CAPITULO 1
Normalmente
no me molesto en llegar temprano a la Universidad, pero dado el caso de que
estoy a
punto
de repetir el semestre debido a las faltas, he decidido bendecirlos con mi
presencia.
En
otras universidades no tendría por qué preocuparme, solo haría falta que
aprobara el examen, y
nada
más. Lo cual es más que sencillo tomando en cuenta que sencillamente tendría
que coquetear
un
poco con alguna chica de la clase y así conseguir sus apuntes, estudiar un poco
y sacar un
limpio
y merecido diez.
Cosa
fácil teniendo en cuenta que mi coeficiente intelectual es más elevado que del
promedio. Pero
mi
padre tenía que persuadirme, y hacerme entrar a esta estúpida Universidad de
carácter
formativo.
Debo
llevar este estúpido uniforme y esta corbata sosa, para que me dejen siquiera
entrar al
campus.
Este lugar tiene tres grandes características horrendas:
a) El cupo de alumnos es
extremadamente limitado, necesitas ser heredero de una sustancial
fortuna,
hijo de político o ser un genio becado para pagar la matrícula [yo soy ambas]
Todos en el
campus
se conocen por lo menos los nombres, y no importa si la carrera es distinta.
Debido a los
pocos
alumnos eso no es problema. Y es algo normal tomando en cuenta que en una
Universidad
pública
hay alrededor de 10000 alumnos o más y en esta apenas somos 2257.
b) Todas las chicas son
iguales, las típicas chicas huecas e interesadas que al parecer solo van a la
Universidad
para ver que pueden agarrar como material de marido o las aburridas que se la
pasan
en
la biblioteca.
c) Las malditas restricciones
y los estúpidos talleres que te obligan a cursar, solo para complicarte
un
poco más la existencia.
Pero
supongo que puedo tolerarlo un poco. Lo único que no soporto es la rutina y las
chicas
plásticas
estúpidas de esta escuela. Los hombres también son unos idiotas en su mayoría,
pero por
lo
menos tengo un par amigos en este infierno.
Podría
decirse que somos buenos amigos por el simple hecho que los tres detestamos a
nuestros
padres
y que odiamos la Universidad en la que estamos.
Jared
Murillo es el hijo de un importante empresario que maneja nada más y nada menos
que la
industria
textil más grande del mercado. Y Corbin Bleu es el hijo de un diplomado y
rígido
ingeniero.
Ambos poseen una gran fortuna.
—Pensé
que ya se habían deshecho de ti —me saludó Jared en el estacionamiento de la
escuela. Él
se
estaba fumando un cigarrillo y jugaba con el encendedor al lado de su auto [BMW
z 4] color
negro.
—Ya
viste que no —le contesté y le quité el encendedor en una de las veces que lo
lanzo hacia
arriba.
Entrecerró los ojos en mi motocicleta y luego me miró con la misma suspicacia.
—¿Estrenando
Ducati? —dijo sorprendido.
No
es tan extraño que la gente estrene vehiculo en esta Universidad, como si
cambiasen de
calcetines.
Pero en mí si era extraño. Me encogí de hombros.
—Me
confiscaron la Harley y la otra —le contesté en un gruñido y él soltó una
carcajada —Así que
fui
a comprar a esta preciosura.
—Vaya
te encantaban esas motos. Pero era de esperarse algo así, ¿Cómo se te ocurre
entrar a las
áreas
verdes con la Harley? Les has causado un gran dolor de cabeza a los jardineros.
—Se
me había vuelto a hacer tarde —le contesté y saqué un cigarro de la caja que
traía en la
chaqueta.
Lo encendí con su encendedor.
—Ahí
viene Corbin —dijo él mientras yo aspiraba de mi cigarrillo.
Me
giré y si, ahí estaba él en su Hummer. Se bajó de ella con una sonrisa de
autosuficiencia.
Seguro
tenia buenas historias de su fin de semana.
—Hey
—nos saludó y se acercó a nosotros mientras iba encendiendo su propio
cigarrillo —¿Cómo
están
sucias?
—No
tan sucias como tú —le respondí —Seguro tienes alguna Cor aventura que te este
revoloteando
en la cabeza para el próximo fin de semana.
—Y
estas en lo correcto pequeño saltamontes —dijo y me dio unas palmaditas en la
cabeza como si
fuese
un niño pequeño. Lo tome el brazo y se lo torcí en una posición totalmente
incomoda —
¡Quieres
soltarme maldito! —se quejó.
—No
tengo la culpa de que tengas reflejos tan lentos —me burlé y lo solté.
Trató
de darme un puñetazo pero no lo logro, yo me moví más rápido.
—Cuando
menos lo esperes me vengare de ti, suripanta —me amenazó.
—Quieren
dejar sus juegos para otro momento —pidió Jared mientras tiraba la colilla del
cigarro y
la
pisaba —Sabes que Zac te ganara de todos modos, Corbin.
—Es
un pandillero horrendo, tienes razón Julie —dijo Cor bromeando mientras imitaba
la voz de
una
típica chica de la Universidad y llamaba a Jared por un nombre de mujer.
Jar
solo revoleo los ojos y lo dejó pasar.
—Es
hora de entrar a clases —sentencio él.
—¿Ya
pasó la primera hora? —pregunté sin esperanzas.
No
había de otra, tenía que entrar. Normalmente me ausentaba a las primeras 2
horas y si deseaba
ni
siquiera asistía en todo el día.
Pero
después del ultimátum del rector por mis ausencias y la amenaza de mi padre de
ponerme un
tutor,
obligarme a asistir a un curso de idiomas y hacerme trabajar con él durante las
vacaciones,
accedí
amablemente.
Me
aflojé la corbata y comencé a caminar hacia el edificio con los chicos a mis
lados.
—No,
aun no —me respondió Jar.
—¿Alguna
novedad? —dije mientras comenzábamos a caminar. Me habían suspendido por un mes
por
entrar a las áreas verdes con mi moto.
—Hay
una chica nueva en la clase —dijo Cor y yo revolé los ojos.
—Más
de lo mismo —sentencié.
—En
realidad esta chica es… distinta —dijo Jared mientras girábamos en el sendero
hacia el
edificio.
—¿Acaso
tiene una verruga en la nariz? —pregunté irónico.
—¿Bromeas?
—dijo Cor —Esta sin problemas —aseguró. Yo alcé una ceja.
—Tenemos
un primer caído ante las chicas de esta escuela —le afirmé a Jared.
Los
tres hallábamos a las chicas de aquí poco interesantes y demasiado irritantes.
Estábamos de
acuerdo
en que la única forma en la que las soportábamos era en posición horizontal.
—Puedo
decirte que Corbin tiene razón… es bonita.
Entramos
al edificio y me detuve a unos pasos antes de la puerta. Los chicos se
detuvieron delante
de
mí.
—¿Qué
sucede? —preguntó Jared.
—Mi
tormento personal esta detrás de esa puerta —dije angustiado.
—¿Qué?
—preguntó desconcertado.
—Se
refiere a Amanda —le explicó Cor —Él la sedujo, se acostó con ella y ahora la
chica esta
obsesionada
con regenerarlo y casarse con él.
—¿Es
la chica de la que nos hablaste la semana pasada? —dijo Jared mirándome.
—Si,
¿Tú como sabes quien es? —le pregunté a Cor.
Podíamos
hablar de nuestras experiencias sexuales, pero nunca mencionábamos los nombres
de las
susodichas.
Eso no era de caballeros.
Aunque
las chicas solían descubrirse solas al obsesionarse con nosotros convirtiéndolo
en un juego
por
si solo “haber si descubres quien fue esta semana”.
Aunque
claro, el juego no duraba mucho, normalmente no pasaba del mediodía cuando ya
deducíamos
quien había sido la conquista de esa semana.
—Por
que la chica desde la semana pasada no hace otra cosa que preguntarme por ti.
No se como
no
he terminado haciéndole una descortesía —dijo.
Los
tres pensamos lo mismo ‘tratarla como la puta que es’. Lo cual es muy peligroso
estando en
esta
escuela, ya que nuestros padres son tan ricos que conviene tener una buena
relación con
todos.
Nunca
se sabe quien es hijo de un posible socio o quien en esta escuela es un posible
futuro
negocio
o cliente.
—¿Crees
que aun lo recuerde? —pregunté inocente.
—Tal
vez si, tal vez no —dijo Corbin.
—¿Y
si lo recuerda? ¿Qué hago?
—No
lo se —me contestó afro.
—No
me estás ayudando —le dije entrecerrando mis ojos para mirarlo mal.
—¿Y
como quieres que te ayude? Tú solito te lo buscaste…
—Amigo
te decían —dije.
—Ya,
ya —nos calmó Jar —Solo hay una manera de poder saberlo —respondió y abrió la
puerta.
Ya
todos estaban dentro del salón, hasta la profesora estaba ahí. Una vez más
habíamos llegado
tarde.
Entramos y sin decir nada nos sentamos en nuestros respectivos lugares, al
fondo de la
clase.
Pude
sentir la mirada de Amanda sobre mí y me juré a mi mismo nunca más volver a
hacerlo con
una
chica de la misma clase... Bueno no, en realidad nunca sigo mis propias
imposiciones. Soy
egoísta
y solo pienso en el momento.
Si
ellas quieren ilusionarse con que su amor me hará abandonar el cigarrillo, la
bebida, las mujeres
y
que harán de mí un hombre responsable y de bien, yo no soy quien para
desengañarlas.
Especialmente
cuando este pensamiento las conduce más rápidamente a mi cama.
—Lo
siento, he llegado tarde —dijo disculpándose con la profesora una morena.
Debía
ser la chica nueva de la que hablaban Jared y Cor. Es bella, bonita. Tiene cara
de niña
pequeña,
pero lo dejé pasar.
Ella
tarde o temprano hallaría la forma de abordarme.
Las
chicas con sus características normalmente son las que más sueñan con hallar a
su sapo [yo] Y
convertirlo
en príncipe [yo en los eventos sociales de mi padre]
—A
ver si aprenden ustedes tres de esta chica —nos reprendió la profesora de
estadística
descriptiva.
Ni
en mis peores pesadillas me imaginé que derecho seria tan aburrido, pero todo
sea por
quedarme
con el dinero de mi padre. Todo sea por hacer lo que él me pide y que no le
haga daño
a
ella…
—No
entiendo por que —me hice el inocente —¿Acaso no llegamos nosotros antes que
ella?
Toda
la clase me volteo a verme, que me encontraba en el último banco de la fila del
medio.
—Usted
sabe a que me refiero, Efron ¿Qué es eso de llegar y no disculparse por su
retraso? Eso es
una
descortesía —me dijo.
Torcí
el gesto y me levante ‘estúpida universidad formativa’.
—Lo
siento, Mariam —dije condescendiente mientras me acercaba a ella —Pero creí que
no querías
que
mis compañeros se enteraran de lo nuestro.
Jared
y Cor se quedaron en sus bancos mientras revoleaban los ojos y ponían su
atención en
cualquier
otra cosa.
Por
que aquí venia yo de nuevo a retar a la autoridad mientras que los demás en la
clase me
miraban
con los ojos abiertos como platos.
Excepto
por la chica nueva que me miraba como si estuviese fastidiada de mí, desde el
momento
en
que le contesté a la profesora.
—¡Fuera
de mi clase, Efron! —me gritó exasperada.
—Ves,
no querías que lo supieran —le dije.
—¡Que
salgas de mi clase! —me dijo enojada.
—Bien,
ya me voy —le dije.
Fui
por mis libros y mis cosas. Miré a toda la clase y seguían mirándome sin poder
creerlo. Volví mi
vista
a la nueva, ella tenía su atención en otra cosa. Al parecer mi forma de
comportarme no la
había
sorprendió. Solo la estaba fastidiando.
—Apurate,
Efron —me exigió la profesora.
—Ya,
ya —dije exasperado.
Caminé
entre los bancos y me acerqué a la nueva. Ella levantó su vista y me miró.
Frunció el ceño
y
le sonreí levemente.
Me
incliné un poco y la besé en los labios. Sus ojos estaban bien abiertos al
igual que los míos. Se
quedó
quieta sin hacer nada.
Escuché
los murmullos de mis compañeros y a lo lejos la risa de Jared. Mordí un poco su
labio
inferior
y luego rocé un poco mi lengua cuando ella abrió los labios un poco más.
—¡¿Qué
estás haciendo Efron?! —me gritó la profesora.
—Bienvenida
—le dije a la nueva cuando me alejé de ella.
CAPITULO 2
Ambos
se acercaron a donde yo estaba sentado. Los miré y les hice un gesto para que
se sentaran.
—La
hiciste buena esta vez —me acusó Cor con una sonrisa mientras me daba una
palmadita en la
espalda
y se sentaba a un lado de mí en la mesa.
Estábamos
en la cafetería de la Universidad.
—Nunca
me enorgullezco de mis impulsos —le contesté encogiéndome de hombros.
—Volviste
a caer en la rectoría y todavía no son ni las 10 de la mañana —sentenció Jared.
—Así
es —contesté.
—¿Y
como te fue? —preguntó Cor.
—Creo
que el rector y la secretaria están tomándome afecto. Me invitaron un café,
unos bocadillos
y
el rector se fumó un cigarrillo conmigo mientras me decía la importancia de
causar una buena
impresión
en esta Universidad, debido a las altas personalidades que aquí se encuentran
—rieron
con
ganas.
—Ya
no hallan como llegarte —dijo Jared en una carcajada.
—¿Llamaron
a tu padre? —preguntó Cor. Me encogí de hombros.
—No
—contesté secamente —El rector prefiere tratar esto directamente conmigo… creo
que mi
padre
ya le pidió que no le hablase cada 5 minutos por mis estupideces. De todos
modos él no se
encuentra
en el país.
—Viaje
de negocios —dijeron mis amigos al unísono.
—Fiesta
—sentencié con seguridad.
—Me
agrada como trabaja tu mente —dijo dándome una palmadita en la espalda Cor.
—Mira
quien viene ahí —dijo Jared con desenfado y un poco divertido —Parece estar
enojada.
‘Ay
no Amanda, no por favor’ pensé.
No
estoy de humor para ser simpático, y mucho menos con ella. Me volteé con temor
y sonreí al
ver
que era la nueva y echaba chispas por los ojos. Me puse de pie.
—Lo
siento —me disculpé cuando estuvo cerca y paró en seco su brusco andar.
Estuvo
bueno ese beso y no me arrepiento de habérselo dado, pero no estuvo bien
besarla sin su
permiso.
—¿Te
arrepientes? —me preguntó haciendo un esfuerzo por controlarse.
—No
—fui sincero y recibí un puñetazo en la cara de su parte. Esto era extraño,
normalmente las
chicas
dan cachetadas. Me sobé —¿Y eso por qué fue? —pregunté haciéndome el inocente.
—¡Por
besarme sin antes preguntarme! —me dijo y giró sobre si misma para volver a
irse.
Yo
la tomé del brazo y la jalé hacia mí.
—¿Te
puedo besar? —le pregunté.
—¡No!
—me dijo y jaló su brazo para poder irse.
Entonces
la tomé por la cintura y la sujeté con firmeza. La volví a besar mientras
forcejeaba
conmigo
para soltarse. Y la besé de la misma manera que antes, pero esta vez fui más
rudo.
Todavía
me ardía la quijada por su culpa. Hasta que se quedó quieta y dejó caer sus
brazos a los
costados.
Sus ojos color chocolates miraban fijamente los míos, mientras mi boca seguía
sobre la
de
ella. Me alejé despacio y le tapé la boca con mi mano derecha antes de que me
gritara.
—Dijiste
que te enojaste porque no te pregunté —me justifiqué con una sonrisa de
autosuficiencia
—Nunca
dijiste que no podía besarte si te negabas.
Los
chicos rieron detrás de mí y a ella por un momento se le hicieron agua los
ojos. Luego los
apretó
y volvió a tener esa mirada de decisión que le pude ver hace unos momentos.
Vi
a donde se dirigían sus ojos y me imaginé lo que estaba maquinando en su mente
como contra
ataque.
La giré para que me diera la espalda, apoyando su espalda sobre mi pecho, para
mantener
la
parte más sensible de mi cuerpo lejos de sus rodillas, pero bastante cerca de
su trasero. Sonreí
pervertidamente.
—Ahora
discúlpame por mi atrevimiento —negó con la cabeza —Me temo que debo insistir.
Por
favor
siéntate con nosotros —volvió a negar con la cabeza —Esta bien, supongo que
quieres
conservar
algo de tu orgullo e irte de aquí —ella asintió —Y si te dejo golpearme… ¿Te
quedarías?
—le
pregunté casi rogando.
Ella
no respondió de inmediato seguramente lo estaba considerando. Debía estar
pensando en el
placer
de proporcionarme otro puñetazo, mientras a mí me consumían las ansias por
conocer su
nombre
y platicar con ella. Ella asintió, lentamente, con la cabeza.
—Está
bien, te soltaré poco a poco —dije y solté el agarre que ejercía mi mano
izquierda en su
cintura.
Mientras quitaba mi mano derecha de sus labios, giro rápidamente y me dio otro
puñetazo
en
el mismo lugar que antes —Auch.
Me
sobé más de lo que realmente hubiera deseado para complacerla. Seguramente ella
deseaba
que
su golpe me hubiera roto la quijada o haberme roto la nariz. Y seguramente a
ella le duele la
mano
como mil demonios.
—Por
fin una chica se atreve a darte tu merecido —dijo Cor y la felicitó —Eres mi
nueva mejor
amiga
—aseguró.
—Seguro
—me limité a decir mientras sacaba una silla para que ella se sentara. Cuando
así lo hizo
me
senté a su lado —Debo admitir que pegas duro —le dije y me sobé de nuevo.
Jared
me miró con suspicacia al igual que Cor, ellos sabían que yo estaba siendo
condescendiente
con
ella. Habiendo sido parte del equipo de lucha en la secundaria puedo soportar
mucho más que
el
golpe de una niña.
—Bueno,
te lo merecías —respondió ella —Tu novia esta mirando hacia acá.
—¿Qué?
—dije por lo bajo.
—Cree
que te estoy seduciendo —los chicos trataron de ahogar una carcajada ante su
comentario.
—Ella
no es mi novia —le aseguré.
—Se
lo deberías de informar, al parecer ella no lo tiene del todo claro.
—Bueno,
supongo que tendré que hablar con ella —dije y volví a concentrarme en ella. Sin
discreción
miré sus piernas. Acomodó su garganta. Volví mi mirada a su rostro —Dime ¿Cómo
te
llamas?
—Vanessa
—respondió.
—Completo
—le dije. Revoleó los ojos.
—Vanessa
Anne Hudgens —dijo en su suspiro —¿Y tú?
—Zachary
David Alexander Efron.
—Un
nombre largo —dijo ella y Cor ahogó una carcajada.
Seguramente
estaba pensando en algún doble sentido para su comentario.
—Mi
nombre es Jared Murillo, es un gusto conocerte Vanessa —se presentó Jared
—Igualmente
—respondió ella con una sonrisa.
—Yo
me llamo Corbin Bleu —se presentó el afro.
—Mucho
gusto Corbin —dijo ella.
—Dime
Cor —le pidió él y yo revoleé los ojos.
—Dime
Vanessa, ¿Qué fue lo que te hizo Amanda? —preguntó Jared.
Fue
entonces que le presté más atención y volteé a ver a Amanda con mayor
detenimiento. Estaba
hecha
un desastre. Tenía los ojos llorosos, los pelos revueltos. Un rasguño, si no me
equivoco, en
la
cara. Vanessa se encogió de hombros.
—En
realidad, creo que fui yo quien le hizo algo a ella —dijo mientras se iba
apagando su voz.
Claramente
estaba avergonzada de lo que hizo —Pero todo fue por su culpa —me apuntó a mí
con
resentimiento
—Yo normalmente no hago uso de mis fuerzas de esa manera —dijo con orgullo de
si
misma. Me hizo reír por dentro.
—¿Por
que dices que todo fue por mi culpa? —pregunté.
Se
volteó a verme con la mirada fría y venenosa.
—Porque
me besaste —dijo con odio.
—No
veo donde esta lo malo —me hice el desentendido.
—¡Se
supone que tú y ella son novios! —dijo indignada —O por lo menos eso es lo que
ella a
contado
durante toda la semana a todas las mujeres de la escuela para que no se te
acerquen más.
¡Y
vienes y me besas! En verdad yo no quería problemas y vengo y me topo contigo.
Sabia que me
darías
dolores de cabeza apenas te vi —dijo con resentimiento.
—Es
su problema, yo en ningún momento le pedí que fuese mi novia —le contesté al
instante.
—Yo
no se, ni me interesa que clase de relación sostienes con esa loca. Pero por
favor mantenla
alejada
de mí. No se por que, pero solo ver su rostro me exaspera. Es una rubia teñida
que al
parecer
la tintura le ha quemado las pocas neuronas que seguramente le quedaban —los
tres
reímos
divertidos —Ya le tuve que dar una lección por amenazarme con sus estupideces
no quiero
tener
q…
—¿Que
clase de lección le diste? —preguntó Jared demasiado interesado en la platica
al igual que
Cor.
La
morena se volvió a encoger de hombros.
—Nada
digno de contarse —dijo poniéndose nerviosa —Ni de repetirse…
—Ella
te mira con demasiado odio —dijo Cor mientras veía a Amanda al otro lado de la
cafetería
con
sus amigas, las cuales no quitaban la vista de nosotros ni por un minuto.
Vanessa se encogió
más.
—Yo
también odiaría a la chica que me hiciera lo que yo le hice a ella —su voz era
apenas audible
debido
a la vergüenza que sentía de sus acciones.
—¿Le
pegaste? —pregunté sin poder creerlo y ahí supe porque Amanda estaba así.
—Podría
decirse que… si —dijo asintiendo levemente con la cabeza.
—Creo
que estoy enamorado —dijo Cor mientras tocaba su corazón y miraba a Vanessa
fijamente.
—La
futura madre de mis hijos —aseguró Jared mientras hacia un ademán de
grandiosidad hacia
Vanessa,
como si estuviese mostrando un producto en televisión.
Vanessa
termino poniéndose completamente roja ante las afirmaciones de mis amigos, yo
me limité
a
patearlos por debajo de la mesa. Ellos apenas hicieron un gesto y recobraron la
compostura
rápidamente.
—Lastima
—soltó Jared apenas audible.
Mi
celular comenzó a vibrar, lo abrí por debajo de la mesa y leí lo que decía
mientras Jared
entretenía
a Vanessa y Cor me miraba fijamente.
¡No
la mereces! Déjamela a mí —pidió Cor.
Al
instante le devolví el mensaje.
Ya
la bese, es mía. ¡Mantente alejado! —respondí.
Cuando
lo vi leer el mensaje gruñí suavemente, pero suficientemente alto como para que
él me
escuchara.
—Vanessa
¿Quieres casarte conmigo cuando terminemos la Universidad? —alcancé a oír
cuando
Jared
le susurraba al oído.
Yo
la tomé por la cintura y la acerqué más a mí. Pronto me arrepentí de esto, pues
ella me dio un
codazo
que casi me saca el aire por completo.
—¡Quieren
dejar de acosar a Vanessa por favor! —les pedí a mis amigos, respirando agitado
por el
golpe
de ella. Me miraron con ojos venenosos, incluida ella.
Tal
vez no fue la correcta forma de expresarlo, cuando fui yo quien la besó dos
veces sin su
permiso.
—Hipócrita
—me acusó ella.
—No
lo podría haber expresado mejor —aseguró Jared y Corbin asintió a manera de
aprobación.
—Hora
de volver —dijo Cor y se levantó.
Ella
miró el reloj en su muñeca.
—Es
cierto —dijo ella y se puso de pie —Fue un gusto conocerlos Jared, Corbin y…
Efron —dijo mi
nombre
con resentimiento.
Yo
me reí en mi fuero interno por su clara indignación para conmigo. Una chica
normal estaría
volviéndose
loca por que la besé y se lo estaría platicando con cada detalle a sus
conocidas. Pero
ella
estaba molesta. Eso me gustaba.
—Igualmente
Vanessa —le dijo Cor.
—Cualquier
cosa que necesites… estamos por aquí —le dijo Jar.
—Muchas
gracias —les dijo ella y comenzó a caminar.
Los
tres miramos como se alejaba.
—Te
lo dije, ella no es más de lo mismo —dijo Corbin —Efron, ya tienes a Amanda y a
todas.
Déjanos
a nosotros a esta chica.
—Corbin
tiene razón… no la mereces —me dijo Jared.
—Además
de que simplemente te detesta…
—Ya
no tienes oportunidad…
—¿Vas
a ser un buen amigo y nos la vas a dejar? —preguntó el afro.
Mi
mirada aun estaba perdida en la dirección en la que ella se había ido. Había
algo muy
interesante
en aquella morena.
Y
no era solo su particular belleza. Era su carácter… una chica con ese carácter
no es muy fácil de
que
encontrar.
—¿Qué
piensas? —me dijo Jar.
—Que
ni loco —le dije sin dejar de mirar en la dirección a donde ella se había ido
—Ya se los dije,
es
mía.
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