Leer libros online, de manera gratuita!!

Estimados lectores nos hemos renovado a un nuevo blog, con más libros!!, puede visitarlo aquí: eroticanovelas.blogspot.com

Últimos libros agregados

Últimos libros agregados:

¡Ver más libros!

Grey - (8) Lunes, 23 de Mayo de 2011

Volver a Capítulos


Lunes, 23 de Mayo de 2011

Es después de las una de la mañana cuando me voy a acostar. Mirando fijamente el techo, estoy cansado, relajado, pero también emocionado, anticipando lo que la semana traerá. Espero tener un nuevo proyecto: la Señorita Anastasia Steele.
~ * ~
Mis pies golpean la acera en Main Street mientras corro hacia el río. Son las seis treinta y cinco de la mañana y los rayos del sol están brillando a través de los edificios de gran altura. Los árboles en la acera recientemente han reverdecido sus hojas con la primavera, el aire está limpio, el trafico tranquilo. He dormido bien. Oh, Fortuna de Orff’s Carmina Burana está resonando en mis oídos. Hoy las calles están pavimentadas con posibilidad.
¿Responderá mi correo electrónico?
Es demasiado temprano, demasiado pronto para cualquier respuesta, pero sintiéndome más ligero de lo que me he sentido en semanas, corro más allá de la estatua de los alces y hacia el Willamette.
~ * ~
Para las siete cuarenta y cinco, estoy frente a mi computadora portátil, habiéndome duchado y pedido el desayuno. Le mando un correo electrónico a Andrea para hacerle saber que estaré trabajando desde Portland por la semana y para pedirle que reprograme cualquier reunión para que se pueda llevar a cabo por teléfono o videoconferencia. Le mando un correo electrónico a Gail para hacerle saber que no estaré en casa hasta el jueves por la noche como más temprano. Luego trabajo a través de mi bandeja de entrada y encuentro entre otras cosas una propuesta de una empresa mixta con un astillero en Taiwán. Lo reenvío a Ros para añadirlo a la agenda de asuntos que necesitamos discutir.
E
Página 178
Luego me dirijo hacia mí otro asunto pendiente: Elena. Me ha enviado mensajes de texto un par de veces durante el fin de semana y no he contestado.
De: Christian Grey
Asunto: El fin de semana
Fecha: 23 de Mayo de 2011 08:15
Para: Elena Lincoln
Buenos días, Elena.
Disculpa no responderte. He estado ocupado todo el fin de semana, y estaré en Portland todo esta semana. No sé sobre el próximo fin de semana tampoco, pero si estoy libre te lo haré saber.
Los últimos resultados para el negocio de belleza parecen prometedores.
Bien hecho, Ama…
Lo mejor.
C
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Presiono enviar preguntándome otra vez qué haría Elena con Ana…y viceversa. Hay un silbido desde mi computadora portátil cuando un nuevo correo electrónico llega.
Es de Ana.
De: Anastasia Steele
Página 179
Fecha: 23 de mayo de 2011 08:20
Para: Christian Grey
Asunto: Tu nueva computadora (en préstamo)
He dormido muy bien, gracias… por alguna extraña razón… Amo.Creí entender que la computadora era en préstamo, es decir, no es mía.
Ana
―Amo‖ con una A mayúscula, la chica ha estado leyendo, y posiblemente investigando. Y todavía me habla. Sonrío estúpidamente ante el correo electrónico. Esta es una buena noticia. Aunque también me está diciendo que no quiere la computadora.
Bueno, eso es frustrante.
Sacudo la cabeza, divertido.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 08:22
Para: Anastasia Steele
Asunto: Su nueva computadora (en préstamo)
La computadora está en préstamo.
Indefinidamente, señorita Steele.
Observo en su tono que ha leído la documentación que le di.
¿Tiene alguna pregunta?
Christian Grey
Página 180
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Presiono enviar. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que responda? Reanudo la lectura de mi correo electrónico como distracción mientras espero por su respuesta. Hay un resumen ejecutivo de Fred, el jefe de mi división de telecomunicaciones del desarrollo de nuestra Tablet alimentada por energía solar, uno de mis proyectos favoritos. Es ambicioso, pero pocos de mis proyectos empresariales importan más que este y estoy emocionado por ello. Llevar asequible primera tecnología al tercer mundo es algo que estoy determinado a hacer.
Hay un silbido desde mi computadora.
Otro correo de la Señorita Steele.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 08:25
Para: Christian Grey
Asunto: Mentes inquisitivas
Tengo muchas preguntas, pero no me parece adecuado hacértelas vía correo electrónico, y algunos tenemos que trabajar para ganarnos la vida.
No quiero ni necesito una computadora indefinidamente.
Hasta luego. Que tengas un buen día… Amo.
Ana
El tono de su correo electrónico me hace sonreír, pero parece que está fuera trabajando, así que este podría ser el último por un rato.
Página 181
Su renuencia a aceptar el maldito computadora es molesta. Pero supongo que demuestra que no es adquisitiva. No es una caza fortunas, extraño entre las mujeres que he conocido…sin embargo, Leila era igual.
—Amo, no soy digna de este hermoso vestido.
—Lo eres. Tómalo. Y no escucharé otra palabra al respecto. ¿Entendido?
—Sí, Amo.
—Bien. Y el estilo te conviene.
Ah, Leila. Era una buena sumisa, pero se volvió demasiada apegada y yo era el hombre equivocado. Afortunadamente, eso no fue por mucho tiempo. Está casada ahora yes feliz. Vuelvo mi atención al correo electrónico de Ana y lo releo.
Algunos tenemos que trabajar para ganarnos la vida.
La descarada muchacha está insinuando que no hago ningún trabajo.
Bien,¡al diablo con eso!
Veo el informe bastante resumido de Fred abierto en mi escritorio y decido dejar las cosas claras con Ana.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 08:26
Para: Anastasia Steele
Asunto: Tu nueva computadora (de nuevo en préstamo)
Nos vemos luego, nena.
P.D.: Yo también trabajo para ganarme la vida.
Página 182
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Encuentro imposible concentrarme en mi trabajo, esperando el revelador silbido que anuncia un nuevo correo electrónico de Ana. Cuando llega, lo reviso inmediatamente, pero es de Elena. Y estoy sorprendido por mi decepción.
De: Elena Lincoln
Asunto: El fin de semana
Fecha: 23 de Mayo de 2011 08:33
Para: Christian Grey
Christian, te esfuerzas demasiado. ¿Qué hay en Portland? ¿Trabajo?
Ex
ELENA LINCOLN
ESCLAVA
Para la belleza que eres tú™
¿Le digo? Si lo hago, llamará inmediatamente con preguntas, y no estoy listo para divulgar mis experiencias del fin de semana, aún. Le escribo un rápido correo electrónico diciendo que es trabajo, y vuelvo a mi lectura.
Andrea me llama a las nueve y revisamos mi agenda. Como estoy en Portland, le pido que fije una reunión con el presidente y el vicepresidente asistente de desarrollo económico en la Universidad de Washington, para discutir el proyecto de ciencia del suelo que hemos establecido y su necesidad para fondos adicionales en el próximo año
Página 183
fiscal. Ella se compromete a cancelar todos mis compromisos sociales de esta semana, y entonces me conecta a mi primera videoconferencia del día.
~ * ~
A las tres de la tarde estoy estudiando detenidamente algunos esquemas de diseños de la Tablet que Barney me ha enviado, cuando soy molestado por un golpe en mi puerta. La interrupción es molesta, pero por un momento espero que sea la Señorita Steele. Es Taylor.
—Hola. —Espero que mi voz no revele mi decepción.
—Tengo su ropa, Sr. Grey —dice educadamente.
—Entra. ¿Puedes colgarla en el closet? Estoy esperando mi próxima llamada en conferencia.
—Por supuesto, Señor. —Se apresura hacia la habitación, llevando un par de bolsas de trajes y una lona.
Cuando regresa, sigo esperando por mi llamada.
—Taylor, no creo que te vaya a necesitar por el próximo par de días. ¿Por qué no te tomas un tiempo para ver a tu hija?
—Eso es muy amable de su parte señor, pero su madre y yo…—se detiene, avergonzado.
—Ah. Con que es así, ¿no? —pregunto.
Él asiente.
—Sí, señor. Tomará un poco de negociación.
—De acuerdo. ¿Sería mejor el miércoles?
—Preguntaré. Gracias, señor.
—¿Algo que pueda hacer para ayudar?
—Hizo suficiente, señor.
Él no quiere hablar sobre esto.
—De acuerdo. Creo que voy a necesitar una impresora, ¿puedes arreglarlo?
Página 184
—Sí señor —asiente. Mientras sale, cierra suavemente la puerta tras él, frunzo el ceño. Espero que su ex esposa no le esté causando dolor. Le pago por la educación de su hija como otro incentivo para que se quede trabajando conmigo, es un buen hombre, y no quiero perderlo. El teléfono suena, es mi llamada en conferencia con Ros y el Senador Blandino.
~ * ~
Mi última llamada concluye a las cinco veinte de la tarde. Me estiro en la silla, pienso en lo productivo que he sido hoy. Es increíble cómo consigo mucho más cuando no estoy en la oficina. Solo un par de informes para leer y he terminado por el día. Cuando miro por la ventana el inicio del amanecer, mi mente se desvía hacia cierta potencial sumisa.
Me pregunto cómo ha sido su estado en Clayton’s, fijando bridas para cables y midiendo longitudes de cuerdas. Espero que algún día llegue a usarlas en ella. El pensamiento evoca imágenes de ella atada en mi cuarto de juegos. Me detengo en esto por un momento… luego rápidamente le envío un correo electrónico. Toda esta espera, trabajar, y enviar correos electrónicos me está poniendo inquieto. Sé cómo me gustaría liberar está energía acumulada, pero tengo que conformarme con correr.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:24
Para: Anastasia Steele
Asunto: Trabajar para ganarse la vida
Querida señorita Steele:
Espero que haya tenido un buen día en el trabajo.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Página 185
Me cambio de nuevo a mi atuendo para correr. Taylor me ha traído dos pares más de pantalones deportivos. Estoy seguro que es obra de Gail. Mientras me dirijo hacia la puerta reviso mi correo electrónico. Ella contestó.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:48
Para: Christian Grey
Asunto: Trabajar para ganarse la vida
Amo… He tenido un día excelente en el trabajo.
Gracias.
Ana
Pero no ha hecho su tarea. Le respondo el correo electrónico.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:50
Para: Anastasia Steele
Asunto: ¡A trabajar!
Señorita Steele:
Me alegro mucho de que haya tenido un día excelente.
Mientras escribe correos electrónicos no está investigando.
Página 186
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Y en vez de salir de la habitación, espero su respuesta. No me mantiene esperando mucho tiempo.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:53
Para: Christian Grey
Asunto: Pesado
Señor Grey: deja de mandarme correos electrónicos y podré empezar a hacer la tarea. Me gustaría sacar otro sobresaliente.
Ana
Me río a carcajadas. Sí. Ese sobresaliente fue algo más. Cierro los ojos, y veo y siento su boca alrededor de mi polla una vez más.
Joder.
Metiendo en cintura mi errante cuerpo, presiono enviar en mi respuesta, y espero.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:55
Para: Anastasia Steele
Asunto: Impaciente
Página 187
Señorita Steele:
Deje de escribirme correos electrónicos… y haga los deberes.
Me gustaría ponerle otro sobresaliente.
El primero fue muy merecido. ;)
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Su respuesta no es tan inmediata, y sintiéndome un poco cabizbajo, me doy la vuelta y decido ir a correr. Pero mientras abro la puerta el silbido de mi bandeja de entrada me hace regresarme.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 17:59
Para: Christian Grey
Asunto: Investigación en internet
Señor Grey:
¿Qué me sugieres que ponga en el buscador?
Ana
¡Mierda! ¿Por qué no pensé en esto? Podría haberle dado algunos libros. Numerosos sitios webs vienen a mi mente, pero no quiero asustarla.
Página 188
Quizás debería empezar con lo más vainilla…
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 18:02
Para: Anastasia Steele
Asunto: Investigación en internet
Señorita Steele:
Empiece siempre con la Wikipedia.
No quiero más correos electrónicos a menos que tenga preguntas.
¿Entendido?
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Me levanto de mi escritorio, pensando que no responderá pero, como siempre, me sorprende y lo hace. No puedo resistirme.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 18:04
Para: Christian Grey
Asunto: ¡Autoritario!
Sí… Amo.
Eres muy autoritario.
Página 189
Ana
Malditamente cierto, nena.
De: Christian Grey
Fecha: 23 de mayo de 2011 18:06
Para: Anastasia Steele
Asunto: Controlando
Anastasia, no te imaginas cuánto.
Bueno, quizá ahora te haces una ligera idea.
Haz tu tarea.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Muestra algo de moderación, Grey. Antes de que pueda distraerme otra vez, estoy fuera de la puerta. Con los Foo Fighters resonando en mis oídos corro hacia el río, he visto el Willamette al amanecer, ahora quiero verlo al anochecer. Es una buena tarde: las parejas están caminando por la orilla del río, algunos sentados en el pasto, y unos cuantos turistas hacen ciclismo hacia arriba y debajo de la explanada. Los evito, la música resonando en mis oídos.
La Señorita Steele tiene preguntas. Todavía está en el juego… este no es un ―no‖. Nuestro intercambio de correos electrónicos me ha dado esperanza. Mientras corro bajo el puente Hawthorne reflexiono sobre cuán a gusto está con las palabras escritas, más que cuando está hablando. Tal vez este es su medio preferido de expresión. Bueno, ha estado estudiando Literatura Inglesa. Espero que para cuando regrese
Página 190
haya otro correo electrónico, quizás con preguntas, quizás con un poco más de su burla descarada.
Sí. Eso es algo que espero.
Mientras corro por Main Street me atrevo a esperar que acepte mi proposición. El pensamiento es excitante, estimulante incluso, y retomo mi ritmo, corriendo de nuevo hacia el Heathman.
~ * ~
Son las ocho con quince de la noche cuando me siento de nuevo en la silla del comedor. He comido el salvaje salmón de Oregón para la cena, cortesía de la Señorita Ojos Oscuros otra vez, y todavía tengo la mitad de una copa de Sancerre por terminar. Mi computadora portátil está abierta y encendida, debería llegar cualquier correo electrónico importante. Recojo el informe que he impreso, sobre las zonas industriales abandonadas en Detroit.
—Tendría que ser Detroit —me quejo en voz alta, y empiezo a leer.
Unos minutos después, escucho un silbido.
Es un correo electrónico con ―Universitaria Escandalizada‖, escrito en la línea del asunto. El titulo me hace levantarme.
De: Anastasia Steele
Fecha: 23 de mayo de 2011 20:33
Para: Christian Grey
Asunto: Universitaria Escandalizada
Bien, ya he visto bastante.
Ha sido agradable conocerte.
Ana
Página 191
¡Mierda!
Lo leo otra vez.
Joder.
Es un ―no‖. Me quedo mirando la pantalla con incredulidad.
¿Eso es todo?
¿Sin discutir?
Nada…
¿Solo ―ha sido agradable conocerte‖?
Qué. Carajos.
Me siento de nuevo en la silla, atónito.
¿Agradable?
Agradable.
AGRADABLE.
Ella pensó que era más que agradable cuando su cabeza estaba hacia atrás mientras se venía.
No seas tan apresurado, Grey.
¿Quizás es una broma?
¡Una broma!
Jalo la computadora portátil hacia mí para escribir una respuesta.
De: Christian Grey
Fecha: Mayo 23, 2011
Para: Anastasia Steele.
Asunto: ¿AGRADABLE?
Página 192
Pero mientras miro la pantalla, mis dedos sobrevolando las teclas, no puedo pensar en qué decir.
¿Cómo pudo descartarme tan fácilmente?
Su primera follada.
Cálmate, Grey. ¿Cuáles son tus opciones? Quizás debería hacerle una visita, solo para asegurarme de que es un ―no‖. Quizás podría persuadirla de cambiar de opinión. Ciertamente no sé qué decir en este correo electrónico. Quizás ha estado viendo algunos sitios particularmente rudos. ¿Por qué no le di algunos libros? No puedo creerlo. Necesita verme a los ojos y decirme que no.
Sí. Froto mi barbilla mientras formulo un plan, y momentos más tarde, estoy en mi closet, sacando mi corbata.
Esa corbata.
Este trato no es un trato aún. De mi bolso mensajero saco algunos condones y los meto en el bolsillo trasero de mis pantalones, entonces agarro mi chaqueta y una botella de vino blanco del mini bar. Demonios, es un Chardonnay… pero tendrá que ser este. Sacando mi llave de la habitación, cierro la puerta y me dirijo hacia el ascensor para recoger mi auto del valet.
~ * ~
Mientras freno en la R8 afuera del apartamento que comparte con Kavanagh, me pregunto si este es un movimiento prudente. Nunca visité a ninguna de mis anteriores sumisas en sus casas… ellas siempre venían a mí. Estoy presionando todos los límites que me había impuesto. Abro la puerta del auto y salgo. Estoy incómodo; es peligroso y demasiado presuntuoso para mí el venir aquí. Entonces otra vez, ya he estado aquí dos veces, aunque solo por unos minutos. Si ella no está de acuerdo, tendré que arreglar sus expectativas. Esto no pasará otra vez.
Sigue adelante, Grey.
Estás aquí porque crees que es un “no”.
Kavanagh responde cuando toco la puerta. Está sorprendida de verme.
—Hola, Christian. Ana no dijo que vendrías. —Se hace a un lado para dejarme entrar—. Está en su cuarto. La llamaré.
Página 193
—No. Me gustaría sorprenderla. —Le doy mi más sincera y entrañable mirada y en respuesta, parpadea un par de veces.Caray. Eso fue fácil. ¿Quién lo habría pensado? Qué gratificante—. ¿Dónde está su habitación?
—Por allí, la primera puerta. —Señala la puerta al final de la sala vacía.
—Gracias.
Dejando mi chaqueta y el vino frío sobre una de las cajas embaladas, abro la puerta para encontrar un pequeño pasillo con habitaciones. Asumo que una es el baño, así que toco la otra puerta. Después de un latido, la abro y ahí está Ana, sentada en un pequeño escritorio, leyendo lo que parece el contrato. Tiene sus audífonos puestos mientras tamborilea ociosamente sus dedos a un ritmo que no escucho. De pie allí por un momento, la veo. Su rostro tiene una mueca de concentración, su cabello está trenzado y lleva puesta ropa de deporte. Quizás ha ido a correr esta tarde… quizás sufre de exceso de energía también. El pensamiento me complace. Su cuarto es pequeño, ordenado y de chica; todo blanco, crema, y azul bebé, y bañado en el suave brillo de la lámpara junto a la cama. Está también un poco vacío, pero veo una caja embalada con el rótulo ―Cuarto de Ana‖ escrito en la parte superior. A menos tiene una cama matrimonial… con una cabecera blanca forjada en hierro. Sí. Eso tiene posibilidades.
Ana repentinamente salta, alertada por mi presencia.
Sí. Estoy aquí por tu correo electrónico.
Se quita sus audífonos y el sonido de la música a bajo volumen llena el silencio entre nosotros.
—Buenas noches, Anastasia.
Me mira atontada, sus ojos muy abiertos.
—Sentí que tu correo electrónico merecía una respuesta en persona. —Trato de mantener mi voz neutral. Su boca se abre y cierra, pero se queda callada.
La señorita Steele sin palabras. Esto me gusta.
—¿Puedo sentarme?
Página 194
Asiente, aun mirándome con incredulidad mientras me siento en su cama.
—Me preguntaba cómo sería tu habitación —ofrezco para romper el hielo, sin embargo el charlar no es mi área de especialidad. Ella escanea la habitación como si la viera por primera vez—. Está muy tranquilo y pacífico aquí —añado, pensando en que me siento cualquier cosa, menos tranquilo y pacífico justo ahora. Quiero saber por qué ha dicho que no a mi propuesta sin discusión alguna.
—¿Cómo…? —susurra, pero se detiene, su incredulidad aún evidente en su tranquilo tono.
—Todavía estoy en el Heathman. —Ella sabe esto.
—¿Quieres tomar algo? —grazna.
—No, gracias, Anastasia. —Bien, ha encontrado sus modales. Pero quiero hablar de negocios; su alarmante correo electrónico—. ¿Así que ha sido agradable conocerme? —enfatizo la palabra que más me ofende en esa oración.
¿Agradable? ¿En serio?
Examina sus manos en su regazo, sus dedos nerviosamente golpeteando sus muslos.
—Pensaba que me contestarías por correo electrónico —dice, su voz tan pequeña como su habitación.
—¿Estás mordiéndote el labio a propósito? —pregunto, mi voz más severa de lo que pretendo.
—No era consciente de que me lo estaba mordiendo—susurra, su rostro pálido.
Nos miramos el uno al otro.
Y el aire casi crepita a nuestro alrededor.
Joder.
¿Puedes sentir esto, Ana? Esta tensión. Esta atracción. Mi respiración contenida mientras observo sus pupilas dilatadas. Lentamente, deliberadamente, alcanzo su cabello y tiro de la liga, liberando una de sus trenzas. Me observa, cautivada, sus ojos nunca dejando los míos. Libero su segunda trenza.
Página 195
—Entonces ¿decidiste hacer un poco de ejercicio? —Mis dedos trazan la suave parte externa de su oreja, con gran cuidado, tirando y apretando la parte henchida del lóbulo de su oreja. No está usando aretes aunque sus orejas están perforadas. Me pregunto cómo lucirían los diamantes destellando aquí. Le pregunto por qué se ha estado ejercitando, manteniendo mi voz baja. Su respiración se acelera.
—Necesitaba tiempo para pensar —dice.
—¿Pensar en qué, Anastasia?
—En ti.
—¿Y has decidido que ha sido agradable conocerme? ¿Te refieres a conocerme en sentido bíblico?
Sus mejillas se sonrojan.
—No pensaba que fueras un experto en la Biblia.
—Fui a la escuela dominical, Anastasia. Aprendí mucho.
Catecismo. Culpa. Y que Dios me abandonó hace mucho.
—No recuerdo haber leído sobre pinzas para pezones en la Biblia. Quizás te enseñaron de una traducción moderna —me aguijonea, sus ojos brillantes y provocativos.
Oh, esa boca inteligente.
—Bueno, he pensado que debía venir a recordarte lo agradable que ha sido conocerme.—El reto está ahí en mi voz, y no entre nosotros. Su boca cae abierta con sorpresa, pero paso mis dedos sobre su mandíbula y la insto a cerrarse—. ¿Qué le parece, señorita Steele?—susurro mientras nos miramos el uno al otro.
Repentinamente se lanza sobre mí.
Mierda.
De alguna forma agarro sus brazos antes de que pueda tocarme, y la giro de modo que aterriza en la cama, debajo de mí, y tengo sus brazos aprisionados por encima de su cabeza. Girando su rostro hacia el mío, la beso, con fuerza, mi lengua explorando y reclamando la suya. Su cuerpo elevándose en respuesta mientras me devuelve el beso con igual ardor.
Página 196
Oh, Ana. Qué me haces.
Una vez que se remueve por más, me detengo y bajo la mirada hacia ella. Es momento del plan B.
—¿Confías en mí? —pregunto, cuando sus párpados revolotean sobre sus ojos muy abiertos.
Asiente entusiastamente. Del bolsillo trasero de mis pantalones extraigo la corbata para que pueda verla, entonces me siento a horcajadas sobre ella, tomando sus muñecas que me ofrece, la ato a uno de los postes de hierro de su cabecera.
Ella se ríe debajo de mí, probando sus ataduras, pero el amarre de la corbata se hace más fuerte. No va a escapar.
—Mejor así. —Sonrío con alivio porque la tengo donde la quiero. Ahora a desvestirla.
Agarrando su pie derecho, empiezo a desatar las cintas de sus zapatillas.
—No —se queja con vergüenza, tratando de soltar su pie, y sé que es porque ha estado corriendo y no quiere que le quite los zapatos. ¿Cree que la transpiración va a alejarme?
¡Dulzura!
—Si forcejeas, te ataré también los pies, Anastasia. Si haces el menor ruido, te amordazaré. No abras la boca. Seguramente ahora mismo Katherine está ahí fuera escuchando.
Se detiene. Y sé que mis instintos están en lo cierto. Está preocupada por sus pies. ¿Cuándo entenderá que nada de esas cosas me molesta?
Rápidamente quito sus zapatos, calcetines y pantalones de correr. Entonces la muevo de forma que está estirada y acostada sobre las sábanas, y no esa delicada frazada hecha en casa. Vamos a hacer un lío.
Deja de morderte ese jodido labio.
Paso mi dedo sobre su boca como una carnal advertencia. Frunce sus labios semejando un beso, provocando que sonría. Es una hermosa y sensual criatura.
Página 197
Ahora que está donde la quiero, me quito mis zapatos y calcetines, desabrocho el botón superior de mis pantalones y remuevo mi camisa. No aparta sus ojos de mí.
—Creo que has visto demasiado. —Quiero mantenerla adivinando, y que no sepa qué viene a continuación. Será una recompensa carnal. No le he vendado los ojos antes, así que esto contará para su entrenamiento. Eso, sí dice que si…
Sentándome a horcajadas una vez más, agarro el borde de su camiseta y la enrollo hacia arriba por su cuerpo. Pero en vez de quitarla, la dejo enrollada sobre sus ojos, una efectiva venda.
Luce fantástica, acostada y atada.
—Mmm. Esto va cada vez mejor. Voy a tomar una copa—susurro, y la beso. Jadea mientras me bajo de la cama. Fuera de su habitación, dejo su puerta ligeramente abierta y entro a la sala para recuperar la botella de vino.
Kavanagh levanta la mirada de donde está sentada en el sofá, leyendo, y sus cejas se levantan con sorpresa. No me digas que nunca has visto a un hombre sin camisa, Kavanagh, porque no voy a creerte.
—Kate, ¿Dónde podría encontrar copas, hielo y un sacacorchos? —pregunto, ignorando su escandalizada expresión.
—Eh… En la cocina. Yo te los doy. ¿Dónde está Ana?
Ah, algo de preocupación por su amiga. Bien.
—Está un poco atada en este momento, pero quiere una copa. —Agarro la botella de Chardonnay.
—Oh, ya veo —dice, y la sigo a la cocina, donde señala algunas copas en la encimera. Toda la cristalería está afuera, supongo que para ser empacada para su mudanza. Me alcanza un sacacorchos y del refrigerador saca una cubeta de hielo y cubos de hielo.
—Aún tenemos que empacar aquí. Ya sabes, Elliot va a ayudarnos con la mudanza. —Su tono es crítico.
—¿Lo hará? —Sueno interesado mientras abro el vino—. Solo pon el hielo en los copas. —Con mi barbilla, señalo las dos copas—. Es un Chardonnay. Será más bebible con el hielo.
Página 198
—Me imaginé que eras un chico de vino tinto —dice cuando vierto el vino—. ¿Vas a venir a ayudar a Ana con la mudanza? —Sus ojos destellan. Está retándome.
Cállala ahora, Grey.
—No. No puedo. —Mi voz es cortante porque está enojándome, tratando de hacerme sentir culpable. Sus labios están apretados en una línea y me giro para dejar la cocina, pero no antes de atrapar la mirada desaprobadora en su rostro.
Jódete, Kavanagh.
No hay forma de que vaya a ayudar. Ana y yo no tenemos ese tipo de relación. Además no tengo tiempo para eso.
Regreso a la habitación de Ana y cierro la puerta detrás de mí, pasando a Kavanagh y su desdén. Inmediatamente soy apaciguado por la visión de la encantadora Ana Steele, sin aliento y esperando, en su cama. Poniendo el vino en la mesa al lado de su cama, saco el envoltorio de aluminio de mis pantalones y lo pongo junto al vino. Entonces dejo caer mis pantalones y mi ropa interior en el piso, liberando mi erección.
Tomo un sorbo de vino, sorprendentemente, no es malo; y miro hacia abajo a Ana. No ha dicho una palabra. Su rostro está girado hacia mí, sus labios separados con anticipación. Tomando la copa, me siento a horcajadas una vez más.
—¿Tienes sed, Anastasia?
—Sí —susurra.
Tomando un sorbo de vino, me inclino y la beso, vertiendo el vino en su boca. Traga el vino y desde lo profundo de su garganta, escucho un débil zumbido de apreciación.
—¿Más? —pregunto.
Asiente, sonriendo y la complazco.
—No nos pasemos. Sabemos que tu tolerancia al alcohol es limitada, Anastasia—bromeo, y en su boca se despliega la más grande de las sonrisas. Inclinándome, dejo que tenga otro trago de mi boca y se ríe debajo de mí.
Página 199
—¿Te parece estoagradable? —pregunto, mientras me acuesto a su lado.
Se queda quieta, toda seria ahora, pero sus labios se separan e inhala bruscamente.
Tomo otro trago de vino, esta vez con dos cubos de hilo. Cuando la beso, pongo un pequeño trozo de hielo entre sus labios, entonces dejo un rastro de besos helados hacia abajo por su piel dulcemente perfumada desde su garganta hasta su ombligo. Allí, pongo otro trozo de hielo y un poco de vino.
Ella contiene el aliento.
—Ahora tienes que quedarte quieta. Si te mueves,llenarás la cama de vino, Anastasia. —Mi voz es baja y la beso otra vez, justo por encima de su ombligo. Sus caderas se mueven—. Oh, no, si derrama el vino, la castigaré, señorita Steele.
Gime en respuesta y tira de la corbata.
Todo lo bueno, Ana…
Libero cada uno de sus pechos de su sujetador, de forma que están soportados por el aro bajo la copa, sus pechos son insolentes y vulnerables, justo como me gustan. Lentamente los pruebo ambos con mis labios.
—¿Qué tan agradable es esto? —susurro, y soplo gentilmente sobre un pezón. Su boca se afloja en silencio.
—Ah.
Tomando otro trozo de hielo en mí boca, lentamente bajo hacia su esternón, hasta su pezón, haciendo círculos un par de veces con el hielo. Gime debajo de mí. Transfiriendo el hielo a mis dedos, continúo torturando cada pezón con fríos labios y dejando que el cubo de hielo se derrita en mis dedos.
Gimoteando y jadeando debajo de mí, se tensa pero se las arregla para permanecer quieta.
—Si derramas el vino, no dejaré que te vengas —advierto.
—Oh… Por favor… Christian… Amo… Por favor… —ruega.
Oh, oírla usar esas palabras.
Página 200
Hay esperanza.
Esto no es un “no”.
Rozo mis dedos sobre su cuerpo hasta sus bragas, probando su suave piel. Repentinamente su pelvis se flexiona, derramando el vino y el hielo no derretido de su ombligo. Me muevo rápidamente para recogerlo, besándola y succionándolo de su cuerpo.
—Oh, querida Anastasia, te has movido. ¿Qué voy a hacer contigo? —Deslizo mis dedos en sus bragas y acaricio su clítoris mientras lo hago.
—¡Ah! —se queja.
—Oh, nena —susurro con reverencia. Está mojada. Muy mojada.
Ves. ¿Ves cuán agradable es esto?
Empujo mi índice y mi dedo medio dentro de ella y se estremece.
—Estás lista para mí tan pronto —murmuro, y empujo mis dedos lentamente dentro y fuera de ella, provocando un largo y dulce gemido. Su pelvis empieza a levantarse para encontrar mis dedos.
Oh, ella desea esto.
—Eres una glotona. —Mi voz aún es baja y ella encuentra el ritmo que sigo mientras empiezo a hacer círculos sobre su clítoris con mi pulgar, burlándome y atormentándola.
Grita, su cuerpo corcoveando debajo de mí. Quiero ver su expresión, y con mi otra mano, saco la camiseta de su cabeza. Abre sus ojos, parpadeando ante la suave luz.
—Quiero tocarte —dice, su voz ronca y llena de necesidad.
—Lo sé —susurro contra sus labios, y la beso, al mismo tiempo que mantengo un ritmo implacable con mis dedos y mi pulgar. Sabe a vino, necesidad y a Ana. Y me devuelve el beso con un hambre que no había sentido en ella antes. Alcanzo la parte superior de su cabeza, manteniéndola en su lugar y continúo besándola y follándola con mis dedos. Cuando sus piernas se mueven dejo caer el ritmo de mi mano.
Oh, no, nena. No vas a correrte aún.
Página 201
Hago esto otras tres veces mientras beso su cálida y dulce boca. La quinta vez todavía tengo mis dedos dentro de ella y susurro suave y lentamente en su oído.
—Este es tu castigo, tan cerca y de pronto tan lejos. ¿Te parece esto agradable?
—Por favor —suplica.
Dios, amo oírla rogar.
—¿Cómo quieres que te folle, Anastasia?
Mis dedos empiezan otra vez y sus piernas empiezan a temblar y gentilmente detengo mi mano una vez más.
—Por favor —jadea otra vez, la palabra tan baja que apenas la oigo.
—¿Qué quieres Anastasia?
—A ti… ahora —grita.
—Dime cómo quieres que te folle. Hay una variedad infinita de maneras —murmuro. Extendiendo una mano, agarro el condón de la mesita de al lado y me arrodillo entre sus piernas. Manteniendo mis ojos en los suyos, saco sus bragas y las tiro en el piso. Sus ojos están oscuros, llenos de promesa y anhelo. Se amplían mientras lentamente me pongo el condón.
—¿Te parece esto agradable? —pregunto, mientras envuelvo mi puño alrededor de mi erección.
—Era una broma —gimotea.
¿Broma?
Gracias. A. Dios.
No todo está perdido.
—¿Una broma? —pregunto, mientras mi puño se desliza de arriba hacia abajo por mi polla.
—Sí. Por favor, Christian —ruega.
—¿Y ahora te ríes?
Página 202
—No. —Su voz es apenas audible, pero la pequeña sacudida de su cabeza me dice todo lo que necesito saber.
Verla necesitándome… podría explotar en mi mano solo mirándola.Agarrándola, la volteo, manteniendo su lindo, buen trasero en el aire. Es tan tentador. Palmeo su nalga fuertemente, entonces me introduzco en ella.
Oh, joder. Está tan lista.
Se aprieta a mí alrededor y grita mientras se corre.
Joder. Eso fue demasiado rápido.
Manteniendo sus caderas en su lugar, la follo, duro, montándola a través de su orgasmo. Apretando mis dientes, me conduzco dentro de ella una y otra vez, mientras su orgasmo empieza a construirse una vez más.
Vamos, Ana. Otra vez, le ordeno, bombeándola.
Gime y se retuerce debajo de mí, un trazo de sudor apareciendo en su espalda.
Sus piernas empiezan a temblar.
Está cerca.
—Vamos, Anastasia, otra vez —gruño, y por algún milagro, su orgasmo se cierra en espiral a través de su cuerpo y el mío. Gracias joder. Sin palabras, me corro, derramándome en su interior.
Dulce señor, colapso sobre ella. Eso fue exhaustivo.
—¿Cuán agradable fue eso? —siseo contra su oído mientras jalo aire a mis pulmones.
Mientras descansa en la cama, jadeando, me retiro de ella y remuevo el desechado condón. Salgo de la cama y rápidamente me visto. Cuando he terminado, me estiro y desato mi corbata, liberándola. Girándose, ella estira sus manos y dedos y reajusta su sujetador. Una vez que la he cubierto con la frazada, me acuesto a su lado, apoyándome en mi codo.
—Ha sido realmente agradable —dice con una sonrisa traviesa.
—Ya estamos otra vez con la palabrita. —Le sonrío.
Página 203
—¿No te gusta que la diga?
—No, no tiene nada que ver conmigo.
—Vaya… No sé… parece tener un efecto bastante beneficioso sobre ti.
—¿Soy un efecto beneficioso? ¿Eso es lo que soy ahora? ¿Podría herir más mi amor propio, señorita Steele?
—No creo que tengas ningún problema de amor propio.—Su ceño es pasajero.
—¿Tú crees?
El Dr. Flynn tendría mucho que decir sobre eso.
—¿Por qué no te gusta que te toquen?—pregunta, su voz dulce y suave.
—Porque no. —Beso su frente para distraerla de su línea de preguntas—.Así que ese correo electrónico era lo que tú llamas una broma.
Ella me da una mirada cohibida y un encogimiento de disculpas.
—Ya veo. ¿Entonces todavía estás considerando mi proposición?
—Tu proposición indecente… Sí, me la estoy planteando.
Bien, joder, gracias por eso.
Nuestro trato aún está en juego. Mi alivio es palpable; casi puedo saborearlo.
—Pero tengo cosas que comentar —añade.
—Me decepcionarías si no tuvieras cosas que comentar.
—Iba a mandártelas por correo electrónico, pero me interrumpiste.
—Coitus interruptus.
—¿Lo ves?, sabía que tenías algo de sentido del humor escondido por ahí. —La luz en sus ojos baila con alegría.
—No es tan divertido, Anastasia. Pensé que estabas diciéndome que no… que ni siquiera querías comentarlo.
Página 204
—Todavía no lo sé. No he decidido nada. ¿Vas a ponerme un collar?
La pregunta me sorprende.
—Has estado investigando. No lo sé, Anastasia. Nunca le he puesto un collar a nadie.
Oh… ¿Debería sorprenderme? Sé tan poco sobre las sesiones… No sé.
—¿Te han puesto un collar? —pregunta.
—Sí.
—¿La señora Robinson?
—¿La señora Robinson? —Río fuertemente. Anne Babcroft en El Graduado—. Le diré que dijiste eso; lo amará.
—¿Aún hablas con ella regularmente? —Su voz es aguda con sorpresa e indignación.
—Sí. —¿Por qué sería importante?
—Ya veo. —Ahora su tono es afilado. ¿Está enojada? ¿Por qué? No lo entiendo—. Así que tienes a alguien con quien comentar tu alternativo estilo de vida, pero yo no puedo. —Su tono es petulante, pero una vez más me recuerda mi mierda.
—Creo que nunca lo he pensado desde ese punto de vista. La señora Robinson formaba parte de este estilo de vida. Te dije que ahora es una buena amiga. Si quieres, puedo presentarte a una de mis ex sumisas. Podrías hablar con ella.
—¿Esto es lo que tú llamas una broma? —demanda.
—No, Anastasia. —Estoy sorprendido por su vehemencia y sacudo mi cabeza para reforzar mi negación. Es perfectamente normal para una sumisa comprobar con sus ex que su nuevo dominante sabe lo que hace.
—No… me las arreglaré yo sola, muchas gracias —insiste, y tira de su edredón y su frazada hasta su barbilla.
¿Qué? ¿Está enojada?
—Anastasia, no… No quería ofenderte.
Página 205
—No estoy ofendida. Estoy consternada.
—¿Consternada?
—No quiero hablar con ninguna ex novia tuya… o esclava… o sumisa… como las llames.
Oh.
—¿Anastasia Steele, estás celosa? —Sueno desconcertado… porque lo estoy. Se ruboriza profundamente, y sé que he encontrado la raíz del problema. ¿Cómo demonios podría estar celosa?
Cariño, he tenido una vida antes de ti.
Una vida muy activa.
—¿Vas a quedarte?—chasquea.
¿Qué? Por supuesto que no.
—Mañana a primera hora tengo una reunión en el Heathman. Además, ya te dije que no duermo con mis novias, o esclavas, o sumisas, ni con nadie. El viernes y el sábado fueron una excepción. No volverá a pasar.
Ella presiona sus labios juntos con una expresión testaruda.
—Bien, estoy cansada ahora —dice.
Joder.
—¿Estás echándome?
No es así como se supone que tendría que ir.
—Sí.
¿Qué demonios?
Desarmado otra vez por la señorita Steele.
—Bien, esta es otra primera vez —murmuro.
Echado.No puedo creerlo.
—¿No quieres que comentemos nada? Sobre el contrato —pregunto, como excusa para prolongar mi estadía.
Página 206
—No —gruñe. Su petulancia es irritante, y si fuera mía, esto no sería tolerado.
—Ay, cuánto me gustaría darte una buena tunda. Te sentirías mucho mejor, y yo también —le digo.
—No puedes decir esas cosas… Todavía no he firmado nada.—Sus ojos destellan con desafío.
Oh, nena, puedo decirlo. Solo que no puedo hacerlo. No hasta que me dejes.
—Un hombre puede soñar, Anastasia. ¿El miércoles? —Aún deseo esto, sin embargo no sé por qué, ella es tan difícil. Le doy un breve beso.
—Hasta el miércoles. —Está de acuerdo, y estoy aliviado una vez más—. Espera, salgo contigo.—Agrega en un tono más suave—. Dame un minuto. —Me empuja fuera de la cama y se pone su camiseta—. Por favor, pásame mis pantalones de deporte—ordena, señalándolos.
Vaya. La señorita Steele es una pequeña cosa mandona.
—Sí, ama —bromeo, sabiendo que no entenderá la referencia. Pero entorna los ojos. Sabe que me estoy divirtiendo a su costa, pero no dice nada mientras se pone los pantalones.
Sintiéndome un poco perplejo al ser echado a la calle, la sigo a través de la sala y hasta la puerta delantera.
¿Cuándo fue la última vez que esto pasó?
Nunca.
Abre la puerta pero está mirando hacia abajo, a sus manos.
¿Qué sucede aquí?
—¿Estás bien? —pregunto, y acaricio su labio inferior con mi pulgar. Quizás ella no quiere que me vaya…¿o quizás no puede esperar para que lo haga?
—Sí —dice, su tono suave y bajo. No estoy seguro de creerle.
—El miércoles —le recuerdo. La veré entonces. Inclinándome, la beso, y ella cierra los ojos. Y no quiero irme. No con su incertidumbre en
Página 207
mi mente. Sostengo su cabeza y profundizo el beso y ella responde, rindiendo su boca ante la mía.
Oh, nena, no lo des por perdido. Dale una oportunidad.
Agarra mis brazos, devolviéndome el beso, y no quiero detenerme. Ella es intoxicante, y la oscuridad está tranquila, acallada por la joven mujer que tengo en frente de mí. Reluctantemente, retrocedo y descanso mi frente contra la suya.
Está sin aliento igual que yo.
—Anastasia, ¿qué estás haciendo conmigo?
—Podría decir lo mismo de ti —susurra.
Sé que tengo que irme. Me tiene cayendo en picada, y no sé por qué. Beso su frente y avanzo por el camino de entrada hasta la R8. Se queda de pie, mirándome desde la entrada. No ha entrado. Sonrío, complacido de que aún me vea mientras entro en el auto.
Cuando vuelvo la mirada, se ha ido.
Mierda. ¿Qué acaba de pasar? ¿Sin despedida ondeando la mano?
Enciendo el auto y empiezo a conducir de regreso a Portland, analizando lo que ha tenido lugar entre nosotros.
Me envía un correo electrónico.
Voy con ella.
Follamos.
Me echa antes de que estuviera listo para irme.
Por primera vez en mi vida, bien, quizás no la primera, me siento un poco usado, por sexo. Es un sentimiento perturbador que me recuerda mi tiempo con Elena.
¡Demonios! La señorita Steele está empujando desde el fondo, y ni siquiera lo sabe. Y tonto de mí, la estoy dejando.
Tengo que meditar esto. Esta suave disposición acercándose está metiéndose con mi cabeza.
Pero la deseo. Necesito que firme.
Página 208
¿Es solo la caza? ¿Es eso lo que me está excitando? ¿O es ella?
Joder. No lo sé. Pero espero averiguarlo antes del miércoles. Y en una nota positiva, esa fue una malditamente agradable forma de pasar la noche. Sonrío ante el espejo retrovisor y entro en el garaje del hotel.
Cuando estoy de regreso en mi habitación. Me siento en mi computadora portátil.
Enfócate en lo que quieres, en dónde quieres estar. ¿No es eso con lo que Flynn siempre está fastidiando? ¿La mierda en la que se basa su solución?
De: Christian Grey
Fecha: Mayo 23 2011 23:16
Para: Anastasia Steele
Asunto: Esta Noche
Señorita Steele,
Espero impaciente sus notas sobre el contrato.
Entretanto, que duermas bien, nena.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Y quiero añadir. Gracias por otra divertida noche… pero eso parece un poco demasiado. Empujando mi portátil a un lado porque Ana probablemente está dormida, recojo el reporte de Detroit y continúo leyendo.

Volver a Capítulos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ir a todos los Libros