Leer libros online, de manera gratuita!!

Estimados lectores nos hemos renovado a un nuevo blog, con más libros!!, puede visitarlo aquí: eroticanovelas.blogspot.com

Últimos libros agregados

Últimos libros agregados:

¡Ver más libros!

Cora Carmack - keeping her Cap.7

Volver a Lista de Capítulos


Bliss vaciló, luego abrió la boca para hablar. Pero fue interrumpida
por una voz que gritaba mi nombre.
—¡Garrick! ¡Hijo!
Los dos nos volvimos para mirar. Mi padre me llamó por segunda
vez. Me saludó con la mano y dijo—: Ven aquí por un segundo.
Suspiré.
—Tienes que ir —aseguró mamá—. Sabes que no lo va a dejar
hasta que lo hagas.
—Me va a arrastrar en alguna conversación acerca de negocios.
No quiero someterme a eso, y ciertamente, no quiero someter a Bliss a
eso.
—Entonces déjala conmigo.
Traté de no lucir demasiado alarmado por ello. —¡Oh, no, mamá!
Eso está bien. Bliss y yo preferimos estar juntos, ya que es nuestra fiesta
de compromiso.
—Tonterías. Estoy segura de que a Bliss le vendría bien un
descanso, de todos modos. Si te pareces en algo a tu padre, eres
asquerosamente alegre. —Eso podría ser una de las cosas más bonitas
que alguna vez le había escuchado decir de él—. Además, si me estás
dando una semana con mi futura nuera, voy a necesitar todo el tiempo
que pueda conseguir con ella.
Habló como un domador tratando de amansar un caballo, o un
interrogador tratando de hacer confesar a un testigo. Y a partir de la
expresión en el rostro de Bliss, podría pensarse que iba a ser torturada en
lugar de sometida a una conversación con mi madre.
Miré fijamente a los grandes ojos de Bliss. No quería dejarla sola
con mi madre, pero ella se había estado sosteniendo por su cuenta
desde que bajamos. Además, mamá tenía su sonrisa de negocios, y
sabía que no iba a ganar este reto. A decir verdad, no había ninguna
discusión con ninguno de mis padres. Si mi padre quería que fuera a
49
hablar con él, tenía que hacerlo. Y si mamá quería que Bliss se quedara
con ella, se saldría con la suya. Es por eso que no me había molestado
en decirles cuando decidí dejar Londres. Dios sabe que habíamos
pasado suficiente tiempo discutiendo sobre mil cosas más. Como un
péndulo, mientras más crecí, más me alejé de las creencias y
costumbres de mis padres en todos los aspectos. Así que había
esperado hasta encontrarme en los Estados Unidos para decirles que
me iba. Los llamé desde un teléfono público.
Mi último año antes de la universidad, la vida comenzó a moverse
muy rápido. Las cosas se desentrañaron más rápido de lo que podía
asimilarlas, y se sentía como tratar de detener una roca redondeada de
caer por la pendiente de una colina. Mi vida caía en estas rutas
predeterminadas, y ni siquiera se sentía como si estuviera viviendo, sino
reaccionando. Lo odiaba, pero no sabía cómo detenerlo, aparte de
irme. Borrón y cuenta nueva.
Mi padre me llamó de nuevo, y suspiré. —Está bien. Pero no voy a
pasar toda la noche hablando con los clientes, perspectivas de
negocios, o con quien sea que él esté jugando esta noche. Voy a ser
rápido —le prometí a Bliss. Su expresión estaba en blanco, y ahora no
podía decir cómo se sentía, pero su piel enrojecida con frecuencia se
veía un poquito pálida. Besé su frente y luego hice lo mismo con mi
madre—. Sé buena —murmuré.
Mamá me dio una risa simple y solitaria. Eso era, o una señal muy
buena, o una muy mala.
Dos minutos. Volveré en dos minutos.
Le di a Bliss un último beso de despedida, y luego sintiéndome
como el peor prometido del mundo, la dejé defenderse de su tiburón
mientras me enfrentaba al mío.
Ya ávido de que la conversación terminara, me acerqué al grupo
de mi padre y le dije—: ¿Sí, papá?
—Oh, bueno. Garrick, ¿recuerdas el Señor Woods? Hiciste
prácticas de verano en su firma.
Publicidad, ¿creo? Honestamente, no podía recordar. Papá me
había metido en tantas prácticas, todas al mismo tiempo.
—Por supuesto, Señor Woods. Es bueno verlo de nuevo.
El Señor Woods era viejo, de unos sesenta años, o tal vez setenta.
Usaba grandes lentes y su cabello era de un blanco pálido. Su sonrisa
hacía a todas las arrugas alrededor de su boca más pronunciadas, y su
piel se sintió agotada y arrugada, como el cuero viejo, cuando le di la
mano.
—A ti también. Es una novia preciosa la que tienes ahí.
50
Sonreí. —Gracias. La amo muchísimo y mantiene mi vida
interesante.
Soltó una carcajada, sus arrugas casi desapareciendo durante un
segundo mientras lo hizo.
—Eres tan enérgico como te recuerdo. Tu padre me ha estado
poniendo al tanto sobre tu vida en Estados Unidos. Bastante
impresionante.
Resistí el impulso de rodar los ojos. Mi padre, sin duda, lo había
adornado hasta el punto de que, probablemente, me había convertido
en el profesor titular más joven en Harvard, o alguna otra tontería.
Me encogí de hombros. —No diría que fue tan impresionante.
—No te satisfaces con facilidad. Me gusta eso. Estarás superando
a tu padre en muy poco tiempo, estoy seguro.
Papá se rió y pasó un brazo alrededor de mi cuello como si
estuviéramos luchando. —No sin una pelea, ¿verdad?
Era todo tan fingido, tan forzado. Y no podía decir si los demás lo
sentían, o si estaban tan acostumbrados a él, que ya ni siquiera lo
notaban.
Los hombres y mujeres reunidos a nuestro alrededor se rieron, y lo
seguimos por costumbre.
Ocho años.
Habían pasado más de ocho años desde que me mudé, y en
menos de una hora, ya había vuelto al estilo de vida que odiaba. Fiestas
pedantes, cosas lindas, ropa costosa, todo cubierto por una capa de
falsedad tan espesa que ahogaba cada emoción real.
Tenían que haber pasado dos minutos hasta ahora. E incluso se
sentían como dos minutos demasiado largos.
—Fue muy agradable verlo de nuevo, Señor Woods, pero debo
volver con mi prometida. —Saludé con la cabeza al resto de las
personas en el grupo y dije—: Damas. Caballeros.
—Sólo un segundo antes de que escapes, Garrick.
Me detuve en seco, y traté de no lucir fastidiado.
—¿Sí, Señor Woods?
Poco a poco, los demás a nuestro alrededor comenzaron a
apartarse hasta que sólo éramos mi antiguo jefe, yo, y mi padre.
—Quería hablar contigo acerca de un puesto vacante…
Jesús. Ni siquiera un sueño de noche decente antes de que
empezara.
—Oh, señor, yo…
51
—Ahora escúchame. Tengo un puesto vacante como asesor de
imagen y comunicación, de hecho, la misma división donde realizaste
tu pasantía. Ya han pasado media docena de hombres por este cargo,
en los últimos tres años. Todos son lo suficientemente inteligentes, pero
les falta esa cualidad especial que atrae a la gente, eso que hace que
los clientes se sientan a gusto. No son como tú o tu padre. —Traté de no
erizarme al ser comparado con mi padre y la característica que más
despreciaba en él—. Te recuerdo haciendo un trabajo fantástico en tu
pasantía. Y por el sonido de lo que tu padre me ha dicho, eres rápido
para adaptarte y aprender. —Sacó una tarjeta del bolsillo y me la
ofreció—. Simplemente piénsalo. Llámame, y hablaremos de ello. No
hace ningún daño sólo considerarlo.
Miré la tarjeta, pero no la agarré.
—Eso es muy amable, Señor Woods. Pero Bliss y yo no tenemos
planes de mudarnos a Londres. —Dirigí las últimas palabras a mi padre,
con tanta firmeza como pude sin parecer enojado.
Por primera vez, mi padre interrumpió y dijo—: Tal vez es algo que
deberías pensar, Garrick. Es un buen trabajo.
Seguro que era un buen trabajo. Pero no era una coincidencia
este interés que llegaba de repente, con mi padre viéndolo. Él era el
titiritero moviendo los hilos, pero había cortado el mío hace mucho
tiempo.
El Señor Woods añadió—: Si hace una diferencia, estoy seguro de
que habrá un aumento importante en la remuneración que tienes de la
enseñanza, y cubriríamos tu traslado.
Si se trataba de un aumento significativo de lo que obtenía por la
enseñanza, sería unas tres o cuatro veces más de lo que obtenía por lo
que me encontraba haciendo ahora. Había sido difícil moverse de mi
cómodo puesto en la universidad, de vuelta al trabajo de tiempo
parcial y los pequeños contratos. Pero lo estábamos logrando.
Tomé la tarjeta sólo para poner fin a la emboscada y le dije—:
Voy a pensar en ello. Pero en verdad soy feliz donde estoy.
Podía sentir la mirada de mi padre, pero no la encontré.
Asentí hacia el Señor Woods. —Fue bueno verlo de nuevo. Gracias
por haber venido. Disfrute de la fiesta.
Luego me volví, y metí la tarjeta en el bolsillo. Hice apenas un par
de pasos antes de que mi padre me detuviera para nuestra primera
conversación privada de la noche. Ciertamente, en años.
—Sé lo que estás pensando, Garrick, pero deberías darle a este
trabajo una oportunidad justa.
—Tengo un trabajo, papá. —Varios, en realidad.
52
—Pero este es un trabajo que en verdad podría conducir a
alguna parte. Si sigues haciendo lo que estás haciendo, tendrás
cuarenta y trabajaras en un restaurante para llegar a fin de mes. Este
tipo de oportunidades no se presentarán después.
—Gracias por la confianza, papá.
—No me vengas con eso. Eres un adulto. No me necesitas en las
gradas animándote y mintiéndote. Estás a punto de tener una esposa,
una nueva vida. Lo que necesitas es crecer y conseguir un trabajo
genuino. Algo que traiga beneficios de verdad.
Oh, la ironía de él dándome una conferencia sobre lo que era
genuino.
—Gracias por la charla, papá. Pero tengo que ir a buscar a Bliss y
a mamá.
Maniobré alrededor de él y lo dejé antes de que pudiera
arrastrarme de nuevo en la discusión. Iba a medio camino a través del
cuarto antes de realmente mirar alrededor.
Bliss no seguía donde la había dejado. Y tampoco mi madre.

Volver a Lista de Capítulos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ir a todos los Libros