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Cora Carmack - Losing it Cap.3 y 4

3
Traducido por Nats
Corregido por Suelick*
Le estás tomando el pelo, ¿Verdad?
Lo miré fijamente, preguntándome si mi lado maniático del
control podía manejar esto.
Su mano rozó mi mandíbula. —Te prometo que iré despacio.
Negué con la cabeza y dejó caer su mano. —No creo que pueda
hacer esto.
—Sólo sujétate de mí. Prometo… que te divertirás.
—Garrick…
—Bliss, confía en mí.
Respiré profundo. Sabía que podía hacerlo, sólo tenía que apagar mi
cerebro, como Kelsey dijo.
—Está bien, pero date prisa… antes de que cambie de opinión.
Su rostro cambio dándome una sonrisa con un rápido beso en mi
sien. —Que chica.
Luego cuidadosamente colocó el casco sobre mi cabello y pasó
una pierna por encima de su moto, ofreciéndome su mano. Me aleje de
mis pensamientos y la tomé. El asiento estaba encorvado así que a pesar
de intentar incorporarme unos centímetros hacia atrás, me deslizaba hacia
abajo, haciendo que mi cuerpo se presionara contra el suyo.
Su mano se instaló en mi rodilla y sus dedos me
rozaronsuavemente,haciéndome sentircosquillas en la zona sensible de
atrás.
—Sujétate de mí.
Hice lo que me dijo y casi me da una aneurisma cuando pude sentir
sus abdominales a través de su camisa. De repente, estaba súperconsciente
de que era la chica que descansaba a espaldas de él. Sabía
que le echaría un vistazo a mi cuerpo y sabría que no era lo
M
suficientemente buena. Diablos, podía sentir en este momento que ya
estaba lamentándose de esto. Entonces, la mano sobre mi rodilla dio un
pequeño tirón y aunque pensaba que no podríamos estar más cerca, lo
estábamos.
No estaba presionada contra él. Estaba incrustada.
Mi pelvis estaba tan apretada contra su espalda que un vertiginoso
mareo me atravesó. Y en ese mismo momento, arrancamos. Hundí mis
manos en su cintura y la moto entera saltó, desviándose hacia un lado.
Grité. Bueno, más bien chillé. Justo en su oreja. Nos estabilizó y luego
desaceleró en una señal de stop.
—¿Todo bien?
Con mi cara enterrada en su hombro, me las arreglé parahablar. —
Sí.
—Lo siento amor, soy poco delicado, eso es todo.
—Oh —Aflojé los dedos que prácticamente estaban enterrándose
en sus caderas. Gracias a Dios que no podía ver mi cara en este momento.
El rojo no me favorecía.
Tomó mis manos y tiró de ellas para que estas se cruzaran sobre su
estómago, y estuvieran envueltos alrededor de él.
—Mucho mejor. Démosle otra oportunidad.
Esta vez, cuando arrancó, no grité. Ganó velocidad lentamente y
mantuve mi mejilla contra su espalda, con los ojos cerrados.
Shakespeare seguía trabado en mi cabeza, por nuestra
conversación anterior, y pensé en todo lo que sabía sobre él para
mantener mi mente ocupada. Empecé con el soliloquio de Hamlet. Luego
me trasladé al discurso del Día de San Crispín de Henry V. Estaba
terminando el monólogo de Macbeth, Mañana y Mañana y Mañana,
cuando Garrick me interrumpió.
—Realmente te gusta el Bardo.
La mortificación se estaba convirtiendo en mi emoción por defecto.
Supongo que no los estaba recitando en mi cabeza como me pensaba.
—Oh, yo, um, simplemente memorizo muy fácilmente.
Con mi mejilla aún contra su espalda, traté de calmar a mi corazón.
Ahora que la moto no se movía, mi cerebro era libre para temerle a esa
otra cosa en la que activamente no había pensado.
Sexo.
Iba a tener sexo.
Con un chico.
Un chico caliente.
Un chico BRITÁNICO caliente.
O tal vez vomitaría.
¿Qué si vomitaba sobre el chico británico caliente?
¿Qué si vomitaba sobre el chico británico caliente DURANTE EL
SEXO?
—¿Bliss?
Me moví hacia atrás, horrorizada y preguntándome si
accidentalmente había hablado en voz alta otra vez.
—¿Sí?
—Podemos bajarnos de la moto cuando quieras.
—Oh. —Quité mis brazos tan rápidamente que casi perdí el equilibrio
y caí de la moto. Afortunadamente, con sólo un leve grito, logré
estabilizarme y lentamente me bajé de la moto.
Entonces mi pantorrilla rozó con una de las tuberías laterales de la
moto y empecé a gritar de nuevo.
Estaba caliente. Tan JODIDAMENTE caliente. Y ahora mi piel picaba.
—¿Bliss?
Sólo me había alejado de la moto a un par de pasos cojeando para
el momento en que Garrick me alcanzó. A pesar de mis puños cerrados y
de cómo me estaba mordiendo el labio para contener el dolor, mis ojos
lagrimearon.
Sus manos ahuecaron mi cara primero y luego miró hacia la pierna
en donde una brillante roncha roja estaba formándose alrededor de un
centímetro por debajo de donde acababan los capris.
—Oh Mierda.
Mantuve mis labios fuertemente cerrados, sin saber si podía abrir la
boca sin llorar. Garrick rodeó mi cintura con su brazo y lancé los míos sobre
sus hombros.
—Vamos, amor. Esperemos que ese cerrajero ya haya llegado.
Por primera vez, eché un vistazo alrededor y me di cuenta de dónde
estábamos.
Estábamos en mi complejo de apartamentos.
¡Vivíamos en el mismo complejo de apartamentos!
Me debatí sobre si debería decir algo mientras me dirigía hacia su
apartamento. Casi lo mencioné cuando pasamos mi propio coche, pero
luego me recordé a mí misma que esto se suponía que era una cosa de
una sola noche. Vivía en un edificio más allá del mío. Gracias a Dios. ¿Qué
si vivía justo al lado y tenía que verlo todos los días después del sin duda
horriblesexo que iba a tratar de tener con él?
Llegamos a su puerta.
Y estábamos sin cerrajero.
La piel de mi pantorrilla todavía se sentía caliente, como si estuviera
de pie junto a una llama.
Me lanzó una mirada preocupada y luego sacó su teléfono.
Pulsó el botón de llamada dos veces, remarcando al último número
que llamó.
Se alejó de mí para hablar y me apoyé pesadamente contra la
pared junto a su puerta. Claramente, no estaba destinada a tener sexo.
Este era Dios diciéndome que mi destino era ser una monja e ir a un
convento junto con toda esa mierda. Ya estaba delirando demasiado que
confundí a Dios y a Shakespeare. Garrick regresó, e incluso frunciendo el
ceño se veía magnífico.
—Malas noticias. El cerrajero se ha retrasado y no estará aquí hasta
dentro de otra hora.
Traté de noencogerme y fallé.
Se arrodilló y sus dedos recorrieron mi espinilla, deteniéndose a unos
cuantos centímetros a la derecha de mi quemadura. Gracias a Dios me
había depilado. Inhaloprofundamente y expiró lentamente por la nariz.
Cerró los ojos por un momento y luego asintió.
—Bien. Bueno, en ese caso tal vez deberíamos llevarte a
Emergencias.
—¿Qué? ¡No!
¿Qué diría Kelsey? Salí con el objetivo de tener relaciones sexuales y
en su lugar terminaría en la sala de Emergencias. FML6
—Bliss, la quemadura no está demasiado mal, pero si no empiezas a
tratártela, dolerá como el infierno.
Golpeé mi cabeza contra la pared y soplé el pelo suelto de mi cara.
—No vivo lejos, podemos ir a mi casa.
6Fuckmylife: Vida de mierda
—Oh, está bien
Su sonrisa regresó fácilmente y por un breve segundo estuve
demasiado inundada en otros sentimientos como para recordar el dolor.
Él continuó: —Vamos a tener que ser cuidadosos al subirte de nuevo
en la moto. No me gustaría que te quemaras otra vez.
Me mordí el labio inferior. —En realidad no tenemos que subirnos a la
moto.
Arqueó una ceja graciosamente.
—Cuando dije que no vivo lejos, me refería a que vivo en el bloque
de al lado.
Ambas cejas se elevaron y su sorpresa sólo duró un segundo
antes de que una expresión diferente cruzara por su cara, esta era una
más difícil de identificar lo que hizo que las mariposas en mi estómago
comenzaran a tener convulsiones.
—Vayamos a tu piso, entonces… vecina.
Mis rodillas se sentían débiles, y no sólo por el dolor.
Tragué saliva, pero mi boca aún se sentía seca. No me rodeó con su
brazo de nuevo, pero sus dedos tocaron mi espalda suavemente, y se
quedaron allí mientras caminábamos. Llegamos a mi apartamento en
menos de un minuto. Su mano cayó en la parte baja de mi espalda
mientras buscaba mis llaves y por un segundo, me olvidé de lo que estaba
buscando.
Llaves de mi apartamento.
En el cual él estaba a punto de entrar.
Conmigo.
A solas.
Para tener sexo.
Sexo.
Sexo.
Sexo.
Mis dedos se sentían rotos mientras intentaba y fallaba insertar la
llave en la cerradura. Él no dijo nada. Tampoco tomó las llaves, lo que era
bueno, porque eso me habría molestado totalmente. Puede que fuese
mental, emocional y físicamente un desastre, pero no necesitaba que un
hombre girase la llave por mí. Su mano se mantuvo calmada, gentilmente
contra mi espalda hasta que logré abrir la puerta forzadamente.
Cuando entré en el oscuro pasillo, su mano no me siguió. Lo miré de
nuevo, de pie ysus manos ahora estaban metidas casualmente en los
bolsillos. Su sonrisa era sincera y magnífica,para detener corazones. Pero
parecía que no tenía intenciones de entrar. Eso era todo. Había cambiado
de opinión, porque yo era un completo desastre. ¿Por qué más lo haría?
Tomé aire, recordándome a mi misma que era impresionante. No era
insegura o tímida. Sólo era virgen, eso no es gran cosa. Y si alguna vez
quería dejar de serlo, tendría que tener sexo.
—¿Esperas una invitación? —Pregunté, mirándolo de pie fuera de mi
puerta—. ¿Esta es la parte en la que me dices que eres un vampiro?
Se rió entre dientes. —No, te prometo que la palidez es sólo porque
soy británico.
—¿Entonces qué estás esperando? ¿Qué ha pasado con el chico
que me hizo sentarme para averiguar su nombre y dejó muy claro que no
quería que regresara con mi amiga? ¿Qué ocurrió con el chico que era
tan audaz en todas las formas en la que yo sólo podía pretender ser?
Dio un paso, por lo que se situó en el marco de la puerta, y se
recostó contra ella.
—Ese chico está intentando ser un caballero, porque por mucho que
quiera entrar a tu casa y por mucho que te quiera, estás herida. Además,
temo que en realidad no me quieres aquí.
—Querrás decir que él teme.
—¿Hmm?
—Estabas hablando en tercera persona y luego cambiaste a
primera… —Y yo me estaba desviando del tema.
—Sí, lo hacía —y seguía sonriendo. ¿Qué significaba eso?—. Fue un
placer conocerte, Bliss.
Esta era una salida fácil si no quería seguir adelante con esto. Si
quería que mi virginidad viera la luz del día… de nuevo. Empezaba a
girarse y todo lo que tenía que hacer era dejarlo ir.
—¡Espera!
Sonrió con una pequeña sospechosa sonrisa y levantó esa ceja otra
vez.
Respiré a través de mi miedo.
—Si él está intentando ser un caballero, ¿No debería quedarse y
tratar de ayudar a la chica herida que no sabe nada sobre quemaduras
de moto?
Sus ojos dejaron los míos para echarle un vistazo a mi pantorrilla, y
cuando alzo la mirada de nuevo, encontró mis labios en su lugar.
—La chica herida tiene razón. Sería una caballerosa cosa que debo
hacer.
Luego entró en mi apartamento y cerró la puerta. La luz del pasillo
desapareció, y nos quedamos a oscuras porque mi lámpara de techo se
había quemado hace semanas, y todavía no la había remplazado.
Podía sentir el calor que irradiaba mientras se acercaba. Su mano
una vez más se instaló en la parte baja de mi espalda y susurró en la
oscuridad
—Muéstrame el camino, amor.
4
Traducido por Amy
Corregido por Suelick*
Estaba en el baño, con una camiseta de ropa interior y mis
pantalones al nivel de mis rodillas, al borde de la
hiperventilación. Garrick estaba al otro lado de la puerta, era
como si fuera un imán. Mi corazón seguía tratando de salir
hacia afuera de mi pecho, cuando él dijo que necesitaba quitarme mis
capris y que evitara usar ropa ajustada sobre la quemadura por un tiempo.
Hasta se ofreció a ayudarme a quitar el pantalón, pero eso me hizo sentir
como si fuera a vomitar otra vez. Así que en vez de eso, empecé a
menearme para quitármelos por mí misma, tratando, y fallando, de
mantener la tela lejos, para que no tocara mi dañada piel.
Deslicé el pantalón un poco más bajo y mordí mi labio para tratar de
silenciar un gemido.
—¿Bliss? —Garrick golpeó ligeramente la puerta—. ¿Estás bien?
—¡Estupendo! —dije de vuelta.
Tiré los pantalones de nuevo y jadeé.
—Bliss, sólo déjame ayudarte. Me estás preocupando.
Cerré mis ojos, tratando de pensar una manera de evitar esto.
Cojeando torpemente con mis pantalones alrededor de mis rodillas,
encontré una falda con cintura elástica en mi cesto. La metí por mi cabeza
y la bajé hasta cubrir mi ropa interior, y luego me senté en el inodoro.
Estaba segura que mis mejillas estaban probablemente de un tono
humillantemente rojo. Ahora no podía hacer nada al respecto.
—Bien. Entra.
La puerta se abrió lentamente, y la cabeza de Garrick se asomó por
la esquina, seguida por el resto de su cuerpo. Le echó un vistazo a mi falda
arrugada, y a mis pantalones agrupados en mis rodillas.
Entonces él rió. Una estridente risa, en realidad.
—Esto es tan humillante.
E
¿Cómo iba a poder tener sexo con él ahora? Apretó sus labios para
contener la risa, pero la diversión seguía bailando en sus ojos.
—Lo siento. Sé que te duele. Sólo te ves tan…
—¿Ridícula?
—Bonita.
Le di una mirada honesta.
—Ridículamente bonita.
Su risa era intoxicante, y no pude evitar sonreír a regañadientes.
—Está bien. Ahora que te has reído, ayúdame a sacarme los
pantalones —dije con el mismo sarcasmo con el que había estado
apoyándome desde que él entró.
O no captó el sarcasmo o sólo no le importó, porque sus ojos se
fijaron en mi de una manera que solo podría describir como
completamente depredadora. De pronto, algo más que mi pierna estaba
ardiendo.
Me miró por un momento antes de bajar los ojos y se aclaró la
garganta. Arrodillándose junto a mí y tomando mi pierna entre sus manos.
Yo ya había empezado a bajar los Capris, así que la quemadura
estaba casi cubierta. Él aclaró su garganta otra vez y luego deslizó su
mano por una pierna del pantalón.
ATAQUE. AL. CORAZÓN.
Estaba bastante segura de que estaba teniendo uno.
Usando su otra mano bajó mis pantalones hasta debajo de mis
rodillas y me miró, aclarando su garganta otra vez, y dijo: —¿Me das tu
mano? Mantén tu mano aquí, y tira de la tela tan lejos de tu pierna como
puedas. Voy a hacer lo mismo en la parte de adentro, así trataremos de
sacártelo sin tocar la quemadura.
Asentí, mientras mi mano estaba diez veces más estable que mi
corazón.
Deslizó su mano hacia arriba y afuera, sintiendo un ligero toque que
me enviaba escalofríos. Él hizo lo que dijo, apartó la tela lejos de mi piel
dañada y luego, juntos, intentamos sacar los pantalones.
No era la misión más exitosa. Esos jeans eran indecentemente
apretados, y gracias a Kelsey pasé un largo tiempo encogiéndome
mientras la tela chocaba con mi piel.
—Lo siento —se disculpó como si fuera su culpa. Quería corregirlo,
pero amaba la forma en que decía “lo siento” tanto, que lo dejé pasar.
Luego de un minuto o dos de una lenta y cuidadosa maniobra, mis
jeans cayeron al suelo.
Ambos reímos, de la forma en que ves a las personas en las películas
reír justo después de haber lanzado una bomba. Y cuando paré de reír, me
di cuenta que su mano seguía en mi pierna. Una mano estaba ahuecada
en mi tobillo, y la otra rozaba suavemente contra la piel alrededor de la
quemadura.
Si él seguía tocándome así, me iba a derretir como un charco aquí
mismo, en el suelo.
—Um, gracias.
Él pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y sus ojos se
movieron rápidamente a sus manos e inmediatamente sonrió, pasando la
mano lentamente por mi pierna, y luego retirándola.
—No hay problema. Ahora necesitamos que se enfríe, podríamos
dejarla bajo agua fría. —Imaginé mi pierna subiéndola al fregadero o
ambos tratando de intentarlo. Mi cara me debe haber delatado, porque él
añadió—: O sólo poner un paño frío y húmedo, funcionará.
Le entregué una toalla de la cesta que se encontraba atrás de mí y
él se volteo al fregadero, esperando a que el agua se enfríe antes de
ponerla sobre la herida. Contuve el aliento mientras él la puso sobre mi
quemadura haciendo que el frío se sintiera bien, lo suficiente como para
relajarme por primera vez desde que entramos a mi apartamento.
—¿Mejor?
Asentí con la cabeza. —Mucho. Nunca me pondré jeans tan
ajustados otra vez.
Él sonrió. —Eso sería una lástima.
Iba a tener que conseguirme un ventilador si él seguía diciendo
cosas como esas.
—Escucha —comenzó diciendo—. Lo siento, nunca debí haberte
empujado a subir a la moto.
—No es tu culpa que no sepa nada de motos,
—No puedo creer que nunca hayas estado en una moto.
—Sí, bueno, hay muchas cosas que nunca he hecho.
El arqueó una ceja. —¿Cómo cuáles?
—Bueno… —juro que mis latidos sonaban como estú-pida, estú-pida,
mientras lo escuchaba en mis oídos—. Um, hasta ahora nunca había
conocido a alguien que fuera británico.
Rió, pasando sus dedos, inconscientemente, a través de su cabello,
dándome ganas de pasar los míos.
Él dijo: —Por eso me besaste, ¿No? Todas las chicas estadounidenses
aman los acentos.
Tragué mi sonrisa y dije: —Creo que tú eres el que me besaste.
Se puso de pie y su desordenado cabello rubio caía por su frente,
enmarcando esos ojos diabólicos. —Así que fui yo.
Mojó el trapo bajo el agua nuevamente para mantenerlo frío, pero
mi cuerpo se calentó demasiado cuando puso la toalla otra vez sobre mi
piel. Su otra mano sostenía mi tobillo.
Mantuve mi aliento y con cuidado, dije: —Tu turno.
—¿Hmm?
—¿Qué es lo que nunca has hecho?
—Bueno, nunca he hablado con una chica en un bar antes de esta
noche.
Mi mandíbula cayó. —¿En serio?
¿Cómo eso era posible? ¡Él era hermoso! Tal vez todas las chicas se
lanzaban a él antes de que entrara al bar, así que nunca tuvo que
preocuparse por ellas cuando entraba. Se encogió de hombros y con un
movimiento, su pulgar comenzó a moverse hacia atrás y adelante en la
parte sobresaliente de mi pie.
—Sé que va en contra del estereotipo Inglés, pero nunca he estado
mucho tiempo en un bar como para estar ebrio o borracho todo el
tiempo.
—Yo tampoco —dije. Y lo decía en serio, a pesar de que mi cabeza
estaba todavía un poco borrosa por todo el tequila—. Así que, ¿Qué
aporta éste británico no estereotipado a Texas?
Se encogió de hombros. —He estado en Estados Unidos por un
tiempo. Vine aquí a la escuela y nunca volví. De hecho, me acabo de
mudar a Texas, he regresado ya que no he estado aquí por algunos años.
—Yo también, me acabo de mudar aquí de nuevo hace algunos
años. Crecí en Texas cuando era pequeña, pero nos mudamos a
Minnesota cuando estaba en octavo grado. Siempre fue mi plan volver
aquí para la universidad.
Humedeció el paño una vez más y nos sentamos a hablar. Me contó
cómo creció en Inglaterra y lo diferente que había sido vivir en Estados
Unidos.
—La primera vez que un tipo me dijo que le gustaban mis
pantalones7, me sorprendió y pensé que me había perdido algunas cosas
fundamentales.
—¿Pantalones? —no lo entiendo.
—Eso es lo que nosotros llamamos ropa interior, amor.
—Oh —me reí—. Es bueno saberlo.
—Cuando le pregunté a un compañero por una goma, ustedes los
llaman borradores, todos se rieron tanto que estaba dispuesto a volver a
Londres.
Traté de contener mi risa y fracasé. Pero pensé que se lo merecía,
después de reírse de mis pantalones, o… jeans era una terrible experiencia
la que tuve antes.
—Eso debió ser horrible.
Recogió la gasa que había dejado debajo del gabinete y con
cuidado la colocó encima de la herida, pegando los bordes mientras
hablaba.
—Te acostumbras a ello. He estado viviendo tanto tiempo aquí que
ya lo manejo suficientemente bien. Ocasionalmente visito Londres y al
volver tengo algunos problemas de ajuste pero en general diría que estoy
bastante americanizado.
—Excepto el acento.
Él sonrió. —No puedo eliminar el acento ahora, ¿Cierto? ¿Cómo
podría llamar la atención de cosas bonitas como tú?
—Leyendo Shakespeare en un bar, obviamente.
Rió y el sonido se propagó a través de mi piel, poniéndome un poco
nerviosa.
—Eres linda —dijo.
Rodé mis ojos. —Sí… ridículamente, como lo dije en antes.
—¿Te sentirás mejor si te llamo ridículamente sexy?
Y así de fácil, perdí la tranquilidad, desapareciendo por completo,
haciendo que mi respiración se volviera demasiado superficial. No tenía
respuesta. ¿Qué podría decirle en respuesta a eso?
—¿Qué es esa mirada? —preguntó.
No tenía idea de la multitud de emociones que había mostrado en
mi cara, así que me encogí de hombros.
7 En UK se entiende como ropa interior y en USA como pantalones.
—Actúas como si nadie te hubiera llamado sexy antes —Eso sería
porque nadie lo había hecho—. Lo que no puede ser verdad, no cuando
te ves de la forma en que te veías esta noche. Apenas puedo mantener
mis manos lejos de ti, y nos acabamos de conocer. Estaría avergonzado si
no lo hubiera disfrutado tanto.
Eso fue todo. Puede que no haya tenido sexo, pero sabía lo
suficiente como para comprender cuándo un tipo estaba haciendo
movimientos hacia mí. Y, extraordinariamente, ni me importaba. Lo único
que me importaba era el hecho de que él estaba sentado tan cerca de
mí, y me estaba volviendo loca. Su mano seguía lentamente acariciando
mi tobillo y si él no me besaba otra vez, pronto, iba a quemarme.
—Mírame, ni siquiera puedo tener mis manos lejos de ti ahora.
Tragué saliva, pero mi boca de repente se sentía como si hubiera
tragado una caja de arena.
Él se sentó con sus rodillas, arrastrando su mano desde el tobillo hasta
la parte exterior de mi pantorrilla lesionada. Sus caderas estaban a pocos
centímetros de mis rodillas mientras se sentaba en el inodoro.
—Dime que no estoy loco —dijo.
No podía hacer esto. No estaba lo suficientemente preparada en
este momento para asesorarme sobre este comportamiento tan irracional.
—Dime que puedo besarte.
Eso… eso podía hacerlo.
—Puedes besar…
Ni siquiera terminé la oración antes de que sus labios estuvieran en

los míos, y mi quemadura fuera olvidada por completo.

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