolor de cabeza que seguro me va a dar mañana. Pero café no tomó ni aunque
me amenaces con matarme…
—Eres una niñita caprichosa. Juro por mi vida que jamás voy a volver a sacarte a ningún lado, para
que luego te comportes así y tomes como una borracha y te pongas a bailar sensualmente sobre
una barra y hagas que alguien más que yo te miré con deseo, porque…
Levanté mi cabeza para mirarla, y ella estaba profundamente dormida sobre el sillón.
Sonreí y con cuidado me acerqué a ella. Acomodé un poco unos mechones de su cabello.
—Solo tú puedes quedarte dormida, conmigo al lado —dije divertido.
Me acerqué más y la alcé en brazos para llevarla a dormir en la cama. Como todo caballero que soy
no iba a dejarla dormir incómodamente en el sillón, la alcé firmemente. Ella, media dormida, colocó
sus brazos alrededor de mis hombros y escondió su rostro en mi garganta. Sentí como respiraba
profundamente. Detuve mi paso, ante el escalofrió que recorrió mi espalda.
—Como me gusta tu perfume —susurró —Es tan masculino, y te hace tan irresistible. No te lo había
dicho antes pero… tu tatuaje es tan sexy, que hasta ganas de lamerlo tengo.
—¿Ah si? —dije.
—Aja —dijo ella. Tragué sonoramente.
Levantó su cabeza y me miró fijo a los ojos. Sonrió divertida, y luego hizo algo que yo no esperé
que hiciera. Sus labios se apoyaron despacio sobre los míos, se abrieron con cuidado tomándolos.
Mis ojos estaban bien abiertos, mirándola a ella. Sus ojos estaban cerrados. Sin dejar de mirarla
comencé a responder a su boca. Sus manos subieron por mi cuello a mí nuca y me acercaron más
a ella, sus dedos acariciaron suaves mis cabellos. Entonces, sin intención alguna, mis ojos se
cerraron ante aquella excitante sensación, mientras la tomaba con más firmeza entre mis brazos.
Su boca se movía sensual sobre la mía, excitándome. Y cuando su lengua acarició con ansia la mía,
creí que iba a volverme completamente loco. Se alejó despacio, y abrí mis ojos para mirarla. Sus
ojos aun estaban cerrados, hasta que los abrió y sonrió. Se acercó de nuevo a mí y acarició mi
nariz con la suya, para luego volver a apoyar su cabeza contra mi hombro.
—¿Y eso por qué fue? —le pregunté agitado.
—Por ser horriblemente irresistible —contestó.
Escuché una pequeña risa de su parte, y entonces caminé hasta mi habitación. Con cuidado la
acosté en la cama. Le quité los zapatos y la tapé con una pequeña manta. Salí de allí y luego de ir
al baño me fui a acostar en el sillón. Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza, mirando fijamente al
techo. El dulce sabor de su boca aun no se había ido de la mía. La sensación caliente aun ardía en
mis labios. Sacudí mi cabeza, yo no podía estar pensando eso. ¿Soy yo quien la esta conquistando
a ella o es ella quien me esta conquistando a mi? No, no, no. Claro que no. ¿Conquistarme a mí?
Eso es imposible. Yo las conquisto, yo las uso y luego todo se termina. Así fue siempre, y así
seguirá siendo. Esa es mi vida, es mi rutina y no la cambiaria por nada del mundo. Pero debo
admitir que es la mujer con la que más relación social tuve en toda mi vida. Ya, ya basta Zac. Deja
de pensar, todo esta bien. Todo está saliendo acorde tus planes. Pronto Vanessa caerá a tus pies,
como el resto. Es solo cuestión de tiempo, de esperar. No me cuesta nada esperar un poco más de
tiempo que a las demás. Y creo que si vale la pena esperar por una noche con aquella morena, que

si sabe mover bien las piernas.

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