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Grey - (15) Lunes, 30 de Mayo de 2011

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Lunes, 30 de Mayo de 2011

Su inhalación brusca es música para mi pene.
—Luego follaremos —susurro—, y, si aún sigues despierta, te contaré algunas cosas sobre mis años de formación. ¿De acuerdo?
Asiente. Su respiración se ha acelerado, sus pupilas son más grandes, más oscuras, con su necesidad y su sed de conocimiento.
—Buena chica. Abre la boca.
Vacila un instante, desconcertada. Pero hace lo que le digo antes de que pueda reprenderla.
—Más.
Inserto ambas bolas en boca. Son un poco grandes y pesadas, pero mantendrá su boca inteligente ocupada por un momento o dos.
—Necesitan lubricación. Chúpalas.
Ella parpadea y trata de chupar, su postura cambiando sutilmente mientras aprieta sus muslos juntos y se retuerce.
Oh, sí.
—No te muevas, Anastasia —advierto, pero estoy disfrutando del espectáculo.
Suficiente.
—Para —ordeno y las saco de su boca. En la cama, tiro el edredón a un lado y me siento—. Ven aquí.
Se desliza hacia mí, juguetona y sexy.
Oh, Ana, mi pequeña monstruo.
—Date la vuelta, inclínate hacia delante y agárrate los tobillos. —-Su expresión me dice que no es lo que esperaba oír—. No titubees —le reprendo y meto las bolas en mi boca. Se da la vuelta, y sin ningún esfuerzo se agacha, presentando sus largas piernas y su buen
S
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traseropara mí, mi camiseta deslizándose por su espalda hacia su cabeza y su melena de cabello.
Bien, podría mirar esta gloriosa vista por un tiempo e imaginar lo que me gustaría hacerle. Pero ahora quiero pegarle y follarla. Pongo mi mano sobre su trasero, disfrutando de su calor bajo mi palma mientras la acaricio través de sus bragas.
Oh, estetrasero es mío, tan mío. Y va a entrar en calor.
Deslizo sus bragas a un lado, dejando al descubierto sus labios vaginales, y mantengo las bragas en su lugar con una mano. Me resisto a la tentación de pasar mi lengua arriba y abajo por la longitud de su sexo; además, mi boca está llena. En cambio, trazo la línea de abajo de su perineo a su clítoris y otra vez, antes bajar mi dedo dentro de ella.
En lo profundo de mi garganta, tarareo con aprobación y lentamente hago círculos con mi dedo, estirándola. Gime y me endurezco. Instantáneamente.
La señorita Steele lo aprueba. Quiere esto.
Con mi dedo, hago círculos dentro de ella una vez más, a continuación, retiro las bolas de mi boca. Suavemente, inserto la primera en ella, luego la segunda, dejando fuera la etiqueta, envuelta contra su clítoris. Beso su culo desnudo y deslizo sus bragas en su lugar.
—Enderézate —ordeno, y agarro sus caderas hasta que sé que está firme en sus pies—. ¿Estás bien?
—Sí. —Su voz es áspera.
—Date la vuelta.
Cumple inmediatamente.
—¿Qué tal? —pregunto.
—Raro.
—¿Raro bueno o raro malo?
—Raro bueno—contesta.
—Bien.
Tendrá que acostumbrarse a ellas. ¿Qué mejor manera que estirarse y alcanzar algo?
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—Quiero un vaso de agua. Ve a traerme uno, por favor. Y cuando vuelvas, te tumbaré en mis rodillas. Piensa en eso, Anastasia.
Está desconcertada, pero se da vuelta y camina con cautela, con pasos vacilantes, fuera de la habitación. Mientras se va, agarro un condón de mi cajón. Estoy quedando escaso, voy a tener que abastecerme de éstos hasta que sus píldoras empiecen a hacer efecto. Sentándome en la cama, espero con impaciencia.
Cuando vuelve a entrar, su andar es más seguro, y tiene mi agua.
—Gracias —digo, tomando un sorbo rápido y colocando el vaso en mi mesita de noche. Cuando levanto la mirada, está observándome con deseo. Es una buena mirada en ella.
—Ven. Ponte a mi lado. Como la otra vez.
Lo hace, y ahora su respiración es irregular… pesada. Chico, está realmente encendida. Tan diferente a la última vez que la azoté.
Vamos a irritarla un poco más, Grey.
—Pídemelo. —Mi voz es firme.
Una mirada desconcertada cruza su rostro.
—Pídemelo.
Vamos, Ana.
Su frente se arruga.
—Pídemelo, Anastasia. No te lo voy a repetir más. —Mi voz es más cortante.
Finalmente, se da cuenta de lo que estoy pidiendo, y se sonroja.
—Azótame, por favor… Amo —susurra.
Esas palabras… cierro mis ojos y las dejo sonar a través de mi cabeza. Agarrando su mano, la tiro sobre mis rodillas para que su torso yazca en la cama. Mientras acaricio su trasero con una mano, quito su cabello de su cara con la otra, y lo meto detrás de su oreja. Entonces agarro su cabello en la nuca de su cuello para mantenerla en su lugar.
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—Quiero verte la cara mientras te doy los azotes, Anastasia. —Le acaricio atrás y empujo contra su vulva, sabiendo que la acción va a empujar las bolas más profundo dentro de ella.
Ella tararea su aprobación.
—Esta vez es para darnos placer, Anastasia, a ti y a mí.
Levanto mi mano, luego le pego justo ahí.
—¡Ah! —gesticula, arruinando su cara, y acaricio su dulce, dulce trasero mientras se ajusta a la sensación. Cuando se relaja, le pego otra vez. Gime, y yo contengo mi respuesta. Empiezo en serio, nalga derecha, nalga izquierda, entonces la unión de sus muslos y culo. Entre cada golpe acaricio y amaso su trasero, mirando su piel volverse de un delicado tono rosa debajo de su ropa interior de encaje.
Gime, absorbiendo el placer, disfrutando de la experiencia.
Me detengo. Quiero ver su trasero en todo su esplendor de color de rosa. Sin prisa, burlándome de ella, deslizo sus bragas, rozando mis dedos por sus muslos, la parte posterior de las rodillas y las pantorrillas. Ella levanta sus pies, y tiro sus bragas en el suelo. Se retuerce, pero se detiene cuando pongo mi mano plana contra su rosa, piel brillante. Agarrando su cabello otra vez, empiezo de nuevo.
Suavemente primero, y luego reanudo el patrón.
Está mojada; su excitación está en mi palma.
Agarro su cabello más duro y ella gime, los ojos cerrados, su boca abierta y floja.
Joder, ella es caliente.
—Buena chica, Anastasia. —Mi voz es ronca, mi respiración irregular.
La azoto un par de veces más hasta que no puedo soportarlo más.
La deseo.
Ahora.
Envuelvo mis dedos alrededor de la lengüeta y saco las bolas de ella.
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Grita de placer. Volteándola otra vez, me detengo a tirar de mis pantalones y ponerme un miserable condón, entonces me acuesto al lado de ella. Agarro sus manos, las levanto sobre su cabeza, y poco a poco me adentro en ella y maúlla como un gato.
—Oh, nena. —Se siente increíble.
Quiero que me hagas el amor, sus palabras resuenan en mi cabeza.
Y suavemente, oh, tan suavemente, empiezo a moverme, sintiendo cada preciosa pulgada de elladebajo y a mí alrededor. La beso, apreciando su boca y su cuerpo a la vez. Envuelve sus piernas alrededor de mí, reuniéndose en cada embestida suave, meciéndose contra mí hasta que va en espiral hacia arriba, arriba y arriba y se deja ir.
Su orgasmo me lleva al borde.
—¡Ana! —Llamo, vertiéndome en ella. Dejándome ir. Una bienvenida liberación que me deja con ganas de más... necesitando más.
Mientras mi estabilidad regresa, empujo lejos la extraña oleada de emoción que roe mis entrañas. No es como la oscuridad, pero es algo que temer. Algo que no entiendo.
Flexiona sus dedos alrededor de los míos, y abro los ojos y bajo la mirada hacia su somnolienta y saciada mirada.
—Me gustó —susurro, y le doy un beso.
Me recompensa con una sonrisa somnolienta. Me levanto, la cubro con el edredón, recojo mis pantalones de dormir, y camino sin hacer ruido hacia baño, donde retiro y desecho el condón. Me pongo mis pantalones y alcanzo la crema de árnica.
De vuelta en la cama, Ana me da una sonrisa de satisfacción.
—Date la vuelta —ordeno, y por un momento creo que va a rodar los ojos, pero me complace y se mueve—. Tienes el trasero de un color espléndido —Observo, satisfecho con los resultados. Arrojo a chorros un poco de crema en la palma de mi mano y lentamente masajeo su trasero.
—Déjalo ya, Grey —dice con un bostezo.
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—Señorita Steele, está estropeando un momento.
—Teníamos un trato —insiste.
—¿Cómo te sientes?
—Estafada.
Con un profundo suspiro, pongo la crema de árnica en la mesita de noche y me deslizo en la cama, tirando de Ana en mis brazos. Le beso la oreja.
—La mujer que me trajo al mundo era una puta adicta al crack, Anastasia. Duérmete.
Se tensa en mis brazos.
Me quedo quieto. No quiero su simpatía o su compasión.
—¿Era? —susurra.
—Murió.
—¿Hace mucho?
—Murió cuando yo tenía cuatro años. No la recuerdo. Carrick me ha dado algunos detalles. Solo recuerdo ciertas cosas. Por favor, duérmete.
Después de un tiempo se relaja contra mí.
—Buenas noches, Christian. —Su voz es soñolienta.
—Buenas noches, Ana. —La beso una vez más, inhalando su aroma suave y la lucha mis recuerdos.
—¡No te limites a recoger las manzanas y tirarlas, imbécil!
—Vete a la mierda, tú mojigato santurrón.
Elliot recoge una manzana, toma un bocado, y la tira hacia mí.
—Gusano —se burla.
¡No! No me llames así.
Salto hacia él. Golpeando mis puños en su cara.
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—Maldito cerdo. Esta es comida. Solo estas desperdiciándola. El abuelo vende estas. Cerdo. Cerdo. Cerdo.
—ELLIOT. CHRISTIAN.
Papá me arrastra lejos de Elliot, quien está acurrucado en el suelo.
—¿De qué se trata esto?
—Está loco.
—¡Elliot!
—Está destruyendo las manzanas. —El enojo crece en mi pecho, en mi garganta. Creo que podría explotar—. Está tomando un bocado y luego las lanza. Lanzándomelas.
—Elliot, ¿es cierto?
Elliot se vuelve rojo bajo la dura mirada de papá.
—Creo que será mejor que vengas conmigo. Christian, recoge las manzanas. Tú puedes ayudar a mamá a hornear un pastel.
Está profundamente dormida cuando me despierto, mi nariz en su fragante cabello, con mis brazos envolviéndola. He soñado con corretear a través del huerto de manzanas de mi abuelo con Elliot; esos eran felices y enojosos días.
Esta es casi la séptima vez… otro momento de dormir con la señorita Steele. Es extraño despertar a su lado, pero extraño en el buen sentido. La contemplo despertar con una follada mañanera; mi cuerpo está más que dispuesto, pero ella está prácticamente en estado de coma y podría estar dolorida. Debo dejarla dormir. Salgo de la cama, con cuidado de no despertarla, agarro una camiseta, recojo su ropa del suelo, y paseo hacia la sala de estar.
—Buenos días, señor Grey. —La señora Jones está ocupada en la cocina.
—Buenos días, Gail. —Estirándome, miro por las ventanas a los restos de un vívido amanecer.
—¿Hay algo de ropa allí? —pregunta.
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—Sí. Estas son de Anastasia.
—¿Quieres que la lave y seque?
—¿Tiene tiempo?
—Voy a ponerlas en el ciclo rápido.
—Excelente, gracias. —Le paso la ropa de Ana—. ¿Cómo estaba su hermana?
—Muy bien, gracias. Los niños están creciendo. Los niños pueden ser difíciles.
—Lo sé.
Sonríe y ofrece hacerme un poco de café.
—Por favor. Estaré en mi estudio. —Cuando me mira, su sonrisa cambia de agradable a conocedora… de la manera femenina y secreta. Entonces se apresura fuera de la cocina, supongo que para el cuarto de lavado.
¿Cuál es su problema?
Bueno, este es el primer lunes—la primera vez—, en los cuatro años que ha trabajado para mí, que ha habido una mujer dormida en mi cama. Pero no es la gran cosa. Desayuno para dos, Señora Jones. Creo que puede manejar eso.
Niego con la cabeza y paseo a mi estudio para empezar a trabajar. Voy a ducharme tarde... tal vez con Ana.
Reviso mi correo electrónico y envío uno a Andrea y Ros, diciendo voy a estar en esta tarde, no esta mañana. Entonces echo un vistazo a los últimos esquemas de Barney.
~ * ~
Gail golpea y me trae una segunda taza de café, dejándome saber que ya son las ocho y quince.
¿Tan tarde?
—No voy a la oficina esta mañana.
—Taylor estaba preguntando.
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—Voy a ir esta tarde.
—Se lo diré. He colgado la ropa de la señorita Steele en su armario.
—Gracias. Eso fue rápido. ¿Sigue durmiendo?
—Creo que sí. —Y ahí está esa pequeña sonrisa de nuevo. Arqueo las cejas y su sonrisa se amplía, mientras se vuelve para dejar mi estudio. Pongo mi trabajo a un lado y mi cabeza fuera con mi café para tomar una ducha y afeitarme.
~ * ~
Ana está todavía fuera de combate cuando termino de vestirme.
La has agotado, Grey. Y fue placentero, más que placentero. Luce serena, como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.
Bien.
Desde la cómoda tomo mi reloj, y en un impulso abro el cajón superior y guardo mi último condón.
Nunca se sabe.
Deambulo a través de la sala de estar hacia mi estudio.
—¿Quiere su desayuno ya, señor?
—Voy a tomar el desayuno con Ana. Gracias.
Agarro el teléfono y llamo a Andrea desde mi escritorio. Después que hemos intercambiado unas palabras me pone a Ros.
—Así que ¿cuándo podemos esperarte? —El tono de Ros es sarcástico.
—Buenos días, Ros. ¿Cómo estás? —le digo con dulzura.
—Enojada.
—¿Conmigo?
—Sí, contigo, y tu ética de trabajo de no intervención.
—Estaré más tarde. La razón por la que estoy llamando es que he decidí liquidar la compañía de Woods. —Le he dicho esto ya, pero
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ella y Marco están tomando demasiado tiempo. Quiero que esté hecho, ahora. Le recuerdo que esto iba a pasar si la empresa P & L no mejoraba. Y no lo ha hecho.
—Se necesita más tiempo.
—No me interesa, Ros. No llevaremos un peso muerto.
—¿Estás seguro?
—No quiero más malditas excusas. —Basta ya. Ya he tomado una decisión.
—Christian…
—Dile a Marco que me llame, es el momento de todo o nada.
—Bueno. Bueno. Si eso es lo que realmente quieres. ¿Algo más?
—Sí. Dile a Barney que el prototipo se ve bien, aunque no estoy seguro acerca de la interfaz.
—Pensé que la interfaz funcionaba bien, una vez que la entendí. No es que yo sea una experta.
—No, es solo que falta algo.
—Habla con Barney.
—Quiero reunirme con él esta tarde para discutir.
—¿Cara a cara?
Su sarcasmo es irritante. Pero ignoro su tono y le digo que quiero a todo su equipo ahí para una lluvia de ideas.
—Él va a estar contento. Así que ¿te veré esta tarde? —Suena esperanzada.
—Está bien —le aseguro—. Transfiéreme de nuevo a Andrea.
Mientras espero a que ella tome el teléfono, miro al cielo sin nubes. Es el mismo tono que los ojos de Ana.
Sensible, Grey.
—Andrea…
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Un movimiento me distrae. Miro hacia arriba, estoy contento de ver a Ana de pie en la puerta, vestida con nada más que mi camiseta. Sus piernas, largas y bien formadas, están en exhibición solo para mis ojos. Tiene piernas geniales.
—Señor Grey —responde Andrea.
Mis ojos se bloquean con los de Ana. Son el color de un cielo de verano y tan caliente. Dios mío, podría tomar el sol en su calor durante todo el día, cada día.
No seas absurdo, Grey.
—Despeje mi agenda de esta mañana, pero consiga que Bill me llame. Voy a estar a las dos. Tengo que hablar con Marco esta tarde, tomará al menos media hora.
Una suave sonrisa tira de los labios de Ana y me encuentro a su reflejo.
—Sí, señor —dice Andrea.
—Agenda a Barney y a su equipo después de Marco o tal vez mañana, y encuéntrame tiempo para ver a Claude todos los días de esta semana.
—Sam quiere hablar con usted, esta mañana.
—Dígale que espere.
—Se trata de Darfur.
—¿Ah, sí?
—Al parecer, él ve el convoy de ayuda como una gran oportunidad personal para Relaciones Públicas.
Oh, Dios. Pero, por supuesto, ¿no?
—No, no quiero publicidad para Darfur. —Mi voz es ronca con exasperación.
—Él dice que hay un periodista de Forbes que quiere hablar con usted acerca de eso.
¿Cómo demonios lo saben?
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—Dígale a Sam que se encargue de eso —chasqueo. Eso es lo que le pago por hacer.
—¿Quiere hablar con él directamente? —pregunta.
—No.
—Lo haré. También tengo que confirmar su asistencia al evento del sábado.
—¿Qué evento?
—La Gala de la Cámara de Comercio.
—¿El sábado que viene? —pregunto, mientras una idea surge en mi cabeza.
—Sí, señor.
—Espere —Me dirijo a Ana, quien sacude su pie izquierdo, pero sin apartar los ojos de color azul cielo de encima—. ¿Cuándo vuelves de Georgia?
—El viernes —dice.
—Necesitaré una entrada más, porque voy acompañado—informo a Andrea.
—¿Acompañado? —Andrea chirría con incredulidad.
Suspiro.
—Sí, Andrea, eso es lo que he dicho, acompañado, la señorita Anastasia Steele vendrá conmigo.
—Sí, señor Grey. —Suena como si le hubiera hechoel día.
Por el amor de Dios. ¿Qué pasa con mi equipo?
—Eso es todo. —Cuelgo—. Buenos días, señorita Steele.
—Señor Grey —dice Ana a modo de saludo. Me paseo por mi escritorio hasta que estoy delante de ella, y acaricio su rostro.
—No quería despertarte, se te veía tan serena. ¿Has dormido bien?
—Descasé, gracias. Solo vine a saludar antes de darme una ducha. —Está sonriendo y sus ojos brillan de alegría. Es un placer verla
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así. Antes de entrar de nuevo al trabajo, me inclino a darle un suave beso. De repente, envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y enreda sus dedos en mi cabello, y presiona su cuerpo a lo largo de la longitud mía.
Vaya.
Sus labios son persistentes, por lo que respondo, besándola de vuelta, sorprendido por la intensidad de su ardor. Con una mano, tomo su cabeza, con la otra su desnudo trasero recientemente azotado, y mi cuerpo se inflama como yesca seca.
—Vaya, parece que el descanso te ha sentado bien. —Mi voz se ata con la lujuria repentina—. Te sugiero que vayas a ducharte, ¿o te echo un polvo ahora mismo encima de mi escritorio?
—Prefiero lo del escritorio —susurra en la esquina de mi boca, moliendo su sexo contra mi erección.
Bueno, esto es una sorpresa.
Sus ojos son oscuros y codiciosos de deseo.
—Esto le gusta de verdad, ¿no, señorita Steele? Te estás volviendo insaciable.
—Lo que me gusta eres tú.
—Desde luego, solo yo. —Sus palabras son la llamada de una sirena en mi libido. Perdiendo todo autocontrol, aparto todo lo de mi escritorio, tiro mis papeles, teléfono y bolígrafos todo estrépito o flotando en el suelo, pero no me importa un carajo. Levanto Ana y la acuesto en mi escritorio para que su cabello se derrame sobre el borde y en el asiento de la silla.
—Tú lo has querido, nena —gruño, sacando el condón y desabrochando mis pantalones. Mientras hago el trabajo rápido de cubrir mi polla, miro hacia abajo a la insaciable señorita Steele—. Espero que estés lista —le advierto, agarrando sus muñecas y manteniéndolas a los costados. Con un movimiento rápido estoy dentro de ella—. Dios, Ana. Sí que estás lista. —Le doy un nanosegundo para adaptarse a mi presencia. Entonces empiezo a empujar. De ida y vuelta. Una y otra vez. Más y más fuerte. Ella tira su cabeza hacia atrás, su boca abierta en una súplica muda, mientras sus pechos suben y bajan en el ritmo con cada
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sacudida a su cuerpo. Envuelve sus piernas alrededor de mí mientras me paro, perforando en ella.
¿Esto lo que quieres, nena?
Ella se encuentra con cada empuje, meciéndose contra mí y gimiendo mientras la poseo. Tomándola, más y más alto y más alto, hasta que siento su rigidez a mi alrededor.
—Vamos, nena, dámelo todo. —Aprieto los dientes, y lo hace, espectacularmente, gritando y llevándome a mi propio orgasmo.
Mierda. Me vengo tan espectacular como ella, y me desplomo encima de ella mientras su cuerpo se tensa alrededor de mí con réplicas.
Maldita sea. Eso fue inesperado.
—¿Qué diablos me estás haciendo? —Estoy sin aliento, mis labios rozando su cuello—. Me tienes completamente hechizado, Ana. Ejerces alguna magia poderosa.
¡Y me saltaste!
Libero a sus muñecas y seguir de pie, pero ella aprieta sus piernas alrededor de mí, sus dedos enredándose en mi cabello.
—Soy yo la hechizada —susurra. Nuestros ojos están bloqueados, su escrutinio intenso, como si estuviera viendo a través de mí. Al ver la oscuridad en mi alma.
Mierda. Déjame ir. Esto es demasiado.
Tomo su cara en mis manos para besarla rápidamente, pero cuando lo hago, el pensamiento inoportuno de ella en esta posición con alguien más me viene a la mente. No. Ella no hará esto con nadie más. Jamás.
—Tú… eres… mía —Mis palabras rompen entre nosotros—. ¿Entendido?
—Sí, tuya —dice, su expresión sincera, sus palabras llenas de convicción, y mis celos irracionales retroceden.
—¿Segura que tienes que irte a Georgia? —pregunto, alisando su cabello de alrededor de su cara.
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Asiente con la cabeza.
Maldita sea.
Salgo de ella y se estremece.
—¿Te duele?
—Un poco —dice con una sonrisa tímida.
—Me gusta que te duela. Te recordará que he estado ahí, solo yo. —Le doy un beso posesivo, áspero.
Porque no quiero que se vaya a Georgia.
Y a mí nadie me ha dejado desde... desde Elena.
E incluso entonces, fue calculado siempre, parte de una escena.
De pie, extiendo mi mano y tiro de ella para sentarla. Mientras tiro del condón, murmura:
—Siempre preparado.
Le doy una mirada, confundido, mientras abrocho mi bragueta. Sostiene el paquete de aluminio vacío a modo de explicación.
—Un hombre siempre puede tener esperanzas, Anastasia, incluso sueña, y a veces los sueños se hacen realidad. —No tenía idea de que conseguiría utilizarlo tan pronto, y en sus términos, no los mías. Señorita Steele, por ejemplo a un inocente, usted es, como siempre, inesperada.
No tenía idea de que conseguiría utilizarlo tan pronto y en sus términos, no los míos. Señorita Steele, para ser tan inocente, eres como siempre, inesperada.
—Así que… hacerlo en tu escritorio... ¿era un sueño? —pregunta.
Cariño. He tenido sexo en este escritorio muchas, muchas veces, pero siempre en mi instigación, nunca de las sumisas.
No es así como funciona.
Su cara cae mientras lee mis pensamientos.
Mierda. ¿Qué puedo decir? Ana, a diferencia de ti, tengo un pasado.
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Me paso la mano por el cabello en señal de frustración. Esta mañana no va de acuerdo con el plan.
—Más vale que vaya a darme una ducha —dice sometida. Se levanta y da unos pasos hacia la puerta.
—Tengo un par de llamadas más que hacer. Desayunaré contigo cuando salgas de la ducha. —Miro detrás de ella, preguntándome qué decir para arreglar esto—. Creo que la señora Jones te ha lavado la ropa de ayer. Está en el armario.
Luce sorprendida, e impresionada.
—Gracias —dice.
—No se merecen.
Su frente se arruga mientras me estudia, desconcertada.
—¿Qué? —pregunto.
—¿Qué pasa?
—¿A qué te refieres?
—Pues, estás siendo más raro de lo habitual.
—¿Te parezco raro? —Ana, nena, "raro" es mi segundo nombre.
—A Veces.
Dile. Dile que nadie se te ha abalanzado por un largo tiempo.
—Como de costumbre, me sorprende, señorita Steele.
—¿En qué le sorprendo?
—Digamos que era un regalito inesperado.
—Nos proponemos complacer, Sr. Grey —se burla, todavía escudriñándome.
—Y me complaces —reconozco. Pero me desarmas, también—. ¿Pensé que ibas a darte una ducha?
Su gesto se entristece.
Mierda.
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—Sí, eh, luego te veo. —Se vuelve y corretea fuera de mi estudio, dejándome de pie en un laberinto de confusión. Sacudo la cabeza para despejarme, empiezo a recoger mis pertenencias esparcidas por el suelo y las organizo en el escritorio.
¿Cómo diablos puede solo bailar vals en mi estudio y seducirme? Se supone que debo estar en el control de esta relación. Esto es lo que estaba pensando de la noche anterior; su entusiasmo desenfrenado y afecto. ¿Cómo diablos se supone que debo hacer frente a eso? No es algo que sepa. Hago una pausa cuando agarro mi teléfono.
Pero es bueno.Sí.
Más que bueno.
Me río del pensamiento y recuerdo su "bonito" correo electrónico. Maldita sea, hay una llamada perdida de Bill. Debe de haber llamado durante mi cita con la señorita Steele. Me siento en mi escritorio, dueño de mi propio universo, una vez más—ahora que está en la ducha—, y lo llamo de regreso. Necesito que me hable de Detroit... y necesito volver a mi juego.
No contesta, llamo a Andrea.
—Sr. Grey.
—¿Está el jet libre hoy y mañana?
—No está programado su uso hasta el jueves, señor.
—Genial. ¿Puede intentar comunicarse con Bill por mí?
—Claro.
Mi conversación con Bill es larga. Ruth ha hecho un excelente trabajo de exploración de todos los solares abandonados disponibles en Detroit. Dos son viables para la planta de tecnología que queremos construir, y Bill está seguro que Detroit tiene disponible la fuerza laboral que requerimos.
Mi corazón se hunde.
¿Tiene que ser Detroit?
Tengo recuerdos vagos del lugar: borrachos, vagabundos y drogadictos gritándonos en las calles; la picada de mala muerte que llamábamos hogar; y una joven, mujer rota, la puta adicta al crack que
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llamé mamá, mirando al vacío mientras se sentaba en una habitación gris y sucia llena de motas de polvo y aire rancio.
Y él.
Me estremezco. No pienses en él... o ella.
Pero no puedo evitarlo. Ana no ha dicho nada acerca de mi confesión nocturna. Nunca he mencionado a la puta adicta al crack a cualquiera. Tal vez por eso me atacó esta mañana: piensa que necesito algo de tierno amor y cuidado.
A la mierda eso.
Nena. Me quedo con tu cuerpo, si lo ofreces. Lo estoy haciendo bien. Pero incluso mientras los pensamientos estallan en mi cabeza me pregunto si estoy ―bien‖. Ignoro mi inquietud; es algo para discutir con Flynn cuando esté de vuelta.
En este momento, tengo hambre. Espero que tenga su dulce trasero fuera de la ducha, porque necesito comer.
~ * ~
Ana está de pie en el mostrador de la cocina hablando con la señora Jones, quien ha establecido lugares para nuestro desayuno.
—¿Le apetece comer algo? —pregunta la señora Jones.
—No, gracias —contesta.
Oh no, no lo hagas.
—Pues claro que va a comer algo —gruño a las dos—. Le gustan las tortitas con huevos y tocino, señora Jones.
—Sí, señor Grey. ¿Qué va a tomar usted, señor? —responde sin pestañear.
—Tortilla, por favor, y algo de fruta. Siéntate —digo a Ana, señalando uno de los taburetes.
Lo hace, y tomo asiento a su lado mientras la señora Jones prepara nuestro desayuno.
—¿Comprastetu tiquete de avión? —pregunto.
—No, lo compraré cuando llegue a casa, por Internet.
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—¿Tienes dinero?
—Sí —dice, como si yo tuviera cinco años de edad, y sacude elcabello sobre su hombro, aplanando los labios, molesta, creo.
Arqueo una ceja en censura. Siempre podía azotarte de nuevo, cariño.
—Sí, tengo, gracias —dice con rapidez, en un tono más moderado.
Eso está mejor.
—Tengo un jet. No se va a usar hasta dentro de tres días; está a tu disposición. —Será un "no". Pero, por lo menos puedo ofrecer.
Sus labios se separan en estado de shock y su expresión se transforma, desde aturdida a impresionada y exasperada en igual medida.
—Ya hemos abusado bastante de la flota aérea de tu empresa. No me gustaría volver a hacerlo —dice con indiferencia.
—La empresa es mía, el jet también.
Niega con la cabeza.
—Gracias por el ofrecimiento. Pero prefiero tomar un vuelo regular.
Seguramente la mayoría de las mujeres se saltarían a la oportunidad de tomar un avión privado, pero parece que la riqueza material realmente no impresiona a la chica, o no le gusta sentirse en deuda conmigo. No estoy seguro cuál. De cualquier manera, es una criatura obstinada.
—Como quieras. —Suspiro—. ¿Tienes que prepararte mucho para las entrevistas?
—No.
—Bien —responde, pero todavía no me dicecuál de las editoriales verá. En lugar de eso, me da una sonrisa parecida a una esfinge. No hay manera de que divulgue este secreto.
—Soy un hombre de recursos, señorita Steele.
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—Soy perfectamente consciente de eso, Sr. Grey. ¿Me vas a rastrear el teléfono?
Confiaba en que recordaría eso.
—La verdad es que esta tarde voy a estar muy ocupado, así que voy a tener que pedirle a alguien que lo haga por mí —respondo sonriendo.
—Si puedes poner a alguien a hacer eso, es que te sobra personal, desde luego.
Oh, está descarada el día hoy.
—Le enviaré un correo electrónico a la jefa de recursos humanos y le pediré que revise el recuento del personal. —Esto es lo que me gusta, nuestras bromas. Es refrescante, divertido y diferente a todo lo que he conocido.
La señora Jones nos sirve el desayuno, y estoy satisfecho de ver a Ana saboreando su comida. Cuando la señora Jones deja la cocina, entorna los ojos hacia mí.
—¿Qué pasa, Anastasia?
—¿Sabes? Nunca me has dicho por qué no te gusta que te toquen.
¡No esto de nuevo!
—Te he contado más de lo que le he contado nunca a nadie.—Mi voz es baja para ocultar la frustración. ¿Por qué persiste con estas preguntas? Come un par de bocados de sus panqueques.
—¿Pensarás en nuestro contrato mientras estás fuera? —pregunto.
—Sí. —Está seria.
—¿Me vas a extrañar?
¡Grey!
Se vuelve hacia mí, tan sorprendida como yo por la pregunta.
—Sí —dice después de un momento, su expresión abierta y honesta. Esperaba un comentario inteligente, Sin embargo, tengo la verdad. Y extrañamente, encuentro su confesión reconfortante.
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—Yotambién te voy a extrañar —murmuro—. Más de lo que imaginas. —Mi apartamento estará más callado sin ella, y un poco vacío. Acaricio su mejilla y la beso. Me da una dulce sonrisa antes de regresar a su desayuno.
—Voy a lavarme los dientes, luego debo irme —anuncia, una vez que termina.
—Tan pronto. Pensé que podrías quedarte más tiempo.
Está desconcertada. ¿Pensó que la echaría?
—Te he convencido y tomado de tu tiempo lo suficiente, Sr. Grey. Además, ¿no tienes un imperio que manejar?
—Puedo hacer novillos. —La esperanza hincha mi pecho y mi voz. Y solo despejé la mañana.
—Tengo que prepararme para mis entrevistas. Y conseguir cambiarme. —Mira con cautela.
—Te ves genial.
—Vaya, gracias señor —dice amablemente. Pero sus mejillas están coloreando su familiar satén rosa, al igual que su trasero anoche. Está avergonzada. ¿Cuándo va a aprender a tomar un cumplido?
Levantándose, lleva su plato hacia el fregadero.
—Deja eso. La señora Jones lo hará.
—Está bien. Solo voy a lavarme los dientes.
—Por favor, siéntete libre de utilizar mi cepillo —ofrezco, con sarcasmo.
—Tenía toda la intención de hacerlo —dice y desfila fuera de la habitación. Esa mujer tiene una respuesta para todo.
Regresa unos minutos después con su bolso.
—No te olvides de llevar el BlackBerry, tu Mac, y los cargadores a Georgia.
—Sí, señor —dice obedientemente.
Buena chica.
Página 436
—Ven. —La llevo hasta el ascensor y camino dentro.
—No tienes que bajar. Puedo guiarme a mi auto.
—Todo esto es parte del servicio —digo sarcásticamente—. Además, puedo besarte todo el camino. —La encierro entre mis brazos y hago precisamente eso, disfruto de su sabor y su lengua, dándole una apropiada despedida.
Los dos estamos excitados y sin aliento para el momento en que las puertas se abren en la planta del garaje. Pero se va. La llevo a su auto y abro la puerta del conductor, ignorando mi necesidad.
—Adiós, por ahora, Amo —susurra y me besa una vez más.
—Conduce con cuidado, Anastasia. Y ten un viaje seguro. —Cierro su puerta, retrocedo, y la veo irse. Luego me dirijo arriba.
Llamo a la puerta del estudio de Taylor y le hago saber que me gustaría ir a la oficina en diez minutos.
—Tendré el auto listo, señor.
~ * ~
Llamo a Welch desde el auto.
—Sr. Grey —dice en tono áspero.
—Welch. Anastasia Steele comprará un tiquete de avión el día de hoy, dejando Seattle esta noche hacia Savannah. Me gustaría saber cuál es su vuelo.
—¿Tiene una aerolínea de preferencia?
—Me temo que no lo sé.
—Veré lo que puedo hacer.
Cuelgo. Mi plan estúpido está cayendo en su lugar.
~ * ~
—¡Sr. Grey! —Andrea está sorprendida por mi aparición varias horas más temprano de lo habitual. Quiero decirle que yo trabajo aquí, pero decido comportarme.
—Pensé en sorprenderla.
Página 437
—¿Café? —gorjea.
—Por favor.
—¿Con o sin leche?
Buena chica.
—Con. La leche cocida al vapor.
—Sí, Señor Grey.
—Contacte a Caroline Acton. Me gustaría hablar con ella de inmediato.
—Por supuesto.
—Y haga una cita para ver a Flynn, la próxima semana.—Ella asiente y se sienta a trabajar. En mi escritorio, enciendo la computadora.
El primer correo electrónico en mi bandeja de entrada es de Elena.
De: Elena Lincoln
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011, 10:15
Para: Christian Grey
Christian, ¿qué pasa?
Tu madre me dijo que llevaste a una jovencita para la cena de ayer.
Me intriga. Ese no es su estilo.
¿Has encontrado una nueva sumisa?
Llámame.
Ex
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ELENA LINCOLN ESCLAVA
Porque La Belleza Eres Tú®
Eso es todo lo que necesito. Cierro su correo electrónico, decido ignorarlo por ahora. Olivia golpea y entra con mi café mientras Andrea llama a mi teléfono.
—Tengo a Welch para usted, y le dejé un mensaje a la Señora Acton—anuncia Andrea.
—Bien. Póngalo en contacto.
Olivia coloca el café con leche en mi escritorio y sale nerviosa. Hago lo que puedo para hacer caso omiso de ella.
—Welch.
—No hay tiquetes de avión comprados por el momento, señor Grey. Pero voy a controlar la situación y le informo, en caso de que haya un cambio.
—Por favor, hágalo.
Él cuelga. Tomo un sorbo de café y de llamo a Ros.
~ * ~
Justo antes del almuerzo Andrea pone a Caroline Acton.
—Sr. Grey, que encantador tener noticias de usted. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Hola, Sra.Acton. Me gustaría lo habitual.
—¿El vestuario del gabinete? ¿Tiene una paleta de colores en mente?
—Azules y verdes. Plata, tal vez, para un evento formal. —La cena de la Cámara de Comercio me viene a la mente—. Colores de gemas, creo.
—Bonito—responde la Sra. Acton con su entusiasmo habitual.
—Y satén, ropa interior de seda y ropa de dormir. Algo glamoroso.
Página 439
—Sí, señor. ¿Tiene un presupuesto en mente?
—No hay presupuesto. Vaya por todo. Quiero todo de alta gama.
—¿Zapatos también?
—Por favor.
—Genial. ¿Tamaños?
—Voy a enviárselo por correo electrónico. Tengo su dirección de la última vez.
—¿Cuándo desea la entrega?
—Este viernes.
—Estoy segura de que puedo hacer eso. ¿Le gustaría ver fotografías de mis opciones?
—Por favor.
—Genial. Me pondré en ello.
—Gracias.—Cuelgo y Andrea pone a Welch.
—Welch.
—La Señorita Steele viajará en DL2610 a Atlanta, con salida a las diez veinticinco esta noche.
Anoto todos los detalles de sus vuelos y conexiones a Savannah. Llamo a Andrea, que entra momentos más tarde, llevando su cuaderno.
—Andrea, Anastasia Steele viajará en estos vuelos. Súbala a primera clase, compruébelo y pague para que entre en el salón de primera clase. Y compre el asiento a su lado en todos los vuelos, ida y vuelta. Usemi tarjeta de crédito personal.—La mirada perpleja de Andrea me dice que piensa que me he despedido de mi cordura, pero se recupera rápidamente y acepta mi nota garabateada a mano.
—Lo haré, señor Grey.—Está tratando todo lo posible para mantenerlo profesional, pero la veo sonreír.
Esto no es asunto suyo.
~ * ~
Página 440
Mi tarde se pasa en reuniones. Marco ha preparado informes preliminares sobre las cuatro casas editoriales con sede en Seattle. Los puse a un lado para leerlos más tarde. Él también está de acuerdo conmigo sobre Woods y su compañía. Esto se va a poner feo, pero después de haber visto las sinergias, el único camino a seguir es el de absorber la división de tecnología de Woods y liquidar el resto de su compañía. Va a ser caro, pero es mejor para GEH.
Por la tarde, logro tener un entrenamiento rápido y vigoroso con Bastille, así que estoy tranquilo y relajado cuando me dirijo a casa.
Después de una cena ligera, me siento a leer en mi escritorio. Lo primero de la noche es responder a Elena. Pero cuando abro mis correos electrónicos, hay uno de Ana. No ha estado lejos de mis pensamientos todo el día.
De: Anastasia Steele
Asunto: Entrevistas
Fecha: 30 de mayo de 2011 18:49
Para: Christian Grey
Querido Amo:
Las entrevistas de hoy han ido bien.
Pensé que podría interesarte.
¿Qué tal tu día?
Ana.
Escribo mi respuesta inmediatamente
De: Christian Grey
Asunto: Mi día
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Fecha: 30 de mayo de 2011 19:03
Para: Anastasia Steele
Querida señorita Steele:
Todo lo que hace me interesa. Es la mujer más fascinante que conozco.
Me alegrode que sus entrevistas hayan ido bien.
Mi mañana ha superado todas mis expectativas. Mi tarde, en comparación, ha sido de lo más aburrida.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
Me siento y froto mi barbilla, esperando.
De: Anastasia Steele
Asunto: Mañana maravillosa
Fecha: 30 Mayo 2011 19:05
Para: Christian Grey
Querido Amo:
También la mañana ha sido espectacular para mí, aunque te hayas mostrado raro después del impecable polvo sobre el escritorio. No creas que no me di cuenta.
Gracias por el desayuno. O gracias a la señora Jones.
Me gustaría hacerte algunas preguntas sobre ella(sin que vuelvas a ponerte raro conmigo).
Página 442
Ana
¿Ponerse raro? Diablos. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Está diciendo que soy raro? Bueno, lo soy, supongo. Puede ser. Tal vez ella se dio cuenta lo sorprendido que estaba cuando saltó hacia mí, nadie ha hecho eso durante mucho tiempo.
―Impecable‖... me quedo con eso.
De: Christian Grey
Asunto: ¿Tú en una editorial?
Fecha: 30 Mayo 2011 19:10
Para: Anastasia Steele
Anastasia:
―Ponerse raro‖no es una forma verbal aceptable y no debería usarla alguien que quiere entrar en el mundo editorial. ¿Impecable? ¿Comparado con qué, dime, por favor? ¿Y qué es lo que quieres preguntarme de la señora Jones? Me tienes intrigado.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc.
De: Anastasia Steele
Asunto: Tú y la señora Jones
Fecha: 30 Mayo 2011 19:17
Para: Christian Grey
Querido Amo:
Página 443
La lengua evoluciona y avanza. Es algo vivo. No está encerrada en una torre de marfil, rodeada de carísimas obras de arte, con vistas a casi todo Seattle y con un helipuerto en la azotea.
Impecable en comparación con las otras veces que hemos… ¿cómo es que lo llamas tú…? Ah, sí, follado. De hecho, los polvos han sido todos impecables, punto, en mi modesta opinión,… pero, claro, como bien sabes, tengo una experiencia muy limitada.
¿La señora Jones es una ex sumisa tuya?
Ana.
Su respuesta me hace reír en voz alta, y luego me choca.
¡La señora Jones! ¿Sumisa?
De ninguna manera.
Ana. ¿Estás celosa? Y hablando de lenguaje... ¡vigila el tuyo!
De: Christian Grey
Asunto: Lenguaje. ¡Esa boquita…!
Fecha: 30 Mayo 2011 19:22
Para: Anastasia Steele
Anastasia:
La señora Jones es una empleada muy valiosa. Nunca he mantenidocon ella más relación que la profesional. No contrato a nadie con quien haya mantenido relaciones sexuales. Me sorprende que se te haya ocurrido algo así. La única persona con la que haría una excepción a esta norma eres tú,porque eres una joven brillante con notables aptitudes para la negociación. No obstante, como sigas utilizando semejante lenguaje, voy a tener que reconsiderar la posibilidad de incorporarte a mi planilla. Me alegra que tengas experiencia limitada. Tu experiencia seguirá siendo limitada… solo a mí.
Página 444
Tomaré―impecable‖ como un cumplido… aunque contigo nunca sé si eseso lo que quieres decir o si el sarcasmo está hablando por ti, como de costumbre.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings Inc., desde su torre de marfil.
Aunque tal vez no sería una buena idea que Ana trabajara para mí.
De: Anastasia Steele
Asunto: Ni por todo el té de China
Fecha: 30 de mayo de 2011 19:27
Para: Christian Grey
Querido señor Grey:
Creo que ya le he manifestado mis reservas respecto a trabajar en su empresa. Mi opinión no ha cambiado, ni va a cambiar, ni cambiará, jamás. Ahora te tengo que dejar porque Kate ya volvió con la cena. Mi sarcasmo y yo te deseamos buenas noches.
Me podré en contacto contigo cuando esté en Georgia.
Ana.
Por alguna razón, me irrita ligeramente escuchar que no quería trabajar para mí. Tiene un impresionante promedio general. Es brillante, encantadora, divertida; sería un activo para cualquier compañía. También es prudente al decir que no.
Página 445
De: Christian Grey
Asunto: ¿Ni por el té Twinings English Breakfast?
Fecha: 30 de mayo de 2011 19:29
Para: Anastasia Steele
Buenas noches, Anastasia.
Espero que tu sarcasmo y tú tengan un buen vuelo.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Pongo todos los pensamientos de la señorita Steele a un lado y comienzo a responderle a Elena.
De: Christian Grey
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011 19:47
Para: Elena Lincoln
Hola, Elena.
Mi madre tiene una enorme boca. ¿Qué puedo decir?
Conocí una chica. La llevé a cenar.
No es gran cosa.
¿Cómo vas tú?
Lo mejor,
Página 446
Christian
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
De: Elena Lincoln
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011 19:50
Para: Christian Grey
Christian, eso es mentira. Vamos a cenar.
¿Mañana?
Ex
ELENA LINCOLN ESCLAVA
Porque La Belleza Eres Tú®
¡Mierda!
De: Christian Grey
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011 20:01
Para: Elena Lincoln
Por supuesto.
Lo mejor,
Página 447
Christian.
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
De: Elena Lincoln
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011 20:05
Para: Christian Grey
¿Quieres conocer a la chica que te mencioné?
Ex
ELENA LINCOLN ESCLAVA
Porque La Belleza Eres Tú®
No por el momento.
De: Christian Grey
Asunto: El fin de semana
Fecha: 30 de mayo de 2011 20:11
Para: Elena Lincoln
Creo que dejaré que el contrato que tengo ahora siga su curso.
Nos vemos mañana.
C.
Página 448
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Me siento para leer la propuesta del proyecto de Fred para Eamon Kavanagh, después paso al resumen de Marco de las editoriales en Seattle.
~ * ~
Justo antes de las diez de la mañana soy distraído por un sonido de mi computadora. Es tarde. Supongo que es un mensaje de Ana.
De: Anastasia Steele
Asunto: Detalles superextravagantes
Fecha: 30 de mayo de 2011 21:53
Para: Christian Grey
Querido señor Grey:
Lo que verdaderamente me alarma es cómo supiste qué vuelo iba a tomar.
Tu tendencia al acoso no conoce límites. Espero que el doctor Flynn haya vuelto de vacaciones.
Me hicieron la manicura, me dieron un masaje en la espalda y me tomé dos copas de champán, una forma agradabilísima de empezar las vacaciones.
Gracias.
Ana.
Página 449
Ha sido subida de clase. Bien hecho, Andrea.
De: Christian Grey
Asunto: No se merecen
Fecha: 30 de mayo de 2011 21:59
Para: Anastasia Steele
Querida señorita Steele:
El doctor Flynn ha vuelto y tengo cita con él esta semana.
¿Quién le ha dado un masaje en la espalda?
Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc., con amigos en los sitios adecuados.
Reviso la hora de su correo. Debería estar a bordo en este momento, si su avión está a tiempo. Abro rápidamente Google y compruebo las salidas de Sea-Tac. Su vuelo está a tiempo.
De: Anastasia Steele
Asunto: Manos fuertes y capaces
Fecha: 30 de mayo de 2011 22:22
Para: Christian Grey
Querido Amo:
Me ha dado un masaje en la espalda un joven muy agradable. Verdaderamente agradable. No me habría topado con Jea-Paul en la sala de embarque normal, así que te agradezco de nuevo el detalle.
Página 450
¿Qué demonios?
No sé si me van a dejar mandar correos cuando hayamos despegado; además, necesito dormir para estar guapa, porque últimamente no he dormido mucho.
Dulces sueños, señor Grey… pienso en ti.
Ana.
¿Está tratando de ponerme celoso? ¿Tiene alguna idea de cuán enojado puedo ponerme? Se ha ido por un par de horas, y deliberadamente me está haciendo enojar. ¿Por qué me hace esto?
De: Christian Grey
Asunto: Disfruta mientras puedas
Fecha: 30 de mayo de 2011 22:25
Para: Anastasia Steele
Querida señorita Steele:
Sé lo que se propone y, créame, lo ha conseguido. La próxima vez irá en la bodega de carga, atada y amordazada y metida en un cajón. Le aseguro que encargarme de que viaje en esas condiciones me producirá muchísimo más placer que cambiarle el boleto por uno de primera clase.
Espero ansioso su regreso.
Christian Grey
Presidente de mano suelta de Grey Enterprises Holding, Inc.
Página 451
Su respuesta es casi inmediata.
De: Anastasia Steele
Asunto: ¿Bromeas?
Fecha: 30 de mayo de 2011 22:30
Para: Christian Grey
¿Ves?, no tengo ni idea de si estás bromeando o no. Si no bromeas, mejor me quedo en Georgia. Los cajones están en mi lista de límites infranqueables. Siento haberte enfadado. Dime que me perdonas.
A
Por supuesto que estoy bromeando… más o menos. Al menos sabe que estoy molesto. Su avión debería estar despegando. ¿Cómo es que está enviando correos?
De: Christian Grey
Asunto: Bromeo
Fecha: 30 de mayo de 2011 22:31
Para: Anastasia Steele
¿Cómo es que estás mandando correos? ¿Estás poniendo en peligro la vida de todos los pasajeros, incluida la tuya, usando la BlackBerry? Creo que eso contraviene una de las normas.
Página 452
Christian Grey
Presidente de manos sueltas (ambas) de Grey Enterprises Holdings, Inc.
Y sabemos qué pasa si desobedeces las reglas, señorita Steele. Reviso la página web de Sea-Tac por las salidas de los vuelos; su avión ha salido. No sabré de ella por un tiempo. Ese pensamiento, así como su pequeña artimaña del correo, me han puesto de mal humor. Abandonando mi trabajo, me dirijo a la cocina y decido servirme una bebida, esta noche Armañac.
Taylor asoma su cabeza por la entrada de la sala de estar.
—Ahora no —vocifero.
—Muy bien, señor —dice y se dirige de nuevo a dónde sea que vino.
No desquites tu mal humor con el personal, Grey.
Molesto conmigo mismo, camino hacia las ventanas y miro el horizonte de Seattle. Me pregunto por qué ella se ha metido bajo mi piel, y por qué nuestra relación no está avanzando en la dirección que me gustaría. Espero que una vez que haya tenido la oportunidad de reflexionar en Georgia, vaya a tomar la decisión correcta. ¿No es cierto?
La ansiedad aflora en mi pecho. Tomo otro trago de mi bebida y me siento en mi piano para tocar.


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