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Wallbanger - Cocktail #1 Cap. 16

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16
Traducido por Elle87
LO HICIMOS MUY PRONTO. Deberíamos haber esperado.
Esperamos lo suficiente, ¿estás bromeando? Sabes que tenía razón.
Era tiempo de hacerlo.
Tiempo de hacerlo ¡qué tontería! Podíamos haber esperado un
poquito más, y entonces no estaríamos en este embrollo.
Bueno, no te oí quejarte la primera vez. Parecías bastante
complacida si mal no recuerdo.
No podía quejarme, tenía la boca llena. Pero lo presentía. Sabía que
esto estaba mal, sabía que lo que hacíamos estaba inherentemente
mal.
De acuerdo, me doy por vencido. Dime cómo arreglar esto.
Bueno, para empezar, lo tienes al revés le disparé, agarrando el
mapa y volteándolo. Estábamos estacionados en un costado del
camino desde hacía cinco minutos, intentando averiguar cómo llegar
a Narja.
Después de aterrizar en Málaga, atravesar la aduana, el sistema de
renta de coches y finalmente alejarnos de la ciudad exitosamente,
ahora estábamos perdidos. Simon manejaba y yo estaba a cargo del
mapa. Por eso me refiero a que me lo quitaba cada diez minutos o
algo así para mirarlo, entre "hmms" y vacilaciones, para luego
devolvérmelo. De hecho no escuchó nada de lo que yo tenía que
decir, en su lugar confiaba en su innato sentido de hombremapa.
También se rehusó a encender el GPS(1) que nos habían
proporcionado, determinado a mantenerse a la antigua.
Razón por la cual estábamos perdidos. Tomar un tren habría sido
muy fácil. Simon necesitaba un coche para tomar sus fotos,
que era por lo que al final estábamos aquí. Después de volar toda la noche,
estábamos exhaustos, pero la mejor forma de combatir el jet
lag (2) , presuntamente, era acostumbrarse a la hora local lo más rápido
posible. Habíamos acordado no tomar una siesta hasta que
pudiéramos dormir en la noche.
Ahora discutíamos sobre qué giro habíamos hecho mal. Yo había
estado devorando unos churros de un puestecillo de un costado del
camino cuando supuestamente habíamos hecho el mal giro, así que
jugamos a Ponle la Culpa.
Todo lo que estoy diciendo es que si alguien no hubiera estado
rellenándose la cara y hubiese prestado atención al giro, no
estaríamos
—¿Rellenando mi cara? ¿En serio? Estabas robando mis churros. ¡Te dije
que te compraras unos cuando nos paramos!
Bueno, al principio no tenía hambre, pero luego estabas
saboreándote y lamiendo el chocolate y bueno me distraje.
Levantó la vista del mapa, el cual había dispuesto sobre el capó del
coche, y sonrió burlonamente, rompiendo la tensión.
—¿Te distrajiste? Le sonreí de vuelta, inclinándome un poco más
cerca. Mientras miraba el mapa, yo lo miraba a él. ¿Cómo podía
alguien que había estado en un avión por los últimos cien años lucir
tan bien como lo hacía él? Pero ahí estaba, vaqueros descoloridos,
camiseta negra y una chaqueta oscura North Face(3). Veinticuatro
horas de barba rogando que la lamieran. ¿Quién lamía eso? Yo, quién
si no. Se cruzó de brazos mientras estudiaba el mapa, moviendo los
labios en silencio intentando descifrarlo. Me escabullí bajo sus brazos,
poniéndome sobre el capó del coche sin pena alguna, como una de
esas chicas de un calendario de garaje.
—¿Puedo hacer una sugerencia?
—¿Es lasciva?
Sorprendentemente no. ¿Podemos encender el GPS? Me gustaría
llegar antes de irme en unos días gemí. Debido a mi reserva de
última hora, tenía que regresar un día antes que Simon, pero cinco
días en España no me estaba quejando.
Caroline, solo los cobardes usan GPS se mofó, girándose al mapa
de nuevo.
Bueno, esta cobarde se muere por una cena, una ducha, una cama
y por deshacerse de este jet lag. Así que a menos que quieras que
recree “It Happened One Night” (4) en su versión española, enciente el
GPS, Simon. Lo agarré por la chaqueta y tiré de él hacia mí.
¿Sonó muy rudo? susurré, dándole un pequeñito beso en la
barbilla.
Sí, ahora me asustas.
—¿Eso quiere decir que pondrás el GPS?
Pondré el GPS. Suspiró, resignado, recostándose y quitándome de
encima del auto. Lo vitoree y me puse en camino hacia la puerta.
No, no, no, fuiste muy ruda Chica Nocturna. Voy a necesitar un
poco de dulce instruyó, sus ojos brillaron.
—¿Necesitas dulce? pregunté.
Tiró de mi brazo hacia él. Sí, lo requiero.
Eres retorcido Simon. Me recosté hacia él, deslizando mis brazos
alrededor de su cuello.
No tienes idea. Se lamió los labios y movió las cejas como un
gánster de antaño.
Ven a tomar tu dulce lo provoqué y sus labios terminaron en los
míos.
Nunca me iba a cansar de besar a Simon. Es decir ¿cómo podría?
Desde la noche en que me había mostrado la verdad justo encima
de la meseta de mi cocina, habíamos ido explorando esta parte nueva
de nuestra relación. Bajo todo ese comentario sarcástico y
provocativo, todos estos meses se había construido una seria tensión
sexual. La estábamos dejando salir, aunque muy despacio. Seguro,
podríamos haber corrido hacia la habitación del hotel esa noche y
dejar que el sexo repicara a través de la ciudad por días, pero Simon
y yo, sin decir palabra, parecíamos estar en la misma página por una
vez, y estábamos contemplando dejar que se desarollara.
Me estaba cortejando. Lo estaba dejando cortejarme. Quería el
cortejo. Merecía el cortejo. Necesitaba el wow que seguramente
seguiría al cortejo, pero por ahora, ¿el cortejo? Era whoa.
Y hablando de cortejo
Mis manos se deslizaron en su cabello, jalando y retorciendo,
intentando tirar de su cuerpo dentro del mío. Gimió en mi boca, sentí
su lengua tocar la mía y me desmoroné. Suspiré, el gemido más
pequeño, y fue más y más complicado besarlo gracias a la gigantesca
sonrisa que estaba saliendo en mi cara.
Se retiró un poco y rió. Seguro que luces feliz.
Sigue besándome por favor insistí, trayendo su rostro hacia el
mío.
Es como besar a una calabaza de Halloween. ¿Qué pasa con esa
sonrisa? me dijo, con una sonrisa tan grande como la mía.
Estamos en España Simon. La sonrisa está implicada. Suspiré con
satisfacción, revolcando su cabello.
Y he aquí yo pensando que tenía que ver con mis besos
respondió, besándome nuevamente, suave y gentilmente.
De acuerdo vaquero, ¿listo para ver a dónde nos lleva el GPS?
pregunté, apartándome. No podía tener mis manos sobre él por más
tiempo o nunca nos iríamos.
Veamos cuán perdidos estamos realmente. Sonrió y partimos.
* * *
Creo que este es el giro Sip, este es dijo.
Reboté en el asiento. Resultó que estábamos más cerca de lo que
creíamos, y nos habíamos puesto un poco inquietos. Dando una
última vuelta, nos miramos el uno al otro y chillé. Habíamos visto el
océano por pedacitos por los últimos kilómetros más o menos,
asomándose detrás de los árboles o sobre un acantilado. Ahora,
doblando en un camino adoquinado, darme cuenta de que Simon
había rentado una casa no solo cerca de la playa, sino sobre la playa, me
bañó, y la vista me acalló.
Simon aparcó, las gomas rechinando sobre los cantos rodados.
Cuando apagó el auto, pude oír las olas chocando contra la costa
rocosa a unos treinta metros. Nos sentamos por un momento,
inhalando todo y sonriéndonos el uno al otro, antes salir del coche.
—¿Es aquí donde nos quedamos? ¿La casa entera es tuya? exclamé
mientras él recogía nuestras bolsas y se paraba junto a mí.
Es nuestra, sí. Sonrió y me señaló el camino delante de él.
La casa era magnífica y encantadora, todo al mismo tiempo: muros
de estuco blanco, techo de tejas, líneas limpias y suaves arcos.
Árboles de naranja se alienaban en el paseo desde el
estacionamiento, y una buganvílea trepaba por los muros del jardín.
La casa era clásica, construida para soportar el mar y proteger a las
personas en su interior. Mientras Simon buscaba la llave bajo los
maceteros, yo inhalé el aroma de los cítricos y el distintivo aire
salado.
—¡Ajá! La tengo. ¿Lista para ver el interior? Luchó con la puerta por
un momento antes de girarse hacia mí.
Tomé su mano, entrelazando nuestros dedos y me incliné a besar su
mejilla. Gracias.
—¿Por?
Por traerme aquí. Sonreí y lo besé de lleno en los labios.
Mmm, más de ese dulce que me prometiste. Dejó caer el bolso y
me acercó a él.
—¡Dulce esto! ¡Veamos la casa! Grité, liberándome y entrando,
pero tan pronto como pasé la entrada, me detuve de sopetón.
Pisándome los talones, Simon chocó conmigo.
Una sala a nivel del piso, con acolchados sofás y sillas muy cómodas,
se abrieron ante mí en lo que había asumido que era la cocina.
Puertas francesas se abrían hacia grandes terrazas y patios, que se
hundían hacia la playa. Lo que me detuvo fue el océano. A través de
las gigantescas ventanas, el azul oscuro del perezoso Mediterráneo.
La línea costera se curvaba hacia el pueblo de Nerja, donde las luces
comenzaban a brillar mientras el crepúsculo caía sobre la playa,
iluminando las otras casas blancas que colgaban de los acantilados.
Recordando cómo moverme, me apresuré a abrir las puertas y dejar
que el suave aire cayera sobre mí y dentro de la casa, cubriendo todo
con el perfume de la noche.
Caminé por la pasarela de hierro, la cual se elevaba sobre un patio de
losas de barro, flanqueado por olivos. Sentí a Simon caminar detrás
de mí y sin decir palabra, colocar sus manos en mi cintura. Se
acurrucó a mí, descansando su cabeza en mi hombro. Me recosté en
él, sintiendo los ángulos y planos de su cuerpo encajar con el mío.
Sabes, ¿esos momentos cuando todo es exactamente como se
supone que deba ser? ¿Cuándo te encuentras a ti misma y a tu
universo entero alineándose en perfecta sincronía y no puedes ser
más feliz? Yo estaba en ese momento y completamente consciente de
ello. Dejé escapar una risita, sintiendo la sonrisa de Simon
desplegarse por su rostro mientras presionaba mi cuello.
Es bueno ¿cierto? susurró.
Es muy bueno respondí, y ambos miramos la puesta de sol en un
silencio embrujado.
* * *
Después de mirar el atardecer hasta que se hubo ido, exploramos el
resto de la casa. Parecía más y más bonita con cada habitación, y
chillé una vez más cuando vi la cocina. Era como si hubiera sido
transportada a la casa de Ina en el East Hampton, con una elegancia
española: con nevera de dos puertas, hermosas mesetas de granito y
una estufa Viking(5) . No quería siquiera saber cuánto estaba
pagando Simon por esta casa.
Sencillamente decidí disfrutar. Y lo hicimos, corriendo de un lado a
otro, riendo como niños cuando encontramos el bidet en el baño del
pasillo.
Entonces entramos a la habitación principal. Doblé la esquina y lo vi
de pie en el pasillo, del otro lado de la puerta.
—¿Qué demonios encontraste que te tiene tan silen oh dios. ¡Mira
eso! Me detuve junto a él, admirando desde el umbral.
Si mi vida tuviera banda sonora, el tema de 2001: A Space Odyssey
se estaría reproduciendo ahora.
Ahí, en el medio de una habitación en esquina, con su propia terraza
con vistas hacia el océano más bello del mundo, estaba la cama más
grande que he visto. Tallada de lo que parecía ser teca(6) , era tan grande
como un campo de fútbol. Cientos de sedosas almohadas
blancas puestas en el cabecero, derramándose sobre un edredón
blanco. Estaba doblado, por lo que el millón de hebras de hilo
brillaban, de hecho brillaban, como si estuvieran encendidas desde
dentro. Transparentes cortinas blancas colgaban de barras
suspendidas sobre la cama, creando un dosel, mientras más cortinas
colgaban en las ventanas mirando hacia el océano debajo. Las
ventanas estaban abiertas y las cortinas flotaban con la brisa suave,
dándole a la habitación un efecto ondulante.
Era la cama de las camas. Era la cama que querían ser todas las
camas cuando crecieran. Era el paraíso camero.
—¡Vaya! dije, todavía de pie en el pasillo junto a Simon.
Era hipnótico. Era como una camasirena, seduciéndonos.
Puedes repetirlo tartamudéo, sus ojos no abandonaron la cama.
—¡Vaya! repetí, todavía mirando fijamente.
No podía parar, y de pronto estaba muy, muy nerviosa. Tenía un
adorable caso de ansiedad, fiesta para uno.
Simon rió con mi débil broma y eso me devolvió a la realidad.
Sin presiones ¿eh? dijo, sus ojos eran tímidos.
¿Huh? ¿Nervios? ¿Fiesta para dos? Tenía opción. Podía irme por la
sabiduría convencional; dicha sabiduría era la de dos adultos, juntos
de vacaciones en una preciosa casa con una cama que era la
encarnación del sexo, comenzarían a tener sexo imparable o, podía
sacarnos de aquello y solo disfrutar. Disfrutar estar juntos y dejar
que las cosas pasen cuando pasen. Seh, esa idea me gustaba más.
Pestañee y corrí hacia la cama, salté sobre ella y las almohadas
rebotaron por la habitación. Espié sobre el montón que quedó y lo vi
recostado en el marco de la puerta, una visión que había tenido
muchas otras veces. Lucía un poco nervioso, pero aun así hermoso.
Así que ¿dónde duermes? le dije, su rostro se relajó en una
sonrisa, mi sonrisa.
* * *
—¿Vino?
—¿Estoy respirando?
Entonces vino resopló, seleccionando una botella de vino rosado
de la generosamente abastecida nevera. Simon había encargado que
algunos abarrotes fueran entregados en la casa antes de nuestra
llegada; nada caprichoso pero suficiente para comer y estar
confortables.
Ya estaba oscuro, y cualquier pensamiento que podíamos haber
tenido acerca de ir al pueblo se había desvanecido con la amenaza
del jet lag. En su lugar, nos quedaríamos esta noche, dormiríamos y
por la mañana iríamos al pueblo. Había pollo asado, aceitunas y una
buena porción de Manchego(7) , jamón serrano de un aspecto
increíble y otras cosas, suficientes para hacer una comida decente.
Arreglé los platos mientras él servía el vino, y pronto estuvimos
sentados en la terraza. El océano se estrellaba debajo, y la pasarela
que iba hacia la playa era golpeado con pequeñitas luces blancas.
Deberíamos ir hasta la playa antes de acostarnos, al menos dar un
pequeño paseo.
Seguro. ¿Qué quieres hacer mañana?
Depende, ¿cuándo necesitas empezar a trabajar?
Bueno, conozco algunos de los lugares a los que necesito ir, pero
todavía necesito hacer algo de reconocimiento. ¿Quieres venir?
Por supuesto. ¿Comenzar en el pueblo y luego ver a donde nos
lleva eso? pregunté, mordisqueando una aceituna.
Alzó su copa y asintió. A ver donde nos lleva brindó.
Levanté la mía hacia la suya. Segundo la moción. Nuestras copas
tintinearon y nuestros ojos se encontraron. Sonreímos, una sonrisa
secreta. Finalmente estábamos solos, y no había otro sitio en el que
quisiera estar.
Cenamos y bebimos, robándonos pequeñas miradas el uno al otro de
tanto en tanto. El vino me mareó un poco y me puso en un humor
íntimo.
Después de eso, escogimos un paseo sobre la rocosa línea costera de
la playa. Nos apretamos las manos para caminar pero nunca
soltarnos. Nos detuvimos al final de la tierra, el fuerte y salado viento
corriendo a través de nuestra ropa y cabello, golpeándonos un poco.
Es agradable, estar contigo le dije. Yo, um, me gusta sostener
tu manos admití, envalentonada por el vino. Las bromas ingeniosas
tenían su lugar, pero a veces, todo lo que necesitas es la verdad. No
me respondió, simplemente sonrió y llevó mi mano a su boca,
dándome un pequeño beso.
Observamos las olas, y cuando tiró de mía hacia su pecho,
acurrucándome, respiré despacio. ¿Realmente había sido tanto desde
que sentí? Oh ¿qué era lo que sentía? ¿o importaba?
Jillian me dijo que sabes lo que le sucedió a mis padres dijo tan
suavemente que apenas pude oírlo.
Sí. Me lo dijo.
Solían tomarse de las manos todo el tiempo. No para presumir,
¿sabes?
Asentí en su pecho y lo respiré.
Siempre veo a estas parejas de manos haciendo un espectáculo de
ello, llamándose el uno al otro nena, cariñito y amorcito. Parece, no sé,
falso de algún modo. Como si no estando frente a otras personas
no lo hicieran.
Asentí nuevamente.
—¿Mis padres? Nunca pensé mucho en ello, pero cuando lo hago
ahora, me doy cuenta que sus manos estaban prácticamente cosidas
juntas, siempre iban tomados de la mano. Aun cuando nadie miraba
¿sí? Yo regresaba de las prácticas y los encontraba viendo televisión,
en el sofá, pero con sus manos descansando sobre una almohada
para que se pudieran tocar era solo no sé, agradable.
Mi mano, aún abrazada por la suya, apretaron, y sentí sus fuertes
dedos devolverme el apretón-.
Suena como si fueran una pareja, no solo mamá y papá dije,
escuchando cómo su respiración se aceleraba un poquito.
Sí, exactamente.
Los extrañas.
Por supuesto.
Puede sonar extraño, ya que nunca los conocí, pero siento que
hubieran estado muy orgullosos de ti, Simon.
Seh.
Estuvimos quietos por otro minuto, sintiendo la noche a nuestro
alrededor.
—¿Quieres regresar a la casa? pregunté.
Seh. Me besó la coronilla y comenzamos el viaje de vuelta,
nuestras manos juntas como si alguien hubiese puesto Krazy
Glue(8 )en ellas.
* * *
Dejé a Simon para limpiar el desastre de la cena. Quería tomar una
ducha rápida antes de irme a la cama. Después de lavarme los días
de aeropuerto y viaje, me puse una camiseta vieja y shorts de chico,
estaba demasiado cansada para la ropa interior que había empacado.
Sí, había empacado lencería. Vamos, no era una monja.
Me detuve frente al espejo de mi habitación (sip, había reclamado por
completo la grande) después de secarme el pelo cuando lo vi
aparecer en el umbral. Estaba de camino a su habitación después de
una ducha, vistiendo pantalones de piyama y una toalla enroscada en
el cuello. Estaba exhausta, pero no tanto como para no apreciar la
forma frente a mí. Lo observé a través del espejo mientras él también
me evaluaba.
—¿Una buena ducha? preguntó.
Sí, se sintió genial.
—¿Te vas a la cama?
Apenas si puedo mantener los ojos abiertos repliqué, bostezando
para puntualizar.
—¿Te puedo traer algo? ¿Agua? ¿Té? ¿Algo?
Me volví para enfrentarlo mientras entraba. No agua, no té, pero
hay una cosa que sí me gustaría antes de irme a dormir ronronee,
caminando hacia él.
—¿Y qué es?
—¿Un beso de buenas noches?
Sus ojos se oscurecieron. Oh rayos ¿eso es todo? Puedo hacerlo.
Cerró la distancia entre nosotros y con facilidad deslizó sus brazos
por mi cintura.
Bésame, tonto lo provoqué, cayendo en su abrazo como en uno
de esos antiguos melodramas.
Un tonto besador, a la orden rió, pero segundos después nadie
reía. Minutos después, nadie estaba de pie.
Después de caer en Almohalandia, nos enredamos, brazos y piernas
rodando por aquí y por allá, y los besos cada vez más desesperados.
Mi camiseta se subió por mi cintura, y la sensación de sus partes
contra las mías era indescriptible. Sus besos llovieron por mi cuello,
lamiendo y sorbiendo mientras yo gemía como una puta en la iglesia.
Para ser honesta, nunca había oído a una puta gemir en una iglesia,
pero tenía la sensación de que eran como sonidos de mil demonios
que salían de mi boca.
Me dio vuelta como si fuera una muñeca de trapo y me acomodó
sobre sí, con mis piernas a sus lados, del modo en que quería hacía
tanto tiempo. Suspiró, mirando mientras yo me quitaba el cabello del
rostro impacientemente para apreciar la magnificencia sobre la que
me erguía.
Aminoramos los movimientos, luego nos detuvimos juntos,
mirándonos con descaro el uno al otro, evaluándonos mutuamente.
Increíble respiró, acunando mi rostro mientras yo acariciaba su
mano.
Es una buena palabra para ello, sí. Increíble. Giré a besar la
punta de sus dedos. Se quedó mirando a mis ojos otra vez, esos
zafiros del sexo que hacían su magia vudú y me convertían en un
charco de sentimientos. Para que él cortejara. ¿Ven lo que me hacía?
No quiero joder esto dijo de repente, sus palabras rompiendo mis
rimas Seussianas. (9)
Espera ¿qué? le pregunté, sacudiendo la cabeza para aclararla.
Esto. Tú. Nosotros. No quiero fastidiarlo insistió, sentándose
debajo de mí mientras mis piernas se enroscaban en su espalda.
Está bien, entonces no lo hagas me aventuré, insegura del rumbo
que tomaba esto.
Quiero decir, necesitas saber, no tengo experiencia con esto.
Arquee una ceja. Tengo una pared en casa que no estaría de
acuerdo… —Me reí, él se estrelló en mi pecho con rudeza. Oye,
oye… ¿qué pasa? ¿Qué sucede? Lo tranquilicé, frotando su espalda.
Carolina, yo, Jesus, ¿cómo digo esto sin que suene como un
episodio de Dawson’s Creek (10)? Se atragantó las palabras mientras
hablaba en mi cuello.
No podía evitarlo, reí un poco cuando un destello de Pacey llegó a mí,
y eso lo trajo de regreso. Me aparté un poco para poder mirarlo y
sonrió tristemente.
Está bien, maldito Dawson’s, realmente me gustas Caroline, pero no he
tenido una novia desde el instituto, y no tengo idea de cómo
hacer esto. Pero necesitas saber ¿lo que siento por ti? Mierda, es
diferente, ¿bien? Y lo que quiera que diga tu muro en casa, necesito
que tú sepas que ¿esto? ¿Lo que tenemos o tendremos? Es distinto
¿de acuerdo? Sabes eso ¿verdad?
Me estaba diciendo que yo era diferente, que no era un reemplazo
para el harén; y esto, esto yo lo sabía. Me miró tan serio, que mi
corazón se abrió aún más. Besé suavemente sus dulces labios.
Primero que todo, sé esto. Segundo, en esto eres mejor de lo que
crees. Sonreí, presionando sus ojos y besando cada párpado. Y
para que lo sepas, me encantó Dawson’s Creek, e hiciste a la
WB(11)orgullosa. Reí y sus ojos se abrieron, pude ver el alivio en ellos.
Lo abracé y nos mecimos hasta que el torrente de hormonas
anterior se calmaba en este recién encontrado espacio, la tranquila
intimidad que casi se estaba convirtiendo en una adicción.
Me gusta que tomemos todo con calma. Eres bueno cortejando
susurré.
Se tensó. Podía sentirlo temblar un poco.
—¿Soy bueno cortejando? rió, las lágrimas brotaron de sus ojos
mientras intentaba controlar la risa.
Oh, cállate gemí, golpeándolo con una almohada. Nos reímos por
un par de minutos más, cayendo en la exuberante cama, y mientras
el jet lag finalmente se apoderaba de nosotros, nos acomodamos.
Juntos. Ahora no había dudas en cuanto a lo de dormir en
habitaciones separadas. Lo quería aquí, conmigo, rodeados por
almohadas y España. Nos acurrucamos. Mi último pensamiento, antes
de caer en un profundo sueño con sus brazos rodeándome podía
estar enamorándome de mi Wallbanger.
_________________________________________________
____________________
(1)GPS: Global Positioning System (Sistema de Posicionamiento
Global). Empleando planimetría obtenida mediante satélite, envía las
coordinadas más aproximadas del sitio en que se encuentre el
aparato.
(2)Jet lag: Descompensación biológica que sufren las personas que viajan
grandes distancias y deben acostumbrarse a un nuevo
horario.
(3)Marca de ropa deportiva.
(4)Comedia norteamericana de 1934, ganadora de cinco premios
Oscar y que cuenta con la dirección de Frank Capra y las
interpretaciones de Clark Gable y Claudette Colbert en sus
protagónicos. Cuenta la historia de una rica heredera que quiere
escapar del control de su padre y termina enamorándose de un pícaro
periodista.
(5)Es una marca de estufas.
(6)Tipo de madera.
(7) Tipo de queso español elaborado en la comarca de La Mancha,
España.
(8 )Marca de goma de acción rápida.
(9) Se refiere al Dr. Seuss (Theodor Seuss Geisel) escritor
norteamericano que autor de varias obras infantiles, en las que a
menudo empleaba las rimas como recurso narrativo.
(10)Dawsons Creek: Popular serie norteamericana de finales de los
noventa que narraba la vida de un grupo de adolescentes en el ficticio
pueblo de Capeside.
(11)Pacey Witter: Uno de los personajes de la serie anterior,
interpretado por el actor Joshua Jackson.
(12)WB (Warner Brothers): Antigua cadena de televisión que
transmitía la serie; en el año 2006 se afilió con otra cadena (UPN) y
se formó The CW.

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